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HACIA UNA TEORÍA DE LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES

JOSÉ F. PALOMINO MANCHEGO

A Néstor Pedro Sagüés, digno representante del


Derecho Constitucional del Plata.

SUMARIO: 1. Concepto de Proceso Constitucional. a) No está necesariamente


subordinado (criterio subjetivo). b) No se circunscribe a normas
materiales (criterio objetivo). c) Está configurado por la
Constitución. d) Autónomo. 2. Procesos constitucionales y procesos
incorporados en el ordenamiento constitucional. 3. Procesos
constitucionales y procedimientos constitucionales. 4. Conclusiones.

1. CONCEPTO DE PROCESO CONSTITUCIONAL


Las funciones jurídicas que cumplen los procesos constitucionales no son
predicables de cualquier tipo de proceso que la Constitución pueda anidar, y muy
especialmente que la de 1993 pueda haber introducido. Nuestro ordenamiento jurídico
ha dado nacimiento a una diversidad de procesos entre los cuales se encuentran los
propiamente “constitucionales”, así como otros, que no pueden ser considerados
“constitucionales” más que en un sentido lato, y, en fin, una serie de “procedimientos
constitucionales”.
Distinguirlos, ciertamente, exige que tengamos que detenernos para realizar una
aproximación, siquiera preliminar, a la idea general de procesos constitucionales, que,
independientemente de la finalidad específica que a cada uno se les pueda haber
asignado, nos sirva para evitar inútiles confusiones y centrar el objeto de nuestro
estudio. Desde esa perspectiva, vamos a entender en lo sucesivo por proceso
constitucional, aquel instrumento procesal que, establecido en la Constitución, permite a
un órgano de la jurisdicción constitucional (Poder Judicial o Tribunal Constitucional),
resolver, a través de una sentencia, una controversia fundada en el Derecho
Constitucional.


Profesor de Derecho Constitucional y Filosofíía del Derecho de las universidades
Nacional Mayor de San Marcos, de Lima, Inca Garcilaso de la Vega, San Martíín de Porres y
de la Academia de la Magistratura. Secretario Ejecutivo del Instituto Iberoamericano de
Derecho Constitucional (Seccioí n Peruana). Director de la Escuela Acadeí mico Profesional
de Derecho de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Miembro Asociado de la
Academia Internacional de Derecho Comparado. Miembro Correspondiente de la
Asociacioí n Argentina de Derecho Constitucional.
1
Se tratan, pues, de procesos autónomamente consagrados por la Constitución,
destinados en forma directa e inmediata a resolver problemas que giran en torno a la
aplicación, vigencia, conservación y concretización de los preceptos jurídico-
constitucionales. Ahora bien, veamos cuatro aspectos de los procesos constitucionales
para integrar una noción más amplia de sus alcances:

a) No está necesariamente subordinado (criterio subjetivo)


En primer término, esta noción que se ofrece en torno al proceso
constitucional parte de la idea de que su reconocimiento no se encuentra subordinado a
la existencia de un órgano ad hoc, ubicado fuera de la jurisdicción ordinaria, llamado
Tribunal, Corte o Consejo Constitucional. Los procesos constitucionales, aún en
aquellos países donde se han establecido Tribunales Constitucionales, bien pueden no
ser de competencia exclusiva de éstos, y sin embargo existen. Ciertamente que la
configuración exprofesa de un “custodio de la constitucionalidad” normalmente se
realiza con la finalidad de residenciar ante el órgano jurisdiccional el monopolio de su
conocimiento, en atención a la singularidad de las normas materiales que allí se van
aplicar. Pero tampoco es la conditio sine qua non para su existencia.
Este criterio subjetivo esbozado por cierto sector de la doctrina para
conceptualizar al proceso constitucional “subjetivo”, pretende identificar los procesos
constitucionales en función del órgano (el Tribunal Constitucional1) ante el cual se va a
tramitar. Y no puede explicar, o sólo lo hace de manera muy deficiente, que no obstante
en muchos ordenamientos no se han previsto Tribunales Constitucionales, sin embargo,
existen procesos constitucionales. En general, puede decirse, como en efecto sucede en
cualquier otra parte del ordenamiento procesal, que la no individualización de unas
instancias jurisdiccionales especializadas en el conocimiento de determinadas materias
(civil, penal, etc.), no supone la inexistencia, en esos mismos órdenes, de procesos
especializados en esos mismos rubros (“civil, penal”, etc.)
En Argentina, salvo el caso de algunas provincias, a nivel federal no
existe un Tribunal Constitucional, pero sí el proceso (recurso) de Amparo, en el que se
discute la vigencia y el respeto de derechos enunciados y reconocidos por las normas

1
Cfr., Saguü eí s, Neí stor Pedro.: Derecho Procesal Constitucional, t. I, Editorial Astrea, Buenos
Aires, 1992, paí g. 13, donde alude a esta corriente doctrinal, encabezada por Jesuí s Gonzaí lez
Peí rez, como de “orgaí nica”, dado que se pretende definir al proceso constitucional en
funcioí n del oí rgano encargado de resolver.
2
constitucionales2. En México, por citar otro caso en nuestro Continente, tampoco existe
formalmente un Tribunal Constitucional, aunque sí el proceso de inconstitucionalidad
de las leyes, introducido por la reforma constitucional de 1995, que lo conoce en
instancia única la Corte Suprema Federal3.
La idea según la cual “será proceso constitucional aquél que conoce el
Tribunal Constitucional”4, sólo podrá ser válida en aquellos ordenamientos
constitucionales donde el conocimiento de éstos ha sido reservado exclusivamente en la
esfera de competencias de dicho órgano ad hoc. Sin embargo, como ya se ha anotado,
no podría explicar su existencia en ordenamientos donde no existen formalmente los
Tribunales Constitucionales, como tampoco su configuración en aquellos
ordenamientos, como el peruano, en el que el establecimiento de un “Supremo
Intérprete de la Constitución”, no ha significado, sin embargo, que éste monopolice por
completo su conocimiento. (Verbigracia Perú, en el caso de la Acción Popular [Poder
Judicial], e inclusive respecto de los procesos de Amparo, Habeas Corpus o Habeas
Data, que son de conocimiento de la jurisdicción ordinaria y, sólo subsidiariamente, por
el Tribunal Constitucional a través del denominado recurso de agravio constitucional).
Esta inicial constatación pone de manifiesto, como ha sido expresado por
Gomes Canotilho, que muchos de los problemas del Derecho Procesal Constitucional
radican en la incipiente elaboración dogmática del proceso constitucional 5. De pronto, la
singularidad que en los diversos ordenamientos jurídicos ha recibido la configuración de
los procesos constitucionales nos lleva a asumir una actitud más modesta en el intento
por señalar algunos derroteros de aquella elaboración dogmática. Y, desde ese punto de
vista sostener que sólo es posible una construcción de sus premisas estructurales a partir
de lo que un ordenamiento, concreto e históricamente determinado, se haya fijado en
torno a los procesos constitucionales.

2
Cfr., uí ltimamente, AA.VV: El Amparo Constitucional. Perspectivas y modalidades, Editorial
Depalma, Buenos Aires, 1999.
3
Cfr. principalmente, el libro de Brage Camazano, Joaquíín.: La Acción de
Inconstitucionalidad, UNAM, Meí xico, D.F., 1998.
4
Cfr. Gonzaí lez Peí rez, Jesuí s: Derecho Procesal Constitucional, Editorial Civitas, Madrid,
1980, paí g. 39.
5
Cfr. Gomes Canotilho, Joseí Joaquim: “Derecho, Derechos, Tribunal, Tribunales”, en Revista
de Estudios Polííticos, Nºs. 60-61, Madrid, 1988, paí g. 906.
3
b) No se circunscribe a normas materiales (criterio objetivo)
En segundo lugar, la noción de proceso constitucional expuesta, evita
circunscribir su configuración a partir de las normas materiales que fundamentan el tipo
de pretensiones que dentro de él se van a dirimir. Proceso constitucional no es aquel
conjunto de reglas y actos de los sujetos procesales donde a través de una sentencia, de
manera inexcusable, se vaya a resolver pretensiones fundadas en un tipo especial de
normas, a saber, la constitucional. Nuevamente en el ámbito de la Teoría General del
Proceso, la determinación de un proceso específico como el civil, penal, etc., no se
realiza en función del tipo de normas sobre los que se apoya la(s) pretensión(es)
fundada por quienes tienen la condición de partes en el proceso.
A esta corriente, se le puede denominar “objetiva”, pues a través del
derecho objetivo que fundamenta una pretensión, persigue encontrar una respuesta a la
noción de proceso constitucional. Además, olvida que la Constitución es una norma que
no se encuentra a disposición de las partes, y cualesquiera que sea el derecho objetivo
que fundamenta una pretensión (civil, penal, etc.) llevada a conocimiento de los órganos
de la jurisdicción ordinaria, para que la controversia originada en tal pretensión pueda
ser dilucidada por el Juez, debe primeramente tener presente que la norma material
sobre la que se fundamenta ésta, para ser aplicada, tiene que satisfacer el test de
constitucionalidad.
Dicho en otras palabras, la Constitución es una norma que se aplica –o
debería de aplicarse– para resolver cualquier género de controversias que se ventilen en
los diversos procesos (civil, penal, tributario, etc.), y no es una norma que, en exclusiva,
únicamente sirva para poner fin a una controversia sometida a través de los procesos
constitucionales. Para que una norma, cualquiera sea su contenido, pueda válidamente
resolver una controversia de intereses, debe necesariamente estar conforme con la
Constitución. Lo que significa que, aún cuando la Constitución no sea la norma sobre la
cual se apoye directamente una pretensión, ésta sólo podrá resolverse si es que
previamente el Juez estima que el Derecho Positivo tiene legitimidad constitucional.
Por otro lado, no puede perderse de vista que aún en los casos de
procesos constitucionales, donde eventualmente se va a resolver una pretensión fundada
en forma inmediata sobre una norma constitucional, muchas veces el carácter de norma
abierta que se predica de ellas, impide que el Juez Constitucional (Poder Judicial o
Tribunal Constitucional), pueda fundar una respuesta a la controversia amparándose
únicamente en la Constitución. En el Proceso de Inconstitucionalidad de las leyes, tal

4
premisa encuentra sustento en lo que se ha venido en denominar –aún cuando diferente
a lo que se presenta en Francia y España–“bloque de constitucionalidad”. Esto es,
normas que teniendo el rango de ley, permiten rellenar el contenido de preceptos
constitucionales que por sí mismos no ofrecen una solución a la controversia
constitucional planteada (art. 79 del Código Procesal Constitucional).
Tal condición es mucho más notoria aún en el caso de procesos
destinados a la defensa de los derechos constitucionales, en los que el contenido,
alcance y límites, suelen normalmente expresarse en las leyes que los desarrollan (en los
que, a nuestro juicio, siempre el juzgador deberá de hacer referencia a los Tratados
Internacionales sobre derechos humanos). Precisamente, esta peculiaridad de las normas
constitucionales consideradas como abiertas, cuyo contenido constitucional no ha sido
desarrollado por la Constitución, ha llevado a la necesidad de expresar que así como en
materia de interpretación constitucional, la aplicación de una ley requiere que esta sea
de conformidad con la Constitución. Así también, no puede obviarse que a veces la
misma Constitución tiene que interpretarse de conformidad con la ley6.

c) Está configurado por la Constitución


De otro lado, la conceptualización en los términos expuestos en torno al
proceso constitucional, apunta a destacar la idea de que para que efectivamente pueda
considerarse como tal, es imprescindible que se encuentre consagrado expresamente en
la Constitución. No se tratan, pues, de un proceso establecido prima facie en un
ordenamiento procesal infraconstitucional específico, sino que está configurado
directamente por la Constitución, aunque su desarrollo quede reservado al ámbito de la
ley (Orgánica, en el caso peruano, conforme ordena el artículo 200 de la Chartae
Magna de 1993).
En efecto, es casi un dato generalizado en el ámbito del Derecho Procesal
Constitucional Comparado, que el proceso constitucional, para tener la condición de tal,
tenga que venir cuando menos enunciado en los textos constitucionales. Sin embargo,
ello no nos debe hacer perder de vista, por un lado, que no todo proceso incorporado en
la Constitución, pueda ser considerado como “proceso constitucional”. Y, de otro, que

6
Acerca de la interpretacioí n de la ley conforme a la Constitucioí n y de la Constitucioí n
conforme a la ley, vid., Hesse, Konrad: Elementos de Direito Constitucional da República
Federal da Alemanha, Sergio Antonio Fabris Editor, Porto Alegre, 1998, paí g. 75. Cfr.
asimismo, Ferreres Comellas, Vííctor: Justicia Constitucional y Democracia, Centro de
Estudios Polííticos y Constitucionales, Madrid, 1997, paí gs. 142-144.
5
por lo menos en los países que han recibido una fuerte influencia del constitucionalismo
anglosajón, el proceso haya sido establecido solamente a nivel de la ley, y en algunos
casos, en ausencia de tal configuración legal, a nivel jurisprudencial, tal como fue el
caso de Argentina, hasta antes de la Reforma Constitucional de 19947.
La tendencia, en el Derecho Comparado, es crear los procesos
constitucionales a nivel del texto constitucional. Pocos son los países en que la creación
de los procesos constitucionales suele ser dejado al ámbito de la ley. Entre estos últimos
tenemos el caso de Inglaterra y los Estados Unidos, (el Writ of Habeas Corpus no
aparece expresamente en la Constitución, en el segundo de los mencionados países).
Estos modelos, por tanto, escapan a lo que parece ser una tendencia cada vez más
generalizada, y que en todo caso, no expresan sino una excepción que precisamente
confirman la regla.

d) Autónomo
A su vez, el proceso al que cabe asignar la calidad de “constitucional”, es
aquel que tiene existencia autónoma, configuración propia para resolver problemas
relativos a la aplicación, vigencia, conservación y concretización del Derecho
Constitucional. Quiere ello decir que, el proceso constitucional, para poder llamarse así,
se encuentran plenamente identificado, diferenciándose nítidamente de cualquier otro
proceso judicial, no sólo en función del objeto, sino también como verdaderamente
autónomo en lo que se refiere a su configuración. Tal condición o característica del
proceso constitucional, no siempre se ha tenido en cuenta, y ha servido para que en
cierto sector doctrinal, el control de la constitucionalidad de las leyes, en vía de
incidente, que practican los jueces de la jurisdicción ordinaria (Judicial Review), se haya
considerado como auténtico “proceso constitucional”8.
En ese sentido, debe recordarse que así como en la Teoría General del Proceso
no puede confundirse la noción de proceso con el concepto de incidente, en el Derecho

7
Cfr. Garcíía Belaunde, Domingo: Derecho Procesal Constitucional, Marsol Editores, Trujillo,
1998, paí g. 28. Del mismo autor, vid., De la Jurisdicción Constitucional al Derecho Procesal
Constitucional, 2ª. edicioí n corregida y aumentada, Biblioteca Peruana de Derecho
Constitucional, Lima, 2000. Edicioí n al cuidado y notas introductorias de Joseí F. Palomino
Manchego.
8
Cfr., por ejemplo, el importante trabajo de Veí scovi, Enrique: “Bases para una teoríía
americana del proceso de inconstitucionalidad. Declaracioí n de inaplicabilidad de las leyes”,
en Boletíín Mexicano de Derecho Comparado, Monograí fico sobre Estudios de Derecho
Procesal en honor de Niceto Alcalá Zamora y Castillo, Anñ o VIII, Nº 24, Meí xico, D.F., 1975,
paí gs. 1130 y sgts., especialmente paí gs. 1144 y sgts.
6
Procesal Constitucional la noción de proceso exige que se le separe de lo que pueda ser
catalogado como incidente constitucional, que no es sino una articulación procesal que
se presenta en el interior de un proceso, y que por tanto no tiene configuración propia.
En tal sentido, “Se concibe al incidente como un punto o cuestión que guarda una
relación inmediata o conexión inescindible con la cuestión principal objeto de un
proceso pero que no se identifica con ella, pues podría constituir a su vez el objeto
principal de otro proceso”9. Por tanto, será “incidente constitucional” aquel asunto que
“guarda una conexión inescindible con el objeto de un proceso constitucional”10.
La Judicial Review, esto es, el control judicial de constitucionalidad de las leyes
por parte de los jueces, tomado del ejemplo americano, y con él, todos los países que lo
han introducido, no constituye, en realidad, un control de constitucionalidad practicado
a través de un “proceso constitucional”, pues el control que en dicho modelo los jueces
realizan, se lleva a cabo de manera incidental. Esto es, como una articulación que se
resuelve dentro de un proceso distinto, de carácter ordinario, en el que el objeto de la
controversia no es de naturaleza constitucional, sino fundado en normas materiales de
carácter infraconstitucional.
El proceso constitucional, desde esa perspectiva, es un proceso principal,
autónomamente configurado, con existencia propia, donde se ventilan y resuelven
controversias constitucionales, y no simplemente un mecanismo procesal, como lo es el
incidente, a través del cual el Juez, para resolver una controversia o incertidumbre
jurídica concreta y desligada de la “materia constitucional”, prejudicialmente realiza
una valoración acerca de la constitucionalidad de la norma aplicable para resolver las
pretensiones que las partes en el proceso ordinario le hayan sometido.
Sencillamente, en un modelo puro de justicia o jurisdicción constitucional al
estilo americano, donde el control de constitucionalidad es siempre de manera
incidental, no existe el Proceso Constitucional de Inconstitucionalidad de las Leyes,
aunque ello no signifique que no puedan existir otros procesos constitucionales. Ya se
ha anotado el caso de los Estados Unidos con el Writ of Habeas Corpus. La inexistencia
de un Proceso de Inconstitucionalidad de las Leyes como ha sido expuesto, no niega que
a aquél se le pueda negar la condición de proceso constitucional. Asimismo, y por lo
que al caso peruano pueda referirse, ante el Poder Judicial no existe un proceso
9
Cfr. Mieres Mieres, Luis Javier: El incidente de constitucionalidad en los procesos
constitucionales, Civitas-INAP, Madrid, 1998, paí g. 36.
10
Cfr. Mieres Mieres, Luis Javier: El incidente de constitucionalidad en los procesos
constitucionales, ob. cit., paí g. 37.
7
constitucional destinado a efectuar el control de la constitucionalidad de las leyes, pero
sí de los decretos de carácter general, como es el caso del Proceso de Acción Popular, y
de otros destinados a la protección de los derechos constitucionales.

2. PROCESOS CONSTITUCIONALES Y PROCESOS INCORPORADOS EN


EL ORDENAMIENTO CONSTITUCIONAL
Apenas unas líneas antes, se ha sostenido la tesis de que para que un proceso
pueda ser considerado como “constitucional”, entre otros factores, es necesario:
a) Que esté creado directamente por la Constitución;
b) Que tenga existencia propia o configuración autónoma; y
c) Que tenga por objeto resolver controversias jurídico-constitucionales en
forma inmediata y directa.
Tal condición de la configuración de los procesos constitucionales no puede
buscarse tomando aisladamente algunos de sus elementos tipificadores, sino que
confluyen todos en forma simultánea. Hacemos esta precisión, pues, ciertamente el
presupuesto de la existencia de estos procesos constitucionales, así como las funciones
que les han sido imputadas, no son los que corresponden a todos los procesos que la
Constitución anida, y menos aún, extendibles a los diversos procedimientos
constitucionales que allí puedan haberse establecido.
En esta inicial confusión de la doctrina nacional acerca de los procesos que
propiamente constituirían los estrictamente constitucionales, mucho ha tenido que ver
no sólo lo incipiente de su elaboración dogmática, sino que inclusive, en cierta forma, el
propio Texto Constitucional. Como no podía ser de otro modo, la idea de proceso
constitucional no es un asunto en el que nuestra Constitución de 1993 se haya detenido
para ofrecer una delimitación clara y objetiva. Más aún, ni siquiera parece tener una
idea precisa del asunto, y ello es una observación que se extiende inclusive al caso de
los procesos incorporados en su Título V, relativo a lo que denomina “Garantías
Constitucionales”.
Por tanto, es preciso que tenga que empezarse por afirmar, en primer lugar, que
la Constitución al lado de los procesos que podemos denominar como propiamente
constitucionales, ha incorporado procesos que de “constitucionales”, sólo tienen el
hecho de haber sido enunciados en su interior, pero más nada, pues en realidad
pertenecen a otros sectores del Derecho Procesal. Particularmente, es lo que sucede con
el proceso contencioso administrativo al que se alude en el artículo 148 de la Carta

8
Magna. El que la Constitución lo haya enunciado dentro de su articulado, no quiere
decir que se trate de un proceso constitucional, pues constituye, en puro rigor, el proceso
administrativo por antonomasia.
A través del proceso contencioso administrativo se somete a conocimiento del
Poder Judicial toda controversia jurídico administrativa que se haya suscitado como
consecuencia de la expedición de un acto administrativo por un órgano de la
Administración Pública, u otros órganos que no pertenece a ella (caso del Poder
Legislativo o el Poder Judicial), sin embargo, los dictan en el ejercicio de las potestades
administrativas. Su inserción a nivel constitucional, dado que bien pudo haberse sólo
acogido a nivel del ordenamiento infralegal, aparte de exigir que el ordenamiento
procesal administrativo tenga que prever un proceso de esta naturaleza, parece querer
explicitar el necesario sometimiento de todos los ámbitos de la actuación administrativa
al control judicial11. Tal sometimiento de la actuación administrativa que detrás de dicho
precepto constitucional parece encerrarse, no cubre todo el universo de conductas
administrativas que puedan ser susceptibles de ser sometidas al control judicial, pues
sólo alcanza al control de la actividad administrativa, y aún a la inactividad formal de la
Administración. Pero no así del espinoso problema de la inactividad material, que habrá
de ser el objeto central de otro proceso, también incorporado en la Constitución: el
denominada “Proceso” de Cumplimiento.
Desde esa perspectiva, entonces, bien puede decirse que a nivel constitucional,
prima facie, puede realizarse una doble lectura en torno a la noción de procesos
constitucionales:
a) Por un lado, lo que hemos denominado como procesos constitucionales en
sentido estricto. Esto es, procesos específicos consagrados por la
Constitución, destinados a resolver controversias que giran en torno a la
aplicación, vigencia, conservación y concretización de los preceptos jurídico-
constitucionales.
b) De otro lado, lo que se podría llamar como procesos ordinarios incorporados
a nivel constitucional, o procesos constitucionales en sentido lato, que se
encuentran representados por todos aquellos procesos que la Constitución
enuncia, pero que no tienen por objeto resolver controversias de naturaleza
constitucional. Estos procesos no constitucionales, aunque recepcionados por

Entre nosotros, cfr. Moroí n Urbina, Juan Carlos: Derecho Procesal Administrativo, Editorial
11

Rhodas, Lima, 1999.


9
la Carta Magna, en realidad de “constitucionales”, sólo tienen el hecho de
haber sido introducidos por ella, pues en su función servicial o instrumental
se orientan a resolver controversias fundadas en el ordenamiento infra-
constitucional (de Derecho Administrativo positivo, si se quiere seguir con el
ejemplo del Contencioso Administrativo).

3. PROCESOS CONSTITUCIONALES Y PROCEDIMIENTOS


CONSTITUCIONALES
Lo desarrollado anteriormente en torno al concepto, los fines y el objeto de los
procesos constitucionales en sentido estricto, nos puede ya permitir precisar que éstos
tampoco pueden confundirse con los diversos procedimientos que la Constitución ha
establecido. De hecho, en el ámbito del Derecho Procesal Constitucional –y tal vez con
especial énfasis en el ámbito del Derecho Constitucional– la distinción entre ambos
conceptos, lejos está de ser una cuestión sin importancia. Por el contrario, es capital, y
de la ausencia de un tratamiento más o menos detenido sobre ello se ha generado
indebidamente, que instituciones propias del Derecho Constitucional, se hayan visto con
una cobertura más allá de la debida, para caer en el ámbito del Derecho Procesal
Constitucional, que aquí no vamos sino a dejar anotado12.
Ahora bien, la distinción entre proceso y procedimiento constitucionales que se
impone como una tarea necesaria en la comprensión de uno de los más importantes
contenidos del Derecho Procesal Constitucional, tampoco ha sido un tópico ajeno para
la Teoría General del Proceso. En este último, la diferencia entre “proceso” y
“procedimiento” radica en que mientras el primero es el género, el segundo de ellos
sería la especie. Desde este punto de vista, se dice, que mientras el concepto de
“proceso” constituye aquel conjunto de reglas y actos por medio del cual se permite a
un órgano de la jurisdicción constitucional (Poder Judicial o Tribunal Constitucional),
12
No en vano Juü rgen Habermas ha podido decir que: “…la Constitucioí n fija los
procedimientos polííticos conforme a los que los ciudadanos, ejercitando su derecho de
autodeterminacioí n, pueden perseguir cooperativamente y con perspectivas de eí xito el
proyecto de establecer formas justas de vida”. Para luego sentenciar: “Solo las condiciones
procedimentales de la génesis democrática de las leyes aseguran la legitimidad del derecho
establecido”. Cfr. Habermas, Juü rgen: Facticidad y validez. Sobre el Derecho y el Estado
Democrático en términos de teoría del discurso, Editorial Trotta, Valladolid, 1998, paí g. 336.
Subrayado del original. Sobre la trascendencia para el Derecho Constitucional de los
denominados “procedimientos constitucionales”, que en uí ltima instancia no es sino uno de
los problemas maí s importantes que la Teoríía de la Constitucioí n deba resolver, vid. Gomes
Canotilho, Joseí Joaquim: Direito Constitucional e Teoría da Constituição, 3ª. ediçañ o, Livraria
Almedina, Coimbra, 1999, paí gs. 899 y sgtes.
10
resolver, a través de una sentencia, una controversia fundada en el Derecho
Constitucional; el procedimiento constituiría, dentro del proceso jurisdiccional, el orden
y la sucesión de la realización de aquél (Carnelutti).
Tal concepto de procedimiento no puede, pues, en principio, confundirse con el
proceso. El primero constituye la unidad, mientras que el segundo, la actuación, el
desenvolvimiento y realización material de esa unidad. Dicho de otro modo, mientras el
proceso es el medio a través del cual el Estado desarrolla su actividad jurisdiccional-
constitucional, y por tanto, constituye en sí misma una entidad estática; el
procedimiento es la realización de ese medio, y es, en ese sentido, siempre una entidad
dinámica de realización, de ejercicio de una competencia jurídica.
En el ámbito del Derecho Procesal, la diferenciación entre proceso y
procedimiento expresa, además, el punto de partida para su propia configuración como
disciplina autónoma. Para decirlo con otras palabras, el salto de un estadio histórico-
cultural de sus estudios, denominado “procedimentalismo”, a otro más elevado, en el
que los tópicos que forman parte de un procedimiento adquieren solidez intelectual,
autonomía dogmática y, por tanto, de “importancia científica”. A esta etapa del
desarrollo del Derecho Procesal se llama “procesalismo científico”, que tiene
precisamente en la “Teoría General del Proceso”, una disciplina aglutinadora de las
categorías y principios que rigen a toda clase de procesos, aún cuando éstos puedan
tener ciertas particularidades13.
En el ámbito del Derecho Procesal Constitucional, la denunciada ausencia de
una construcción dogmática del proceso constitucional, si bien no ha degenerado en una
grotesca “procedimentalización” de las denominadas “garantías constitucionales”, lo
cierto del caso es que su no diferenciación, en un primer momento, llevó a cierto sector
de la doctrina a aglutinar los procesos constitucionales en sentido estricto con algunos
procedimientos constitucionales14. Esta primera aproximación a las nociones de proceso
13
Cfr. Faireí n Guilleí n, Vííctor: Problemas actuales del Derecho Procesal. La defensa, la
unificación, la complejidad, UNAM, Meí xico, D.F., 1992, paí gs. 82-93.
14
Asíí por ejemplo, vid. el trabajo pionero de Garcíía Belaunde, Domingo: “La jurisdiccioí n
constitucional en el Peruí ”, en Revista de la Universidad Catoí lica, Nueva Serie, N° 3, Lima,
1978, especialmente en nota 9, que corre a paí gs. 141-145. Bueno es decir que dicho
planteamiento inicial ha ido evolucionando paulatinamente a traveí s de diversos trabajos.
Cfr. del mismo autor: “Sobre la jurisdiccioí n constitucional”, en el volumen colectivo Sobre
la jurisdicción constitucional, PUCP, Lima, 1990, paí gs. 36 y sgts., donde superando la
anterior tendencia, todavíía mantiene como entidades dogmaí ticas distintas los conceptos
de “garantíías constitucionales” con la de “proceso”, para culminar en la idea de procesos
constitucionales como mecanismos de resolucioí n de controversias constitucionales.
Tambieí n, vid. Garcíía Belaunde, Domingo: Derecho Procesal Constitucional, ob. cit., paí gs. 28-
11
y procedimientos constitucionales, por de pronto nos puede permitir afirmar que
mientras el primero es un concepto estrictamente procesal, esto es, un medio por virtud
del cual el Estado desarrolla el ejercicio de la jurisdicción constitucional, en cambio, el
procedimiento constitucional puede bien estar ligado a la realización o actuación del
propio proceso constitucional, pero también lo puede trascender.
El procedimiento, en tanto que realización o manera cómo se desarrolla el
ejercicio de una competencia jurídica, que es la que aquí nos interesa poner en
evidencia, se presenta en muy diversos ámbitos:
a) En el ejercicio de las competencias, en general, de los diversos poderes
públicos (verbigracia, el procedimiento legislativo, el procedimiento
administrativo o el procedimiento jurisdiccional).
b) Dentro del ámbito de competencias para los que pueda encontrarse
habilitado un órgano del Estado, el ejercicio concreto de una de ellas
(verbigracia, en el caso del Poder Legislativo, el procedimiento de formación
de la Ley Orgánica, el procedimiento del Antejuicio Político contra los altos
funcionarios del Estado, el procedimiento para aprobarse la reforma
constitucional, etc.)
c) En función, de la norma que regula el procedimiento que deberá de
observarse, este puede ser, por ejemplo,
i. Constitucional, si se trata de una forma de actuación establecida en la
Constitución (verbigracia, el procedimiento a respetarse para la
aprobación de un Decreto Legislativo, etc.)
ii. De carácter legal, si se trata de una forma de actuación prevista en una
norma con rango de ley (verbigracia, nombramiento del gabinete de
asesores del Tribunal Constitucional, a través de un concurso público,
…) etc.

Desde esa perspectiva puede decirse, entonces, que la idea de proceso


constitucional no es semejante a la noción de procedimiento constitucional. Ahora bien,
el procedimiento constitucional puede desarrollarse en dos frentes:
a) En el plano jurídico (sustantivo) constitucional, el procedimiento
constitucional alude a la previsión normativa de cómo van a ejercitar sus
competencias jurídico-constitucionales los diversos poderes públicos.

29.
12
b) En un sentido procesal constitucional, a su vez, la comprensión del
procedimiento constitucional puede hacerse desde dos avenidas: 1) En
sentido lato, el procedimiento debe entenderse la forma cómo los órganos de
la jurisdicción constitucional ejercen sus competencias jurídicas. 2) En
sentido estricto, el procedimiento constitucional constituiría la forma cómo
se desarrolla un proceso constitucional, en específico, (de
Inconstitucionalidad de la Ley, el Amparo, Habeas Corpus, etc.)

Así, mientras que el proceso constitucional alude a una entidad, con una
configuración propia, y a través del cual los órganos de la jurisdicción constitucional
ponen fin a una controversia constitucional, el procedimiento constitucional que allí se
observe consistirá en la forma cómo dicho proceso constitucional se desarrolle
(términos para la actuación de los sujetos procesales, plazo para interponerse medios
impugnatorios, para expedirse sentencias, etc.) Gomes Canotilho15 entiende, en una cita
que no obstante su amplitud, no nos resistimos de trascribirla, que la importancia de la
diferencia entre proceso y procedimientos constitucionales se debe a una “progresiva
procedimentalización y procesalización de todas las actividades del Derecho Público en
el Estado de Derecho democrático”:
“En términos teóricos y prácticos tal distinción, tiene relevancia jurídico
constitucional, ya que: a) al asegurarse a los ciudadanos un status activus processualis,
se establecen garantías efectivas de realización y protección de los derechos
fundamentales (Häberle); b) el procedimiento es la forma de una función, o el modo
general de desenvolvimiento de los poderes públicos (Benvenuti, Giannini); c) el
procedimiento capta, con rigor, la concretización de las normas constitucionales (en el
procedimiento legislativo, en el procedimiento administrativo y en el proceso
jurisdiccional), pues en ellos se conjugan, desde una perspectiva dinámica, los
momentos formales y materiales de realización del programa normativo (Galeotti); d)
La comprensión de las decisiones constitucionales como decisiones justas (sean ellas
tomadas en el ejercicio de la función legislativa, de la función administrativa o de la
función jurisdiccional), en cuanto al modo de decidir y en cuanto al producto final,
implica la idea de vinculación constitucional de todas las actividades concretizadoras

15
Cfr. Gomes Canotilho, Joseí Joaquim: Direito Constitucional e Teoría da Constituição, ob.
cit., paí g. 899.
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de la Constitución en los varios momentos de desenvolvimiento y no sólo en el acto
definitivo y final; e) la previsión de procedimientos constitucionales, a priori, tendientes
a evitar una toma de decisiones inconstitucionales, ilegales o injustas, cumple una
exigencia fundamental del principio del Estado de Derecho: la idea de garantía a través
de un procedimiento debido o ajustado; f) la colaboración activa de los ciudadanos en
algunos procedimientos (verbigracia, las asociaciones sindicales en la elaboración de la
legislación de trabajo) es un factor de democratización, no sólo porque asegura una
parte de la participación de los ciudadanos en las tareas constitucionales, sino también
porque, a través de su adhesión y del consenso de los interesados, se evitan formas
autoritarias de poder”.
Si quisiéramos resumir estas ideas, expresa Gomes Canotilho, diríamos que el
estudio de las estructuras del procedimiento y del proceso constitucionales corresponde
al interés de estas estructuras como categorías jurídicas generales (plano teórico
jurídico), como elemento de legitimación (plano teórico-político) y como dimensiones
necesarias del principio del Estado de Derecho y del principio democrático (plano
jurídico-constitucional).

4. CONCLUSIONES
 Al referirnos a los procesos constitucionales estamos hablando de procesos
autónomamente consagrados por la Constitución, destinados en forma directa e
inmediata a resolver problemas que giran en torno a la aplicación, vigencia,
conservación y concretización de los preceptos jurídico-constitucionales.
 La tendencia, en el Derecho Comparado, es crear los procesos constitucionales a
nivel del texto constitucional. Pocos son los países en que la creación de los
procesos constitucionales suele ser dejado al ámbito de la ley. Entre estos
últimos tenemos el caso de Inglaterra y los Estados Unidos, (el Writ of Habeas
Corpus no aparece expresamente en la Constitución, en el segundo de los
mencionados países).
 A través del proceso contencioso administrativo se somete a conocimiento del
Poder Judicial toda controversia jurídico administrativa que se haya suscitado
como consecuencia de la expedición de un acto administrativo por un órgano de
la Administración Pública, u otros órganos que no pertenece a ella (caso del
Poder Legislativo o el Poder Judicial). Sin embargo, los dictan en el ejercicio de
las potestades administrativas.
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 El proceso es el medio a través del cual el Estado desarrolla su actividad
jurisdiccional-constitucional, y por tanto, constituye en sí misma una entidad
estática. Y el procedimiento, es la realización de ese medio, y es, en ese sentido,
siempre una entidad dinámica de realización, de ejercicio de una competencia
jurídica.
 Dicho en otras palabras, mientras que el proceso constitucional alude a una
entidad, con una configuración propia, y a través del cual los órganos de la
jurisdicción constitucional ponen fin a una controversia constitucional, el
procedimiento constitucional que allí se observe consistirá en la forma cómo
dicho proceso constitucional se desarrolle (términos para la actuación de los
sujetos procesales, plazo para interponerse medios impugnatorios, para
expedirse sentencias, etc.)

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