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Voces: SERVICIOS DE INTERNET - BUSCADORES DE INTERNET - RESPONSABILIDAD

CIVIL - PÁGINAS WEB - PROTECCIÓN DEL CONSUMIDOR

Título: Apuntes sobre la responsabilidad civil de los buscadores de contenidos en Internet.


Segunda parte

Autor: Bilvao Aranda, Facundo M.

Fecha: 22-mar-2011

Cita: MJ-DOC-5274-AR | MJD5274

Producto: STF,MJ

Sumario: I. De la atribución de responsabilidad. De los daños causados por la falta de


cumplimiento de una orden judicial. II. De la responsabilidad de los buscadores de Internet
por los contenidos de los sitios web que vinculan. III. De la libertad de expresión y sus
límites. IV. Del derecho al honor, a la protección del nombre y de la imagen y el derecho a la
intimidad del usuario de Internet. V. Del ámbito espacial de la lesión. VI. Del daño causado
por no cumplir con una orden judicial.

Por Facundo M. Bilvao Aranda (*)

I. DE LA ATRIBUCIÓN DE RESPONSABILIDAD. DE LOS DAÑOS CAUSADOS POR LA


FALTA DE CUMPLIMIENTO DE UNA ORDEN JUDICIAL

Se tratará aquí de determinar el grado de responsabilidad que les cabe a los buscadores de
Internet por el hecho dañoso que pueda sufrir un internauta. Pero ¿cuál será un hecho
dañoso?

Atento a los casos conocidos públicamente y a la propia experiencia que cada uno de nosotros
pueda llegar a tener del uso de esta magnífica herramienta tecnológica, el abanico de hechos
dañosos posibles son numerosos. Algunos de ellos, entre muchos otros, podrían ser: 1. que el
nombre o la imagen de un usuario aparezca, sin su previo consentimiento, en cualquier clase
de sitio web, inclusive -y con mayor grado de gravedad- en sitios de contenidos pornográficos,
de servicios de acompañantes o similares; 2. que un usuario de Internet reciba infundados
insultos en la web o se lo acuse de la comisión de delitos; 3. que en algún sitio se ventilen o
reproduzcan datos personales (sensibles o no) o se publiquen hechos acaecidos hace mucho
tiempo atrás que potencialmente avergüencen a un usuario o le puedan causar
razonablemente severos problemas en su vida cotidiana o en su ámbito laboral.
En base a ello, una eventual petición judicial tenderá a que se elimine el nombre o la imagen
de un usuario determinado de los resultados de las búsquedas que arrojan los buscadores en
la medida que estos dirijan a sitios o portales con connotaciones sexuales, agraviantes o
vergonzantes. Se intentará así evitar que se ligue el nombre de una determinada persona con
determinados sitios web de contenido injuriante o lesivo.

En el caso en análisis, ante la falta de una legislación específica en la materia, para analizar
jurídicamente la cuestión deberemos adentrarnos en el sistema de determinación de la culpa
que establece el Código Civil. Este, en los arts.512 y 902, adopta el régimen de la culpa en
concreto, en razón de la cual, la imputación de una conducta reprochable deberá ser el
resultado de una comparación entre lo obrado por el autor del hecho y lo que habría debido
obrar para actuar correctamente, teniendo en cuenta la naturaleza de la obligación, las
circunstancias de tiempo y lugar así como la prudencia y el conocimiento de las cosas que
hacían a su condición de vehículo o cosa productora o fuente de riesgo (CNCiv, sumarios
2435, 3097, 1699, 1774, 1955, 5655, 5031, 5032, 4154, 99, etc.) (1).

Al definir el concepto de culpa, el Código Civil se refiere a la omisión de diligencias. La Real


Academia Española define a la diligencia: "cuidado y actividad en ejecutar una cosa". Son
sinónimos de "diligencia": cuidado, atención, esmero. En el actuar culposo hay un actuar
desatento, no cuidado, imprudente. Dicen Pedro N. Cazeaux y Félix Trigo Represas que

"[se debe entender] la culpa en el sentido de negligencia, descuido, imprudencia, falta de


precaución, cometidos sin intención. En la culpa así entendida no existe el propósito deliberado
de incumplir. No se cumple simplemente por imprecisión, por no haber tenido el cuidado de
adoptar las medidas necesarias" (Derecho de las obligaciones, La Plata, 1975, t. I, p. 260) (2).

La pregunta será ahora: ¿a quién se deberá demandar? ¿A los buscadores o a los


administradores de cada uno de los sitios en los que el nombre o la imagen de la persona
aparezca? En su caso, ¿cuál será el hecho dañoso achacable a los buscadores?

La respuesta correcta será que se puede demandar a ambos o a cada uno de ellos de manera
indistinta e independiente. Pero el grave problema con el que se enfrentará el usuario es que,
en muchas oportunidades, no se podrá localizar al administrador de los sitios en cuestión por
situarse en un país distinto o, directamente, por no estar registrado su dominio con datos
actuales o reales.Además muchas veces nos podremos enfrentar a contenidos que surgen de
blogs cuyos creadores o administradores viven en un total y absoluto anonimato.

Frente a este tipo de situaciones que verdaderamente pondrán cortapisas a una rápida tutela,
claramente los buscadores de resultados en Internet aparecen como la alternativa más efectiva
para el usuario agredido. A pesar de no ser los buscadores de Internet los responsables de los
contenidos -cuestión que entendemos clara y que no merece ningún tipo de dudas a pesar de
que largo se ha debatido al respecto-, sobre ellos existe la concreta posibilidad de eliminar el
acceso a tales contenidos o, cuanto menos, a dejar de facilitarlo al común de los usuarios de
Internet. Repárese nada más que, en muchos casos y en la gran mayoría de las situaciones
dañosas como las que describimos anteriormente, estamos en presencia de sitios web poco
conocidos y de difícil o casi imposible acceso sin la "ayuda" brindada por los buscadores.
Actualmente nadie puede saber con exactitud la cantidad de sitios web, blogs o portales que
existen ni a cuál de ellos deberíamos ingresar para controlar si existen allí imágenes o
contenidos agraviantes. En cambio ingresando nuestro nombre en el campo de búsqueda de
cualquier buscador posiblemente sí encontremos esos sitios y esos contenidos.
La tecnología con que cuentan los buscadores basta para afirmar que a partir de la notificación
de la denuncia efectuada por cualquier usuario -ya sea mediante una carta documento o,
directamente, mediante la notificación de una acción judicial tuitiva-, los empresarios de
motores de búsqueda se encontrarán en condiciones técnicas de efectuar el control y la
selección de los contenidos para evitar de este modo que los resultados injuriantes continúen
apareciendo en sus listas, resultando improbable que ello afecte el sistema de un buscador y/o
el acceso a contenidos de Internet por parte de los usuarios.Siguiendo a Vaninetti y Vaninetti,
(3) diremos que los buscadores de Internet constituyen una herramienta que posibilitan al
usuario encontrar un documento dentro de los disponibles en Internet, que contenga una
determinada palabra o frase prefijada, objeto de esa búsqueda iniciada. Frente a este complejo
cuadro de situación, podríamos afirmar que los buscadores se encuentran ante una doble
espada de Damocles: por un lado, al no trabar el acceso a determinados sitios en donde se
agravian a terceras personas con contenidos ilícitos se exponen a sufrir acciones judiciales por
reparación de daños y perjuicios, porque estarían, supuestamente, facilitando con su accionar
el hallar este tipo de contenidos; por otro lado, obrando de la manera contraria, es decir,
ejerciendo un riguroso control sobre los contenidos, determinando qué sitios bloquear en su
acceso y cuáles no siguiendo sus propios y subjetivos parámetros, también se expondrían a
padecer demandas judiciales, esta vez por parte de los titulares de esos sitios, cuando los
mismos acreditaran posteriormente ante las autoridades judiciales competentes que sus
contenidos no eran ilícitos ni lesionaban bienes o derechos de las personas, generándoles así
un daño susceptible de reparación por el accionar de los buscadores.

Distinta sería la situación, señala esta corriente doctrinaria, cuando las empresas que son
prestatarias de un servicio de intermediación en la red tuvieran conocimiento efectivo de que la
información existente es ilícita, o lesiona bienes o derechos, por ejemplo, cuando son
notificados por la autoridad competente que así lo ha determinado, mediando una resolución
judicial que lo indique, y no actúen con la diligencia necesaria para retirar los datos, o bien,
hacer imposible el acceso a ellos (caso de los buscadores, por ejemplo). Los autores sostienen
que, en estas situaciones, llegado el caso, sí cabría la posibilidad de endilgársele cierto grado
de responsabilidad frente a los daños ocasionados, juntamente con lo que deberán responder
a la par en este supuesto, sin dudas, los titulares de las páginas generadoras del evento
dañoso. Permítasenos compartir esta conclusión.Si los buscadores de contenidos en Internet
no bloquean ni impiden de modo absoluto la existencia de contenidos nocivos o ilegales
perjudiciales a los derechos personalísimos de un usuario a pesar de habérseles notificado tal
situación mediante una carta documento, por ejemplo, o luego de serles notificada una orden
judicial que así lo disponía, dejarán, a partir del preciso momento de la toma de conocimiento,
de tener una conducta libre de reproches, siendo desde allí en adelante responsables por los
mayores daños que su reticente actitud genere.

Entiéndase que si bien los buscadores de contenidos en Internet no son, en esos supuestos,
los autores del hecho dañoso, por su propia actividad potencian los efectos lesivos y del
mismo, ya que sin su intervención el acceso de cualquier internauta a ellos sería
sensiblemente inferior. Por ello, luego de anoticiadas de la existencia de cierto contenido lesivo
a los derechos de uno de sus usuarios y -con más razón- luego de habérseles notificado una
orden judicial que mandaba a eliminar todo enlace con los mismos, la responsabilidad por los
daños generados por tales hechos les será enteramente atribuible. Allí entonces, en ese
estadio, ellos mismos generarán los "nuevos" hechos dañosos por los que sí deberán
responder.
Es más: los propios buscadores prevén en sus bases y condiciones de uso de sus servicios
que están en condiciones de remover cualquier tipo de contenido. Así, véase por ejemplo el
punto 8.3. de las Condiciones del servicio de Google, en donde se señala que Google se
reserva el derecho, aunque ello no constituye una obligación, de seleccionar anticipadamente,
revisar, marcar, filtrar, modificar, rechazar o eliminar parcial o íntegramente el contenido
disponible a través de los servicios. También, adviértase lo dispuesto en el 3º párrafo del punto
6 de las Condiciones del servicio de Yahoo!, en donde se reconoce que Yahoo! puede o no
preseleccionar el contenido, pero Yahoo!y aquellos por él designados tienen el derecho, pero
no la obligación, a su plena discreción de preseleccionar, rechazar o remover cualquier
contenido que esté disponible por medio del servicio. Sin limitación de lo anterior, Yahoo! y sus
designados tendrán el derecho de remover cualquier contenido que viole los CDS o sea de
cualquier otra forma cuestionable. Es decir que Yahoo! Argentina se guarda el derecho a elegir
los sitios que incluye en su directorio (4).

Esto equivale a decir que, si fuere de su voluntad, los buscadores podrían remover cualquier
tipo de contenido de sus portales. Pero, lamentablemente, muchas veces no lo hacen (5). ¿Por
qué? No lo sabemos. Pero lo que sí sabemos es que si los buscadores estuvieron siempre en
condiciones de acatar la orden judicial y no obstante ello no la acataron, serán entonces
responsables por los mayores daños ocasionados. Esto se suma a que, al no hacerlo, los
buscadores violan también sus propias bases y condiciones del servicio a las que se obligaron
a someterse. Es decir, que los buscadores en estas circunstancias además incumplen con sus
obligaciones contractuales, y si esta violación al contrato genera un daño, deberán entonces
resarcirlo.

II. DE LA RESPONSABILIDAD DE LOS BUSCADORES DE INTERNET POR LOS


CONTENIDOS DE LOS SITIOS WEB QUE VINCULAN

Echando luz sobre este particular, ya en el expte. 99.613/06, en autos caratulados "Rodríguez
María Belén c/Google Inc. s/ daños y perjuicios", que tramitara ante el Juzgado Nacional de
Primera Instancia en lo Civil Nº 95 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la señora jueza
Dra. Nora González de Rosello destacó -con citas de J. Massaguer y Pablo Wegbrait- que,
como aspectos más sobresalientes de la sociedad de la información, Internet cuenta con
diversos actores proveedores de utilidades, cuyo concepto es preciso discernir para conocer y
determinar la función que les cabe a los sujetos demandados.Se los ha juzgado como:

"(i) Proveedores de acceso (quienes ofrecen servicios de conexión a Internet, (ii) proveedores
de emplazamiento (lo que se conoce como 'hosting'. Estos almacenan contenidos para su
utilización por los usuarios), (iii) operadores de foros (bulletin boards, news groups y chat
rooms, quienes ofrecen un espacio público para el intercambio de mensajes, contenidos e
información) y (iv) proveedores de herramientas de búsqueda (acceso a base de datos en la
que se encuentran las direcciones de Internet identificadas por ciertos programas de
búsqueda)".

Está claro, señaló la jueza González de Rossello, que Google Inc. y Yahoo! de Argentina
S.R.L. son buscadores o "robots" que recorren constantemente con programas informáticos
las páginas web que existen en Internet accediendo a su contenido. De este repaso extraen
una clasificación que les permite luego individualizar cuáles sitios web contienen información o
prestan servicios vinculados con la palabra clave utilizada como argumento de búsqueda.
También el sistema realiza una reproducción de archivos que almacena. Esta versión "caché",
se utiliza para juzgar la adecuación de las páginas respecto de las consultas de los usuarios y
proveer una copia de "back up" a la cual se puede llegar con más celeridad.

En este antecedente, y en el marco establecido por los lineamientos precedentes, al hallarse


en juego un conflicto entre los derechos constitucionales de libertad de expresión y a la
intimidad, la Dra. González de Rosello examinó la responsabilidad imputada de Google Inc. y
Yahoo! de Argentina S.R.L. sobre la base de jurisprudencia comparada, principios
constitucionales y normas del Código Civil de acuerdo al principio genérico de no dañar
(alterum non laedere) consagrado en el art. 19 de la Constitución Nacional.No se trata, señaló,
de interpretar cuál de esos derechos especialmente protegidos cuenta con mayor jerarquía,
postergando uno en pos del otro, sino de armonizar su plena vigencia y establecer de acuerdo
al caso concreto examinado si el ejercicio del derecho a la libre expresión ha sido regular y no
ha generado el perjuicio moral y material especialmente resguardado conforme se desprende
con meridiana claridad del precitado art. 19, primera parte de la Constitución Nacional (6).

Además, citó a la Corte Suprema de Justicia de la Nación, señalando que reiteradamente esta
ha establecido que todos los derechos que la Constitución reconoce son relativos,
encontrándose sometidos a las leyes que reglamenten su ejercicio y a los límites que les
impone la coexistencia con otros derechos. Así, sostuvo, cabe poner de resalto que en el
precedente "Ponzetti de Balbín c/ Editorial Atlántida", la Corte Suprema tuvo oportunidad de
establecer el alcance que cabe dar al derecho de privacidad, al señalar que

"comprende no solo la esfera doméstica, al círculo familiar y de amistad, sino otros aspectos
de la personalidad espiritual o física de las personas tales como la integridad corporal o la
imagen".

Y destacó que nadie puede inmiscuirse en la vida privada de una persona ni violar áreas de su
actividad no destinadas a ser difundidas, sin su consentimiento o el de sus familiares
autorizados para ello y, salvo que medie un interés superior en resguardo de la libertad de los
otros, la defensa de la sociedad, las buenas costumbres o la persecución de un crimen.

En su sentencia, la señora jueza González de Rosello destacó que son elementos del deber de
responder civilmente: 1. la existencia de un daño, 2. de una conducta antijurídica, 3. de
relación de causalidad entre el hecho y el daño y 4. de un factor de imputación subjetivo o de
atribución objetivo de responsabilidad.Debe existir un nexo de causalidad adecuada -conforme
el sistema adoptado por nuestro Código Civil- entre el acto lesivo que se imputa al presunto
responsable y el perjuicio causado. En cuanto al daño causado, este puede ser de índole
moral, tal la herida en los sentimientos, la tristeza, la angustia, las molestias, etcétera (art.
1078 CCiv) o bien material (art. 1068 CCiv).

Así las cosas, considerando que no es suficiente la mera comprobación de que ha existido una
intromisión en la intimidad de una persona, para concluir en que la conducta debe merecer el
reproche del derecho, es menester indagar si el comportamiento de la parte demandada reviste
el carácter de ilegítimo para el derecho, lo cual induce a preguntarnos sobre la existencia de
antijuridicidad en el acto, señaló González de Rossello.

El fallo en análisis resaltó que si bien no existen en nuestro ordenamiento positivo


disposiciones especiales sobre la responsabilidad de los ISP, sí existen proyectos legislativos
como el Anteproyecto S-0209/09 (7). La jueza, en coincidencia con un sector de la doctrina,
consideró que las normas sobre obligaciones extracontractuales previstas en el Código Civil
resultan acertadas para examinar la conducta de las empresas demandadas. Destacó, con cita
de doctrina en la materia, que

"el buscador de Internet no genera, modifica ni selecciona contenidos; lejos está de la figura de
'editor', por lo que las empresas solo podrán ser responsables, en la medida en que se
demuestre que hubo un obrar culposo de su parte (art. 1109 CCiv) (Fernández Delpech,
Horacio, Internet. Su problemática jurídica, Lexis Nexis, 2004, p. 209 y ss; Frene, Lisandro, ob.
cit.; Lorenzetti, Ricardo L., ob. cit, págs. 285 y ss.)".

De tal suerte, señaló que con anterioridad al reclamo del afectado solicitando el bloqueo del
contenido que lo agravia disponible en Internet, ninguna negligencia existe de parte de los
"buscadores web", por lo que no cabe adjudicarles culpa por el contenido
cuestionado.Contrariamente, señaló en su fallo, a partir de tomar conocimiento de que
contenidos de determinados sitios de Internet infringen los derechos de un sujeto y este
requiere al buscador la eliminación o el bloqueo de tales páginas -no antes- de verificarse la
conducta culpable de la parte demandada, ella habrá de engendrar la obligación de reparar el
daño causado por violación del principio ya referido del alterum non laedere, que el Código Civil
prevé en el art. 1109.

La Jueza Nora González de Rossello, finalizó diciendo

"No se diga que esta conclusión vulnera la garantía constitucional que ampara la libertad de
expresión del servicio de Internet prevista a través del Decreto 1279/97 y de la Ley 26.032,
pues como ha dicho la Corte Suprema en un importante precedente aplicable analógicamente:
'. la función primordial que en toda sociedad moderna cumple el periodismo supone que ha de
actuar con la más amplia libertad, pero el ejercicio del derecho de informar no puede
extenderse en detrimento de la necesaria armonía con los restantes derechos constitucionales,
entre los cuales se encuentran el de la integridad moral y el honor de las personas (art. 14 y 33
de la Constitución Nacional)' (causa Campillay, Julio C. c. Diario La Razón y otros, Fallos
308:789 y La Ley 1986-C-406)".

A la luz de estas consideraciones, queda claro entonces que en los buscadores de Internet es
posible realizar una búsqueda que evite que en los resultados aparezca determinada palabra.
De hecho, ya en el fallo de primera instancia del antecedente "Da Cunha Virginia c/Yahoo de
Argentina S.R.L.s/ daños y perjuicios", se sostuvo que ese procedimiento podría ser
configurado a fin de evitar que cierta palabra aparezca vinculada con otras en determinados
tipos de búsquedas o cualquier búsqueda; es pues técnicamente factible adecuar la búsqueda
de la información que se está en condiciones de brindar, evitando determinadas palabras. La
Sra. jueza Virginia Simari destacó en aquel antecedente que es posible establecer filtros
estáticos que no permitan indexar sitios que vinculen a determinadas palabras con contenidos
pornográficos, eróticos o sexuales y establecer otros que no permitan i ndexar imágenes de
determinadas personas. Ello tendría una precisión que estaría dada por la de aquella con la
que se definan los filtros. El control y la selección de contenidos no pueden afectar el
funcionamiento de un buscador y/o el acceso a contenidos en Internet por parte de los
usuarios.

Así pues, afirmó que el buscador al contribuir al acceso a los sitios de Internet se encuentra en
las mejores condiciones técnicas para prevenir la eventual generación de daño y de allí surge
el perfil de los buscadores como responsables de su actividad facilitadora del acceso a sitios.
Luego, en esos mismos autos en el fallo de alzada, en su voto, la Dra. Barbieri resolvió que la
protección material del ámbito de la privacidad resulta uno de los mayores valores del respeto a
la dignidad de la persona y un rasgo diferencial entre el Estado de derecho democrático y las
formas políticas autoritarias y totalitarias (CSJN, "P. de B., I. c. Editorial Atlántida S.A.", voto
del Dr. Petracchi); y que la reserva como bien jurídico protegido es "la cobertura espiritual,
envoltura o disfraz que envuelve y protege cierto sector de la vida de toda persona, cerrándolo,
no descubriéndolo, guardándolo con exclusividad, apartando injerencias, intromisiones y
fiscalizaciones. La vida privada protegida por el art.1071 bis es el conjunto de datos, hechos o
situaciones reales, desconocidos por la comunidad y reservados al conocimiento bien del
sujeto mismo, bien de un grupo reducido de personas (Código Civil, Bueres-Highton, Tomo 3-
A, pág. 130 y sus notas)" (8).

Interpretando que la actora ninguna relación contractual tiene con las demandadas, señaló que
la responsabilidad de estos en su caso se valoraría de conformidad con las normas que rigen
la responsabilidad extracontractual y dentro de estas directrices, bien podemos recurrir a la
responsabilidad objetiva que emerge del art. 1113 del Código Civil, en tanto consideró que la
actividad que despliegan las accionadas encuadra en la teoría del riesgo creado (segundo párr.
segunda parte del artículo citado) o bien se trate de una responsabilidad subjetiva, entrando
entonces en juego las disposiciones contenidas en los arts. 512 y 1109 de la ley sustantiva (9).

Si bien en este aspecto no compartimos la interpretación de la Dra. Barbieri, por entender que
entre las partes sí existe un vínculo contractual, adherimos a la solución legal a la que echa
manos, esto es, a la atribución de responsabilidad a los buscadores a la luz de las
disposiciones de los artículos 512, 1109 y 1113 del Código Civil.

Además recordemos que la sentencia de grado en dichos autos decidió:

"- Que corresponde tener en cuenta que en nuestro sistema la responsabilidad civil requiere la
concurrencia de los elementos de daño, antijuridicidad, nexo causal y factor de atribución.

- Que a la antijuridicidad se la tiene por configurada con un criterio amplio cuando aparece
violado el deber genérico de no dañar, alterum non laedere, que se halla consagrado en el art.
19 de la Constitución Nacional.- Que a fin de establecer la configuración de un factor de
atribución, he de volver sobre el marco fáctico a partir del cual podría derivarse responsabilidad
de las demandadas; se trata de determinar si pudo producirse a través de los servicios que
prestan por Internet. La responsabilidad civil se relacionaría en este caso con actividades
desplegadas por medio de sistemas informáticos y con sus consecuencias respecto de la
tutela de la privacidad de los individuos.

- Que nos hallamos frente a una cuestión novedosa, provocada a partir de una materia que
también lo es y que no ha sido aún objeto de regulación específica. Se regirá por los mismos
principios que gobiernan la responsabilidad civil en general, los arts. 902 y ss., 1066 a 1069,
1072 a 1083, 1109 y 1113 del Código Civil (Tratado de responsabilidad civil, Trigo
Represas/López Mesa, t. IV, La Ley); pero antes que ello por la ya citada manda constitucional
del art. 19 del que derivan el derecho a no ser dañado y en su caso, a ser resarcido.

- Que el rol de los buscadores es facilitar a sus usuarios el acceso a páginas de Internet que,
en principio, presentan contenidos relacionados con esa búsqueda. Los buscadores realizan
las búsquedas utilizando programas informáticos diseñados a tal fin por seres humanos y los
resultados que se muestran son seleccionados y ordenados en forma automática de acuerdo a
criterios definidos por los seres humanos que los diseñaron.- Que un motor de búsqueda de
imágenes ofrece un servicio que consiste en facilitar el acceso a la página donde está instalada
la imagen que se busca, a partir de un enlace hacia esa página (siempre y cuando no exista un
protocolo de restricción).

- Que los buscadores comparan la palabra buscada por el usuario con un archivo índice de
datos procesados previamente y almacenado en una ubicación determinada y en base a las
coincidencias encontradas; que publican los resultados de acuerdo a los criterios
preestablecidos por cada buscador; que determinan el procedimiento de carga de contenidos a
cuyo fin recorren periódicamente con programas informáticos las direcciones de todas las
páginas web existentes en Internet accediendo a su contenido, que es clasificado y
almacenado para ser utilizado en las búsquedas; que en los dos buscadores (Google y Yahoo)
es posible realizar una búsqueda que evite que en los resultados aparezca determinada
palabra; que el buscador gobierna la información y que periódicamente los buscadores
recorren con programas informáticos las direcciones de todas las páginas web que existen en
Internet accediendo a su contenido que clasifican y almacenan, para ser utilizado por las
búsquedas que se realizan en los buscadores.

- Que aún cuando en la actividad desplegada por los buscadores no media intervención
humana por tratarse de procesos automatizados, no puede desligarse al titular de las
consecuencias que generen sus diseños.

- Que su quehacer constituye un servicio que facilita la llegada a sitios que de otro modo
serían de muy dificultoso acceso, y además, esa facilitación hace precisamente al núcleo de
una de las actividades centrales que desarrollan.

- Que el buscador al contribuir al acceso a los sitios de Internet se encuentra en las mejores
condiciones técnicas para prevenir la eventual generación de daño y de allí surge el perfil de
los buscadores como responsables de su actividad facilitadora del acceso a sitios.- Que lo
hasta aquí expuesto conduce a asignar responsabilidad a los demandados en el supuesto de
que el acceso que posibilitaron a los sitios que incluían imágenes de la actora, le hubiera
producido afección a sus derechos personalísimos y/o hubiera constituido un uso no
autorizado de su imagen [...] De conformidad a cuanto hasta aquí se señaló, puede afirmarse
con Orgaz que: 'La responsabilidad de quien ha ocasionado un daño a otra persona, se asienta
sobre tres pilares fundamentales: ilicitud, culpa y daño' (Alfredo Orgaz, El daño resarcible, pág.
10). La ilicitud y el daño son siempre inexcusables para la responsabilidad, es decir, para que
nazca la obligación de restablecer la situación conforme a derecho y la reparación del daño
causado" (10).

Debemos recordar, además, que la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha tenido por
configurada la antijuridicidad por aparecer violado el deber genérico de no dañar, el alterum
non laedere consagrado en el artículo 19 de la Constitución Nacional, en especial desde
"Santa Coloma" o "Gunther", y la doctrina especializada (11) ha sostenido:

"Hasta el dictado de una legislación específica sobre la materia regirán las normas que hemos
mencionado a la luz del principio genérico de no dañar 'alterum non laedere' consagrado en el
art.19 de la Constitución Nacional" (12).

Galdós (13) nos dice:

"El vacío legal en los Estados que no han regulado la responsabilidad civil de los sujetos de la
red, sea con normativa específica o con legislación en materia afín, -como contratos a
distancia, comercio electrónico, firma digital, protección de datos personales-, conduce, en
primer lugar, a la aplicación de la analogía y de los principios generales del derecho, en lo que
sea compatible con el régimen jurídico interno y conlleva a apreciar, coadyuvantemente, las
directivas comunitarias sobre este u otros temas conexos como el comercio electrónico,
abrevando en los resultados que se han apreciado en los países con regulación propia (v. gr.
Alemania, Francia, EE. UU., Italia) y en el vigoroso aporte de la doctrina" (14).

Sobre el particular, se ha entendido que no es posible establecer nexo causal -definido este
como "elemento del acto ilícito y del incumplimiento contractual, que vincula el daño
directamente con el hecho, e indirectamente con el elemento de imputación subjetiva o de
atribución objetiva"- alguno entre la conducta de los buscadores y hecho dañoso alguno. ¿Por
qué? Porque quien lleva a cabo la conducta disvaliosa (ej. incluir en una página web una
metaetiqueta con el nombre de una modelo) no es el buscador sino "alguien" por quien este no
debe responder. Es decir, aparece la culpa de un tercero como elemento interruptor del nexo
causal. Si en el proceso causal sobreviene el hecho culposo de un tercero que determina
normalmente el daño que otro experimenta, ese hecho constituye una causa ajena al presunto
responsable demandado por la víctima.Queda así interrumpido el nexo causal y la
responsabilidad se proyecta fuera de la órbita de actuación de este, o de la cosa riesgosa que
le pertenece o que tiene bajo su guarda, señalando como único responsable a ese tercero (15).

También se ha dicho que los buscadores no crean ni modifican la información que publican los
sitios web que indexan y clasifican a través de sus p rogramas de rastreo, por lo que ante el
caso de páginas cuyos contenidos concreten perjuicios a la imagen, la fama o la intimidad de
las personas y/o usuarios de los buscadores -por mencionar los daños más usuales que en la
práctica judicial han comprometido la responsabilidad de los buscadores-, los damnificados
deben orientar su acción en contra de los responsables y/o autores de los contenidos dañosos
(16).

Se ha sostenido en defensa de los buscadores que no solo no responden por estos terceros,
sino que además no pueden prevenir los daños de estos por una razón jurídica, la aplicación
del principio "las responsabilidades ulteriores" que impide la censura previa, y por una razón
informática, la imposibilidad de fiscalizar, controlar y/o filtrar la casi ilimitada cantidad de
contenidos que circulan en la red de redes. Requerir este tipo de comportamiento implicaría
una censura encubierta o la imposición de incorporación de material técnico extremadamente
oneroso y sofisticado, y la disposición de recursos humanos que exceden los propósitos y la
finalidad de la misma Internet. En el mismo sentido, se ha dicho que sería prácticamente
imposible que una empresa haga un control subjetivo de todos los contenidos que se van
subiendo a la red, los costos no podrían ser soportados y siempre se estaría varios pasos
atrás, debido a la inmensa cantidad de documentos que se suben por día. En el caso de los
buscadores de Internet, su conducta debe ser juzgada bajo el art.1109 Código Civil (factor de
atribución subjetivo) aunque, paradójicamente, cierta corriente doctrinaria y jurisprudencial ha
entendido que el software y "los servicios informáticos" generalizadamente constituyen una
"cosa riesgosa", analizando la responsabilidad desde la órbita del art. 1113, 2º párr. CCiv
(factor de atribución objetivo). El obrar antijurídico debe ser evaluado con un criterio amplio, en
virtud del principio alterum non laedere contenido en el art. 1109 CCiv, los presupuestos de la
teoría general del responsabilidad civil y, tácitamente, en el art. 19 de la Constitución Nacional.
Paralelamente, los estándares aplicables son los que emanan del Código Civil,
específicamente de los arts. 902, 1066, 1069, 1072, 1083, 1109, 1110 y 1113 (17).

Quienes propician el factor de atribución objetiva entienden que


"el software y los servicios informáticos constituyen una 'cosa riesgosa' en los términos del art.
1113, 2º párrafo del Código Civil, por lo cual debe aplicarse el factor objetivo de atribución a los
daños cometidos con los mismos. En tal entendimiento, el titular del software y/o prestador de
los servicios informáticos debe responder por tales daños aunque no haya culpa de su parte,
salvo que pruebe 'la culpa de la víctima o de un tercero por quien no debe responder' (Leiva,
Claudio Fabricio, 'Responsabilidad por daños derivados de Internet (reparación y prevención de
los daños)', VIII Congreso Internacional de Derecho de Daños, Buenos Aires, 9 y 10 de junio
de 2005, Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires; Expte. B - 85235/02 -
ordinario por daños y perjuicios: 'S. M. y L. E. M. c/ Jujuy Digital y/o JUJUY.COM y del
Sr.Omar Lozano' - Cámara Civil y Comercial de Jujuy - Sala I - 30/06/2004, elDial - AA22B3)"
(18).

En defensa de la tesis contraria que, humildemente, entendemos más acertada y justa, se


afirma que

"el buscador de Internet no genera, modifica ni selecciona contenidos; lejos está de la figura de
'editor', por lo que las empresas solo podrán ser responsables, en la medida en que se
demuestre que hubo un obrar culposo de su parte (art. 1109 del Código Civil). (Fernández
Delpech, Horacio, Internet. Su problemática jurídica, Lexis Nexis, 2004, p. 209 y ss.; Frene,
Lisandro, ob. cit.; Lorenzetti, Ricardo L., ob. cit, págs. 285 y ss.)" (19).

Además, es de destacar que en otro reciente estudio sobre el tema (20) se ha dicho que:

"Los buscadores -que son también páginas de Internet- quedan, en conclusión, alcanzados por
dicha prescripción legal; por lo que la búsqueda y facilitación de contenidos que aquellos
operan quedan enmarcadas en el ejercicio de la libertad de información y la libre expresión [...]
El mecanismo que utilizan los buscadores requiere, en una primera instancia, de la
sistematización y facilitación de la información de la web; esta actividad opera como
antecedente de su efecto consecuente, que es la potenciación de la información; es allí donde
creemos que se concreta o termina de concretarse la antijuridicidad de la actividad de los
motores de búsqueda:esta última actividad de publicitar los contenidos dañosos -o del lugar
donde se hallan los contenidos- es lo que compromete a las empresas de búsqueda en un
orden de causalidad dañoso, que se dispara con el proveedor del contenido ofensivo
(antecedente) y se potencia (consecuente) con la accesibilidad masiva que posibilitan los
buscadores; el daño es, así, causado directamente por el proveedor del contenido ilícito, y
potenciado por el divulgador, que se sirve de aquel para su aprovechamiento económico".

"Las empresas de búsqueda, en tanto se aprovechan de esa facilitación de contenidos lesivos


de derechos de la persona humana, deben responder jurídicamente, no ya por los daños que
ocasionan esos terceros proveedores de la información que sistematizan, sino por el carácter
de la misma actividad que desarrollan, que al repotenciar a aquellos ocasionan también
daños." (21)

Amén de todo lo dicho, recordemos un dato no menor: el usuario presuntamente agraviado no


deberá haber autorizado a los sitios en cuestión a que publiquen, divulguen, difundan o
incluyan en sus portales sus datos personales o imágenes referentes a su persona. Si ello
hubiere acontecido, claro, la responsabilidad del sitio y de los buscadores jamás habrá nacido.

Empero, y más allá de esto, siguiendo y compartiendo la opinión del Dr. Sánchez, aunque hay
fundados argumentos para sostener la atribución objetiva de responsabilidad en los términos
del artículo 1113 del Código Civil, (22) admitiré la imputación subjetiva en el supuesto
hipotético del que aquí me ocupo. No sin destacar la atención con la que debemos ver la
actividad de las empresas profesionales demandadas que, por la posibilidad de afectar los
valores precipuos en la vida del hombre (honor, imagen, intimidad, otros derechos
personalísimos), se le podría imputar el carácter de riesgosa, sin afirmar por ello -en virtud del
supuesto de imputación subjetiva que aquí analizo- que corresponda necesariamente aplicar la
norma del artículo 1113 del Código Civil.Podría admitirse la existencia de riesgo creado ante la
divulgación de infundios, noticias agraviantes e inexactas que afecten el honor, la imagen o la
intimidad. Ya Vélez Sarsfield en su nota al artículo 2312 del Código Civil destacaba:

"Hay derechos, y los más importantes, que no son bienes, tal son ciertos derechos que tienen
su origen en la existencia del individuo mismo a que pertenecen como la libertad, el honor"
(23).

A mayor abundamiento, recordemos además que se ha decidido la mayor responsabilidad


derivada de la gestión especializada en razón del objeto, (24) con alto grado de especialización
que le otorga superioridad que lo obliga a obrar con prudencia y pleno conocimiento de las
cosas (25).

En otros términos, su condición las responsabiliza de manera especial y le exige una diligencia
y organización acordes con su objeto para poder desarrollar idóneamente su actividad. Parece
de toda obviedad que la conducta de las demandadas no puede apreciarse con los parámetros
aplicables a un neófito sino que debe ajustarse a un estándar de responsabilidad agravada en
tanto profesional con alto nivel de especialización (26). Como es sabido, en los contratos en
que una parte detenta superioridad técnica la otra soporta una situación de inferioridad jurídica
(27). Esta es la situación aquí planteada.

En lo demás, la naturaleza de los servicios prestados por los buscadores y el ámbito en el que
tiene lugar el hecho dañoso revelan una manifiesta imposibilidad del usuario común de
remover los contenidos por sí mismo, todo lo cual agravará la responsabilidad de los
buscadores si no lo hicieron a pesar de contar con una orden judicial que así los obligaba (28).

En tales circunstancias, la actitud de los buscadores será inexcusable, atento a que la


gravedad del hecho acaecido y sus consecuencias pudieron haberse evitado o cesado con un
mínimo de diligencia (cfr. arts. 512, 902, 909 y cctes.Código Civil) (29).

Tengamos presente que cualquier usuario de Internet apela a algunos de estos buscadores
para obtener cualquier tipo de información. Recordemos también que ante un material dañoso,
reclamada su eliminación por el sujeto damnificado, el proveedor debe actuar y, de ser
técnicamente posible, debe acoger esa petición, por estar en mejores condiciones técnicas y
fácticas de actuar ante la prevención o reparación del daño injusto. Como también que ante la
entidad objetiva y fácilmente verificable de la ilicitud del contenido, no puede la empresa
responsable del servicio amplificar, con su divulgación, los efectos dañosos en curso. Si bien
parece -al menos por ahora- dificultosa la prevención del daño, no lo es la cesación de sus
consecuencias (30).

Desde este punto de vista, y siguiendo entonces estos lineamientos, no cabe sino concluir que
la responsabilidad en su caso de los buscadores debe analizarse a la luz de lo normado por el
art. 1109 CCiv. Como señalara Messineo, (31) la justificación de la responsabilidad
extracontractual (deber de resarcir el daño) se pone en la violación del denominado deber del
neminem laedere -que es un deber legal-, o sea, en el hecho de que quien atenta contra el
círculo jurídico (de ordinario patrimonial) ajeno, ocasionándole un daño, está obligado a
eliminarlo. Y desde este punto de vista, entonces, no basta q ue la información o el contenido
existente en la web y encontrado a través de los buscadores sea erróneo y aun lesivo para el
honor, la imagen o la intimidad de una persona para que esta tenga derecho a que le sea
reparado el perjuicio causado. Comprobado el exceso o la ilegalidad, quien pretenda el
resarcimiento deberá demostrar la culpa o la negligencia en que incurrió el buscador conforme
al régimen general de responsabilidad por el hecho propio que contiene la fórmula del artículo
1109 citado, y que sigue el principio alterum non laedere.Es decir, no basta la sola
comprobación del daño para imponer el deber de resarcir, sino que es necesario probar el
factor de imputabilidad subjetivo, sea la culpa o el dolo. Ahora bien, si entonces los buscadores
responderán por los daños y perjuicios ocasionados a usuarios en los términos del art. 1109
del Código Civil, cabe preguntarse cuál será la conducta que los mismos han desplegado y que
encuadre en ese factor subjetivo de imputabilidad, la culpa, que el art. 512 del Código Civil
claramente conceptualiza (32).

De tal suerte, con anterioridad al reclamo del afectado solicitando el bloqueo del contenido que
lo agravia disponible en Internet, ninguna negligencia existe de parte de los buscadores web,
por lo que no cabe adjudicarles culpa por el contenido cuestionado. Contrariamente, a partir de
tomar conocimiento de que contenidos de determinados sitios de Internet infringen los
derechos de un sujeto y este requiere al buscador la eliminación o el bloqueo de tales páginas -
no antes- de verificarse la conducta culpable de la parte demandada, ella habrá de engendrar
la obligación de reparar el daño causado por violación del principio ya referido del alterum non
laedere, que el Código Civil prevé en el art. 1109 (33).

Por ello, el profesional del derecho que se enfrente a una de estas situaciones deberá
ponderar, en primer lugar, cuál es la conducta que pretende hacer cesar y cuál es el origen del
contenido que pretende remover. Ello porque si, como en el caso "Da Cunha" se inicia lisa y
llanamente una acción de daños y perjuicios, solicitando ab initio una cautelar tendiente a
remover el contenido, muy posiblemente nos encontremos ante una resolución judicial que no
encuentre ningún factor subjetivo de imputabilidad, es decir, que no encuentre acto culpable
alguno en cabeza de los buscadores.En su virtud, entendemos más propio agotar una
instancia previa, extrajudicial o judicial, en la cual se solicite buenamente a los buscadores -a
través de una carta documento, o a través de una acción judicial autónoma o medida
autosatisfactiva- que remuevan el contenido solicitado y los vínculos descriptos en cada caso,
para recién luego del hipotético incumplimiento de este pedido o de esta orden judicial dar
inicio a algún tipo de acción judicial en busca de una reparación civil por los daños causados
por la mantención en el mundo virtual del contenido cuya remoción se solicitó y ordenó en la
Justicia.

Es decir que, a nuestro entender, a pesar de ser plenamente asimilables y aplicables al caso
los fundamentos del precedente "D. C., V. c/ Yahoo de Argentina S.R.L. y otro s/ daños y
perjuicios", la solución final del pleito podrá ser diferente por ser precisamente distintos los
antecedentes procesales del caso.

III. DE LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y SUS LÍMITES

Aclarado debidamente lo anterior, debemos remarcar el importante contenido de las directivas


emanadas de los artículos 14, 32, 42 y 75 inciso 22 de la Constitución Nacional, como así
también del texto del artículo 13 del Pacto de San José de Costa Rica, ya aprobado en la
República Argentina por Ley 23.054, el cual particularmente dispone que

"Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de expresión.Este derecho


comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin
consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística o por
cualquier otro procedimiento de su elección".

También, por cierto, ponderemos el Decreto 1279/97, que en su artículo 1 declara que el
servicio de Internet "se considera comprendido dentro de la garantía constitucional que ampara
la libertad de expresión, correspondiéndole en tal sentido las mismas consideraciones que a los
demás medios de comunicación social"; sin olvidar que en su artículo 11 la misma Convención
Americana sobre Derechos Humanos establece que

"Toda persona tiene derecho al respeto de su honra y al reconocimiento de su propia dignidad,


que nadie puede ser objeto de injerencias arbitrarias o abusivas en su vida privada, en la de su
familia, en su domicilio o en su correspondencia, ni de ataques ilegales a su honra o
reputación, teniendo derecho a la protección de la ley contra esas injerencias, o esos ataques"
(34).

En sentido similar el artículo 17 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. El


derecho a la intimidad también se encuentra protegido especialmente en el artículo 1071 bis
del Código Civil. Con singular énfasis desde "Ponzetti de Balbín", el Alto Tribunal se ha
pronunciado claramente cuando se encuentran en juego los límites jurídicos del derecho de
información en relación directa al derecho a la privacidad o intimidad. Respecto de las normas
convencionales -recién citadas- los jueces Caballero y Belluscio concluyeron entonces que:

"el lugar eminente que sin duda tiene en el régimen republicano la libertad de expresión -
comprensiva de la de información- obliga a particular cautela en cuanto se trate de deducir
responsabilidades por su ejercicio.Empero, ello no autoriza al desconocimiento del derecho de
privacidad integrante también del esquema de la ordenada libertad prometida por la
Constitución mediante acciones que invadan el reducto individual, máxime cuando ello ocurre
de manera incompatible con elementales sentimientos de decencia y decoro" (conf. Bazan,
Víctor, 'Confluencias y fricciones entre la libertad de información y los derechos a la honra y a
la vida privada', EDCO, 2008-377)".

Por su parte Carlos A. Parellada ("Responsabilidad por la actividad anónima en Internet", LL


2007-F-1066) concluye su trabajo:

"Por ello, ratificamos -una vez más- nuestra convicción: ¡Libertad de expresión! pero también
¡responsabilidad por lo que se expresa! Tales consignas no presentan incompatibilidad lógica"
(35).

En un justo análisis de la cuestión planteada, es menester destacar además, tal como


estableció la Excma. Sala D de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, en el voto de la
Dra. Patricia Barbieri en los autos antes referenciados, que

"fuera está de toda discusión que la libertad de expresión es la piedra angular de la existencia
misma de una sociedad democrática, como lo ha señalado este organismo internacional en
distintos pronunciamientos determinando lo que llamamos 'estándar democrático'. Es por eso
que tanto nuestra Carta Magna como la mayoría de los tratados Internacionales, contemplan y
amparan la libertad de expresión y de información, condenando cualquier tipo de censura
previa".

Pero a su vez, también en dicho pronunciamiento sostuvo que

"Mas ello no implica, empero, desconocer que la garantía de la libertad de prensa, como
ninguna otra, no es absoluta, ni debe interpretarse de modo que anule o contradiga otros
derechos (Fallos 306:1892, 308:789), pues no es admisible sostener que entre los valores que
enuncia la Constitución exista una jerarquía que conduzca a reconocerle prioridad a alguno de
ellos" (36).

Luego, la Dra.Barbieri también afirmó que el derecho a la libre expresión e información no es


absoluto en cuanto a las responsabilidades que el legislador puede determinar a raíz de los
abusos producidos mediante su ejercicio, sea por la comisión de delitos penales o actos ilícitos
civiles. Si bien en el régimen republicano la libertad de expresión tiene un lugar eminente que
obliga a particular cautela en cuanto se trata de deducir responsabilidades por su
desenvolvimiento, puede afirmarse sin vacilación que ello no se traduce en el propósito de
asegurar la impunidad de la prensa (Fallos 119:231, 155:57, 167:121, 269:189, considerando
4, 269:195, considerando 5). La función primordial que en toda sociedad moderna cumple el
periodismo supone que ha de actuar con la más amplia libertad, pero el ejercicio del derecho
de informar no puede extenderse en detrimento de la necesaria armonía con los restantes
derechos constitucionales, entre los que se encuentran en de la integridad moral y el honor de
las personas (arts. 14 y 33 de la Constitución Nacional) (CSJN Fallos 308:789 considerando
5) (37).

En su voto, la Dra. Barbieri (38) sostuvo que lo que está en juego son los derechos de terceros
y de juzgar, objetivamente, si estos han sido lesionados, dejando sentada su profunda
convicción de que la prensa tiene el derecho de expresarse libremente, para analizar si en el
caso en estudio esta ha excedido o no los límites del ejercicio lícito del derecho de información
en perjuicio a los derechos individuales o personalísimos de otro, en este caso, la actora, si ha
desnaturalizado o no los hechos, con dolo, culpa o negligencia, y la naturaleza y magnitud del
daño y los perjuicios a los intereses personales (cf. Fallos 314:1523, considerando 10 "V., J.
A. c/Ediciones de La Urraca S.A.y otros" del 19 de noviembre de l991) (39).

Citó también a la Corte Interamericana de Derechos Humanos quien ha señalado que

"[el] abuso de la libertad de expresión no puede ser objeto de medidas de control preventivo,
sino fundamento de responsabilidad para quien lo haya cometido (Opinión Consultiva OC-5,
13/11/85, Corte IDH [Ser. A] Nº 5 [1985])" (40).

En este reciente fallo y verdadero leading case, si bien en una primera impresión podría
avizorarse que los buscadores de Internet quedarían li bres de culpa y cargo ante eventuales
reclamaciones por daños y perjuicios, la propia Dra. Barbieri en su voto mayoritario sostuvo
que el derecho de informar no escapa al sistema general de responsabilidad por los daños que
su ejercicio pueda causar a terceros (P. 36, XXIV "P. A., A. c/Arte Gráfica Editorial Argentina
S.A." del 2 de febrero de 1993, entre otros) y que si la prensa excediese los límites que son
propios del derecho de informar y se produjese, incausadamente, perjuicio a los derechos
individuales de otros, se generaría la responsabilidad civil o penal por su ejercicio abusivo, en
cuyo caso será necesario evaluar dicha violación teniendo en vista el cargo que la Constitución
le ha impuesto a la prensa y las garantías que para su cumplimiento le asegura,
condicionamientos que obligan a los jueces a examinar cuidadosamente si se ha excedido o no
de las fronteras del ejercicio lícito del derecho (voto de los Dres. Fayt y Boggiano, causa
"Kimel", Fallos 321:3601) (41).

Barbieri también citó el antecedente "R., S. c/ Pronto Semanal y otros s/ daños y perjuicios"
Expte. Nº 42.133/01, en donde se sostuvo que

"si la información es lesiva al honor, a la intimidad o lesiona algún otro derecho personalísimo,
el órgano de difusión debe responder por el perjuicio causado, en los términos del art.1109 del
Código Civil, pues libertad de prensa no significa impunidad ni tampoco que la misma deba
prevalecer frente a estos últimos, cuando es en la propia Constitución Nacional donde se
encuentra inscripta una norma también fundamental para la existencia de una sociedad libre,
el derecho a la privacidad consagrado en el art. 19 de la Carta Magna (CSJN, Fallos
306:1892)" (42).

Además, es menester destacar que la Ley 26.032 (43) establece:

"La búsqueda, recepción y difusión de información e ideas de toda índole, a través del servicio
de Internet, se considera comprendido dentro de la garantía constitucional que ampara la
libertad de expresión" (44).

Según los fundamentos del proyecto, "la importancia que en las sociedades modernas tiene el
servicio de Internet reside en que es una herramienta válida para que toda la ciudadanía pueda
tener acceso a información sin censura, a enviar y recibir información y en especial a expresar
sus opiniones en todo tipo de temas: políticos, religiosos, económicos, sociales, culturales,
etc.". Los principales antecedentes legales que fundamentan el proyecto son:

- El art. 14 CN, que establece:

"Todos los habitantes de la Nación gozan de los siguientes derechos [.] de publicar sus ideas
por la prensa sin censura previa".

- El art. 32 de la citada norma, que prescribe:

"El Congreso Federal no dictará leyes que restrinjan la libertad de imprenta o establezcan
sobre ella la jurisdicción federal".

- El art. 42 Carta Magna, que preceptúa:

"Las autoridades proveerán a la protección de [.] los derechos de los usuarios y


consumidores", con la finalidad de garantizar el bienestar general (45).

Lo que denominamos "Internet" es en realidad una gran red integrada por infinidad de redes de
computadoras, que en la práctica constituyen una suerte de inmensa biblioteca
virtual.Podríamos decir que cada sitio o "site", es decir, cada dirección en esa red, es un libro
de esa biblioteca, y que cada página web equivale a una página de esos libros (46).

La sigla "www" significa "World Wide Web", comúnmente simplificada en el término "la web",
conjunto de redes basada en la arquitectura cliente-servidor. Hoy resulta indudable que el
acceso a Internet se ha convertido en un poderoso instrumento para socializar el conocimiento
y favorecer la comunicación entre personas y grupos sociales (47).

Como toda tecnología, Internet es una creación cultural que refleja los principios y valores de
sus inventores, que también fueron sus primeros usuarios y experimentadores. Es más, al ser
una tecnología de comunicación interactiva con fuerte capacidad de retroacción, los usos de
Internet se plasman en su desarrollo como red y en el tipo de aplicaciones tecnológicas que
van surgiendo. Los valores libertarios de quienes crearon y desarrollaron Internet, a saber, los
investigadores académicos informáticos, los "hackers", las redes comunitarias contraculturales
y los emprendedores de la nueva economía, determinaron una arquitectura abierta y de difícil
control. Al mismo tiempo, cuando la sociedad se dio cuenta de la extraordinaria capacidad que
representa Internet, los valores encarnados en la red se difundieron en el conjunto de la vida
social, particularmente entre las jóvenes generaciones. Internet y libertad se hicieron para
mucha gente sinónimos en todo el mundo (48).

Como antecedentes inmediatos de la Ley 26.032, podría citarse a dos decretos que se habían
pronunciado en sentido similar. El Decreto 1279/97, del 25/11/1997, declaró

"que el servicio de Internet se considera comprendido dentro de la garantía constitucional que


ampara la libertad de expresión, correspondiéndole en tal sentido las mismas consideraciones
que a los demás medios de comunicación social".

En los considerandos del mismo, de modo similar al proyecto que dio origen a la ley en
comentario, se invocan los arts.14, 32 y 42 CN, la Ley 23.054 y el Decreto 554/97. Este último
había declarado de "interés nacional el acceso de los habitantes de la República Argentina a la
red mundial de Internet" (49).

El llamado Pacto de San José de Costa Rica, que contiene la Convención Americana de
Derechos Humanos, ratificada por la Argentina mediante la Ley 23.054, en su art. 13 inc. 1,
contempla el derecho de toda persona a la libertad de pensamiento y expresión, declarando
como comprensiva de aquella "la libertad de buscar, recibir y difundir información e ideas de
toda índole, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o
artística o por cualquier otro procedimiento de su elección" (50).

Como podemos advertir, existe un extendido consenso sobre la equiparación de Internet a un


medio de comunicación, con las características novedosas que la tecnología que la soporta
implican (51).

Bajo la garantía de la "libertad de expresión", universalmente se comprenden la libertad de


emitir opinión y el derecho de dar o recibir informaciones o ideas, sin censura previa o sin
injerencia de las autoridades (52). Se la considera como una de las garantías fundamentales
de las sociedades democráticas, y cualquier persona puede reivindicar que se le respete el
ejercicio de esta garantía. Aun cuando todas las normas internacionales e internas de los
Estados reconocen y consagran la garantía de la libertad de expresión, se admite que es un
derecho sujeto a restricciones, generalmente fundadas en razones de orden público, tales
como la concesión de licencias de radiodifusión que administra la autoridad pertinente, o cuyo
ejercicio puede originar responsabilidades derivadas de su mal uso, como cuando con ocasión
del ejercicio de la libertad de expresión se atenta contra otros derechos tales como el honor, la
intimidad de las personas o la protección de los datos personales (53).
Se han consignado como actividades delictivas o ilícitas realizadas mediante Internet, entre
otras, y ampliamente, las siguientes:a) la difusión de instrucciones sobre preparación de
bombas, las actividades terroristas, la producción y el tráfico de drogas y el activismo político,
lo que atenta contra la seguridad nacional y mundial; b) la oferta de servicios sexuales y
pornografía relacionada con niños (pedofilia), lo que requiere velar por la protección de
menores; c) el envío de mensajes que incitan al odio y la discriminación racial o religiosa, lo
que atenta contra la dignidad humana; d) las conductas de hurto y destrucción de datos que
realizan los hackers, que atentan contra la seguridad y la confidencialidad de la información; e)
los delitos de pirateo de software, que vulneran la propiedad intelectual; f) la recolección, el
procesamiento y la transmisión no autorizada de datos personales, lo que requiere proteger
legalmente la privacidad o intimidad de las personas; g) el envío de mensajes difamatorios o
injuriantes, lo que atenta contra la honra y dignidad de las personas; etc. (54)

Frente al tema de la difusión o distribución de información de contenidos ilícitos, cada uno de


los Estados en que estén instalados los servidores respectivos puede aplicar su legislación
interna, pero ello tropieza con la dificultad de no tener jurisdicción más allá de sus límites
territoriales, salvo casos excepcionales, como por ejemplo en materia de genocidio y delitos
contra los derechos humanos (55).

La sanción legal de la difusión en Internet de información ilícita (datos, documentos e


imágenes) debería acordarse por la vía de un tratado internacional, para evitar prácticas de
censura o atentados locales contra la libertad de expresión, teniendo en cuenta además que
determinados contenidos pueden estar instalados en un servidor ubicado en un país en que
ellos no sean ilícitos conforme al ordenamiento jurídico local; así ocurre, por ejemplo, con el
tema de la pornografía en los Países Bajos.Otros temas que indefectiblemente tienen distinta
valoración en el mundo son, por ejemplo, los trabajos de arte y literatura con descripciones de
nudismo y conductas sexuales; la información histórica sobre crímenes aberrantes; el
consumo de drogas blandas; etc. (56)

En síntesis, previa definición legal, sujeta a criterios de razonabilidad y pluralismo, los


contenidos ilegales solo podrían ser perseguidos con todas las garantías legales que
establecen, generalmente, las constituciones democráticas. Dicho en pocas palabras, son los
jueces quienes deben ordenar el secuestro, la clausura o la detención de publicaciones,
contenidos o personas que hayan incurrido, presuntamente, en un delito de difusión de
contenidos ilegales (57).

Mientras tanto, nuestros tribunales rafaelinos también se han expedido al respecto. As í es: la
Jueza Maina de Beldoménico, en "P. O. c/ Facebook s/ medidas autosatisfactivas" , en trámite
por ante el Juzgado de Primera Instancia en lo Civil, Comercial y Laboral de la Segunda
Nominación de Rafaela, señaló que

"en la Ley 26.032 se prevé expresamente que 'la búsqueda, recepción y difusión de
información e ideas de toda índole a través del servicio de Internet se considera comprendida
dentro de la garantía constitucional que ampara la libertad de expresión' (art. 1). Sobre tal
aspecto la Corte Nacional ha sostenido que la libertad de expresión contiene la de dar y recibir
información y tal objeto ha sido especialmente señalado en el art. 13, inc.1, de la Convención
Americana de Derechos Humanos [...] que, al contemplar el derecho de toda persona a la
libertad de pensamiento y de expresión, declara como comprensiva de aquella 'la libertad de
buscar, recibir y difundir información e ideas de toda índole sin consideración de fronteras, ya
sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística o por cualquier otro procedimiento de
su elección'" (Fallos 310:508)".

También es útil señalar que la Corte Federal ha subrayado que

"el ejercicio de la libre crítica de los funcionarios por razón de actos de gobierno es una
manifestación esencial de la libertad de prensa" (Fallos 269:189);

y, asimismo, que

"los funcionarios públicos se han expuesto voluntariamente a un mayor riesgo de sufrir


perjuicio por noticias difamatorias" (Fallos 310:508)", remarcó la sentencia.

Pero tal como también expuso en el precedente "Amarilla, Juan H.", Fallos: 321:2558, voto de
los jueces Petracchi y Bossert,

"el criterio de ponderación deberá estar dado por la ausencia de expresiones estricta e
indudablemente injuriantes y que manifiestamente carezcan de relación con las ideas u
opiniones que se expongan. Ello es así pues no hay un derecho al insulto, a la vejación gratuita
e injustificada. También manifestó que 'el especial reconocimiento constitucional de que goza
el derecho de buscar, dar, recibir y difundir información e ideas de toda índole, no elimina la
responsabilidad ante la Justicia por los delitos y daños cometidos en su ejercicio' (Fallos
308:789; 321:667 y 3170)", enfatizó en la sentencia.

Como puede advertirse, continuó el fallo,

"la Corte Nacional ha fijado reiteradamente su opinión respecto del privilegio constitucional de
que goza la libertad de expresión pero indudablemente, también advierte que tal libertad no
constituye un bill de indemnidad para insultar, por lo que no parece irrazonable la intervención
preventiva del juez en un caso como el particular, donde los calificativos utilizados en
referencia al accionante por algunos de los miembros del portal que se cuestiona aparecen sin
lugar a dudas directamente agraviantes, ofensivos y difamantes.La Corte Suprema en tal
sentido ha dicho 'No se puede hablar aquí de mutilación de un proceso de formación del
pensamiento de la comunidad, pues no se ve de qué manera enriquece a la opinión pública el
uso de expresiones insultantes, procaces' Fallos 315:1943", concluyó la Jueza Maina de
Beldoménico en su resolución.

Por supuesto que la represión no es lo mismo que la censura. El mensaje se comunica, las
consecuencias llegan luego. De modo que más que bloquear Internet, lo que puede ocurrir es
que se reprima a quienes hacen un uso indebido según los criterios del gobierno. Por esta
razón se ha sostenido que tienen razón tanto los que declaran Internet incontrolable como
aquellos que lo consideran el más sofisticado instrumento de control, en último caso, bajo la
égida de los poderes constituidos. Técnicamente, Internet es una arquitectura de libertad.
Socialmente, sus usuarios pueden ser reprimidos y vigilados mediante Internet. Pero para ello
los censores tienen que identificar a los transgresores, lo cual implica la definición de la
transgresión y la existencia de técnicas de vigilancia eficaces. La definición de la transgresión
depende, naturalmente, de los sistemas legales y políticos de cada jurisdicción (58).

En concordancia y en relación también con la libertad de expresión, podemos leer en el primer


voto que
"la Ley 26.032/05 establece que la búsqueda, recepción y difusión de información e ideas por
medio del servicio de Internet se considera comprendida dentro de la garantía constitucional
que ampara la libertad de expresión. Dicha disposición en concordancia con las normas
constitucionales que a su vez encuentran correspondencia en tratados internacionales de igual
jerarquía, (tal la Convención Americana sobre Derechos Humanos en su art. 13) deben
armonizarse a la luz de distintas disposiciones legales contenidas en el ordenamiento común
como son el art. 1071 bis del Código Civil y el art.31 de la Ley 11.723 de Propiedad Intelectual,
que amparan el derecho a la intimidad personal y el derecho a la imagen, y que por otro lado
también gozan de protección constitucional a través del art. 19 de nuestra Carta Magna" (59).

Una posible solución para evitar la existencia o difusión de contenidos ilícitos en Internet es la
existencia de medios técnicos que, en la práctica, limiten o impidan el acceso solo a dichos
contenidos pero no a otros. En esta orientación, se sostiene que si los usuarios pueden contar
con programas que les permitan filtrar los contenidos, se hace plenamente factible permitir la
libre circulación de la información reclamada por la libertad de expresión y el respeto a las
preferencias personales, por ejemplo, de los padres que quieran controlar el material al que
acceden sus hijos. Por último, siempre serán mejores los filtros selectivos que las censuras
generalizadas (60).

Se ha calificado a esta solución como un nivel de censura o más bien de autocensura


totalmente aceptable que, pragmáticamente, permite respetar la diferencia de criterios, valores
o costumbres morales entre comunidades, países y culturas diversas. Ya no hay eventual
censura en la fuente o alguna restricción o prohibición legal, administrativa o judicial previa
para publicar virtualmente determinados contenidos, sino que el control o filtrado se produce a
nivel de usuario final en la computadora donde se recibe la información. Por cierto, el tema
entraña riesgos, ya que siempre habrá censura si estos programas de selección no son
utilizados por los usuarios finales sino por los ISP, que decidirían por sus conectados o por los
administradores de nodos.Incluso una empresa podría limitar el acceso de sus empleados a
ciertos sitios, o, como ocurre en Singapur y en China, un gobierno podría querer controlar los
nodos nacionales (61).

La Ley 25.690, en esta orientación, establece:

"Las empresas ISP (Internet Service Providers) tendrán la obligación de ofrecer software de
protección que impida el acceso a sitios específicos al momento de ofrecer los servicios de
Internet, independientes de las formas de perfeccionamiento de los contratos de los mismos
(telefónicos o escritos)" (62).

Así vemos que la Ley 26.032 incorpora al derecho positivo argentino el reconocimiento de la
libertad de expresión en Internet, garantía que había tenido cierto acogimiento judicial, e
incluso en el ámbito del Poder Ejecutivo (63).

Como hemos intentado resumir, en el mundo se han planteado distintas líneas de acción para
controlar los contenidos que se difunden por Internet. Los intentos legislativos de una suerte
de censura previa, al estilo de la Ley de Decencia en las Comunicaciones de Clinton, han sido
rechazados por violatorios de la libertad de expresión. Como contrapartida han surgido las
soluciones basadas en el filtrado de los contenidos, línea en la que podríamos ubicar a la Ley
argentina 25.690. En definitiva, las nuevas tecnologías digitales de la información y la
comunicación plantean nuevos retos a la hora de "constitucionalizar" derechos fundamentales,
como la libertad de expresión, el derecho a la intimidad y la denominada autodeterminación
informativa (protección de datos personales) (64).

La "difusión de información de toda índole" a través de Internet debe ser interpretada en


armonía con la protección de estos últimos dos derechos, la privacidad y la autodeterminación
informativa. Es tarea de los jueces que la síntesis se realice desde una perspectiva pro homine
(65).

En resumen, el prestador del servicio de búsqueda de contenidos en Internet debe obrar según
el estándar del "buen profesional" (art.59 Ley 19.550 de Sociedades Comerciales y su
doctrina), de acuerdo a su alto grado de especialización que exige que actúe con
responsabilidad (art. 902 del Código Civil y su doctrina), ponderando ante cada situación cada
uno de los intereses y valores en juego en armonía con el ejercicio regular de la libertad de
expresión; máxime si tenemos en cuenta que un consumidor promedio, en la realidad
cotidiana, no conoce de manera sofisticada las reglas técnicas y operativas de la ciencia
informática.

Claro que no cualquier petición tendrá debida acogida en Tribunales, ya que para que resulte
procedente una medida tan drástica como la de ordenar a un buscador que remueva todo
enlace o vinculación del nombre o la imagen de una persona a ciertos sitios o portales, previa y
necesariamente, se deberán acreditar los extremos fáctico-jurídicos de daño actual o
inminente, peligro en la demora y verosimilitud en el derecho. En tal sentido, repárese nada
más en la decisión de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil y Comercial Federal quien
rechazó la medida innovativa solicitada por el actor para que se ordenase a Google abstenerse
de difundir en su buscador cualquier información relativa a su persona. La cautelar solicitada
en este precedente fue rechazada por el juez de primera instancia al considerar que en caso
de ordenar la eliminación de la información del actor y de toda referencia a él en Internet
preventivamente, se estaba agotando de antemano el objeto litigioso, debido a que cor
respondería definir previamente si la firma Google era o no la que difundía o divulgaba la
información que era errónea o falsa según el actor, a la vez que se debía determinar si
correspondía a ella o a un tercero la eliminación o modificación de la mentada información.Así
en los autos "Faynbloch", (66) la Sala III de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil y
Comercial Federal confirmó lo resuelto al considerar que dicho reclamo encuentra como
impedimento los alcances de la Ley 26.032, señalando además que resultó improcedente la
medida innovativa por la cual el actor pretendió que la accionada, mientras se sustanciaba el
proceso, se abstuviera de difundir en el buscador disponible en la web cualquier información
relativa a su persona, ya que el planteo relativo a lo erróneo de la información y sus
consecuencias dañosas estaría referido a la proporcionada por el sitio de Internet de la
demandada, pero en el estado larval del proceso no es posible determinar con nitidez ni
certeza si esta es la que divulga la información o simplemente vincula la información puesta
por terceros, situación que solo podrá ser develada una vez producido el debate y sustanciadas
las pruebas pertinentes, de lo contrario implicaría ejecutar una medida contra quien
eventualmente no es el responsable de la concreta información a la que se le atribuye
consecuencias lesivas para el actor (67).

Luego se supo también que el Juzgado Federal Nº 1 de Rosario ordenó a Google Argentina
S.R.L. y a Google Inc. que procedieran a dar de baja de forma inmediata un blog alojado en su
plataforma de Blogger, a raíz del planteo efectuado por la Dra. Susana Treviño Ghioldi, quien
se había sentido ofendida por su contenido, todo ello en el marco de una acción por daños y
perjuicios en donde se alegó que en el blog denunciado se difundían expresiones altamente
injuriantes y agraviantes hacia su persona. En esta sentencia, (68) se ordenó a Google la baja
dicho blog, eliminando toda referencia a imágenes, figuras u frases que pudieran resultar
agraviantes contra la dignidad de la denunciante.En los considerandos del fallo, se señaló que
tratándose del contenido de un blog que se encuentra en el ciberespacio y de la permanente
posibilidad de introducción de nuevos datos, o su modificación y su difusión, es evidente que
objetivamente existe un riesgo ya creado por la divulgación de información que -en principio-
luce como agraviante hacia la persona de la actora. Asimismo el juez Héctor Zucchi en su
sentencia enfatizó que no caben dudas que es el buscador quien facilita a los usuarios el
acceso a los sitios de Internet, habiéndose demostrado objetivamente la existencia de
información dañosa para la actora. El buscador -en el caso Google- facilita a los usuarios el
acceso a los sitios de Internet donde la misma se encuentra, y es quien se encuentra en
mejores condiciones para evitar la continuación del daño. Por ello debe la demandada
implementar los mecanismos a tal fin, señaló la sentencia.

A todo evento, es necesario remarcar que a fin de establecer si un sitio puede ser calificado
como lesivo de derechos personalísimos, como regla primigenia será es imprescindible
examinar su contenido, ya que una orden genérica de cesar toda vinculación con sitios que
revisten determinadas características, aun cuando sea provisoria, devendría excesiva,
desmesurada y potencialmente lesiva a la libertad de expresión. Por ello, resultará menester
que el usuario que se sienta afectado identifique con precisión el contenido lesivo de derechos,
esto es, la URL (Uniform Resource Locutor) correspondiente.

IV. DEL DERECHO AL HONOR, A LA PROTECCIÓN DEL NOMBRE Y DE LA IMAGEN Y EL


DERECHO A LA INTIMIDAD DEL USUARIO DE INTERNET

¿De qué hablamos cuando hablamos de honor, intimidad, de imagen? Hablamos nada más ni
nada menos que de los denominados derechos personalísimos de la persona.Los derechos
personalísimos "son derechos subjetivos privados, innatos y vitalicios, que tienen un objeto
manifestaciones interiores de la persona, y que, por ser inherentes, extrapatrimoniales y
necesarios, no pueden transmitirse ni disponerse en forma absoluta y radial" (69).

Dentro de ellos, y más propiamente, dentro de los derechos sobre la integridad espiritual,
encontramos el derecho al honor, el cual ha sido definido como la propia estima y la fama o
reputación que las personas adquieren a medida que trascurre su vida, es una manifestación
espiritual humana de suma importancia. Muchas son las normas que protegen esa
manifestación, particularmente las del Código Penal y leyes complementarias que establecen
el tipo penal de las injurias y calumnias. El insulto y la atribución falsa de haber cometido un
delito o la difamación son actos que atacan el honor y que la ley sanciona para proteger ese
bien. Sin embargo, aunque en forma más difusa, son varias las normas del derecho privado
que tutelan ese derecho personalísimo. Las leyes penales indudablemente no son un amparo
total, pues muchas veces el honor es mancillado por desidias, negligencias y no con dolo o
malicia, que son los elementos que requiere el derecho penal. En estos casos puede ser
necesaria la protección del bien mediante normas de derecho privado que impongan una
reparación del daño moral o la publicación que compense o neutralice los efectos de la lesión
al honor (70).

El derecho al honor es la dignidad personal reflejada en la consideración de los terceros o en el


sentimiento de la persona misma, o sea, los dos aspectos que comprendería el derecho al
honor:o la estimación propia -el honor subjetivo- y la fama, reputación o estimación ajena -el
honor objetivo-. Y con respecto a este derecho personalísimo, la libertad de expresión es la que
entra más directamente en conflicto, por lo que en cada caso debe ponderarse si se ha
quebrado o no este equilibrio entre ambas prerrogativas constitucionales a partir de la conducta
de una de las partes (71). Además, resulta importante destacar que el derecho al honor no
solamente debe tutelarse desde el punto de vista de la persona en sí misma, sino también
desde lo que ella representa por las actividades que lleva a cabo, ya que en los títulos y
preparaciones del profesional ha de verse un elemento que se une a la persona de manera tal
que se identifica con ella, y son elementos que gozan, quienes los ostentan, como parte del
buen hombre, consideración y fama (72).

Del mismo modo, más allá de un honor personal, hay un honor familiar y es reparable el daño
moral que se inflige al honor de familiares a título de damnificado indirecto -conforme lo
dispuesto por el art. 1080 CCiv-, por ello es procedente la reparación solicitada por ambos
accionantes conjuntamente y, atento a la magnitud de los daños y difamaciones constatadas,
se modifica su monto y se eleva la partida indemnizatoria asignada a cada uno de ellos (73).

El honor es uno de los principales bienes espirituales que el hombre tiene, valora y sublima,
colocándolo dentro de sus más preciadas dotes. El derecho, pues debe acudir a la tutela de tan
estimado bien, reconociendo ampliamente el derecho subjetivo al honor, derecho
personalísimo innato que lo tiene desde el nasciturs, el menor impúber y el adulto, el loco, ya
hasta el delincuente y la ramera.No depende de una alta posición, de la procedencia, del
ancestro, de una conducta intachable ni de que esté supeditado a la opinión ajena o a la
calificación de los demás (74).

El problema con la libertad de prensa se plantea cuando aparecen en juego el derecho a la


intimidad y al honor. El ámbito de la intimidad particularmente difiere sin duda en el caso del
hombre común frente al que tiene una vida pública (deportista, político, artista). Así, la Ley
11.723 afirma que es libre la reproducción del retrato cuando se relaciona con hechos o
acontecimientos de interés público o se hubieran desarrollado en público. Así, en el caso de
personajes célebres, cuya vida tiene carácter público o de personajes populares, su actuación
pública o privada puede divulgarse en lo que se relacione con la actividad que les confiere
prestigio o notoriedad, y siempre que lo justifique el interés general. Pero ese avance sobre la
intimidad no autoriza a dañar la imagen pública o el honor de estas personas y menos sostener
que no tienen un sector o ámbito de vida privada protegida de toda intromisión (75).

En ese sentido se debe recordar el art. 21 de la Ley de Nombre (18.248), según el cual cuando
se utilice maliciosamente para la designación de personajes o cosas y cause perjuicio moral o
material, puede demandarse el cese del uso y la indemnización de los daños. Como norma
vigente que protege este derecho es de destacar el Pacto de San José de Costa Rica,
aprobado por Ley 23.054, y que, por tanto, es ley obligatoria y en el art. 11 contempla la honra
y la dignidad. Allí se distingue la "honra" (honor subjetivo) y la "reputación" (honor objetivo). La
protección de la ley abarca en forma amplia las ramas del derecho público y del privado, entre
estas el civil (76).

Por otro lado, diremos que la imagen es la representación física de la persona.Así como el
nombre es la individualización y por medio de su uso pueden lesionarse el honor y la intimidad,
también los rasgos caracterizantes del cuerpo y de sus cualidades la individualizan, como si
fuera una impronta o marbete, que la señala de modo muy significativo (77). En este orden de
ideas, la Ley 11.723 en su art. 31 dispone que:

"El retrato fotográfico de una persona no puede ser puesto en el comercio sin el
consentimiento expreso de la persona misma; y muerta esta, de su cónyuge e hijos o
descendientes directos de estos o, en su defecto, del padre o de la madre. Faltando el
cónyuge, los hijos, el padre o la madre, o los descendientes directos de los hijos, la publicación
es libre. La persona que haya dado su consentimiento puede revocarlo resarciendo daños y
perjuicios. Es libre la publicac ión del retrato cuando se relaciona con fines científicos,
didácticos y en general culturales o con hechos o acontecimientos de interés público o que se
hubieran desarrollado en público".

La norma del art.31 de la Ley de Propiedad Intelectual sienta el principio de que el retrato
fotográfico de una persona no puede ser puesto en el comercio sin el consentimiento de la
persona misma, solo la publicación es libre cuando el retrato se relaciona con fines científicos,
didácticos y en general culturales o con hechos o acontecimientos de interés público o que se
hubieran desarrollado en público (78).

En tal sentido, recordemos que la Corte Suprema de Justicia de la Nación precisó que el
legislador ha prohibido -como regla- la reproducción de la imagen en resguardo del correlativo
derecho a ella, que solo cede si se dan circunstancias que tengan en mira un interés general
que aconseje hacerlas prevalecer sobre aquel derecho (79). Vale decir, el derecho a la imagen
es la facultad que tiene toda persona de impedir que se reproduzca su propia imagen por
cualquier medio que sea, por personas o medios a quienes no haya otorgado autorización
expresa o tácita a dicho efecto. El mismo no se identifica con otros derechos personalísimos,
tales como el honor o la intimidad, ya que aquel puede verse lesionado sin que sean afectados
estos últimos -tal el caso de la modelo que ha autorizado la toma de su fotografía, pero no su
utilización para publicitar un producto determinado- (80).

El derecho a la imagen constituye un derecho de la personalidad con autonomía propia. Tanto


el art. 31 Ley 11.723 como el art. 33 CN brindan tutela jurídica a este derecho, y al derecho a
la intimidad. Dicho artículo 31 contempla un modo de protección a la intimidad, también
tutelada por el art. 1071 bis CCiv; que vino también a complementar la tutela del derecho a la
imagen y a suplir el vacío legal que existía en la protección contra la captación no autorizada de
aquella. El derecho a la imagen protege tanto la publicación y difusión de esta, como su mera
captación; el art.31 se limita a prohibir su difusión, y la captación no autorizada de la imagen se
encuentra tutelada por el art. 1071 bis CCiv, en cuanto la protege de toda intromisión arbitraria
en la vida privada (81). Asimismo, si bien el texto del art. 31 Ley 11.723 se limita al supuesto
del retrato fotográfico de una persona, esta disposición se aplica por extensión analógica a
cualquier otra forma de reproducción de la imagen de las personas, tales como la imagen
móvil, cinematográfica o televisiva, los dibujos, las esculturas, las representaciones teatrales y
las caricaturas, en tanto sea posible identificar a la persona (82).

A mayor abundamiento, es menester recordar aquí que toda persona goza de vida privada, o
sea, de un aspecto de su vida que naturalmente desea ocultar a la curiosidad ajena. El tópico
se refiere tanto al ámbito físico de su existencia como a las actividades, comunicaciones y
sentimientos que rodean al hombre, constituyendo el reducto no transferible de su soledad y
del grupo que lo rodea o acompaña en ella. Puede definirse el derecho a la intimidad, como "el
derecho personalísimo que permite sustraer a la persona de la publicidad y de otras
perturbaciones a sus sentimientos y vida privada, limitado por las necesidades sociales y los
intereses públicos". Nuestra Constitución Nacional establece el principio en que se asienta con
fuerza el derecho a la moral pública. El art. 19 estatuye:

"Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden ni perjudiquen a
un tercero, están solo reservadas a Dios y exentas de la autoridad de los magistrados" (83).
El derecho a la intimidad se encuentra receptado por las convenciones internacionales
incorporadas luego de 1994 en el art. 75 inc.22 de la Constitución, tiene jerarquía
constitucional y se refiere a él la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del
Hombre; la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948; el Pacto de San José de
Costa Rica, ratificado por Ley 23.054; el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos,
aprobado por Ley 23.313; además del mentado art. 1071 bis del Código Civil, y el art. 19 de la
CN (84).

El art. 1071 bis CCiv reprocha la intromisión arbitraria en la vida ajena publicando retratos,
difundiendo correspondencia, etc., lo que conduce a afirmar que la divulgación, por ejemplo, de
datos sensibles referidos a enfermedades o padecimientos físicos, invaden la esfera de
intimidad y privacidad de una persona. Especialmente, cuando se trata de los que protegen el
honor de las personas que se han previsto como delitos (arts. 1089 y 1090 CCiv) se ha
admitido que para la responsabilidad civil basta la culpa (85).

De otro lado, advertimos que la intimidad es la zona espiritual íntima y reservada de una
persona o de un grupo, especialmente de una familia, (86) y el derecho a la intimidad es aquel
marco normativo que da protección a la esfera privada de las personas. Antonio Mille (87)
sostiene:

"El resultado final de cara al usuario, es que en la práctica la mayoría de los navegantes
acceden a los sitios web siguiendo las sugerencias del motor del búsqueda y limitándose a
revisar las sugerencias contenidas en la primera página de resultados y a todo lo más en las
inmediatamente siguientes" (88).

Dicho esto, es momento de recordar que se encuentran en juego aquí el derecho a la


intimidad, al honor y al nombre de cada uno de nosotros, usuarios de Internet, todos ellos con
rango constitucional. La inclusión del nombre de un internauta en los sitios con contenidos
agraviantes -sin autorización-, constituye un uso indebido de aquel, que su titular tiene derecho
a preservar.Asimismo, se deberá tener presente que el rechazo de un pedido de esta
naturaleza será susceptible de acarrear consecuencias más gravosas para el usuario que los
eventuales perjuicios que su admisión podría producir a su contraria, en tanto los últimos
aparecerían circunscriptos a la esfera patrimonial, mientras que las primeras pueden
comprometer derechos de mayor jerarquía.

Aquí se plantea la ilegítima y no autorizada vinculación del nombre e imágenes de una persona
con sitios de contenido relacionado con el tráfico de sexo, o sobre orientaciones, o deseos
sexuales, o sentimentales, ora con contenidos directamente difamatorios o agraviantes a los
cuales se accede primordialmente gracias a las bondades de los servicios de los buscadores
de contenidos en Internet, y que esta arbitraria vinculación afecta derechos de rango
constitucional que deben ser preservados de manera prioritaria.

Sobre el punto, es del caso advertir que la cantidad de páginas web en las que se verifique la
vinculación cuestionada en cada caso es irrelevante a los fines de valorar la verosimilitud del
derecho. En este sentido, se ha sostenido que ante un material dañoso, reclamada su
eliminación por el sujeto damnificado, el proveedor debe actuar y, de ser técnicamente posible,
debe acoger esa petición, por estar en mejores condiciones técnicas y tácticas de actuar ante
la prevención o reparación del daño injusto. Como también que ante la entidad objetiva y
fácilmente verificable de la ilicitud del contenido, no puede la empresa responsable del servicio
amplificar, con su divulgación, los efectos dañosos en curso.Si bien parece -al menos por
ahora- dificultosa la prevención del daño, no lo es la cesación de sus consecuencias (89).

Todo lo expuesto no hace más que dejar de manifiesto que, en supuestos como los planteados
(uso indebido en sitios web del nombre e imagen de un usuario o insultos o calumnias contra
este), el contenido que se pretenderá remover deberá lesionar de una manera evidente y
palmaria la imagen pública, la honra y los sentimientos más íntimos de la persona, por verse
injuriado al publicarse comentarios que entienda carentes de todo sustento fáctico y teñidos de
una malicia inusitada. En ese contexto, la violación al honor se verá agravada, claro, si
analizamos el medio utilizado para perpetrar las calumnias y las injurias, toda vez que los
buscadores de contenidos en Internet son libremente accesibles en todo el mundo. Es decir
que, en cada caso de esta naturaleza, el daño será ciertamente incalculable.

Por lo demás, y enmarcándonos en el estricto objeto de este trabajo, adelantamos que el


hecho de que se responsabilice a las empresas proveedoras de herramientas de búsqueda de
Internet por su comportamiento negligente no vulnera la garantía constitucional que ampara la
libertad de expresión del servicio de Internet pues, como ha dicho la Corte Suprema en un
importante precedente aplicable analógicamente ("Campillay"), la función primordial que en
toda sociedad moderna cumple el periodismo supone que ha de actuar con la más amplia
libertad, pero el ejercicio del derecho de informar no puede extenderse en detrimento de la
necesaria armonía con los restantes derechos constitucionales, entre los cuales se encuentran
el de la integridad moral y el honor de las personas (90).

Sobre el punto, además, es del caso advertir que la cantidad de frases, o leyendas o imágenes
en las que se verifique la lesión denunciada será irrelevante a los fines de valorar la
verosimilitud del derecho:con una única palabra o con una sola imagen que se publique sin
autorización bastará para hacerlo.

Finalmente, el operador del derecho deberá analizar acabadamente cada caso concreto a la luz
de las previsiones de la Ley 25.326 de Protección de Datos Personales, la cual tiene por
objeto, precisamente, la protección integral de los datos personales asentados en archivos,
registros, bancos de datos u otros medios técnicos de tratamiento de datos, sean estos
públicos o privados, destinados a dar informes, para garantizar el derecho al honor y a la
intimidad de las personas, así como también el acceso a la información que sobre las mismas
se registre, de conformidad a lo establecido en e l artículo 43 párrafo tercero de la Constitución
Nacional.

V. DEL ÁMBITO ESPACIAL DE LA LESIÓN

En supuestos como los aquí planteados, la lesión trasciende lo meramente privado, al


repercutir en su ámbito familiar, social y laboral.

Así es: el hecho dañoso causa severos trastornos "intramuros", ya que razonablemente podrá
motivar, en el curso normal y natural de los hechos cotidianos, permanentes discusiones y
reproches en la esfera de la intimidad familiar o en el ámbito laboral. Pensemos nada más en
las consecuencias que podría tener en nuestros trabajos actuales la llegada a las
computadoras personales de nuestros jefes o compañeros de trabajo de fotografías o
información que nos vincule o relacione con situaciones promiscuas, escenas lujuriosas o
comprometidas, o tal vez hasta con antecedentes propiamente delictuales o antipáticos y
condenados a nivel social. Todos y cada uno de nosotros tuvimos nuestro pasado y nuestra
propia experiencia que no necesariamente se condice con la rutina que tengamos en la
actualidad.Así, rememorando y dispersando en todo el globo nuestras costumbres pasadas,
podríamos estar poniendo en jaque nuestro presente y nuestro futuro.

Con esto quiero destacar que la información y los datos subidos a la web podrían ser
agraviantes, independientemente de ser actuales o no, ya que por hacerse pública una
situación o información comprometida sin su consentimiento se podrá afectar la dignidad y la
honra del usuario hiriéndolo en su propia estima, y podrá traerle además severas
complicaciones a nivel familiar y laboral. Todas estas aristas deberán ser tenidas en cuenta al
ponderar la gravedad y la extensión de los daños causados con este tipo de situaciones.

VI. DEL DAÑO CAUSADO POR NO CUMPLIR CON UNA ORDEN JUDICIAL

Como se dijo antes de ahora, en algunos casos los buscadores, a pesar de estar notificados de
una orden judicial que les ordena remover un contenido, no cumplen con la manda judicial.
Esta situación agrava los daños al internauta de manera considerable. La inconducta en que
incurren los buscadores al no cumplir oportunamente las medidas ordenadas y firmes,
procediendo a bloquear o impedir la existencia de contenidos ilegales y perjudiciales de los
derechos personalísimos del usuario deviene, así, relevante e inexcusable.

En el caso planteado, la culpa jurídicamente reprochable se encuentra enmarcada en el hecho


de que, anoticiados fehacientemente del contenido nocivo, lesivo y perjudicial a la persona, y a
pesar de ser notificados de una orden judicial para su remoción, los buscadores no acataron la
manda judicial manteniendo en sus motores de búsqueda los enlaces que contienen el
contenido agraviante.

Así las cosas, la conducta de los buscadores deberá analizarse bajo la luz del concepto de
diligencia debida, construido caso por caso, en forma concreta a partir de los artículos 512,
902 y 909 CCiv. Si a la luz de estas normas se comprobase que los buscadores no han
observado una diligencia adecuada, actuando con ligereza o negligencia, serán entonces
responsables. Reitero:antes de tomar conocimiento del contenido nocivo, no existirá
responsabilidad alguna de los buscadores, porque resultó material y humanamente imposible
controlarlo y evitarlo. Empero, luego de notificados de tales hechos y de serles ordenada
inclusive su remoción, la responsabilidad será ahora sí suya.

Los hechos, culposos o dolosos que, en el uso de sistemas automatizados de información,


causen daños a terceros, caen genéricamente dentro de la preceptiva del artículo 1109 del
Código Civil, regulación del deber de no dañar a los demás. Tales hechos pueden además
configurar una ilicitud violatoria de lo dispuesto en el art. 1071 bis del Código Civil, que
incrimina la intromisión arbitraria en la vida ajena, con perturbación de la intimidad o
privacidad, garantida inclusive por el artículo 19 de la Constitución Nacional.

En este sentido se ha expedido, entre otros, Fernando Tomeo (91). Pero entiendo que aún
admitiendo la responsabilidad civil, la misma solo puede hacerse efectiva contra los
buscadores en la medida en que, frente a una situación ilícita, y advertidas a través de los
mecanismos pertinentes, no realicen la conducta atinente y necesaria para obtener la cesación
de las actividades nocivas pues, recién en ese momento, se configuraría una falta propia
susceptible de ser apreciada en los términos de los arts. 512, 902, 1109 y cctes. del código de
fondo (92).
Compartiendo esta corriente, la Dra. Barbieri resumió y remarcó que:

"con anterioridad a cualquier reclamo del afectado solicitando el bloqueo del contenido que
considera agraviante y disponible en Internet a través de los buscadores demandados, no
puede a los mismos serle atribuida o adjudicada culpa alguna por los contenidos cuestionados.
A contrario sensu, luego de notificados del reclamo, sí podrá serle atribuida o adjudicada la
culpa por tales contenidos" (93).

Al respecto, expone Raymundo M. Salvat:

"El Código fija sobre este punto [la culpa] dos principios de carácter eminentemente práctico y
racional, dejando para la aplicación de ellos el más amplio margen a la discreción del juez, a
saber:a) debe tenerse en cuenta las diligencias, es decir, los cuidados que exigiere la
naturaleza de la obligación; b) estas diligencias, estos cuidados, deben estar en relación con
tres órdenes de circunstancias".

Agrega que estas son las relativas a las personas, al tiempo y al lugar (94).

Esto es tan así toda vez que las decisiones de los jueces deben ser respetadas y todo
encadenamiento de actos directa o indirectamente violatorios debe ser descalificado (95).
Además, situaciones como las descriptas revisten trascendencia a nivel social y jurídico,
estando de por medio, por un lado, los derechos de un usuario y consumidor (Ley 24.240) y,
por el otro, la sujeción de los buscadores al propio Estado de derecho. Recordemos que el
incumplimiento de las órdenes del Poder Judicial implica un acto de suma gravedad
institucional y la negación misma del Estado de derecho, que exige el pleno sometimiento de
los ciudadanos al ordenamiento jurídico. Así las cosas, encuadrando el daño como efecto
directo de la desobediencia a cumplir con una orden judicial, la reparación económica devendrá
estrictamente justa. Máxime si tenemos en cuenta que, en casos de incumplimiento de las
órdenes judiciales, el daño no habrá cesado, sino que se verá agravado por el propio
transcurso del tiempo.

Así es: mantener en el ciberespacio el contenido denunciado por sí mismo será lesivo a los
derechos del usuario afectado. Con esa actitud, día tras día, el daño se ve agravado ya que
más y más gente puede acceder a dicho contenido con el solo hecho de insertar el nombre de
la persona involucrada en el campo de búsqueda de los buscadores. Además, al no existir
ningún interés ni derecho superior en el que puedan ampararse las demandadas para no
cumplir con la manda judicial, el incumplimiento devendrá grave, injustificado y reprochable.De
esta manera, y con independencia de la eventual acción penal que pueda cursarse, por la
desobediencia reiterada al cumplimiento de una orden judicial, la omisión deliberada de los
buscadores significará el incumplimiento de una orden legítima impartida por la autoridad
judicial en ejercicio de sus facultades jurisdiccionales en detrimento de los derechos de un
usuario/consumidor. Por ello, la reparación civil allí sí será procedente; máxime, luego de que
analicemos las disposiciones emanadas de los artículos 19, 40 (96) y 40 bis (97) de la Ley de
Defensa del Consumidor, la cual, como se dijo, resulta de estricta aplicación a estos casos.

En estricta justicia, se debe requerir de los buscadores un obrar leal, de buena fe y con la
diligencia de un buen hombre de negocios en los términos de nuestra ley civil, y un trato
equitativo y digno en los términos de la Ley de Defensa del Consumidor (98). En este sentido,
se ha interpretado que resulta indudable la necesidad de exigir en el "campo virtual" todo
aquello que se exige en el "mundo real". Debe existir una ética en la prestación de servicios de
búsqueda, deben los ISP adoptar voluntariamente códigos deontológicos que rijan la actividad,
autoexcluyéndose de brindar acceso a contenidos ilícitos o injuriantes a terceros, dado que su
actividad es mucho más que recorrer caminos de búsqueda formados por algoritmos
matemáticos (99).

Si bien la Sala D de la Excma. Cámara Nacional de la Apelaciones en lo Civil, en in re "D. C.,


V. c/ Yahoo de Argentina S.R.L. y otro s/ daños y perjuicios" terminó rechazando la demanda
de daños incoada contra los buscadores Google Inc. y Yahoo! de Argentina S.R.L., tal como se
señaló en el voto del Dr. Diego C. Sánchez

"La verdad es independiente de los votos que consigue.Con frecuencia nace con uno solo,
porque no siempre es inteligible a la primera vista" (100).

Traigo esto a colación, ya que a la luz de los considerandos de los tres votos de dicho fallo -y a
pesar de ofrecer soluciones dispares-, surge palmario que efectivamente a través de los
buscadores en cuestión puede accederse al contenido injurioso cuya remoción se reclamó y se
ordenó judicialmente, y que si a pesar de estar notificadas de la orden judicial que ordenaba su
remoción las demandadas no acataron la misma, estas serán responsables de los mayores
daños causados por su omisión antijurídica, desde la primera notificación y hasta el día de
efectiva eliminación de los contenidos injuriantes, todo ello sin perjuicio de las denuncias
penales que su accionar pueda generar.

----------

(1) Cfr. Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil Nº 95, R. M. B. c/ Google Inc. y otro
s/ daños y perjuicios; 4-mar-2010, MJJ53566.

(2) Íd.

(3) Los buscadores en Internet. La protección de los derechos personalísimos. Utilización de la


medida cautelar innovativa: adecuada pero. ¿suficiente? - [ED, (04/05/2007, nro 11.751)] Por
Vaninetti, Gustavo Juan y Vaninetti, Hugo Alfredo.

(4) CNFCyC, Sala II, 15-03-07, in re "Unteruberbacher Nicole c/Yahoo de Argentina S.R.L. y
otro s/medidas cautelares".

(5) Así ocurrió en el expte. 626/2010, en trámite ante el Juzgado de 1ª Instancia en lo Civil,
Comercial y Laboral de la ciudad de Rafaela.

(6) "Franco, Julio César c/ Diario "La Mañana" y/u otros", fallos 1295. XL.

(7) Este proyecto establece: "(Art. 2) Cuando existan contenidos con información que se
consideren perjudiciales a los derechos personalísimos, el eventual damnificado deberá
notificar dicha circunstancia en forma fehaciente al ISP. Recibida la notificación deberá iniciar
de inmediato todas las medidas necesarias para impedir el acceso de cualquier usuario a los
contenidos cuestionados, siempre que estos fueren objetiva y ostensiblemente ilegales,
nocivos u ofensivos para la persona afectada.Asimismo, se deberá en este supuesto informar
a la persona afectada, la identidad y domicilio del autor de los contenidos difundidos a través
del ISP; (Art. 3) Si el ISP no cumpliera con las obligaciones impuestas en el artículo 2 será
responsable directo de los daños y perjuicios materiales y morales que se ocasionaren a la
persona afectada a partir de la fecha de la notificación referida en el art. 2 de la presente ley;
(Art. 4) Si recibida la notificación por parte de la persona afectada no se procediera a impedir o
bloquear, en modo absoluto, cualquier tipo de acceso a los contenidos cuestionados, dicha
persona afectada tendrá derecho a recurrir a la justicia para que la misma, sin más trámite,
resuelva el bloqueo del acceso a los contenidos difundidos o transmitidos por el ISP."

(8) Excma. Cámara Nacional de la Apelaciones en lo Civil, Sala D; Expte. Nº 99.620/2006 "D.
C., V. c/ Yahoo de Argentina SRL y otro s/Daños y Perjuicios" Recurso Nº541.482. Juzgado Nº
75. Del voto de la Doctora Patricia Barbieri.

(9) Íd.

(10) Cfr. Excma. Cámara Nacional de la Apelaciones en lo Civil, Sala D; Expte. Nº


99.620/2006 "D. C., V. c/ Yahoo de Argentina SRL y otro s/Daños y Perjuicios" Recurso
Nº541.482. Juzgado Nº 75. Del voto del señor juez de Cámara doctor Diego C. Sánchez.

(11) Tomeo, Fernando, "La protección de la imagen y la reputación corporativa en la Web 2.0",
LL sup. act. 02-02-10, págs. 1-4.

(12) Citado por la Excma. Cámara Nacional de la Apelaciones en lo Civil, Sala D; Expte. Nº
99.620/2006 "D. C., V. c/ Yahoo de Argentina SRL y otro s/Daños y Perjuicios" Recurso
Nº541.482. Juzgado Nº 75. Del voto del señor juez de Cámara doctor Diego C. Sánchez.

(13) Jorge Mario Galdós ("Responsabilidad civil de los proveedores de servicios en Internet",
LL 2001-D-953.Con cita de Piaggi, Ana I., "Reflexiones sobre la contratación electrónica", LL
1999-A-750, y de Colautti, Carlos E., "La libertad de expresión y el espacio cibernético", LL
1999-E-1334.

(14) Excma. Cámara Nacional de la Apelaciones en lo Civil, Sala D; Expte. Nº 99.620/2006 "D.
C., V. c/ Yahoo de Argentina SRL y otro s/Daños y Perjuicios" Recurso Nº541.482. Juzgado Nº
75. Del voto del señor juez de Cámara doctor Diego C. Sánchez.

(15) García, Fernando Adrián Responsabilidad civil de los buscadores de contenido en


Internet; 8/9/2010; El Dial, en página web: http://www.eldial.com.ar

(16) Jorge C. Resqui Pizarro Estudio Lavoro & Asociados; Delitos Cometidos por Medio de la
Internet y sus Derivaciones en la Responsabilidad Civil de las Empresas Prestatarias del
Servicio, publicado por Abogados.com.ar el 27 de julio 2010.

(17) O. cit.

(18) Cfr. Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil Nº 95, R. M. B. c/ Google Inc. y
otro s/ daños y perjuicios; 4-mar-2010, MJ-JU-M-53566-AR.

(19) Íd.

(20) Borda, Guillermo J. (h.), "La responsabilidad de los buscadores en internet", JA 2010-II,
del 09-06-10, págs. 7/11.

(21) Citado por la Excma. Cámara Nacional de la Apelaciones en lo Civil, Sala D; Expte. Nº
99.620/2006 "D. C., V. c/ Yahoo de Argentina SRL y otro s/Daños y Perjuicios" Recurso
Nº541.482. Juzgado Nº 75. Del voto del señor juez de Cámara doctor Diego C. Sánchez.

22 Ver CACAzul, Sala I, voto del Dr. Esteban Louge Emiliozzi del 19-02-09, in re "Heim,
German Luis y otro c/Zito Cono y otro" y nota de Fernando Tomeo, "La responsabilidad civil en
la actividad informática", LL Revista Responsabilidad Civil y Seguros, 03-10, págs. 99/111.

(23) Excma. Cámara Nacional de la Apelaciones en lo Civil, Sala D; Expte. Nº 99.620/2006 "D.
C., V.c/ Yahoo de Argentina SRL y otro s/Daños y Perjuicios" Recurso Nº541.482. Juzgado Nº
75. Del voto del señor juez de Cámara doctor Diego C. Sánchez.

(24) CNCom, Sala B, 01-11-00 in re "Del Giovannino, Luis Gerardo c/ Banco Del Buen Ayre
S.A.", y los allí citados, LL 2000-F-657, elDial.com AA7EC.

(25) Arg. arts. 512, 902 y 909 Código Civil; in re "Minniti, Oscar Vicente c/ Thriocar SA y o.;
ídem, 20-9-1999, in re "Banesto Banco Shaw SA c/ Dominutti, Cristina"; bis ídem, 29-6-2000,
in re "Caimez, Oscar Rene c/ Banco Francés SA"; cfr. Benélbaz, Héctor A. "Responsabilidad
de los bancos comerciales.", RDCO 16-503; Garrigues, Joaquin, "Contratos bancarios", ed.
1958, p. 519 y ss.

(26) Cfr. arts. 512, 902 y 909 Código Civil; CNCom., esta Sala, 23-11-1995, voto del juez
Butty, in re "Giacchino, Jorge c/ Machine & Man"; idem, 14-8-1997, in re "Maqueira, Néstor y
o. c/ Banco de Quilmes SA"; v. mi voto, 24-11-1999, in re "Molinari, Antonio Felipe c/
Tarraubella Cía. Financiera SA", Doctrina Societaria, ed. Errepar, tomo XI, p. 905.

(27) CNCom., 10-8-1998, in re "Rodriguez, Jorge Aquilino c/ Barberis Constructora SA".

(28) Arg. art. 909 Código Civil; cfr. Belluscio-Zannoni, "Código Civil.", ed. Astrea, Buenos
Aires, 1982, tomo 4, p. 101

(29) Excma. Cámara Nacional de la Apelaciones en lo Civil, Sala D; Expte. Nº 99.620/2006 "D.
C., V. c/ Yahoo de Argentina SRL y otro s/Daños y Perjuicios" Recurso Nº541.482. Juzgado Nº
75. Del voto del señor juez de Cámara doctor Diego C. Sánchez.

(30) Conf. GALDÓS, JORGE MARIO, Responsabilidad civil de los proveedores de servicios en
Internet, LL, 2001-D-953.

(31) Manual de derecho civil y comercial, Buenos Aires, 1955, t. VI, p. 477.

(32) Excma. Cámara Nacional de la Apelaciones en lo Civil, Sala D; Expte. Nº 99.620/2006 "D.
C., V.c/ Yahoo de Argentina SRL y otro s/Daños y Perjuicios" Recurso Nº541.482. Juzgado Nº
75. Del voto de la Doctora Patricia Barbieri.

(33) Cfr. Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil Nº 95, R. M. B. c/ Google Inc. y
otro s/ daños y perjuicios; 4-mar-2010, MJ-JU-M-53566-AR.

(34) Excma. Cámara Nacional de la Apelaciones en lo Civil, Sala D; Expte. Nº 99.620/2006 "D.
C., V. c/ Yahoo de Argentina SRL y otro s/Daños y Perjuicios" Recurso Nº541.482. Juzgado Nº
75. Del voto del señor juez de Cámara doctor Diego C. Sánchez.
(35) Íd.

(36) Excma. Cámara Nacional de la Apelaciones en lo Civil, Sala D; Expte. Nº 99.620/2006 "D.
C., V. c/ Yahoo de Argentina SRL y otro s/Daños y Perjuicios" Recurso Nº541.482. Juzgado Nº
75. Del voto de la Doctora Patricia Barbieri.

(37) Íd.

(38) Con cita de CNCiv. Sala H R. Nº 385.193, en autos "P., J. A. c/Diario La Nación y otros
s/daños y perjuicios", ídem su voto en fallo del 29/3/96, J.A. 1997-II-171, entre otros.

(39) Excma. Cámara Nacional de la Apelaciones en lo Civil, Sala D; Expte. Nº 99.620/2006 "D.
C., V. c/ Yahoo de Argentina SRL y otro s/Daños y Perjuicios" Recurso Nº541.482. Juzgado Nº
75. Del voto de la Doctora Patricia Barbieri.

(40) Íd.

(41) Íd.

(42) Íd.

(43) Sancionada el 18/5/2005 y publicada el 16/6/2005 (LA 2005-B-1693).

(44) Molina Quiroga, Eduardo, Internet y la libertad de expresión. A propósito de la ley 26032,
Molina Quiroga, Eduardo, JA 2005-III-865 -SJA 24/8/2005, Lexis Nº0003/011606 o
0003/011607.

(45) Íd.

(46) Íd.

(47) Íd.

(48) Castells, Manuel, "Internet, libertad y sociedad: una perspectiva analítica" (lección
inaugural del curso académico 2001/2002 de la UOC.

(49) Molina Quiroga, op. cit.

(50) O. cit.

(51) O.cit.

(52) Jijena Leiva, Renato J., Contenidos de internet: censura o libertad de expresión
(http://www.mass.co.cl/acui/leyes-jijena2.html]).

(53) En nuestro país se registra la resolución de la justicia de Jujuy en el caso "Jujuy.com", en


el que se condenó a los responsables de un web site a resarcir el daño moral de un matrimonio
aludido en mensajes que circularon en el mencionado sitio de internet. El tribunal asimiló las
comunicaciones informáticas a la energía y aplicó la responsabilidad del art. 1113 CCiv.,
basado en que los ISP. habían omitido retirar los mensajes lesivos (Cámara Civil y Comercial
de Jujuy, 30/6/2005, expte. B. 85235/02, caratulado "Ordinario por daños y perjuicios: `S. M. y
L. E. M.'".

(54) Jijena Leiva, op. cit.

(55) Molina Quiroga, op. cit.

(56) Jijena Leiva, op. cit.

(57) Villate, Javier, "Libertad de expresión en internet, observatorio para la cibersociedad".

(58) Castells, op. cit.

(59) Excma. Cámara Nacional de la Apelaciones en lo Civil, Sala D; Expte. Nº 99.620/2006 "D.
C., V. c/ Yahoo de Argentina SRL y otro s/Daños y Perjuicios" Recurso Nº541.482. Juzgado Nº
75. Del voto del señor juez de Cámara doctor Diego C. Sánchez.

(60) Molina Quiroga, op. cit.

(61) Jijena Leiva, op. cit.

(62) Molina Quiroga, op. cit.

(63) O. cit.

(64) O. cit.

(65) O. cit.

(66) Faynbloch Luis Ernesto c/ Google Argentina S.R.L. s/ habeas data (art.43 C.N.), Cámara
Nacional de Apelaciones en lo Civil y Comercial Federal, Sala III, 13-nov-2009, MJ-JU-M-
53050-AR.

(67) En dichos autos se dispuso, además, que resulta competente la Justicia Nacional de
Primera Instancia en lo Comercial, y no la Justicia Nacional de Primera Instancia en lo Civil y
Comercial Federal, para entender en la acción de habeas data interpuesta contra la empresa
dueña de un buscador de Internet, mediante la cual el actor pretende que se suprima la
información errónea sobre su persona, que se registra y difunde a través de dicho buscador, ya
que no se dan ninguno de los supuestos que prescribe el art. 36 de la ley 25 .326 para la
procedencia de la competencia federal, debiendo considerarse que las disposiciones que
consagran la jurisdicción federal, que por su naturaleza es limitada y de excepción, deben ser
interpretadas restrictivamente descartando su aplicación analógica a situaciones que no sean
expresamente contempladas en cada caso.

(68) N° 285 Rosario, 4 dic. 2009, autos caratulados "TREVIÑO Susana c/ Google Argentina s/
Daños y Perjuicios", Expte. N° 86.630 de entrada ante este Juzgado Federal N° 1, Secretaría
B.

(69) Santos Cifuentes, Elementos del Derecho Civil, Parte general, 3ª Edición ampliada y
actualizada, Ed. Astrea, p. 53.
(70) Ib., p. 76.

(71) Fitzner Esther Lilian Beatriz c/ Barbarossa Georgina s/ daños y perjuicios, Cámara
Nacional de Apelaciones en lo Civil, Sala H, 16-jul-2010, MJJ57864.

(72) Mora Silvia Estela y otros c/ Lagos Hilario s/ daños y perjuicios, Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Civil, Sala A, 3-may-2010, MJJ55800.

(73) Ortega Ramón Bautista y otro c/ Telearte S. A. y otros s/ daños y perjuicios- ordinario,
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, Sala L, 8-mar-2010, MJJ54237.

(74) Roviralta Huberto c/ Arte Gráfico Editorial Argentino S.A.s/ daños y perjuicios, Cámara
Nacional de Apelaciones en lo Civil Sala M, 19-dic-2007, MJJ9971.

(75) Íd.

(76) Santos Cifuentes, op. cit., p. 78.

(77) O cit.

(78) Di Campli Fernando Luciano y otros c/ Editorial Atlántida S.A. s/ daños y perjuicios,
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, Sala E, 2-nov-2010, MJJ60558.

(79) Fallos 311:1171.

(80) Di Campli Fernando Luciano y otros c/ Editorial Atlántida S.A. s/ daños y perjuicios,
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, Sala E, 2-nov-2010, MJ-JU-M-60558-AR.

(81) Cfr. Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, Lala L, en autos L. V. G. c/ Telearte S.A.
Empresa de Radio y Televisión y otro s/ daños y perjuicios, 14-sep-2010, MJJ60024.

(82) Íd.

(83) Cfr. Santos Cifuentes, Elementos del Derecho Civil, Parte general, 3ª Edición ampliada y
actualizada, Ed. Astrea, p. 82.

(84) L. V. G. c/ Telearte S.A. Empresa de Radio y Televisión y otro s/ daños y perjuicios,


Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, Sala L, 14-sep-2010, MJ-JU-M-60024-AR.

(85) Cfr. V. M. L. c/ Editorial Atlántida S.A. s/ daños y perjuicios, , Cámara Nacional de


Apelaciones en lo Civil Sala F, 30-sep-2009, MJJ56288.

(86) Cfr. Diccionario de la Lengua Española - 22ª edición.

(87) "Motores de la búsqueda en Internet y derecho de autor. Los casos judiciales de la


"generación Google", JA, 2008-IV-1275.

(88) Citado por la Excma. Cámara Nacional de la Apelaciones en lo Civil, Sala D; Expte. Nº
99.620/2006 "D. C., V. c/ Yahoo de Argentina SRL y otro s/Daños y Perjuicios" Recurso
Nº541.482. Juzgado Nº 75. Del voto del señor juez de Cámara doctor Diego C. Sánchez.

(89) Galdós, Jorge Mario, "Responsabilidad civil de los proveedores de servicios en Internet",
LL, 2001-D-953. En igual sentido: CNCiv. y Com.Fed., Sala I, 14/11/2006. - Zamolo, Sofía
Karina c. Yahoo de Argentina S.R.L. y otro s/ incidente de apelación - [ED, (04/05/2007, nro
11.751)]

(90) R. M. B. c/ Google Inc. y otro s/ daños y perjuicios, Juzgado Nacional de Primera


Instancia en lo Civil Nº 95, 4-mar-2010, MJ-JU-M-53566-AR.

(91) En "Las Redes Sociales y su régimen de responsabilidad civil" (LL 14 de mayo de 2010).

(92) Voto de la Doctora Patricia Barbieri Excma. Cámara Nacional de la Apelaciones en lo Civil,
Sala D, "D. C., V. c/ Yahoo de Argentina SRL y otro s/ daños y perjuicios".

(93) Íd.

(94) Tratado de derecho civil argentino-Obligaciones en general, actualización de Enrique V.


Galli, Bs. As., 1957, t. I, pág.138. Citado por el Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo
Civil Nº 95, R. M. B. c/ Google Inc. y otro s/ daños y perjuicios; 4-mar-2010, MJ-JU-M-53566-
AR.

(95) CSJN, Expediente: P 95 XXXIX.

(96) Artículo incorporado por el art. 4 Ley 24.999, BO del 30/7/1998.

(97) Artículo incorporado por art. 16 Ley 26.361, BO del 7/4/2008.

(98) Arg. Excma. Cámara Nacional de la Apelaciones en lo Civil, Sala D; Expte. Nº


99.620/2006 "D. C., V. c/ Yahoo de Argentina SRL y otro s/Daños y Perjuicios" Recurso
Nº541.482. Juzgado Nº 75. Del voto de la Doctora Patricia Barbieri.

(99) Cherñavsky, Nora A., Responsabilidad civil de los buscadores de contenido en Internet;
11/8/2010; El Dial, en página web http://www.eldial.com.ar.

(100) El epígrafe fue el del doctor Rómulo E. M. Vernengo Prack al votar en "Glusberg" (fallo
plenario de esta Cámara del 10-09-82, ED 101-181, JA 1982-IV-443, LL 1982-D-525); como
también dijo en "Samudio de Martinez" (ídem, del 20-04-09, ED 232-541; LL 2009-C- 99 y
222; elDial.com 21-04-09); todos citados en el voto del señor juez de cámara doctor Diego C.
Sánchez, en "D. C., V. c/ Yahoo de Argentina SRL y otro s/ daños y perjuicios", Cámara
Nacional de la Apelaciones en lo Civil, Sala D.

(*) Abogado. Notario. Magíster en Derecho Empresario.

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