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El dios Vichama
Según la mitología inca, en la costa central del imperio incaico, en la que actualmente se
ubica la ciudad de Huacho, había un dios llamado Pachacámac o Pacha Kamaq (en
quechua: Soberano del mundo), considerado como el creador en las
culturas Lima, Chancay, Ychsma y Wari.
Uno de los dos mitos de Pachacámac es el del Dios Vichama. El dios Sol (Inti) concibió
con una mujer (criada por Pachacámac), un hijo a quien pusieron el nombre de Vichama,
semidios quien contribuiría en la creación y formación de la tierra. Su representación
histórica y mitológica ha sido considerada por las autoridades universitarias para ser
incluida en el logo de la Universidad.
Pachacámac, para que nadie se quejase de que no había alimentos y se volviese a pedir ayuda al
Sol, sembró los dientes del difunto y nació el maíz; sembró las costillas y los huesos y nacieron las
yucas. De la carne nacieron los pepinos, pacaes y demás frutos de los árboles. Desde entonces no
hubo hambre ni necesidad alguna. Al dios Pachacámac se le debió la fertilidad de la tierra, el
sustento y los dulces frutos. Sin embargo, a la madre no la aplacó ni consoló la abundancia. Cada
fruta era un testigo de su agravio y, cada día, le recordaba a su hijo. Clamó, pues, al Sol y pidió
castigo o remedio a sus desdichas. Bajó el sol, conmovido, hacia la mujer y le preguntó dónde
estaba la vid que había surgido del ombligo del hijo difunto. Al mostrársele, le dio vida, crio otro hijo
y se lo entregó diciéndole que lo envolviera. Le dijo que su nombre era Vichama. El niño creció
hermosísimo, bello y gallardo mancebo. A imitación de su padre quiso dar vueltas por el mundo y
ver lo criado en él.