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El texto de Elias se posiciona como una biografía de Mozart en la que se da cuenta desde dos

perspectivas de los factores que llevaron al músico a su trágica y sola muerte. Por un lado, nos sitúa
en la mente de Mozart mediante lo que podemos vislumbrar uno de sus principales problemas: la
creencia en la falta de amor y reconocimiento social hacia su persona. Cuestión que deviene del
desamor de su amada Constanze, quien no veía en Mozart más que un músico talentoso, y por tanto
llegado el fin de su éxito llegaba el fin de su interés en él también. Sin embargo, a mi parecer el
desamor no fue el factor clave para comprender el desenlace de este artista, sino más bien el exilio
simbólico que tanto como músico, pero también como sujeto social experimentó, cuestión que Elias
describe desde una perspectiva más bien sociológica, poniendo énfasis en los hechos sociales que
caracterizaban la vida de Mozart.

En una sociedad en la que es un círculo sumamente reducido de personas quienes definen desde
cuál música debe ser valorada, hasta cómo debe hacerse la reverencia al saludar, creo, es fácil y
común encontrarse en el centro en un determinado momento, y en los márgenes en otro
consecutivo. Y es justamente esto lo que lleva a Mozart al fracaso no sólo en la dimensión artística
sino también en una más bien psicológica. En el margen Mozart era nadie, pues ser alguien era
sinónimo de pertenencia al pequeño círculo cortesano, de depender del gusto de este círculo en
tanto es este el que adjudica dignidad a su trabajo y también a su calidad de persona. Ante esto, no
parece sorprendente el final de Mozart, y contraria a nuestra tendencia contemporánea de
desechar la dependencia a otros, y el “mal sentir” por la no valoración del otro, puedo decir que hoy
en día hay cada vez más Mozart. El éxito reside casi en la misma proporción de talento o merito que
en la posibilidad de asentarse en los círculos de poder, que si bien hoy no obedecen a cortes
cortesanas funcionan con las mismas reglas. Y es excesivamente sorprendente que aquello que da
sentido a la vida de los sujetos, a saber, la realización de sus sueños este mediado por la posición
céntrica o marginal que ocupamos, cuestión que determina desde por quién podemos ser amados,
hasta la resonancia social de nuestras realizaciones.

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