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Ciclo Básico Común - Antropología – Unidad 1

Del Iluminismo a los clásicos

Introducción

6
Josefina

El conocimiento científico moderno surge en Europa hacia el siglo


XVII y en sus múltiples desarrollos irá adquiriendo un lugar crucial en
la configuración del mundo actual, tanto en los procesos socio-
políticos y económicos como en la vida cotidiana de los sujetos. Se
trata aquí de situarnos en el contexto de surgimiento de este sistema
de conocimiento, sin desconocer otras formas generadas en otros
momentos históricos y contextos culturales, que no serán
contempladas en esta presentación.
Nuestro interés se centrará en las ciencias sociales en su
conjunto y la Antropología en particular. Las mismas se conformarán
como disciplinas autónomas de la filosofía 1 hacia mediados del siglo
XIX y se apoyarán en gran medida en las concepciones y desarrollos
teórico-metodológicos de las ciencias de la naturaleza que es posible
ubicar en el siglo XVII2. Dicha conformación se caracteriza por el
desarrollo de métodos propios en interacción con el contexto socio-
histórico que condiciona en última instancia la producción y el
quehacer científico.
Considerar algunas de las distintas escuelas y vertientes de la
Antropología, tal como serán expuestas en los siguientes textos, tiene
un sentido informativo, a la manera de una historización del
surgimiento y primeros desarrollos de la Antropología -período
denominado clásico- así como de los movimientos teóricos
posteriores y a su vez un sentido interpretativo, que podría
sintetizarse en los siguientes núcleos de interés:
1
Esta autonomía no alude a una desvinculación de las ciencias de toda
filosofía, sino a la estructuración y sistematización de un conjunto de
premisas teóricas y metodológicas. Sea explícitamente reconocido o no, las
teorías científicas remiten en última instancia a concepciones filosóficas.
2
Uno de los ejemplos del auge y nuevo giro que caracteriza este proceso de
constitución de la ciencia moderna es el estudio del cuerpo humano y el
desarrollo de la anatomía y fisiología; estudio que será retomado después
de varios siglos de prohibición durante el medioevo. Otro es la teoría
copernicana, que lleva al pasaje del geocentrismo al heliocentrismo, y la
repercusión de la misma más allá del campo de la astronomía.

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¿Cuáles son los interrogantes centrales y las nociones


conceptuales que distinguen a una y otra corriente teórica? ¿Cuáles
las semejanzas y diferencias en las formas de abordaje del objeto de
estudio? ¿Qué concepción de hombre y sociedad sostienen unas y
otras? ¿Cómo interpretan y valoran el “encuentro” de Occidente con
otras culturas? ¿Cuáles son las concepciones acerca de la cultura que
postulan? ¿Cuáles los diálogos y debates que sostienen con otras
6
disciplinas?
Las preguntas que caracterizan al período clásico acerca del
origen de las sociedades, de la continuidad y cambio, del
funcionamiento y dinámica de las mismas, de la diversidad cultural,
así como los intereses y problemáticas de los desarrollos actuales
-entre las de mayor relevancia- se inician en el pensamiento del
Iluminismo3. Pensamiento en el que la Antropología encuentra su
filiación, al igual que las otras ciencias sociales y el conocimiento
científico en general. Por ende, y en virtud de su importancia,
abordaremos las corrientes antropológicas a partir de una
aproximación a este pensamiento de múltiples resonancias e
implicancias sociales4.
Las concepciones sobre la relación entre individuos, instituciones
sociales y conocimiento de las mismas que despliegan pensadores
como Rousseau, Voltaire, Montesquieu y otros, la íntima vinculación
de este movimiento con la Modernidad y la incidencia en la actualidad
del Iluminismo, pueden ser rastreadas a la manera de sustratos en las
escuelas antropológicas que se desarrollan desde fines del siglo XIX.
Nos referimos al evolucionismo, el funcionalismo, el estructural-
funcionalismo, el difusionismo, el particularismo histórico, el
estructuralismo y a nociones tales como evolución y progreso,
integración social y cambio, estructura y relaciones sociales. Y con
relación a las corrientes contemporáneas, a las nociones de conflicto,
contradicción, práctica antropológica y lugar del antropólogo en el
marco de los significativos cambios que se han generado desde la
Modernidad.

3
Los términos Iluminismo, Ilustración, filósofos o pensadores del Iluminismo
o de la Ilustración serán utilizados como equivalentes, dado que si bien
distintos autores enfatizan el uso de uno u otro, no habría diferencias
significativas entre los mismos.
4
En el capítulo sobre Movimientos Teóricos Posteriores se brinda un cuadro
con estas relaciones.

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Iluminismo

J. Ghiglino

Conocimiento y transformación social 6

Es en el siglo XVIII y en Francia, en el contexto que precede a la


Revolución Francesa, cuando se despliega en toda su magnitud el
movimiento iluminista. Un conjunto de pensadores que abrevan en la
filosofía racionalista del siglo XVII (Descartes, Spinoza y Leibniz entre
otros) situarán en el centro de sus reflexiones la noción de Razón, en
íntima relación con la crítica a toda forma de conocimiento dogmático
y al hombre como sujeto del acto de conocer, hacedor de la historia y
las instituciones sociales. Postularán por ende una filosofía social y
política que desborda los sistemas axiomáticos 5 de la filosofía
precedente y que ahonda en la crítica de las instituciones vigentes: la
monarquía absoluta, la jerarquía eclesiástica, la censura a las formas
de pensamiento y expresión, instituciones que coartan la libertad de
los hombres y el camino al conocimiento de la naturaleza, de la
naturaleza humana y de la sociedad.

“El siglo de Rousseau, de Voltaire, es el territorio


de gestación de las grandes apuestas del hombre
moderno...en los talleres de los poetas, de los
pensadores, de los primeros libre pensadores que
produjo la modernidad, se fueron forjando las palabras
que alimentaron los sueños, las esperanzas, las
movilizaciones de millones de seres
humanos....palabras tales como libertad, igualdad,
equidad, fraternidad, autonomía, ciudadano,
democracia” (Forster1999: 242).

Para el iluminismo, la Razón será camino y fin. Los métodos


racionales permitirán acceder a la verdad, una verdad despojada de
todo contenido teológico y aún ontológico. El conocimiento tendrá un
valor práctico y éste será ante todo el cuestionamiento del orden
vigente. Cuestionamiento que adquirirá distintos énfasis, desde la
radicalidad del pensamiento de Rousseau, para quien una nuevas
instituciones debían sustituir las existentes, a Montesquieu, para
quien era posible introducir reformas en las mismas. Pensamiento y
5
Sistemas metafísicos abstractos que caracterizaron la filosofía del siglo
XVII.

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tradición intelectual -la del Iluminismo- que recorrerá la Modernidad y


que podemos rastrear hoy en el seno de los procesos sociales que
caracterizan a la sociedad occidental actual.
¿Cuáles fueron las vicisitudes de esta corriente de pensamiento?
¿Cuál su importancia con relación al conocimiento científico y al
surgimiento de las ciencias sociales y de la Antropología? ¿Cuál su
legado? ¿Qué podríamos rescatar hoy de aquellas utopías?
6
Distintos autores señalan dos vertientes, en el marco de los
acontecimientos post-revolucionarios6, que se gestan en el siglo XIX.
Una es aquella que se expresa en una filosofía conservadora, que
afirma las instituciones que consolidan el orden burgués, que se
aboca a describir y normatizar lo existente e incluso postula la vuelta
a un statu-quo anterior -el “Antiguo Régimen”-, toda vez que las
nuevas instituciones, pudiesen atentar contra el equilibrio social. Esta
tradición se entronca con la denominada filosofía positiva y
positivismo7, modelo del conocimiento científico que signa a las
ciencias sociales durante este siglo y en gran medida en el siglo XX.
La otra vertiente será una filosofía progresista, dos de cuyas
manifestaciones son el socialismo utópico, tal como Marx denominó a
pensadores como Saint Simon, y el marxismo, que se propone dar
cuenta de las contradicciones del nuevo orden vigente y postula por
ende la idea de superación del mismo. La filosofía dialéctica será
directriz en el pensamiento marxista. Se trata de una filosofía
dialéctica, en particular, no de toda filosofía, concepción o lógica
dialéctica. En el pensamiento marxista los hechos dados, aquello que
“es”, constituye una verdad parcial, transitoria, sujeta a su negación,
de modo que las relaciones entre los hombres y de los hombres con la
naturaleza no se agotan en las formas en que se manifiestan, sino en
la posibilidad de trascenderlas. Retoma de modo general así el
contenido crítico del iluminismo. Por el contrario, el positivismo
considera al orden fáctico, a los hechos tal como se dan, en términos
de verdad.
De las dos filosofías mencionadas, será la positivista la que
sostiene gran parte del desarrollo de las ciencias sociales y las teorías
6
Nos referimos al advenimiento del orden democrático-burgués, dimensión
política del capitalismo industrial y al surgimiento de dos nuevas clases
sociales: el proletariado y la burguesía.
7
La filosofía positiva postula una noción de progreso que se asienta en el
orden y el control social, propuesta que se corresponde con la concepción
del sistema social como un todo integrado, libre de conflictos y
contradicciones. El positivismo, como método de aplicación al estudio de los
fenómenos sociales, se limita básicamente al dominio de lo manifiesto, la
observación y descripción de lo observado, la explicación y la pretensión de
predictibilidad son ejes centrales de esta concepción, en su versión más
genérica.

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consensualistas que predominan en las mismas. Estas teorías


conciben los sistemas sociales a partir del equilibrio y observan los
cambios como procesos que atentan contra el orden social. Con
posterioridad surgirán, en el campo mismo de estas ciencias, las
teorías que conciben la dinámica social en términos de totalidades
históricas atravesadas por contradicciones sociales. Estas nociones
serán re-significadas por la antropología contemporánea en los
6
desarrollos críticos que se gestan desde la disciplina misma, de frente
a la ruptura del régimen colonial hacia mediados del siglo XX y que
impactarán crucialmente en la Antropología que había surgido bajo la
impronta de la expansión colonial europea.

Razón y progreso

Los pensadores del siglo XVIII comparten, más allá de sus


diferencias, la fe en la razón.

“Más que los pensadores de cualquier época


anterior, los hombres del Iluminismo adherían
firmemente a la convicción de que la mente puede
aprehender el universo y subordinarlo a las
necesidades humanas (...) Utilizando los conceptos y
las técnicas de las ciencias físicas, emprendieron la
tarea de crear un mundo nuevo basado en la razón y la
verdad (...) pero no la verdad como revelación,
tradición o autoridad, sino aquella cuyos pilares
gemelos serían la razón y la observación (...) Si la
ciencia había revelado la acción de las leyes naturales
en el mundo físico, quizá podían descubrirse leyes
similares en el mundo social y cultural (Zeitlin 1968:
13).

Todos los aspectos de la vida social -las instituciones políticas,


religiosas, morales- serán analizados a través de un enfoque en el
que se intenta aunar los métodos deductivos e inductivos, aquellos
que provienen del racionalismo y del empirismo -dos vertientes
filosóficas que recogen del siglo anterior- y en este intento radica uno
de los aportes del Iluminismo al conocimiento científico en su
concepción moderna.
El estudio de las instituciones vigentes arrojará como resultado
una visión crítica de las mismas. Concluyen las más de las veces que
son contrarias a la razón, irrazonables, por tanto contrarias a la
naturaleza humana y reclaman entonces un cambio, sea la
sustitución, sea la reforma de las mismas. Esas instituciones,

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heredadas del medioevo, oprimen a los hombres y les impiden la


realización de sus potencialidades. Será la razón, el conocimiento
racional antepuesto a las creencias irracionales, la vía que posibilitará
el camino hacia la perfectibilidad ilimitada del espíritu humano. Razón
y progreso se entrelazan: el progreso humano es posible mediante el
avance de la razón y la razón se despliega en el progreso indefinido
de lo social-histórico. La confianza en la razón otorga a este
6
movimiento un énfasis optimista e ingenuo a su vez.
Los límites del conocimiento racional, del conocimiento científico,
del “progreso” técnico y tecnológico, son de diversa índole. Por eso la
historia de los siglos subsiguientes y en gran medida la crítica a la
idea de progreso y evolución social proveniente de las ciencias
sociales -y específicamente de la Antropología- relativizarán y hasta
refutarán estas ideas a la luz de los procesos históricos que harán
mella en estas nociones.

Iluminismo y Antropología

Dado que para los iluministas la razón es universal, la humanidad


encuentra su unicidad a partir de esa universalidad, que se expresa
de forma particular en los distintos pueblos. Esta diversidad será el
modo que adquiere la razón según el espacio geográfico y tiempo
histórico. Universalidad y particularidad serán algunos de los
problemas en los que centra su atención la Antropología, así como las
preguntas mencionadas en la Introducción. Entre ellas, las
concepciones acerca de la diversidad cultural y física de los pueblos
que Europa “descubre” en su expansión colonialista.
La mirada que predomina hacia los pueblos no occidentales
durante el siglo XVIII tendrá un carácter benévolo y tolerante.
Fundamentalmente es Rousseau, a través de la metáfora del “buen
salvaje”8, quien plasma esa mirada. El “salvaje” es concebido como
representante del hombre de origen, de lo auténtico y, dado que no
ha sido corrompido por las instituciones que oprimen al hombre
europeo, le es posible establecer relaciones armónicas con la
naturaleza y con los otros hombres. Por ende, de él pueden extraerse
enseñanzas. El hombre europeo, de acuerdo con esta postura, habría
sido salvaje y habría evolucionado hacia la civilización. No obstante,
en esta evolución un orden social concreto, en este caso el
absolutismo, puede devenir inadecuado y contrario a la naturaleza
del hombre por irracional.

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Esta metáfora remite a la compleja noción de “estado de naturaleza” u
“hombre natural” como una condición hipotética, que puede, según
Rousseau contribuir al conocimiento de la naturaleza real del hombre.

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La metáfora adquiere entonces un valor instrumental: el


cuestionamiento a las instituciones vigentes en la Europa que
precede a la Revolución Francesa. Un siglo después, otra será la
imagen y la mirada predominante hacia los pueblos no occidentales.
Serán éstos los que deberán extraer enseñanzas de los europeos,
será Europa quien representará la cúspide de la civilización y a ella
deberán asimilarse los salvajes y bárbaros.
6
La Antropología surge en el marco de esta concepción, la de una
única evolución histórica y una única cultura, a saber: la de
Occidente. Sin embargo, en las primeras décadas del siglo XX se
operará un cambio crucial. Será el pasaje a la concepción de
pluralidad de culturas.

El legado del iluminismo

“Hay dos ilustraciones: una profundamente


reivindicable (…) y que tiene que ver con los conceptos
de autonomía, emancipación, con la relación compleja
entre libertad e igualdad, entre orden normativo como
ley jurídica e igualdad material (...) con la idea de un
hombre que es capaz de dialogar críticamente con otro
hombre, que es capaz de construir la comunidad de
hablantes que racionalmente pueden llegar a
entenderse (...) podemos hablar entonces de una
ilustración libertaria (...) Pero también tenemos (...) otra
ilustración, que va desplegando una racionalidad
absorbente, cuantificadora (...) que va dominando la
naturaleza, que supone que el hombre es
esencialmente estructura racional (...) que en la
construcción de modelos de racionalización (...) finaliza
devorando las pluralidades, las diferencias y al propio
espíritu critico (...) Una ilustración que se convirtió en
ideología de una sociedad imperial, en ideología de la
racionalización científico-técnica del mundo.” (Forster
1999: 267)

Este legado resulta complejo: por un lado, los ideales de libertad,


autonomía, igualdad, equidad, fraternidad, y por otro estos mismos
valores, pero debilitados y aún negados por los desarrollos históricos
concretos que Occidente mismo irá produciendo en el mundo de la
mundialización. Los ideales que impregnaron los movimientos
sociales y políticos de utopía y proyecto durante dos siglos al menos,
aparecen hoy vaciados de pasión. Plantear una re-ilustración sería de

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algún modo reivindicar la idea de la autonomía como principio de


rebeldía, dice Forster, una vía de interpelación crítica al presente.

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