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Por este dinamismo de las sociedades, es necesario también, que exista una constante
actividad académica y crear nuevas herramientas que vayan de la mano con el cambio social,
esto con la finalidad de dar una mejor explicación a las realidades contemporáneas, que, con
el paso del tiempo, se han vuelto más complejas de lo que fueron en el siglo XX. Con este
objetivo, desde el año 2005, se ha impartido en la Universidad de El Salvador, la carrera de
Antropología Sociocultural, que tiene como fundamento «el estudio de la teoría
antropológica y la realización de investigaciones de campo basadas en el método
etnográfico» (Lara Martínez, 2015: 10).
El Salvador, a pesar de ser un país muy reducido en cuanto a territorio, es muy rico en lo que
a diversidad respecta, habiendo fenómenos que son dignos de investigar. Desde la identidad
social, pasando por grupos domésticos, símbolos y rituales, hasta temáticas más recientes
cómo los usos del cuerpo, son fenómenos que pueden ser desentrañados por medio de la
Antropología Sociocultural, puesto que solamente al comprender cómo funciona un
fenómeno, desde su génesis y su evolución, podemos proponer modelos de desarrollo acordes
a nuestra realidad nacional, realidad que es condicionada y a la vez condicionante de los
diversos niveles de articulación.
Para dar cuenta de esta realidad, la antropología de la UES1, se rige bajo cuatro orientaciones
teórico-metodológicas: «1) Integración de la teoría con la investigación de campo; 2)
Perspectiva holística o totalizadora; 3) Aplicación del método etnográfico como método
principal de investigación; 4) Integración de lo local con lo nacional y lo global» (Lara
Martínez, 2015:11).
El primer numeral se refiere a una dialéctica entre la teoría antropológica con los datos
empíricos. Puesto que la finalidad es construir modelos teóricos que den cuenta de la realidad,
esta relación dialéctica es esencial, por una parte, porque si nos limitarnos únicamente al dato
empírico, la investigación carecerá de validez académica y en el otro extremo enfocarnos en
la teoría minimizando el papel del dato empírico, estos planteamientos no darán cuenta de la
realidad. Carlos Lara nos dice que, como seres humanos inmersos en diferentes procesos de
socialización, tenemos en nuestra mente modelos de interpretación que se nos han inculcado
durante nuestro desarrollo, modelos que no dan cuenta de los significados profundos de los
fenómenos observables, sino que tienden a ocultarlos (2015: 12). Como consecuencia de
esto, es necesario recurrir a información preliminar a la temática a estudiar, ya Malinoski
afirmaba la importancia de estar al pendiente de estudios previos a la problemática ya que
mientras «más se acostumbre a amoldar sus teorías a los hechos y a ver los datos como
capaces de configurar una teoría, mejor equipado estará su trabajo» (Malinoski, 1975: 26).
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Universidad de El Salvador.
El segundo apartado, se refiere a que los grupos a estudiar, deben ser entendidos como
totalidades sociales, es decir, como un todo conformado por diversas partes en donde la
importancia radica no es cada parte, sino en la relación entre ellas. Ahora bien, es parte de la
investigación empírica, determinar qué instancia de la totalidad, tiene un papel dominante.
Dependiendo del interés de cada investigación, siempre se prestará más atención a un
fenómeno, pero sin separarlo nunca del todo social, ya que hacer procesos de descomposición
y recomposición sólo presenta datos falseados de la realidad. Estas totalidades no deben ser
vistas como grupos coherentes y homogéneos, más bien se rigen por el principio de
contradicción, que es el que dinamiza a las sociedades y puede transformar el sistema o
reforzarlo a partir de la reafirmación de las normas y los valores dominantes, por esta razón,
es indispensable el estudio de los conflictos, pero sin dejar de lado el estudio de la estructura
social y para desentrañar esa estructura, son tres los niveles que debemos interpretar,
empezando por «el estudio de la historia local […]; el estudio de la estructura de relaciones
sociales […]; y el estudio del sistema de representación simbólica» (Lara Martínez, 2003:
13).
El último eje, trata sobre la articulación de lo local con lo nacional y lo global, entendiendo
por lo local a los grupos determinados de estudio, como relacionados con otros grupos. Cabe
destacar que, bajo esta lógica, no han existido nunca sociedades aisladas, puesto que, desde
el principio de la humanidad, los grupos sociales han estado interconectados a través de
diversas redes de relaciones, ya sea por motivos de comercio, de migración, de conquistas de
territorio, etc., por lo cual, es necesario estudiar los fenómenos, junto con sus contextos más
amplios, pero sin sobredimensionar, el nivel más grande, es decir el nivel global, puesto que
cada localidad tiene sus propias dinámicas particulares y por lo tanto, ninguna es el reflejo
automático de la otra. Como consecuencia de esto, tienen un papel fundamental los
intermediarios, que son los mediadores entre cada nivel, como por ejemplo los alcaldes, los
sacerdotes o los maestros, demostrando con esto el carácter heterogéneo de los grupos
humanos.
Conclusiones.
Lara Martínez, C., 2003. Joya de Cerén. Primera ed. San Salvador: Dirección de
Publicaciones e Impresos, CONCULTURA.
Malinowski, B., 1975 [1922]. Los argonautas del Pacífico Occidental. Segunda ed.
Barcelona: Península.