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A lo largo de los siglos IV a IX, de acuerdo con lo que dicen los escritores sagrados
contemporáneos y los Concilios de Hispania, parece que el bautismo podía
realizarse en cualquier iglesia; se excavaba en ella un espacio para la piscina donde
se desarrollaba el bautismo de inmersión.
A ellas me voy a referir en este artículo, pues aunque ninguna alcance la categoría
de obra magistral, sino que todas demuestran una ejecución más bien rural, y no
comparable a las excelentes piezas de Palencia y Burgos, por ejemplo, son sin
embargo muy interesantes y vienen a indicarnos que ya en los siglos románicos no
existía en Castilla aldea, por pequeña que fuese, que no tuviese su propia pila,
siempre solemne, aun en iglesias de reducidísimas proporciones. Ellas nos prueban,
además, que la liturgia bautismal no había perdido su carácter nuclear -con la de la
Eucaristía- entre toda la variedad de ritos de la fe cristiana.
Todas las pilas estudiadas en Valderredible -que de hecho son continuación de las
del norte de Palencia- construyen su copa con arenisca o caliza, materiales
normales para todas las pilas españolas. Nuestras pilas vallinas es muy posible que
fuesen fabricadas en su mayor parte en el siglo XII, de acuerdo con la costumbre
muy general que debió implantarse en este siglo, porque es a finales del XII y en
los primeros años del XIII cuando los municipios castellanos adquieren especial
desarrollo y las parroquias rurales gozan de una mayor autonomía económica. En
siglos anteriores todavía se mantienen en nuestro valle las reminiscencias de las
piscinas o cubas paleocristianas excavadas en el suelo. En la iglesia rupestre de San
Miguel de Bricia (siglo IX), en el mismo Valderredible, se conserva una pequeña
piscina rectangular tallada en un departamento también rupestre al lado, pero
separado, de la iglesia.
Aunque el lugar en donde -en el templo- se colocaba la pila bautismal exenta ha
variado a través del tiempo (sobre todo en estos últimos años en que estas piezas
han sido más valoradas y puestas en evidencia, trasladándolas a sitios más
visibles: cerca del altar, en un brazo del crucero, etc), lo normal era encontrarlas
situadas en el sotocoro, a los pies de la iglesia, en un departamento diferenciado
que se solía cerrar con balaustres de madera. De todas formas no creemos que
este lugar haya sido siempre el elegido en principio para colocar la pieza, pues,
dado su reducido tamaño, extraña que la 'decoración escultórica de rica iconografía
de alguna de las pilas de provincias muy próximas se labrase para nunca ser
contemplada, por estar generalmente en remarcable oscuridad o tan pegada a la
pared que ésta impedía su normal visión.
En cuanto a la forma de nuestras pilas vallinas, siguen los tipos tradicionales que
pueden darse de acuerdo con las tres partes diferenciadas de este elemento
litúrgico: copa, fuste y basa. En cuanto a la primera, todas las pilas que conocemos
de Valderredible llevan boca circular. También es casi general en ellas la existencia
de fuste, elemento pétreo que une la copa y la basa y que casi siempre tiene forma
cilíndrica, más o menos variable en altura y disposición. En cuanto a la basa, ésta
es muy frecuente pero también existen pilas cuyo fuste apoya directamente en el
suelo. Las basas, como apuntamos, suelen ser simples discos cilíndricos de diversos
tamaños y alturas (Espinosa de Bricia, Quintanilla de An, Puente del Valle), aunque
también las hay cuadradas, como las de Cubillo de Ebro o Villamoñico. Otras veces
se tallan en forma de grandes basas de columnas, con su toro (Revelillas, Rebollar,
Navamuel) y en algunos casos la basa es troncónica más o menos alta (Ruijas,
Repudio), o con lengüetas (Campo de Ebro, Salcedo).
La pila de Salcedo es una buena pieza que lleva dos bandas de series e arcos de
medio punto, cruzados -que nada tienen que ver con las largas arcaduras derivadas
de una esquematización de las veneras- aunque pudieran, como éstas, simbolizar
el paso del bautizado a la vida eterna. En Salcedo una de estas series de arcos
ocupa el fuste, lugar que, a diferencia de la basa, no suele llevar decoración.
La pila de Montecillo tiene gran interés por sus claras
manifestaciones astrales. Han grabado en su copa el sol y
la luna, con sus rayos bien marcados, figuras que desde
antiguo estuvieron en simbólica relación con los
baptisterios, pues en el de Doura Europos (siglo III)
aparecen. En líneas generales, las pilas bautismales de
Valderredible, fechadas en su mayoría en los siglos
románicos -y que en los posteriores se imitan-, son un
conjunto de indudable interés histórico, litúrgico y artístico
que debe ser conservado con respeto, sacándolas de los
sitios inadecuados en donde algunos ejemplares todavía
se mantienen y devolviéndolas la prestancia que en el pasado tuvieron como
objetos sagrados que tenían la virtud de abrir al hombre, librándole del pecado
original, las puertas de su salvación.