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El ejemplo citado en esta ocasión está relacionado con la privatización del agua en
el territorio de Cochabamba, en Bolivia, en 1999, por orden expresa del Banco
Mundial, bajo la justificación de que era la vía más factible para aliviar la deuda
adquirida por el país. Aquello hizo que la empresa que adquirió los derechos, la
estadounidense Bechtel, tuviera el poder de destruir los depósitos de agua usados
en los hogares más pobres para acumular el agua de lluvia, pues se aceptó que la
lluvia también entraba bajo el control de Bechtel y por tanto sólo la corporación
tenía derechos sobre los depósitos de la misma. Las revueltas populares contra el
gobierno del presidente Hugo Banzer obligaron a declarar la ley marcial y,
fracasado el intento, a finalizar el contrato de aguas en el año 2000.
La lealtad de una corporación es únicamente a los beneficios, por encima de
cualquier principio moral, régimen o bandera. En este sentido, el documental The
corporation juega a equiparar la forma de pensamiento que se esconde detrás de
estas grandes compañías con los síntomas que describen a un psicópata:
incapacidad para sentir empatía, evasión de la responsabilidad, desprecio por la
seguridad de los demás, mentir reiteradamente para beneficio propio, incapacidad
para sentir culpa y, por consiguiente, frialdad para aparentar, a pesar de los
crímenes cometidos, amabilidad y simpatía frente a los demás.
Y es que todos asistimos constantemente a ese juego con la imagen de los
miembros de cualquier empresa, tipos guapos, simpáticos, amables y hasta
comprometidos con los derechos humanos y medio ambientales. Un caso al vuelo
es el de la cada vez más “humana” Shell, involucrada en campañas caritativas y
lavado de imagen a través de sus directivos que no quita para que el monstruo que
los alimenta siga haciendo de las suyas.
Así que el mundo está gobernado por corporaciones y esas corporaciones presentan
los rasgos típicos de la psicopatía. Y aunque no lo veamos conscientemente en la
mayoría de los casos, nuestro inconsciente lo sabe perfectamente. El miedo que
genera esa situación nos esclaviza y aceptamos la sumisión porque es el mal menor.
En los últimos años, se está abogando por la respuesta individual como la mejor
manera de crear otro mundo, por la actitud consciente y coherente de cada cual,
más allá de lo que hagan los demás. Cabe citar aquí a Ernesto Sábato en su libro La
resistencia (2000):
Ahora la humanidad carece de ocios, en buena parte porque nos hemos
acostumbrado a medir el tiempo de modo utilitario, en términos de producción.
Antes los hombres trabajaban a un nivel más humano, frecuentemente en oficios
y artesanías, y mientras lo hacían conversaban entre ellos. Eran más libres que
el hombre de hoy que es incapaz de resistirse a la televisión. Ellos podían
descansar en las siestas, o jugar a la taba con los amigos. De entonces recuerdo
esa frase tan cotidiana en aquellas épocas: “Venga amigo, vamos a jugar un
rato a los naipes, para matar el tiempo, no más”, algo tan inconcebible para
nosotros. Momentos en que la gente se reunía a tomar mate, mientras
contemplaba el atardecer, sentados en los bancos que las casas solían tener al
frente, por el lado de las galerías. Y cuando el sol se hundía en el horizonte,
mientras los pájaros terminaban de acomodarse en sus nidos, la tierra hacía un
largo silencio y los hombres, ensimismados, parecían preguntarse sobre el
sentido de la vida y de la muerte.
Otra frase de entonces, en la que nunca reparé como en este tiempo, era aquélla
de “Dios proveerá”. El modo de ser de entonces, el desinterés, la serenidad de
sus modales, indudablemente reposaba en la honda confianza que tenían en la
vida.
Grandes valores que no pueden convivir con el miedo del actual ser humano
“civilizado”:
¿Se le puede pedir a la gente del vértigo que se rebele? ¿Puede pedirse a los
hombres y a las mujeres de mi país que se nieguen a pertenecer a este
capitalismo salvaje si ellos mantienen a sus hijos, a sus padres? Si ellos cargan
con esa responsabilidad, ¿cómo habrían de abandonar esa vida?
Puede que el cambio sea mucho más sencillo si atendemos a las cosas pequeñas, a
los detalles de nuestra vida a los que no prestamos atención porque no nos
sentimos ni creativos ni poderosos y creemos que todo nos puede. Puede que
debiéramos empezar por descubrir al artesano que llevamos dentro, a no sentirnos
culpables por “perder” el tiempo, a que el valor no sea tanto el beneficio material
como sí un gesto de amistad. A que, en definitiva, nuestra vida se llene de utopías y
que, a quien le pique, que se rasque… Pues eso, “apenas una vela, algo con qué
esperar…”
Los valores que nos sustentan son: la avidez, el deseo de poder y el cinismo más
virulento.
Los magnates que dirigen el poder financiero, se sientan y son partes activas de
los grandes gobiernos. se sientan y dirigen a Obama, en el mundo occidental. Los
grandes poderes economicos tales como el FMI, Banco Mundial, la Organizacion del
Comercio Mundial, están al servicio de las oligarquias financieras que soportan a
las Transnacionales del Planeta. Alli donde entra el FMI o el Banco Mundial, los
pobres son cada vez más pobres y los ricos cada vez más ricos. El poder financiero
es el amo del mundo.
Capitalismo asesino.
En un mundo con una capacidad de alimentación según la FAO para 12.000
millones de personas, siendo la población del planeta de 6.000 millones de
personas y aún así mueren al dia 100.000 personas a causa del hambre y la
desnutrición.
Los amos del mundo, los amos del poder financiero usurpan las riquezas, se rigen
por la codicia y la avidez, y las muertes no son ya consecuencia de las injusticias,
son daños colaterales del sistema. Se mira hacia otro lado. El mundo se ha movido
en cuestión de horas y ha destinados billones de euros para salvar el sistema
fiananciero mundial. Con un mínimo porcentaje del dinero que se ha destinado a
salvar el sistema financiero, cuasante del crash económico actual, se hubiera
erradicado el hambre del mundo.
El miedo guia nuestras vidas
Tenemos miedo al trabajo, miedo a perder el trabajo, miedo a no encontrar trabajo,
miedo a ejercer nuestros derechos, a exigir, miedo a todo, los sindicatos ya no son
centros de defensa del poder de los trabajadores, las empresas excluyen a sus
trabajadores, los echan impunemente y piden aún más libertad para seguir
manejando a los trabajadores a su antojo y aún más barato. Los sindicatos
callados, el poder sindical ha desaparecido, igual que la democracia, porque ¿quien
piensa aún que esto es una democracia?.
Perdida de valores
La sociedad tiene trastocados los valores que nos guiaron y lo que es peor los
jovenes, nuestro hijos no creen en nada, no creen en la política, no creen en la
justicia, el neoliberalismo se encarga de apartarlos de todo. La economia no es una
consecuencia de la actividad humana, es el resultado de una serie de leyes y de
transformaciones consecuencia de especulaciones.
Nadie está a salvo de los poderes financieros, no solo yo que estoy escribiendo o tu
que estas leyendolo ahora mismo, lo peor ¿que va a pasar con nuestros hijos?.
https://misvalores.wordpress.com/2010/06/03/el-orden-criminal-del-mundo/