Vous êtes sur la page 1sur 4

Historia: 2do Ciclo Básico Lectura: 1 Prof.

Federico Ramírez

El Diario de Colón: El encuentro con los


indios

El contacto entre la tripulación de las tres naves que partieron del puerto de Palos el 3 de Agosto de
1492 y los habitantes de las islas antillanas supone un fuerte impacto tanto para las sociedades
indígenas, que inician un proceso desestructurador, como para la sociedad europea, que culmina su
período expansivo y penetra definitivamente en la Edad Moderna. Desde el primer contacto entre indios y
castellanos, que se produce nada más desembarcar Colón en la isla de San Salvador, se inicia un largo
proceso de adaptación de la sociedad aborigen a un nuevo sistema de vida y de creencias, proceso
sumamente espectacular y único en la Historia de la humanidad, que se concretará en un violento choque
cultural. Este proceso aculturador viene claramente marcado por la naturaleza de las relaciones entre
indígenas y occidentales y por la visión, que tanto indios como castellanos, tienen del otro. Por eso, para
comprender la dimensión de ese proceso, es necesario analizar esa visión que ambos grupos expresan;
pero si analizar cómo vieron Colón y los suyos a los indios es sencillo y basta con acudir a los
comentarios que encontramos en el Diario, establecer la visión que el indio tiene de los españoles es
hacer un ejercicio de hipótesis, pues la información que tenemos para este primer viaje es indirecta.

Ya desde el primer momento, Colón expresa su visión sobre los indígenas de la isla de San
Salvador. Al poner pie en tierra, “se ayuntó allí mucha gente de la isla”, lo que supone un primer contacto.
Esta imagen nos parece un tanto exagerada, a la luz de los acontecimientos posteriores en otras islas: la
imagen casi mesiánica del Almirante, rodeado de indios que se acercan para tocarle, sin ningún resquicio
del temor y pavor que más tarde mostrarán los indígenas hacia los castellanos, parece más una
elaboración del propio Colón que una realidad. Pero, sea como fuere, ese 12 de octubre de 1492 se
produce el primer contacto y ya Don Cristóbal Colón nos describe a los indígenas que ve. Si nos
detenemos de manera especial en la descripción que hace Colón de los indios en este primer contacto,
es porque nos parece sumamente interesante para calibrar la primera imagen que tienen los castellanos
del indio; la espontaneidad de este primer relato nos parece merecer una atención especial.

Así, la primera alusión que hace el Almirante de los indios es la de “gente desnuda”, lo que nos
habla del impacto que sobre los castellanos debió causar la contemplación de dicha desnudez. Colón
advierte desde el primer momento que la sociedad indígena está mucho menos avanzada que la
sociedad europea del momento y esa advertencia, seguramente supusiese para él un enorme impacto. A
esa descripción primera de los indígenas, se añaden otras características dadas en ese primer día en el
Nuevo Mundo. Así, habla de “mancebos muy bien hechos, de muy fermosos cuerpos y muy buenas
caras, los cabellos gruesos como sedas de cola de caballos e cortos”. La primera descripción que hace
Colón de los indios es sumamente detallada, propia de una persona tan observadora como el Almirante y
se completa con detalles sobre las pinturas que cubren sus cuerpos desnudos o su estatura. Desde aquí
se gesta la imagen un tanto idealizada del indio como un ser manso y lleno de bondad y generosidad.

En este primer contacto, Colón hace su primera referencia a la mansedumbre de los indígenas,
tema que repetirá a lo largo de todo el Diario, y a su desconocimiento del hierro y del armamento en
general: “ellos no traen armas ni las conocen, porque les mostré espadas y las tomaban por el filo y se
cortaban, por ignorancia. No tienen algún fierro (...)”. Además, hace referencia a las heridas que algunos
indios tenían en su cuerpo, lo que interpreta como consecuencias de los ataques de vecinos de otras
islas, quizás de tierra firma. En este sentido, Colón comienza a elaborar su teoría de que en tierra firma
se encontrarían las tierras del Gran Khan (recordemos que Colón cree haber arribado a Oriente, a las
costa de Asia), cuyos hombres, con una cultura y armamento mucho más desarrollado, atacarían a estos
indios de las islas. Por otro lado, también tiene en cuenta la posibilidad de que existan caníbales en estas

1
Historia: 2do Ciclo Básico Lectura: 1 Prof. Federico Ramírez

tierras, como los propios indios parecen afirmar, lo que supone una continuación de la creencia medieval
de la existencia de islas y tierras asiáticas habitadas por caníbales y monstruos tales como los
esciápodos.

En esta primera descripción de los indios, Colón también introduce una constante que
desarrollará en todo el Diario: para él, los indios son susceptibles de ser convertidos al cristianismo y de
ser sometidos a algún tipo de servidumbre, sin hacer referencias directas a la esclavitud. A este respecto,
las palabras del Almirante son muy reveladoras: “ellos deben ser buenos servidores y de buen ingenio,
que veo que muy presto dicen lo que les decía. Y creo que ligeramente se harían cristianos, que me
pareció que ninguna secta tenían”. Para Cristóbal Colón, el indio será visto como un cristiano y como un
súbdito de los Reyes Católicos en potencia y esto es uno de los aspectos que más le preocupan en su
viaje, junto a la búsqueda de las fuentes de oro. Como ya hemos dicho, Colón resalta el natural manso y
obediente del indio, lo que le convierte en un súbdito de la Corona castellana en potencia. Además, no
duda en destacar su cobardía y poca prestancia para la resistencia, afirmando que “con cincuenta
hombres los ternán todos sojuzgados, y les harán hacer todo lo que quisieren”. Esta alusión al
desequilibrio cuantitativo en cuanto al sometimiento del indio se convertirá en una realidad años después.

Respecto a la vida religiosa de los indios, Colón afirma repetidas veces que los indios no
conocen secta ninguna y que “se tornarán prestos a la sancta fe cristiana”. La evangelización de los
habitantes de las tierras que se descubriesen es un motivo primordial, nunca secundario, de esta
expedición, por lo que no podemos olvidarlo. Sin embargo, en ocasiones, Colón encuentra algunos
indicios que hacen sospechar que los indios adorasen algunas deidades, como la existencia de ídolos de
madera en algunos poblados o el hallazgo de una casa grande el 3 de diciembre, que él identifica con
algún tipo de templo. Está claro que Colón, a pesar de sus afirmaciones, no descartaría nunca la idea de
que los indígenas practicasen algún tipo de religión y esto se ve confirmado con las constantes alusiones
de los indios a la procedencia divina de los castellanos. Incluso otra prueba de la religiosidad de los indios
la encontramos, a nuestro parecer, en un hecho cuanto menos, sorprendente: Colón fija una enorme cruz
en la plaza de un poblado indígena y todos la adoran. En nuestra opinión, la cruz debía ser algún símbolo
propio del culto indígena y de ahí su adoración; pero la inteligencia del Almirante utiliza este hecho para
convencer a los Reyes Católicos de la empresa evangelizadora que el propio Almirante habría iniciado.

Sobre la descripción de la vida material que del indio hace el Diario, destaca la constante alusión
a la desnudez y a la pobreza aparente del indígena, que se nos presenta, casi siempre a lo largo del
Diario como un ser indefenso, desprovisto de ropa alguna o de armas que no sean azagayas de madera.
La única excepción respecto a lo dicho sobre el armamento la encontramos en los caribes que atacan a la
tropa castellana el 13 de Enero de 1493, cuando la expedición ya retorna a Castilla; estos indios portaban
arcos y flechas de madera y eran muy diestros en su manejo. Por lo demás, los objetos que los indígenas
solían portar en sus encuentros con los castellanos se repiten a lo largo del Diario, destacando por su
reiteración los papagayos, sobre los que Colón siempre mostró un interés especial dada su supuesta
procedencia asiática, los ovillos de algodón y, por supuesto, los aros de oro y pequeños brazaletes, que
suponen el primer contacto castellano con los metales preciosos americanos. Si bien es cierto que Colón,
en su primer viaje, nunca logró acceder directamente a las minas de oro que él ubicaba en el Cipango y
Catai (de nuevo aparece la geografía asiática en la mente del Almirante), la existencia de estos aros
servía de prueba de que tal oro existía. A cambio de estos objetos que los indios portaban, los castellanos
entregaban a los indios cuentecillas de vidrio, cascabeles y otras piezas de latón y metal, por las que los
indios sentían especial interés; está claro que Colón advierte desde un primer momento su posición
ventajosa en el intercambio con estas sociedades poco desarrolladas que ni siquiera conocían el hierro.

Continuando con la descripción que se hace de la vida material del indígena, debemos hacer
referencia a sus viviendas y a los objetos que en ellas descubren los castellanos. Lo que más llama la
atención a los europeos es la presencia de hamacas, aunque no olvidan enumerar algunos ídolos tallados
en madera, perrillos, útiles de pesca o algunas avecillas amaestradas. Sobre los perros debemos
comentar que se trataban de perrillos pequeños que no ladraban, sino que emitían un gruñido y que
servían a los indios como alimento. Colón piensa que las cabañas que se va encontrando irán mejorando

2
Historia: 2do Ciclo Básico Lectura: 1 Prof. Federico Ramírez

en tamaño y calidad conforme se vaya acercando a las tierras del Gran Khan; esta tesis la confirma en
Cuba, donde ya encuentra casas mucho más grandes y construidas en madera. No podemos terminar
este repaso a la vida material del indio sin mencionar sus canoas o almadías, sobre las que los
castellanos encuentran a los indios en numerosas ocasiones. Estas canoas variaban desde las más
pequeñas hasta otras mayores que podían albergar a 45 hombres. Llama la atención de los castellanos el
manejo que los indios tenían sobre estas canoas y su destreza nadando.

Sobre el trato a los indios, a lo largo de todo el Diario, no encontramos ningún ejemplo de
maltrato a los indios aunque es evidente que estos debieron existir, dada la configuración de la propia
tripulación, gente ruda y ávida de riquezas, como el mismo Colón afirma, entre los que había cuatro
criminales. Además, el miedo que los indígenas tienen a los castellanos y las constantes advertencias de
Colón a su tripulación para que traten bien a los indígenas y respeten sus posesiones y mujeres,
confirman esta tesis. Sea como fuere, la relación de los castellanos con los indios muestra momentos de
verdadera amistad y los propios indígenas acogen a castellanos en sus poblados, sentándose a comer en
la misma mesa y ejerciendo de perfectos anfitriones. Ejemplos de estos encontramos tanto en la isla
Fernandina como en Cuba o La Española, aunque seguramente estos hechos estén adornados por el
Almirante.

Sin embargo, en el Diario también encontramos ejemplos, quizás incluso en mayor número, de
desencuentro entre ambos grupos, fruto del miedo o la desconfianza de los indios hacia los españoles. La
primera duda que se nos presenta es la causa del miedo que los indios tienen a los castellanos. En
ocasiones parece que ese miedo es el miedo natural ante lo desconocido; sin embargo, en otras
ocasiones, parece que el miedo procede de una mala experiencia de los indios con la tripulación, la que
quizás, como ya hemos dicho, maltratase de alguna manera a la población indígena. Así, encontramos
que los indios esconden a sus mujeres de los castellanos, lo cual no harían si no se hubiese producido
algún tipo de ataque o que huyen hacia el interior ante el avance de los castellanos, que encuentran
casas, plantaciones y pueblos enteros vacíos, dejando incluso los indios en su retirada todas sus
pertenencias en sus cabañas. Este fenómeno de huída se dará de manera mucho más evidente durante
el proceso de conquista de las islas caribeñas y es lo que algunos especialistas en el tema llaman la
“resistencia pasiva”. El ejemplo más destacable, preludio de lo que serán las rebeliones indígenas en las
Antillas, lo encontramos el 13 de enero de 1493, cuando un grupo que Colón identifica como caribes,
tienden una trampa a los castellanos y los atacan, lo que significa el primer enfrentamiento abierto entre
indios y españoles. El lance se salda con la huida de los indios ante la superioridad armamentística de los
castellanos, a pesar de encontrarse estos últimos en clara desventaja numérica.

El tema del miedo de los indios hacia los castellanos nos hace reflexionar sobre la visión que los
primeros tenían de los españoles. Esta visión va mudando y evolucionando a lo largo de todo el proceso
conquistador y esto lo vemos gestarse en este primer viaje. Así, en ocasiones vemos a los indios
“echándose al suelo y levantaban si eramos venidos del cielo”. La idea de la procedencia divina de los
castellanos, que provocará en los habitantes de las islas admiración y sometimiento, se repetirá a lo largo
de toda la centuria siguiente, llegando hasta la conquista del Incario y más adelante incluso, aunque esta
idea la irán rechazando los indios, fruto de su experiencia con los españoles. Pero, hasta que esto
cambie, los indios se mostrarán en ocasiones complacientes con los castellanos, ofreciéndoles sus casas
y amistad. Lo que más admiración y sorpresa causará entre los indígenas, amén de las largas barbas de
los castellanos, será, sin lugar a dudas, las armas de fuego, que considerarán un ingenio divino, a la vez
que les causará miedo.

Si bien es cierto que desde el principio Colón destaca la mansedumbre, la bondad y el carácter
pacífico del indio, a los tres días de desembarcar comienza a mostrar cierta desconfianza en los indios en
diferentes aspectos. Desde el mismo día 15 de octubre el Almirante desconfiará de las indicaciones que
los indígenas le proporcionan respecto a la localización del oro, que de ser abundante en el imaginario de
los descubridores pasa a ser escaso. Esta desconfianza la entendemos fácilmente, pues, a pesar de las
indicaciones, las ansiadas fuentes del oro no aparecen y se irán desplazando hacia el Oeste y hacia el

3
Historia: 2do Ciclo Básico Lectura: 1 Prof. Federico Ramírez

interior conforme Cristóbal Colón y los suyos avanzan, lo que provoca el desengaño de la tripulación.
Sobre las indicaciones mencionadas respecto a la localización del oro y las perlas, nos surge la duda:
¿los indígenas intentan llevar de una manera sincera a Colón a las fuentes del oro, pero la falta de
entendimiento es un obstáculo? ¿Conocen dichas fuentes? O sin embargo, ¿engañan de manera
consciente a Colón? Da la sensación de que la obsesión que marca la estancia de Colón en América es
el oro y pensamos que esto también fue percibido por los indígenas, quienes informaban a los españoles
sobre la localización del oro, bien para alejar de ellos el peligro que representaban, bien por un intento
sincero de ayudarlos. Sea como fuere, parece que los indios, conocedores del interés de Colón por el
metal precioso, le dan a este la información que quiere oír, o quizás, es al revés, que Colón interpreta la
información que recibe de los indios filtrándola por esa obsesión. Por otro lado, en algunas acciones de
exploración, el Almirante envía hombres bien armados y pertrechados en sus acciones de
reconocimiento, lo que contrasta claramente con las noticias que pretende transmitir a Castilla sobre la
mansedumbre de los indios. En este sentido, cabe destacar el interés del Almirante por encontrar un lugar
apropiado para establecer una fortaleza, lo que finalmente consigue realizar en La Española,
construyendo el llamado fuerte de la Navidad, si bien es cierto, por otro lado, que otras razones, como el
naufragio de una de las naves, explican esta decisión.

Para finalizar nuestro comentario sobre la concepción castellana sobre el indio, recogida en el
Diario, queremos destacar el análisis social, geográfico y casi étnico-político que Colón realiza de los
grupos indígenas. Así, por ejemplo, establece diferencias físicas entre los indios de unas islas y otras,
refiriéndose al color de su piel, su complexión corporal o incluso su carácter. Especialmente llamativa es
la organización social que Colón recoge de los indios. Desde los primeros días, en que Colón ya nos
habla de la natural obediencia de los indios, Colón tiene noticias de la existencia de ciertos jefes o reyes,
caciques en el lenguaje indígena, a quienes el resto de la población rinden obediencia; así, Cristóbal
Colón, creyendo en un principio que podrían tratarse de gobernadores o incluso del mismo Khan, envía
grupos diplomáticos, a la vez que también recibe embajadas de estos caciques. Asimismo, el Diario
recoge el enfrentamiento entre los habitantes de unas islas y otras, si bien es cierto que este tema se nos
muestra como algo confuso en el Almirante. En un primer momento, Colón piensa en el ataque de grupos
de caníbales sobre la población de ciertas islas, como deduce del testimonio de algunos indios y de la
observación de las heridas en los cuerpos de algunos de ellos. Sin embargo, esta idea la rechaza más
adelante y se inclina porque, en realidad, esos caníbales “no es otra cosa que la gente del Gran Can, que
debe ser aquí muy vecino; y terná navíos y vernán a captivarlos y como no vuelven, creen que se los han
comido”. La concepción asiática que aplica a las tierras recién descubiertas se pone otra vez de
manifiesto. Sin embargo, no podemos dudar del enfrentamiento entre unas islas y otras, dado el miedo
que los indios que Colón unió a su tripulación en San Salvador demuestran al llegar a La Española.

Vous aimerez peut-être aussi