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Reflexiones sobre tradiciones del trabajo social contemporáneo desde el debate de

los proyectos profesionales


Lic. Federico Guzmán Ramonda1
Trabajo Social y Vida Cotidiana, Facultad de Trabajo Social, UNER
Trabajo Social IV, IPPII, Escuela de trabajo Social, Facultad de CCPP y RRII, UNR
Seminario de Tesina, Licenciatura de Trabajo Social, Facultad de CC JJ y Sociales, UNL
federicorgr@gmail.com

Resumen:
La presente ponencia aborda exploratoriamente como el concepto de proyecto profesional
se instala en el “debate profesional” como en herramienta interpretativa para comprender
las tendencias teórico políticas en la profesión, como para realizar reconstrucción
historiográfica de esta. En este contexto debemos problematizar los usos de este
concepto y su relación con la construcción de un pensamiento crítico sobre la profesión.
Summary:
This paper addresses the concept of an exploratory professional project is installed in the
"professional debate" as an interpretive tool for understanding the political theoretical
trends in the profession, to make this historiographical reconstruction. In this context we
problematize the use of this concept and its relation to the construction of critical thinking
about the profession.
Palabras Claves: proyecto profesional, historiografía, tendencias teórico políticas

El debate profesional sobre proyectos profesionales


Podemos decir que la tematización del proyecto profesional, o el denominado proyecto
ético político se constituye en un “debate profesional”, que al decir de Susana Cazzaniga
(2012) estos expresan los temas que se “tornan problemáticas teóricas que despiertan la
atención y que desatan análisis, reflexiones e investigaciones” constituyéndose en “nudos
fuertes sobre los cuales no siempre existen coincidencias argumentativas”, desatándose
disputas de sentidos, donde se juegan diferencias epistemológicas, teóricas, ideológicas
y políticas. Estos “debates” encarnan una manera de traducir el contexto histórico a la
particularidad de la profesión, expresando las diferentes tradiciones y corrientes teóricas
de las ciencias sociales y el trabajo social, como las diversas tendencias teórico-políticas
que disputan hegemonía al interior del campo disciplinar (Cazzaniga 2012: 5,9)

1
Licenciado en Trabajo Social. Facultad de Trabajo Social UNER, Licenciatura en Trabajo Social (Facultad de
Ciencias Jurídicas y Sociales, UNL), Licenciatura en Trabajo Social (Facultad de Ciencias Políticas y
Relaciones Internacionales, UNR).

1
Indagar y problematizar en estos, nos permite deshilvanar las perspectivas, matrices de
pensamiento, lógicas, tradiciones, culturas profesionales que se ponen en juego.
La vinculación entre profesión y política no es nueva en nuestro país, nos recuerda
Cazzaniga (2006), que el nuestra profesión desde su emergencia en la escena pública
despliega acción política en tanto adhiere o impugna diferentes proyectos societales, “los
campos disciplinares y las profesiones que en ellos toman cuerpo, son producto de los
procesos sociales históricos y como tal reproducen, con sus necesarias particularidades,
las disputas que se dan en el seno mismo de la sociedad por los diferentes proyectos
societales. Así por «acción u omisión», por convicciones argumentadas o vacíos de
reflexión crítica, el Trabajo Social desde su misma emergencia en la escena pública como
práctica específica ha desplegado una acción política” (Cazzaniga, 2006: 212)
La tematización de la dimensión política de la profesión, incorporando el concepto de
proyecto profesional,2en Argentina, se desarrolla en el contexto teórico que abrió la
denominada post-reconceptualización. Esta representa un proceso de búsqueda, debate y
crítica desarrollada en el trabajo social latinoamericano ante la emergencia que presenta
la crisis del movimiento reconceptualizador 3 y los desafíos que coloca una nueva
coyuntura histórica. Se abre así un proceso caracterizado por una gran revisión del
trabajo social, son constitutivo del proceso:
a) configuración de una nueva coyuntura histórica provocada por el ciclo de dictaduras
cívico militares en América Latina. Estas funcionan como “umbral de pasaje”, un
acontecimiento que produce una inflexión que reconfigura globalmente y cualitativamente
la situación, siendo “momento de cierre y apertura” que también modifica “nuestra
percepción de los hechos” cambiando el contexto de sentido (Svampa, 2008:6-7);4

2
Podemos pensar que los proyectos profesionales representan un nuevo concepto para pensar la dimensión
política de la profesión. Es importante situar la emergencia y desarrollo de nuevos conceptos en el contexto
de las modificaciones epocales, ya que “la semántica proporciona indicios para seguir las huellas de la
transformación de la historia y, con ella, de las modificaciones de los tiempos históricos, y de este modo es
inevitable la pregunta por esta modificación. Podríamos comenzar diciendo que las transformaciones epocales
traen consigo resignificaciones semánticas y nuevas palabras” (Reinhard Koselleck en Cazzaniga, 2006:228).
3
Cuando aquí hablamos de crisis del movimiento de reconceptualización, enfatizamos el concepto de
conflicto, por tal motivo no lo equiparamos a extinción de este movimiento, sino que hacemos referencia a un
proceso particular signado por la regresión en las relaciones de fuerza donde se desarrolla el conflicto entre
proyectos y tendencias profesionales (Ver Parra, 2002)
4
En tanto “instancias de pasajes” las dictaduras permitirán: a) garantizar la recomposición del capital en la
periferia en su faceta neoliberal -son emblemáticos los ejemplos de Chile (Anderson, 1995) y Argentina
(Basualdo, 2002)-, consolidando el rol central de los “monopolios” como actores político-económicos en la
definición de la economía nacional y en la integración internacional; y b) la derrota de diferentes estrategias de
transformación propuestas en el continente, armadas o institucionales, lo que provocará una “grave
desarticulación social y la desagregación de una parte mayor de las identidades políticas que en décadas
anteriores habían cuestionado, con mayor o menor radicalidad, los proyectos conservadores y neo-coloniales”
(Argumedo, 1993:64).

2
b) este cambio regresivo de las relaciones de fuerzas, implicara una modificación del
clima ideológico, que Parisí (2012) denomina “crisis del liberacionismo latinoamericano” 5,.
La crisis del “liberacionismo latinoamericano”, configuro el marco social, histórico y cultural
de una crisis de época, donde las “teorías e ideologías críticas comienzan a demostrar
progresivamente una incapacidad para interpretar esas nuevas realidades y, dotar, por lo
tanto, a los sujetos sociales de ideologías y motivaciones para una acción colectiva y
crítica” (Parisí, 2012:4)
c) el proceso de revisión y crítica en la profesión sobre el movimiento de
reconceptualización.6 Este proceso tiene como actor sobresaliente, en nuestro continente,
al Celats, donde se desarrolla una crítica superadora de la reconceptualización. En este
período se desarrolla una revisión de las matrices teóricas 7 Cavalleri &Weber (2009),
establecen si bien que las matrices clásicas del pensamiento social no pierden vigencia
en la profesión, se presentaran perspectivas teórias que logran gran influencia en el
debate disciplinar como Foulcault, Guiddens, Habermas, Castoriadis, Derrida, Castel,
Gramsci.
Proyecto profesional, herramienta teórica para comprensión de tendencias teórico
políticas y reconstrucción historiográfica en el trabajo social
Podemos decir, de modo exploratorio, que el debate de los proyectos profesionales, se
hacen visibles en su diálogo y tensión dos grandes tradiciones teórico políticas8, una que
5
Siguiendo a Parisi (2012) “la crisis de los discursos críticos en nuestro subcontinente, que se inició a
mediados de los años ´70 del siglo XX, no fue sólo la crisis del marxismo; creerlo así nos dejaría posicionados
como adherentes a las visiones etnocéntricas europeístas, para las cuales “teoría crítica” era sinónimo sin
más de marxismo”. Las teorías críticas y perspectivas que integran el liberacionismo latinoamericano serían
las siguientes corrientes: a) Ppedagogía liberacionista de origen Freireano; b) Teoría de la Dependencia; c)
Filosofía de la Liberación; d) El movimiento alrededor de la revista Pasado y Presente surgida en Córdoba
(los gramscianos argentinos); e) El marxismo humanista; f) La teología de la Liberación, g) La sociología de la
Liberación, h) Tendencias dentro del trokismo fundamentalmente la corriente Nahuelista, i) El movimiento de
reconceptualización en el trabajo social. “Creemos que el liberacionismo, si bien adoptó posiciones diferentes
(…) Todo este proceso fue derrotado y, en general pagó un precio muy alto; aunque nunca podríamos decir
que no dejó enseñanzas y efectos concretos en las sociedades Latinoamericanas (Parisí, 2012: 3-5).
6
Los nudos problemáticos a partir de los que se articula la revisión del movimiento reconceptualizador son: 1)
la política y el poder a partir de los debates sobre el Estado e instituciones, las políticas sociales y el espacio
profesional;2) la crítica al denominado “metodologismo”, 3) crítica a la “matriz instrumental” ,que propone una
modo de relación entre teoría y práctica fundada “formalismo metodológico” (ver Guzmán Ramonda y Papili,
2014)
7
El tema de las matrices de pensamiento es sin duda un tema a profundizar en el debate profesional. De
modo general aquí cuando hablamos de matriz hacemos referencia a una “constelación de categorías
generales y particulares” que “opera como condición de posibilidad en la construcción de mediaciones
conceptuales” desde los cuales construimos el qué y sobre qué de la intervención (Cazzaniga, 1996)
Argumedo (1993) expresa que el concepto de matrices de pensamiento otorga visibilidad a la relación entre
elaboración conceptual y sus fundamentos externos, como las expresiones culturales (manifestaciones
artísticas, literatura, sentido común), y también las propuestas políticas articuladas a proyectos estratégicos
(Argumedo, 1993, 84).
8
No estamos diciendo que sean las únicas tradiciones, ni tampoco que representen discursos cerrados
antagónicos. Entendemos exploratoriamente que son dos perspectivas que protagonizan el debate
profesional.

3
proviene del “proyecto ético político brasilero”9, y otra se funda en el contexto del
“liberacionismo latinoamericano”, a partir de la denomina matriz básica, que con
particularidades de nuestro país, convergen perspectivas teóricas, doctrinarias e
ideológicas conformadas por el marxismo, el cristianismo y el nacionalismo popular
(Parisí, 2012: 9)10.
El debate sobre la dimensión política el concepto de proyecto profesional funcionara
como herramienta interpretativa de reconstrucción historiográfica y de comprensión de las
tendencias teóricas y políticas que actúan en la profesión.
Podemos decir que serán los trabajos de Parra (2002) y Siede (2004) inspirados y
fundamentados en las reflexiones de Netto11, los primeros en nuestro país en utilizar este
concepto con esa función analítica. Gustavo Parra (2004) expresa la necesidad de
“introducir el análisis de los proyectos socio profesionales en el trabajo social, temática
ausente en el colectivo profesional argentino” (Parra, 2004: 31). Ya que la reflexión sobre
“los proyectos profesionales nos permiten comprender y analizar la direccionalidad que la

9
Este proyecto se gesta en el trabajo social brasilero en la transición de las décadas del 70 y 80,
caracterizado por el desarrollo de una masa crítica donde tiene un lugar destacado la tradición marxista,
conquistará hegemonía en el trabajo social brasilero en la década del 90 (Netto, 2003). Según Pontes (2003)
en esta década se alcanza una madurez teórica en la profesión, en Brasil, a partir de “la aprehensión más
profunda del método crítico dialéctico, particularmente a partir de la introducción en la literatura y en los
debates profesionales, de la influencia de la visión del último Lukács por parte de José Pablo Netto” (Pontes,
2003, …)
10
Parisí (2012) expresa que “la convergencia de las matrices teóricas, doctrinarias e ideológicas del
liberacionismo (…) Si bien fueron múltiples los movimientos, procesos y corrientes conceptuales que se
hicieron presentes en el espacio liberacionista de los ´60-70, nos atrevemos a plantear que hubo una matriz
básica, incluyente, conformada por el marxismo, el cristianismo y el nacionalismo popular. Es
importante acotar: 1) no se trató de cualquier versión de esas corrientes, sino del marxismo “humanista” y las
corrientes gramscianas; el cristianismo derivado del ideario del CELAM de Medellín (1968) y el nacionalismo
popular ligado al peronismo de la “resistencia” (para el caso argentino, muy específicamente). En la
conformación del PT brasileño, la revolución Sandinista, el Frente Farabundo Martí, la resistencia chilena, nos
encontraremos con convergencias similares” (Parisí, 2012:9). Como dice el autor esta convergencia en una
matriz común, encuentra consonancia con la lectura, realizada por Virgina Siede, en su tesis doctoral, donde
la autora manifiesta que “la conjunción de categorías marxistas con el ideario peronista y a su línea interna
vinculada al Cristianismo de Liberación fue una matriz analítica marcante del período en Argentina” (en Parisí,
2012:9). También encontramos la conjunción de estas matrices en la investigación sobre la
reconceptualización en la ciudad de Santa Fe desarrollada por Papili (2010).
11
Será dentro del trabajo social brasilero donde el concepto de proyecto profesional se utilizará para
interpretar tendencias teóricas políticas de la profesión, y a partir de la construcción de estas reconstruir la
historia de la profesión. Netto (2003) conceptualiza los proyectos profesionales como una modalidad de los
proyectos colectivos siendo estructuras dinámicas, que protagonizan su construcción los sujetos colectivos de
la categoría profesional (asociaciones profesionales, instituciones de formación, federaciones, etc.), estos
proyectos “representan la auto-imagen de la profesión, eligen valores que la legitiman socialmente, delimitan y
priorizan sus objetivos y funciones, formulan requisitos (teóricos, institucionales y prácticos) para su ejercicio
(…) son indisociables de los proyectos societarios que les ofrecen matrices y valores, expresan además la
luchas por la hegemonía entre las fuerzas sociales presentes en la sociedad y en la profesión (Netto,
2003:275). Los proyectos profesionales son “mediaciones” a partir de los cuales se vinculan las profesiones
con las transformaciones sociales (Netto, 1996: 89) Nuestro autor reconstruirá la trayectoria de la profesión en
relación al proceso político de la sociedad brasilera desde la década del 70, estableciendo que en la profesión
existieron tres grandes tendencias teórico políticas: a) la perspectiva modernizadora; b) la actualización del
conservadurismo,c) la intención de ruptura (Netto, 2004)

4
profesión tuvo en determinados momentos históricos de su desarrollo pero,
fundamentalmente, nos permite interrogarnos sobre la direccionalidad contemporánea del
Trabajo Social” (Parra, 2002:70)
Siede (2004) retomando la conceptualización de Parra sobre proyectos profesionales
establece que estos se componen de tres dimensiones “la dimensión teórico metodológica
sustentada en los fundamentos teóricos (…) la dimensión operativo instrumental (…) y, la
dimensión ético política que expresa los componentes axiológicos, en términos de valores
que guían la intervención profesional (Siede, 2004: 23). A partir de estas dimensiones
reconstruirá “diversas tendencias (políticas, ideológicas, teóricas, metodológicas)
presentes en el Trabajo Social argentino” en el movimiento de reconceptualización (Siede,
2004: 25).
Estas reflexiones sobre él proyecto profesional se articulan con otras de autores
vinculados al proyecto ético político brasilero, estableciéndose una red de conceptos, una
suerte de matriz donde reconocemos tres grandes ideas fuerzas que operan como
hipótesis de interpretación, comprensión historiográfica, y de delimitación tendencias
teórico políticas:
a) La conceptualización del carácter anti moderno en el origen del trabajo social: Parra
(1999) asume una perspectiva de interpretación de la institucionalización de la profesión
en el marco de la oposición entre el proyecto de la modernidad y el pensamiento
conservador. Conceptualizando la modernidad como un proyecto civilizatorio dentro de un
concepto más amplio que es el iluminismo, expresando que “son tres categorías
principales sobre las que se fundamenta la modernidad: universalidad, individualidad y
autonomía; las cuales son examinadas, en su funcionamiento en la Ilustración, el
Liberalismo y el Socialismo, por ser consideradas ideas sobresalientes de la modernidad”
(Parra, 1999: 51) “La idea iluminista nos muestra el carácter emancipador que la misma
tiene para el hombre; la posibilidad del dominio sobre la naturaleza y su capacidad
liberadora ante la sujeción, tanto sea económica, política o intelectual de otros hombres”
(Parra, 1999:53);
b) la utilización del concepto de proyecto profesional para construir una periodización de
la historia del trabajo social argentino: Parra (2004) ensaya una periodización en cuatro
escenarios históricos, escenarios interpretados a partir de la hegemonía de un proyecto
profesional en cada período. Establece un período, desde el proceso de
profesionalización hasta la reconceptualización, caracterizado por un trabajo social de
“carácter conservador y anti moderno”, luego con la reconceptualización que implicó un

5
proceso de “renovación profesional”, fundador de “posicionamientos críticos”, el golpe
cívico y militar de 1976 abre un nuevo escenario caracterizado por un retorno a
“posiciones conservadoras”, y por último el retorno a la democracia, abre un escenario
donde se realiza una “recuperación textual” de la reconceptualización, para luego ingresar
en un período caracterizado por el reforzamiento del “carácter ecléctico del trabajo social
argentino”, no pudiéndose vislumbrar proyectos socio profesionales en la
contemporaneidad (Parra, 2004: 40,45)
c) El establecimiento de la lectura sistematizada por Montaño (2000) donde se establece
la existencia de dos tendencias, a modo de dos paradigmas, para pensar la historia del
trabajo social latinoamericano, nos referimos a la denominada tendencia histórica crítica y
la tendencia endogenista.
Esta perspectiva que estamos describiendo tiene una gran relevancia en términos
editoriales, tanto como en el material de cátedras, fundamentando trabajos en congresos
e investigaciones, lo que demuestra su vigencia y vigor en el actual contexto.

Crítica a esta perspectiva.


Se comienzan a surgir argumentos que interpelan y cuestionan los fundamentos de la
misma. Podemos desarrollar brevemente algunos de ellos:
a) Se cuestiona y problematiza el proyecto de modernidad y su dimensión emancipatoria
en nuestro continente. Se recuperan pensamientos que establecen que la relación entre:
“Europa occidental y la región latino-americana no existe un continuum definido en
términos de modernidad y atraso, pero si como una interdependencia conflictiva, que
debe ser definida en su especificidad (Aricó, 1989:452)12.
b) Un segundo conjunto de argumentos, siguiendo las observaciones realizadas por
Matus (2004), centran la crítica en el modo cronológico de narrar la historia profesional,
como en la pretensión de caracterizar e interpretar todo un período a partir de una
determinación central o fundamental. Se interpela así a visiones historiográficas de la
profesión donde el movimiento de la historia emerge como una sucesión lineal, univoca y
ascendente, y donde se uniformiza todo un período a partir de alguna determinación,
reduciendo la complejidad del mismo. En este tipo de perspectiva caen aquellas lecturas
12
Eduardo Grüner, señala: “sólo la modernidad tiene que lograr el imposible de compatibilizar los
componentes en conflicto irresoluble de su fractura constitutiva; sólo la modernidad tiene que conciliar lo
inconciliable: el principio universal-abstracto de libertad con el hecho particular-concreto de la esclavitud; el
principio universal-abstracto de la igualdad con el hecho particular-concreto de la más injusta des-igualdad; el
principio universal-abstracto de la fraternidad con el hecho particular-concreto del genocidio. Y aún más
“concretamente”: todos esos principios universal-abstractos con otro principio particular-concreto: el del
carácter sagrado de la propiedad: también, claro está, y ante todo, la de… esclavos” (Grüner 2010:50)

6
que parten de caracterizar al Trabajo Social como conservador hasta el movimiento de
reconcetualización, de modo que invisibilizan la participación pública de los profesionales,
la cuestión de género en la profesión, el dialogo con perspectivas teóricas de la época13.
c) Crítica a la lectura sistematizada por Montaño (2000) acerca de las dos tesis –histórico
crítica y endogenista- del Trabajo Social latinoamericano, sobre esto Matus (2012)
expresa que este tipo de lectura constituye un dualismo totalizador que plantea una
dinámica histórica reducida a una polarización entre tendencia crítica y no crítica,
funcionando explicativamente como una totalidad cerrada14. De este modo se constituye
en un esencialismo performativo para reconstruir la historia pasada y presente de la
profesión en nuestro continente15. Entendemos que esta crítica se conjuga
coherentemente con la realizada por Faleiros (1983) cuando crítica lógicas de
comprensión de la historia profesional que partían de “modelos formales abstractos para
verificar luego como se aplican en la práctica del Trabajo Social” (Faleiros, 1983:12).

Tensiones y desafíos de las tradiciones.


Partiendo de reconocer que estas tradiciones, que se expresan en tendencias teórico
políticas, en su diferencia vienen consolidando la construcción disciplinar, dinamizando la
producción de conocimiento con el objetivo de desarrollar comprensiones complejas sobre
la realidad que habiliten a una Intervención fundada. En este sentido entendemos que
ambas son parte de lo que Cazzaniga (2007) denomina “visión arquitectónica sobre
Trabajo Social”. Ahora estas tradiciones se expresan en diferentes tendencias teóricas y
políticas que están presentes en la formación e instituciones de la profesión. Reconocer el
conflicto entre tendencias es potenciador de la construcción disciplinar, como de la

13
Profundizar en Matus et all. (2004.)
14
Esta autora nos plantea “¿desde dónde interpretar la historia en Trabajo Social?, sin duda ya no desde las
dos tesis clásicas para América latina, no desde la endógena ni desde la exógena, no desde los apóstoles y
tampoco desde los agentes de cambio, ¿Por qué? Porque esas tesis, al contrario de lo que se piensa, no son
antagónicas, sino que son funcionales la una a la otra, se convierten en un corpus naturalizado que nos indica
a los trabajadores sociales latinoamericanos lo que nosotros fuimos. Ambas, generan una suerte de
totalización histórica en una secuencia mítica, para ambas resulta conveniente pensar el Trabajo Social de
comienzos del siglo veinte como un resultado fatalmente conservador. Lo que se plantea, es que no es el
Trabajo Social latinoamericano el anti-moderno, sino que son anti-modernas las tesis con las cuales así lo han
interpretado, encasillándolo en una historia estructuralista que obstaculiza ver el pasado de otro modo”
(Matus, 2012: 8)
15
“Consecuentemente se podría sostener que el esencialismo presenta como características: una totalización
del Uno, rompiendo de esta forma la tensión con lo múltiple. Una lógica pre-argumentativa que demanda de la
adhesión de los sujetos. Un cierto principio metafísico que se presenta como ontología en cuanto existe una
especie de naturalización del ser. Una eximición del trabajo del concepto, en cuanto existe una aceptación
esencialista de algo como dado. Son estas características las que se observan en las historiografías clásicas
del Trabajo Social latinoamericano. En muchos autores en el tiempo de la reconceptualización y después se
muestra el claro pensamiento de reacción de un Trabajo Social crítico frente a otro Trabajo Social denominado
“tradicional”. En ambos casos se trata de una reducción simplificadora” (Matus 2012: 125)

7
formación de profesionales críticos, ya que esta implica que se conozcan las “lógicas de
construcción de las diferentes perspectivas epistemológicas y teóricas que circulan en la
disciplina” (Cazzniga, 2007: 61)16
El debate sobre los proyectos profesionales coloca en el centro del análisis la politicidad,
el conflicto para analizar la dinámica de la profesión en dos dimensiones: a) aprehender
las distintas tendencias, las diferentes voluntades colectivas que disputan hegemonía por
el sentido y los fundamentos de la formación y la intervención profesional, en un contexto
de pluralismo; y b) el sentido y/ o significado social de la intervención profesional, según
Iamamoto (1992), se juega en la dinámica de los condicionamientos que las
circunstancias sociales objetivas que confieren una dirección social predominante al
ejercicio profesional, pero que al mismo tiempo, la direccionalidad, también es producto
de la voluntad y acción de los agentes que la construyen colectivamente17.
Como expresamos estas tendencias encuentran puntos de tensión y diferenciación en el
abordaje de la política y la historiografía profesional. Ante estos temas queremos expresar
que la historiografía profesional que configura una herramienta constitutiva de la
profesión, expresando una pluralidad de discursos que pretenden miradas legítimas sobre
la constitución y el devenir profesional, brindando herramientas teóricas y lógicas de
reconstrucción de las prácticas. Esta tiene como desafío construir lecturas que sean un
punto fuga con la lógica binaria y esencializada en que se plantearon y persisten hasta
hoy algunas lecturas, como expresa Matus (2012). 18 Entendemos que un pensamiento
crítico en la profesión debe partir de reconocer que las lecturas sobre la historia pasada
y presente representan un “diálogo” activo, en “ambas direcciones” entre sujeto y objeto
de conocimiento. Diálogo, ya que el significado de los acontecimientos históricos no se
revela en sí mismos independientemente del procedimiento teórico. El tiempo histórico no

16
En este aspecto compartimos la perspectiva de Coutinho (1995) cuando expresa que el pluralismo en el
terreno del conocimiento no significa relativismo o eclecticismo, sino la “apertura para lo diferente, respeto por
la posición ajena, considerando que esta posición, al advertirnos sobre nuestros errores y límites, y al
brindarnos sugerencias, es necesaria para el proceso de desarrollo de nuestra posición y de, modo general,
de la ciencia” (Coutinho, 1995: 14)
17
Recordemos que el concepto de autonomía profesional que acuña Iamamoto (1984) expresa que la
profesión puede desarrollar autonomía relativa en la conducción de su intervención, no por ser una cualidad
innata, sino que su fundamento reside en comprender los conflictos y tensiones constitutivos de nuestras
intervenciones, saturadas de conflictos entre intereses contrapuestos. Al mismo tiempo reproducimos
mecanismos de dominación como estrategias contra hegemónica, esa es la tensión que abre la posibilidad de
construir autonomía relativa en la conducción de la intervención. La autonomía relativa aquí no es neutralidad
o prescindencia del conflicto sino la posibilidad de construir una estrategia que se coloque en el horizonte de
los sectores subalternos, que no anula el carácter contradictorio y conflictivo del ejercicio profesional.
18
Con claridad nuestra autora de se refiere con esta opinión a la perspectiva historiográfica que representa
Montaño (2000)

8
es un movimiento secuencial19, cada época histórica nos exige comprender cuáles son los
modos particulares en que los acontecimientos económicos, políticos, culturales se
relacionan dentro de determinados campos de posibilidad, o sea, conocer las “lógicas
particulares de proceso” dentro de un campo de fuerzas y posibilidades alternativas
(Thompson, 1981:117)20 Es necesario reconstruir la experiencia histórica evitando
construir discursos que reifican la historia es necesario adoptar perspectiva comprensiva
recupere el carácter activo del agente profesional sin caer en lecturas que sobre-
determinan el rol de la conciencia teórica en la construcción de las practicas, de
modo que terminan otorgando un poder de fuerza reveladora a la conciencia teórica
oscureciendo la “experiencia auténtica” (Harvey en Iamamoto, 2008:40)
Esta sobre-determinación de la conciencia teórica para comprender las prácticas sociales,
que da lugar a perspectivas teoricistas, es un tema central para una perspectiva crítica
que debe abordar el lugar que tiene lo político en la configuración de los procesos
sociales. Entendemos que lo político tiene centralidad en la configuración de la realidad,
recuperando a Gramsci (2008) quien otorga centralidad a lo político para analizar la
constitución de los procesos históricos, estableciendo como criterio de indagación para
comprender una situación histórica el análisis de las relaciones de fuerza. Así expresa que
la “realidad efectiva” es una “relación de fuerzas en continuo cambio de equilibrio”, de
fuerzas que histórica y particularmente protagonizan el conflicto en un período
determinado. Esta reflexión coloca el proceso de efectivización, de concreción de la
realidad atada al desarrollo de las relaciones de fuerza “realmente existentes y
operantes” en cada momento histórico (Gramsci, 2008:50).
En esta perspectiva la política es un momento constitutivo e inalienable de toda práctica
social, que no se considera como una región de lo social, sino como un momento
“resolutivo” (de efectivización de la realidad) como lugar donde se “sintetizan” los
diferentes fenómenos sociales (Argumedo, 1987:28). En esta concepción abarcativa, lo
político se configura en el “espacio de vertebración entre los factores económicos,
sociales, culturales, tecnológicos y militares alrededor del enfrentamiento de proyectos”;
expresando “la condensación de las distintas instancias del poder social; los intereses
económico sectoriales, los objetivos y valores fundamentales, la identidades sociales y
culturales que se mantienen como voluntades colectivas”, y a su vez expresa la “síntesis
19
Esa construcción de la historia, profesional en este caso, como movimiento secuencial la encontramos en la
periodización histórica que ensaya Parra (2002) a partir del concepto de proyecto profesional.
20
Sustentamos que la historia no tiene una teleología propia, esta se presenta “como un campo de
alternativas, como luchas de tendencias, cuyo desenlace no está asegurado, por ningún determinismo
económico (…) depende del resultado de la lucha de voluntades colectivas organizadas” (Coutinho, 1981:37).

9
de las contradicciones históricamente determinadas, que dan cuneta tanto de la pugna
entre intereses económico objetivos como de precisas pertenencias y aspiraciones
sociales y culturales que actúan como núcleos de unidad política, ideológica e histórica
para la construcción de un proyecto de sociedad inserto en el contexto internacional”
(Argumedo, 1993: 216).
En esta concepción de política implica situar los procesos y fenómenos en su historicidad
concreta, reconociendo la “autonomía relativa” de las distintas esferas de la actividad
social, como de las manifestaciones de poder que se expresan en ellas. De modo que los
“diferentes factores que intervienen en la conformación de lo político tienen una relevancia
cambiante para la definición de esa síntesis en los diferentes momentos históricos”, por
este motivo analizar las relaciones de fuerza supone aprehender “la combinación de las
principales instancias de poder que se expresan en una sociedad y en el escenario
internacional en una etapa histórica determinada, detentadas por uno u otro de los
grandes proyectos políticos enfrentados” (Argumedo, 1993: 217, 231).
El debate sobre lo político supone abordar la constitución de agentes colectivos que
construyen voluntades colectivas que actúan en las relaciones de fuerza sociales. En
nuestra perspectiva no pensamos los sujetos pre-constituido que portan proyectos de
emancipación, la categoría de hegemonía permite aprehender como se desarrolla en
condiciones históricas particulares “la constitución de los propios agentes sociales en su
procesos de devenir Estado, o sea fuerza hegemónica” (Aricó, 1985:13). De este modo
las clases sociales son “colectividades situadas culturalmente”, no una categoría censal,
de modo que estas (…), son realidades históricas definidas – más allá de los criterios
objetivos que pueden universalizar sus características – por particularidades nacionales”
(Portantiero, 1977:48) Pensar la constitución de los agentes sociales y su construcción
como actores colectivos implica abordar de modo articulado como operan en estas las
dimensiones nacionales, las identidades sociales, y la dimensión de clase (Argumedo,
1993)
“Las tradiciones (…) involucran una serie de sobre-determinaciones epistemológicas,
conceptuales, contextuales y éticos políticas. Howsbawn, planteará que no existe ejercicio
más enriquecedor de futuro que la reivindicación crítica de las tradiciones (…) si bien no
podemos elegir nuestras tradiciones, tenemos no solo el derecho sino el deber de
construir críticamente el cómo deseamos proseguirlas” (Matus, 2004: 6)

Bibliografía:

10
 ANDERSON, P.(1995) “Balanço do neoliberalismo”, in: Pós-Neoliberalismo. As políticas sociais e o
Estado democrático. Paz e Terra, São Paulo,
 ARGUMEDO, A. (1993) Los silencios y las voces en América Latina: notas sobre el pensamiento
nacional y popular. Ediciones del pensamiento nacional, Buenos Aires.
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