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Uno de los obstáculos en la ciencia antropológica ha sido con respecto al análisis económico
de los grupos que tradicionalmente han sido su razón de estudio: las sociedades sin clase y
las sociedades campesinas ya que, al no estar la función económica independiente de otras
instancias, como en las sociedades propiamente capitalistas, se ha tendido a minimizar el
papel que juega dentro de estos grupos humanos. Las diversas corrientes teóricas,
especialmente el funcionalismo y el estructuralismo han centrado y especializado su análisis
de las sociedades llamadas primitivas, en descripciones profundas de los términos de
parentesco y las reglas de filiación puesto que, en la mayoría de los casos, son las que poseen
un papel dominante. En este sentido, tanto el funcionalismo como el estructuralismo ven las
relaciones sociales no de forma aislada, sino dentro del entramado total de relaciones que
forman la estructura. Ahora bien, para Godelier (1978) el análisis funcionalista se queda
corto, puesto que tiende a confundir las estructuras sociales con las relaciones sociales
visibles, siendo incapaz por lo tanto de entender y explicar las lógicas subyacentes y los
intereses que mueven a los sujetos sociales y que dan como resultado la reproducción de la
estructura misma.
Para solucionar este impasse, Godelier nos dice que una instancia ya sea de parentesco,
religión o política, será dominante en tanto que cumpla la función de relaciones de
producción:
«El parentesco domina la organización social cuando no solamente regula las relaciones de
descendencia y de alianza entre los grupos y entre los individuos, sino también sus derechos
respectivos sobre los medios de producción y los productos del trabajo, define las relaciones políticas,
en el seno de los grupos o entre ellos y eventualmente sirve de código de lenguaje simbólico para
expresar a la vez relaciones de los hombres entre sí con la Naturaleza.» (Godelier, 1978: 136)
Bajo esta lógica, el análisis debe centrarse en explicar las razones y condiciones que hacen
que una instancia asuma determinadas funciones partiendo de las modificaciones en su forma
y mecanismo interno (ibíd.: 137). En este sentido, no podemos ver las sociedades como un
todo armonioso, sino como grupos de conflicto y contradicción, siendo estos elementos los
que generan el cambio en las instancias económicas y sociales. Esto no implica que no existan
causas externas que influyan en dicho cambio, pero son efectivas en tanto que activan las
contradicciones internas y afectarán en diferente medida a cada grupo social puesto que cada
uno posee sus dinámicas particulares, dando como resultado una dialéctica entre los niveles
locales y globales de articulación. Es decir que para entender como una instancia se vuelve
dominante, es necesario analizar su génesis y evolución. Con todo esto, damos cuenta que
las estructuras están más allá de las relaciones visibles, constituyen la lógica profunda de los
grupos y es a partir de ellas que se deben explicar los fenómenos observables.
Solucionamos aquí, la primera parte del análisis antropológico, la que se especializa en las
sociedades pre capitalistas, pero, ¿qué sucede con los grupos humanos que se desenvuelven
en el marco del capitalismo pero que no corresponden cien por ciento a los principios
capitalistas? Con esta pregunta, me estoy refiriendo a las sociedades campesinas, las cuales
difieren de las sociedades primitivas puesto que en las primeras operan dentro de una red de
relaciones más amplias, en este caso el capitalismo, pero que no son producto de él y:
«cuyos excedentes son transferidos a un grupo dominante de gobernantes que los emplea para asegurar
su propio nivel de vida y que distribuye el remanente a los grupos sociales que no labran la tierra, pero
que han de ser alimentados a cambio de otros géneros de artículos que ellos producen.» (Wolf, 1978:
12)
Uno de los aspectos que me parece importante recalcar es que los campesinos no son una
clase homogénea y mucho menos armónica. Lenin, en su estudio sobre el desarrollo del
capitalismo en Rusia, distinguió, partiendo de la concepción marxista de relaciones de
producción, tres tipos de relaciones campesinas:
«1) las relaciones feudales de producción, que comprenden los propietarios de las tierras y los
aparceros, 2) las relaciones capitalistas de producción, que comprenden al granjero capitalista (el
kulak) y a los peones asalariados (el proletario rural), y 3) el “campesino medio”, que cultiva su propia
tierra, pero que en Rusia estaba vinculado a la comuna.» (Alavi, 1976: 55)
La cuestión aquí se trata de entender a los campesinos no como una clase-en-sí, sino en una
clase-para-sí y cuáles son las condiciones de la formación de la conciencia de clase. Esto se
ha tratado de hacer a partir del análisis de las clases campesinas durante grandes conflictos o
revoluciones y su papel dentro de estas crisis históricas, pero para entender los procesos de
transición, es necesario dar cuenta de las formas de organización particulares de cada
sociedad campesina y de qué manera logran articular las lógicas externas con instancias
internas a partir de lo que Alavi (1976) llama «lealtades primordiales», entendidas como las
redes de parentesco, identidades étnicas, religión o filiación política.
Una de las peculiaridades de los grupos campesinos, son las luchas faccionarias, luchas que
no son de carácter horizontal, sino que van más allá de las diferencias de clases, por lo tanto,
no tienen expresiones ideológicas y están dirigidas al control de recursos escasos
significativos, es decir que su finalidad no son cambios de la estructura social. Para definir
la facción Alavi retoma cinco proposiciones planteadas por Nicholas:
«I) son grupos que emergen durante el conflicto; II) son grupos políticos que participan en un conflicto
organizado sobre los usos del poder público; III) no son grupos corporativos: no son permanentes,
aunque pueden durar varios periodos de tiempo; IV) son reclutados por un líder; V) “los miembros de
las facciones se reclutan según distintos principios”, o lazos con el líder de la facción» (Nicholas, 1965
citado en Alavi, 1976: 92)
Me parece importante realizar un análisis de facciones en estos grupos, puesto que estos
patrones dan como resultado estereotipos de belleza, que afectan las dinámicas de los grupos
internamente y su relación con la sociedad más amplia.
Bibliografía.
ALAVI, Hamza, 1976, Las Clases Campesinas y las Lealtades Primordiales, ANAGRAMA,
Barcelona, España.