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Estos respondieron con mayor seguridad y sociabilidad a otras situaciones extrañas. 11 apego
seguro con la madre, 10 apego seguro con el padre y 11 mostraron apego inseguro con ambos.
Situación actual: cada vez más implicados a lo largo del primer año. Aunque hay diferencias
culturales.
-Interactúa casi una hora al día como promedio cuando el bebé tiene 9 meses.
-Toma actitudes más favorables con el bebé cuando la relación de pareja es feliz y su mujer le
anima a ser parte importante de la vida del bebé.
Con el padre hay más estimulación física con los juegos e inicio de juegos diferentes.
Contribuye al desarrollo intelectual, moral y social. Los padres cuyos padres estaban más
involucrados puntuaban más alto en las pruebas de inteligencia para bebés (1980).
Adopciones a los 6 meses son más exitosas, porque se está desarrollando la relación de apego
en ese momento.
Existe relación entre apego seguro y el funcionamiento del bebé en otros aspectos (medido a
los 12 meses).
En competencia cognitiva: Mayor capacidad para solucionar problemas. Porque son más
seguros de sí mismo y tienen más seguridad en su base de apego, son más curiosos y dedican
más tiempo a explorar su entorno. Y la exploración a estas edades es la herramienta básica.
A los 2-3 años se muestran más cooperadores y obedientes. Más curiosos e interesados en
aprender. Más sociables y empáticos con otros niños a la vez que son más buscados como
compañeros de juego. Se sienten más cómodos cuando tienen que jugar con otras personas
(adultos extraños).
A los 4-5 años estas tendencias se mantienen y se observa que los niños que establecieron un
apego seguro en la primera infancia son además menos dependientes de los adultos.
Los niños con apego inseguro puedan compensar sus carencias desarrollando en el futuro
relaciones emocionales positivas con otras personas (abuelos, amigos, etc).
Los primeros 3 años de vida constituyen un período crítico asado el cual, si no ha habido
oportunidad de establecer un vínculo con alguien, los efectos serán irreversibles. No estamos
de acuerdo con esta concepción tan extrema. Está claro que afecta en el desarrollo emocional
del niño no haber tenido figura de apego en los primeros años de vida, pero no es irreversible.
Hay investigaciones menos pesistas que se basan en los resultados obtenidos con monos
aislados y luego tratados.
Con niños adoptados o socialmente difíciles a los que también se trató psicológicamente
muestran que ese periodo crítico no es tan radical.
Dicen los etólogos que al separarlos de sus familias, los monos y los humanos se vuelven
malhumorados, introvertidos e, incluso, desesperados.
Situados en un medio más positivo y estable la mayoría de los niños se recuperan del
sufrimiento que provoca la separación.
La mayoría de los niños de un año de edad desarrollan nuevos apegos sin sufrir daños
emocionales permanentes.