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FACULTAD DE CIENCIAS AGRARIAS

Escuela profesional Medicina Veterinaria

Asignatura: Farmacología Veterinaria I


Docente: MVZ. Mgsc. Berly Cahuascanco
Quispe
Discente: Cristóbal Severo Huamani Carrión
Código: 150612
Semestre: 2017-II
Año: 2017
Informe N° 5

MEDICAMENTOS QUE ACTÚAN EN EL APARATO CARDIOVASCULAR

Cristóbal S. Huamani Carrión1

1. INTRODUCCIÓN

Los mecanismos fisiológicos que intervienen en el control de la hemorragia se conocen como


fenómenos hemostáticos, que comprenden la respuesta de vasos sanguíneos, plaquetas y
factores plasmáticos, entre otros. Las fases de la hemostasia se pueden verse influidas por
diversos agentes inductores o inhibidores. La aplicación local de diferentes fármacos puede
ser de gran utilidad en la hemorragia capilar, siempre y cuando el proceso de coagulación
sea normal; aquellos son de poco valor si hay defectos en la hemostasia y la fibrinólisis. Uno
de los agentes inductores de la hemostasia es la adrenalina (Sumano & Ocampo, 2006). La
adrenalina es una catecolamina, un potente agonista de los receptores adrenérgicos 𝛼 y 𝛽;
ello explica la complejidad de sus acciones en los diferentes órganos. La afinidad de la
adrenalina por receptores 𝛽 es mayor que los 𝛼; de ahí que en dosis altas predominan los
efectos 𝛼, y en dosis bajas, los 𝛽. Así, la inyección subcutánea produce efectos 𝛽, mientras
que la inyección intravenosa rápida origina acciones 𝛼. En el corazón existen
fundamentalmente receptores 𝛽 1; éstos se encuentran en el miocardio, en las células
marcapasos y en los tejidos de conducción. La acción de la adrenalina sobre estos receptores
produce un incremento de la frecuencia cardíaca, de la velocidad de conducción y de la
fuerza de contracción. La sístole se hace más corta, y la contracción y la relajación del
miocardio es más rápido (Lorenzo, y otros, 2008). La adrenalina puede provocar hipotensión
y taquicardia significativa cuando se administra después del tratamientos previo con un
antagonista de los adrenorreceptores 𝛼 1 (Botana, Fabiana, & Jiménez, 2002). A la lidocaína
se usa en la práctica clínica como antiarrítmico y en perfusión intravenosa en ciertos grados
neurálgicos. La dosis máxima recomendada de lidocaína es de 300 mg sin adrenalina y de
500 mg con ella (Lorenzo, y otros, 2008).

En el presente informe se reúne, describe, compara y discute con las informaciones


existentes y los resultados de la práctica. Y cuyo objetivo de la práctica es evidenciar
experimentalmente la acción hipotensora de la adrenalina en el corazón.

2. REVISIÓN BIBLIOGRÁFICA

El sistema nervioso periférico regula gran cantidad de funciones corporales, como la


contracción de los músculos esqueléticos, liso y cardíaco y las función de las glándulas y de
diferentes vísceras. Muchos de los fármacos que actúan sobre el sistema nervioso periférico
lo hacen mimetizando o antagonizando los efectos de los neurotransmisores liberados por
las fibras autónomas a nivel ganglionar y en los órganos efectores o por las fibras somáticas.
El sistema nervioso autónomo (SNA) consta de dos grandes divisiones morfológicas y
funcionales, simpáticas y parasimpáticas. Un fármaco simpáticomimético induce respuestas
fisiológicas similares a las que se producen tras las estimulaciones de las fibras simpáticas
posganglionares dependiendo del órgano de que se trate y del subtipo de receptor
adrenérgico que domine en dicho órgano. Las catecolaminas (adrenalina, noradrenalina y

1
Estudiante de Farmacología Veterinaria I; Medicina Veterinaria Sede Canchis; UNSAAC
Sicuani; 02 de enero de 2018
crishuaHC@gmail.com
2
dopamina) secretadas por el sistema nervioso simpático o de la médula suprarrenal
participan en multitud de funciones, sobre todo en aquellos en que existe un compromiso
con la integridad del individuo (reacciones de lucha o huida). Los receptores adrenérgicos
se hallan en las membranas celulares donde actúan la adrenalina y la noradrenalina, tanto en
el sistema nervioso central (SNC) como en el sistema nervioso periférico. Si se considera
que son la diana de muchos fármacos de gran importancia terapeútica empleados en el
tratamiento de enfermedades cardiovasculares. Existen subtipos de receptores adrenérgicos:
𝛽, 𝛽 1 en el músculo cardíaco y 𝛽 2 en los bronquios; 𝛼 con potencias relativas de ciertos
agonistas y antagonistas. Los receptores del subtipo 𝛼 1 predominan en el SNC, aunque
también se encuentran en el sistema nervioso periférico. En el sistema nervioso periférico su
función es mediar la contracción y se encuentran en músculo liso tanto vascular como no
vascular. En el músculo liso vascular su localización es intrasináptica y funcionan en
respuesta a la liberación de neurotransmisores. Los receptores del subtipo 𝛼 2 se encuentran
tanto en el SNC como en el sistema nervioso periférico y, en ambos casos, su localización
es presináptica y postsináptica. Los receptores del subtipo 𝛽 1 son en su mayoría
postsinápticos. Se localizan principalmente en el corazón, pero también en las plaquetas, las
glándulas salivales y el aparato gastrointestinal. Su activación provoca un incremento de la
fuerza de contracción del corazón, relajación del tubo gastrointestinal excepto de los
esfínteres. Los receptores del subtipo 𝛽 2 son también, en su mayoría, postsinápticos. Se
localizan en diversos tejidos: vasos, bronquios, aparato gastrointestinal músculos
esqueléticos, hígado y mastocitos y su activación provoca vasodilatación, broncodilatación,
relajación del tubo gastrointestinal, glucogenólisis hepática, temblor muscular e inhibición
de la liberación de la histamina. El mecanismo de acción de origina un efecto determinado
en los diversos órganos y tejidos tras la unión de un fármaco simpáticomimético a su receptor
depende del subtipo de receptor involucrado. La activación de los receptores 𝜶1 produce la
estimulación de la enzima fosfolipasa C, que cataliza la transformación de fosfoinositol-4,5-
difosfato (PIP2) en inositol-1, 4,5-trifosfato (IP3) y diacilglicerol (DAG). Este último activará
a la proteincinasa C (PKC), mientras que el IP3 liberará Ca2+ de los depósitos intracelulares
produciéndose multitud de funciones en el organismo. La activación de los receptores 𝜶2
están mediadas por proteínas G1 (inhibidoras) que inhibirán el sistema adenililciclasa
responsable del paso de ATP a AMPc. Como consecuencia, disminuirá la concentración de
AMPc intracelular, produciéndose la inhibición de los canales de Ca2+ y la activación de
los de K+. Ello trae consigo una disminución en la liberación de neurotransmisores por las
terminaciones nerviosas. La activación de los receptores 𝜷 producen una estimulación del
sistema adenililciclasa mediada por proteínas G, estimuladoras. En los receptores 𝛽
presinápticas, su activación produce aumento en la liberación de neurotransmisores desde la
terminación nerviosa (Lorenzo, y otros, 2008; Flores, Armijo, & Media, 1997).

La adrenalina es la catecolamina prototipo y su equivalente farmacológico epinefrina se


utiliza en la práctica clínica para el tratamiento de diversos trastornos. La adrenalina in vivo
se libera en la médula adrenal e interviene en la regulación de procesos cardíacos, vasculares,
glandulares y metabólicos. Es más potente en los receptores adrenérgicos 𝛼1 y 𝛼2 que la
norepinefrina o la isoprenalina, pero tiene una potencia similar en los receptores 𝛽1. La
epinefrina se utiliza clínicamente como: 1) aditivo en las soluciones anestésicos locales para
prolongar la duración del efecto y reducir la toxicidad haciendo más lenta la absorción; 2)
tratamiento de reacciones alérgicas y broncoespasmos con peligro para la vida; 3)
reanimación cardiorespiratoria y; 4) en ocasiones en infusión continua para mejorar la
contractibilidad miocárdica. La epinefrina continúa siendo el fármaco de elección para ser
utilizado en la reanimación cardiorespiratoria (Botana, Fabiana, & Jiménez, 2002). Tanto el
corazón como los vasos poseen abundantes 𝛼 y 𝛽-adrenoreceptores. En general, los
receptores 𝛽 suelen ser más sensibles que los 𝛼, por lo que responden a dosis menores de
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fármacos, de ahí que las concentraciones pequeñas, como las que se consiguen en inyección
subcutánea, produzcan acciones predominantemente 𝛽, mientras que en inyección
intravenosa rápida provoque también intensas acciones 𝛼. En el corazón, la adrenalina
incrementa la frecuencia cardíaca sinusal, la velocidad de conducción y la fuerza de
contracción (acción 𝛽 1); la sístole es más corta, siendo más rápida la contracción y la
relajación del miocardio. La taquicardia sinusal se debe al aumento de la pendiente de
despolarización de la fase 4; aumenta también la velocidad de despolarización de la fase 0 y
acorta la duración del potencial de acción y el periodo refractario. La conducción AV es más
rápida. Este conjunto de efectos contribuye a incrementar el volumen minuto y la presión
sistólica y, simultáneamente, aumenta el consumo de O2 del miocardio. A dosis alta aumenta
la automaticidad en el tejido de conducción, por la despolarización espontánea de células no
sinusales en el sistema de excitación y conducción, dando origen a extrasístole y otras
arritmias cardíacas (acción 𝛽1). Produce vasodilatación de las arteriolas del área muscular,
de las coronarias de otros territorios (acción 𝛽2); como consecuencia, aumenta el flujo
sanguíneo y reduce la presión diastólica que, por mecanismo reflejo, origina taquicardia. La
activación excesiva y prolongada del miocardio resulta peligrosa, tanto por el incremento
inadecuado del consumo de O2 como por las microlesiones que pueden aparecer en los vasos
y en las miofibrillas (Flores, Armijo, & Media, 1997).

Los afectos cardiovasculares se deben a la estimulación de los receptores adrenérgicos 𝛼1,


𝛽1 y 𝛽2 dependiendo de la dosis. La epinefrina puede provocar hipotensión y taquicardia
significativa cuando se administra después del tratamiento previo con un antagonista de los
adrenorreceptores 𝛼1. Este efecto paradójico de la epinefrina se denomina inversión, y
constituye una preocupación clínica en pacientes veterinarios tratados con acepromazina, un
sedante inespecífico con actividad antagonista de los adrenorreceptores 𝛼1. Después del
bloqueo de la vasoconstricción mediada por los adrenorreceptores 𝛼1, la activación de
receptores adrenérgicos 𝛽2 producirá una vasodilatación sin oposición en el músculo
esquelético y otros lechos vasculares que provocará hipotensión. Sin embargo, el antagonista
de los adrenorreceptores 𝛼1 probablemente sea competitivo y el efecto observador sobre la
tensión arterial puede ser una función de momento de administración, de la dosis y de la vía
utilizada (Botana, Fabiana, & Jiménez, 2002). Debido a que actúan como vasoconstrictor a
concentraciones de 1:50 000 o 1:100 000, se administra combinada con anestésicos locales,
para retardar la absorción del anestésico y prolongar su efecto (Sumano & Ocampo, 2006).
En el corazón existen fundamentalmente receptores 𝛽1; éstos se encuentran en el miocardio,
en las células marcapasos y en los tejidos de conducción. Por lo que la acción de la
adrenalina, sobre estos receptores produce los efectos antes mencionados como el
incremento de la frecuencia cardíaca, de la velocidad de conducción y de la fuerza de
contracción y la relajación del miocardio más rápido. La taquicardia sinusal se debe al
aumento de la pendiente de despolarización de la fase 4. En dosis elevadas, la adrenalina
puede aumentar la automaticidad en el tejido de conductancia y provocar extrasístoles y otras
arritmias (Lorenzo, y otros, 2008).

Figura 1: Estructura química de adrenalina una catecolamina amina simpaticomimética


(Lorenzo, y otros, 2008)
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La lidocaína es un anestésico con un ace amida. Cuando se necesita producir anestesia
regional en miembros posteriores, puede lograrse administrando 10 ml/animal de lidocaína
al 2%. La lidocaína es el prototipo de los anestésicos locales derivados de amidas.
Posteriormente a su inyección en un territorio orgánico, se produce una lenta absorción y
distribución, que puede ser aún más lenta al asociarse a vasoconstricciones como la
epinefrina (Botana, Fabiana, & Jiménez, 2002). Produce una reducción de la conducción
contráctil en el miocardio, con bradicardia, y este efecto es dependiente de la dosis. Si la
concentración sanguínea es muy alta, habrá paro cardíaco. Este efecto puede deberse en parte
al aumento del flujo de iones K+ hacia el miocardio, inducido por la lidocaína, y al bloqueo
de la movilización de Na+ en el interior de la célula. Con la sobredosis se produce efectos
cardiovasculares (arritmia cardiaca, depresión cardiovascular, colapso cardiaco) y
neurológicos (cambios de comportamiento, excitación del SNC, convulsiones) y paro
respiratorio (Sumano & Ocampo, 2006). En la práctica clínica se usan como antiarritmico y
en perfusión intravenosa en ciertos grados neurálgicos. La dosis máxima recomendada de
lidocaína es de 300 mg sin adrenalina y de 500 mg son ella (Lorenzo, y otros, 2008).

Figura 2: Estructura química de lidocaína, anestésico local con enlace tipo amida (Lorenzo,
y otros, 2008).

3. MATERIALES Y MÉTODOS

3.1. Materiales

3.1.1. Materiales biológicos

- Un cobayo de 850 kg

3.1.2. Materiales de laboratorio

- 1 estuche de disección
- Dos agujas de 1.0 y 3.0 ml
- Algodón
- Solución de adrenalina al 1%
- Solución de lidocaína
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3.2. Métodos

Tabla 1: Pasos del procedimiento de la práctica

Paso 1: Descerebración del cuy:


administración de anestésicos local a nivel
de la caja torácica por vía subcutánea:
Anestina con concentración de Lidocaína
clorhidrato 4 ml a las 16:29 minutos.
Paso 2: Fijación de cobayo en la mesa de
trabajo (colocando en posición
dorsoventral).

Paso 3: Efectuamos la apertura de la caja


torácica con bisturí y luego presentamos el
corazón abriendo la caja.
Paso 4: Realizamos un primer control basal
de la frecuencia cardíaca, el tamaño del
corazón y la forma de movimiento. Medida
basal de la frecuencia cardíaca: 56
latidos/min.

Paso 5: Administramos adrenalina al 1%


0.5 ml (dosis menor) en el corazón. 1ml
contiene 1% de epinefrina, es decir:
1 ml → 100%
X → 1%........X = 0,1 ml de epinefrina.
Por densidad 0.1 ml≅ 0.1 mg
En 0.5 ml = 0.05 ml ≅ 0.05 mg
Paso 6: Realizamos un control posfármaco
después de 30 segundos, observamos,
compramos y explicamos las diferencias
con las medidas basales. Frecuencia
̅ = 60 latidos/min.
cardíaca 𝑿
Paso 7: Administramos lidocaína 0.5 ml
(sobre dosis) en el corazón.
Paso 8: Realizamos un control posfármaco
de lidocaína después de 30 segundos,
observamos, comparamos y explicamos las
diferencias con las medidas anteriores.
Frecuencia cardíaca 𝑿 ̅ = 46 latidos/min.

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4. RESULTADOS Y DISCUSIONES

4.1. Resultados

Tabla 2: Resultado de las observaciones de medida durante el experimento.


Medidas de la frecuencia cardíaca durante Medidas cualitativas del movimiento
el experimento. del corazón.
Medidas basales Contracción del corazón ligera apenas
visible (fisiológico) sin arritmias o
Fc: 56 latidos/minuto 16:35 horas movimientos irregulares.
Medidas posfármaco (adrenalina al 1% Contracción del corazón fuerte muy
0.5 ml ≅ 0.05mg de adrenalina en 850 g) visible y ligeramente rápido del anterior,
presenta arritmias.
Fc: 60 latidos/minuto 16:40 horas
Medidas posfármaco (Anestina con Las contracciones del corazón disminuyen
Lidocaína 0.5 ml) progresivamente (braquicardia). Llegando
un momento donde se produce paro
Fc: 46 latidos/minuto 16:45 horas cardíaco (16:47 horas)

4.2. Discusiones

En el experimento se observó claras diferencias de las acciones de los fármacos aplicados


en el corazón, y los resultados obtenidos se registraron en la tabla 2. Considerando las
medidas basales de la frecuencia cardiaca con las medidas posfármaco difieren en gran
medida. Fisiológicamente se observó 56 latidos por minuto de la frecuencia cardíaca, y
moderadas fuerzas de contracción, de donde deducimos que están en estado de salud. Tras
la administración de adrenalina la frecuencia cardíaca incrementa y más aún las fuerzas de
contracciones incrementan siendo muy visibles y produciéndose una taquicardia y ligeras
arritmias del corazón. Dichos datos se explican de acuerdo a la acción de adrenalina en los
receptores y su concentración administrada. De acuerdo a Lorenzo et al, (2008) y Flores et
al, (1997) el sistema nervioso simpático del sistema nervioso autónomo que pertenece al
SNP está constituido por receptores adrenérgicos que se hallan en membranas celulares
donde actúa la adrenalina, noradrenalina y dopamina. También son la diana de muchos
fármacos de importancia terapeútica empleados en tratamientos de enfermedades
cardiovasculares. Explican que los receptores adrenergicos están subdivididos en 𝛽 y 𝛼. En
el miocardio del corazón se encuentran mayormente los receptores 𝛽 que permiten una
mayor contracción del corazón. Señala Botana et al, (2002), la epinefrina equivalente de
adrenalina se usa un muchos aspectos relacionados al sistema cardiovascular como la
reanimación cardiorespiratoria, para mejorar las contracciones miocárdicas, en
broncoespasmos debido a que los 𝛼 y 𝛽-adrenorreceptores responden de manera diferente a
las concentraciones de adrenalina. Dado que existe predominantemente los receptores 𝛽 en
el miocardio del corazón, con la administración de la epinefrina a menor dosis causa una
mayor contracción del miocardio según Flores et al, (1997), elevándose la frecuencia
cardíaca de 56 latidos por minuto hasta 60 latidos por minuto y las fuerzas de contracción
son evidentes y elevadas causa que se produce por la interacción de epinefrina-receptor 𝛽 1
debido a la predominancia en el miocardio y característica de ser más sensible a menor dosis
de epinefrina. Sin embargo, en los vasos sanguíneos ésta produce una ligera vasodilatación
por la misma interacción con receptores 𝛽 debido a una administracion de dosis baja

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aproximadamente 0.05 mg en cuy de 850 g. También se debe tomarse en cuenta que los
receptores 𝛽 2 son sensibles en los vasos sanguíneos a epinefrina produciendo una
vasodilatación. Por lo tanto, la explicación de la acción hipotensora del sistema
cardiovascular (desminución de la presión) que se ha producido durante el experimento se
debe a las interacciones de epinefrina con los receptores 𝛽 sea en el miocardio o en los vasos
sanguíneos. Que dependen de una baja dosis de epinefrina para estimular a los receptores 𝛽.
El experimento con la administración de Lidocaina se hizo para la eutanasia de cuy.
Generalmente la lidocaína produce una reducción de la conducción contráctil en el
miocardio, causando bradicardía y este efecto es dependiente de la dosis, según Botana et
al, (2002). Por una administración de sobredosis de lidocaina en el corazón del cuy causó
una bradicardia disminuyendo la frecuencia cardíaca hasta 46 latidos/minuto en 1 minuto
aproximadamente, en tres minutos produció el paro cadíaco. Efecto que se debe por la
reducción contráctil del miocardio por aumento del flujo de iones K+ hacia el miocardio,
inducido por lidocaina y el bloqueo de la movilización de Na+ en el interior de la célula
(Sumano y Ocampo, 2006). Una sobredosis puede causar colapso cardiaco.

5. CONCLUSIONES

El aparato cardiovascular comprende el corazón y los vasos sanguíneos. Su funcionamiento


permite la llegada de nutrientes y oxígeno a las células del organismo animal, así como
también permite el transporte de dióxido de carbono y los elementos de desecho hacia los
órganos de excreción. Muchos medicamentos pueden modificar su acción del corazón y de
los vasos sanguíneos. Así la epinefrina produce en baja dosis la acción hipotensora en el
sistema cardiovascular y una dosis alta causa una acción hipertensora. La acción
hipontensora es causa de la interacción de la epinefrina con receptores 𝛽.

6. RECOMENDACIONES

No tengo ninguna recomendación de la práctica realizada, porque puedo apreciar una


evidente acción hipotensora de la adrenalina en el sistema cardiovascular del cobayo.

7. BIBLIOGRAFÍA

Botana, L., Fabiana, M., & Jiménez, T. (2002). Farmacología y terapéutica Veterinario .
España: McGRAW-Hill/interamericana.
Clark, M., Finkel, R., Rey, J., & Whalen, K. (2012). Farmacología . Barcelona-España:
Wolters Klawer.
Flores, J., Armijo, J., & Media, Á. (1997). Farmacología humana. Barcelona: MASSON
S.A.; 3ra edicion .
Lorenzo, P., Moreno, A., Lizasoain, I., Leza, J., Moro, M., & Portolés, A. (2008).
Velázquez Farmacología Básica y Clínica . Buenos Aires-Argentina: Editoríal
Médica Panamericana; 18 va edición .
Pérez, R. (2010). Farmacología Veterinaria. Chile: Universidad de Concepción .
Sumano, H., & Ocampo, L. (2006). Farmacología veterinaria . México: McGraw-Hill
Interamericana; tercera edición .

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