Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
1 DUSELL, E. (1994). El encubrimiento del otro. Hacia el origen del mito de la modernidad. México. Ed. ABYA-
YALA.
Por esta razón surge y se contextualiza históricamente en las épocas de expansión colonial, (libros
de viajes, relatos con pretensión etnográfica; diarios, novelas, en fin, diversas manifestaciones de
“la narrativa de conquista”) que opera como una causa eficiente del colonialismo pero asimismo
como efecto del mismo. En tanto que sus propiedades textuales de sentido y expresión encubren la
ideología mediante la verosimilitud y estrategias de borramiento de las marcas de la subjetividad,
que aun implícita o con marcas gramaticales o léxicas atenuadas permea la totalidad de los textos;
esto es, los adapta lingüísticamente en relación con su objetivo ulterior. Por el contrario, la
alteridad, de acuerdo con Lévinas2, supone la elaboración de un vínculo insovalente de la
intersubetividad. De este modo, de la igualdad entre sujetos, de acuerdo con el filósofo francés,
surge la moralidad. Siguiendo la línea de pensamiento de Lévinas; el otro deja de ser otro; es sujeto
en tanto se lo perciba en condiciones de igualdad; dado que la diferencia cultural nunca se muestra
con tanta contundencia que justifique la negación del otro en tanto sujeto. Contrariamente, cuando
la enunciación de la otredad no sucede en términos de isovalencia, esto es, de paridad ontológica;
el sujeto que ya ni siquiera es un otro en los textos; se lo objetiva y desnaturaliza en función de su
sometimiento que paradójicamente se legitima en los discursos coloniales mediante su civilización,
es decir, su conversión en “sujeto”amparada en un universalismo cultural o religioso que disfraza su
particularismo cultural como “la civilización” o “la humanidad”; convirtiendo la sinécdoque en
totalidad, tópico de todos los discursos de dominación cuyo efecto inexorable en el otro es su
alienación esclavizada3. En este sentido, la literatura de tema inmigratorio prosigue el tópico de la
alteridad que se encuentra en los textos que dan origen a la tradición canónica latinoamericana. Es
decir, se incardinan en la lucha por articular un discurso que establezca un determinada retórica
verosímil de los otros. De este modo, la literatura latinoamericana presenta dos registros literarios
que tematizan la alteridad; en primer lugar, aquellos textos literarios escritos desde la perspectiva
del poder cuyo objetivo central es representar a los otros en términos de funcionalidad o
disfuncionalidad respecto a sus propios paradigmas conceptuales y finalidades sociales; de aquí la
tendencia, por ejemplo, a construir etopeyas que categorizan a grupos o individuos mediante un
intenso maniqueísmo que organiza los personajes de los textos literarios en relación a la pertenencia
o no pertenencia a la concepción axiológica del autor; verbigracia la novela romántica
latinoamericana: “Amalia” de José Mármol en el caso argentino. O por el contrario, en segundo
lugar, los textos que desde la marginalidad enuncian un discurso antagónico a la versión oficial y
reivindicativo de su propia experiencia histórica. Es decir, la enunciación literaria de su propia
subjetividad.
4 ABAD DE SANTILLÁN, DIEGO. (1930). El movimiento anarquista en la Argentina. Desde sus comienzos hasta
el año 1910. Buenos Aires. Argonauta.
Dirigidas por el coruñés Antonio Soto y el criollo José Font.. 56. Por otra parte, el desengaño de los
políticos y escritores de la denominada “Generación del 80” con la inmigración se debía no solo a
cuestiones raciales sino principalmente políticas, debido al ejercicio por parte de los obreros de su
conciencia de clase; practicada anteriormente en Europa. 7. El problema era nuevo para la élite de
una sociedad acostumbrada al quietismo social frente al paternalismo caciquil de una oligarquía
semifeudal que vio peligrar sus intereses a partir de dos procesos concomitantes: el auge urbano de
la gran capital y el establecimiento de un proletariado con un alto nivel de conciencia política y de
organización sindical. De esta manera, la tensión entre capital y trabajo daba al traste con las
consignas de aquellos pensadores del período anterior; la generación del 37, que cifraban en el
arribo de inmigrantes el acicate para el progreso económico y la incorporación del país al sistema
capitalista mundial. En efecto, pensadores como Alberdi o Sarmiento alentaban desde su
cosmovisión eurocéntrica la incorporación de inmigrantes europeos como sucedáneo de las clases
subalternas autóctonas; incapaces de ser incorporadas al proceso de civilización. Tanto Alberdi
como Sarmiento hubiesen acordado con las palabras de Héctor Murena en el siglo XX: quien
ejemplifica la alienación de la “intelligentsia” argentina en la escisión entre la imagen que devuelve
un espejo narcisista y la imagen de su contexto social situado en las antípodas: He aquí los
hechos: en un tiempo habitábamos en una tierra fecundada por el espíritu, que se llama Europa, y
de pronto, fuimos expulsados de ella, caímos en otra tierra, en una tierra en bruto, vacía de
espíritu, a la que dimos en llamar América.8 En la misma línea que recorre toda la producción
cultural argentina; un siglo atrás desde los parámetros del maniqueísmo civilización o barbarie
sarmientino, tanto Alberdi como Sarmiento habían reaccionado con virulencia y espanto a la
contracara americana de la imagen propia idealizada de Murena. Sarmiento en “El progreso” en
1844 escribe:¿Lograremos exterminar los indios?. Por los salvajes de América siento una
invencible repugnancia sin poderlo remediar. Esa canalla no son más que unos indios asquerosos
a quienes mandaría colgar ahora si reapareciesen. Lautaro y Caupolicán son unos indios piojosos,
porque así son todos. Incapaces de progreso, su exterminio es providencial y útil, sublime y
grande. Se los debe exterminar sin ni siquiera perdonar al pequeño, que tiene ya el odio instintivo
al hombre civilizado . Es menester recordar que la denigración sarmientina se produce sobre dos
personajes históricos; cuyos méritos guerreros han sido consignados en la única obra épica escrita
en América sobre las guerras entre españoles e indígenas durante el siglo XVI; nos referimos a “La
araucana” de Ercilla.
El encono sarmientino se mantuvo invariable pues 17 años después en carta a Mitre estampa: no
trate de economizar sangre de gauchos. Este es un abono que es preciso hacer útil al país. La
sangre es lo único que tienen de seres humanos. En tanto que Alberdi afirma: haced pasar el roto,
el gaucho, el cholo, unidad elemental de nuestras masas populares por todas las transformaciones
del mejor sistema de instrucción; en cien años no haréis de él un obrero inglés que trabaja,
consume, vive digna y confortablemente. 1011. Es interesante, en línea con el análisis de Samir Amin
establecer que la conciencia de la superioridad europea frente a otros pueblos como reproduce
Alberdi residía en el modo capitalista de organización de su sociedad.12
9 ERCILLA y ZUÑIGA, ALONSO DE. La araucana. Canto III. Madrid. Cátedra. P 68-69.
10 Bases y puntos de partida para la reorganización nacional. Capítulo XV. Pág. 90.
11 “Que la ineptitud como labrador y criador imputada al infiel fue un artilugio inventado para raparles sus tierras en
nombre de la cvilización y el crucifijo. Que el gaucho, (…) fue declarado vago de profesión para tapar el tabú a la
propiedad de la tierra que pesaba sobre él. LUIS FRANCO.(2002) La Pampa habla. Buenos Aires Ediciones de la
Biblioteca nacional. Pág 225.
12 SAMIR, AMIN. (1989). El eurocentrismo. Crítica de una ideología.México. Siglo XXI. Pág 39.
Por lo que, de acuerdo con este autor, la imposición del sistema capitalista a escala planetaria
produjo la necesidad del universalismo en dos campos, a saber; tanto en el plano del análisis
científico de los fenómenos sociales como en el diseño y consolidación de un proyecto social que
superara los condicionamientos históricos y retomara la idea del progreso social; articulado como
uno de los principales proyectos de la razón ilustrada y reactualizado en el siglo XIX por el
positivismo13. Ahora bien, tal universalismo gnoseológico pero asimismo político no excluye el
proyecto de una cultura nacional. Proyecto acusado en las naciones americanas cuyos procesos de
independencia de la metrópoli fueron acicateados por la zozobra metropolitana a causa de la
invasión del imperialismo napoleónico y que alcanzan el centenario de su libertad política en 1910
como es el caso de la Argentina. Si el país recibía un creciente número de inmigrantes desde
mediados del siglo XIX hasta el primer tercio del siglo XX producido por las disolución política de
los antiguas entidades imperiales y luego por la crónica pauperización de las clases proletarias
europeas, (revoluciones de 1820, 1830, 1848 y 1917) ya era palmaria la necesidad para las élites
argentinas de establecer un paradigma identitario; tal necesidad se solventó mediante dos prácticas;
la educativa a través de la ley 1420 y la literatura criollista. Ambas cimentaron un proceso de
homogeneización cultural que establecerá el relato de “la comunidad imaginada” que articula todo
nacionalismo de acuerdo con Benedict Anderson14. En este aspecto, será la figura del gaucho la que
se implementará como sinécdoque en la simbolización de aquella entidad abstracta de “lo nacional”.
Sin embargo, la canonización simbólica del gaucho no sucedió rápidamente. Históricamente, su
aparición en las crónicas data del siglo XVI; así como en la literatura de viajes o de residentes
extranjeros ,establecidos en el país, desde los albores hasta finales del siglo XIX 15. En todos los
casos, se alude a un trabajador rural de vida seminómade, encargado de las faenas pertinentes al
arreo y yerra del ganado.16. Para autores como Sarmiento y Alberdi; dada su idiosincrasia indómita
y su partidismo político por los caudillos de las provincias interiores en contra de Buenos Aires
constituirá un escollo para el proceso civilizador que será preciso erradicar. Sarmiento, por ejemplo,
en su “Facundo o civilización y barbarie en las pampas argentinas” (1845) homologa, en una
estrategia discursiva determinada pragmáticamente por los receptores de su texto, la barbarie
13. La civilización, que era en suma la Europa misma, era un título que se otorgaba a sí mismo el progreso europeo.
(…). Así , estas dos ideas de “civilización” y de “progreso” , que están asociadas muy estrechamente, no datan una y
otra más que de la segunda mitad del XVIII, es decir, de la época en que entre otras cosas, vio nacer el materialismo” en
GUENON, RENE (1924) Oriente y Occidente.
14 ANDERSON, BENEDICT (1993). Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y difusión del
nacionalismo. México. Fondo de Cultura económica.
15 Como por ejemplo Alfredo Ebelot, francés que reside en la Argentina publica el texto costumbrista“La Pampa.
Costumbres Argentinas, publicado en 1889 en la Revue des Deux Mondes en París, en 1889. Describe al gaucho de
la siguiente manera: “Cierto aire corajudo y sufrido,su resignación, su aguante, su valor son su principal mérito
plástico”. Pág 125.
16 RODRIGUEZ MOLAS, Ricardo E. (1982). Historia social del gaucho. Buenos Aires. Centro Editor de América
Latina.
gaucha con el bárbaro por antonomasia para la Europa de su tiempo, el turco; de esta manera,
Sarmiento articula textualmente la barbarie gaucha a través de su homologación con la barbarie
oriental. Por otra parte, la biografía del caudillo Facundo hiperboliza sus rasgos bárbaros y su
peligrosidad política puesto que Facundo disputa el poder a la élite civilizada y europea de Buenos
Aires. Un segundo hito en la consideración del devenir diacrónico de la figura del gaucho lo
constituye “El gaucho Martín Fierro” (1972) de José Hernández quien describe a su protagonista
desde una consideración empática como víctima de un gobierno que lo emplea como soldadesca
destinada a padecer lo indecible en la pelea en la frontera contra los indígenas. 17 Es indudable que la
calidad literaria del Martín Fierro, en su momento encomiado por Unamuno quien le dedicó un
profundo análisis dialectal y de géneros así como su difusión masiva en amplios círculos 18,
contribuyeron a fijar al gaucho en la memoria colectiva. La obra de Hernández es trascendente,
entre otros méritos; por operar una variación en la estilización literaria del gaucho, es decir, en las
características tópicas de la serie literaria a la que pertenece. En este aspecto, el gaucho de
Hernández produce una reversión; un doble del paradigma establecido en la construcción textual del
gaucho hasta su época. Que es a un tiempo reescritura e impugnación. Lo que para los autores
románticos es antipatía; en Hernández se convierte en empatía; la enunciación autoral de los
románticos se sitúa en un locus enunciativo exterior, descontextualiza al gaucho y lo interpreta
desde un horizonte cultural antagónico; interpretación que es en todos los casos denigratoria;
mientras que en Hernández se convierte en una comprensión casi laudatoria. Porque concibe al
gaucho en su contexto y para su contexto; en este sentido; el gaucho como signo solo puede jugar
un papel positivo interpretado en función del sistema social y cultural al que pertenece; esta es la
operación de exégesis que realiza Hernández; lo reconsidera porque lo supone un signo solo
intelegible en su propio medio; es el único modo posible de otorgarle una significación positiva. En
tanto que los románticos lo perciben en términos siempre negativos porque lo refieren a un sistema
social y cultural respecto del cual el gaucho es incompatible. Tal incompatibilidad es la que sella su
destino. De esta manera, este tipo vinculación siempre conducirá a una etopeya denigratoria; o en
una hiperbolización de su incompatibilidad en el discurso de la civilización. Hernández supera el
maniqueísmo explícito de la dicotomía sarmientina porque percibe la otra cara de la civilización;
esto es, la barbarie “civilizada”y sus consecuencias negativas sobre los gauchos. Hernández invierte
la polaridad y percibe sus contradicciones, sus matices para concluir impugnándolos. En definitiva,
17 “La situación del poblador de la campaña incorporado a las milicias de frontera como resultado de un crimen o de
la arbitrariedad política, o simplemente de la necesidad de hombres para la defensa de la frontera y los devastadores
efectos sobre el orden social rural, constituyen el argumento central de Martín Fierro” MÍGUEZ J. EDUARDO
(2005) El mundo de Martín Fierro. Buenos Aires. Eudeba.
18 Unamuno establece que: “(…) no hay en la República Argentina obra que haya gozado de mayor popularidad. En
diez años, desde 1872, en que apareció, hasta 1882, alcanzó cual ningún libro hispanoamericano, once ediciones
con un total de 58.000 ejemplares...” en ISAACSON, JOSÉ (1986) Martín Fierro Cien años de crítica. Buenos
Aires .Editorial Plus Ultra.
si para los autores románticos, (Mármol o Sarmiento) el gaucho constituía el paradigma de la
barbarie; el enemigo autóctono y atávico de la civilización; en Hernandez, constituye su víctima. A
continuación, a final del siglo, Eduardo Gutiérrez lo transformará en protagonista del folletin.“Juan
Moreira” (1880); profundizando los atributos de rebeldía, coraje e insumisión a la autoridad
presentes en la obra de Hernández que tanto agradaban a los lectores de su época. Las habilidades
folletinescas de Gutiérrez seducirán a un público masivo y contribuirá a hacer de la figura del
gaucho perseguido por la ley, un héroe popular cuyo éxito lo convirtió también en protagonista de
transposiciones teatrales19. En 1905 el escritor modernista Leopoldo Lugones publica “La Guerra
Gaucha” como homenaje a las tropas gauchas irregulares que hostigaron a los españoles en el
enfrentamiento bélico independentista entre 1815 y 1825. En términos textuales, Lugones estiliza el
gaucho mediante los parámetros de la estética modernista y constituye el primer autor que lo
vincula con un momento histórico trascendente para el concepto de nacionalidad: la independencia
política. Por otra parte, Lugones reforzará la caracterización heroica del gaucho en la serie de
conferencias realizadas en 1913 sobre el Martín Fierro reunidas bajo el título de “El payador”, obra
publicada en 1916, en la que esencializa la figura del gaucho. Ahora el gaucho es entendido no solo
como héroe sino como arquetipo vinculable a la clásico. Lo menta en el apartado “El hijo de la
pampa” del siguiente modo: “El gaucho fue el héroe y el civilizador de la Pampa.” 20 Borges mismo
consagra también como rasgo preponderante su valentía en su poema “El gaucho” en una
trayectoria textual circular ya que refiere su origen mítico, su transcurrir histórico para resolver su
figura en un final nuevamente mítico.
“Hijo de algún confín de la llanura
Abierta, elemental, casi secreta,
Tiraba el firme lazo que sujeta
Al firme toro de cerviz oscura.
19 El actor y productor teatral uruguayo José Podestá crea en 1886 inicia el teatro rioplatense con “Juan Moreira”
inspirándose en el personaje de Gutiérrez.
20 LUGONES, LEOPOLDO. (1916) El payador. Buenos Aires. Kraft. (Pág
Fue el matrero, el sargento y la partida.
Fue el que cruzó la heroica cordillera.
Fue soldado de Urquiza o de Rivera,
Lo mismo da. Fue el que mató a Laprida.
De este modo, la literatura gauchesca primero y la novelística nativista después, modulada por la
impronta lugoniana, proporcionaron a la nueva república, un héroe que funcionaba como relato
seminal; como mito fundador de la nacionalidad; un avatar de Eneas criollo; a partir del cual
elaborar una suerte de relato nacional. Sin embargo frente a sus precedentes clásicos; los héroes
plurales y culturales de los pueblos antiguos; se da la paradoja de que la etopeya del gaucho
consigna como su rasgo sobresaliente el individualismo y la resistencia a toda autoridad e
institución social constituida. Es decir en tanto que los héroes culturales clásicos a los que se lo
homologa son héroes fundantes de institucionalidad social; el gaucho evidencia un perfil ácrata;
antisocial y enemigo acérrimo de la institucional constituida por tanto nunca fundador ni propulsor
de la misma. Ahora bien, cuando Gerchunoff publica sus “Gauchos judíos” (1910), la serie literaria
lleva más de medio siglo de consolidación. Lejos están ahora los denuestos de Alberdi y Sarmiento.
Ahora el gaucho ahora es emblema nacional y hasta en términos dialectales se expresa esta
reconsideración positiva; así en la familia léxica “ser gaucho” ; significan ser una buena persona o
proclive a no negar favores; asi como “gauchada” es sinónimo de favor 21. Lo interesante en
Gerchunoff es su operación de apropiación del arquetipo nacional, operación realizada por un
escritor cuyos padres y él mismo son de origen inmigrante. Así sus cuentos revelan una voluntad
escritural de asimilamiento; demostrando literariamente la heterogeneidad constitutiva de la
identidad y elevando el sincretismo a paradigma literario. En efecto, Gerchunoff himbrica dos
identidades de dos pueblos denostados y perseguidos secularmente, el pueblo gaucho y el pueblo
judío; ambos se conjugan en una síntesis literaria que ejemplifica aquella máxima de Rimbaud en
sus “Cartas del vidente”: Je est un autre. En esta época: la historia usa modelos literarios y una de
las principales preocupaciones de la historiografía es la formación de la nación; la nación se
concibe en términos ideológicos e históricos del proyecto liberal y se imagina sobre todo, a través
de la literatura, a su vez, se vuelve tanto histórica (e historicista) como nacional o americanista
(Unzueta, 1993:13).22. La operación anterior se presenta ya desde el título de la colección de 25
cuentos costumbristas. El costumbrismo no solo se encuentra en el sentido de los textos, sino por
supuesto en las marcas genéricas que del subgénero conserva. Sus títulos por ejemplo: “Las bodas
de Camacho”, “Divorcio”, “El Boyero” o “Llegada de inmigrantes” persiguen la focalización de
estampas representativas de tipos y costumbres; pero con una innovación: el particular detenimiento
en la hibridación identitaria, es decir, la yuxtaposición de identidades y su síntesis resultante. Así
las anécdotas no solo refieren una especificidad individual; exhiben una vocación de totalidad que
refiere principalmente a la configuración de un proceso de integración social. Por otra parte,
presente ya desde el título mismo de la colección: en rigor, “Los gauchos judíos”; entendiendo por
tales desde su definición original, en el texto son pocos; más bien la mayoría de personajes son
agricultores, un médico, un rabino, etc que conviven con gauchos criollos. Así la voluntad de
asimilación ya se presenta en el sintagma que de título a la obra; sin embargo en esta voluntad de
asimilación al paradigma nacional se realiza a partir de la propia subjetividad no hay exclusiones.
De esta manera, el título puede interpretarse sintagmáticamente como sustantivo +adjetivo o
sustantivo + sustantivo, en ambos casos la ordenación sintagmática en su naturaleza
complementaria sustenta el mismo resultado semántico: una unidad bimembrada cuyos
significantes remiten a su vinculación que connotativamente refiere la asimilación a la cultura del
país de acogida sin perder la identidad primigenia de un nuevo colectivo. Ahora bien, la obra de
Gerchunoff es publicada en 1910, año de los fastos que celebran el aniversario del país. De acuerdo
con Claudio Maíz: La celebración centenarista forma parte de una política de la memoria, puesto
qu eel estado oligárquico promovió, con todos los medios a su alcance, los fastos del evento. La
celebración no destacaba los diversos sentidos con los que se concebía la nacionalidad,
AMIN, SAMIR (1989). El eurocentrismo crítica de una ideología. México. Siglo XXI.
ANDERSON, BENEDICT (1991). Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la
difusión del nacionalismo. México. Fondo de cultura Económica
BARTRA, ROGER (2014). El mito del salvaje. México. Fondo de cultura económica.
BELLINI, GUISEPPE (1997) Nueva historia de la literatura hispanoamericana. Madrid. Editorial
Castalia.
DUSSEL, ENRIQUE (1994) 1492 El encubrimiento del otro: hacia el origen del mito de la
modernidad. La Paz. Plural Editores.
EBELOT, ALFREDO (2001). La pampa. Costumbres argentinas. Buenos Aires. Alfaguara.
FRANCO, LUIS. (2008). La Pampa habla. Colección Los raros. Buenos Aires. Biblioteca Nacional.
GONZÁLEZ ECHEVERRÍA, ROBERTO. (2011). Mito y archivo. Una teoría de la narrativa
latoniamericana. Madrid. Fondo de cultura económica.
GERCHUNOFF, ALBERTO (2012). Los gauchos judíos. Buenos Aires. Agebe.
ISACCSON, JOSÉ (1986) Martín Fierro Cien años de crítica. Buenos Aires. Plus Ultra.
LUDMER, JOSEFINA (2012) . El género gauchesco. Un tratado sobre la patria. Buenos Aires.
Eterna Cadencia.
MAÍZ, CLAUDIO. (2000) La Argentina de fiesta. El discurso literario frente al Centenario. Un
punto de fuga. Cuyo. Anuario de Filosofía Argentina y Latinoamericana, N.º 17, p 105-106.
MÍGUEZ, EDUARDO. J (2005). El mundo de Martín Fierro. Buenos Aires. Eudeba.
ORTIZ GAMBETTA, EUGENIA (2012). Modelos de civilización en la novela de la Organización
Nacional.. La vida en las Pampas. Buenos Aires. Corregidor.
TUHIWAI SMITH, LINDA. (2015) A descolonizar las metodologías. Investigacón y pueblos
indígenas. Nafarroa. Txalaparta.
VAN DIJK, TEUM A. (2011). Ideología y discurso. Barcelona. Ariel Lingüística.
WENDLE, SARAH. El proyecto de la inmigración y la construcción de identidades en “Los
Gauchos judíos” de Alberto Gerchunoff. (2008) Universität zu Köln Romaniches Seminar. Leitung
WODAK, RUTH Y MEYER, MICHAEL. (2015). Métodos de análisis crítico del discurso.
Barcelona. Gedisa Editorial.