Vous êtes sur la page 1sur 2

La figura del soberano según Hobbes y Rousseau.

En primer lugar, es distinta la manera en que se constituye el Soberano en cada uno.


En Hobbes la figura del Soberano surge a raíz de una necesidad de erigir un poder coercitivo
para regular los conflictos entre los hombres. En el estado de naturaleza hobbesiano se da una
situación de guerra de todos contra todos al tener el hombre el derecho natural de usar los
medios que posea como quiera para asegurarse la conservación de su propia vida. Al tener
todos el mismo derecho a todo serían por naturaleza iguales, lo que Hobbes considera causa
de conflicto, ya que no hay ningún principio moral que haga al hombre tener en cuenta a los
demás. Esto lo lleva a sentir un miedo constante a la muerte violenta porque es siempre
enemigo de los demás, y es este miedo el que lo lleva a pactar. Se constituye entonces el
soberano como poder coercitivo que regula estas relaciones y elimina los conflictos.
En Rousseau, en cambio, el estado de naturaleza es un estado en el que el hombre vive
en tranquilidad, con todas sus necesidades básicas satisfechas, y lo que requería para su propia
conservación no era dañino para los demás. Sobre todo señala que no hay entre ellos
relaciones morales o deberes que los hagan ser buenos o malos ni tener vicios o virtudes. Este
estado va evolucionando en etapas, y su punto culmine es la instauración de la propiedad
privada, a partir de la cual surge un contrato, injusto y fraudulento, entre ricos y pobres para
que los primeros puedan conservar lo que tenían. Se instituye mediante este acto una
desigualdad, por lo que es necesario un nuevo contrato que sea legítimo y lo reemplace, y es
entonces que se erige el poder soberano.
En cuanto al soberano como tal, el hobbesiano es un soberano que nace de un pacto
de cada individuo con cada individuo, no de todos entre sí, por lo que queda por fuera del
pacto, de manera que pueda dirimir en los conflictos. Su poder surge del hecho de que cada
uno de los individuos que pacta ceda todos sus derechos, excepto el derecho a la vida, para
poder asi vivir en paz y seguridad, y su legitimidad está dada por el consenso de todos aquellos
que pactaron. Es el único que puede actuar como legislador, ya que opera como representante
del pueblo. Hobbes apela a una metáfora teatral en la que distingue persona, autor y actor. La
persona es aquel cuyas palabras o acciones son consideradas o como suyas propias o como
representando las palabras o acciones de otros hombres. Esta persona es el actor, y quien es
dueño de sus palabras o acciones es el autor. En este sentido el autor sería el pueblo, de quien
el soberano obtiene su poder, y el actor sería el soberano, que lo representa y actúa en su
nombre.
El soberano rousseauniano nace de un pacto de todos con todos en el que no hay un
tercero que quede excluido. Se cede todo, fundamentalmente libertad e igualdad naturales, al
todo que somos nosotros mismos, como si no se lo cediéramos a nadie. En ese ceder se
constituye el soberano, que obtiene su poder de la voluntad general del pueblo entero. Posee
tres características fundamentales: es inalienable porque el soberano al ser un poder colectivo
no puede ser representado más que por sí mismo. El poder puede transmitirse, la voluntad no;
es indivisible, porque si la voluntad general se dividiera pasaría a ser voluntad particular; es
sabia e infalible, es siempre recta y tiende siempre al bien común. El derecho de legislar reside
siempre en el pueblo, es decir, en la voluntad general, y no se delega jamás.
Ambos poderes son absolutos, y en ambos se da una imposibilidad lógica de
desobedecer. En Hobbes porque al ser el soberano representante del pueblo, el que
desobedeciera estaría desobedeciendo a sí mismo; en Rousseau porque, al estar el poder del
soberano dirigido por la voluntad común, si algún individuo desobedece, si actúa en contra de
la voluntad general, esto sólo significa que estaba equivocado respecto a su opinión, y que lo
que tenía por voluntad general no lo era. De la misma manera ninguno de los dos puede ser
injusto.

Vous aimerez peut-être aussi