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Reflexión Pedagógica # 2

Stephanie Arroyave Gil ID: 000238215


Fecha: Viernes 30 de marzo de 2018
Curso: Práctica Docente II-Inglés

¿QUÉ ES LO QUE HACE QUE UN MAESTRO SEA COMPETENTE EN EL


ÁREA DE INGLÉS? ¿CÓMO ME VEO ANTE ESTE TIPO DE MAESTRO?

Las funciones e identidad del docente han cambiado a lo largo de la historia,

desde que era reconocido como un preceptor, luego como un instructor hasta

convertirse en la actualidad en un gestor de aprendizajes de sus estudiantes; así,

los maestros han ido construyendo un rol complejo a través de los cambios

vertiginosos en la concepción de la formación, la cultura, y en la expansión de un

mundo que se ha abierto a la globalización y ha orientado un ideal de ciudadano

político pertinente para las demandas locales y mundiales. Más, desde el área de

inglés, materia sobresaliente y potenciadora de todos los procesos globalizantes

antes mencionados y promotora de los ideales de competencia más grandes para

cualquier profesional; la gente piensa generalmente: “Si usted sabe inglés tendrá

más oportunidades en la vida”.

Lo anterior, ha configurado las exigencias del maestro competente desde lo

psicológico, lo comunicativo, lo tecnológico, disciplinar, Intra e inter-personal, lo


pedagógico y didáctico, lo social-político; es decir, lo holístico, interdisciplinar,

humano y ético. Estos elementos no son solo imposiciones, sino posibilidades de

formar y transformar cualidades tanto en sí mismo, como en los otros y en el

medio que lo sustenta para potenciar lo humano.

No obstante, es primordial preguntarse: ¿Qué es realmente ser competente?

¿Quién es el maestro cuando está enfrentando a la enseñanza? ¿Qué elementos

usa para construir ese estilo pedagógico y adquirir esas competencias? Y ¿Cómo

se proyecta la maestra en formación Stephanie Arroyave ante este tipo de

formación en competencias mientras desarrolla su práctica como docente de

inglés?

Este texto es la segunda pausa que tomó en mi práctica como docente de inglés

de grados sexto y séptimo del Colegio de la Universidad Pontificia Bolivariana. Es

una oportunidad de narrarme, de preguntarme qué he aprendido, que debo

mejorar y cómo lo podría hacerlo mejor en el futuro, desde mi accionar pedagógico

y académico en mi labor como una docente que planea, ejecuta, reflexiona,

interviene, cambia y es crítica de su rol en el aula de clase; pues, está motivada y

valora los aprendizajes que le generan los estudiantes y el ejemplo de los

docentes cooperador y guía: Javier Darío Restrepo y Beatriz Sánchez;

profesionales que me están acompañando en el trascurso de una materia que es

el antesala del maravilloso camino formativo que me espera de por vida.

En primer lugar, surge la necesidad de expresar que los chicos de sexto y séptimo

me han permitido encontrarme de muchas formas con eso que soy y que quiero

ser como docente. Me han hecho preguntarme cómo ser mejor docente, qué me
ha impedido transmitir el ejemplo de pasión por el conocimiento que yo he soñado

y en general, cómo construir estrategias para ir logrando lo que me propongo con

ellos y con mi labor como educadora. Entonces, me he dado cuenta que es la

urgencia de responder a unos contenidos, indicadores de logro, habilidades que

se convertirán en competencias, los cuales, siento que aún, estoy desarrollando

en mi proceso de formación como docente de inglés en la universidad, lo que me

preocupa no hacer idóneamente.

Para empezar a responder todas las cuestiones que se agitan en mi mente y

corazón de profesora es importante acudir a expertos que hablan de qué es ser

competente en el siglo XXI. De acuerdo a lo aprendido en Fernandéz (2005), ser

competente es construir soluciones pertinentes para un espacio-temporal, a partir

de acciones reflexionadas, y adquiridas a través de la configuración integrada que

hace el maestro de sus cualidades personales, cognitivas, esquemas de

pensamiento, vivencias etc. Para enfrentar las contingencias, acontecimientos y

necesidades que se le van presentando en los distintos contextos, escenarios y

semánticas del aula.

Segundo, el maestro cuando está enfrentado la enseñanza genera un estilo

pedagógico gracias a sus competencias; el docente se va volviendo docente

cuando emprende el camino formativo del crecimiento relacional consigo mismo,

con su saber y con su entorno, esencialmente desde lo vocacional, experiencial,

reflexivo y crítico. Para esto se necesita que el docente sea un ser humano con

predisposición natural para la formación de otros seres humanos, con

conocimiento amplio en su área, pero con visión holística, interdisciplinaria y capaz


de suscitar un horizonte ético y moral en su persona, en sus estudiantes y en la

sociedad. El docente competente tiene una gran formación desde el saber, el

hacer y el ser (Delors, 1996); desde competencias profesionales, pedagógicas-

didácticas, metodológicas, comunicativas, estratégicas, habilidades comunicativas,

calidad de la enseñanza, identidad ética y profesional: valores morales, principios,

virtudes y en la proyección de su persona como líder social y político de primera.

(Pérez, 2013;Artavia, 2011).

A pesar de lo anterior, parece que en la práctica como docente en inglés en el

Colegio de La Universidad Pontificia Bolivariana, en algunas ocasiones, me he

cuestionado qué es ser competente y cómo suscitar, en muchas ocasiones, esta

formación en mis aprendices, y es un cavilar que parece repetirse en muchos

docentes que saben que el camino de la docencia es un camino de formación para

toda la vida; así lo confirma Carlos Eduardo Vasco: “Pero aun suponiendo que

supiéramos cómo evaluar por competencias, todavía faltaría lo más difícil: no

sabemos cómo enseñar para el desarrollo de competencias ni cómo formar a los

maestros que no aprendieron así para que enseñen así” (2006.pág.2).Por tanto, el

docente necesita recurrir a la escritura desde el diario de campo, pues esta le

permite conocerse a sí mismo y construir el maestro investigador que se

transforma y alcanza el estatus de maestro competente.

De ahí, se establece una de las características y actitudes más valiosas de un

docente y de cualquier persona: un espíritu crítico. Los docentes deben

actualizarse constantemente y al mismo tiempo, deben recopilar y recontextualizar

lo histórico, político, social y humano (competencias ciudadanas); los docentes no


deben simplemente reproducir los contendidos o los modelos metodológicos

tradicionales, mas deben ser capaces de utilizar su competencia estratégica y

profesional para hacer del aprendizaje y la enseñanza sucesos interdisciplinares y

transversales; para producir no solo nuevos conocimientos, sino nuevas formas de

estar reconstruyendo y uniendo lo mejor del pasado con los avances actuales.

Entonces, se evidencia sus competencias desde el saber disciplinar porque

reflexiona, se distancia, se actualiza, descarta y fundamenta su saber: qué sabe

de lo que conoce. Un docente investigador reflexiona sobre los cambios cognitivos

que requiere hacer como maestro y aprendiz en esta era de las comunicaciones.

Entiende los beneficios de estas tecnologías de la información y comunicación:

mediar el aprendizaje, hacerlo más interesante y posibilitar su flexibilidad en

cuanto a contextos, tiempos y necesidades individuales. Sin embargo, infiere que

no se puede reemplazar el razonamiento que un docente debe suscitar en sus

estudiantes para no solo estar informados, saber gramática inglesa, manejar redes

y utilizar la lengua extranjera para mejorar sus oportunidades académicas y

profesionales, sino tratar esta información con sentido crítico y humano; es decir,

reconociendo que lo más importante de aprender un nuevo idioma es acercarnos

a otras formas de habitar la vida y comprender mayores significados der otras

culturas; esto es, acercarnos con más seres humanos.

También, fortalece sus discursos y vínculos educativos a través de sus

competencias pedagógicas y didácticas porque son construcciones relacionales:

“[…] La pedagogía debe definirse como la construcción teórica subyacente a

aquellas relaciones humanas cuyo objetivo explícito es la transmisión de códigos


(Wernicke, 1993). La educación es la instrumentación de la pedagogía en la

práctica, es decir, consiste en la producción de una relación humana con el fin

explícito de transmitir códigos. La didáctica, el “arte de enseñar” (mostrar las

señas), se ocupa de la transmisión voluntaria de los códigos de una comunidad”

(Wernicke, 2000, pág.3).

Asimismo, entiende que la competencia comunicativa y las habilidades

comunicativas son las imprescindibles a la hora de enseñar lenguas a nuestros

estudiantes como afirman Páez Pérez: “Es innegable que para formar, hay que

estar formado[…] El profesor debe ser un modelo de exactitud y fluidez, de ahí

que el tener desarrollada sus competencias sea requisito indispensable para todo

el que ejerza esta profesión. (2013, pág. 3).Para lograr esto se debe regresar a lo

antes dicho, el aprendizaje es, esencialmente, una actividad social de interacción;

es una necesidad interactuar con el otro, hacerlo un interlocutor significativo con el

cual compartir apreciaciones, comprensiones, y al mismo tiempo escuchar las que

este tenga para aprender (Vygotsky, 1996).

Finalmente, Stephanie Arroyave se proyecta ante esta formación en competencias

como una docente metacognitiva que aprende de su aprendizaje y se interesa por

el de sus estudiantes; gestiona su aprendizaje y el de los demás. Igualmente, ve

esto como una oportunidad y pretexto para discernir, mejor, su condición como ser

humano: cómo se aprende, cómo se puede enseñar de forma más adecuada. Sin

olvidar que su cometido es replicar una educación que propenda por la

comprensión de su saber, de su persona, de sus estudiantes y de su contexto:

“una educación para la comprensión… en nuestro planeta necesitamos


comprensión en todos los sentidos; necesita comprensión mutua entre humanos,

tanto próximo como lejanos para salir del estado bárbaro de incomprensión en la

que nos encontramos” (Morin, 1999, pág.3). En definitiva, se inclina por aprender a

aprender y autoconocerse porque al conocerse un poco mejor se puede tener

mejores relaciones con los otros y ayudarlos a potenciar todas sus competencias.

Sin olvidar, que debe seguir fortaleciendo sus competencias en lo disciplinar del

área inglés para ser un día un modelo de exactitud y esfuerzo académico para

sus estudiantes.

Referencias:

Artavia, C. E. R. (2011). Ética profesional docente: Un compromiso pedagógico

humanístico. Revista Humanidades: Revista de la Escuela de Estudios

Generales, 1(1), 7.

Delors, J. (1996). De la publicación: La Educación Encierra un Tesoro (Libro).

Fernández, J. M. (2005). Matriz de competencias del docente de educación

básica. Revista iberoamericana de educación, 36(2), 1-14.

Morin, E. (1999). Los siete saberes necesarios para la educación del futuro.

Unesco.

Pérez, V. P. (2013). El profesor de idiomas: sus cualidades y competencias.

Revista Comunicación, 11(3).


Vasco, C. E., & Carlos, E. (2006). Siete retos de la educación colombiana para el

periodo de 2006 a 2019.

Vygotsky, L. S. (1996). El desarrollo de los procesos psicológicos superiores (p.

66). M. Cole, V. John-Steiner, S. Scribner, & E. Souberman (Eds.).

Barcelona: Crítica.

Wernicke, C. G. (2000). Castigo y pedagogía. Cadernos Pestalozzi, 2(3), 1-2.

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