Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
EL CASO
PENAL
BASE DE LA LITIGACIÓN
EN EL JUICIO ORAL
GACETA
EL CASO
PENAL
BASE DE LA LITIGACIÓN
EN EL JUICIO ORAL
EL CASO PENAL
Base de la litigación en el juicio oral
pRIMERA Edición
marzo 2014
5,790 ejemplares
Prohibida su reproducción
total o parcial
DERECHOS RESERVADOS
D.Leg. Nº 822
ISBN: 978-612-311-135-9
REGISTRO DE PROYECTO EDITORIAL
31501221400270
DIAGRAMACIÓN DE CARÁTULA
Martha Hidalgo Rivero
DIAGRAMACIÓN DE INTERIORES
Miguel Ángel Salinas Arica
Impreso en:
Imprenta Editorial El Búho E.I.R.L.
San Alberto 201 - Surquillo
Lima 34 - Perú
Introducción
El caso y su estudio, como una temática de la litigación que se realiza en
el juicio oral, nos parece un tema tanto elemental como fundamental; en el
primer sentido, elemental, puesto que solo a partir de la existencia del caso se
podrá hablar de un imputado y de su derecho de defensa y, por lo tanto, de li-
tigio, de contradictorio y de estrategia. Y es también fundamental en cuanto
significa seriedad y rigor, pues las solas coincidencias y pareceres o conven-
cimientos que no pudieran revestirse de objetividad mediante elementos de
convicción o una suma de indicios, nunca podrían constituir un caso, y menos
servir de pretexto para afectar a una persona humana.
El tema del caso penal consideramos que en nuestro país ha venido sien-
do comprendido desde puntos de partida sesgados e, inclusive, errados, por
sumar apreciaciones subjetivas, atribuibles a autores que solo habrían hecho
exteriorización de formas de pensar propias de quienes realizan el ejercicio
de la defensa, habiéndose hecho recepción, como casi siempre entre nosotros,
acríticamente, de textos venidos de fuera, bajo tradiciones, mentalidades y
hasta equívocos ajenos.
Y referimos lo dicho a partir de que, contrariamente a lo que se sostie-
ne en dichos textos, apreciamos desde la realidad cotidiana que el caso penal
constituye una figura jurídica que le corresponde conocer, teorizar, estructu-
rar, definir y trabajar básicamente al responsable de la persecución, esto es,
al Ministerio Público (en adelante, MP), en general, y a los fiscales en lo pe-
nal, en particular; aunque es verdad que a la defensa le conviene estudiarlo y
conocerlo.
Lo expresado tiene consecuencias importantes dado que en el nuevo mo-
delo procesal se han diferenciado tajantemente las funciones del Estado con
relación al sistema penal de justicia y, por lo tanto, no solo calificar la presen-
cia del caso, sino antes, la propia posibilidad racional de anticipar la reunión
de sus partes componentes será algo que corresponderá enteramente a los fis-
cales, para comprometerse luego a realizar una investigación penal.
Ello quiere decir que los fiscales deben de ser los receptores naturales
y sustanciales del conocimiento de los hechos que se consideren delitos, en
5
Pedro Angulo Arana
tanto ello sea razonable y lógico en el caso concreto, dado que les correspon-
de calificar técnicamente si los hechos poseen esa condición y, además, debe-
rán conducir la investigación formal del delito, con miras a recolectar los ele-
mentos de convicción o suma de indicios necesarios para armar el caso penal
y llevar adelante la acusación.
Por lo dicho, el caso penal es un tema propio de los fiscales que ellos de-
ben hacer suyo, conocer y manejar con sumo rigor y sin contaminación con
perspectivas que no les correspondan, sobre todo si ello pudiera perjudicar la
forma de entender su función, la forma de consolidar sus casos y la consecu-
ción de los objetivos que deben perseguir funcionalmente, tal como llegar al
juicio oral y consiguiendo una sanción, combatir la impunidad.
Así es que, a nuestro entender, la construcción del caso, contrariamente a
lo que indica alguna literatura sobre litigación, no la consideramos en sí mis-
ma una actividad estratégica, ya que la estrategia no podría añadir nada a la
posibilidad material o no de conseguir armar el caso, puesto que este objetivo
es un trabajo que se debe efectuar con seriedad y objetividad siempre, depen-
diendo de los vestigios dejados por el autor o los autores y las capacidades y
destrezas de los investigadores.
Armar el caso es una obligación absoluta del fiscal si se ha producido un
ilícito, y ello nace desde que tiene nada más la sospecha razonable de que se
hubiera producido; y su obligación no es esforzarse por algo parecido al caso
o por un medio caso. La tarea funcional es armar el caso como el todo que
racionalmente será admisible para llegar al juicio oral; y lo debe armar, por-
que eso es lo razonable, racional y legal, para pretender llevar a una persona
al juicio oral.
Lo estratégico, a nuestro entender, solo ocurre previamente, cuando se
trata de reconstruir la comisión del delito y ubicar sus vestigios o pesquisar
y conseguir medios de prueba. Así pues, la investigación del delito es verdad
que sí requiere el desarrollo de una estrategia. Ella se emplea para saber qué
recoger prontamente, dónde empezar a buscar, qué encontrar, cómo recoger
los elementos materiales, cómo conseguir testigos y cómo obtener sus testi-
monios y, en su caso, indicios.
Así pues, la estrategia servirá para adquirir información y en tal reto la
experiencia jugará un gran papel; y luego de conseguido el caso, también es
verdad que su presentación en el alegato inicial, la forma de hacerlo, para que
no se olviden los temas principales o se le recuerde, para sensibilizar y lograr
una mejor comprensión, se podrá revestir de estrategia, tanto como la forma
de la actividad probatoria que se ha de desarrollar a lo largo del juicio oral,
6
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
7
Capítulo 1
Acerca del caso
Capítulo 1
Acerca del caso
I. Generalidades
Respecto a la palabra caso, advertimos que Corominas encuentra la pa-
labra a principios del siglo XV, proveniente del latín cassus que significa caí-
da(1), y Gómez de Silva expresa que significa: acontecimiento o suceso, prove-
niente de casus, participio pasivo de cadere, “caer”(2), poseyendo un significa-
do de haberse apartado de la línea recta, teniendo pues un significado negati-
vo, como de un hecho extraño a la regularidad de las cosas.
Cierto es que en algún momento cualquier persona, sin necesidad de ser
abogada o abogado, ha podido escuchar a otras referirse, o también personal-
mente se ha referido, a la existencia de un “caso penal”, resultando sencillo
suponer que con tal expresión lo que se pretende es significar la realidad de
un conflicto jurídico de índole penal, que ya vendría siendo materia de cono-
cimiento por alguna autoridad (esto último lo convertiría en un caso).
De otro lado, en la situación de índole legal y penal que se refiere, bien po-
dremos encontrar diversas partes componentes de tal caso: personas naturales
involucradas, mínimamente un hecho presuntamente calificado como delicti-
vo, autoridades públicas interviniendo en calidad de investigadores y aboga-
dos, tanto de las partes materiales como del Estado, bajo diferentes modalida-
des y denominación, en resguardo de enfrentados derechos.
El doctor Luis Reyna Alfaro, ingresando al caso como concepto genérico
y luego refiriéndose al caso penal, nos ofrece el siguiente concepto: “Un caso
es un conflicto, una disyuntiva de índole social y que puede comprender, en
(1) Corominas, Joan. Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana. Editorial Gredos, Madrid,
1983, p. 137.
(2) Gómez de Silva, Guido. Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Española. Fondo de Cultura
Económica, México D. F., 2004, p. 152.
11
Pedro Angulo Arana
(3) Reyna Alfaro, Luis Miguel. El proceso penal aplicado, conforme al Código Procesal Penal de
2004. Grijley, Lima, 2011, pp. 440-441.
(4) Montoya Pizarro, José Alberto. “Perspectivas sobre la nueva teoría del caso en el nuevo Código
Procesal Penal”. En: Vox Juris 15. Universidad de San Martín de Porres, Temas Penales, Lima, 2007,
p. 327.
(5) Alarcón Menéndez, Jorge Miguel. La investigación preparatoria en el nuevo sistema procesal
Penal. Grijley, Lima, 2010, p. 77.
(6) San Martín Castro, César Eugenio. “Introducción general al estudio del nuevo Código Procesal
Penal”. En: Cubas Villanueva, Víctor y otros (coordinadores). El nuevo Proceso Penal. Estudios
fundamentales. Palestra, Lima, 2005, p. 20.
12
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
(7) Talavera Elguera, Pablo. Comentarios al nuevo Código Procesal Penal. Grijley, Lima, 2004,
p. 5.
(8) San Martín se refiere a “sus rasgos acusatorios y contradictorios” en el “Prólogo” al libro de Espinoza
Goyena, Julio César. Nueva Jurisprudencia, 2006-2008. Editorial Reforma, Lima, 2009, p. 18. Por
nuestro lado, apreciando los principios involucrados en el código adjetivo, nos referíamos a un modelo
procesal penal de tendencia acusatoria; Angulo Arana, Pedro. La investigación del delito en el
nuevo Código Procesal Penal. Gaceta Jurídica, Lima, 2006, pp. 22 y 23.
(9) Talavera ELGUERA, Pablo. Ob. cit., p. 5.
13
Pedro Angulo Arana
Ahora bien, sobre tal tendencia hacia lo adversarial, se estima que ello se
vincula y explica en razón de la presencia y el funcionamiento del contradic-
torio, como principio; y con la dialéctica de las relaciones que, en razón del
mismo principio mencionado, naturalmente deberán darse entre las partes en-
frentadas en el proceso. De ello se tiene que el recurso a las técnicas de liti-
gación oral y, por ende, el recurrir a una nueva noción de “caso” y emplear-
la con seriedad y rigor, constituiría una consecuencia lógica de tales relacio-
nes dialécticas(11).
Esto último es así, porque son las entidades del Estado, las que se encuen-
tran encargadas de ofrecer el servicio de justicia penal y, para tal efecto, antes
del procesamiento oral y de pretender imponer la sanción correspondiente al
autor de un delito, se debe investigar y conseguir elementos de convicción o
indicios de los hechos, para luego recién formular los cargos. Lo referido im-
porta en realidad la necesidad de generar una nueva cultura, sobre cómo enca-
rar de manera estricta el trabajo funcional por nuestras autoridades.
(10) El interés por destacar lo adversarial deviene del acento que debe ponerse en el enfrentamiento necesario
ante la acusación y la defensa, básicamente, en interés de guardar la distancia que debe exhibir el juez
cuando se trata de la actuación probatoria; sin embargo, el deber de esclarecimiento, ha sido considerado
para que el mayor acercamiento posible a la verdad, dentro del proceso penal, sea presupuesto y
legitimación de la impartición de justicia peruana.
(11) Reyna Alfaro, Luis Miguel. Litigación estratégica y técnicas de persuasión, aplicadas al nuevo
Proceso Penal. Grijley, Lima, 2009, p. 20. Lamas Puccio refiere lo mismo. Lamas Puccio, Luis.
“La dialéctica en el nuevo modelo procesal penal”. En: Gaceta Penal & Procesal Penal. Nº 18, Lima,
diciembre 2010, p. 259 y ss.
14
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
cuando logren consolidar sus casos y puedan razonablemente prever que con-
seguirán condenas.
15
Pedro Angulo Arana
(12) La acción penal privada es un recuerdo del proceso de partes germánico en que la sanción del delito
era un asunto privado. “Esta forma pura del proceso de partes no existe hoy en día, no obstante sus
elementos esenciales se mantuvieron en parte fuera del mundo germánico e incluso fuera de Europa:
por ejemplo, la iniciativa privada respecto al proceso, la determinación de las formas de aportar las
pruebas y la determinación del objeto del proceso y de los hechos que componen el objeto, inclusive
las consecuencias jurídicas, por las partes consideradas como actor (víctima) y demandado (autor)”.
Gossel, Karl Heinz. “Acerca del ‘acuerdo’ en el Proceso Penal”. En: La injerencia de los derechos
fundamentales del imputado. Nº 1, Rubinzal-Culzoni editores, Buenos Aires, 2006, p. 13.
16
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
(13) En el caso de Chile se expresa: “La litigación se vio seriamente desmedrada por el diseño y lógica
propia de un modelo poco respetuoso de la transparencia y de la participación activa de las partes,
al punto de despreciar el debate directo y público, como método de interacción entre los actores del
sistema de justicia dejando las expectativas a merced de la buena voluntad de un juez que concentraba
las atribuciones de investigación, acusación y juzgamiento”. Blanco, Rafael; Decap, Mauricio;
Moreno, Leonardo y Rojas, Hugo. Litigación estratégica en el nuevo proceso penal. Lexis-Nexis,
Santiago, 2005, p. 16.
(14) Fleming, Abel y López Viñals, Pablo. Ob. cit., p. 380.
17
Pedro Angulo Arana
responsabilidad del acusado, constituye, para el MP, una labor casi universal(15);
pero que, conforme al Derecho comparado, posee algunas relevantes diferen-
cias de país a país, de las que debemos ser conscientes, para superar las prác-
ticas negativas del viejo modelo procesal.
Así, por ejemplo, la función de acusación obliga necesariamente a caute-
lar y buscar conseguir la configuración o el surgimiento del caso, lo que en la
práctica podría ocurrir o no, pero que de todos modos impone la realización de
un denodado esfuerzo de búsqueda, que se suele desconocer en razón de que
aquel trabajo, casi siempre, ha sido dejado a la policía, siendo aquella la ins-
titución que casi en solitario ha conseguido armar los casos; tema que ha im-
pedido la configuración aunque sea de una salvable mínima experiencia, res-
pecto de ello, en los fiscales peruanos.
En lo práctico, tampoco se ha valorado la comunicación entre los fiscales
y la policía ni se han implementado orientaciones y requerimientos para que
se recojan y/o respeten ciertas formas de recojo de elementos de convicción,
lo que ha dañado muchas veces el producto conseguido, habiéndose permi-
tido que se tengan que dejar de lado elementos relevantes ante los déficits en
las actuaciones o porque no se imaginaron alternativas o porque nadie insis-
tió en que se realizara, aunque sea tarde, lo que inicialmente no se pudo hacer.
Debe entenderse que la responsabilidad de acusar obliga a que se deba
orientar la investigación policial en relación con el cumplimiento de ciertas
formas que podrían ser sustanciales para que se cumpla con los nuevos están-
dares de probanza, lo que reclamará actuaciones concretas de seguridad y cui-
dado en el recojo de vestigios y en la adquisición de elementos de convicción.
Ello, precisamente, servirá para alejar consideraciones peyorativas que en al-
gunos países latinoamericanos se han traducido en que se considere a los fis-
cales como quintas ruedas del coche.
Entre los norteamericanos no ha existido el problema de considerar su-
perfluo el trabajo fiscal, puesto que el fiscal anglosajón heredó la acción penal
privada y con ello una preocupación y una labor permanente vinculada a con-
seguir armar el caso, haciendo seguimiento, control y coordinando con el per-
sonal policial. Entre nosotros no existe una tradición de hacerlo y resulta difí-
cil generar la costumbre; cuando aumenta la carga procesal, hay poco perso-
nal de apoyo y no existe un buen diálogo entre ambas autoridades; sin embar-
go, es necesario enfrentar este último asunto para lograr desarrollar una labor
(15) Fix-Zamudio, Héctor. Función constitucional del Ministerio Público, tres ensayos y un epílogo.
Universidad Nacional Autónoma de México, México D. F., 2004, p. 158 y ss.
18
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
(16) Díez-Picazo, Luis María. El poder de acusar, Ministerio Fiscal y Constitucionalismo. Ariel Derecho,
Ariel, Barcelona, 2000, p. 81.
(17) Ibídem, p. 82
(18) Debemos recordar que para el caso de los abogados se ha dicho que no todos podrían necesariamente
desempeñarse como litigantes. Reyna Alfaro, Luis Miguel. Ob. cit., p. 97 y ss.
19
Pedro Angulo Arana
(19) Higa Silva, César. Litigación, argumentación y teoría del caso. ARA, Lima, 2011, pp. 30-31.
(20) Blanco, Rafael. Ob. cit., p. 16.
20
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
(21) Bovino, Alberto. “Juicio y verdad en el procedimiento penal”. En: Estudios sobre justicia penal. Libro
homenaje al profesor Julio B. J. Maier; Editores del Puerto, Buenos Aires, 2005, p. 232.
21
Pedro Angulo Arana
22
Capítulo 2
El caso fiscal
Capítulo 2
El caso fiscal
I. Generalidades
Bajo el nuevo modelo procesal penal, el caso debe constituir una figura y
un producto que deberá siempre adquirir el fiscal al finalizar la investigación
preparatoria para, con legítima intención, poder acusar al procesado y, por lo
tanto, comprometerse también a demostrar en la etapa intermedia encontrarse
en posesión de elementos de convicción suficientes como para acudir al jui-
cio oral y conseguir una condena. Tal caso, materialmente, ha de ser el pro-
ducto resultante o final, de la investigación, y le posibilitará obtener un auto
de enjuiciamiento.
25
Pedro Angulo Arana
(22) Bailey, F. Lee. Cómo se ganan los juicios; el abogado litigante. Editorial Limusa, México D.F., 1995,
p. 97.
(23) Benavente Chorres, Hesbert. La aplicación de la teoría del caso y la teoría del delito en el
proceso penal acusatorio. Bosch, Barcelona, 2011, p. 78.
26
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
Por lo dicho es que comprendemos los avisos y las alarmas que ya se han
empezado a expresar cuando, por ejemplo, se ha indicado: “(...) ha interrum-
pido en el léxico de los juristas una figura denominada ‘teoría del caso’, la
que tiene su origen en el ámbito angloamericano y ha sido importada a nuestra
región sin que se hayan realizado las precisiones debidas, llegándose incluso
a confundirla con los alegatos de apertura”(24).
Sobre lo dicho bien podemos aseverar que es cierto que algunas personas
consideran que en la presentación del alegato inicial, lo único que se hace es
presentar el caso (se refieren también a la teoría del caso); y, en efecto, ten-
dríamos que concluir que existe una confusión, puesto que no es cierto que la
sola exposición del caso, agote el trabajo que se realiza en el alegato inicial,
dado que esta última figura es en lo fundamental estratégica, persiguiendo ob-
jetivos de persuasión, memorización y de compromiso inicial.
También debe guardarse cuidado entre el contenido de la acusación es-
crita y el caso que se debe presentar oralmente y sus elementos, pues si existe
una buena concordancia, no existirá problema, ya que en la acusación escri-
ta se debe expresar debidamente, en sus elementos relevantes, el caso del fis-
cal; pero, además, los medios de prueba en enumeración estricta y las preten-
siones. Así, apreciamos las diferencias entre la acusación y el caso, a pesar de
que ambas se dirigen tanto al acusado y a su defensa como al juez.
La acusación escrita, por lo demás, tiene como sentido ofrecer una garan-
tía a la defensa, dado que aquella podrá tener en sus manos y leer y releer la
acusación y buscar y advertir los detalles a partir de los cuales el fiscal erige
su caso, presentando los cargos respecto de los cuales se tendrá que ofrecer
explicaciones y descargos. La regla debe ser la completitud y el detalle (nece-
sario para la defensa).
La acusación oral, en la que se presenta el caso del fiscal, es apenas un
resumen altamente comprensivo del hecho de que se trata, sus delimitacio-
nes, los elementos de convicción o suma de indicios que se presentarán y
de la sanción que se espera se imponga. La regla es la claridad y la econo-
mía de palabras.
Algo cierto es que la naturaleza del caso o sus características podrán ser-
vir para orientar el desarrollo del alegato, pues este último, se adecuará en sus
márgenes estratégicos y tácticos al mismo y desplegará lo que convenga, en la
(24) Benavente Chorres, Hesbert. “Análisis de los principios y reglas del juicio oral”. En: Juicio oral,
problemas de aplicación del Código Procesal Penal de 2004. Gaceta Jurídica, Lima, 2011, p. 22.
27
Pedro Angulo Arana
28
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
(25) Bergman, Paul. La defensa en juicio; la defensa penal y la oralidad. Abeledo-Perrot, Buenos Aires,
1995.
(26) Mauet, Thomas A. Estudios de técnicas de litigación oral. Jurista Editores, Lima, 2007, p. 94 y ss.
(27) Ibídem, p. 61 y ss.
(28) Carrió, Genaro R. Cómo estudiar y cómo argumentar un caso. Consejos elementales para abogados
jóvenes. Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1989.
29
Pedro Angulo Arana
30
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
(29) Mixán Mass, Florencio. “La teoría. Necesaria correlación entre teoría y práctica en el quehacer
procesal”. En: Cómo prepararse para el nuevo proceso penal. Horst Schombohn y otros, Ediciones
BLG, Trujillo, 2006, p. 123.
(30) Mixán Mass. Ob. cit., p. 129.
(31) León Peralta, Víctor Orielson. El ABC del nuevo sistema acusatorio penal. Ecoe ediciones, Bogotá,
2005, p. 203.
(32) Ídem.
(33) Ídem
31
Pedro Angulo Arana
(34) Reyna Alfaro, Luis Miguel. Litigación Estratégica y técnicas de persuasión, aplicadas al nuevo
proceso penal. Grijley, Lima, 2009, p. 109.
(35) Urtecho Benites, Santos Eugenio. Los medios de defensa técnicos y el nuevo proceso penal
peruano. Idemsa, Lima, 2007, p. 157.
(36) Cano Jaramillo, Carlos Arturo. Oralidad, debate y argumentación, oratoria forense, estructura
de los alegatos. Grupo Editorial Ibáñez, Bogotá, 2008, p. 160.
32
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
Ministerio Público, la teoría del caso (...) son hechos subsumibles dentro del
tipo penal y que además se tiene una buena prueba”. Y de otro lado: “Desde
el punto de vista de la defensa, la teoría del caso es (...) una estrategia o plan-
teamiento metodológico que permita desaparecer toda sombra de responsabi-
lidad penal para su patrocinado, o al menos, lograr una respuesta por parte del
sistema de justicia penal lo más favorable a su cliente”(37).
Si a lo dicho sumamos que la teoría del caso posee más conceptuaciones,
presentaciones y lecturas, se entiende que añadiríamos más confusión si pre-
tendemos decir que los fiscales deben poseer una teoría del caso. Y en tal sen-
tido, tomamos nota de la enumeración de conceptos que hace Salas Beteta,
donde se aprecia una idea de “lectura adecuada” de los hechos y otra de pers-
pectiva de “visión de la prueba”; sin embargo, también advertimos que estos
conceptos son adecuaciones a enfoques concretos, que no son predicables ni
exigibles para enfrentar cualquier caso fiscal o todo caso penal, pues en unas
situaciones convendrá hacerlo a nivel de los hechos, tanto como en otras con-
vendrá discutir los elementos de convicción recogidos.
El profesor Callegari igualmente se expresa crítico de este concepto cuan-
do en el prólogo del libro de Hesbert Benavente expresa: “(...) el pragmatis-
mo y la persuasión ha venido permeando la enseñanza de la teoría del caso,
comenzándose la duda del calificativo de ‘teoría’, dado que nos enfrentamos
a una amalgama, inconexa y hasta confusa de postulados en torno a la elabo-
ración de la versión a presentar a tribunales, que no alcanzan el nivel de prin-
cipios, y que, usualmente, parten de la intuición del expositor así como de su
experiencia en el litigio”(38). Igualmente, Leticia Lorenzo conceptúa la teoría
del caso, como la versión del litigante(39); y Michael McCullough, citado por
Quiroz Salazar(40), expresa que es tanto una historia como una trama.
Por lo dicho, a nuestra vez, siendo inaceptable que el caso fiscal quede en-
tendido como una versión desde una óptica de la labor persecutoria, considera-
mos que si debiera de hablarse de una “teoría del caso” (acomodada al traba-
jo fiscal), aquella será el estudio de los componentes o elementos que consti-
tuyen y pueden hacer constituir un caso penal; por ende, de su estudio se des-
prenderá, en confrontación con las denuncias que se presenten o hechos que
(37) Jiménez Martínez, Javier. Aspecto jurídico de la teoría del caso. Teoría de la imputación penal.
Angel editor, México D.F., 2012, p. 83.
(38) André Luis Callegari, en el “Prólogo” a Benavente Chorres, Hesbert. La aplicación de la teoría
del caso y la teoría del delito en el proceso penal acusatorio. Bosch editor, Barcelona, 2011, p. 16.
(39) Lorenzo, Leticia. Manual de litigación. Ediciones Didot, Buenos Aires, 2012, p. 37.
(40) Michael McCullough citado por Quiroz Salazar, William. Guía Metodológica para construir
una teoría del caso. Imsergraf, Lima, 2011, p. 34.
33
Pedro Angulo Arana
(41) Ana Paulina Cruz Vélez, y Bethaida Seijo Ortiz en su Manual de litigación, citado por Ipanaque
Ríos, Yuri Franz. Las técnicas de litigación en el nuevo Código Procesal Penal desde una visión
moderna para una defensa exitosa. Studio Editores, Lima, 2009, p. 23.
(42) Quiroz Salazar. Ob. cit., p. 64.
(43) Salas Beteta. Ob. cit., p. 109.
34
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
V. El caso fiscal
El caso, a nuestro entender, el caso a secas, producto de la investigación
penal, puede ser también denominado el caso penal o el caso fiscal, dado que
da a comprender exactamente lo mismo, según se ponga el acento en su na-
turaleza penal o en que es producto de la labor funcional persecutoria del fis-
cal, quien para ello asume la dirección de la investigación; y esto último es re-
levante, para distinguirlo de otras concepciones, como la de Hassemer, cita-
do por Pedro Bertolino(45), en la cual, el caso es la conjunción de historias que
se va haciendo recién en el juicio oral y solo queda consolidado en esa etapa.
Por nuestro lado, acogemos que el caso es obra y responsabilidad, para
bien o para mal, del trabajo conjunto de los entes que persiguen el delito y, por
ello, lo investigan para desentrañar sus múltiples relaciones necesarias para
emprender la sanción penal de sus autores, en términos justos. Tal caso tiene
su origen inmediatamente después de la denuncia o cuando se actúa de oficio
o en flagrancia con los primeros actos de investigación.
Precisamente, la información inicial que debe ponerse en conocimiento
de un imputado, cuando fuera detenido (art. 71, 2, a) o cuando estuviera en
trance de ofrecer una primera declaración (art. 87, 1), en la condición de car-
gos, vienen a ser precisamente los esbozos de lo que constituiría un caso pe-
nal. Así es que se indica que se le debe comunicar al imputado, en detalle, el
hecho objeto de imputación, los elementos de convicción existentes y las dis-
posiciones penales que se consideren aplicables.
35
Pedro Angulo Arana
Así pues, se entiende, que desde un momento inicial y para citar a una
persona a que preste su declaración en la condición de imputado, por lo me-
nos deberán existir aquellos tres elementos básicos que irían conformando la
necesidad de esclarecimiento. Ello importa que si solo hubo una denuncia del
hecho, debería haberse trabajado y conseguido, por lo menos indicios o ele-
mentos de convicción que apuntarán hacia la responsabilidad del imputado.
A esto se refieren Fleming y López Viñals, al expresar: “Debe quedar cla-
ro, sin embargo, que sin alcanzarse un umbral mínimo de atribución no será
posible hablar de imputado, ni tratar a la persona como tal imponiéndole cier-
tas medidas de sujeción procesal. En un Estado democrático de derecho, la ac-
tividad de persecución penal no puede llevarse a cabo al azar, tanteando en la
oscuridad, sino que demanda que las potestades estatales de restricción de de-
rechos individuales emanen de una justificación racional, de un motivo espe-
cífico que proporcione el ejercicio de tales atribuciones con el derecho de los
ciudadanos a no sufrir injerencias innecesarias”(46).
El caso fiscal es la reunión del hecho acontecido, su calificación jurídica,
y los elementos de convicción reunidos, constituyendo una elaboración rigu-
rosa y técnica, de las autoridades de la persecución a partir de la información
recogida que resulta legal, admisible y confiable, que por ello, según su natu-
raleza, cumplirá ciertas condiciones y superará filtros, terminando como una
información sumamente formalizada, en respeto de los derechos fundamen-
tales del procesado.
El caso, listo para ser presentado en la etapa intermedia, dentro de la acu-
sación, es la tesis final del fiscal, expresión reconstructiva, ordenada, objetiva
y lógica del modo como ha concluido que se realizó el delito, reuniendo al he-
cho su calificación jurídica y los elementos de convicción o indicios que cons-
tituyen la base de la imputación de autoría contra quien es acusado. Debe po-
seer una buena capacidad de admitir ciertos reajustes.
Dado que este estudio tiene como centro precisamente al caso, no diremos
aquí ninguna otra cosa más de aquel, salvo afirmar categóricamente que ar-
mar el caso, si se ha producido un delito y existen medios de prueba, elemen-
tos de convicción o indicios, será una obligación para el MP, y como estruc-
tura, el resultado deberá exhibir un conjunto de elementos que, por su lado, la
defensa no requiere reunir de ningún modo para enfrentarlo o hacer su traba-
jo de descargo.
(46) Fleming, Abel y López Viñals, Pablo. Garantías del imputado. Rubinzal-Culzoni, Buenos Aires,
2008, pp. 16 a 17.
36
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
Ahora bien, decimos que solo trataremos del caso fiscal, porque solo a tal
autoridad le ha sido encargada la tarea de imputar formalmente los delitos; mien-
tras que a la defensa, le corresponderá, examinar detenidamente lo que enfren-
ta y optará por la respuesta más apropiada desde la perspectiva del imputado.
Por lo referido, precisamente, es que podemos concluir que el caso fiscal
se basa en la afirmación de cuatro cosas: la existencia inicial de un hecho sos-
pechoso de ser delictivo, la ilicitud penal demostrada de tal hecho, la recolec-
ción suficiente de elementos de convicción o de indicios de autoría y la atri-
bución a una persona natural y concreta de dicho ilícito penal.
(47) San Martín Castro, César Eugenio. “Introducción general al estudio del nuevo Código Procesal
Penal”. En: El nuevo proceso penal. Estudios fundamentales. Víctor Cubas Villanueva y otros
(coordinadores), Palestra, Lima, 2005, p. 14.
37
Pedro Angulo Arana
38
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
(48) Moreno Holman, Leonardo. Teoría del caso. Ediciones Didot, Buenos Aires, 2012, pp. 27-28.
39
Pedro Angulo Arana
historia que más convenga a los intereses que defienden. A ellos, en principio,
no les interesa tanto la verdad de los hechos ni la justicia del caso, sino la de-
fensa de los intereses de sus clientes”(49).
Es en este mismo sentido, que el profesor Quiroz Salazar, explorando las
posturas que libremente puede escoger la defensa, señala que esta no tiene
como elegible una sola posición, tal como sucede con el fiscal, sino que la de-
fensa puede optar por siete grandes líneas de trabajo, después de haber obser-
vado los hechos, la teoría jurídica aplicable y la proyección probatoria, para
tomar el mejor camino(50).
Por lo dicho es que Quiroz Salazar también prefiere al enfrentar la situa-
ción, empezar por estudiar lo fáctico, luego lo jurídico y finalmente lo proba-
torio, para poder identificar la estrategia adecuada al caso(51).
40
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
Cano Jaramillo refiere que uno de los fines inmediatos del proceso es el
descubrimiento de la verdad, conjuntamente con la justicia y el restableci-
miento de los derechos, considerando también que la resolución del conflic-
to debe hacerse teniendo en cuenta la realidad de los hechos(54). Obvio es que
el caso del fiscal, autoridad que persigue la sanción del delito, entendido ello
como una función con valor social, por tal razón y por seguir las finalidades
del proceso, y sus valores, a través del caso, debe aportar coherentemente a
ambas finalidades.
Así, el caso construido por el fiscal y que este deberá fundamentar y de-
mostrar en el juicio oral, no puede en ningún sentido ser solo una recons-
trucción lógica, razonable y creíble de los hechos, sino que debe revestir-
se de algo más y ello es el convencimiento, como luego veremos, de que
se está no ante la mejor explicación de lo que verdaderamente ocurrió sino
ante la verdad.
41
Pedro Angulo Arana
Por cierto que este importante objetivo todavía no se logra en nuestra rea-
lidad, y al contrario de lo que debería ser, se suelen llevar a juicio oral casos
que realmente no son de los más relevantes sino al contrario.
(57) Bovino, Alberto. Juicio y verdad en el procedimiento penal. Ob. cit., p. 227.
42
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
x. el caso y especialización
Resulta claro que la especialización en el enfrentamiento de cierto tipo
de delitos, poseerá un reflejo positivo en la elaboración de los respectivos
casos fiscales, sobre todo rendirá buenos frutos cuando se trate de preparar
los casos penales más complejos, pues la experiencia en enfrentar siempre
investigaciones de un mismo tipo, contribuirá a afinar el criterio y la aten-
ción del órgano investigador de modo directamente proporcional a la casuís-
tica ya desarrollada.
Si bien la hora actual exige de los fiscales un perfil completo que haga
posible siempre un buen desempeño en la persecución del delito, tampoco se
puede negar que la delincuencia actual ha elevado su organización, sus recur-
sos y su capacidad de contestar jurídicamente dentro del proceso, explotando
al máximo los discutibles criterios y errores de quienes pretendiendo actuar
de modo “garantista” lo que practican es una irrazonable forma de estímulo a
los delincuentes que devenimos en llamar “ultragarantismo”.
Una forma de contrarrestar dicho fortalecimiento de la delincuencia es
precisamente la especialización, que deviene, por ejemplo, en hacer válida la
adopción de plantillas que permitan avanzar más rápidamente en la labor, pues
la experiencia impedirá pasar por alto temas y detalles relevantes, lo que sí
podría ocurrir cuando quienes pretenden actuar rápido o usar plantillas, care-
cen de experiencia suficiente, como para distinguir las complejidades y vicisi-
tudes de cada caso distinto. En tal sentido, sabemos que los modelos o planti-
llas son útiles; pero, tampoco constituyen fórmulas adaptables a todos los ca-
sos, no pudiendo abandonarnos totalmente a ellas.
La especialización motivará a desarrollar y afianzar con prontitud buenas
prácticas organizativas y de gestión, así como de normativa menor, las que
serán más fácilmente analizadas, estudiadas y depuradas, y cuando exista un
buen liderazgo de los jefes o coordinadores se podrán debatir e intercambiar o
tratar en cursos y talleres, validando y difundiendo su uso. Así se estarán pro-
yectando metodologías proactivas, para que las mejoras de las formas de tra-
bajo se desarrollen con rapidez y espontáneamente.
Adicionalmente, a la larga se podrá contar con expositores especializados
en temas concretos, respecto al armado y superación de dificultades (buenas
prácticas), en la preparación de casos especializados (que beneficiará respec-
to de casos más sencillos), lo que devendrá en generar prácticas más específi-
cas y nuevas plantillas. Luego serán los talleres y los trabajos con casos con-
cretos (aprendizaje a través de casos o clínicas), los que serán más útiles en
43
Pedro Angulo Arana
el futuro, para enfrentar las dificultades que ofrezcan la elaboración de los ca-
sos, en manos de los fiscales.
Una interesante opción podría ser también especializar en fases dentro del
despacho para que unos sean los que generen las hipótesis explicativas de los
hechos, de modo que en esa fase inicial sean los que califiquen, lo que supo-
ne conocimiento de Derecho Penal, y solo después entreguen el caso a otro,
que podría ser el especializado en proponer diligencias y actos de investiga-
ción, que debería conocer sobre la investigación y Derecho Procesal Penal.
Otros podrían ser los que dirijan tales investigaciones, que implicaría un tra-
bajo más cercano con la policía y conocimientos de criminalística. Finalmen-
te, otros se especializarían en el juicio oral y las destrezas necesarias para lle-
varlo a buen puerto.
44
Capítulo 3
Elaboración
del caso fiscal
Capítulo 3
Elaboración del caso fiscal
I. Generalidades
Cuando hablamos del caso penal o fiscal, puede decirse que hablamos ya
del caso que ha logrado armar o consolidar el MP, el mismo que se encontra-
ría listo para ser presentado en la etapa intermedia, como fruto de la investi-
gación preparatoria.
Debemos tener presente que una cosa es la convicción que puede haber lle-
gado a adquirir el fiscal respecto de su caso, pero la medida para que prospe-
re este, llegando al juicio oral, es primero lograr la convicción del juez, quien
realizará necesariamente la calificación de “causa probable”, o sea, que el fis-
cal debe conseguir que el juez se convenza de que en el caso que se le presen-
ta muy probablemente será sancionado el acusado.
Se estima, de todos modos, que el caso antes de estar preparado para ser
llevado a la etapa intermedia pasa por etapas, calculándose que empieza a tra-
bajarse, en su armado, desde la investigación policial, inmediatamente des-
pués de recibida la denuncia o con las acciones policiales de inicio en el caso
de la flagrancia o cuando se realizan las primeras verificaciones en las deno-
minadas diligencias preliminares.
Sobre esto, y debiéndolo entender con las salvedades efectuadas en los ca-
pítulos precedentes, Leticia Lorenzo explica: “La construcción de un caso no
es una cuestión menor; y es un tremendo error estratégico considerar que ‘so-
bre la marcha’ puede irse armando un caso. El momento para determinar si el
abogado puede llevar adelante un caso o no, es el primer momento en que tie-
ne conocimiento de él (...)”(58).
47
Pedro Angulo Arana
(59) Salas Beteta, Christian. “Relaciones funcionales entre el Ministerio Público y la Policía Nacional
durante la Investigación Preparatoria, binomio necesario en la investigación criminal según el CPP
de 2004”. En: Manual 1, Investigación Preparatoria y Etapa Intermedia, problemas de aplicación del
Código Procesal Penal de 2004. Gaceta Jurídica, Lima, 2010, p. 10.
48
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
(60) Neyra Flores, José Antonio. Manual del Nuevo Proceso Penal & de litigación oral. Idemsa, Lima,
2010, p. 740.
49
Pedro Angulo Arana
1. Fase inicial
1.1. Subfase de verificación o descarte
Algo capital que debe hacerse, ante la noticia del presunto delito, la sospe-
cha de aquel o el hecho que parece sospechoso, es su verificación inicial. Para
ello se deben descartar razonablemente todas las situaciones de hecho que eli-
minarían su carácter penal.
Ahora bien, lo cierto es que estamos verificando un orden que se presen-
tará en los casos más complejos, puesto que en los que se presenten más sen-
cillos o se empiecen a conocer como resultado de una flagrancia podría que
las que denominamos “subfases” se manifiesten todas a la vez y hasta no sean
necesarias algunas, tal como la verificación, y aparezca rápidamente consoli-
dado el caso, con sus cuatro elementos.
De cualquier modo, el orden que proponemos es el siguiente:
a) Producto de una conducta
Como antes referimos, si de un hecho puede afirmarse categóricamen-
te que tiene como origen una acción humana, entonces estaremos im-
plicando que existió una voluntad y comenzaremos por tratar de veri-
ficar lo que pueda acreditar este inicial juicio, pues supondrá la exis-
tencia de un delito. Si, por el contrario, no puede afirmarse que haya
existido una conducta humana que hubiera determinado el hecho, no
podrán pensarse en castigar a alguien.
Lo referido acontece en los sucesos de la naturaleza o hechos abso-
lutamente fortuitos, cuando el ser humano realiza movimientos refle-
jos, sin pizca de voluntad, o cuando la persona se encuentra en esta-
do de inconsciencia, entonces no habrá delito, por no haber existido
voluntad.
En ciertos casos las atribuciones a una persona, como en los casos de
muerte o violaciones sexuales, en los que no suelen haber testigos, re-
sultan polémicas y hay que llegar a estudiar los antecedentes, aspectos
biográficos y psicológicos, y todo medio de prueba posible de rescatar
para viabilizar una reconstrucción. Lo referido quiere decir que algu-
nos casos solo podrán investigarse a partir de indicios y en tal apre-
ciación, debe uno ser sumamente objetivo. Por ejemplo, el caso Ciro
Castillo, aparecía discutible, a partir de ciertos indicios que posibili-
taban muchas lecturas y demasiadas dudas.
50
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
51
Pedro Angulo Arana
c) Antijuricidad
Si bien podríamos haber avanzado en la investigación hasta verificar
que existió una conducta y que, además, aquella se revela típica, esto
es sancionada como delito, ocurre que podríamos luego encontrar que
aquella se realizó mediando alguna causa de justificación.
Lo referido quiere decir que la presencia de determinados elementos
convirtieron, acorde a derecho, la conducta materializada en la rea-
lidad, pudiéndose advertir que el hecho realizado constituyó un mal
menor respecto al que de ese modo se evitó.
Así pues, se podría argumentar la existencia de una legítima defensa,
las circunstancias de un estado de necesidad justificante, el cumpli-
miento de un deber o el ejercicio de un derecho u obligación. En tal
sentido, se habría registrado la presencia de una circunstancia que eli-
mina la antijuricidad. El fiscal debería explorar ello hasta verificar su
realidad y convencerse de su existencia, para hacer valer tal circuns-
tancia, o advertir su inexistencia. Y evidentemente de no presentarse
tal, se continuará la investigación y preparación del caso.
d) Culpabilidad
Ocurrirá que en el hecho que se investiga podría suceder que halle-
mos la conducta y que también aquella sea típica y antijurídica y, por
ello, reprochable; pero podríamos encontrar después que la persona
que la causó no es imputable por poseer en un grado relevante, cier-
ta distancia para con la persona normal, que es capaz de comprender
la ilicitud de un acto suyo.
En tal sentido, un inimputable no puede ser procesado como una per-
sona normal y se entiende que no se le podrá reprochar su accionar,
dado que no es capaz de reconocer el carácter delictuoso de su acto ni
el mal que causa. Esto puede suceder cuando se descubre que el au-
tor es un menor de edad. También puede tratarse de alguien que po-
see una grave anomalía psíquica. El informe del perito correspondien-
te despejará las dudas.
Podría haberse presentado también un error de prohibición invenci-
ble, un estado de necesidad exculpante; y podrían haberse presenta-
do circunstancias ocasionales capaces de hacer que no se le pueda di-
rigir un juicio de reproche.
52
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
53
Pedro Angulo Arana
54
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
55
Pedro Angulo Arana
56
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
2. Fase final
2.1. Subfase consolidativa
En esta última fase, el caso queda consolidado y listo para ser enviado al
juez de la investigación preparatoria, por lo que aparecerán todos sus elementos
y sobre todo los elementos de convicción, lo que podría suceder temprano y sin
requerir posteriores modificaciones, pero sí algunos reajustes poco relevantes.
Lo ideal es realizar una buena investigación que alcance todo cuanto es
relevante para tener por determinados los márgenes del caso fiscal. Obvio es
que esto no está necesariamente en todos los casos, en manos ni de la policía
ni del fiscal, y lo deseable es el máximo de esfuerzo por consolidarlo pronto.
57
Pedro Angulo Arana
(62) Díez-Picazo, Luis María. El poder de acusar. Ministerio Fiscal y Constitucionalismo. Ariel Derecho,
Ariel, Barcelona, 2000, p. 77.
58
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
En tal sentido, como bien expresa Duce, citado por Gonzalo del Río, lo
que se tiene que hacer es mostrar a la policía que sin una debida coordinación,
respecto lo que debe conseguirse en el trabajo persecutorio, los resultados de
las investigaciones podrían valer poco o nada(63).
Y, en tal sentido, poco o nada se gana informando a la ciudadanía que se
han esclarecido los hechos criminales mediante resultados presuntamente bue-
nos cuando se desconoce o se arriesga a que aquellos no aprueben el estándar
del nuevo proceso; y peor será si una institución culpa a la otra de la falta de
condenas, pues solo la delincuencia sacará provecho de tales disputas.
En tal sentido, resulta clave también que se convenza a la policía que su
labor de investigación no se debe realizar solamente bajo un estándar califi-
cado como operativo y solo a nivel fiscal surja la exigencia de cumplir un es-
tándar jurídico(64). Ello resulta obvio que no es así, pues la actuación persecu-
toria policial tiene que respetar lo jurídico tanto como el Ministerio Público y
si bien es verdad que la policía está facultada a emplear la fuerza y hasta usar
sus armas, ello también resulta sometido jurídicamente, en cada caso concre-
to, a los principios de razonabilidad, legalidad y proporcionalidad.
Por ende, los representantes de ambas instituciones, tanto como los ope-
radores, deben reunirse y escucharse mutuamente para prepararse a realizar
un trabajo bueno en lo jurídico y coordinado, para no terminar echándose mu-
tuamente la culpa respecto a elementos de convicción que no podrán utilizar-
se por vicios en sus adquisiciones. No se trata, por lo tanto, de quién es me-
jor ni más importante, ya que ambas labores, la policial y la fiscal, son delica-
das e importantes, sino que ambas instituciones deben trabajar como una sola,
para cumplir sus finalidades y responsabilidades comunes.
(63) Del Río Labarthe, Gonzalo. La Etapa Intermedia en el Nuevo Proceso Penal Acusatorio. Ara
Editores, Lima, 2010, p. 43. Cita A Mauricio Duce, en: Reforma procesal penal y reconfiguración del
Ministerio Público en América Latina.
(64) Aliaga Lodtmann, Cluber Fernando; Aliaga Lodtmann, Juan Edwin; Armas Camino;
Pedro Aarón. La Investigación del delito (teoría general), investigación técnica y científica del delito.
Gráficas A&M, Lima, 2008, p. 91.
59
Pedro Angulo Arana
60
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
Como una opinión objetiva, que podemos sumar a lo que ahora expresa-
mos, podemos ofrecer lo equivalente que se recomienda a los abogados liti-
gantes: “Los cimientos de una buena preparación consisten en una buena in-
vestigación. Lo malo es que los buenos investigadores son aún más raros que
los buenos abogados litigantes, que de por sí son muy escasos. A los estudian-
tes de leyes se les proporcionan tan pocos conocimientos en materia de inves-
tigación que difícilmente podrán juzgar si el trabajo que entrega un investiga-
dor es excelente, bueno, mediocre o incompetente. Por lo tanto, si usted desea
ser un buen abogado litigante, tiene que aprender a trabajar como investigador
y este tipo de capacitación, lo necesita buscar usted mismo”(65).
61
Pedro Angulo Arana
Todo esto podría no suceder con personas cultas; pero sí acontecería con anal-
fabetos o personas poco instruidas.
No se debe mentir como estrategia para obtener una declaración, como
cuando se indica que el otro detenido ya confesó y firmó un documento que
inculpa al que estamos entrevistando(68), puesto que tal primera mentira lo que
podría desencadenar en compensación es otra mentira y no necesariamente la
verdad. En resumen, debemos comprender que una persona que cree que con
una mentira se le está perjudicando también podrá decidir mentir para “lim-
piarse” y no estará revelando una verdad, sino “vengándose” o confundiendo.
Por lo referido, se advierte que solamente las técnicas y el trato, en gene-
ral, respetuoso de los derechos del imputado, o que no se centre en obtener de
él su autoinculpación, podrá obtener resultados incriminantes y válidos para
la configuración del caso.
62
Capítulo 4
Características
del caso
Capítulo 4
Características del caso
I. Generalidades
Cuando un fiscal manifiesta explícita o implícitamente que ha logrado ar-
mar un caso contra la persona investigada, lo que estará sosteniendo es que
ha logrado consolidar, en lo básico, una estructura explicativa y reconstructi-
va del iter criminis y de la autoría del hecho, sumamente sólida, que ha conse-
guido convencerle de haber llegado a averiguar la verdad de lo acontecido, de
tal modo que podrá comprometerse a sustentarlo en juicio oral.
Respecto a lo dicho, debemos relievar que el fiscal debe estar convenci-
do de poseer elementos de convicción o indicios suficientes como para con-
vencer de lo mismo al juez.
Además, el caso que presentará el fiscal, que le ha convencido de poder
asumir los desafíos que importará tratar de demostrarlo públicamente, resul-
ta que debe exhibir ciertas condiciones, que ha estudiado ya la doctrina y que
son las que revisaremos ahora.
En general, debemos considerar que nos vamos a referir a características
que a la vez pueden constituirse en virtudes en el momento de la comunica-
ción, que reclamará capacidades como las de descripción y narración; sin em-
bargo, habrán diferencias, respecto a lo que debe ser la estrategia de la defen-
sa, pues esta última debe ser estrictamente persuasiva.
Por su lado, el caso fiscal, no consideramos centralmente que tenga que
ser un relato persuasivo; y si lo ha de ser, tal persuasión, se ha de desprender
de modo natural de las características de ser lógico, coherente, verosímil y sen-
cillo. Por otro lado, el caso, debe adaptarse en estricto a los hechos y eviden-
cias de modo que debe exhibir objetividad.
65
Pedro Angulo Arana
Así es que podremos decir que estamos ante un caso fiscal cuando fruto
del trabajo de la policía y del MP, la hipótesis explicativa consolidada, posea
las características que siguen.
II. Sencillez
El caso que ha de sustentar el fiscal ante el juez, en tanto reconstrucción
de lo realmente sucedido, descripción ordenada o cronológica de los hechos, si
cabe, y señalamiento de la autoría del ilícito penal, que incorpore cuanto deta-
lle sea relevante para delimitar también la sanción penal del autor, debe cons-
tituir algo sumamente sencillo, que facilitará en su momento la exposición oral
de aquel, debiendo ambas cosas manifestarse de modo simple.
Parte de la sencillez podrá ser el concluir que la mejor hipótesis explica-
tiva o reconstructiva del hecho será la que pueda erigirse a través del menor
número posible de proposiciones, la que requiera igualmente menos razones
y argumentos y obligue a tomarse menos tiempo para explicarla.
Para calificar la sencillez, vale que se aplique: “la tijera” del filósofo del
siglo XIV, Guillermo de Occam, que ha devenido a conocerse y difundirse
como principio de la parsimonia (en el sentido de moderación) o de economía.
En tal sentido, se desprende de lo que expuso dicho autor, que debe adop-
tarse siempre como la mejor entre dos teorías capaces de explicar un hecho a
la más sencilla. Y bien podríamos desprender de su principio lo siguiente: “No
es necesario buscar muchas explicaciones para aquello que puede ser explica-
do suficientemente de un solo modo”; siendo, en tal sentido, que Occam, bus-
ca descartar siempre lo superfluo o redundante, en cuanto esto último alejaría
de la verdad del conocimiento.
Igualmente, podríamos decir que: “resulta ilógico buscar razones para ex-
plicar aquello que una expresión de la razón ya explicó de modo claro y sen-
cillo”; y de esta manera, hallaríamos que, en sentido contrario a lo encontra-
do, quien pretendiera ir contra la explicación más sencilla lo que perseguiría
es ocultar la verdad de los hechos, por un interés concreto o criterio de con-
veniencia, tal como sucede con algunos defensores, que ofrecen explicacio-
nes enrevesadas.
Así es que la tijera de Occam, modernamente, sirve para medir la calidad,
fortaleza y suficiencia de las teorías, y ayuda al investigador a escoger y pre-
ferir la hipótesis más sencilla y no a la más compleja. Obvio es que a un fiscal
le corresponde proceder del mismo modo.
66
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
III. Lógica
Resulta obvio que la reconstrucción del hecho, que ofrece dentro de sí el
caso como solución al delito cometido, debe poseer lógica de modo absoluto;
y ello es así dado que dentro del Derecho los fundamentos para las respues-
tas legales obedecen siempre a la lógica. Entonces, resulta claro que el caso
debe poseer consistencia lógica (consistency) que podrá ser definida como la
ausencia de contradicciones.
En tal sentido, por ejemplo, deben cuidarse los tiempos en la explicación
de los hechos. Así, si el acta de detención del imputado, se da a las 3:00 p. m.,
el registro corporal mismo es razonable que se hubiera registrado como efec-
tuado a las 3:15 p. m. y es aceptable que el registro domiciliario se haya efec-
tuado a las 3:30 p. m.; esto es en una relación cronológica razonable y acepta-
ble por ello. En todo ellos existe lógica.
Precisamente los problemas de validez de las pruebas, entre otros temas,
ocurren cuando por error, descuido o desinterés, en las actas que acreditan las
actuaciones, se han consignado tiempos contradictorios que no resultan ajus-
tados con los pasos cronológicos que se tendrían que haber dado, en la reali-
dad, y que motivan a que se desconfíe de lo actuado y se considere que se han
“sembrado” elementos de convicción.
67
Pedro Angulo Arana
Igualmente, será ilógico que una persona que fue atacada por la espalda,
habiéndolo señalado una y otra vez, después sostenga que reconoció a su ata-
cante; puesto que se le preguntará, cómo puede haberlo visto, si todo el tiempo
estuvo de espaldas a él y si ha expresado que fue sujetada para que no se mo-
viera. Así, tal aseveración será puesta razonablemente en duda y ante tan gra-
ve contradicción, en ello no podrá basarse un juez para condenar.
Lo mismo sucederá con las afirmaciones de quienes reconocieron al agre-
sor, pero luego se advierte que estuvieron lejos de la escena respecto a la cual
tampoco les favorecía la luz como para haberlo visto, con claridad, conforme
se aprecia, y la defensa lo destaca, en la reconstrucción de los hechos, en que
se discute inicialmente la distancia a la que siempre afirmaron haberse encon-
trado respecto del lugar donde se suscitó la agresión.
Igual será ilógico que se afirme una autoría de robo cuando los elemen-
tos de convicción solo manifiesten una pelea, originada posiblemente en ra-
zón de celos o conflictos sindicales, argumentándose sin lógica que se sustra-
jo dinero, un reloj y un celular. Así, pues, para dar por sucedido todo lo que se
atribuye tendrían que existir elementos de convicción que lo indicasen pues-
to que de otra manera se tendrá, conforme a la regla de la experiencia, que ta-
les afirmaciones solo son argucias para “agravar” la situación del inculpado.
Lo referido quiere decir que el caso que expone el fiscal, en tanto recons-
trucción del hecho y exposición detallada de la participación de sus partícipes,
sumando detalles y datos corroborantes, debe poseer la calidad de ser lógico,
en cuanto manifestarse creíble y que no pueda objetarse, espetándose por ser
fantasioso, artificioso, incoherente y hasta inaceptable, por contradecir el sen-
tido común, las experiencias humanas o las ciencias conocidas, y casi por exi-
gir fe, para que se le dé por cierto, pues todo lo último, contradice a la lógica.
Debe considerarse que actuaciones propias de buena fe, sin considerar
cómo serán tomadas por los juzgadores, podrían dar motivo a generar dudas.
Así por ejemplo, pretender “traducir” un testimonio y registrarlo en el papel
de modo “claro”, tendrá un costo enorme, cuando en el juicio oral, al escuchar
a una persona que habla de modo oscuro, poco coherente o como quechuaha-
blante, se creerá que el testimonio fue “armado” o “fingido” para imputar. El
hecho es que se llevará a pensar que el testigo, solo firmó el documento.
En conclusión, el fiscal debe ser absolutamente escrupuloso y respetar la
forma en que hablan las personas, recomendar que se registren las horas rea-
les, que las personas sean llevadas a la escena del delito y allí expliquen sus
testimonios y, en suma, solo ha de inculpar con lo que aparezca objetivo y ló-
gico, solo ello conformará el caso y lo demás no; precisamente, para evitar los
68
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
errores en que quisieran hacer caer a las partes, existe su propio rigor en la ca-
lificación de las pruebas.
Rafael Blanco, por lo dicho es que sostiene que en la configuración del
caso, deben emplearse: “(...) reglas elementales de la lógica, conocimientos
científicamente afianzados, y/o máximas de la experiencia adquirida por cual-
quier ciudadano”(71).
IV. Verosimilitud
La verosimilitud debe ser una característica esencial del caso. También
se le denomina credibilidad, sosteniéndose lo que sigue: “(…) los argumen-
tos del litigante solo serán efectivos si convencen al tribunal. Y es difícil con-
vencer a los jueces de que crean razones en las que ni siquiera el abogado que
las representa cree. Teniendo especialmente en cuenta que en el procedimien-
to penal el juez valora libremente la prueba la palabra clave que rige toda la
prueba es credibilidad”(72).
Podemos con facilidad entender que un caso será más fuerte y sólido si es
más fácilmente creíble, en razón de que las personas que escuchan la recons-
trucción del hecho lo considerarán como muy cierto o innegable. Ello obede-
cerá a que lo que se les indica lo consideran muy posible y que, además, se les
presentan claros elementos de convicción para demostrar los asertos; sin em-
bargo, lo cierto es que podría suceder un hecho, o dentro del hecho, algunos
elementos del mismo, que a primera vista fueran difíciles de creer.
La verosimilitud es una necesidad del caso, puesto que se sabe que el fis-
cal no estuvo en el lugar de los hechos y, sin embargo, tratará de convencer de
que las cosas sucedieron tal como él lo expresa. Por ello, sus asertos, para él
y los demás, han de constituir la reproducción o reconstrucción exacta del he-
cho y de las acciones de sus intervinientes. Entonces, se requiere que primero
se convenza el mismo fiscal y luego que convenza también al juez.
La verosimilitud deberá hacerse fuerte, precisamente, por tener que prepa-
rar y cautelar el reto que significa generar el convencimiento del juez, el que
debe conseguirse, en abierto y franco enfrentamiento a la oposición que pre-
sentará la defensa, la que se esforzará en atacar cuanto afirme el fiscal o parte
(71) Blanco, Rafael; Decap, Mauricio; Moreno, Leonardo y Rojas, Hugo. Litigación estratégica en
el nuevo proceso penal. Lexis-Nexis, Santiago de Chile, 2005, p. 22.
(72) Baytelman, Andrés y Duce, Mauricio. Ob. cit., p. 99.
69
Pedro Angulo Arana
70
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
V. Suficiencia
La suficiencia, también denominada autosuficiencia(75), como característi-
ca supone que en la explicación que ofrece el caso no existirán vacíos o, por
lo menos, no vacíos relevantes en cuanto a hechos o detalles que pudieran ser
discordantes o aparecer en el aire, respecto al planteamiento central del caso
fiscal. Lo dicho importa que la narración del caso será capaz de dar razón y
colocar en un lugar concreto de los hechos, cuanto tenga que ver con la actua-
ción del acusado y de sus cómplices, puesto que de no ser así, quedaría como
una hipótesis defectuosa.
En otras palabras, no puede ser que un caso penal, visto como un todo,
solo ofrezca espacio explicativo y asimile en su engranaje solo una parte de
los hechos sucedidos, que se conoce que acontecieron precisamente por ele-
mentos materiales que los demuestran; pero que carezca seguidamente de ca-
pacidad para explicar elementos o situaciones, de los cuales también hay no-
ticia, que resultarían contradictorios (al caso mismo).
Higa refiere que el caso debe ser comprehensivo: “El caso debe abarcar
todos los hechos relevantes de la historia contada a la autoridad organizados
de manera armoniosa, sin que aparezcan contradicciones, vacíos o disonan-
cias en la historia”(76).
Por ejemplo, podríamos inculpar a José por un hurto, en razón de que es-
tuvo trabajando días antes en el inmueble donde se produjo el hecho. Y se di-
ría que no se produjo fractura, pues él se habría apoderado de una llave de la
casa y que desapareció mientras él todavía estuvo trabajando allí. A lo dicho,
se podría agregar que testigos dicen haberlo creído ver, el día que se produjo
el hecho, cerca del inmueble afectado.
Así, pues, la hipótesis de que fue José el autor del hecho es coherente con
lo hasta ahora relatado; pero ¿qué pasa si debe dar cuenta de otros detalles
más? Así es que si José presenta un boleto en el cual se consigna que el día
del hurto viajó al Cuzco, la pregunta es: ¿cómo es asimilado ello por la narra-
ción del caso?
La suficiencia quiere decir que el caso, tal como es presentado y narra-
do por el fiscal, poseerá suficiente fuerza explicativa respecto al hecho o los
hechos que componen el asunto a dilucidar, así como respecto a las diversas
71
Pedro Angulo Arana
VI. Flexibilidad
Un buen trabajo del fiscal da como fruto un caso que debe ser una estruc-
tura sólida dentro de la cual deben aparecer vinculados en armonía, de modo
coherente, los hechos acontecidos, los vestigios y elementos de convicción
encontrados, incluidos los testimoniales, y también las acciones en detalle de
las personas que intervinieron y a quienes se les atribuye los diversos grados
de responsabilidad.
A pesar de lo dicho, del caso se afirma que debe de ser flexible en ciertos
términos. Ello importa sostener que el caso de modo calculado debe ser pre-
sentado y narrado, desde un inicio, de modo tal que luego pueda asimilar o ad-
mitir reajustes no sustanciales dentro de sí mismo, sin mayor problema; lo que
supone que debe evitarse, cuando se le narre, una rigidez excesiva en los deta-
lles que impida alguna aclaración posterior respecto a algún hecho.
Así es que se afirma: “Tampoco se debe cambiar el esquema en forma ra-
dical, es necesario apreciar las premisas mayores de cada acto o hecho y con
ello a las subordinadas, es posible que la carencia esté en una de ellas y no en
el conjunto de la integralidad de la prueba”(77).
Lo que puede suceder en lo práctico es que no todas las afirmaciones que
se debieran hacer tendrán base sólida como para hacerse con detalle y, por ello,
es mejor expresarse de modo genérico aunque suficiente, como para omitir lo
desconocido; cumpliendo así con no fallar al pretender especular respecto de
(77) León Peralta, Víctor Orielson. El ABC del nuevo sistema acusatorio penal. Ecoe ediciones, Bogotá
D.C., 2005, p. 206.
72
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
aquellos, ya que elementos febles podrán ser contradichos y hacer quedar mal
a quien asumió el riesgo al afirmarlos.
Así, por ejemplo, podríamos tener que afirmar que un delito se realizó
con pistola o con revólver teniendo un testigo que dice haber visto un revól-
ver y otro que considera estar seguro de haber visto una pistola. Así, si tuvié-
ramos testigos contradictorios, sin que se hubiera hallado el arma, mejor es no
arriesgarse por ninguno.
El hecho es que en un caso como el mencionado lo mejor podría ser referir-
se a un arma de fuego y no explicitar nada más, y dejarlo, por tanto, a las resul-
tas de una discusión o actuación posterior, como podría ser un debate pericial,
y ocurrirá que nunca sostuvimos algo contradictorio, que pudiera ser explota-
do por la parte contraria. Igualmente, debería averiguarse si en el caso de los
testigos, se sabe diferenciar entre una y otra arma, lo que no tiene que ser algo
obligado y se supliría con una descripción más o menos detallada de lo que vio.
Así pues, la idea es que no nos yugulemos con afirmaciones temerarias,
puesto que para rellenar vacíos imaginamos y con ello completamos el caso.
Un caso armado con intuiciones, probabilidades, apuestas o adivinanzas nos
puede hundir, dado que se desconfiará al final de todo cuanto hemos afirmado
y ningún juez amparará en esos momentos la sanción penal.
Baytelman y Duce narran una situación en la cual la fiscalía perdió un jui-
cio porque ya en pleno debate oral fue dejando sin explicar nuevos hechos re-
levantes que salieron a luz durante la etapa probatoria, por ello es que respec-
to del caso fiscal, expresamos con palabras de los autores citados, lo siguien-
te: “(...) debe poder explicar cómoda y consistentemente la mayor cantidad de
hechos de la causa, incluidos aquellos que establezca la contraparte”(78).
VII. Único
El caso del fiscal, para constituir un producto terminado pasible de presen-
tarse en la acusación, es una estructura que debe dar cuenta explicativa de los
hechos, explicitando la participación de los responsables, y no puede coexis-
tir con otra explicación, siendo en tal sentido, que debe ser único. El caso lo es
73
Pedro Angulo Arana
74
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
Por lo demás, ello también contribuirá a que definan más rápido los pro-
cesos puesto que se dejará en su momento de lado el tipo que se descarte y
proseguirá la causa, respecto al hecho que sí encuentre verificación concre-
ta. Y respecto a esto debe tenerse cuidado, puesto que se ha incurrido en erro-
res, por lo que Jauchen indica: “Las figuras de robo o hurto y encubrimiento,
cuando recaen sobre un mismo objeto, tienen una relación de alternatividad
y, por consiguiente, de exclusión; son calificaciones legales alternativas que
corresponde asignar a un único suceso. Por lo tanto, no pueden dictarse reso-
luciones de tipo contrario respecto de un mismo objeto procesal en base a los
diferentes –y demás alternativos– encuadres típicos asignables al mismo”(81).
VIII. Brevedad
La palabra brevedad, proveniente del latín brevitas y brevitatis, en el Dic-
cionario de la Real Academia Española, significa de corta extensión o dura-
ción; y respecto a la característica del caso, supone una exigencia que se debe
siempre de tratar de cumplir, aunque en último caso, la imposibilidad de ha-
cerlo, será material debido a las circunstancias que hacen la identidad del caso.
A este respecto, Holman explica: “La narración a ser presentada ante los
jueces debe elaborarse teniendo a la vista las limitaciones y restricciones de
un juicio, como son su extensión, la capacidad de concentración de quienes
intervienen en él, entre otras, todas las cuales nos llevan a recomendar a que
ella, obviamente considerando las particularidades del caso concreto a litigar,
sea lo más breve posible, que se eliminen de ella todas las cuestiones que no
sean jurídicamente relevantes o que no aporten información de credibilidad
relevante”(82).
Obvio que se trata de la capacidad de hacer un esfuerzo de síntesis, cuya
utilidad se podrá advertir al momento de la presentación escrita tanto como
oral, y se ganará cuando el caso sea comprendido sin problemas por los jueces.
Seguro se recuerda aquella frase que dice: “lo bueno si breve, dos veces bue-
no”, que nos recuerda las dificultades de tiempo que posee la justicia en una
realidad donde la carga, siempre desborda y el tiempo es oro para atenderla.
No debe perderse la atención de que el caso tiene una misión de ofrecer
información y para que sea valioso lo expresado, debe tener cualidades que
75
Pedro Angulo Arana
permitan su fácil asimilación y en tal caso, la brevedad, tiene una bondad siem-
pre reconocida y buscada.
IX. Coherencia
La coherencia es la calidad que impone que el caso una vez narrado: “(...)
no debe presentar fisuras internas o externas, es decir, cada una de las evi-
dencias que los justifican y todas ellas analizadas en su conjunto deben llevar
inequívocamente al tribunal a la conclusión de que los hechos ocurrieron de
la manera esbozada (...)”(83).
Se implica, por ejemplo, que dentro de cada actuación, a partir de los me-
dios de prueba, debe aparecer información complementaria con la que ofrece-
rán los otros elementos de convicción, de modo que entre todos exista armo-
nía respecto a la información que ofrecen los demás medios, dada porque to-
dos apunten en un mismo sentido inculpatorio, por ejemplo.
También se indica: “Diríamos, por ejemplo, que es incoherente el com-
portamiento de un hombre que para salir de una estancia, en vez de hacerlo a
través de la puerta, excava con la uña un agujero en el suelo (...)”, y también:
“Cuando la coherencia se predica de comportamientos parece que esta tiene
algo que ver con la llamada racionalidad instrumental: se dice que los medios
son incoherentes respecto a los fines o a los objetivos que se persiguen, esto
es, que son inadecuados para su consecución”(84).
A este respecto, debe cuidarse que la coherencia no puede motivar a que
en la investigación “se recorten” los datos o información obtenida, para que
aparezca un producto aceptable en la condición de “caso”. Ello no servirá de
mucho y traerá grandes problemas, pues en el juicio oral, podrían aparecer con
mayor fuerza y grave perjuicio, tales puntos o temas que fueron dejados de lado.
Por lo dicho, recordamos las expresiones de Baytelman y Duce: “El juicio
oral es tremendamente vertiginoso; cada instante produce nueva información,
y esa información debe ser capturada y procesada, puesta en relación con el
todo y con cada una de las otras piezas probatorias. El litigante debe reaccio-
nar a ese átomo de información de una determinada manera, y para todo ello
76
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
no cuenta más que con un instante; al instante siguiente habrá que procesar el
próximo pedazo de información”(85).
X. Objetividad
La objetividad constituye una calidad que necesariamente debe poseer el
caso, en cuanto aquel debe ser fruto exacto de lo que pudiera haber sido recu-
perado o conocido de algún modo y que reflejara la materialidad del hecho,
la calificación legal este y de lo que indiquen los medios de prueba y los ele-
mentos de convicción o indicios.
Así, pues, en el caso fiscal, nada debe ser ni artificial ni forzado, pues lo
que se verifique y enarbole tiene que ser producto de la acción de la persona a
la cual se le acusa y de ninguna manera se le podrá atribuir lo que no fuera su
factura, pues en sentido estricto ello sería injusto. Esto se vincula con el De-
recho Penal de acto.
Así es que, la suficiencia jurídica supondrá siempre que los hechos deben
objetivamente encontrar amparo en la norma (encuadrarán en ella), y ello se-
guirá fielmente al principio de legalidad; igualmente, respecto al sustento pro-
batorio, esto es, la parte del caso que refiera la forma de producción de los he-
chos y respecto a la responsabilidad del acusado, ambos deben encontrar un
sustento objetivo, en cuanto a los elementos materiales que los corroboren.
Claro que es posible que el fiscal, en algún caso, pueda optar por imputar
lo que considere posible de demostrar, advirtiéndose que en ello no se cede
en cuanto fingir la autoría de algo que no se hizo. Lo que ocurre es que, según
la materialidad del caso, más sencillo podrá ser probar la autoría respecto al
uso del documento falsificado que la misma falsificación del documento y, por
ende, desde el interés persecutorio se preferirá comprometerse a demostrar lo
que es más sencillo y de todos modos implicará una condena.
En lo referido no hay nada que signifique ceder en la preocupación o res-
peto por la objetividad, pues siempre la autoría se vinculará objetivamente al
tipo penal conveniente. Si bien hay cierto margen de posibilidad de escoger,
no puede funcionar ni la analogía ni la elasticidad del tipo penal, pues ello,
como bien sabemos, no existe.
77
Pedro Angulo Arana
(86) Mendaña, Ricardo J. “La Reforma Procesal Penal y una nueva relación del Ministerio Público con
las víctimas del delito”. En: Cómo prepararse para el nuevo proceso penal. Horst Schönbohm y otros,
Ediciones BLG, Trujillo, 2006, pp. 79 y 80.
(87) Arocena, Gustavo Alberto; Balcarce, Fabián Ignacio y Cesano, José Daniel. Prueba en materia
penal. Editorial Astrea, Buenos Aires, 2009, p. 48.
(88) Arocena y otros. Ob. cit., pp. 48 y 49. Otra es la visión del juez, y para comprenderla, se cita a Andrés
Ibáñez, quien expresa que la vigencia como regla de juicio: “impone al juez el deber de asumir desde la
neutralidad, la acusación como una hipótesis que solo puede llevarle a la afirmación de culpabilidad a
través de la comprobación cuidadosa del fundamento probatorio de cada uno y de todos los elementos
de la imputación, según lo que resulte del juicio”.
(89) Horvitz Lennon, María Inés y López Masle, Julián. Derecho Procesal Penal, La etapa
intermedia o de preparación del juicio, la prueba, la etapa del juicio oral, los recursos, los procedimientos
especiales, ejecución de las sentencias condenatorias y de las medidas de seguridad, la acción civil en
el proceso penal. Tomo II, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 2006, p. 132.
78
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
79
Capítulo 5
Las partes
componentes
Capítulo 5
Las partes componentes
I. Generalidades
Un caso fiscal, listo para ser presentado mediante una acusación escrita,
para requerir la causa probable y más tarde presentarlo también en el alegato
de apertura, consideramos que requiere reunir cuatro componentes esenciales
que, de no encontrarse, implicarían que no se ha logrado armar el caso.
Así es que los componentes son: el hecho, basado en lo que fue inicial-
mente señalado o denunciado y que tuvo apariencia de delito y por lo que se
determinó la realización de las investigaciones. Seguidamente, obrará la cali-
ficación del hecho anotado como delito, acción efectuada, en cuanto el hecho
resultó subsumido en una norma penal; seguidamente, se deben considerar los
elementos de convicción, que puedan haberse recogido y que pretenden vin-
cular a un presunto autor del ilícito penal(91) y finalmente a una persona pasi-
ble de imputarle la comisión del hecho.
Los teóricos colombianos asumen que el caso es analizado a tres niveles;
empezando por el nivel jurídico (no por el hecho, como empiezan los teóri-
cos de otros países), continúa por el nivel fáctico y termina en el nivel proba-
torio(92); a lo cual consideramos que debemos agregar el nivel criminológico,
para referirnos al imputado y cuanto se pueda esclarecer del origen de su de-
cisión criminal y las motivaciones que hubiera tenido.
(91) Talavera Elguera, Pablo. La prueba en el nuevo proceso penal, Manual del Derecho Probatorio
y de la valoración de las pruebas. Academia de la Magistratura, Lima, 2009, p. 45.
(92) Fiscalía General de la Nación y otros. Técnicas del proceso oral en el sistema penal
acusatorio colombiano. Manual para operadores jurídicos. Ana Montes Calderón y otros, consultores.
Bogotá, Colombia, 2005, p. 105. Puede apreciarse que en sus análisis no parte del hecho, sino desde
un encuadramiento jurídico del hecho, esto es que el hecho que motiva los actos de investigación es
el hecho subsumido en la norma penal aplicable. Así es que para ello el elemento fáctico (en segundo
lugar), aparece para sustentar lo jurídico; y lo probatorio, deviene a sustentar lo fáctico.
83
Pedro Angulo Arana
84
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
85
Pedro Angulo Arana
86
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
Casi para terminar, hemos de ver también que el hecho de que trata la in-
vestigación formal o preparatoria, termina calificado simplemente como deli-
to (arts. 322, 3; 326, 2, a; 331, 1 y 2); aunque se aprecian también casos en los
que tal denominación aparece más justificada; en cuanto los hechos que con-
forman el ilícito penal, resultan claramente acreditados, desde un inicio, con
uno o varios indicios o elementos de convicción, que poseen sumo peso, en-
tendiéndose ello cualitativamente.
Así es que se hace referencia a la existencia de delito (art. 336, 1) o a la
realidad del delito (art. 336, 4). Finalmente, no debemos pasar por alto que la
norma faculta al fiscal, para que, dentro del curso del juicio oral, poniéndole
como límite no haber culminado la actividad probatoria, pueda efectuar una
acusación complementaria. Esto es que el fiscal tiene una última opción, cuan-
do en el juicio oral advirtiera que se han presentado hechos nuevos o circuns-
tancias que modificarían la calificación legal efectuada o que integrarían un
delito continuado (art. 374, 2).
Por tanto, queda claro que habrá casos en los cuales rápidamente podrá
quedar evidente que lo cometido es un delito, no requiriéndose, por superfluo,
en tales casos, que se haga referencia solamente a un hecho, puesto que ello
se hace de manera inicial, cuando ha de investigarse para dilucidar tal condi-
ción. En lo práctico, habrá casos en que ello es innecesario.
La única manera de prevenir vacíos es haciendo más exhaustiva la inves-
tigación preparatoria; sin embargo, por diversas razones, sea cantidad de carga
o imposibilidad de acudir a todos los actos de investigación, siempre se susci-
tarán ausencias de información o vacíos.
Por ello se dice: “La inclusión del nuevo hecho, implica el conocimiento
de un nuevo dato que se introdujo durante el juicio y que se desconocía en la
investigación preparatoria. Por ejemplo que el acusado confiese que el delito
lo cometió con arma de fuego y no fue por simple arrebato, por tanto, el he-
cho se deberá calificar por robo agravado y ya no como por hurto simple”(93).
En países que poseen normas muy parecidas se expresa que ello es nece-
sario (la acusación complementaria) como en la práctica se ve entre nosotros,
en razón de que en el juicio oral se realizan descubrimientos y modificaciones.
(93) Gálvez Villegas, Tomás Aladino y otros. El Código Procesal Penal. Comentarios descriptivos,
explicativos y críticos. Jurista Editores, Lima, 2008, p. 734.
87
Pedro Angulo Arana
Así es que se expresa: “La ley establece que se puede ampliar la acusa-
ción por nuevos hechos o nuevas circunstancias, es evidente que en el juicio,
al establecerse en el mismo la inmediación, contradicción, etc., en cantidad
de ocasiones es en dicha fase que se logra una mayor precisión espacio-tem-
poral de la acción (o hechos acusados), se logra una mejor circunstanciación
de los mismos, incluso se descubren en la audiencia oral, a menudo (en espe-
cial en casos de menores), errores temporales que hacen que los hechos acu-
sados no se encuentren acordes con el marco histórico (espacial o temporal)
logrado; en dichas hipótesis si los hechos no pueden enmarcarse en la acusa-
ción debe estar pronto el actor (MP o querellante) a efectuar la corrección del
caso, pues de otro modo no le quedaría al tribunal más que absolver (…)”(94).
(94) Fix-Zamudio, Héctor. Función constitucional del Ministerio Público, tres ensayos y un epílogo.
Universidad Nacional Autónoma de México, México D.F., 2004, 79 a 80.
88
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
89
Pedro Angulo Arana
(95) Jauchen, Eduardo M. El juicio oral en el proceso penal. Rubinzal-Culzoni, Buenos Aires, 2008,
p. 69.
90
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
91
Pedro Angulo Arana
(96) SANTIAGO, Wanda L. “El sistema de justicia criminal en Puerto Rico”. En: <http://www.monografias.
com/trabajos14//justiciaptorico/justiciaptorico.shtml>.
92
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
(97) El artículo I se refiere a la imparcialidad y al plazo razonable; al derecho a un juicio previo, oral público
y contradictorio, desarrollado conforme a la nueva normatividad; al principio de igualdad procesal.
El artículo II trata sobre la consideración y trato de inocente al imputado y respecto a la suficiente
actividad probatoria de cargo para enervar dicha inicial consideración y a que antes de ello, no debe ser
presentado como culpable. El artículo III prohíbe la persecución penal múltiple. El artículo IV indica la
obligación del Ministerio Público de realizar la persecución penal con objetividad, indagando también
lo que pueda beneficiar al imputado y controlando a la Policía Nacional y motivando sus peticiones al
juez para actuaciones jurisdiccionales en ciertos actos de investigación. El artículo V refiere el principio
de legalidad de las penas. El artículo VI indica las condiciones legales para las medidas restrictivas
de derechos, requiriendo resolución motivada, a instancia de parte legitimada, bajo el principio de
proporcionalidad. El artículo VII consagra que la Ley procesal, referida a derechos individuales que
sea más favorable, se aplicará retroactivamente. También se interpretará restrictivamente, la ley que
coacte la libertad o el ejercicio de los derechos procesales. Se establece el in dubio pro reo. El artículo
VIII requiere el respeto al procedimiento constitucional, para la obtención e incorporación de pruebas
al proceso penal, bajo sanción de su no valoración en caso de incumplimiento y sanciona que carecerán
de efecto legal las que violenten el contenido esencial de los derechos fundamentales de la persona. La
inobservancia de reglas en todo caso, no podrán hacerse valer en perjuicio del imputado. El artículo
IX se explaya en el derecho de defensa del imputado, indicando que no estará obligado a declarar y que
no puede ser inducido a ello o a reconocer culpabilidad. El artículo X expresa que todas las normas
anteriores serán utilizadas como fundamento de interpretación.
93
Pedro Angulo Arana
la persecución solo tiene una oportunidad de procesar y, por ello, es que debe
hacerlo muy bien (art. III del Título Preliminar).
Si bien, con los problemas de la violencia en el norte, hay voces que po-
nen en la balanza al garantismo contra la seguridad, creemos que esa visión
no es certera, puesto que se implica que para dotar de seguridad a la ciudada-
nía hay que disminuir las garantías (las que se indican en el Código) y sobre
esto, consideramos errado dicho juicio. En todo caso, lo que se debe comba-
tir es el ultragarantismo, es decir, las interpretaciones de la ley, cubriendo va-
cíos dentro de ella, que realizadas por algunos magistrados, suelen ir más allá
de las garantías que ya ofrece el Código, bajo la creencia de que “eso es ga-
rantismo” y que, por lo contrario, es lo que se ha sumado a generar la mayo-
ría de problemas.
Otra situación cierta es que la investigación a realizar no debe ser ciega,
y solo preocuparse por lo que sea de cargo y luego de reunido un cúmulo de
ello, la defensa lo lleve todo al suelo, cuando tenga la oportunidad de descar-
gar o de presentar algunos elementos de convicción. En tal sentido, si bien al-
gunos sostienen que el fiscal no podrá investigar el descargo, pues tiene tra-
bajo suficiente con lo que es de cargo, advertimos que posee ventaja también
investigar lo segundo, pues servirá para decidir archivos tempranos y no tener
sorpresas después y perder tiempo y recursos.
En tal sentido, la formación del caso no debe ocurrir en función de ignorar
aquello que sirva al descargo, descuidar aquello que debería verificarse a partir
de pedidos de la defensa o descartar por simples pareceres aquello que se soli-
cita investigar, pues es verdad que existen sucesos poco verosímiles pero que
efectivamente suceden, y hay elementos para demostrarlos, por lo que debe
ocuparse tiempo en verificarlos.
94
Capítulo 6
El hecho
Capítulo 6
El hecho
I. Generalidades
El hecho viene a ser el acontecimiento supuestamente producido por obra
humana y que se percibe o alguien sostiene que constituiría un ilícito penal; y
sobre este solo figura una información inicial, ofreciendo datos que posibili-
tan que se pueda lograr un mayor conocimiento de aquel, profundizando en él
con miras a proceder a su reconstrucción.
El caso más especial ocurre cuando el hecho todavía se está producien-
do y resulta descubierto por la autoridad policial, a lo cual se le denomina fla-
grancia, la cual se puede dividir en distintos tipos.
Otras situaciones particulares se presentan cuando el autor del hecho ilíci-
to, sin que se conozca de su producción y autoría, lo confiesa, y conjuntamen-
te, presenta los elementos de convicción que acreditan su propia actuación. En
tales casos, mediante la investigación solo se efectúan corroboraciones perifé-
ricas, si acaso son necesarias, antes de armar el caso.
Igualmente, el trabajo se aligera si los autores y partícipes son varios y al-
guno de ellos confiesa, sea por hacerse acreedor a beneficios o por sentimien-
tos de culpa. En tales casos, el trabajo de investigación se facilita mucho y evi-
dentemente son circunstancias deseables que se produzcan o se debe generar
políticas y trabajo para producirlas.
También pueden conocerse los hechos mediante la derivación de docu-
mentos o antecedentes, por ejemplo, por parte de la Ocma, de la Fiscalía Su-
prema de Control Interno, de la Contraloría, de una Sala Penal que acabara de
terminar un juicio oral o de modo común, a través de una denuncia, sea del
agraviado directamente por el hecho, de algún familiar de este, de un testigo
directo, por información de un funcionario público obligado por su cargo, o
profesional o por noticia o información periodística.
97
Pedro Angulo Arana
(98) Sánchez Velarde, Pablo. El nuevo proceso penal. Idemsa, Lima, 2009, p. 197.
(99) Loreto, Leticia. Ob. cit., p. 141.
98
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
99
Pedro Angulo Arana
1. El hecho externo
Sobre este tema se expresa que: “[l]os hechos objetivos o externos se con-
figuran como aquellos que el sujeto lleva a cabo –u omite, en el caso de los
delitos de comisión por omisión y de omisión pura– como condición nece-
saria para la realización de la conducta típica. En este sentido, puede decir-
se que los hechos constitutivos externos son los que permiten determinar, en
primer lugar, que se ha cometido un hecho que podría ser delito y, en segun-
do lugar, que el sujeto que lo ha cometido es el acusado, teniendo siempre en
cuenta que ello incluye, al mismo tiempo, la determinación del grado de par-
ticipación en los hechos”(101).
Debe apreciarse que el hecho externo es el primero que se descubre y si
es claro y evidente, como punto de partida, se denomina hecho asentado. “Los
hechos asentados son aquellos que teniendo la condición de relevantes, no ad-
miten discusión, (...)”, agregándose: “Un ejemplo claro de ello, en un proceso
por homicidio, es la realidad de que hay un muerto. No será lógico que la de-
fensa discuta que no hay muerto cuando es un hecho evidente”(102).
Por lo demás, existe un orden de correspondencia, entre los hechos
que se deben advertir, como producidos materialmente, y los que figurarán
(101) Fernández López, Mercedes. Prueba y presunción de inocencia. Iustel, Madrid, 205, p. 57.
(102) Solórzano Garavito, Carlos Roberto. Sistema acusatorio y técnicas del juicio oral. Ediciones
Nueva Jurídica, Bogotá D. C., 2010, p. 136.
100
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
2. El hecho interno
Otro conjunto de hechos que, según cada caso, se deben acreditar son los
internos, también denominados “subjetivos” o “sicológicos”. Así es que se
dice: “Con dicha denominación se hace referencia a lo que, en términos gene-
rales, puede considerarse la voluntad y las creencias del sujeto en el momen-
to de cometer una acción –u omisión– delictiva o, si se quiere, en un sentido
más amplio, al conjunto de circunstancias que conforman en dicho momento
su estado mental respecto de la producción del hecho delictivo (tales como la
intensión de producir el resultado, si este fue previsto, si hubo alevosía, si el
agente sabía que actuaba en forma contraria al Derecho, etc. Estas circunstan-
cias son, por tanto, las que en el campo de la dogmática penal configuran el
elemento de la culpabilidad que, como señalan Cobo del Rosal y Vives Antón,
incluye a su vez el dolo, la imprudencia (como formas de la culpabilidad), la
imputabilidad y la exigibilidad”(103).
Evidentemente, este tipo de hechos no son fáciles de advertir a través
de los sentidos y tampoco se les percibe por mucho tiempo ni suelen dejar
huellas materiales, siendo por ello que parte de la doctrina se refiere a estos
como juicios de valor. Y vinculado a ello figura el tema de la probanza de
tales hechos, también reconocido por la doctrina, sin dejar de reconocer que
por reflejos perceptibles, reglas de la experiencia conforme a la casuística y,
entre otros métodos, es posible acceder a conocer el dolo.
101
Pedro Angulo Arana
102
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
Así, pues, para la necesidad penal buscar el todo de la verdad podría ser
superfluo cuando lo que se requiere es un núcleo menor (o conjunto) sufi-
ciente de actos, relativos al hecho, que requieren ser esclarecidos y que bas-
tarían para la decisión penal, debiéndose tener presente que la verdad que
se desea conocer es solo una verdad instrumental y, vale decirlo, una base
de verdad suficiente que solo se requiere que no se contradiga con la ver-
dad histórica.
Lo referido es coherente con que el hecho que se investiga, no es el todo
de lo que sucedió un día, sino –como expresa Taruffo–, solamente la: “porción
de experiencia” que nos ocupa(104).
(104) Taruffo, Michele. La prueba de los hechos. Editorial Trotta, Madrid, 2005, p. 93.
103
Pedro Angulo Arana
Se debe considerar que los hechos tienen que ser reproducidos mental-
mente de modo continuo no solo para dar cuenta de cuanto sucedió, sino
para incorporarlo a la reconstrucción del hecho e ir completando la ima-
gen del caso.
104
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
Por lo tanto, por estrategia, lo primero que se podría manifestar sería la re-
construcción de la historia del hecho ilícito, en sus rasgos fundamentales, para
después avanzar hacia otra cosa, como los autores y sus participaciones; sin em-
bargo, la relación clara y precisa de los hechos es algo que se obtiene o no de la
investigación, y no es algo sobre lo que se debe especular hasta la adivinanza.
105
Pedro Angulo Arana
106
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
cubra cualquiera de las dos circunstancias, esto es que cualquiera de los dos
quede identificado en el juicio oral, ya sea uno como el jefe y autor de los dis-
paros y el otro como quien fue dirigido y no mató.
La idea es que no podría impedirse una acusación solo por no conocer es-
pecíficamente el grado de participación, puesto que se puede entender que fue
absolutamente igualitaria y espontánea, y en la acusación debe estarse a lo que
impute el MP y no tiene que afectársele el grado de conocimiento que solo él
hubiera descubierto y se comprometa a demostrar.
Por lo demás, teóricamente ello ocurre siempre dado que es él quien es-
tablece su hipótesis, hasta donde le puedan acompañar y respaldar los ele-
mentos de convicción. Por lo tanto, no debe ser que solo por no poder esta-
blecer los detalles concretos de la participación deba archivarse el caso y pre-
miar a los autores con la impunidad. En tales casos se debe atribuir una par-
ticipación genérica, expresándose el desconocimiento de más detalles exac-
tos sobre las acciones efectuadas.
107
Pedro Angulo Arana
Por ende, no cabría que como fórmula defensiva uno en la calidad de de-
lincuente diga: “A ver dígame qué estuve pensando y si no lo sabe, pues libé-
renme”. Ello es lo mismo cuando pido que establezcan mi grado de partici-
pación, puesto que lo atribuído (y que será útil para la defensa) puede ser una
participación en conjunto. Es como la historia de quien esconde un pajarillo
en su mano y detrás de su cuerpo y pregunta al sabio: “¿Está vivo o está muer-
to?”. Allí la respuesta es: “¿Eso depende de ti?”. Lo malo es que se está ca-
yendo en la tentación de pretender adivinar o que se adivine cuando, además,
se les pretende reconocer el derecho a mentir.
Ceder a la exigencia de quien pide más detalles solo para liberarse de los
cargos resulta absurdo y un premio a la barbaridad, no es admisible. Lo que ten-
dría que hacerse es acusarlos a todos de haber planificado el asalto y la muer-
te de las personas si eran descubiertos, de modo que todos sufran una pena es-
tándar, aunque tendría que ser la menor (en tanto no se alcance a saber quién
o quiénes fueron los que materialmente dispararon).
Quizá pueda suponerse en las acusaciones alternativas algunos temas, en
función de antecedentes, experiencia en el delito y los análisis sicológicos y
siquiátricos que habría que realizar para reconocer a los que carecen de escrú-
pulos en relación a la vida y la salud de las personas (suponiendo que ningu-
no confesara).
(107) Gálvez Villegas, Tomás Aladino y otros. El Código Procesal Penal. Comentarios descriptivos,
explicativos y críticos. Jurista Editores, Lima, 2008, p. 696.
108
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
Por tanto, ningún estándar es antes satisfactorio y menos aquel que no pasa
por un contradictorio sumamente áspero y crítico y por una mirada descon-
fiada y escéptica, como la del juez.
Devis Echandía ha clasificado en cinco los hechos sobre los cuales puede
recaer la búsqueda de prueba (elementos de convicción):
109
Pedro Angulo Arana
(108) Devis Echandía, Fernando. Teoría general de la prueba judicial. Tomo I, Temis, Bogotá, 2002,
p. 150 y ss.
110
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
111
Pedro Angulo Arana
darse por probadas o no (art. 394, 3), deberán ser calificadas en lo jurídico en
cada caso (art. 394, 4) y resultarán sometidas al principio de concordancia, res-
pecto a la acusación o su ampliatoria (art. 397,1).
Por ende, queda claro que estamos hablando de hechos concretos o situa-
ciones de tiempo, modo o lugar(109); o también de datos tales como la edad real
de la persona o su parentesco, antes ignorados; los móviles o medios emplea-
dos; o una pluralidad de agentes antes desconocida. En general, son hechos
que podrían resultar acreditados durante diversos momentos del juicio oral,
implicando variaciones relevantes.
En el Acuerdo Plenario Nº 4-2007/CJ-116 se indica: “Las circunstancias
modificativas son, como se sabe, elementos fácticos accidentales del delito,
contingentes o no esenciales, que no pueden servir de fundamento al injusto o
a la culpabilidad, cuya función es concretar con mayor énfasis la conducta de
los individuos y precisar mucho más el grado de responsabilidad penal en or-
den a la determinación de la pena a imponer”.
Así es que algunos datos recientemente descubiertos incidirán en modifi-
car el tipo penal, mientras que otros no llegarán a modificarlo (caso del reinci-
dente), pero sí podrían ser útiles (y necesarios de conocer por la defensa), en
cuanto constituirán elementos relevantes para atenuar o agravar la responsa-
bilidad, o servirán para definir de modo nítido los contornos de las participa-
ciones y responsabilidades. Evidentemente deberán ser acreditados por docu-
mentos, testimonios o peritajes.
IX. Modificaciones
Las modificaciones respecto a los hechos materia de conocimiento son su-
cesos que pueden presentarse de modo natural, dado que lo que se persigue en
buena cuenta es información sobre los hechos, la cual se formaliza en el proce-
dimiento de adquisición y actuación, hasta que se convierten en pruebas váli-
das. Así es que en la etapa probatoria podría conocerse de nueva y grave infor-
mación, de modo que puede darse la mutación del objeto procesal.
Así es que respecto a lo que vendría siendo objeto del proceso, podrían
surgir nuevos elementos que determinarían su alteración.
(109) Arocena, Gustavo Alberto; Balcarce, Fabián Ignacio y Cesano, José Daniel. Prueba en materia
penal. Astrea, Buenos Aires, 2009, p. 437.
112
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
(110) Sendra, Vicente Gimeno. Derecho Procesal Penal. Editorial Colex, 207, Madrid, p. 256.
113
Pedro Angulo Arana
114
Capítulo 7
La calificación
penal
Capítulo 7
La calificación penal
I. Generalidades
La calificación penal del hecho que determinaba los linderos definiti-
vos del proceso penal entre nosotros fue hecha siempre por el juez instruc-
tor, quien entendió al respecto que se encontraba sometido al principio de
la debida calificación de los hechos, lo que ahora ha variado bajo el prin-
cipio acusatorio, remitiendo la facultad de calificar jurídicamente a los re-
presentantes del MP.
Así es que la significación del juez, en cuanto a la calificación penal de los
ilícitos, resulta ahora bastante minimizada, por varias razones. Una es porque
los jueces intervendrán con esa posibilidad solo en la etapa intermedia (cali-
ficación negativa) y más tarde, solo poseen aquella facultad, en casos de gra-
ve defecto en el trabajo de los fiscales, considerándose que actuarán así como
un remedio.
A la calificación se la conoce como el aspecto jurídico del caso, y refie-
re: “Ello implica el desarrollo de una interpretación jurídica de las normas le-
gales, a fin de asignarle un determinado significado y catalogar los hechos o
conductas en conflicto”. Se agrega que además del encuadramiento, se requie-
re “(…) de una explicación y justificación que demuestre su pertinencia para
ser atribuida al hecho o circunstancia en concreto”(112).
Así se afirma: “La calificación jurídica de un hecho es un tipo de inter-
pretación de hechos, que se realiza desde la perspectiva de las normas jurídi-
cas. Calificar un hecho es subsumir al hecho individual dentro de una catego-
ría prevista en una norma jurídica. El hecho interpretado/calificado no existi-
ría (no sería posible tal interpretación: la calificación) si no existiera la norma
jurídica (que es la que crea la clase genérica de hechos en la que se subsume el
117
Pedro Angulo Arana
(113) Gonzales Laguier, Daniel. Quaestio facti, ensayos sobre la prueba, causalidad y acción. Palestra
Editores, 2005, pp. 41-42.
118
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
que él es quien acusa y asume la carga de probar lo que acusa. Tal responsabi-
lidad obviamente no podría convivir con que otro haga la atribución del deli-
to y él se someta a comprobarlo.
Por lo dicho, la calificación jurídica del hecho ilícito constituye ahora
una función relevante del fiscal respecto la cual ha de tener sumo cuidado.
Así es que tenemos que la policía se encuentra prohibida de efectuar cual-
quier calificación jurídica del evento (art. 332, 2); y cuando debe describir-
lo para informar al fiscal, solo se referirá a los elementos esenciales del he-
cho (art. 331,1).
A nuestro entender, resulta problemático que la policía no pueda referir
un delito concreto, cuando por su lado –por ejemplo– sí puede y debe efectuar
una detención, lo que implica la calificación de hecho de un evento delictivo,
suponiendo ciertas características de este que viabilizan la detención. Además,
el policía debe referir algo, como justificación legal, al afectado. A nuestro en-
tender, el tema a subsanar era que el fiscal no está obligado por lo que afirme
la policía y que pueda desvincularse siempre de ello.
De todos modos, la norma establece que la calificación jurídica suficien-
te, sin instancia posible de revisión para calificar el ilícito y dar origen a la in-
vestigación preparatoria, será la realizada por el fiscal. Ello es así porque solo
él calificará la: “(...) existencia de un delito (...)” (art. 336, 1) y efectuará la:
“tipificación específica correspondiente” (art. 336, 2, b).
Así pues, toda la investigación preparatoria se realizará bajo el signo de
la calificación efectuada por el fiscal, al igual que el recojo de elementos de
convicción, que estará sometido a la mencionada calificación en lo averigua-
ble. Solo al final de la investigación, el fiscal también podría sustentar que el
hecho no es típico (art. 344, 2, b). Y el único que podría variar ello sería el fis-
cal superior (art. 346).
De otro lado, en la acusación también será calificado el ilícito penal, ju-
rídicamente (art. 349, 1, f). Así, en general, lo que se esperará es que el fis-
cal repita la calificación que hizo en la disposición de inicio de la investiga-
ción preparatoria, y también podrá efectuar una distinta calificación jurídi-
ca (art. 349, 2).
Así tenemos que la etapa intermedia también se regirá bajo la califica-
ción del delito que efectúe el fiscal. Una única excepción aparece en la norma,
facultando al juez a efectuar el sobreseimiento, basado en el numeral 3 del ar-
tículo 344, cuando resulte evidente o notorio que el hecho imputado no es típico
119
Pedro Angulo Arana
(art. 352, 4). Tal será la única circunstancia que faculta a que el juez resuelva
contra lo calificado antes por el fiscal (calificación negativa).
Finalmente, el juicio oral también se realizará bajo el signo de la acusación
efectuada por el fiscal, pues se advierte que en el mismo auto de enjuiciamien-
to, cuando se refiere a la calificación jurídica del ilícito, se expresa que se in-
dicará: “El delito o delitos materia de la acusación fiscal (...)” (art. 353, 2, b),
lo que permite advertir que el juez o colegiado, en tal momento no ingresará a
calificar de modo distinto el hecho ni disputará sobre ese tema.
Se advierte que el juez –solo a nivel del juicio oral y cuando se hubieran
actuado algunas piezas de convicción– podrá indicar una calificación distinta
para el hecho(114) que no resulta vinculante para el fiscal. Ello sucede también,
como vimos, en la etapa intermedia, y ambas intervenciones en tales fases tie-
nen que ver con que solo tardíamente los jueces se vinculan a conocer los he-
chos y, a la vez, los elementos de convicción que los fundamentan en virtud
de que se piensa que si entran en contacto con aquellos, tempranamente per-
derían su imparcialidad(115).
Así pues, la subsunción que hace el fiscal del hecho en una figura legal
delictiva, esto es la teoría jurídica(116), resulta dejada enteramente bajo respon-
sabilidad fiscal.
(114) Esto tiene antecedentes en el precedente vinculante de la Sala Penal Permanente, R.N. Nº 224-2005
Sullana, en que se estableció los criterios para modificar la calificación jurídica del hecho objeto de
la acusación, requiriéndose que previamente se haya indicado al acusado esa posibilidad, para no
afectar a su derecho de defensa (fundamento jurídico 3) y posteriormente se emitió el Acuerdo Plenario
Nº 4-2007/CJ-116, emitido por el pleno jurisdiccional de las Salas Penales Permanente y Transitoria
respecto la desvinculación jurisdiccional y alcances del artículo 285-A del C. de P.P. en que se detalla
más, las posibilidades del juez para efectuar precisiones sobre el hecho punible.
(115) Gómez Colomer, Juan Luis. “La investigación Criminal: problemas actuales y perspectivas de
unificación internacional”. En: La prueba, reforma del proceso penal y derechos fundamentales. Luis
Reyna Alfaro y otros, coordinadores; Jurista Editores, 2007, p. 228.
(116) Blanco Suárez, Rafael y otros. Litigación estratégica en el nuevo proceso penal. Lexis Nexis,
Santiago de Chile, 2005, p. 18.
120
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
Es obvio que el fiscal que califica como delito aquello que no es, mella
su profesionalismo, incurre en ilicitudes y se somete a probar lo que no podrá
hacer razonablemente.
121
Pedro Angulo Arana
1. Calificación nítida
Puede ocurrir que en ciertos casos, la tipificación del ilícito penal sea sen-
cilla y se pueda efectuar sin problemas. Si acaso ella se desprende de la de-
nuncia, del informe policial o de las diligencias preliminares, se dispondrá de
inmediato la formalización de la investigación preparatoria y se le describi-
rá (art. 336, 1). Y si acaso la realidad del delito y la presunta autoría se des-
prenden de las diligencias preliminares, se podrá formular directamente acu-
sación (art. 336, 4).
Lo mismo podría ocurrir a partir de las detenciones en casos de flagrancia
delictiva y también cuando el imputado confiesa la comisión del delito o cuan-
do se acumulan suficientes elementos de convicción en las diligencias prelimi-
nares (art. 446, 1), por lo que la acusación no requerirá nada más.
En estos casos, la calificación no representará problema alguno.
2. Calificación progresiva
Como bien se sabe, en las investigaciones se parte desde la ignorancia ha-
cia el conocimiento de los hechos, para conseguir su delimitación y su califi-
cación penal. Para la investigación del delito, la calificación típica tiene que
darse de modo obligado al inicio de la investigación preparatoria (art. 336, 2,
b), en función del principio de legalidad y del derecho de defensa.
Seguidamente, en la acusación también existe la obligación de tipificar el
hecho de que se trate (art. 349, 1, f). En este caso, de la acusación escrita se
habilita que pueda referirse una distinta calificación jurídica (349, 2). En el
auto de enjuiciamiento, el juez respetará la calificación del fiscal (353, 2, b). La
misma calificación jurídica aparecerá en el alegato fiscal de inicio (art. 371, 2).
El Código ha sido receptivo a la dinámica natural del juicio oral y, por
ello, ha indicado la posibilidad de que el fiscal, a resultas de las actuaciones
del juicio oral, pueda reajustar su calificación penal, ante la aparición de nue-
vos elementos de convicción, para lo cual se le requiere a presentar una acu-
sación complementaria (art. 374, 2), lo que obligará a que se reciba una nue-
va declaración del acusado y se le faculte a su defensa, a presentar nuevos ele-
mentos de convicción (art. 374, 3).
De otro lado, se le faculta al juez a que advierta al MP respecto a la posi-
bilidad de una calificación diferente para el hecho objeto del juicio (art. 374,
1) y este llamado de atención al fiscal resulta relevante dado que el juez podrá
sentenciar respecto a la calificación jurídica que advirtió (art. 397, 2). Si bien
122
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
123
Pedro Angulo Arana
Por ello es que Pablo Talavera expresa: “Los perfiles y particularidades del
tema de prueba serán identificados y delimitados según la tipicidad efectuada
que haya determinado la apertura del procedimiento y la consiguiente necesi-
dad de la actividad probatoria en cada caso concreto”(117).
Nuevamente, a este respecto hemos de aseverar que el fiscal debe tener
cuidado al calificar el hecho desde un inicio, puesto que podría ser víctima de
los criterios que hubiera expresado en su caso fiscal y en su acusación des-
pués, tema que debe ser tenido en cuenta desde el inicio de la investigación.
Será algo parecido a la expresión que refiere que uno es amo de lo que calla y
esclavo de lo que afirma (tempranamente).
En otros términos, siempre será más fácil la probanza de un ilícito que la
de otro. Un patrocinio ilegal es más sencillo de probar que la colusión desleal;
igualmente lo es un peculado culposo respecto a uno doloso, y también una
negociación incompatible, respecto cualquier cohecho. Igualmente más fácil
es tipificar el artículo 365 que el 366 o el 362 que el 363, tal como más fácil
es probar los tipos base que los agravados.
Lo que hemos referido podría matizarse, en razón de que aparecieran ele-
mentos de convicción inusuales o poco previsibles. Ello pasó en los casos de
corrupción de funcionarios vinculados a las acciones de Vladimiro Montesi-
nos, puesto que existieron audios y videos de los ilícitos, pero ello no es co-
mún ni siempre aplicable. Por ello, la visión del caso en este aspecto debe ser
estratégica.
(117) Talavera Elguera, Pablo. La prueba, en el nuevo proceso penal, Manual de derecho probatorio
y de la valoración de las pruebas. Academia de la Magistratura, Lima, 2009, p. 45.
124
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
125
Capítulo 8
Elementos
de convicción
Capítulo 8
Elementos de convicción
I. Generalidades
La tendencia en el nuevo modelo es que los casos penales, tomando distin-
tas vías de diálogo y negociación entre las partes –mientras ello sea posible y
deseable– no lleguen hasta el juicio oral; sin embargo, cuando persista la dis-
cordancia, sea esta total o parcial en relación al conflicto penal, y si se confi-
gura el caso y prospera la acusación fiscal, tanto el caso del fiscal como la ver-
sión de la defensa, deberán ser sometidas a una intensa contradicción con el
objeto de determinar la veracidad de las posturas enfrentadas(118).
Para el efecto mencionado, uno de los temas que deberá examinarse de
modo contradictorio es la legitimidad y la capacidad de probanza de cada uno
de los elementos de convicción que brinda cada parte, lo que importará que los
medios de prueba y los elementos de convicción sean examinados en el juicio
oral, en su exactitud, legalidad y credibilidad.
Así, Orlando Arcangel expresa: “La devolución del conflicto a las par-
tes, con adjudicación de posiciones adversas pero igualitarias, en la capaci-
dad de discutir el caso, hace un mayor descubrimiento de hechos e informa-
ción sobre el evento, actuación que nutre y, por tanto, beneficia al decisor del
caso, toda vez que deja a su disposición amplios y discutidos elementos pasa-
dos ante sus sentidos”(119).
La norma peruana ha expresado que los hechos objeto de prueba pueden
ser acreditados por cualquier medio de prueba permitido por la ley, siendo ob-
vio, además, que lo que no está prohibido estará permitido. Y se expresa que:
(118) Herrera Guerrero, Mercedes R. “La justicia penal negociada. Un análisis comparativo entre los
procesos penales español y peruano”. En: Gaceta Penal y Procesal Penal. Nº 19, enero, 2011, p. 250.
(119) Arcangel Coscia, Orlando. Litigación y justicia participativa. Cuadernos de Derecho Penal,
Buenos Aires, pp. 168-169.
129
Pedro Angulo Arana
130
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
1. Acusar
A pesar de la falencia de los elementos de convicción; pero, si tenemos
convicción personal, respecto de la autoría del delito, podríamos arriesgar-
nos a acusar, si aparecieran de nuestro lado, cualquiera de dos posibilidades:
(120) Fernández López, Mercedes. Prueba y presunción de inocencia. Iustel, Madrid, pp. 52-53.
(121) Alarcón Menéndez, Jorge Miguel. La investigación preparatoria en el nuevo sistema procesal
penal. Grijley, Lima, 2010, p. 73.
131
Pedro Angulo Arana
2. Negociar
Por la falencia de elementos, que –sin embargo–, podrían fortalecerse me-
diante un discurso estratégicamente presentado, podrían sustentarse mejores
condiciones presuntas, de modo que se lleve a la defensa a interesarse en ne-
gociar y evitarse el proceso; se debe considerar tanto al defensor como al in-
culpado, para planificar la presentación.
Siempre será posible hacer advertir o enumerar ventajas en solucionar el
conflicto, vía la negociación, antes que exponerse públicamente al juicio oral.
3. No acusar
La idea es ahorrar esfuerzo, tiempo y medios evitando acusar en un pro-
ceso que se puede anticipar razonablemente que se perderá por carecer de ele-
mentos destinados a convertirse en prueba. Para este objeto tiene que haber
un esfuerzo de sinceramiento y objetividad, debiéndose considerar que no es
positivo que se acusen casos y luego se pierdan.
Obvio es que también se debe anticipar a considerar que la valoración
que hará el juez de los elementos de convicción, por mandato explícito del
código, incorporará las reglas de la lógica, los hallazgos aceptados por la
ciencia y el sentido común o las máximas de las experiencia (art. 158, 1).
132
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
(122) Paul Bergamn, hablando en términos estadounidenses de las evidencias, sostiene: “La evidencia
circunstancial demuestra una proposición fáctica por intermedio de una o más inferencias. La evidencia
directa demuestra una proposición fáctica sin necesidad de que haya una inferencia”. Bergman, Paul.
La defensa en juicio, la defensa penal y la oralidad. Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1989, p. 30.
(123) Quiroz Salazar. Ob. cit., pp. 290 a 291.
133
Pedro Angulo Arana
Ahora bien, la norma también expresa que las inferencias que se apliquen,
deberán estar basadas en las reglas de la lógica, la ciencia o la experiencia;
por lo cual se advierte que tampoco se trata de hacer cualquier tipo de desa-
rrollo de ideas.
Además, la norma exige que tratándose de indicios contingentes, los que
se presenten deban ser plurales, concordantes y convergentes y no deben pre-
sentarse en contra de aquellos, contra indicios consistentes.
Lo cierto a este respecto, es que a veces no se presentan algunos indicios;
pero, si otros que son suficientes. En otras palabras, no se requiere que se
presenten en conjunto todos los indicios posibles sino una combinación su-
ficiente de ellos. Por ejemplo, en el caso Miriam Fefer, Trujillo Ospina, en su
condición de sicario tuvo como motivación el dinero, pero en el caso de Joran
van der Sloot, asesino de Stephany Flores, no se conoció la motivación (in-
tensión sexual, apropiación del dinero o furia asesina); pero también era irre-
levante ante la suma de otros indicios (indicio de presencia física, indicio de
oportunidad, indicio de capacidad sicológica), además no hubo contraindicios
relevantes ni otro sospechoso.
Entonces, lo que debemos de calcular y trabajar es presentar un conjunto
de indicios que signifique o represente un peso de probanza integral respecto
el hecho y que no tenga vacíos relevantes.
134
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
V. Prueba preconstituída
En el tiempo, y conforme a los modelos procesales penales italiano y por-
tugués, se ha enfrentado la situación de las actuaciones de investigación irre-
producibles, vía su aceptación como material de convicción, a través de la lec-
tura contradictoria en juicio oral del acta que registra la actuación(127). Ello mis-
mo también fue aceptado en España.
Así es que en nuestro Código también se ha aprobado ello como una de las
poquísimas excepciones a la actuación de la prueba en juicio oral, sosteniéndose
135
Pedro Angulo Arana
136
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
Lo referido tiene que ver con que las actuaciones operativas, podrían de-
rivar fácilmente en una oportunidad preciosa de recoger in situ, elementos de
convicción(130), lo que querría decir que la policía siempre debería estar acon-
dicionada, y eso corresponde que, como política, lo promueva el Ministerio
Público, para un recojo elemental de medios de prueba. Ello supone que po-
sea instrumentos y también capacitación constante.
También se expresa que podría darse una “irreproducibilidad sobrevenida”(131)
e imprevisible(132), lo que se manifiesta de modo difícil de anticipar, puesto que
podría fallecer una persona que tenía que atestiguar o el perito que debería ex-
presar sus conclusiones. En tales casos deberá leerse y someterse a contradic-
ción el acta del testimonio o el informe pericial.
Al respecto, lo fundamental es asegurar la regularidad de la actuación, su
recojo y registro, siempre, para que se consigan elementos de convicción vá-
lidos en su momento. En tal sentido, no debe esperarse apostando todo a la ul-
terior actuación.
(130) Angulo Arana, Pedro. “La prueba preconstituida”. En: Actualidad Jurídica. Tomo 147, Gaceta
Jurídica, febrero 2006, p. 120.
(131) Ibídem, p. 79.
(132) Nakazaki Servigón, César. “La utilización de las declaraciones producidas en el procedimiento
preliminar como prueba en el juicio oral en caso de testimonios contradictorios”. En: La prueba, reforma
del proceso penal y derechos fundamentales. Luis Reyna Alfaro y otros, coordinadores, Jurista Editores,
Lima, 2007, p. 450.
137
Pedro Angulo Arana
138
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
(134) Taruffo, Michele. La prueba de los hechos. Editorial Trotta, Madrid, 2005, p. 333.
(135) Ginzburg, Carlo. El juez y el historiador. Anaya y Mario Muchnik, Madrid, 1993, pp. 22-24.
(136) Taruffo. Ob, cit., p. 342.
(137) Ibídem, p. 345.
139
Capítulo 9
El imputado
Capítulo 9
El imputado
I. Generalidades
El imputado, entre nosotros, tradicionalmente –bajo el Código de Proce-
dimientos Penales–, ha sido la persona contra la cual accionaba el fiscal me-
diante la formalización de la denuncia fiscal, en la cual se le atribuía el deli-
to y se requería al accionar judicial a través de la instrucción penal. Antes de
ello, no se consideraba la existencia de una imputación.
Bajo el nuevo modelo procesal penal –y en aplicación de los tratados inter-
nacionales de derechos humanos, que han generado una prolífica jurispruden-
cia– se ha adelantado la consideración de la imputación y solo se diferencia,
que la acusación se realiza ante el órgano jurisdiccional cuando la persona
–hace tiempo– ya posee la condición de imputada.
En todo caso, algo que sí queda puntualizado es que si no pudiera ser in-
dividualizada e identificada la persona, no podría decirse que se ha configu-
rado el caso penal.
En el título preliminar del código adjetivo, respecto de la persona sujeta a
investigación se le menciona, en principio como procesado (arts. III y VII, 3),
como parte (art. I, 3 y VII, 3) y como imputado, cuando se le atribuye el he-
cho punible y debe ser tratado como inocente (art. II), cuando se indica que el
MP está obligado a indagar los hechos constitutivos de delito y los de descar-
go a su favor (art. IV, 2), cuando se indica que la Ley procesal más favorable
se le aplicará retroactivamente. También se le refiere como reo (art. VII, 4).
143
Pedro Angulo Arana
III. Individualización
El nuevo Código Procesal menciona, como uno de los primeros objeti-
vos a conseguir durante la investigación del delito, la individualización de las
personas involucradas en este (art. 330, 2) como parte y objetivo de las dili-
gencias preliminares. Ello importa que se pueda establecer que una persona
–y no otra– es la autora de un hecho.
Individualizar así recupera su significado natural y consiste en separar a
una de las demás, aunque no se pueda hacer otra cosa, por el momento inci-
piente de las pesquisas o la averiguación. Así es que en una grabación en vi-
deo, cuando se logró grabar a quienes hurtaron, robaron o lesionaron y hasta
mataron, solo tenemos a autores individualizados, por rasgos y demás elemen-
tos que pueden ser descritos, pero no habrá –todavía– nada más.
En el sentido referido, el reconocimiento de las personas es una medida
y medio de prueba inicial destinado simplemente a individualizar a un sos-
pechoso o indiciado (art. 189, 1), siendo por ello que se trata de describirlo
144
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
IV. Identificación
La identificación podría ser una de las últimas acciones previas a estar
en condiciones de dar por armado el caso penal. Así es que si ello es lo úni-
co que resta para tener por dado el caso, el fiscal requiere la intervención po-
licial, que se convierte así en el órgano técnico por excelencia para identificar
a las personas (art. 334, 3).
(139) García Muñoz, Pedro Luis. “La actividad policial con incidencia probatoria”. En: Estudios sobre
Prueba Penal. Volumen I, Actos de investigación y medios de prueba en el proceso penal: competencia,
objeto y límites, La Ley, Madrid, 2010, p. 183.
(140) Picó y Junoy, Joan. “El ‘reconocimiento en rueda’ del acusado”. En: Estudios sobre Prueba Penal.
Volumen II, Actos de investigación y medios de prueba: inspección ocular, declaraciones de inculpados
y testigos, intervenciones corporales y prueba pericial. La Ley, Madrid, 2010, p. 129.
(141) Sendra, Vicente Gimeno. Ob. cit., p. 347.
(142) Lluch, Xavier Abel. “Cuerpo del delito e identificación formal del delincuente. Especial consideración
de la toma de muestras de ADN”. En: Estudios sobre Prueba Penal. Volumen II, Actos de investigación.
Ob. cit., p. 152.
145
Pedro Angulo Arana
(143) Núñez Vásquez, J. Cristóbal. Tratado del proceso penal y del juicio oral. Introducción al estudio
del proceso penal. Tomo I, Editorial Jurídica de Chile, 2003, p. 180.
(144) Lluch. Ob. cit., p. 129.
146
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
En tal sentido, se debe decidir con una proyección a futuro, pues si inicial-
mente la persona no pudo ser identificada y ello será imposible con los datos
que existen, quedaría como posibilidad el rechazo del caso, esto es una deses-
timación, rechazo, ejercicio de la facultad de no perseguir o algo semejante(145).
V. La condición de imputado
El tema del momento a partir del cual la persona debe ser considerada
imputada de delito es un tema interesante, necesario de establecer y de suma
utilidad para defensa.
Respecto a ello, podemos sacar algunas luces del artículo 2 del CPP, pues-
to que allí se indica que: “El Ministerio Público, de oficio o a pedido del impu-
tado y con su consentimiento, podrá abstenerse de ejercitar la acción penal
(...)”, de lo cual podemos concluir que la condición de imputado no requiere
previamente el ejercicio de la acción penal, que ahora vendría a ser la acusa-
ción por parte del fiscal.
Por lo antes expuesto, sí existe una incoherencia cuando (art. 2, 7) se refie-
re que si la acción penal ya hubiera sido promovida, el juez de la investigación
preparatoria podrá dictar auto de sobreseimiento hasta antes de formularse la
acusación; sin embargo, ello no afecta a la condición del imputado, que por el
momento va quedando claro, exhibe la condición de denunciado (art. 2, 1, c)
y también se le denomina agente (art. 2, 1 a y 2, 2). Por ende, no se vincularía
necesariamente la condición de imputado, a que exista solo una investigación
preparatoria, como parecería desprenderse del código (art. 3).
1. Imputado material
Las normas protectoras de derechos humanos refieren derechos de las
personas y obligaciones de las autoridades desde que la persona es material-
mente imputada de un delito. Por ello, al imputado materialmente se le entien-
de “como aquella persona contra la cual se dirige real, efectiva y materialmen-
te la investigación criminal, por la concurrencia de fundados indicios raciona-
les de criminalidad en su contra (...)”(146).
147
Pedro Angulo Arana
(147) Vélez Mariconde. Derecho Procesal Penal. Tomo II, Lerner, Córdova, 1981, p. 335.
(148) Fleming, Abel y López Viñals, Pablo. Garantías del imputado. Rubinzal-Culzoni, Buenos Aires,
208, p. 16.
(149) Horvitz Lennon, María Inés y López Masle, Julián. Derecho Procesal Penal chileno. Principios,
sujetos procesales, Medidas cautelares. Etapa de investigación. Tomo I, Editorial Jurídica de Chile,
Santiago, 2006, p. 223.
(150) Jauchen, Eduardo M. Derechos del imputado. Rubinzal-Culzoni, Buenos Aires, 205, p. 15.
148
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
“La imputación puede ser formulada por el MP, por el ofendido o víctima del
delito y por las personas a quienes la ley, según los casos, otorga legitimación
para deducir la denuncia o querella”(151).
En el sentido anteriormente referido se ha pronunciado el Tribunal Cons-
titucional español, considerando imputado a quien más o menos fundadamen-
te le atribuyen un delito, desde la admisión de la denuncia o desde cualquier
actuación(152).
El imputado, además, conforme al Código, puede asumir la condición
de ausente y también la de contumaz. La condición de ausente será declarada
por el juez previa constatación, cuando se ignore su paradero y no aparezca
de autos, evidencia de que aquel estuviera conociendo la existencia del proce-
so seguido en su contra (art. 79, 2). Esto es relevante, puesto que además que
se ordenará su conducción compulsiva, la investigación podrá continuar y se
le nombrará un defensor de oficio o sus familiares propondrán al que deseen.
El juez declarará contumaz al imputado cuando resulte evidente que a pe-
sar de tener conocimiento de que es requerido, no se presentara voluntariamen-
te a las actuaciones procesales, cuando fugue de donde estaba detenido o pre-
so, cuando desobedeciera las órdenes de detención o prisión y cuando se au-
sentara de su lugar de residencia sin autorización de la autoridad.
2. Imputado formal
La imputación formal ocurrirá bajo el nuevo modelo, cuando el fiscal atri-
buya esa condición mediante la acusación penal o fiscal, presentando los cargos
ante la autoridad jurisdiccional. Así es que en la doctrina se considera impu-
tado formalmente a “(...) la persona a la que se declara y advierte formalmente
de su carácter de imputada y de los derechos que tal condición conlleva”(153).
Así, el MP exterioriza el ejercicio persecutorio penal y el mismo monopo-
lio del ejercicio de la acción penal que nadie puede hacer por él, conforme al
mandato constitucional. En tal momento se ejerce la función requirente, ante
el órgano jurisdiccional y la imputación al acusado(154).
149
Pedro Angulo Arana
150
Capítulo 10
La convicción fiscal
Capítulo 10
La convicción fiscal
I. Generalidades
La convicción del fiscal es un elemento relevante que termina por con-
figurar el caso que presentará el fiscal y tratará de probar, puesto que, como
producto de la coherencia, fortaleza y simplicidad de la reconstrucción lo-
grada, el fiscal lo asume con absoluto convencimiento de que posee la expli-
cación genuina de los hechos acontecidos, tal cual es posible procesalmente
reconstruirlos.
Ocurre, sin embargo, que –desde siempre– se han estudiado, por su interés
definidor de la causa, los convencimientos posibles a los que puede arribar el
juez de la causa, a resultas de las actuaciones probatorias del juicio oral, sea
la insuficiencia probatoria, a pesar de obrar algunos elementos contra el acu-
sado; el estado de duda, en razón de los descargos, y la certeza, cuando el juez
se convence de la responsabilidad penal del acusado y le condena.
En sentido contrario, la convicción del fiscal no ha sido estudiada, a pesar
de que resulta definitoria para la calificación jurídica y la acusación, y también
porque, a pesar de sustentarla en juicio oral, el fiscal en nuestro Código sigue
siendo una autoridad objetiva y que actúa bajo inspiración de la impartición
de justicia, por lo que, en tal comprensión, la ley le faculta a que a resultas de
lo actuado en el juicio oral pueda todavía realizar el retiro de su acusación.
Tal retiro de la acusación, entre nosotros, probablemente por la redacción
del Código de Procedimientos Penales, fue muy poco utilizada, en virtud de
que se exigía taxativamente una nueva prueba, como requisito para hacerla
efectiva, motivando también a que no se considerara la importancia de la va-
riación de la convicción del fiscal.
Ahora, con el nuevo CPP, y en razón de las sentencias del Tribunal Cons-
titucional, se presenta una oportunidad de oro para reflexionar en relación a
la convicción del fiscal y apreciar con detenimiento su importancia para la
153
Pedro Angulo Arana
definición del caso fiscal y, como corolario de esto último, para la acusación
y, en su caso, su retiro.
Conforme a las consideraciones expuestas es que ahora realizamos este
tratamiento, para explicar la importancia de lo que concebimos como convic-
ción del fiscal y las connotaciones que tienen el hecho de que se hayan elimi-
nado las acusaciones formales o por simple imperio de la ley, respecto la com-
prensión de la labor fiscal persecutoria, en relación al caso.
154
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
global y final de lo reunido, que debe ser muy bien pensada, constituyendo un
momento en el que se revela una convicción bastante general. Esta poseerá el
peso de que le está confiada la apertura de la etapa intermedia en que el fiscal
defenderá su convicción y respaldo ante el juez.
Seguidamente, en la etapa intermedia el fiscal enfrentará las objeciones
o francos ataques a su tesis, lo cual se corresponde con el ejercicio de la de-
fensa del imputado, y es un momento que debe haber anticipado en sus líneas
fundamentales, pues se espera que califique la condición de causa probable y,
por tanto, su convicción será amparada por una primera decisión judicial que
aperturará el juicio oral. Esta última expresión de convicción, anterior al juicio
oral, será reforzada en el alegato de inicio, cuando por primera vez expondrá
el caso ante el juez o el colegiado, que se pronunciará por el fondo.
Y, finalmente, luego de la actuación probatoria en el juicio oral, acaece-
rá la oportunidad donde el fiscal deberá reafirmar las previsiones que le lle-
varon a formular su acusación, haciendo los reajustes últimos que permi-
te el Código (art. 387, 4) o podrá también –en sentido contrario y bajo una
nueva convicción que deberá sustentar– realizar el retiro de la acusación
(art. 387, 4). Lo que sucede es que la norma, en el momento final, le solicita al
fiscal su consideración, sobre si habría probado lo señalado por él en su acu-
sación escrita (art. 387, 1).
Así pues, podemos advertir que, al contrario de lo que sucede respecto del
juez –a quien solo se le pide y hasta exige expresar en una sola oportunidad y
después solamente de la actuación probatoria entera la convicción de que en
él se hubiera formado respecto la inocencia o responsabilidad penal del acu-
sado penalmente–, el fiscal es una autoridad que a lo largo de diversas etapas
y situaciones del proceso debe evaluar su propia convicción, la cual se va for-
mando a lo largo de la investigación y a partir de evaluar los elementos de con-
vicción que se van consiguiendo.
Apreciamos entonces que el fiscal, por la índole de su responsabilidad
persecutoria y los fines cautelares que le corresponden, se encuentra obligado
a efectuar varias y permanentes evaluaciones a lo largo del proceso y en ellas
deberá manifestar la convicción que se va formando; siendo lo normal que en
cada momento, de modo natural ha de poseer más elementos de convicción
que deben aparecer progresivamente, lo que se corresponde con el sentido de
la investigación.
El momento más relevante de expresión de sus convicciones es cuando
acusa, pues allí debe, contra lo que hace un juez, que es decidir con toda la
información pasible de reunirse y ya actuada, anticiparse a lo que se actuará
155
Pedro Angulo Arana
156
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
157
Pedro Angulo Arana
158
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
159
Pedro Angulo Arana
(158) Citando a Claus Roxín, La posición jurídica de la fiscalía ayer y hoy. “Pasado, presente y futuro del derecho
procesal penal”. En: Guerrero Peralta, Oscar Julián. Fundamentos teórico constitucionales del
nuevo proceso penal. Ediciones nueva jurídica, Bogotá D.C., 2007, p. 265.
160
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
V. Crisis de la convicción
La convicción del fiscal ingresa a una crisis cuando se desvanece en su for-
taleza y peso, siendo que ello ocurriría como fruto de las confrontaciones del
juicio oral y teniendo como base los elementos de convicción o los conjuntos
de indicios que se hubieran revisado en el contradictorio.
La crisis que indicamos implica una modificación en la seguridad que po-
seía el fiscal respecto a la atribución de los hechos al acusado. No ingresan
dentro de ello lo que podrían ser razones para reajustes, respecto al grado de
responsabilidad o lo que disminuya o agrave las condiciones de punibilidad
del acusado y signifiquen modificaciones pasibles de realizarse (art. 387,2),
sin que el caso resulte afectado.
La crisis de la convicción del fiscal se puede manifestar de cualquiera de
dos modos: primero, como el cambio total o en absoluto, respecto la convic-
ción que antes tuvo, desapareciendo totalmente la visión de la responsabilidad
del acusado, lo que ocurrirá cuando los cargos hubieran sido enervados en el
juicio oral; y segundo, también entendemos que cabría que se presente como
una o varias dudas de fuerte entidad, de tal modo que carezca de seguridad en
las conclusiones que presentó en la acusación.
Esta segunda posibilidad se desprende del principio de objetividad que
obliga a los fiscales a pronunciarse en modo acorde a los hechos y los elemen-
tos de convicción e indicios, entendiéndose que si surgen nuevos elementos
que generan dudas, no podría mantenerse razonable ni responsablemente la
acusación que se sostuviera en endebles razones.
Así es que la falta de convicción determina que también se caiga el caso
penal presentado contra la persona favorecida por el cambio de opinión; y
en tal momento, el Código habilita como posible el retiro de la acusación
(art. 387, 4).
161
Capítulo 11
Las proposiciones
Capítulo 11
Las proposiciones
I. Generalidades
En el juicio oral, el representante del MP requiere probar su caso, lo que
supone que este tendrá la oportunidad de exponer las razones y fundamentos
que posee para atribuir el hecho al acusado mediante la actuación de los me-
dios de prueba que lo sustentan, de modo oral y público, ante el juez que de-
berá resolver la causa, lo que, además, deberá de hacer en presencia del acu-
sado y de su abogado defensor.
Tal forma de actuación procesal que tiene por objeto otorgar a la defen-
sa todas las facilidades para ejercer su ministerio, efectuando sus descargos y
explicaciones durante las actuaciones de prueba, atacando con libertad y ple-
no conocimiento la tesis fiscal, por lo que será falsada con todas las garantías
y mediante las objeciones a las que razonablemente pueda recurrir la defensa,
para demostrar uno a más defectos en el caso fiscal.
Para dicho efecto, tanto como para exponer del mejor modo posible su
caso, ante el juez que decidirá la causa, el fiscal debe hacer un ejercicio de ex-
posición y demostración, de tal modo que el hecho penal, tal como fue pro-
ducido, pueda ser presentado, siendo de algún modo reconstruido en el juicio
oral, como subsumido en el tipo penal correspondiente; esto es, haciendo ver
fácilmente su tipicidad
Ello mismo es útil para salvar un estándar aceptable de demostración de la
responsabilidad penal en el juicio oral, necesario para resguardar el ejercicio
de la defensa de cualquier persona inocente, de modo que el sistema impida
que pueda ser condenada como culpable. La idea, en todo caso, es que el pro-
cedimiento, con las facilidades que ofrezca, pueda ser tan permisible, inclusi-
ve como para que un culpable pase por inocente, pero que con ello se impida
siempre que un inocente pueda ser condenado como culpable.
165
Pedro Angulo Arana
166
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
(159) Bergman, Paul. La defensa en juicio, la defensa penal y la oralidad. Abeledo-Perrot, Buenos Aires,
1989, p. 23.
167
Pedro Angulo Arana
1. Caso Nº 1
“(...) se imputa a la acusada que el dieciséis de mayo del dos mil sie-
te en horas de la mañana, adoptó una actitud matonezca, desafiante,
intimidadora, impidiendo en todo momento la realización de la dili-
gencia de necropsia, luego de que el representante del Ministerio Pú-
blico levantara el cadáver de la persona identificada como Marco Ro-
que Quintana Tapia, en las instalaciones del Centro de Salud de Oyón,
azuzando a sus familiares –sin que tenga relación parental con el oc-
ciso– esgrimiendo insultos, amenazas e improperios contra el perso-
nal fiscal de la Fiscalía mixta de Oyón, así como el personal médico
de la Unidad Médico Legal de Oyón, exacerbándose los ánimos del
grupo de personas que se encontraban en el cementerio ‘Los Ángeles
de Oyón’, lugar donde se iba a practicar la necropsia”.
El artículo 366 del Código Penal, tipifica: “El que emplea intimidación o
violencia contra un funcionario público o contra la persona que le presta asis-
tencia en virtud de un deber legal o ante un requerimiento de aquel, para impe-
dir o trabar la ejecución de un acto propio de legítimo ejercicio de sus funcio-
nes, será reprimido con pena (…)”.
Así es que ofreciendo la información estrictamente necesaria y ordenada
del caso, se pudo indicar lo siguiente:
“Se imputa a doña Agatonita Jurado Huaylas, que el día dieciséis de
mayo del dos mil siete, en horas de la mañana, encontrándose en el
Cementerio ‘Los Ángeles’, en circunstancias que el personal médi-
co de apoyo, e integrantes de la Fiscalía Provincial Mixta de Oyón,
se disponían a realizar la necropsia sobre el cadáver de Marco Ro-
que Quintana Tapia, empezó a azuzar a los familiares del fallecido,
amenazando e intimidando a dicho personal, exacerbando los áni-
mos de los presentes e impidiendo con ello la realización de dicha
diligencia”.
Así es que además podríamos concluir que hay una proposición funda-
mental del caso fiscal: Agatonita Jurado Huaylas, es la autora de la intimida-
ción ejercida contra integrantes de la fiscalía Provincial Mixta de Oyón y su
personal médico de apoyo, a quienes impidió realizar la necropsia al cadáver
de Marco Roque Quintana Tapia, en fecha 16 de mayo de 2007.
Respecto el ilícito, se pueden distinguir dos elementos que determinan el
hecho:
168
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
2. Caso Nº 2
También podría presentarse un caso algo más complejo por surgir de una
denuncia (que tienta a retratarla por hacer un menor esfuerzo o porque no se di-
ferencia lo relevante de lo no relevante), por ejemplo, en los siguientes términos:
“Resulta de actuados, que con fecha 1 de diciembre de 2007, la per-
sona de Analy Cristina Gomero Calderón, denuncia que siendo la
1:15 horas de la madrugada, del día 30 de noviembre de 2007, en
circunstancias que se levanta de su cama, no encuentra a su herma-
na J. R. G. C. de 15 años de edad ni las prendas de vestir de esta últi-
ma, no logrando encontrarla luego de la búsqueda de sus familiares.
169
Pedro Angulo Arana
170
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
3. Caso Nº 3
En el siguiente caso, nos atenemos a lo que fue recogido como expresado
en el alegato fiscal de inicio y en el cual se abundó en información innecesaria.
1. Enunciación de los hechos y circunstancias objeto de la acusación del
Ministerio Público: Que, somete a consideración del Colegiado un de-
lito contra la Salud pública - tráfico ilícito de drogas, en la modalidad de
promoción y favorecimiento al trafico ilícito de drogas, ilícito penal pre-
visto y sancionado, en el tercer párrafo del artículo 296 de código penal,
con el agravante del artículo 297 del mismo código, en contra de Leon-
cio Sánchez Sánchez, Clomidio Calle Córdoba y Edwin Sánchez Ramí-
rez; asimismo por el delito contra la salud pública - tráfico ilícito de dro-
gas en la modalidad de promoción o favorecimiento al tráfico ilícito de
drogas, ilícito penal previsto y sancionado en el primer párrafo del ar-
tículo 296 del Código Penal en contra de Luz Erlith Castillo Córdoba e
Irenio López Huamán. El hecho sucede el 26 de octubre de 2010, a horas
2 de la madrugada aproximadamente, en circunstancias que el personal
171
Pedro Angulo Arana
172
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
173
Pedro Angulo Arana
174
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
175
Pedro Angulo Arana
176
Capítulo 12
Considerando
la presentación
Capítulo 12
Considerando la presentación
I. Generalidades
Debemos recordar, como antes ya hemos mencionado, que –en nuestra
consideración– la elaboración del caso en sí mismo no es un tema de estra-
tegia, sino una responsabilidad que se corresponde con un desempeño se-
rio y ajustado a derecho de los fiscales, que motivará que estos, solo lleven
a un estrado jurisdiccional, los casos en que anticipen objetivamente que lo-
grarán condenas contra las personas que acusen, en tanto expresión de im-
partición de justicia.
Conforme a lo antes referido, podríamos decir también que elaborar el
caso es una necesidad y hacerlo con rigor es lo menos que se puede espe-
rar en un asunto tan espinoso y delicado, y en el cual pueden quedar afec-
tados derechos fundamentales; en todo caso, lo otro que podríamos decir es
que cuanto más riguroso sea el fiscal en el estudio del caso, sus componen-
tes, sus márgenes y elementos de detalle, podrá estar en mejores condicio-
nes de lograr su probanza.
Ello lo podríamos comparar a una compra que se requiere hacer, es una
necesidad hacerla, y en lo que se puede ganar es en comprar el mejor produc-
to y hacerlo al precio más favorable, esto es que nos cueste menos. Obvio que,
para ello, estaremos en mejores condiciones si averiguamos los precios de to-
dos los productos similares que nos interesan y los precios en todas las tien-
das que ofrecen la más larga garantía.
Es verdad que al final, la estrategia para realizar la operación de compra
que más nos beneficie estará influida por la necesidad y la mejor averigua-
ción, pero llegar a consolidar ello, obedecerá a una estrategia que se realiza-
rá al margen de la misma necesidad de comprar y de la información que se ha
llegado a reunir.
179
Pedro Angulo Arana
180
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
181
Pedro Angulo Arana
182
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
183
Pedro Angulo Arana
184
Bibliografía
Bibliografía
Libros
Alarcón Menéndez, Jorge Miguel. La Investigación Prepara-
toria en el nuevo Sistema Procesal Penal, Grijley, Lima, 2010.
Aliaga Lodtmann, Cluber Fernando y otros. La investigación
del delito (Teoría general). La investigación técnica y científica del
delito. Inversiones Gráficas A & M, Lima, 2008.
Angulo Arana, Pedro. Los alegatos en el nuevo juicio oral.
Gaceta Jurídica, Lima, 2010.
Bailey, F. Lee. Cómo se ganan los juicios; el abogado litigante.
Editorial Limusa, México D. F., 1995.
Baytelman A., Andrés y Duce J., Mauricio. Litigación penal; jui-
cio oral y prueba. Fondo de Cultura Económica, México D. F., 2005.
Benavente Chorres, Hesbert. La aplicación de la teoría del
Caso y la Teoría del Delito en el Proceso Penal Acusatorio. Bosch
Editorial, Barcelona, 2011.
Bergman, Paul. La defensa en juicio. La defensa penal y la orali-
dad. Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1989.
Blanco SuÁrez, Rafael. Decap Fernández, Mauricio;
Moreno Holman, Leonardo y Rojas Corral, Hugo. Litiga-
ción estratégica en el nuevo proceso penal. Ediciones Lexis Nexis,
Santiago, 2005.
Cano Jaramillo, Carlos Arturo. Oralidad, debate y argumenta-
ción. Oratoria forense. Bogotá D.C., G.G. Ibañez, 2006.
Carrió, Genaro R. ¿Cómo estudiar y cómo argumentar un caso?
Consejos elementales para abogados jóvenes. Abeledo-Perrot, Bue-
nos Aires, 1989.
187
Pedro Angulo Arana
188
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
Artículos
Bovino, Alberto. “Juicio y verdad en el procedimiento penal”. En:
Estudios sobre Justicia penal. Libro homenaje al profesor Julio B. J.
Maier; Editores del Puerto, Buenos Aires, 2005.
189
Pedro Angulo Arana
190
Índice general
índice general
Introducción............................................................................................. 5
Capítulo 1
Acerca del caso
I. Generalidades................................................................................. 11
II. Un nuevo modelo procesal ............................................................ 13
III. Desarrollo y subdesarrollo de la litigación oral............................. 15
IV. Asunto del órgano acusador........................................................... 17
V. Presunción de inocencia y persecución.......................................... 20
VI. Importancia para la defensa........................................................... 21
Capítulo 2
El caso fiscal
I. Generalidades................................................................................. 25
II. Confusiones alrededor del caso...................................................... 26
III. Los orígenes de la confusión.......................................................... 28
IV. Teoría del caso o teoría de la defensa............................................. 30
V. El caso fiscal................................................................................... 35
VI. Evitar las mezclas........................................................................... 37
VII. Estrategias de la defensa................................................................ 39
VIII. El caso como expresión de verdad ................................................ 40
193
Pedro Angulo Arana
Capítulo 3
Elaboración del caso fiscal
I. Generalidades................................................................................. 47
II. La probanza de una conducta......................................................... 48
III. Las hipótesis iniciales.................................................................... 48
1. Fase inicial............................................................................... 50
1.1. Subfase de verificación o descarte................................... 50
1.2. Subfase de observación y reconstrucción......................... 53
1.3. Subfase de recojo de elementos....................................... 54
1.4. Subfase constructivo-depurativa...................................... 57
2. Fase final.................................................................................. 57
2.1. Subfase consolidativa....................................................... 57
2.2. Subfase de acusación........................................................ 57
IV. Estándar policial y estándar fiscal.................................................. 58
V. Apropiarse del caso........................................................................ 59
VI. Trato al imputado........................................................................... 61
Capítulo 4
Características del caso
I. Generalidades ................................................................................ 65
II. Sencillez......................................................................................... 66
III. Lógica............................................................................................. 67
IV. Verosimilitud.................................................................................. 69
V. Suficiencia...................................................................................... 71
VI. Flexibilidad.................................................................................... 72
VII. Único.............................................................................................. 73
194
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
VIII. Brevedad........................................................................................ 75
IX. Coherencia ..................................................................................... 76
X. Objetividad..................................................................................... 77
XI. Revestirse de verdad...................................................................... 78
XII. Bien jurídico tutelado..................................................................... 79
Capítulo 5
Las partes componentes
I. Generalidades................................................................................. 83
II. El caso y la acusación fiscal........................................................... 85
III. El caso penal y el hecho................................................................. 86
IV. El caso fiscal y la norma aplicable................................................. 88
V. El caso fiscal y los elementos de convicción ................................ 91
VI. El caso fiscal y el imputado ........................................................... 93
Capítulo 6
El hecho
I. Generalidades................................................................................. 97
II. El hecho delictuoso........................................................................ 99
1. El hecho externo...................................................................... 100
2. El hecho interno....................................................................... 101
III. El tema de la verdad....................................................................... 101
IV. Los hechos dejan huellas ............................................................... 104
V. Relación clara y precisa................................................................. 104
vi. La participación específica............................................................. 106
VII. Hechos y formalización.................................................................. 108
VIII. Los hechos y sus circunstancias..................................................... 110
IX. Modificaciones............................................................................... 112
195
Pedro Angulo Arana
Capítulo 7
La calificación penal
I. Generalidades................................................................................. 117
II. Calificación jurídica fiscal.............................................................. 118
III. La calificación como acto objetivo................................................ 120
IV. Calificación como acto progresivo................................................. 121
1. Calificación nítida.................................................................... 122
2. Calificación progresiva............................................................ 122
V. La calificación como producto de la información.......................... 123
VI. La calificación y el estándar de probanza...................................... 123
VII. La calificación alternativa.............................................................. 124
Capítulo 8
Elementos de convicción
I. Generalidades................................................................................. 129
II. Los elementos de convicción y el caso.......................................... 130
1. Acusar ..................................................................................... 131
2. Negociar................................................................................... 132
3. No acusar................................................................................. 132
III. Prueba por indicios y el caso ......................................................... 133
IV. El recojo de los elementos.............................................................. 134
V. Prueba preconstituída..................................................................... 135
VI. Prueba anticipada........................................................................... 137
VII. La prueba jurídica.......................................................................... 138
196
El caso penal. Base de la litigación en el juicio oral
Capítulo 9
El imputado
I. Generalidades................................................................................. 143
II. Obra de ser humano....................................................................... 143
III. Individualización............................................................................ 144
IV. Identificación.................................................................................. 145
V. La condición de imputado ............................................................. 147
1. Imputado material.................................................................... 147
2. Imputado formal....................................................................... 149
VI. Vinculación de autoría.................................................................... 150
Capítulo10
La convicción fiscal
I. Generalidades................................................................................. 153
II. La convicción como progresión..................................................... 154
III. La convicción como expresión de verdad ..................................... 156
IV. Desplazamiento de la duda ............................................................ 157
V. La convicción como certeza........................................................... 159
V. Crisis de la convicción................................................................... 161
Capítulo 11
Las proposiciones
I. Generalidades................................................................................. 165
II. Lo que son las proposiciones......................................................... 166
III. Reformulando los elementos del ilícito.......................................... 167
1. Caso Nº 1................................................................................. 168
2. Caso Nº 2................................................................................. 169
3. Caso Nº 3................................................................................. 171
IV. Un caso por indicios....................................................................... 175
197
Pedro Angulo Arana
Capítulo 12
Considerando la presentación
I. Generalidades................................................................................. 179
II. El caso y sus vicisitudes................................................................. 180
III. La batalla no peleada...................................................................... 182
IV. El caso de evidencia fuerte............................................................. 182
V. El caso por indicios ....................................................................... 183
Bibliografía.............................................................................................. 187
Índice general........................................................................................... 193
198