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UAPA
Tema
Presentado Por:
12-5454
Asignatura:
Sociología
Facilitador(a)
Fecha
Introducción ----------------------------------------------------------------------3
Conclusión -----------------------------------------------------------------------16
Bibliografía -----------------------------------------------------------------------17
Introducción
Por alguna u otra razón, los haitianos han estado arribando a nuestro territorio.
Para bien o para mal están en él, ocupando nuestro espacio. A continuación se
presentan algunas causas por las cuales los haitianos han llegado a nuestro
país, y los efectos que esto causa, tanto al estado como a la población.
Problemática Entre Haití y República Dominicana
Hay países que se han unido en grandes bloques como la Unión Europea, que
tienen una constitución común, moneda común y políticas comunes, olvidaron
sus actas de nacimientos, para dar paso a una "Soberanía Global", debemos
advertir a la comunidad internacional que la República Dominicana es y será
soberana, libre e independiente.
Haití
Haití ocupa una tercera parte de la isla de Santo Domingo: un territorio de casi
28,000 kilómetros al cuadrado. En informe de la Organización de las Naciones
Unidas (ONU), publicado en 2007, a Haití le corresponde el Índice de
Desarrollo Humano más bajo de América: 0,529.
Lo que significa que la esperanza de vida de la gente es baja, que hay alto
nivel de analfabetismo y un bajo nivel de vida: en resumen, que la calidad de
vida es pésima.
Este es uno de los países más jóvenes del mundo: más de la mitad de la
población tiene menos de 21 años, la mitad mujeres. Hay 54,4% de la
población activa, o sea, la que quiere trabajar y legalmente puede hacerlo. De
ellos, está ocupado el 49,6%, y, de ese porcentaje que está trabajando, el 82%
es trabajador independiente. El 61% de la población está alfabetizada. El 1,1%
se graduó de la universidad. La tasa de fertilidad es de 4 niños por mujer. El
aumento de la tasa demográfica es de un 5% anual. Esos datos de 2003,
publicados en 2005, siguen ilustrando a la perfección el informe de la ONU.
República Dominicana y Haití son dos países pobres que comparten la misma
isla, separados por una frontera convencional de 382 kilómetros y un río, el
Masacre.
Se cuentan entre los países más pobres de América, si bien Haití supera a
República Dominicana. Se estima que es el país más pobre de América Latina
y el Caribe.
Cuadro 1. Creado por Félix Gerónimo, con los datos obtenidos de las fuentes
citadas.
Relaciones domínico-haitianas
Durante las décadas de 1960, 1970 y 1980, los Estados haitiano y dominicano
suscribieron acuerdos de contratación de braceros haitianos, a quienes se
transportaba a la República Dominicana en determinados períodos o zafras de
corte para que trabajaran y luego se los transportaba de vuelta a su país.
No todos los ciudadanos de Haití que cruzan hacia la parte Este de la isla son
pobres, no todos son ilegales y no todos andan en busca de trabajo poco
calificado y, por lo mismo, mal pagado.
A su vez la conflictividad opera en dos frentes. Uno es “el terreno”: los haitianos
presionan por cruzar y quedarse en territorio dominicano, lo que los hace
vulnerables ante los vigilantes de la frontera y otros encargados de hacer
cumplir las leyes de migración. A menudo son objeto de extorsión, maltratos,
deportaciones vejatorias y otros padecimientos.
Por su parte, los defensores de la soberanía del Estado dominicano niegan que
en la República Dominicana haya xenofobia y racismo. Dicen que tal
argumento forma parte de un plan “macabro” de un grupo de organizaciones y
países para dañar la imagen de la República Dominicana ante el mundo.
Advierten que la comunidad internacional, entiéndase Estados Unidos, Canadá
y Francia principalmente, tienen que hacerse cargo del “problema haitiano”,
esto es, ayudar económicamente a Haití para que cese la presión que los
nacionales haitianos ejercen sobre la frontera dominicana.
En estos dos grupos encontramos los dos argumentos básicos que orientan
una discusión mundial y actual que tiene ocupados a muchos Estados y a
muchas organizaciones: la soberanía del Estado versus los derechos de los
migrantes. Y en medio del fuego cruzado, más de los 191 millones de
migrantes que informa la Organización Internacional para las Migraciones
(OIM), es decir, el 3% de la población mundial, a razón de una por cada 35
personas, con una tasa de crecimiento anual de 2,9%. De ellos, 30 ó 40
millones son ilegales, esto es el 15 ó 20% de la totalidad de migrantes. Desde
ese punto de vista se entienden los reclamos que las organizaciones de
derechos humanos hacen sobre los límites de la autoridad del Estado. Desde
ese punto de vista también se entiende la apelación de los que defienden la
soberanía a la discrecionalidad del Estado para incorporar preocupaciones
sobre seguridad, limitaciones de recursos, etcétera, que le permiten ejercer
determinado control de admisión y expulsión de migrantes.
Por su lado, los defensores de la soberanía del Estado no hacen más que
refutar cada vez que una organización nacional o internacional de derechos
humanos informa de maltratos a los haitianos en la República Dominicana y
acusa al Estado de xenófobo y exige que asuma a los inmigrantes. Detrás de
ellos se esconde la irresponsabilidad de un Estado dominicano que no ha
querido asumir el problema de la migración haitiana en sus reales dimensiones.
Un Estado que hace tiempo debió diseñar una política de gestión migratoria
respetuosa de los derechos de los migrantes, pero firme, clara y coherente,
respaldada en el hecho imponente de su soberanía.
Aun cuando esa política migratoria no puede discriminar, es decir, que sus
destinatarios tienen que ser todos los inmigrantes, con independencia de su
nacionalidad, la realidad de la inmigración haitiana tiene un peso específico
determinante para el diseño y gestión de esa política. Y otro peso específico lo
constituyen las propias limitaciones del Estado.
Como preámbulo, una política migratoria tiene que formar parte de un plan
general de Estado, que considere otros elementos de política pública, entre
ellos la política laboral, la política de las relaciones exteriores y la política
demográfica.
Fundamento de esta política en una nación que dice ser un Estado de Derecho
es la legislación. En ella se concreta la política migratoria y en ellas se
fundamentan de antemano las medidas necesarias para dirigir la migración, lo
que implica los criterios de autorización de entrada, otorgamiento de residencia,
inspección fronteriza y respuesta a la entrada y estancia ilegal. Acompañan a
esta legislación los reglamentos que la hacen operativa y los procedimientos en
los que tiene que basarse la conducta de los funcionarios y empleados de
migración en el desempeño de sus funciones.
“Se reconoce –dice la Organización Internacional para las Migraciones- que los
Estados tienen la autoridad para decidir individualmente la forma en que
desean gestionar la migración relacionada con su propio territorio. Los Estados
tienen la responsabilidad primaria de sus propios ciudadanos y fijan los
términos para la admisión, residencia y remoción de extranjeros”, si bien ese
control no es completo, sino que tiene limitaciones, entre ellas la más
importante: el respeto a los derechos de los migrantes, sean quienes sean,
vengan de donde vengan e independiente de si son legales o ilegales.
Desde hace mucho tiempo que los haitianos han estado inmigrando a nuestro
territorio, aunque esta sea la fecha en que mayor repercusión haya hecho, ya
que, claro, es mayor y más fácil de notar.
Los haitianos han ido quedando y habitando, poco a poco, a nuestro territorio
pacíficamente, de forma que no han llamado la atención del Estado, de tal
manera que hagan algo al respecto.
"Estudios Sociales 7mo Curso", Rafael Antonio Gonzales. Disesa, 6ta edeción
1991