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Poder Judicial de la Nación

Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, sala I


P., L. E. c. G. M. S. s/ autorización • 27/02/2014
Publicado en: La Ley Online

Cita online: AR/JUR/2438/2014

Hechos

Una mujer demandó para hacer cesar el estado de incertidumbre respecto del matrimonio
que contrajo en Estados Unidos con un hombre que sólo tenía una sentencia de separación
personal de acuerdo a la ley 2393 y un divorcio decretado en otro país cuando en la
Argentina no era admitido. La sentencia de primera instancia rechazó la demanda y por
ende la inscripción del matrimonio. La actora apeló y la Cámara revoca la sentencia,
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admitiendo la validez del matrimonio celebrado en el extranjero.

Sumarios

1.

1 - Siendo que en la ley 23.515 ha modificado los principios que informan la legislación
argentina en materia matrimonial al admitir la disolución del vínculo y privar así de
vigencia al principio de indisolubilidad, no existe interés actual en desconocer la validez de
un matrimonio celebrado en otro país pese a que uno de los esposos sólo contaba a ese
momento con una sentencia de separación personal en los términos del art. 67 bis de la ley
2393 que no confería aptitud nupcial y un divorcio vincular decretado en otro país durante
la vigencia de la legislación antidivorcista en Argentina, que por tanto no producía ese
efecto.

2.

2 - El matrimonio celebrado en el extranjero en fraude a la ley argentina porque uno de


los esposos sólo contaba con una sentencia de separación personal en los términos del art.
67 bis de la ley 2393 que no confería aptitud nupcial y un divorcio vincular decretado en
otro país durante la vigencia de la legislación antidivorcista en Argentina, debe ser
reconocido pues el orden público internacional argentino debe apreciarse al momento de la
intervención del juez del foro y no en la época en que se produjeron los hechos.
TEXTO COMPLETO:

2ª Instancia.— Buenos Aires, febrero 27 de 2014.

Considerando:

I. La sentencia de fs. 482/487 rechazó la demanda interpuesta por L. E. P. contra M. S. G. e


I. M. G. con el objeto de hacer cesar el estado de incertidumbre sobre la legalidad del
matrimonio que celebró la demandante con D. G. en el Estado de Nueva York.

Consecuentemente, desestimó el pedido de que se ordene la inscripción de ese vínculo en el


registro civil de esta ciudad.

Sostuvo la magistrada que al momento en que la peticionaria contrajo matrimonio, G.


estaba casado en este país y ese vínculo no estaba disuelto. Desconoció la eficacia para el
derecho argentino de esta unión por oponerse a principios de orden público interno, en
razón del impedimento de ligamen de uno de los contrayentes.

II. A fs. 498/505 sostuvo su recurso de apelación la peticionaria, el que fue replicado a fs.
508/512. Manifiesta que el primer matrimonio de G. estaba disuelto por la separación
judicial en los términos del art. 67 bis de la ley 2.393 y por el divorcio vincular dictado en
República Dominicana antes de las segundas nupcias de aquél y que esos extremos fueron
acreditados ante el Oficial Público que intervino en los Estados Unidos.

Aduce que la sentencia ha soslayado la doctrina de la Corte Sup. en la materia sin dar las
razones por las que se habría apartado. Señala en ese sentido que en el caso no se planteó la
nulidad del vínculo como requieren los precedentes del Alto Tribunal, de modo que no
puede desconocerse los efectos jurídicos del matrimonio. Afirma que la indisolubilidad del
matrimonio ya no es un tema que pueda afectar nuestro orden público.

La cuestión se integró con el dictamen del fiscal de Cámara obrante a fs. 533/534 quien
adhirió a la solución de la sentencia.

IV. Los datos fácticos relevantes son que el Sr. D. G. contrajo matrimonio en nuestra
República el día 26/11/1969 con la Sra. S. N. R. Dicho matrimonio obtuvo sentencia de
separación personal conforme a la ley 2.393 el 31/5/1974 según constancias de fs.25 de la
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información sumaria que se tiene a la vista. Igualmente, que se dictó sentencia de divorcio
entre los cónyuges conforme a las leyes de República Dominicana el 10/12/1975(fs. 26 del
expediente referido). El 18/12/1975 la pretensora contrajo matrimonio con el Sr. D. G. en
Manhattan, Ciudad de Nueva York, Estados Unidos de Norte América conforme la
documentación adjunta (sobre fs.14) y dicha unión es la que pretende que se inscriba en el
registro local.

V. La cuestión problemática que motivó la incertidumbre sobre la legalidad del matrimonio


extranjero, radica en que al momento de celebrarse, uno de los contrayentes estaba
separado de una unión anterior según los términos del art. 67 bis de la ley 2393, norma que
no le restituía la aptitud nupcial. También estaba divorciado en República Dominicana en
un momento en que nuestro país no admitía la disolución del vínculo.

Tales elementos nos remiten al estudio de los que han sido llamados por la doctrina y
jurisprudencia “matrimonios realizados en fraude a la ley argentina”. El fraude al que se
alude apunta a las situaciones en que para escapar de los mandatos o restricciones de la ley
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argentina, los individuos realizan actos que aisladamente son válidos pero en conjunto
llevan a un resultado prohibido por la ley, y lo hacen con el deliberado propósito de
sustraerse a la norma que se lo veda. En el caso la peticionaria no podía contraer
matrimonio en este país porque el Sr. G. tenía el impedimento de ligamen a raíz de la
legislación no divorcista imperante en Argentina.

VI. Cabe destacar que el matrimonio en cuestión no ha sido declarado nulo. Puede verse
además, que no se presenta el caso de bigamia doble en el que tuvo ocasión de pronunciarse
esta sala con anterioridad (cfr. Voto Dr. Ojea Quintana en expte. Nº 25.426/2004 “G. M. L.
c. M. M. B. s/ incidente civil” del 17/04/2008). Ello es así porque la unión de la peticionaria
en el extranjero habría sido constituida regularmente, ya que el primer matrimonio de su
cónyuge estaba extinguido en un país que admitía la disolución del vínculo en aquella
época —ver divorcio en República Dominicana que surge de la partida de fs. 26 de la
información sumaria—.

VII. Ello no significa sin más que pueda desplegar sus efectos en el foro, sino que debe
verificarse si esa unión afecta el orden público. Ello es así porque el art. 160 del Cód. Civil
establece que no se reconocerá ningún matrimonio celebrado en país extranjero si mediaren
algunos de los impedimentos de los incs. 1º, 2º, 3º, 4º, 6º o 7º del art. 166. En el caso el
impedimento que se alega es el del inc. 6, que alude al matrimonio anterior mientras
subsista. Así pues, en dichas ocasiones la aplicación extraterritorial de la ley del lugar de
celebración del acto debe ceder porque se encontraría en juego el orden público
internacional.
Ahora bien, en ese marco de estudio, la situación creada en el extranjero se debe confrontar
con el orden público internacional atendiendo a la valoración de ese concepto al momento
de la sentencia.

Este criterio de actualidad del orden público ha sido destacado por renombrada doctrina
iusprivatista internacional que señala el carácter relativo y variable del orden público
internacional u orden público en el sentido del derecho internacional privado, como límite a
la aplicación del derecho extranjero, al reconocimiento o ejecución de una sentencia de ese
origen o a la prestación del auxilio judicial internacional (NUSSBAUM, “Principios de
Derecho Internacional Privado”, trad. por Alberto D. Schoo, Depalma, Buenos Aires, 1947,
p. 134 texto y nota 28 y p. 135, en la doctrina francesa LOUSSOUARN-BOUREL , Droit
International Privé, Dalloz, París, 1980, nro. 250 in fine, p. 339; BATIFFOL-LAGARDE -
MAYER, Droit International Privé, 7ª ed., París, 1971, t. I, nro. 359, ps. 416 y ss. y Droit
International Privé, París, 1977, nro. 204, p. 162, respectivamente; en ESPAÑA
CARRILLO SALCEDO, “Derecho Internacional Privado”, Tecnos, Madrid, ps. 238 a 241,
en México, la relatividad del concepto es destacada por PEREZNIETO CASTRO,
“Derecho Internacional Privado, México, p. 236).

Las ideas precedentes fueron recogidas en la jurisprudencia nacional. Nuestro Alto Tribunal
dijo “cabe señalar que el orden público internacional no es un concepto inmutable y
definitivo sino esencialmente variable, pues expresa los principios esenciales que sustentan
la organización jurídica de una comunidad dada, y su contenido depende en gran medida de
las opiniones y creencias que prevalecen en cada momento en un estado determinado”
(Fallos: 319:2779 “Sá” del 12/11/1996). Ese concepto fue reiterado en “Ulloa” (Fallos
330:1572), “B. H. J. s/ sucesión” (Fallos: 333:1759).

Asimismo esta sala adhirió a esa noción en “N. C. P. s/ sucesión” expte. nº 106.876/1998
del 15/03/2000, en “C. C. E. s/ sucesión”, expte nº 41.769/2003 el 22/03/2005 y “G. O. A.
s/ sucesión” el 23/10/2006 y en “B.,N. s/ sucesión” del 30/12/2009 al valorar cuestiones
análogas a las planteadas en la especie.

Consecuencia necesaria de esta señalada variabilidad del orden público es su actualidad.


Dicen Batiffol-Lagarde que el orden público se aprecia al momento del proceso (en rigor, al
sentenciarlo), las condiciones de validez de un acto sometido a una ley extranjera no
pueden ser reputadas contrarias si posteriormente al acto la ley francesa ha sido modificada
y se torna semejante a la ley extranjera. Inversamente, la modificación de la ley del foro
puede tornar contraria a su orden público la ley extranjera que era conforme con él al
tiempo de los hechos (op.cit., n°356). En caso de modificación del contenido del orden
público, el juez debe tener en cuenta su estado actual. Al resolver en ese sentido, bien dice
la Corte Suprema, en el considerando 7°de la sentencia mencionada anteriormente
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—“Sá”—, que “la confrontación debe hacerse con un criterio de actualidad”, así como que
la noción es ampliamente recibida en el derecho comparado.

Habida cuenta de la naturaleza del caso que se juzga, nada mejor que acudir a lo que sobre
el punto dice Alfonsín:

“Supóngase un Estado que consideraba de orden público la indisolubilidad del matrimonio


que, habiendo mudado convicciones, consideró de orden público la disolubilidad. A partir
del cambio, los jueces de ese Estado sólo pueden ocuparse en preservar el principio de la
disolubilidad, aun cuando se trate de matrimonios celebrados antes del cambio, y aun
cuando en una instancia anterior al cambio los jueces hayan sostenido lo contrario. La
“actualidad” del orden público es resultado indefectible de su variabilidad” (ALFONSÍN,
“Teoría del Derecho Privado Internacional”, Idea, Montevideo, 1982, nro. 388, p. 578).

La postura ha sido recibida por prestigiosa doctrina nacional (KALLER DE


ORCHANSKY, Manual de Derecho Internacional Privado, 2ª ed., Plus Ultra, Buenos Aires,
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p. 142, DREYZIN DE KLOR - SARACHO CORNET, Las convenciones matrimoniales en


el Derecho Internacional Privado. Un importante precedente jurisprudencial, cap. III. El
orden público internacional, diario La Ley, 22/05/1988 (a raíz de un fallo de esta sala del
20/04/1995, publicado en El Derecho 162-594), FELDSTEIN DE CÁRDENAS, Sara
“Divorcio y orden público internacional: una pareja indisoluble para el derecho
Internacional Privado Argentino” —en Colección de Análisis Jurisprudencial Derecho
Internacional Privado y de la Integración— Director: Sara L. Feldestein de Cárdenas LL,
2004, NAJURIETA, “Orden público internacional y derechos fundamentales del niño”,
diario La Ley, 29/04/1997, GOLDSCHMIDT, Derecho Internacional Privado, 5ª ed.,
Depalma, Buenos Aires, 1985, nro. 154, in fine, p. 159, LOZANO, Gustavo M., “El orden
público internacional frente al matrimonio extranjero DFyP 2013, junio).

Es que si el orden público tiene por función la de defender los valores del derecho propio
contra el derecho extranjero en sí aplicable según las reglas del ordenamiento internacional
privado, si tales principios pueden cambiar en el transcurso del tiempo, “precisamente por
su manera de ser ellos son necesariamente retroactivos; he aquí lo que se llama “actualidad
del orden público” (GODSCHMIDT, op.cit.).

VIII. Atendiendo a ese criterio dinámico del orden público se advierte que la ley 23.515 ha
modificado los principios que informan la legislación argentina en materia matrimonial al
admitir la disolución del vínculo y privar así de vigencia al principio de indisolubilidad
(FELSDSTEIN DE CÁRDENAS, op. cit, Fallos: 328:3099 voto de Dra. Argibay).
Ello sentado y apreciado el orden público internacional argentino al momento de la
intervención del juez del foro y no en la época en que se produjeron los hechos, no existe
interés actual en desconocer la validez del matrimonio celebrado por P. y G. el 18/12/1975
en Nueva York, a pesar de que en el momento en que contrajeron dicho matrimonio
contaban con una sentencia de separación personal en los términos del art. 67 bis de la ley
2393 que no confería aptitud nupcial y un divorcio vincular decretado en otro país durante
la vigencia de la legislación antidivorcista en Argentina,, que por tanto no producía ese
efecto.

Aplicando las mismas vías de razonamiento que las expuestas en la presente la Corte
Federal ha entendido que nuestro orden público no tiene interés actual en reaccionar frente
a un matrimonio realizado en Paraguay cuando uno de los contrayentes estaba casado un
nuestro país y separado en los términos de la ley 2393 (Fallo Sá citado); aplicó esa misma
doctrina en “Ulloa” (Fallos: 330:1572), “B. H. J. s/ sucesión” (Fallos: 333:1759), caso que
tenía la particularidad de que al celebrar el segundo matrimonio en Paraguay con
impedimento de ligamen la contrayente había denunciado ser soltera y no estaba ni siquiera
separada en los términos de la ley 2393 como en los otros precedentes citados.
Recientemente reiteró ese criterio al revocar la declaración de nulidad del matrimonio
extranjero que al tiempo de contraerse no contaba con separación judicial declarada. Ese
criterio ha sido adoptado también por las sala A en “V. H. O. c. L. A. C. s/ nulidad de
matrimonio” del 28/10/2013, sala H in re “G. P. L. s/ sucesión del 17/09/2007, sala G “H.
H. P. c. G.V. del 2/11/2010 publicado en la ley on line AR/JUR/74584/2010.

Esta sala en “B., N. s/ sucesión” del 30/12/2009 concluyó que en la actualidad el orden
público internacional argentino no constituye obstáculo, en los términos del art. 160 del
Cód. Civil, para el reconocimiento del matrimonio celebrado en México, cuando uno de los
contrayentes estaba casado en Argentina y divorciado en el extranjero, pese a que en
nuestro país no se admitía la extinción del vínculo.

En mérito de lo expuesto y en el mismo sentido en que la sala se pronunciara también en


“C. C. E. s/ sucesión expte nº 41.769/2003 el 22/03/2005 y en “B. N. s/ sucesión” del
30/12/2009 citados en la presente y oído el Fiscal de Cámara el tribunal resuelve: 1) admitir
el recurso de apelación interpuesto y declarar que no existen motivos para desconocer la
eficacia en nuestro país del matrimonio celebrado por L. E. P. y D. G. en Manhattan,
Ciudad de Nueva York, Estados Unidos de Norte América el 18/12/1975; 2) disponer la
inscripción solicitada; 3) Imponer las costas al demandado vencido (arts. 68 y 69 del Cód.
Procesal).

Regístrese, notifíquese y devuélvase. Se deja constancia de que la publicación de la


presente sentencia se encuentra sometida a lo dispuesto por el art. 164, 2° párrafo del
Poder Judicial de la Nación

Código Procesal y art. 64 del Reglamento para la Justicia Nacional, sin perjuicio de lo cual
será remitida al Centro de Información Judicial a los fines previstos por las Acordadas
15/13 y 24/13 de la C.S.J.N.— Castro.— Ubiedo.— Molteni.
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