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El líder que no tenía cargo

Robin Sharma.
Un día ocurrió en mi vida
una especie de milagro.
Cuando menos lo esperaba,
la fortuna vino a por mí y dio la vuelta a la tortilla.
Un individuo curiosísimo apareció por la librería,
y las lecciones que me enseñó en el breve tiempo
que pasamos juntos hicieron añicos los límites
a los que yo me había estado aferrando,
me mostraron así una forma
totalmente nueva de trabajar y de ser.

Para liderar ya no hace falta


una autoridad oficial,
sólo el deseo de implicarse y
el compromiso de dejar una huella positiva.
La Madre Teresa lo expresó muy bien:
“Si cada uno barriera la puerta de su casa,
el mundo estaría limpio”.
Para ser líderes tenemos que empezar
por ser excelentes en lo que hacemos.
El liderazgo tiene que ver con la excelencia
de tu trabajo y de tu comportamiento.
Se trata de realizar magníficamente
tu trabajo en el puesto en que te encuentres.
Se trata de estimular a cada una de las personas
con las que trabajas y a las que atiendes.
No hace falta tener un cargo para ser líder.
Todo el mundo puede ser líder.
Una buena acción, por pequeña que sea,
pone en marcha una buena consecuencia.
No vivimos mucho tiempo.
Solo unos veintinueve mil días.
Novecientos sesenta meses.

Cuando te relajas y asumes el miedo


que provoca no conocer todas las respuestas
y no saber exactamente hacia dónde vas,
empiezan a pasar cosas alucinantes.
Séneca lo dijo muy bien:
No es que nos acobardemos
porque las cosas sean difíciles,
es que las cosas son difíciles
porque nos acobardamos.

EL PODER DE LAS PALABRAS


Las palabras que pronuncias
determinan tu estado de ánimo.
Si a una situación complicada la llamas “desastre”,
estás generando en ti mismo
una respuesta emocional muy distinta
de si calificases la situación de “interesante”
o “un trampolín para mejorar”.
El lenguaje que utilizamos nos afecta,
determina si responderemos a
un contratiempo de manera optimista o apática.
Y ten en cuenta que tus palabras no son más
que tus pensamientos expresados en voz alta.
Tu lenguaje está íntimamente ligado a tus creencias.
Elige cada una de tus palabras.
Te sorprenderá comprobar hasta que punto,
refinando tu vocabulario de liderazgo,
mejorarán tus niveles de energía,
tu ansia de excelencia,
el ritmo de innovación y todo tu comportamiento.
Las palabras que salgan de tu boca determinarán
también el lenguaje que utilizará,
la gente que te rodea, porque influirás
en los demás con tu ejemplo.
Las palabras son virales.
Gandhi lo dijo muy bien:
“No permitiré que nadie camine
por mi mente con los pies sucios”.
Así que cada vez que tu mente
te lleve a pensamientos negativos,
guíala suavemente hacia
pensamientos que reforzarán
tu compromiso a ejercer el liderazgo
y actuar de forma excelente.
Cada vez que tu mente se centre en las dificultades,
entrénala para que se concentre
solo en las oportunidades.

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