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Colegio Adventista de Lota Guía de Aprendizaje

Lenguaje Quinto Año Básico "Análisis texto literario”


Prof. Carolina Vergara

Nombre……………………………………………………………………..………. Fecha …………………………..

OA OA 4: Analizar aspectos relevantes de narraciones leídas para profundizar su comprensión: Validación


Considerando su estructura y elementos. OA 3Leer y familiarizarse con un repertorio de
literatura. OA2 Comprender textos, aplicando estrategias de compresión. Habilidades: Releen
los párrafos. Subrayan la oración más importante. Registran las ideas más importantes.
Organizan la información. Relacionan situaciones de la vida cotidiana con personajes. Expresan
una postura frente a una acción del personaje. Explican las consecuencias que tiene determinada
acción. Describen a los personajes.

Lee comprensivamente el siguiente cuento, utilizando estrategias de comprensión.

BALINA

Un día de verano hace muchos años, casi cien años, para ser exactos, los habitantes de Tampa
Bay, en Florida, quedaron sorprendidos cuando una ballena nadó derecho hasta la costa.Rara
vez se veían ballenas en la bahía o en otras zonas de mareas. De hecho, nunca se veían
ballenas en esa zona y tomó por sorpresa a los habitantes. La ballena actuaba de manera
extraña. La ballena abrió la boca. Todos se detuvieron a mirar. La ballena estaba en la playa
con la mitad del cuerpo en el agua y la otra fuera, con la boca abierta, como esperando que la
inspeccionaran.
Un residente de Tampa atravesó la playa y se acercó para mirar de cerca. Era valiente.

Las ballenas tienen un aliento espantoso. Huele a peces, dientes de ballena y algas podridas.
El hombre contuvo el aliento. Miró dentro de la boca de la ballena. —Hay algo dentro —
pensó—. Se está moviendo.
No se equivocaba. Encima de la lengua de la ballena gateaba una niñita, una bebé con
llamativo cabello azul, llena de vida. El hombre tomó coraje y, a pesar del fuerte aliento,
metió la mano y sacó a la pequeña de las fauces de la ballena.
Pronto se formó una multitud. Se arrimaron para examinar a la niña. Se preguntaron en voz
alta: —¿De dónde habrá salido? ¿Se habrá caído de un barco?
¿Cómo sobrevivió?
Por más que trataron, nadie encontró una respuesta. La ballena, por supuesto, no decía nada.
Aparte de eso, se escabulló y desapareció tan pronto como rescataron a la niñita de sus fauces.
Llevaron a la niña a un hospital para que los médicos la examinaran. Una familia de la zona
la adoptó a los pocos días. Nunca se resolvió el misterio de su acuática llegada. La familia la
llamó Balina. La niña creció sana y fuerte bajo su cuidado. Sus padres estaban maravillados
con la fuerza que tenía.
Una vez alzó una vaca con una mano. El granjero se quedó boquiabierto de la impresión.
Balina puso al pobre animal rápidamente en el suelo cuando éste se
empezó a quejar.

Balina no era como otras niñas. Rara vez hablaba y hacía curiosos sonidos de ballena.
También tenía un amor inusual por el agua. Todos los días en el verano Balina le rogaba a
sus padres que la llevaran a la playa. Ellos casi nunca se oponían. Se sentaban a leer o a jugar
a las cartas mientras Balina nadaba y nadaba. No temían por su seguridad. Balina no había
tomado clases de natación, pero nadaba mejor que las criaturas del mar. Nunca se cansaba.
Le encantaba nadar en alta mar. A veces desaparecía durante horas.

— ¿Dónde fuiste? —le preguntaba su madre


cuandoBalina por fin regresaba.
—Alrededor del mundo —contestaba Balina.
A los padres de Balina no les gustaba ir a la playa
en invierno. Hacía mucho frío y viento. Balina se
ponía triste. Anhelaba estar en el agua. Tenía que
conformarse con la tina. A veces pasaba entre
cinco y seis horas al día bañándose, disfrutando
de la húmeda humedad del agua. Claro que esto
causaba algunos problemas. Su papá temía que
Balina se encogiera al pasar tanto
tiempo en el agua. Para sus hermanos el problema era otro: nunca podían usar el baño para
lavarse.

Balina iba a la escuela como los demás niños. No hablaba mucho, pero le iba muy bien en
todas sus clases. Era agradable, educada y se llevaba bien con sus compañeros. Sin embargo,
Balina era más feliz en el mar que en cualquier otro lugar. Después de graduarse de la
preparatoria fue a trabajar al puerto, pero no como uno
se lo imaginaría. Balina comenzó a trabajar como remolcador.

Así es. Empezó a trabajar como remolcador, no en un remolcador. Balina era tan fuerte que
podía ayudar a los barcos a entrar y salir del puerto. Se amarraba un cable alrededor de la
cintura. Podía arrastrar cualquier barco, por más grande que fuera. Incluso los cruceros. Con
el tiempo, los habitantes del lugar se acostumbraron a sus aventuras. Pero los turistas siempre
se detenían asombrados a mirar a Balina.
—Una niña…¡halando un barco! —decían.
—Sí, sí. Es Balina. —decían los habitantes aburridos, acostumbrados al mismo espectáculo.
Los dueños de los remolcadores no estaban contentos con la escacez de trabajo. Balina
cobraba menos porque trabajaba para divertirse.

A los dueños de los remolcadores no les gustaba perder clientes. Un día elaboraron un plan.
Le escribieron a la alcaldesa para quejarse de Balina. Ella había tenido un remolcador en otra
época. No quiso traicionar a sus ex-colegas. Sin que Balina supiera cómo, se quedó sin
trabajo. La alcaldesa creó una ley para que sólo los barcos, y no los seres humanos, fueran
remolcadores.

Balina estaba triste sin su trabajo. Se pasaba los días jugando con los delfines y las
focas en el mar. Todas las tardes volvía a su hogar en Tampa a cenar
con su familia. Nunca se perdía esta tradición, que le encantaba.

Pero un día pasó algo y Balina recuperó su trabajo. Se formó una tormenta enorme en
la costa del Golfo. La mayoría de los barcos trataron de evitar la tormenta
y regresaron a salvo. Pero un enorme navío de pasajeros no pudo. Se encontró en la
zozobra en el memorable ventarrón.

Las aguas lo arrastraron hacia las rocas cerca de la orilla. Pronto iba a encallar.
Desde el puerto, los marineros miraban sin poder hacer nada. Por los telescopios veían
que hacía falta ir al rescate, pero nadie podía. Ningún barco se atrevía a desafiar la
increíble tormenta. Balina, sin embargo, no temía a las aguas que tan bien conocía. Se
zambulló en el océano. Atravesó la cresta de las inmensas olas que podían quebrar un
barco a la mitad. En unos pocos minutos llegó a la nave que estaba en peligro. Saludó
al horrorizado capitán y empujando contra las rocas liberó así al navío de su trampa
acuática.

Las rocas habían agujereado el lado del barco. No cabía duda de que en estas
condiciones la nave se hundiría si la volvía a poner en el agua. Balina se echó de
espaldas en el agua, sosteniendo el barco en alto. Nadó de espaldas todo el camino de
regreso sin dejar que el barco tocara el agua. Balina depositó el barco en el muelle,
lejos del agua. Los pasajeros se apresuraron a salir del barco. El capitán corrió a abrazar
a Balina. Pronto todos se enteraron del rescate y Balina adquirió más fama.
La alcaldesa no tuvo más remedio que volver a darle su trabajo a esta heroica niña.
Canceló la ley sobre los remolcadores y Balina pudo volver a trabajar.

Balina volvió al puerto. Tarareaba su extraña canción de ballena. Remolcaba los barcos
hasta el muelle. Los turistas se detenían incrédulos a mirar. Así pasaron los años. Pero
un buen día apareció un grupo de ballenas en el puerto cantando una melódica canción
de ballenas. Se detuvieron a esperar en el agua. Cuando Balina las vio, dejó caer el
cable de remolque de sus manos. Volteó la cabeza y miró a sus
padres que estaban leyendo el periódico. Sus padres alzaron la vista y vieron la cara
que tenía Balina. Era hora de dejarla ir a explorar el mundo. Le echaron un beso y
Balina se marchó con las ballenas. Sin embargo, todos los años cuando las ballenas
migran, Balina regresa a casa a cenar con su familia y contarles todas sus aventuras.

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