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Pedagogía en Historia y Ciencias Sociales

Oriente y África en la Antigüedad


Prof. Emilio Ugarte.

Incidencia de la cosmovisión en la organización estatal y su


influencia en el poder

 Nombre: Nicole González Zapata.

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En el siguiente ensayo se presentará una reflexión acerca de la “incidencia de la
cosmovisión en la organización estatal y su influencia en el poder” las formas en que éste
se ejercía y las principales estructuras que organizaban a esta civilización a partir de
distintas interpretaciones históricas. Para identificar las diferencias que existen con nuestra
propia concepción del poder, este ejercicio buscará identificar cuáles son las diferencias
que existen entre la concepción del Antiguo Egipto y nosotros. Para este ejercicio es
menester mencionar que cuando se discute sobre alguna cultura o civilización de la
antigüedad se pueden presentar problemas como el anacronismo, ya que la mentalidad
moderna y occidental nos posicionan desde una racionalidad que dinamiza problemas al
estudiar procesos del pasado bajo concepciones del presente. Respecto a esto es importante
tener claridad respecto a la distancia temporal y cultural que existe entre la mentalidad
occidental y la civilización egipcia en la antigüedad.

Antes de indagar en la concepción del poder en el Antiguo Egipto, debemos considerar la


cosmovisión o cosmogonía que tenía este pueblo respecto al origen del universo y vida. En
este sentido las y los egipcios vivían bajo el mito del “eterno retorno” donde hombres y
mujeres pensaban que “los fenómenos (que experimentaban) no formaban parte de una
cadena continuada... Consideraban los fenómenos como destellos momentáneos en un
universo intemporal e ilimitado, reino de los dioses, sujeto siempre a la dirección e
intervención divina” (Mangas, pág 4) lo que forjó el pensamiento mítico y una
temporalidad cíclica porque hay un eterno retorno a la Vez Primera, desde el mito inicial
del orden y el caos.

Esta percepción del tiempo cíclica o semi-cíclica estaba directamente relacionada con los
Faraones -quienes ejercían el poder en calidad de dioses- ya que cuando uno de
estos moría se daba inicio a un nuevo ciclo, “el faraón es el garante del orden universal
(Ma’at), del mantenimiento de la creación y de su cíclica reposición, en referencia
constante a la vez primera (Mangas, pág 7) y la actividad litúrgica permitía que el nuevo
Faraón iniciara el nuevo ciclo a través de distintos rituales que permitían una alineación con
el momento inicial, ejemplo de esto es la coronación de los nuevos faraones bajo el
nacimiento de la luz del dios Ra. Toda esta cosmovisión, posicionan al Faraón como
máxima autoridad política, religiosa y militar en la sociedad egipcia.

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Como mencionamos, la concepción del poder de los Egipcios está directamente
relacionada con su cosmovisión del universo, su religión y su ideología, en donde el poder
se ejerce por los Faraones a través de un “Estado centralizado”, el cual fue transformando
su formas de gobierno, a partir de los distintos contextos ecológicos, económicos, sociales
y políticos que vivían, con períodos de mayor y menor centralización, dando forma a la
organización y administración estatal de la compleja civilización egipcia. En este sentido se
hace necesario para la civilización egipcia formar un Estado, para poder organizar los
distintos recursos y actividades, en un entorno natural complejo, por lo que era de gran
valor las labores y funciones de cada persona desempeñaba.

Los distintos ciclos o periodos de la civilización egipcia (Reino antiguo, medio,


amárnico y nuevo), tienen su origen en factores políticos y económicos ya que “la
construcción del espacio histórico es el resultado de dos tendencias complementarias: una
política, en cuanto a las necesidades de defensa… (y) otra económica, impulsada por la
falta de recursos suficientes para el mantenimiento de la nueva comunidad” (Bravo, pág
34), lo que determina un cambio en el sistema organizativo y cotidiano que lleva a la
creación de esta civilización. Cabe destacar, que el principal factor influyente para la
constitución de las ciudades-estado fue el paso del nomadismo al sedentarismo, este factor
fue el más influyente en la economía, ya que estableció la agricultura como sustento del
desarrollo egipcio desde sus inicios. “No sólo la naturaleza y los procesos que la
conformaban y que afectan al hombre, sino (que) también el estado y la estructura
sociopolítica que establece y sanciona, se justifica y se hacen comprensibles como
reposición permanente de esta –Vez Primera-, en perpetua pugna o conflicto con el
desorden y el caos” (Mangas, pág 5) Es decir que los factores económicos, sociales,
políticos y ecológicos, dieron vida a distintas formas de gobierno en Egipto.

Es así, como la conformación del Estado y el ejercicio del poder se ve influido por
diferentes factores, teniendo que desarrollarse una institucionalidad o estructura compleja,
estratificada, jerarquizada y organizada que fuese capaz de responder a las necesidades de
la población, por ejemplo “Durante gran parte del Reino Antiguo, Egipto fue un Estado
planificado y administrado de forma centralizada, encabezado por un rey que era el dueño
teórico de todos los recursos y cuyos poderes eran prácticamente absolutos” (Shaw, pág

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142). Por lo cual, se requiere de la conformación de un nuevo sistema social, que necesita
de: la ampliación del territorio, la existencia del tributo, la creación de obras públicas, la
utilización de la escritura como un medio de control, la división de la sociedad y del
trabajo, entre otras situaciones. Lo cual se ve directamente relacionado con un Estado que
permita resolver las problemáticas ambientales, especialmente en la capacidad de control
del agua a través de diferentes mecanismo, tal como señala Bravo “Por añadidura, el
componente despótico del poder político se explica fácilmente como necesidad de un
régimen fuerte capaz de adoptar medidas drásticas que garantizan el potencial hidráulico
necesario o su aprovechamiento para subsistencia o mejora de toda la comunidad” (Bravo,
pág 50).

En este sentido las responsabilidades del faraón para con su pueblo son ser “el
garante del continuo orden que reinaba en su mundo: el cambio regular de las estaciones,
el retorno de la inundación anual del Nilo y los predecibles movimientos de los cuerpos
celestes; pero también de la protección contra las fuerzas amenazadoras de la naturaleza y
contra los enemigos situados fuera de las fronteras de Egipto” (Shaw, pág 139). No
obstante el eterno retorno no siempre estuvo presente en la historia del antiguo Egipto, ya
que al finalizar la dinastía VI la prosperidad de Egipto no retornó a la Vez Primera, y se
sumergieron en una profunda crisis social y política, provocada por una posible sequía del
Nilo. Esta crisis afectó radicalmente la ideología y el pensamiento de la época, la
percepción era de desorden total, hubo una ruptura en la armonía del cosmos, triunfando el
caos, es decir hubo un retorno al momento previo a la creación. En estos momentos de caos
o crisis se crean nuevos mitos para justificar el reordenamiento o alineación del cosmos,
bajo el poder de nuevas dinastías que consagran su poder en el Estado.

Los poderes ficticios, tienen un importante papel como fundamento ideológico de la


autoridad en los primeros Estados, la religión legitima el poder del Faraón sobre la sociedad
y esto se plasma en el hecho de incluso es innecesaria la utilización de la violencia, porque
la población obedecía a sus propias concepciones sobre el mundo depositando todo el
poder en el faraón, por lo cual “Los mecanismos coercitivos del Estado, como la policía
destacan por su ausencia; la gente estaba unida a la tierra y el control sobre cada uno de
ellos era ejercido por las comunidades locales” (Shaw, pág 139) No obstante hubieron

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momentos de mayor represión o coerción estatal sobre la población y su religión, cuando se
trató de imponer a un dios sobre otro o darle mayor centralidad a una ciudad sobre otra.

El faraón era tan importante en la sociedad egipcia, que en su nombre se realizaban


megaconstrucciones, palacios, templos y pirámides, las cuales requerían de innumerables
recursos materiales y humanos, el cual se sustentó con la implementación de un sistema de
recaudación a través de impuestos, la riqueza que se generaba a partir de esta acción y de
la agricultura, permitió que la “burocracia” del Estado también creciera, dando origen a un
fenómeno que ha trascendido a nuestros días, donde existe un grupo mayoritario que
produce y otro grupo privilegiado y minoritario que controla la producción. Siendo cada
vez más compleja la forma en que se administra y ejerce el poder desde el Estado.

Habiendo desarrollado una idea de lo que era el Poder para las y los egipcios en la
antigüedad, pasaremos a identificar las diferencias que existen con la concepción moderna
del Poder. En este caso M. Foucault plantea que para estudiar críticamente el poder, hay
que mirar más allá del rol del Estado: “De tal modo que, si se quiere captar los mecanismos
de poder en su complejidad y en detalle, no se puede uno limitar al análisis de los aparatos
de Estado solamente.” (Foucault. 1980, pág 119), ya que hoy impera un modelo capitalista
a nivel mundial -en su fase neoliberal- lo que significa que el poder del mercado o el poder
económico, está por sobre la estructura del Estado. Si bien para llegar a este momento
histórico fue vital el desarrollo de los Estados modernos para consolidar el capitalismo
como sistema global, hoy el capitalismo redujo el rol del Estado, apropiándose de casi todas
las esferas de la sociedad al mercantilizar la vida. Esta es una de las principales diferencias
respecto a la interpretación que hacen los autores antes mencionados respecto al Poder y
al Estado en el Egipto Antiguo con la concepción contemporánea del Poder. Además de
plantear la idea de las relaciones de poder, se ejercen no solo desde el Estado, sino que
entre la misma sociedad civil, es decir que no es cuestión de tener el poder (como los
Faraones), sino de ejercerlo.

Otro elemento de análisis, es que el desarrollo del Poder y el Estado en el Antiguo


Egipto no nacen de elementos exógenos a las necesidades de la sociedad, ya que el
desarrollo estatal -y por consiguiente del Faraón- apuntaban a administrar y organizar las
necesidades básicas de la comunidad (como plantea Bravo), entre ellas la gestión del agua,

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la agricultura y las obras públicas. De forma contraria opera hoy el Poder, cuando desde su
ejercicio lo último que se busca es el bienestar de la sociedad, privilegiando a los grupos
dominantes en desmedro de las grandes mayorías que producen. Si bien este último
elemento sobre las diferentes clases o grupos sociales si se podía ver en el Egipto desde
una marcada desigualdad social entre las dinastías y el pueblo, los autores plantean
claramente que los faraones se debían al bien de la comunidad.

A modo de conclusión, podemos identificar claramente las diferencias en las


concepciones del Poder para el Antiguo Egipto y nuestra sociedad. En Egipto el poder se
legitimaba desde la propia cosmovisión de su pueblo, desde sus propios mitos y visiones de
mundo, el poder se ejercía desde el Estado por el Faraón con el fin de administrar y
gestionar la agricultura, el agua y la vida en comunidad. Por otra parte en nuestra sociedad
son diversos los dispositivos ideológicos desde los cuales se ejerce y reproduce el poder, la
acción estatal se ve condicionada por el dios mercado y el ejercicio del poder se ve
determinado más por el mundo empresarial que por el mundo social y político, conocidos
son los casos donde hay corrupción y colusión entre ambas esferas y se legisla a favor del
empresariado, por sobre el bien común de la sociedad.

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Bibliografía:

-Bravo, Gonzalo, Historia del mundo antiguo. Una introducción crítica, Alianza editorial,
1994.

-Foucault, M., Microfísica del poder, Madrid, Ediciones de la piqueta, 1980.

-Mangas, Julio, y Santiago Montero. El Milenarismo La percepción del tiempo en las


culturas antiguas. Madrid: Editorial Complutense, 2001.

-Shaw, Ian (edit.) Historia del Antiguo Egipto Oxford, Madrid, La esfera de los libros,
2007.

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