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CARRERA A DISTANCIA DE

PERIODISMO PARA EL DESARROLLO

Historia, desarrollo y
prospectiva del medio
radiofónico
GRUPO DE TRABAJO

Director General: Estheiman Amaya Solano


Director Ejecutivo: Haroldo Shetemul
Autores: José Elías Tárano y
Luis David Grajeda
Ilustraciones: José Elías Tárano
Producción: Fundación de Periodismo para el Desarrollo
(FUPEDES)

Derechos reservados a favor de Editorial Nuestra América, S.A.


Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización expresa.
INDICE

INTRODUCCION

OBJETIVOS

Capítulo I
Orígenes de la radio en el mundo
Autocontrol No. 1

Capítulo II
Orígenes de la radio en Guatemala
Autocontrol No. 2

Capítulo III
Las primeras emisoras privadas
Autocontrol No. 3

Capítulo IV
La radio como medio de difusión
Autocontrol No. 4

Capítulo V
Contenidos Programáticos
Autocontrol No. 5

Capítulo VI
Producción y Equipos
Autocontrol No. 6

Capítulo VII
El periodismo radiofónico
Autocontrol No. 7

Capítulo VIII
Cómo obtener una frecuencia
para operar una emisora de radio
Autocontrol No. 8

Capítulo IX
Radios Comunitarias
Autocontrol No. 9

EVALUACION FINAL

BIBLIOGRAFIA
INTRODUCCION
Usted está a punto de entrar en el fabuloso mundo de la radiodifusión, uno de los
inventos que catapultó al hombre y le ayudó a solucionar sus necesidades de
comunicación.

La radio es un logro que se conoció a principios del Siglo XX, aunque sus raíces
se hunden en la centuria anterior, pero que será en este nuevo milenio que
hemos comenzado cuando realmente conoceremos sus infinitas posibilidades.

Desde las primitivas formas de comunicación con el sonar de los tambores, hasta
las señales de humo y otras formas arcaicas, la radio se ha llegado a convertir en
el medio más popular y más barato para estar en contacto con otros seres
humanos. La radio salta barreras: se le puede escuchar en el desierto, en las
altas montañas o en medio de mar. Para ello, basta que tenga a mano un
pequeño radiorreceptor de pilas y nada más.

Durante el pasado conflicto armado, las llamadas Comunidades de Población en


Resistencia (CPR), ubicadas en las profundidad de las montañas de Quiché, se
mantenían cada día al tanto de lo que ocurría en todo el país y el mundo, igual
como si hubieran escuchado la radio en un hotel de cinco estrellas, de la ciudad
de Guatemala. Al medio día, un altoparlante reproducía uno de los
radioperiódicos más importantes del país y la comunidad en pleno se paralizaba
como por acto de magia. Era su contacto con el mundo.

Pero la radio también juega un importante papel para el entretenimiento y la


educación. Es más, tiene la capacidad de mezclar esos dos elementos y
proporcionar una transmisión en la cual el radioescucha puede aprender jugando
o tarareando una canción. Y en la actualidad, se han roto los esquemas en
cuanto a las múltiples posibilidades que representa la radio para el desarrollo del
hombre y de su comunidad.

Debido a su trascendencia, en este folleto el alumno encontrará en un plano


introductorio, la perspectiva histórica de la radio, cómo surgió y cuáles eran sus
objetivos. También conocerá la historia, el desarrollo y la prospectiva del
periodismo radiofónico en Guatemala.

Para la elaboración de este material didáctico fue de suma importancia el estudio


La radio en Guatemala, que fuera auspiciado por el Fondo de las Naciones
Unidas para la Infancia (UNICEF), el Instituto Costarricense de Enseñanza
Radiofónica (ICER) y Radio Nederland Training Centre (RNTC). Tanto su autor,
el periodista Luis David Grajeda, como UNICEF, nos autorizaron reproducir los
datos obtenidos de la investigación de campo que efectuaron.

De igual manera, agradecemos las facilidades que nos proporcionó el periodista


Ramiro MacDonald para tener acceso a la serie de documentos que presentó en
su Info-Flash, el cual fue editado en ocasión de celebrarse el Aniversario de Oro
(50 años) de la fundación del radiodiario Guatemala Flash, en 1996. Varias de las
ilustraciones que se presentan en este material de estudio provienen,
precisamente, de dicha recopilación.

A todos ellos, así como a nuestros demás colaboradores y amigos, les


agradecemos su desinteresado apoyo para la elaboración de este folleto.

Ponemos en sus manos, estimado alumno, este material didáctico que busca
ante todo que usted se transporte al fabuloso mundo de la radio y que viva la
experiencia radiofónica.
OBJETIVOS:

a) Que el alumno se introduzca en la historia de la radio a nivel mundial,


desde los experimentos previos hasta la sofisticación actual, además de
conocer el desenvolvimiento de ese medio en Guatemala.

b) Describir la forma en que se ha desarrollado la radiodifusión en


Guatemala, a partir de estudios de campo que le permitan al educando
tener una aproximación lo más objetiva a la realidad de este medio.

c) Que el estudiante tenga una visión crítica de la radio como medio


informativo, educativo, cultural y de entretenimiento. Que conozca sus
múltiples facetas positivas, pero a la vez conozca sus limitaciones.

d) Conocer la historia del radioperiodismo guatemalteco, partiendo del Diario


del Aire, creado y dirigido por Miguel Angel Asturias, nuestro Premio Nobel
de Literatura, hasta la actualidad.
Capítulo I
Orígenes de la radio en el mundo
La necesidad de enviar mensajes a personas que viven en comunidades
alejadas, hace que la comunicación a distancia sea una inquietud casi tan vieja
como la humanidad.

En los primeros tiempos, las comunidades primitivas idearon fórmulas para


comunicarse entre sí, como el tam-tam, que consistía en hacer sonar tambores
colocados a distancias estratégicas, los cuales repetían sonidos conforme a un
código previamente establecido. Este método lograba el objetivo de llevar un
mensaje a puntos retirados a decenas o centenares de kilómetros.

De acuerdo con una síntesis histórica del radiodiario Guatemala Flash,


conforme el hombre fue evolucionando y, con él, la técnica, el primitivo tam-tam
fue sustituido por sistemas más adecuados y fieles, como el telégrafo, inventado
por el estadounidense Samuel Morse, en 1837.

En 1873, el físico inglés James Clerk Maxwell enunció el primer fundamento


científico de la radio, al publicar su obra Electricidad y magnetismo. Transmitir la
voz humana fue el paso siguiente. En 1875, Alejandro Graham Bell inventó el
teléfono.

Empero, fue el alemán Enrique Hertz quien descubrió las ondas


electromagnéticas, a las que definió como “fuerzas que se esparcían en el aire”.
Ocurrió en 1868 y fueron formalmente patentadas en Inglaterra. Hertz provocó
una chispa eléctrica entre dos electrodos de forma esférica y observó que, al
mismo tiempo, aparecían chispas entre otros dos electrodos que estaban algo
alejados del emisor. Entonces consideró que la energía se había transmitido a
través del aire. Posteriormente, el físico y químico francés Eduardo Branly
descubrió el cohesor (primitivo detector), gracias al cual pudo pasar a la práctica
la utilización de las ondas hertzianas en la telegrafía sin hilos.

Guillermo Marconi comenzó en 1890 a construir aparatos para comunicarse por


medio de las ondas hertzianas, bautizadas así en homenaje a Hertz. Su primer
éxito lo constituyó la posibilidad de enviar impulsos eléctricos a unos 60 metros
de distancia. Ocho años después logró hacer que su transmisión llegara a los dos
kilómetros de distancia.

En 1901 Marconi obtuvo su mayor triunfo al lograr la recepción de la letra “S”,


captada a través del Océano Atlántico. Esta transmisión se hizo desde Gales, en
las Islas Británicas, hasta Saint John’s New Founland, en Canadá.
En 1906, el estadounidense Lee de Forest, aprovechando las ideas de Edison
con la lámpara incandescente, fabricó el primer “tubo al vacío”, o “válvulas
amplificadoras”, que denominó Audión.

Los aportes de Morse, Hertz, Marconi y el estadounidense Lee de Forest


sirvieron para sentar las bases de la radio y descubrir las válvulas de electrodos:
el diodo y el triodo.

En 1907, De Forest instaló en Nueva York el primer transmisor capaz de


difundir la voz humana a una distancia de 40 kilómetros. En 1908, montó en
París, en la Torre Eiffel, un transmisor de telefonía con un alcance de 800
kilómetros. Quienes querían escuchar esos mensajes debían construir sus
propios aparatos, pues éstos no se fabricaban comercialmente.

Desde esta última fecha hasta el final de la Primera Guerra Mundial (1914-
1917), hubo un lógico paréntesis en la historia de la radio.

Sin embargo se sabe que por aquellos años el doctor David Sarnoff empezó a
idear la fabricación en serie de los radiorreceptores, aunque no lo logró de
manera significativa.

Fue la casa Westinghouse, en Estados Unidos, la que instaló la primera


radioemisora comercial, con las siglas KDKA, construida por el ingeniero Franck
Conrad. Esta emisora aún existe.

En 1922 la radio cobra auge. Empieza a ser el “mueble de lujo” en los hogares
acomodados. Para esa fecha, la compañía RCA había vendido ya 150 mil
aparatos receptores. Estos le dieron la vuelta al mundo. Los primeros
radiorreceptores de tubos llegaron a Guatemala en 1928.

Doce años después, en 1940, la Secretaría de Fomento divulgó que en


Guatemala habían inscritos, al 31 de enero de ese año, un total de 15,566
radiorreceptores, de ellos, 9,611 estaban en la capital y 5,955 en el área rural.
Autocontrol No. 1
A continuación encontrará una serie de preguntas que usted, estimado alumno,
deberá responder si consultar el presente texto. La idea es que usted evalúe su
propio aprendizaje y fijación de conocimientos. Si en dado caso no acertó en
alguna de las interrogantes, puede volver a leer el anterior apartado para corregir
la respuesta.

1. ¿Cuál es el antecedente primitivo de la comunicación a


distancia?

2. ¿Quién inventó el telégrafo?

3. ¿Quién fue el inventor del teléfono?

4. ¿Quién inventó la telefonía sin hilos?

5. ¿Quién descubrió las ondas electromagnéticas?

6. ¿Quién es el inventor del tubo al vacío?

7. ¿Quién fue la persona que instaló el primer transmisor


de la voz humana?
Capítulo II
Orígenes de la radio en Guatemala
El nacimiento de la radio en Guatemala se remonta a los primeros años de la
década de los treinta, cuando surge formalmente la primera emisora en el país.

Fue precisamente el 16 de septiembre de 1930 cuando se inauguró la radio


oficial del Estado, con el nombre de TGW, la voz de Guatemala, que todavía
identifica a la emisora oficial.

El creador de la original TGW fue un radiotelegrafista, don Julio Caballeros Paz,


considerado como el “padre de la radiodifusión guatemalteca”.

Las circunstancias que precedieron a la instalación de esta emisora guardan


mucha similitud con las experiencias técnicas que culminaron con el
perfeccionamiento de la radio como medio de difusión masiva, en el segundo
decenio del presente siglo.

El antecedente inmediato, entonces, de la radiodifusión nacional, se encuentra


en las transmisiones telegráficas introducidas al país por el gobierno del general
Justo Rufino Barrios, a finales del siglo XIX. Este servicio, hasta entonces todavía
alámbrico, empezó a ser sustituido con la puesta en funcionamiento de la primera
estación radiográfica (la célebre telefonía sin hilos) poco antes de los terremotos
en 1917 y 1918, que destruyeron parcialmente la capital guatemalteca.

En esta estación, ubicada en lo que entonces eran las afueras de la ciudad de


Guatemala (en las inmediaciones del actual Teatro Nacional Miguel Angel
Asturias) operaba la estación radiotelegráfica a cargo de don Julio Caballeros
Paz, quien después de haber obtenido la aprobación del presidente, general
Lázaro Chacón, empezó a experimentar con la posibilidad de diseñar un
transmisor de radiodifusión, a partir de ese equipo radiotelegráfico.

Luego de transcurrido un tiempo, don Julio Caballeros logró concluir con éxito
su trabajo, al instalar la emisora que llegó a ser la pionera de las transmisiones
en el país.

En 1996, con ocasión de cumplir sus 50 años, el radiodiario Guatemala Flash,


en ese entonces dirigido por Ramiro MacDonald, realizó una investigación sobre
la historia de la radio en Guatemala. El estudio incluyó una entrevista con el
abogado Julio Caballeros Galindo, hijo de Caballeros Paz, quien narra cómo
nació la primera emisora del país, declaraciones que reproducimos parcialmente,
con la debida autorización.

—Su padre era una persona muy inquieta. ¿Cómo cree usted que concibió la
idea de crear la primera estación radiofónica de Centroamérica?
— Me parece que su contacto con las comunicaciones telegráficas (el señor
Caballeros Paz era telegrafista) lo motivaron e incentivaron a aprender lo
novedoso de la época, que era la radiodifusión, medio por el cual se podría
escuchar, por primera vez, la voz humana hablando y cantando a distancia.
Hasta entonces, lo único conocido eran los fonógrafos, las vitrolas y las radiolas,
que ya existían desde 1904.

— Según algunos investigadores, su padre transformó una vieja estación de


radiotelegrafía en la primera estación de radio en Centroamérica. ¿Es eso
cierto?

— A la época a la que se refiere su pregunta, mi padre era ya radiotelegrafista, lo


que marca una distancia enorme con la telegrafía primaria, que transmitía sus
mensajes por medio de hilos, es decir, alambres, sistema del que todavía quedan
algunos vestigios. Esos hilos generalmente iban paralelos a la vía del ferrocarril y
transmitían mensajes por el sistema Morse, al principio, y por el sistema
internacional de telegrafía, años después. Con respecto a su pregunta, en esa
época había ya en Guatemala varios transmisores de radiotelégrafos, los que
transmitían en ondas ultracortas. Por eso me cuesta creer que mi padre haya
transformado una vieja estación radiográfica en un emisor de radio. Yo tengo
documentos que indican que mi padre construyó, con sus manos,
condensadores, resistencias, transformadores, micrófonos y antenas, aunque,
eso sí, usó las torres del inalámbrico, que sí eran para radiotelegrafía.
Necesariamente tuvo que adecuarlas para las nuevas frecuencias. Hubo de llevar
la modulación, hoy conocida como ‘audio’, y para ello debió construir un
amplificador. También construyó lo que hoy conocemos como consola o mesa de
controles. Me gustaría recordarle que estamos hablando de 1927 o 1928. En ese
entonces la situación del mundo era precaria y la recesión dominaba la
economía. Por ello no había muchos proveedores de elementos para construir
radiotransmisores y tampoco había compradores por estas latitudes.

—¿Cómo y cuándo se realizaron las primeras transmisiones en Guatemala?

—La información más confiable con la que cuento está en una publicación del
diario El Tiempo, con fecha 18 de diciembre de 1929. Allí se dice que el jefe de la
sección de radio de la empresa de telégrafos, Julio Caballeros, realizó exitosos
ensayos de transmisión por medio del aparato radiodifusor que ha instalado en la
radio a su cargo. Luego, confrontando con otra fecha, donde mi padre dice que
se llevó tres meses en fabricar este aparato radiodifusor, resulta que eso debió
haber ocurrido hacia septiembre u octubre de 1929.

—¿Cuál fue el primer nombre de la emisora nacional, TGA o TGW?

—Su primer nombre fue TGA y estaba instalada en el predio de las torres de
radiotelegrafía inalámbricas de la calle Marconi. Las investigaciones que he
realizado me indican que esa dirección corresponde a la 24 calle de la zona 4,
atrás del Teatro Nacional, pasada la línea del ferrocarril. Siempre he pensado
que el nombre de Marconi fue puesto a la calle a propósito de la existencia de las
torres y en honor a Guillermo Marconi, pionero mundial de la radiotelegrafía. Esta
radiodifusora se llamó TGA porque así se llamaba la estación de radiotelegrafía.
En 1930 mi padre, Julio Caballeros, decide darle un cambio y denominarle TGW,
con el propósito de diferenciar la estación que transmitía mensajes telegráficos
de la que ponía en el aire música, artistas y cultura. Este dato aparece publicado
en el diario El Tiempo, en 1930.

— ¿Por qué se le puso el nombre de TGW?

— He llegado a la conclusión de que fue por costumbre. En México, la emisora


se llamaba ‘Equis-E-dobleú’ (XEW). Además tengo un álbum de recortes,
elaborado por mi padre, que contiene varios reportes de algunas radiodifusoras
estadounidenses. Las más importantes de ellas, todas terminaban en W.

— Cuando la TGA cambió a TGW, ¿se le conocía ya como la Voz de


Guatemala?

— Sí. Tengo un recorte de esa época, procedente de Chicago, Illinois. En éste,


una persona indica que oyó una radio y pudo identificarla hasta que escuchó una
voz que decía: “TGW, la Voz de Guatemala”. Quisiera señalar que mi padre
también le agregó: “transmitiendo desde Guatemala, país de la eterna primavera
y productor del mejor café del mundo”. Durante el tiempo que mi padre estuvo al
frente de la radio, siempre se identificó así.

—¿Cuáles fueron las principales características de los inicios de la radio en


Guatemala?

—Desde su inicio, la radio tuvo la característica de que se dedicaba a difundir el


arte nacional y los programas eran en vivo. En varias ocasiones, los artistas más
connotados de la época eran convocados para relizar sus especialidades frente
al micrófono. Entre ellos quiero recordar al maestro Augusto Cuéllar, gran
pianista y en una época director de TGW, quien en 1980 aún tocaba en esta
emisora, donde trabajó desde 1929.

Pero el testimonio más apasionante de cómo nació la radio en Guatemala


corresponde al propio Julio Caballeros Paz, quien el 9 de diciembre de 1953
publicó, en el desaparecido diario El Imparcial, un artículo en el que narra cómo
fue creada la primera emisora de Guatemala. El siguiente es el artículo del señor
Caballeros:

“En 1930, siendo el que escribe Director de Radio y jefe de la estación


radiotelegráfica que efectuaba el servicio mundial de radiogramas, concebí la
idea de construir una radiodifusora. Comuniqué mis propósitos al director general
de telégrafos, don Ladislado Guerra, quien los acogió con todo entusiasmo y
benevolencia, prometiéndome su apoyo y al mismo tiempo obtuvo la autorización
del Presidente de la República, general Lázaro Chacón, quien demostró gran
entusiasmo y ofreció que me enviaría al exterior a perfeccionarme en esta
fascinante materia.
“Con todo entusiasmo y optimismo me puse a trabajar, elaborando los planos
de la futura emisora. Pero en nuestro incipiente mercado de radio había muy
pocos elementos, por lo que hubo necesidad de fabricarlos en casa. Fue así
como mi mecánico maquinista, Ismael Contreras, y el que escribe procedimos a
la confección de condensadores variables, empleando sartenes y bandejas de
aluminio. Las bobinas las construimos con tubo y cintas de cobre, mientras
transformadores quemados de la Empresa Eléctrica fueron rehechos a base de
enrollar con miles de vueltas de alambre de fino calibre.

“Para construir las fuentes rectificadores o tubos de mercurio que se usan


actualmente, construí dos dínamos generadores de corriente directa, también
enrollados a mano, tarea que requirió de varios días, empleándose en la misma
muchos carretes de alambre forrado de algodón. Dichos generadores fueron
acoplados a motores eléctricos por medio de fajas y poleas.

“Todas las bobinas de reactancia fueron construidas con botellas, a falta de


cerámicas. Después de trabajar laboriosamente durante tres meses, dimos los
toques finales a las futuras emisoras de ondas larga y corta, las cuales estaban
destinadas a difundir, por primera vez en Guatemala, la música, el canto y la
palabra de nuestros artistas nacionales, pero nos esperaba el momento más
emocionante: comprobar el funcionamiento. Así fue como una noche, a horas
avanzadas, hice funcionar los motores y, tomando toda clase de precauciones y
parado sobre un tablero de madera, apliqué la alta tensión. Instantáneamente
brotaron chispas de bobinas y condensadores, formándose tres arcos que
iluminaban intensamente el improvisado laboratorio.

“desconectado el ‘switch’ de emergencia, procedí a corregir las fallas y, por


segunda vez, pero con algo de temor, apliqué la alta tensión y, esta vez, los
aparatos funcionaron correctamente, iluminando la bombilla de 150 vatios, la cual
aumentaba la brillantez a medida que asignaba los ajustes. Acto continuo,
conecté los aparatos a sus respectivas antenas, comprobando, por medio de
amperímetros térmicos, que en esos momentos se estaban radiando 100 vatios
de potencia efectiva por cada transmisor. Esa misma noche efectué la primera
prueba a distancia y colocando sobre el emisor de onda corta en la banda de
aficionados, obtuve comunicación telegráfica con aficionados de Estados Unidos.

“Hasta última hora me dí cuenta de que teníamos emisores, pero no así


micrófono. En Guatemala no se conocían esos artefactos, y dándole vueltas a la
imaginación para solucionar el problema, decidí fabricar uno en casa, para lo cual
adquirí de la central de teléfonos automáticos, seis cápsulas telefónicas y las
acoplé en paralelo sobre una tabla cuadrilátera de tres capas. Monté el original
del micrófono sobre un pedestal compuesto de una varilla de latón brillante y una
base de madera torneada.

“Habiendo comprobado el correcto funcionamiento del flamante micrófono,


dispuse efectuar una prueba para lo cual improvisamos un corto programa que
corrió a cargo de mis radioperadores, poeta Francisco Bonilla Ruano, recitando
poemas acompañándose de una guitarra. También interpretó algunas canciones
folklóricas. Quien esto escribe actuó como locutor. Por la vía telegráfica
reportaron esta prueba don Alfredo Gemmel, de Amatitlán, y don Mario Penedo
Clavel indicando ambos haber escuchado con suficiente claridad y volumen”.

En la historia de la radiodifusión en Guatemala, existe una anécdota digna de


destacarse. Corresponde a la época del general Jorge ubico, quien tenía una
gran afición por la radio.

Ubico, como todo dictador, era omnipresente y gustaba que toda su actividad
se difundiera ampliamente. Para ello, montó una unidad móvil de radio, que le
precedía en todos sus desplazamientos al interior del país.

Según la entrevista realizada por Guatemala Flash a Julio Caballeros Galindo,


la radio se llamaba TG-25, y tenía 300 wats de salida. Como ya se ha indicado,
su principal función era transmitir “las giras de Ubico”, como se conocían en la
época las visitas del dictador a las poblaciones del país, con el objetivo de pedir
cuentas a los gobernadores e intendentes (alcaldes) acerca de la gestión pública.

“Esta radio —nos cuenta don Julio Galindo— iba de avanzada. Se instalaba en
la plaza principal de cada población y, en la noche previa a la llegada
presidencial, se proyectaban películas para llamar la atención del público. Los
gobernadores y los intendentes preparaban los programas de la noche cultural
con los mejores artistas de la localidad. Todo, con la intención de agasajar al
gobernante. Esos programas se transmitían por radio a toda Guatemala.

“El transmisor viajaba en un camión gigantesco para la época. Tenía una


antena de aproximadamente 30 metros de largo. Además del transmisor, en el
camión viajaba una planta eléctrica enorme, la que se colocaba a unos 30 metros
del camión para que su ruido no interfiriera las transmisiones. Otra de las
características de esta emisora móvil era que todos los años, el 15 de enero,
transmitía en directo la misa solemne que se celebraba en el templo de
Esquipulas”.

Otra anécdota que vale la pena mencionar es que Ubico era un amante de la
radio. Tan era así que llegó a contar con una radio de aficionados que, en ese
tiempo, era la más potente pues tenía 100 watts en tanto que las otras emisoras
no pasaban de tener entre 200 y 300 watts de potencia. La radio se identificaba
como TG5-JG y funcionó entre 1934-44. Debido a que Ubico no podía decir
públicamente, a nivel mundial, que era el presidente de Guatemala, utilizó las
siglas JG con lo que entre los radioaficionados se le conoció como Juan Guillén.

Volviendo al hilo de la historia de la radio en Guatemala hay que señalar que la


primera emisora comenzó a emitir en un momento en que la radio era
desconocida en Guatemala y más de uno la veía con reservas, como si se tratara
de un invento diabólico.
El acceso de la radio estaba restringido a unas pocas familias, aquellas que
contaban con los suficientes recursos económicos para adquirir un aparato
receptor, con el cual sintonizaban las transmisiones extranjeras emitidas en onda
corta.

La novedad de contar con una emisora propia, en la provinciana capital de


Guatemala de principios de siglo, “despertó un indescriptible entusiasmo por toda
la ciudad y en algunos pueblos del país en el que tuvieron la suerte de
escucharla y que la reportaron con efusivos mensajes telegráficos”, según narra
Federico Torres Campo, uno de los periodistas de la época.

El mismo comunicador, en su obra Fiesta de Remembranza, revela que la


primera emisora guatemalteca emitía, en sus principios, únicamente música. Se
trataba generalmente de conciertos en vivo, producidos por artistas nacionales.
Posteriormente se incorporó la voz humana, con presentadores (al estilo de los
maestros de ceremonias), cantantes y declamadores.

Las primeras personas que colaboraron como locutores fueron el propio


González Campo, Miguel Angel Mejicano Novales y Jorge Toriello Garrido.

Cuando se hizo técnicamente posible la reproducción de la expresión verbal,


con los presentadores, la radio difundió además de música y poesía, un resumen
noticioso del diario El Tiempo, uno de los periódicos de la época. Esta franja
informativa se transmitía todos los días a las ocho de la noche.

Pero esta primera experiencia de la radiodifusión nacional no duró mucho


tiempo. Los desperfectos técnicos y la falta de apoyo económico obligaron a la
emisora a suspender sus transmisiones apenas unos meses después de
haberlas iniciado.

El nacimiento de TGW
Después de esa experiencia fallida, el Gobierno asumió directamente la
“necesidad” de crear una emisora radial para comunicarse con su pueblo. De ahí
que el 16 de septiembre de 1930 fuera inaugurada la radio oficial del Estado que,
desde entonces, se llama TGW, La voz de Guatemala.

En 1933 fue dotada con los equipos más modernos de la época y de


instalaciones adecuadas. Para ello se contó con la asesoría de técnicos
estadounidenses traídos al país especialmente para tal propósito. Las
transmisiones se realizaban por cinco frecuencias y en distintas longitudes de
banda. Su señal se reportaba desde varios países de Latinoamérica.

Durante los años treinta, el crecimiento numérico de la radiodifusión


guatemalteca fue lento, más bien escaso. Ello se debió particularmente al estricto
control que ejerció el gobierno dictatorial del general Jorge Ubico (1930-1944)
sobre este medio de difusión, reflejo del sometimiento de toda la sociedad.
Después de la inauguración de la radio oficial surgieron otras cuatro emisoras:
TGC-Vidaris (1931); TGX (1931) TGL-TG2, Radio Morse (1937) y TGQ, La voz de
Quetzaltenango (1938). Las dos últimas nacieron por iniciativa del Estado.

Adscrita a la Dirección General de Telégrafos, Radio Morse inició sus


transmisiones en marzo de 1937. Casi un año después, en febrero de 1938, fue
inaugurada en la ciudad altense, TGQ, la Voz de Quetzaltenango,
constituyéndose en la primera emisora departamental. Ambas emisoras
transmitían en dos frecuencias: amplitud modulada (AM) y onda corta.

Al respecto vale mencionar que durante ese período el sistema de onda corta
fue utilizado exclusivamente por la radiodifusión estatal. En general, la
programación de las emisoras de aquella época seguían el formato introducido
por la estación pionera, TGA. Había programas musicales y algunos espacios de
entretenimiento y orientación educativa.

El único programa de noticias que fue autorizado por el gobierno del general
Ubico se transmitía por TGW, La voz de Guatemala. Se trataba del Diario del
Aire, fundado el 1 de julio de 1938 por Miguel Angel Asturias y los periodistas
Oscar Rodríguez Rosal y Francisco Soler y Pérez.

A este programa se le considera como el primer radioperiódico de Guatemala y


el que estableció el formato de radionoticiero noticia-anuncio-noticia, leído por
dos locutores, que se mantuvo en Guatemala hasta fines del siglo XX.
Autocontrol No. 2
1. ¿Cuándo surgió formalmente la radio en Guatemala?

2. ¿Qué siglas identificaban a esa emisora?

3. ¿Quién es el “padre” de la radiodifusión en Guatemala?

4. ¿Cuándo llegó al país la telegrafía sin hilos?

5. ¿Cuál fue la primera estación de radio que emitió su


señal en Guatemala?

6. ¿Quién fue el creador de la TGA?

7. ¿Qué caracterizó el inicio de la radio en Guatemala?

8. ¿Cuál era la emisora que acompañaba al dictador Jorge


Ubico en sus desplazamientos al interior del país?

9. ¿Quiénes fueron los primeros locutores de radio en


Guatemala?
Capítulo III
Las primeras emisoras privadas
Las primeras emisoras privadas de Guatemala fueron TGC-Vidaris y TGX, las
que surgieron en 1931. La primera fue fundada por los industriales Castillo
Hermanos, constituyéndose en la primera emisora comercial del país. La TGX
fue fundada por Miguel Angel Mejicano Novales, que luego se transformaría en la
primera emisora de orientación política, pues fue evidente su nexo con el Partido
Liberal Progresista, de Jorge Ubico.

En 1937 se fundaron las emisoras TG1 y TG2-Radio Morse, así como la


primera radio departamental. Esta fue la TGQ, la Voz de Quetzaltenango. Tanto
Radio Morse como la TGQ lograron poner su señal en el aire gracias a la
iniciativa del Estado.

La radio TGX fue fundada por Miguel Angel Mejicano Novales, quien había
colaborado con anterioridad en la desaparecida TGA. Inicialmente la TGX fue
instalada en la propia residencia de Mejicano Novales y posteriormente se
trasladó al local donde se imprimía el diario El Liberal Progresista.

La TGC, Radio Vidaris, fue inaugurada el 30 de junio de 1931 y se la considera


la primera emisora privada y comercial del país. Sus fundadores fueron los
industriales Castillo Hermanos, propietarios de la Cervecería Centroamericana,
firma industrial que, además de producir cerveza, elaboraba refrescos gaseosos.
El nombre de Vidaris corresponde, precisamente, al de una marca de refrescos
de la época.

Bajo la dirección de Guillermo Andreu Corzo, uno de los más destacados


artistas de radio que ha tenido Guatemala, la TGC-Radio Vidaris transmitía dos
horas al mediodía y dos horas en la noche. A sus estudios llegaba el público para
escuchar conciertos en vivo y ver la actuación de cantantes y de quienes
narraban anécdotas o leyendas.

Adscrita a la Dirección General de Telégrafos, Radio Morse inició sus


transmisiones en marzo de 1937. Casi un año después, en febrero de 1938, fue
inaugurada, en la ciudad de Quetzaltenango, TGQ, la Voz de Quetzaltenango, la
que nació como la primera emisora departamental.

El auge de la radio

Con el triunfo de la revolución democrática en 1944 se inició lo que puede


considerarse como el momento más brillante de la radiodifusión en Guatemala.

En todos los espacios de la vida social se vivió un clima de libertad y de


renovado entusiasmo, propios de una sociedad que salía de dos largas y
nefastas dictaduras. Esto, por supuesto, creó las condiciones necesarias para el
advenimiento de un impulso a la actividad radiofónica.

Casi inmediatamente después de la caída de la dictadura empezaron a surgir


nuevas emisoras y se renovaron y tecnificaron aquellas que habían sido
fundadas por el régimen dictatorial.

Pero lo más importante es que se precisaron las funciones sociales del medio,
de acuerdo a los principios universales del periodismo: informar, formar y
entretener.

Surgidas como una reivindicación del movimiento social fortalecido tras el


cambio, estas funciones contaron con el respaldo institucional del nuevo Estado.
Por su parte, las emisoras asumieron su compromiso con los principios de la
democracia, traduciéndolas en una práctica comunicacional de cada día.

De ese modo, las emisoras definieron una línea de difusión destinada a


armonizar con las nuevas exigencias sociales, tarea que, por lo demás, fue
facilitada por la capacidad creadora de las personas que encontraron en la radio
un generoso espacio para su desarrollo artístico y profesional.

En general, el perfil de la programación de las estaciones de radio estaba


dominado por la combinación de cuatro géneros: música, información, drama y
comedia.

En la difusión musical casi siempre se buscó establecer un equilibrio entre los


materiales pregrabados y las producciones en vivo, basadas en conciertos o
presentaciones de artistas nacionales y extranjeros. Los programas que incluían
material pregrabado eran editados en un formato que conservaba ciertas
características: entre cada pieza musical se ofrecían mensajes con orientación
educativa.

Siguiendo el formato de radioperiódico creado por Miguel Angel Asturias y


compañeros, los programas noticiosos se hicieron frecuentes en el cuadrante
radiofónico. Generalmente los textos eran redactados desde una posición crítica
y expresados con una fuerte dosis de emotividad, lo cual hacía que en los
programas privara un tono de denuncia. Desde entonces, estos detalles se
convirtieron en una característica constante en la mayoría de radioperiódicos del
país, aún en situaciones políticas adversas.

Pero quizás los aspectos más novedosos y atractivos de la radiodifusión


nacional durante ese período histórico fueron los programas dramatizados. Las
producciones de este género tuvieron una significativa importancia, tanto en
número como en calidad. A partir de estas experiencias se forjaron muchos de
los más destacados artistas de la radio guatemalteca.

Entre los programas dramatizados se privilegiaron dos formatos: las


radionovelas y el radioteatro. Algunas emisoras también producían piezas
dramáticas en vivo, para ilustrar diversas situaciones de actualidad e interés de la
población.

En las transmisiones radiofónicas no faltó una buena dosis de humor. Algunas


emisoras también dedicaron espacios a la comicidad.

Este era, en términos generales, el perfil predominante de las estaciones


durante el período inaugurado por la revolución democrática-liberal de 1944. No
obstante la intervención militar de 1954 que terminó con período democrático,
dicha línea de difusión, por lo menos en su estructura técnico-artística, logró
prolongarse hasta los primeros años de la década de los 60.

La “musicalización” del cuadrante

A partir de los años sesenta la radiodifusión empezó una transición hacia los
rasgos generales que la caracterizan en la actualidad. La dedicación técnico-
artística al trabajo de producción fue cediendo paso a la agilidad casi espontánea
que impuso la moda del momento: el discjockey, un anglicismo para referirse a la
persona que programa discos.

Así, el guión radiofónico fue sustituido paulatinamente como instrumento de


trabajo. En su lugar aparecieron las pautas de discos y la improvisación
discursiva de los locutores. Eran los tiempos del rock y las baladas románticas.
Estos productos culturales empezaron a seducir a las audiencias impulsadas por
una cada vez más sofisticada industria del disco.

Ante las exigencias de este nuevo movimiento cultural, alentado desde el


exterior, el rostro de la programación de las emisoras fue adoptando una
fisonomía diferente. Las franjas de música continuada se hicieron frecuentes, La
conducción pausada dejó su lugar a la exaltada dinamicidad del discjockey.

Con la pauta de los programas musicales, el espacio destinado a otras


producciones se redujo drásticamente. Los programas dramatizados, por
ejemplo, dejaron la posición privilegiada que ocuparon en el período anterior. Los
únicos que superaron con éxito los vientos de la moda musical fueron los
programas noticiosos y una que otra radionovela, nacional o extranjera. La
importancia numérica de los radioperiódicos se mantuvo y, aún más, tendió a
crecer. En 1967 estaban registrados oficialmente, sólo en la capital, 60
programas de este tipo.

Con semejante perfil de programación, el espacio laboral se restringió para


muchos artistas, sobre todo para locutores y guionistas. Algunos de ellos
emigraron a la televisión que, para entonces, daba una importancia significativa a
la producción nacional.
La FM y la nueva radio

Al introducirse la Frecuencia Modulada (FM) como sistema de transmisión


independiente, en 1969, el perfil musical de la radiodifusión nacional se acentuó
todavía más. Las nuevas emisoras autorizadas para transmitir en esta frecuencia
optaron, casi exclusivamente, por la difusión musical. Esta situación se desarrolló
con mayor prolijidad a partir de la década de los ochenta.

Otro fenómeno que se registró en este período fue el surgimiento de las


cadenas y corporaciones privadas. En el primer caso se trató del enlace de varias
emisoras para la transmisión cotidiana de ciertos programas, lo cual era
convenido mediante una relación contractual entre sus respectivos
concesionarios. Ejemplo de ello son el Sistema de Estaciones Nuevo Mundo y
Emisoras Unidas que encadenaban para la emisión de programas noticiosos y
transmisiones deportivas.

El concepto de la corporación es diferente. Una empresa administra varias


emisoras, con programación independiente. Algunas veces, esa empresa puede
ser concesionaria exclusiva de las frecuencias, en otras es solo subarrendataria
de las mismas. Entre estos casos se encuentran las empresas Central de Radio,
S.A., Corporación Radio, Organización Aliu’s y Circuito Radio Atlántida.

La línea de programación que predomina en las emisoras corporativas también


es fundamentalmente musical. En cambio, las estaciones organizadas en
cadenas tienen un perfil menos homogéneo. Ahí encuentran espacio diferentes
tipos de programas, entre los cuales destacan los deportes y las noticias.
Autocontrol No. 3
1. ¿Cuáles fueron las primeras emisoras privadas del país?

2. ¿Cuál fue la primera emisora comercial de Guatemala?

3. ¿Cuál fue la primera emisora con orientación política


que operó en Guatemala y quién fue su fundador?

4. ¿Quiénes fundaron la TGC-Vidaris?

5. ¿Cuál fue la primera emisora departamental?

6. ¿Qué hecho político propició el auge de la radiodifusión


en Guatemala?

7. ¿Cuál fue el perfil de la programación radial en la


Guatemala de la década 1944-1954?

8. ¿Cuál fue la principal característica de los


radioperiódicos de esa época?

9. ¿Qué formatos presentaban, mayoritariamente, los


programas dramatizados?

10. ¿Qué circunstancias facilitaron el tránsito hacia los


programas radiales que todavía privan en la
actualidad?

11. ¿Cuál fue el fenómeno más importante para la radio


guatemalteca que se inició a finales de la década de los
sesenta?

12. ¿Cuál es la característica más sobresaliente de la


radiodifusión en FM?

13. ¿Qué es una cadena privada de radiodifusión?

14. ¿Qué es una corporación radial?


Capítulo IV
La radio como medio de difusión
De acuerdo con la investigación La radio en Guatemala, auspiciada por la
UNESCO, el Instituto Costarricense de Enseñanza Radiofónica y Radio
Nederland, la radio es un medio de difusión que ofrece grandes posibilidades
para contribuir a satisfacer las necesidades de información y educación de la
comunidad. Este potencial es particularmente importante en países como
Guatemala, donde amplios sectores de la población tienen un limitado acceso a
los principales beneficios del desarrollo.

Entre estas carencias se encuentran los servicios educativos. En la actualidad


se estima que alrededor del 46 por ciento de los guatemaltecos en edad escolar
son analfabetos (*ver recuadro).

Según el informe “Entre el olvido y la esperanza, la niñez de Guatemala”, de la


Subcomisión Regional, de la Comisión Pro Convención sobre los Derechos de la
Niñez (Proden), para 1993 se estimaban en 621 mil los niños y niñas,
comprendidos entre los 5 y 6 años en todo el país. Este universo sería, entonces,
la demanda potencial para la educación preprimaria. De este grupo solamente
114 mil (18.4%) fueron inscritos en dicho nivel, mientras otros 80 mil niños
(12.9%) inscritos superaban dichas edades, lo que evidenciba un alto grado de
sobre-edad. Casi medio millón de niños y niñas (427 mil) de 5 y 6 años quedaron
fuera del sistema educativo formal.

De los 194 mil educandos en el nivel preprimario, solamente 72 mil (37.1%)


participaban en programas de educación bilingüe, el 88% de ellos concentrados
en el área rural, principalmente en las regiones del suroccidente (37%),
noroccidente (32%) y norte (19%). Es decir que aproximadamente 6 de cada 10
niños indígenas estaban excluidos de este nivel.

La demanda potencial de educación primaria para 1993 era de 1,666,000 niños.


De este total, sólo 1,057,000 niños (70%) fueron cubiertos por el sistema
educativo, por lo que más de medio millón de niños de las edades comprendidas
para ese nivel educativo no estaban cubiertos por el sistema.

La participación de las mujeres ha sido menor en relación a los varones,


situación que se agrava paulatinamente en la medida en que se progresa en los
grados de la primaria. Por ejemplo, la participación de mujeres en sexto grado en
el área rural es tan sólo del 41%.

Para 1993 desertó el 8.4% del total de niños inscritos a nivel nacional. Esta
situación es más acentuada en el área rural (10.8%) que en la urbana (4.9%);
mayor en el sector educativo oficial (9.2%) que en el privado (4.3%) y mayor en el
hombre (8.6%) que en mujeres (8.0%). La deserción es mayor en Alta Verapaz
(13.5%) y en El Quiché (12.6%), en contraste con el 3.9% de la capital.

La posición privilegiada que ocupa la radio dentro de los esfuerzos para el


desarrollo radica, fundamentalmente, en su capacidad de cobertura social. Un
estudio realizado en marzo de 1989 reveló que el 86.40 por ciento de la
población guatemalteca tenía acceso a las emisiones radiofónicas. De ellos, el
40.20 por ciento vivía en el área rural, donde se presentan los mayores niveles
de falta de atención educativa.

En 17 de octubre de 1996, el Congreso de la República promulgó la Ley


General de Telecomunicaciones, la cual modificó lo establecido en la anterior
legislación que databa de 1966.

Aunque en el Capítulo VIII, de este folleto, se describirá con funciona la


nueva legislación, nos referiremos previamente al antiguo ordenamiento jurídico
de 1966 para que el estudiante tenga conocimiento del contexto histórico de la
radiodifusión nacional.

La antigua legislación definía todo lo relativo al uso de las frecuencias y los


canales disponibles para las emisiones radioeléctricas del país. De acuerdo a
ella, el Estado ejercía dominio sobre las frecuencias radiofónicas, por medio del
Ministerio de Comunicaciones, Transporte y Obras Públicas. Sin embargo, podía
concederlas en usufructo a particulares por un término de 25 años, prorrogable
por otro similar. Por su parte, las instituciones y dependencias estatales
precisaban sólo de una autorización especial, con carácter revocable, para la
explotación radiofónica.

La ley definía a la radiodifusión como un servicio de interés público, al cual se le


debía prestar una “especial atención para que cumpla en forma efectiva la
función social que le corresponde”. Sobre esta base, se le asignaban los
siguientes fines:

1. Mantener el respeto a los principios de la moral, a la dignidad humana y


al vínculo familiar.

2. Contribuir a elevar el nivel cultural del pueblo, conservar la propiedad del


idioma y exaltar los valores materiales y espirituales de la nación, y

3. Fomentar y divulgar los principios de la democracia, de la unidad


nacional y de la amistad y cooperación internacionales.

Cuando en el numeral número 2 se hacía referencia a la conservación de la


“propiedad del idioma” se aludía, en exclusiva, al español, en tanto que los
idiomas indígenas quedaban al margen.
Al hablar de propiedad de las emisoras, la antigua ley aludía a la explotación
efectiva de la frecuencia que era concedida o autorizada por el Estado.

En todo caso hay que tener en cuenta que la frecuencia es sólo un componente
técnico dentro del proceso de emisión y recepción de la señal. Y para que la
radio se constituya en un medio de difusión formal es preciso disponer también,
entre otras condiciones, de cierta infraestructura y equipos, cuya posesión no
necesariamente es estatal.

Con base en ello y en la clasificación definida para este propósito, los datos
revelan que la composición de la propiedad de la radio guatemalteca es
predominantemente privada. El estudio La radio en Guatemala indica que en
1989 existían 118 emisoras de este tipo, frente a 25 institucionales y 11
estatales.

La mayoría de las institucionales que había en 1989 pertenecían a


agrupaciones religiosas de distinta denominación, a organizaciones no
gubernamentales (ONG). En cuanto a las estatales, 5 tenían el carácter de
oficiales del Estado; otras 5 formaban parte de dependencias gubernamentales y
1 pertenecía a la municipalidad de la ciudad de Cobán.

A finales del siglo XX, el número de emisoras había crecido significativamente y


había más de 200 radiodifusoras en el país, principalmente en la banda de
Frecuencia Modulada (FM). El principal rasgo distintivo era que pertenecían a
empresas privadas, luego que en 1998 el gobierno de Álvaro Arzú decidiera
subastar las frecuencias y venderlas al mejor postor.

Distribución geográfica

Debido a la falta de investigaciones más recientes sobre la radiodifusión en el


país, tomaremos como base de este estudio el documento La radio en
Guatemala, el cual tiene como referencia para su análisis las 154 radioemisoras
existentes en 1989.

Resulta interesante observar que más de diez años después, ya en el siglo XXI,
las tendencias se mantienen en todos los niveles de la radiodifusión nacional y
esta investigación tiene plena vigencia.

La distribución geográfica de los recursos radiofónicos guarda una íntima relación


con la densidad poblacional y con la disposición de los beneficios del desarrollo
que se presentan en el territorio nacional. Al respecto, los datos mostraban una
elevada concentración en la capital del país, con 54 estaciones.

Esta tendencia se mantuvo en el resto de la República. En Quetzaltenango,


considerado el segundo departamento más importante del país, se ubicaban 18,
mientras que Escuintla, el tercer departamento en importancia económica,
contaba con 9. Como se puede apreciar, en estos tres departamentos se
concentraba más de la mitad de los recursos de la radiodifusión guatemalteca.
En conjunto sumaban 81 de las 154 que operaban en 1989.

Después aparecían los departamentos de Alta Verapaz, con 8 emisoras;


Huehuetenango e Izabal, con 7, San Marcos y Chiquimula, con 6.

El único departamento que no contaba con una estación de radio era El


Progreso. Este era, ciertamente, uno de los lugares con menor población y con el
mayor nivel de desatención por parte del Estado, a pesar de estar situado en los
límites del departamento de Guatemala, a pocos kilómetros de la capital.

Otro departamento sobre el que vale la pena llamar la atención es Petén,


situado en el extremo norte del país. Allí sólo funcionaban tres emisoras, a pesar
de ser el de mayor extensión territorial y de contar con una innegable importancia
nacional, desde el punto de vista estratégico, arqueológico y del medio ambiente.
Allí se encuentra una de las principales ciudades de la civilización maya (Tikal) y
una de las más importantes reservas ecológicas del continente. A pesar de ello,
como en el caso de El Progreso, es una región desatendida y poco desarrollada
en términos económicos.

En síntesis, la distribución geográfica de las emisoras de radio tendía a reflejar


los niveles de desarrollo y densidad poblacional de los departamentos de la
República. Esto, por supuesto, es nada más una tendencia, Hay casos
excepcionales como el de San Marcos, donde funcionaban 6 emisoras, no
obstante constituir uno de los departamentos más poblados después de
Guatemala.

Otro elemento que conviene destacar es el hecho de que la mayoría de


estaciones del interior del país se encuentran localizadas en las principales
ciudades de cada departamento. Son casi inexistentes las emisoras situadas en
zonas estrictamente rurales.

Aspectos técnicos

De las 154 emisoras estudiadas, en 1989, 125 difundían en una sola frecuencia;
21 en dos y 8 lo hacían en tres o más. En cuanto a las estaciones con más de
una frecuencia, únicamente tres registraban distinta programación. En este caso
se les consideraba como emisoras diferentes, aún cuando presentaban una
misma denominación social.

En relación al tipo de onda que se utilizaba para la difusión de la señal, los


datos señalaban que 70 emisoras transmitían en amplitud modulada (AM); 56 en
frecuencia modulada (FM) y 10 en onda corta, mientras que 18 empleaban
simultáneamente los sistemas AM y FM para una misma programación.
La utilización de la frecuencia modulada como un sistema independiente de
transmisión ha aumentado de manera considerable en los últimos años. Su uso
está relacionado casi de forma exclusiva para la difusión musical. Por su parte,
las pocas emisoras que utilizan la onda corta tienen, en su mayoría, una línea de
programación fundamentalmente religiosa. Aún así, en algunos casos, se
difunden también programas con orientación educativa.

Respecto a la potencia que impulsaba la señal, las emisoras mostraban niveles


variables. No obstante, predominaban aquellas que tenían registrada una
potencia media de 2 a 10 kilovatios. Estas eran 91. En tanto que 57 registraban
potencia baja (uno o menos de un kilovatio) y sólo 6 tenía autorizada una
potencia máxima (más de 10 kilovatios).

La diferencia entre la potencia registrada oficialmente y la utilizada de manera


efectiva no parece ser significativa. En todo caso, los datos reflejan que las
emisoras que tienen autorizada una potencia mayor no la desarrollan toda y
aquellas con permiso para menos potencia tienden a aumentarla.

Horarios de transmisión diaria

La radio casi siempre busca acompañar la rutina de sus oyentes. De ahí que el
tiempo y el horario que mantiene la señal en el aire están relacionados con el tipo
de público receptor de sus mensajes. Así, por ejemplo, la extensión y el periodo
de transmisión de una emisora cuyos destinatarios son los campesinos, tienden a
ser distintos a los de una emisora de públicos urbanos. Pero esto no siempre es
así. Muchas veces la cantidad de horas que las emisoras transmiten diariamente
está determinada por el interés de su programación y por sus posibilidades
económicas.

La radiodifusión guatemalteca, sin duda, no es ajena a esos factores. Los datos


reflejan algunas variaciones respeto a la cantidad de horas que transmiten
diariamente las emisoras de lunes a viernes. Sin embargo, la mayoría (106
radioemisoras) transmite de 16 a 20 horas al día y sólo 28 mantienen la señal al
aire de 21 a 24 horas. Las demás tienen un período de transmisión que va de 15
a menos de 10 horas.

Aunque no se puede fundamentar con base en datos, por experiencia se sabe


que las emisoras que transmiten más tiempo cada día son aquellas con amplio
perfil musical y con públicos principalmente urbanos. En las ciudades hay un
importante contingente de población dedicada a actividades industriales y
comerciales con turnos de 24 horas diarias, que son oyentes potenciales.

Con base en ello también se puede decir que las emisoras con menor tiempo
en el aire son generalmente las situadas en el área rural o que tienen un interés
particular en el público de esas zonas. La población rural, en su mayoría, termina
su actividad cotidiana al caer la luz del sol.
Durante los fines de semana, las transmisiones radiofónicas no presentan
mayores variaciones. De acuerdo a los datos, sólo una emisora amplía su
transmisión a más de 21 horas. En tanto que disminuye el número de radios que
transmiten de 16 a 20 horas, en beneficio de las que difunden menos tiempo.

En términos generales se puede afirmar, entonces, que la radiodifusión del país


disminuye sus horas de transmisión durante el fin de semana. El tiempo que
predomina, tanto de lunes a viernes, como de sábado a domingo, es el de 16 a
20 horas.
Autocontrol No. 4
1. ¿Qué porcentaje de población tiene acceso a emisoras
de radio en Guatemala?

2. Cuando la antigua ley, derogada en 1998, señalaba la necesidad de


“conservar la propiedad del idioma”, ¿a qué se refería?

3. Respecto a la propiedad/usufructo de las frecuencias,


¿cómo estaba clasificada la radiodifusión en Guatemala?

4. Geográficamente, cómo está distribuída la radio en


Guatemala?

5. ¿Cómo está distribuída la radiodifusión guatemalteca


con respecto a la frecuencia en que emiten?

6. ¿En qué frecuencia se ha privilegiado la programación musical?

7. ¿Qué frecuencias son las más utilizadas para la emisión


de programas religiosos?

8. ¿Cuáles son las potencias en que transmite la mayoría


de emisoras del país?

9. ¿Cuál es el promedio de horas que transmite la radio en


Guatemala?

10. ¿Cuáles son las emisoras que mayor tiempo mantienen su


señal en el aire?

11. Explique la razón del fenómeno anterior.


Capítulo V
Contenidos Programáticos

Contenido temático general


Cuando usted sintoniza una emisora, escuchará la voz de un locutor que difunde
una noticia de última hora, quizás oiga su melodía favorita o le ponga atención a
un mensaje sobre cómo prevenir el cólera en lugares donde el agua está muy
contaminada. Lo que usted ha escuchado, en términos técnicos, son significados
sociales pero que bien se les puede llamar contenido, temas o mensajes
radiofónicos.

Una emisora de radio, entonces, adquiere el carácter de medio de difusión por su


capacidad de organizar y emitir significados sociales. Y se les denomina así
porque el emisor (emisión) requiere de un conglomerado social que recibe
(recepción) el mensaje, con lo que se establece la comunicación.

Para ello siempre se parte de una selección de la temática en torno a la cual se


construirán los mensajes. Habrá contenidos que inevitablemente quedan
excluidos y no todos los que son seleccionados tienen el mismo nivel de
importancia. Priva, en todo caso, un criterio discriminante, la mayoría de veces
por intereses comerciales, respecto a la temática a abordar.

En la investigación La radio en Guatemala se incluye un sondeo de opinión,


efectuado en 1989, para determinar la temática abordada por la radio nacional.
Para establecer eso se presentó a los funcionarios de las emisoras nueve temas:
música, información, deportes, religión, educación, salud, agricultura y economía,
mujer y niñez. Para conocer el grado de importancia otorgado a cada uno se les
pidió asignar un valor, de 0 a 9, en relación a la cantidad de tiempo de difusión.
La información arrojó tres categorías, de acuerdo a las cuales la radio
guatemalteca mostraba una acentuada preferencia por la difusión de música. Las
emisoras con nivel musical máximo eran ampliamente superiores a aquellas que
presentaban niveles medio y mínimo. Había 108 frente a 25 y 9,
respectivamente.

Sólo 9 emisoras no manifestaron un interés particular hacia la música o bien


aquella que difunden está constituida básicamente por un contenido especial
(religioso, por ejemplo).

En segundo plano de preferencia, pero con niveles muy inferiores a los


asignados a la música, aparecían las noticias y la religión. Existían 16 emisoras
que tenían inclinación especial por el tema informativo y 15 por el religioso. Si se
agregaban los valores de los otros dos niveles se puede decir que más de la
mitad de las emisoras del país dedicaban algún tiempo a la difusión de estos
temas.
Respecto a la educación (mensajes con sentido educativo en general), las
emisoras tenían un comportamiento similar al que mostraban con lo informativo y
lo religioso. Sin embargo, las radiodifusoras con nivel educativo alto eran las
menos. Nada más 11 se definían con esta línea de difusión.

La importancia otorgada a los temas antes mencionados (sobre todo, la


música), contrastaba con la prestada a la salud, la agricultura y la ecología, la
mujer y la niñez. El interés de la radio guatemalteca sobre estas temáticas
pareciera marginal si se considera el número de emisoras y los niveles de tiempo
que se dedicaban a estos temas. En ningún caso las estaciones de radio que
transmitían mensajes relacionados a estos cuatro temas sumaban más de 50. Y
aquellas que les asignaban un tiempo máximo eran mucho menos: 2 a la salud, 3
a la agricultura y ecología, una a la mujer y ¡ninguna! a la niñez.

En relación al tema de la agricultura y ecología, no deja de ser un contrasentido


que el interés manifestado por el medio radiofónico parece incongruente con la
situación de un país cuyas fuentes de desarrollo se basan fundamentalmente en
el uso racional de sus recursos naturales. Esta conducta tiene su explicación en
la cultura urbana que se aplica en la mayoría de las emisoras.

Con base en la anterior información es posible afirmar que los temas


predominantes en la radiodifusión guatemalteca son el musical, el informativo y el
religioso. En otras palabras, la radio privilegia tres usos sociales: entretener,
informar y evangelizar.

La programación

Los temas en cada tipo de emisora:

Las tendencias que se observan en el contenido temático de la radiodifusión de


Guatemala no presenta mayores variaciones con respecto al tipo de propiedad
de las emisoras en los últimos diez años. No obstante, hay ciertos matices que es
preciso reconocer.

En lo relativo a las emisoras estatales, su línea de difusión está orientada hacia


tres contenidos principales: la música, la educación y la información. De éstos, el
tema musical es el más privilegiado. Casi la mitad de las emisoras le dedican su
máxima atención y cuatro la colocan a un nivel intermedio. La corriente de
difusión musical de las radios del Estado tiene rasgos particulares. En términos
generales busca destacar la música tradicional guatemalteca (la marimba) y las
producciones de distinto género de artistas nacionales.

Los mensajes educativos también encuentran un espacio importante en la radio


estatal. Todas las emisoras declaran dedicar tiempo a estos programas y cuatro
de ellas le asignan un interés máximo. Después aparece la información. Casi
todas las estaciones estatales le dedican un espacio y dos lo hacen al máximo
nivel.

Otros temas a los que la radio estatal les concede cierta importancia son la
salud y el deporte, mientras la religión tiene aquí su más corto espacio de
divulgación. El resto de temas (agricultura, mujer, niñez) siguen ocupando los
más bajos niveles de interés.

Por su parte, la radio privada está concentrada en forma mayoritaria en la


emisión de espacios musicales. De las 118 emisoras privadas que existían en
1989, 97 le dedicaban el máximo tiempo.

La diferencia entre las emisoras musicales y las que destacaban otros temas
era abismal, Sólo los programas informativos podían atenuar esta información.
Había 14 emisoras privadas que ofrecían el mayor tiempo a los programas
informativos; 20 le brindaban interés medio y 30 un mínimo.

Sobre la difusión religiosa privada vale le la pena hacer algunas observaciones.


En la mayoría de casos los programas no pertenecen a la emisora. Se trata más
bien de espacios cedidos a las congregaciones religiosas, particularmente de
carácter cristiano-fundamentalista. De hecho hay casos en que la principal fuente
de ingresos de algunos concesionarios es la transmisión de estos programas.

La atención que ofrece la radiodifusión particular a los demás temas es también


bastante marginal. A los programas sobre la mujer hay una emisora que le
adjudica un tiempo máximo. Las temáticas acerca de la agricultura y ecología, la
salud y la niñez no alcanzan nunca un espacio preferencial.

A diferencia de las estatales y privadas, las emisoras institucionales están


inclinadas de manera casi exclusiva a la difusión religiosa.

Doce de las 25 estaciones estudiadas tenían un interés religioso máximo y 9 un


interés medio. Sólo una parecía no dedicarle tiempo al tema. Esta situación se
explica a partir del hecho de que la mayoría de concesionarios de las emisoras
institucionales son congregaciones religiosas registradas como organizaciones no
gubernamentales. Otras están usufructuadas por las distintas diócesis de la
Iglesia Católica.

Luego de los mensajes religiosos, la música también ocupaba una posición


importante en las radios institucionales. Había 6 emisoras que se definían
fundamentalmente musicales. Otras 8 le adjudicaban un nivel medio y 6 un nivel
mínimo. En este caso, la música que difundían tenía un contenido menos
comercial que la de las privadas.

La educación también ocupa un lugar preferencial en la radio institucional. Las


emisoras que le atribuyen un nivel máximo son igual, en número, al que registran
las emisoras del Estado. Las estaciones privadas con este grado de interés en
relación al tema, como se ve, son menos, a pesar de que el número de éstas es
mucho más elevado.

El tema de la agricultura y ecología encuentra el mayor espacio de difusión en


las radios institucionales. Aquí hay tres emisoras con interés agrícola y ecológico
máximo. Ni las estatales ni las privadas le otorgan ese nivel de importancia. Cabe
mencionar al respecto que varias radios institucionales están situadas en el área
rural y tienen una línea de difusión claramente orientada a los públicos de esa
región.

Estos cuatro temas (religión, música, educación y agricultura y ecología) son


los más destacados por las emisoras institucionales. Como se puede apreciar,
los programas de noticias y deporte, que tienen importantes niveles de difusión
en la radio privada y estatal, aquí son relegados a posiciones inferiores.

La tendencia con respecto a los temas de salud, niñez y mujer se mantienen en


la radio institucional. Aquí también son los menos beneficiados de la
programación radiofónica.

Si se hace una relación de los temas que cada tipo de emisores privilegia, se
puede concluir en que la radiodifusión estatal e institucional es la que más
muestra interés en difundir mensajes con sentido educativo. Aunque, como se ha
visto, en ninguno de los casos estos programas gozan de la más alta preferencia,
la radio privada, en cambio, tiene una tendencia a los programas musicales e
informativos.

Tiempo dedicado a los temas durante la programación

La creación de mensajes, como se dijo antes, empieza con una selección de


contenidos. Pero esto no es suficiente. Es necesario, además, algún
ordenamiento dentro de una estructura general que, en este caso, está
constituida por la programación radial. Al igual que la decisión acerca de la
temática a abordar, también el orden y la extensión temporal que ocupan
contienen un criterio de valor.

Por ello, se presenta un análisis de la cantidad de minutos utilizados para la


difusión de cada tema en las emisoras:

— De 00:00 AM (medianoche) a 06:00 de la mañana.

— De 06:00 a 11:00 AM.

— De 11:00 a 12:00 AM.

— De 13:00 a 19:00 PM.


— De 19:00 a 24:00 PM.

En el caso de la música, la programación de los tres tipos de emisoras (estatal,


privada e institucional) muestra una tendencia similar. A excepción del período
comprendido de 00:00 a 06:00, los niveles de difusión musical son altos durante
todo el día. Pero hay un horario donde el tiempo que se emplea es un poco
mayor: de 13:00 a 19:00. Aquí el número de emisoras que dedican más de una
hora a la música es superior al de los demás segmentos de transmisión. La gran
mayoría de las estatales y de las privadas y poco menos de la mitad de las
institucionales están en ese tiempo.

Si se analiza el período que menos favorece a la difusión musical (00:00 a


06:00 AM), se comprueba que esto no significa necesariamente un
desplazamiento de los otros temas. Lo que parece más probable es que las
emisoras que no aplican están inactivas durante todas o algunas horas de ese
segmento.

Las radios con programas noticiosos de más de una hora de duración son
relativamente pocas. En los tres casos, los espacios empleados para este tema
oscilan entre una y media hora. Esta situación se explica por el hecho de que en
Guatemala, tradicionalmente, la duración de tales programas no va más allá de
ese tiempo, aunque recientemente se han establecido espacios informativos de
la hora en punto y de la media hora, con una duración que oscila entre los 3 y los
5 minutos. Los horarios que menos muestra difusión de noticias son de las 7 a
las 12 de la noche y de la medianoche a las 6 de la mañana. A partir de ésta
hora, los niveles aumentan y se mantienen constantes durante el resto del día.
De todos, el período donde hay más programas de noticias es de 6 de la mañana
a una de la tarde.

En relación a los deportes, las emisoras muestran distintos criterios respecto a


los horarios de difusión. Las estatales y privadas prefieren el comprendido entre
las 11 de la mañana y la una de la tarde y, por la noche, entre las 19 y 21 horas.
Aquí se presentan los programas más extensos. Las pocas emisoras
institucionales que difunden deportes prefieren de la una de la tarde a las 7 de la
noche. Este también es el período en el cual hay más emisoras privadas con
programas de 30 y de 60 minutos.

La difusión religiosa más prolija ocurre desde la una de la tarde hasta la


medianoche. Sin embargo, durante el resto del día el tiempo dedicado al tema,
aunque un poco menor, también es importante. De las 7 de la noche hasta las 24
horas hay muchas emisoras que emiten programas de este tipo. Este es el
período que, además, registra mayor información religiosa.

Las emisoras institucionales con inclinación preferencial por la religión ocupan


mayor tiempo en el tema durante el horario vespertino (1 de la tarde a 7 de la
noche). Durante este lapso, sólo una emisora estatal dedica tiempo a la difusión
religiosa. Esta situación no registra mayores variaciones en el resto del día.
Recuérdese que la radiodifusión estatal es la que menos importancia le concede
a este tema.

Los programas educativos también se difunden mayoritariamente de 1 de la


tarde a 7 de la noche. Durante este espacio aumenta el número de emisoras
estatales, privadas e institucionales que abordan el tema. De las 12 estaciones
con más de una hora dedicada al tema, 6 son institucionales y sólo dos estatales.

Otro horario importante para la difusión educativa es el comprendido entre las 6


y 11 de la mañana. En total, en este segmento hay 8 emisoras con programas de
más de 60 minutos.

En cuanto al tema de la salud, el tiempo que se le dedica es uno de los más


cortos. De acuerdo a los datos que registran los diferentes períodos, la mayoría
de las emisoras dedica 10 minutos de su transmisión regular. El horario en que
se difunden más mensajes sobre la salud es el comprendido de 06:00 a 11:00 de
la mañana. Aunque prevalecen programas de diez minutos de duración, durante
este lapso se registra el mayor número de programas con una hora y más tiempo
de duración.

Con algunas excepciones, los espacios de transmisión que registran más


mensajes sobre agricultura y ecología son de 6 de la mañana a 1 de la tarde, y
de esta hora a las 7 de la noche. El primero parece ser el lapso preferido por las
emisoras estatales. Aquí se encuentran los programas más extensos, en tanto
que los programas de las radios particulares e institucionales aumentan en el
período de la tarde. En general, la extensión que las emisoras conceden al tema
ocupa entre 15 y 30 minutos en cualquiera de los horarios.

El período que más favorece a la difusión acerca del tema de la mujer es de 6 a


11 de la mañana. La cantidad y extensión de los programas es mayor en ese
segmento, con duración promedio de 60 minutos.

Por último, los programas relacionados con la niñez se difunden de manera


preferente, en dos horarios: de 6 a 11 de la mañana y de 1 de la tarde a 7 de la
noche. En ambos casos predominan programas de 60 minutos de duración,
aunque en la mañana muchas emisoras exceden ese lapso. Esta tendencia se
muestra casi uniforme en los tres tipos de emisoras. Las únicas que no tienen
programas con una extensión superior a una hora son las estatales.

En general, entonces, la tendencia que siguen las emisoras estatales, privadas


e institucionales coinciden en preferencia los mismos horarios para la difusión de
cada tema. Pareciera que existen espacios de programación más o menos
adecuados a cierto tipo de contenidos.

Hay tres temas que tienen sus niveles más altos de difusión durante la mañana
(06:00 a 11:00): la niñez, la mujer y la información. El período de 1 de la tarde a 7
de la noche, en cambio, muestra una programación más diversa. Este es el
espacio que presenta más tiempo dedicado a la música, los deportes, la religión,
la agricultura y la ecología, la educación y la salud.

Para la música y la religión, sin embargo, todos los horarios son buenos. Sus
respectivos tiempos de difusión mantienen un importante nivel durante todo el
día, incluso en aquellos horarios en que hay menos emisoras dedicadas a los
diversos temas, como los comprendidos entre las 7 de la noche y 6 de la mañana
del día siguiente.

En resumen, el tiempo utilizado para la difusión de cada tema conduce a


reafirmar la vocación musical, informativa y religiosa que muestra la radio
guatemalteca. Como se pudo constatar, el amplio espacio radiofónico dedicado a
estos temas contrasta con el escaso tiempo empleado en otros mensajes de
trascendencia social, como agricultura y ecología, la salud, la niñez y la mujer.
Autocontrol No. 5
1. En cuanto a contenidos programáticos, ¿cómo pueden
clasificarse las emisoras guatemaltecas?

2. ¿Cuáles son los temas sociales que menos atención


reciben de la radio en Guatemala?

3. En síntesis, ¿cuáles y en qué orden son los usos sociales


que la radio privilegia en Guatemala?

4. ¿Cuál es el contenido programático que privilegia la


radio estatal?

5. ¿Qué otros temas merecen la atención en las radios del


Estado?

6. ¿Qué tema es el menos atendido por las radios oficiales?

7. ¿Cuáles son las emisoras que privilegian el tema


religioso sobre cualquier otro?

8. Después de lo religoso, ¿qué temas merecen atención


especial en las radios institucionales?

9. ¿Cuál es el tiempo promedio de los programas


noticiosos?

10. ¿En qué horario se transmite la mayor cantidad de


radionoticias?
Capítulo VI
Producción y Equipos

Capacidad de Producción
¿Ha escuchado usted programas grabados con un cantante de éxito, la
retransmisión de los mejores momentos de un partido de futbol o el show en vivo
de un cómico? Seguramente que sí. La radio tiene múltiples posibilidades. Una
de ellas es, precisamente, hacer sus propios programas.

Sin embargo, alcanzar un nivel aceptable de producción radiofónica no es


cuestión sólo de buena voluntad. Lo mismo se puede decir con respecto a la
calidad de las emisiones. Para todo ello es necesario poseer un equipo y
materiales técnicos que reúnan, por lo menos, ciertas condiciones mínimas.
Cuando hablamos de producción, nos referimos a la capacidad de elaborar
programas que luego son difundidos por las radioemisoras.

El costo de la producción radial, en términos monetarios, es menor al de otros


medios de difusión. Esta es una de las características que se atribuyen al medio
radiofónico y que le hace tener ventaja sobre los demás.

En lo que corresponde a la radio guatemalteca se presenta aquí un análisis de


la capacidad de producción que muestran las emisoras estatales, privadas o
institucionales, con base en la cantidad de equipo disponible para producir y
difundir sus programas.

Para este fin se han definido tres niveles: Producción Alta, Producción Media y
Producción Mínima. Esta clasificación se ha hecho de acuerdo a los siguientes
criterios:

PRODUCCION ALTA:
Más de dos estudios
Más de dos estudios en funcionamiento
Más de siete micrófonos
Más de dos tornamesas
Más de dos grabadoras de cinta abierta
Más de dos grabadoras de casetera
Más de dos cartucheras
Más de un tocadisco compacto
Más de una unidad móvil
PRODUCCION MEDIA
Dos estudios
Dos estudios en funcionamiento
De tres a siete micrófonos
Dos tornamesas
Dos grabadoras de cinta abierta
Dos grabadoras de casetera
Dos cartucheras
Un tocadiscos compacto
Una unidad móvil

PRODUCCION MINIMA
Un estudio
Un estudio en funcionamiento
Hasta dos micrófonos
Un tornamesas
Una grabadora de cinta abierta
Una grabadora de casetera
Una cartuchera
Ningún tocadiscos compacto
Ninguna unidad móvil

De acuerdo con estos criterios, la mayoría de emisoras estatales cuenta con


una capacidad media y una capacidad mínima. Como se puede constatar,
predominan las radios que se ubican en estos niveles con respecto a los distintos
componentes que se detallan. Aquellas que revelan una capacidad producción
alta son mucho menos.

Con ánimo de precisar este criterio, se puede afirmar, según el promedio de


valores que registra cada componente, que en Guatemala hay cinco emisoras
estatales con una capacidad de producción mínima, cuatro con una capacidad
media, y sólo dos con una capacidad alta.

La situación que muestra la radiodifusión estatal no es muy diferente a la que


presentan las emisoras privadas. También en estas predominan los niveles
inferiores de producción. La cantidad de emisoras que poseen una capacidad
alta siempre es menor a las que se ubican con una producción media y mínima.

Si se obtiene el respectivo promedio, como se hizo con las estatales, los datos
indican que de las 118 emisoras privadas que existían en 1989, sólo 22 tenían
producción alta, mientras que 45 registraban producción media y 51 producción
mínima.

En relación a los valores que registran dos componentes del equipo (tocadiscos
compactos y unidades móviles), vale agregar algunos elementos. De todas las
emisoras del país, sólo 36 declararon poseer tocadiscos compactos. Treinta de
estas estaciones eran privadas. Ese hecho se explica en virtud de que dicho
recurso técnico está relacionado a las exigencias de la radiodifusión musical, que
domina la programación radial privada.

Otro recurso que se concentra en la radiodifusión particular son las unidades


móviles. De las 39 radios que poseían estos vehículos, 29 eran privadas. Todo
ello, sin embargo, no impide que la producción se mantenga entre la capacidad
media y mínima.

En cuanto a las emisoras institucionales, la situación es un poco diferente. Su


capacidad de producción parece mayor a la que registran las emisoras estatales
y privadas. Existe cierto equilibrio en el número de estaciones que aplican en
cada nivel, aunque casi siempre son más las que se ubican con capacidad
media.

Esto se puede establecer al obtener el promedio de emisoras ubicadas en cada


nivel. Con producción Alta había 8; con producción Media, 9 y con producción
Mínima, 8.

Si se compara con los que corresponden a las estatales y privadas, estos datos
indican que la radio institucional tiene más posibilidades de producir sus propios
programas. El número de emisoras institucionales con capacidad alta de
producción es mayor que el que presentan las estatales y privadas en relación a
la cantidad de radios existentes en cada caso.

En términos generales, es posible afirmar, entonces, que la capacidad de


producción de la radio guatemalteca es muy amplia. En todos los casos
predominan las emisoras con capacidad media y mínima. Las estaciones con alta
capacidad de producción son relativamente pocas.

Producción propia y ajena

Hasta aquí se ha realizado un balance de las posibilidades materiales de la radio


del país para producir sus propios programas. Ahora corresponde establecer la
manera en que se reflejan esas condiciones en los tipos de producciones
difundidos.

Para ello se han definido cinco tipos de producción:

a. En vivo (programas difundidos simultáneamente a su producción).


b. Pregrabado propio (Programas producidos previamente por la misma
emisora).

c. Pregrabado nacional (programas producidos previamente por instituciones


guatemaltecas ajenas a la emisora).

d. Pregrabado extranjero (programas producidos previamente por


instituciones de otros países).

e. Retransmisiones (programas tomados de otra emisora,


simultáneamente a su emisión).

Al respecto, la impresión que dejan los datos es que la programación de una


considerable cantidad de emisoras está constituida por un alto porcentaje de
producciones en vivo. En efecto, 45 de las radios estudiadas dedicaban entre un
76 y un 100 por ciento de su programación de programas en vivo.

En tanto que 32 emisoras conseguían integrar la mayor parte de su


programación (más del 76 por ciento) con sus propios programas pregrabados.
Por su parte, sólo una emisora lo hacía con pregrabados nacionales y tres con
los programas tomados de la señal de otras emisoras.

Como se ve, estas radios (de 81 a 154) basaban su programación básicamente


con un sólo tipo de producciones. En ese sentido, eran menos heterogéneas que
las otras. En cuanto a éstas, su tiempo de transmisión estaba ocupado, se puede
afirmar, por una combinación de los distintos tipos de programas.

En relación a los materiales extranjeros, su presencia en la programación de la


radio guatemalteca no ocupa mucho espacio. En 1989 había 45 emisoras que
tenían hasta un 25 por ciento de su transmisión ocupada con programas de otros
países. Casi siempre se trataba de grabaciones proporcionadas por embajadas o
emisoras de países desarrollados.

En suma, los programas que ocupan más espacio en las transmisiones diarias
de las emisoras son los que se producen en vivo y los grabados previamente por
las emisoras. En total, exactamente la mitad de las emisoras estudiadas (77)
dedicaban más del 75 por ciento de su tiempo de transmisión a estos dos tipos
de producciones.

Por supuesto, las características de las producciones no se presentan de


manera uniforme en toda la radiodifusión del país. Sin embargo, las variaciones
en cada tipo son de escasa relevancia.

En lo que corresponde a la radio estatal se encuentra que hasta el 50 por


ciento de la programación de cinco emisoras es en vivo. Sólo una de ellas dedica
entre el 76 y el 100 por ciento de su transmisión a estos programas. El nivel de
pregrabado propio también es importante.
Más de la mitad (6 radioemisoras) ocupa entre el 26 y el 50 por ciento de su
transmisión a la difusión de sus producciones. El pregrabado nacional llena hasta
un 25 por ciento de las emisiones de 9 de las 11 estaciones del Estado, mientras
que cuatro emisoras dedican igual tiempo a los programas grabados en el
exterior.

En general se puede decir, entonces, que hay un saldo favorable a la


producción que realizan las propias emisoras con respecto a la ajena (nacional o
extranjera).

La situación que muestra la radio privada está orientada también a favorecer su


producción en vivo y pregrabada. Los datos indican que 37 emisoras basaban su
transmisión con un alto porcentaje de programas en vivo y 29 lo hacían con
transmisiones pregrabadas.

La presencia del pregrabado nacional no alcanzaba sino un 25 por ciento de la


programación de 50 emisoras. Sólo 2 estaciones le dedicaban entre el 51 y el 75
por ciento. Mientras que los materiales extranjeros no ocupaban más allá del 25
por ciento de la programación diaria de 24 emisoras.

Vale anotar, además, que los programas retransmitidos ocupan más espacio
en las emisoras privadas que en las estatales o institucionales. Esto se debe a
que varias radios departamentales encadenan con algunas de la capital para las
transmisiones de programas noticiosos y deportivos.

Como se puede observar, también las emisoras privadas consigan una posición
favorable a sus programas, tanto en vivo como pregrabado. La presencia de
pregrabados nacionales u extranjeros ocupa un menor espacio.

La radio institucional, por su parte, también privilegia su producción en vivo y


pregrabada, aunque en una menor proporción que la privada y la estatal.

Hay siete emisoras que dedican mayor porcentaje de su transmisión a los


programas en vivo, en tanto que sólo tres dedican el mismo tiempo a su
producción pregrabada.

El pregrabado nacional llena hasta el 25 por ciento de la programación de diez


emisoras. En estas radios y en las estatales es donde tienen más peso este tipo
de producciones, en comparación al que tienen en las privadas. En cuanto al
material pregrabado extranjero, su mayor presencia también está en las radios
institucionales: 16 emisoras le dedican hasta un 25 por ciento de su tiempo
diario.

En conclusión, hay que decir que la radio del país (estatal, privada e
institucional) mantiene un balance positivo respecto a la composición de la
producción que difunden. Hay más presencia de las producciones propias (en
vivo y pregrabadas) que las ajenas, aún cuando, como se vio antes, la capacidad
de producción ofrecida por el equipo técnico disponible es limitada.

En este sentido, la capacidad técnica no parece estar afectando el tipo de


producciones difundidas. Este puede inducir a pensar que los programas
difundidos no requieren una alta capacidad técnica. Sobre ellos, vale recordar
que la programación de la radio guatemalteca, en general, está orientada
fundamentalmente a la difusión musical.

* Nota del editor:

Mucha de la programación que las emisoras consideran como propia o


transmisión en vivo está constituida por programas musicales en los que el
locutor, desde la cabina, anuncia discos previamente programados o que el
público le solicita por la vía telefónica.

La mayoría de estos discos son música de artistas extranjeros de moda, por lo


que valdría la pena revisar el valor de “producción propia” que le asignan las
estaciones radiales, ya que en realidad no lo son.

Lo mismo ocurre en las emisoras institucionales de tendencia religiosa, que a los


predicadores propios suma un buen porcentaje pregrabado que las iglesias les
mandan desde sus sedes centrales (normalmente en Estados Unidos, con
predicadores de prestigio internacional).

El gran auge de la programación propia lo constituyen los programas “en vivo”


que varias emisoras privadas tienen en el aire, en horarios tanto matutinos, como
vespertinos y nocturnos, donde dan oportunidad a los oyentes a que se expresen
acerca de diferentes temas de la problemática diaria de los guatemaltecos (Radio
Sonora, Emisoras Unidas, Corporación Nacional, FM-95, Sideral, etc.).

Estos programas, enmarcados en lo que se conoce como “comunicación


bidireccional” sí pueden considerarse legítimamente como de producción propia
y, afortunadamente, es una tendencia que va en alza, así como algunos
programas de debates con participación del público o sin ella.

Formatos y duración de los programas

La preferencia de las emisoras por los programas que tienen interés en difundir
se inclina hacia los musicales y las charlas radiofónicas. De las radios
estudiadas, 52 estaciones mostraban un máximo interés por el formato musical,
de ellas, 4 eran estatales, 45 privadas y 3 institucionales. Cuarenta y tres
expresaban este nivel de interés por las charlas radiofónicas (4 estatales, 31
privadas y 8 institucionales).

En un segundo plano de preferencia se encontraban los formatos de radio-


revistas y noticias. El mayor interés por el primero lo compartían 37 emisoras (4
estatales, 23 privadas y 10 institucionales). En tanto que por las noticias lo hacían
32 (3 estatales, 22 privadas y 7 institucionales).

El número de estaciones interesadas por los documentales era un tanto menor.


En este caso se reportaban 4 estatales, 17 privadas y 9 institucionales, para un
total de 30. Por su parte, las entrevistas eran preferidas de manera especial por
25 emisoras (1 estatal, 7 privadas y 9 institucionales).

El formato que menos parecía gustar a las radios guatemaltecas eran las
novelas. Por éstas expresaban su máxima predilección sólo 16 estaciones (1
estatal, 6 privadas y 9 institucionales).

Tal como lo expresa la información, hay un interés diferenciado por algunos


formatos, según el tipo de emisora. Las privadas revelan una clara predilección
por los musicales. Ello guarda relación con el peso que este género tiene en su
programación. Las institucionales, por su lado, prefieren más las radio-revistas,
las novelas y los documentales. Las estatales, en cambio, muestran una actitud
similar en todos los formatos, a excepción de las novelas.

En cuanto a la preferencia general por el formato musical, vale decir que ello
podría ser indicativo de la manera en que se orienta el interés de los asuntos
relacionados con la juventud. En este sentido, aunque usualmente no se lo
considera como el más adecuado para enviar mensajes educativos, cabe la
posibilidad de revalorizar su uso en esta dirección.

Pero, además, existe una considerable cantidad de emisoras inclinadas por


formatos tradicionalmente apropiados para el trabajo educativo, como las
charlas, los documentales, las radio-revistas y las entrevistas.

Ahora, con respecto a la duración de los programas, el margen de tolerancia


parecía llegar hasta 30 minutos. De las estudiadas, había 40 emisoras que los
aceptaban de 21 a 30 minutos; 35 de 11 a 20 minutos; 34 de 10 o menos
minutos y 15 emisoras recomendaban una duración superior a los 30 minutos.

Si los materiales fueran en forma de Spots o cuñas radiofónicas (anuncios


breves), la mayor parte (74 emisoras) recomendaban una duración de 30
segundos. Pero 30 las hubieran aceptado de 40 o más segundos. Por su parte,
10 emisoras los preferían con no más de 15 segundos de duración.

En síntesis, entonces, se puede decir que existe una alta disposición por parte
de los funcionarios de las radios para difundir programas grabados dentro de una
línea educativa. Los temas, los formatos y la duración propuestos reafirman, en
términos generales, ese interés.
Los destinatarios de la radio

¿Qué entendemos por destinatarios? Cuando una radio define qué va a


transmitir, automáticamente está determinando al público que quiere llegar.
Puede ser al sector campesino que le gusta madrugar y por lo mismo programará
canciones campiranas. Puede ser un sector juvenil de clase media y difundirá
música rock, o puede ser un público que le gusten las charlas y difundirá debates
y programas en vivo. La gente que oye la radio se convierte, entonces, en el
destinatario.

Por la capacidad de cobertura poblacional de la radio, sus emisiones tienen la


posibilidad de llegar a públicos tan amplios como diversos.

Para algunos sectores, sin embargo, esta posibilidad no siempre es una


oportunidad real de acceso a los beneficios de la programación radiofónica o, por
lo menos, no tienen la misma oportunidad. Dentro del abanico de audiencia radial
posible hay ciertos sectores más favorecidos que otros.

Las características de la programación de las emisoras ya ofrecen indicios


acerca de sus públicos. Pero, para tener una idea clara sobre el particular, es
necesario apelar a los datos que proporcionan los propios radiodifusores. Sobre
ello conviene señalar que para muchos responsables de emisoras resulta difícil
precisar el público al que dirigen sus mensajes. Algunos consideran que sus
destinatarios son todos aquellos que tienen la posibilidad de tener acceso a su
señal.

Aún así, la información obtenida permite establecer cuáles son las audiencias
más y menos atendidas. Para ello se parte del análisis de la cantidad de tiempo
que las emisoras dedican a los públicos específicos.

En este sentido, se puede apreciar que el público más beneficiado por la


programación radial de Guatemala son los jóvenes. De las 154 emisoras
estudiadas, 81 le dedicaban más de tres horas diarias a la música, mientras que
sólo 8 emisoras afirmaban que no tenían ningún tiempo dedicado a la juventud.

El hecho de que los jóvenes sean la audiencia privilegiada de la radio no


necesariamente supone que la programación que se le ofrece esté orientada a
analizar su problemática. Generalmente los radiodifusores definen a los jóvenes
por un único perfil: su afición por la música moderna.

Después de la juventud, la radio coloca a la familia como destinataria de sus


mensajes. Había 56 emisoras que le conferían más de tres horas de su
programación rutinaria y 17 no le destinaban ningún tiempo específico. Una
importancia similar le otorgaban a los adultos. En este caso, 55 emisoras
dedicaban a este segmento poblacional el mayor tiempo y sólo diez estaciones
no le dedicaban ningún espacio específico.
Las amas de casa era otro público al que las emisoras le daban cierta
importancia: 33 emisoras le dedicaban más de tres horas. A esta audiencia van
destinados entre otros, los programas sobre la mujer cuyos contenidos, en la
mayoría de los casos, consisten en consejos sobre cocina y otros aspectos de la
vida hogareña.

Los profesionales y los estudiantes también constituyen un público de relativa


importancia para la radio, aunque no son muchas las emisoras que le dedican
más de tres horas diarias de su programación (23 y 19, respectivamente). En
todo caso no se puede afirmar que sea una audiencia marginal, si se considera
que sólo 34 emisoras reconocen que no destinan ningún tiempo a profesionales y
estudiantes.

Los campesinos es uno de los públicos a los que más emisoras reconocen no
dedicar tiempo. En cambio, sólo 22 de las radios analizadas le dedicaban más de
tres horas. Si se toma en cuenta la importancia social de este grupo, la atención
prestada es ciertamente escasa. A ello hay que agregar que el tiempo de difusión
sobre asuntos de particular interés para esta audiencia, como agricultura y
ecología, es mucho menor que la cantidad de horas que se afirma dedicarle (sólo
9 emisoras transmitían más de una hora sobre temas agrícolas durante el día).
Sobre esto vale la pena señalar que a los campesinos se les percibe también
como destinatarios de cierto tipo de música (rancheras, tex mex y marimbas).

En cuanto a los creyentes, había 14 emisoras que afirmaban dedicarles más de


tres horas de programación. No obstante, 15 radios expresaron un máximo de
interés religioso. Esta aparente contradicción es comprensible si se considera
que las emisoras religiosas no son destinadas únicamente a los militantes de las
diferentes denominaciones religiosas.

De todos los públicos, el más marginado es la niñez. Sólo 7 emisoras


dedicaban más de tres horas de su programación a los niños. En tanto, 16 les
destinaban más de una hora e igual número lo hace con programas de 30
minutos. Hay 39 estaciones que disponían de algún tiempo para los niños,
mientras que 49 reconocían no dedicarles ningún espacio.

En síntesis, los datos indican que los principales públicos de la radio estatal
están constituidos por la familia, los adultos, las amas de casa, los jóvenes y los
profesionales. Entre cada uno de estos grupos no hay diferencias bien
delimitadas, aunque la atención que se ofrece al grupo familiar es claramente
superior al de los demás destinatarios. Todas las emisoras del Estado dedican
tiempo a este público y cuatro de ellas lo hacen por más de tres horas.

Los campesinos, los niños y los estudiantes representan para la radio estatal
públicos secundarios. De estos tres, el menos favorecido por la programación
radial del Estado son los campesinos. A ellos, sólo cuatro emisoras les dedican
tiempo.
El público que está ausente para la radio estatal son los creyentes.

Por su parte, las emisoras privadas definen como públicos principales de sus
mensajes a los jóvenes, los adultos y la familia. El público juvenil es el más
favorecido. Había 73 emisoras que le dedicaban más de tres horas y sólo cuatro
no les destinaban ningún espacio.

La preferencia por el público joven está directamente relacionada con la


predominante programación musical que registran las emisoras privadas. En este
sentido, pareciera que se entiende a los jóvenes únicamente como virtuales
consumidores de los mensajes musicales y comerciales.

En un segundo nivel de importancia se ubican cuatro tipos de destinatarios: las


amas de casa, los profesionales, los estudiantes y los campesinos. De estos, la
gente del campo tiene los niveles más bajos.

Uno de los públicos que aparecen marginados en la programación de radios


estatales y privadas es el privilegiado de las radios institucionales: los creyentes.
A ellos les dedicaban más de tres horas diarias las 15 radios del sector.

Otros públicos que la radio institucional define como “principales” son la familia,
los campesinos, los jóvenes y los adultos. Como se observa, en este grupo de
audiencia relevante sólo los campesinos son nuevos. Para los otros tipos de
emisoras sólo tienen un carácter secundario.

En una posición secundaria para las emisoras institucionales están los


profesionales, los estudiantes y las amas de casa. En tanto que otra vez se
reafirma la marginalidad del niño como audiencia. Sólo tres emisoras
institucionales le dedican algún tiempo.

El cambio más relevante que presenta la radiodifusión institucional en relación


a las demás emisoras es la reivindicación de los creyentes y los campesinos
como público a quién dirigirse. Como contrapunto, se reafirma la condición de
marginados de los niños, para quienes no existe ninguna radio que les dedique
espacio en exclusividad, pese a ser el futuro de la Patria.
AUTOCONTROL No. 6

1) Cuando hablamos de capacidad de producción de una radio, ¿a qué nos


referimos?

2) ¿Cómo se clasifican las radios de acuerdo a su capacidad de


producción?

3) ¿Cuáles son los cinco tipos de producción radiofónica que existen?

4) ¿Por qué se dice que muchos de los programas en vivo que


producen las radios nacionales técnicamente no deberían llamarse así?

5) ¿Qué es la comunicación bidireccional?

6) ¿Qué formato de programas prefieren las radioemisoras para transmitir?

7) ¿Cuáles son los destinatarios de la radio?

8) ¿Cuál es el público más atendido por las radios y cuál es el peor atendido
por éstas?
VII. El periodismo radiofónico

El 1 de junio de 1938 se emitió, a través de Radio Nacional TGW, la primera


emisión del Diario del Aire, hecho que marca el inicio del periodismo radiofónico
guatemalteco y el nacimiento del radioperiodismo en el país.

Los pioneros de esta actividad en Guatemala fueron Miguel Angel Asturias y


Francisco Soler y Pérez.

Aunque en rigor a la verdad, ya existía un precedente. Años atrás (1929-1930),


Federico González Campos leía, durante las emisiones nocturnas de la TGA, las
noticias que se imprimían, en esos momentos, para el diario El Tiempo.

Esto lo hacía porque González Campo era redactor del medio impreso y,
cuando dejaba por las noches la redacción, se llevaba bajo el brazo algunas de
las principales noticias para leerlas ante el micrófono y compartirlas con el
auditorio de la primera emisora radial de Guatemala.

Sin embargo, la esquematización formal que le imprimieron Asturias y Soler y


Pérez a las emisiones de Diario del Aire, básicamente una redacción para ser
leída en voz alta, permitió que el medio tuviera una gran acogida.

Asturias, director del medio informativo, era quien escribía las noticias y él las
leía al aire, así como corregía las redactadas por sus colaboradores, dándoles un
toque personal.

Eran noticias breves, escritas con un lenguaje sencillo. Tal y como ahora se
exige que deben ser escritas las noticias para la radio.

El radioperiódico se difundía entre las 13:05 y las 14:40 p.m. (35 minutos al aire),
y tenía un total de 11 empleados.

En la Hemeroteca del Archivo General de Centro América se encuentran


algunas de las emisiones escritas y que luego eran divulgas en Diario del Aire. A
continuación reproducimos una que, además, consigna datos importantes sobre
los radioescuchas de esa época:

“Diario del Aire, radio-periódico guatemalteco de informaciones, en su primera


emisión del 4 de enero de 1941... difunde La Voz de Guatemala, en Guatemala,
el país de la asidua primavera... En la Secretaría de Fomento se hizo una
estadística de los aparatos radiorreceptores (sic) inscritos hasta el 31 de
diciembre de 1940. En la capital fueron inscritos 9,611 aparatos radiorreceptores,
y en los departamentos 5,955. En total, se inscribieron 15,566.
“Como se cancelan patentes por radios inservibles, vendidos, o que no pagan el
impuesto de 25 centavos, durante el censo del año pasado se cancelaron en la
capital 414, y en los departamentos 642; es decir un total de 1,056 patentes
canceladas. Descontando las cancelaciones, hay en la actualidad 14,510
aparatos radiorreceptores y que deben declararse, conforme a la ley, para cubrir
el impuesto de 25 centavos mensuales.

“Al suministrar esta información DIARIO DEL AIRE aprovecha la oportunidad del
cálculo oficial que establece que hay en la república 14,510 aparatos
funcionando, para sacar un promedio entre aparatos que sintonizan el DIARIO
DEL AIRE, que son los más, según una encuesta efectuada hace algún tiempo
por la Voz de Guatemala, y el número de personas que escuchan en cada
aparato radiorreceptor, de 72,550 personas que en toda la República escuchan
DIARIO DEL AIRE, en los radios inscritos en la Secretaría de Fomento. En este
cálculo no se incluyen los altoparlantes públicos que funcionan en esta capital y
en las plazas de los departamentos invisibles, y que son en los que
indudablemente escuchan DIARIO DEL AIRE, mayor número de personas.
Tampoco incluimos aquí todos los radiorreceptores que nos escuchan en Santa
Ana, San Salvador, Ahuachapán, Sonsonate, La Libertad, San Vicente de El
Salvador; Tegucigalpa, La Ceiba, San Pedro Sula y demás ciudades y
poblaciones de Honduras, ni los amigos invisibles que nos escuchan en
Tapachula, así como en Belice, y en Managua y otras ciudades de Nicaragua.
Tomando en cuenta el promedio que hemos hecho, en 5 personas que escuchan
DIARIO DEL AIRE por radiorreceptor inscrito en la República que hace un total
de 72,550, y de los que nos oyen en los parques públicos y fuera del país, fácil
es concluir que DIARIO DEL AIRE es escuchado diariamente por más de
100,000 personas. No es un cálculo exacto pero sí indudablemente muy
aproximado a la verdad”.

Terminado el régimen de Jorge Ubico, empezaron a aparecer nuevas


radiodifusoras y con ellas otros radioperiódicos. Los primeros fueron:

— Radio Reporter, del periodista Humberto Madariaga, fundado en diciembre


de 1944.

— Noticiero Continental, de Oscar Luna Molina, creado el 1 de septiembre de


1945.

— Atalaya salió al aire el 1 de febrero de 1946.

— Guatemala Flash, de Carlos de León Paz, comenzó a difundirse el 1 de


noviembre de 1946.

Durante diez años, estos medios de comunicación mantuvieron la atención del


público. A partir de 1955 el radioperiodismo se extendió en todo el ámbito
nacional, al grado de que era rara la emisora que no contaba en su programación
con, por lo menos, un espacio noticioso.
El número de radioperiódicos creció enormemente. En 1967, en la Dirección
General de Radiodifusión existían registrados 60 radioperiódicos, mientras que
para 1985 el número ascendió a 283 en todo el país. Vale la pena señalar que el
número no incluye a los informativos especializados en deporte.

Carlos Eduardo Mejía Paredes, en su tesis Limitantes de la Información por


Radio en Guatemala, previa a optar el título de Licenciado en Ciencias de la
Comunicación (septiembre de 1991), subraya una característica importante del
radioperiodismo:

“El radioperiodismo ha cumplido con informar antes que orientar, como es la


función primordial del periodismo; quién sabe si se deba a que el tiempo en la
radio es muy corto, 15 minutos, media y una hora, que regularmente utiliza un
radioperiódico, o bien porque la costumbre se vuelve ley, porque desde los
mismos inicios hasta nuestros días se sigue la misma técnica de intercalar
noticias con anuncios hasta cubrir el tiempo contratado en la radio,
complementándolo con un editorial que es el sentir y pensar de la empresa, que
no siempre se ajusta a los intereses de la comunidad”.

Mejía también señala una de las grandes deficiencias del periodismo radial en
Guatemala:

“…El radioperiodismo se ha incrementado enormemente, al grado que se


puede afirmar que es la profesión más socorrida de la improvisación, pues es
suficiente que cualquier persona compre un tiempo en una radiodifusora,
gestione y cobre los anuncios de unas cuantas casas comerciales, se agencie los
periódicos impresos del día, recoja los boletines de las dependencias del Estado
y tenga ya el material necesario para treinta minutos de emisión, aparte de que él
mismo transmite las noticias recolectadas”.

En todo caso, nadie puede negar la importancia del radioperiodismo en


Guatemala. En las emisoras capitalinas hay 19 radiodifusoras que transmiten
desde uno hasta 13 radioperiódicos durante su programación regular, mientras
que cuatro empresas radiales han establecido cadenas particulares que enlazan,
a determinadas horas con emisoras del interior, lo que les permite coberturas a
nivel nacional o, por lo menos, de amplias zonas del país.

Entre los noticieros que utilizan este sistema de cobertura nacional podemos
citar Patrullaje Informativo, de Emisoras Unidas; Sonora es la Noticia, de Radio
Sonara; Radioperiódico El Independiente, por la cadena de emisoras Nuevo
Mundo, Guatemala Flash, a través de emisoras en FM encabezadas por Fabu
Stereo y Comando Informativo, de la cadena encabezada por Radio Mundial y la
Cadena Azul.

Otras quince radiodifusoras, cuya potencia oscila alrededor de los 15 kilovatios,


transmiten radioperiódicos desde la capital, con una cobertura más limitada, que
no les permite servir las zonas más alejadas. Este limitante les ha hecho perder
audiencia en relación a las grandes cadenas, particularmente frente a Sonora es
la Noticia y Patrullaje Informativo, los gigantes de la radiodifusión nacional a los
que se unió, en 1998, la Radio Corporación Nacional, RCN.

Uno de los radiodiarios de más larga vida ha sido Guatemala Flash que aún se
continúa difundiendo. Este radioperiódico forma parte de la historia del
periodismo nacional, en la medida en que sus propietarios y cuerpo de redacción
sufrieron la represión y la censura gubernamental.

En 1960, por ejemplo, el director de dicho radiodiario, Ramiro MacDonald Blanco,


sufrió un atentado. El folleto Info-Flash relata que MacDonald, junto a varios
colegas, había realizado un viaje a Cuba y luego transmitió sus impresiones, lo
cual molestó al gobierno de Miguel Ydígoras Fuentes. MacDonald Blanco se
defendió por todos los medios legales a su alcance y logró hacer pública la
evidente maledicencia gubernamental en su contra. El régimen de Ydígoras
Fuentes pasó de las amenazas y las presiones de todo tipo, a los hechos,
cuando el 12 de diciembre de 1960 MacDonald Blanco fue brutalmente agredido.
En horas de la noche, un grupo de individuos lo esperaba, cuando la víctima
procedía a abordar su automóvil. Los atacantes le propinaron una fuerte golpiza y
le dispararon varias veces. El periodista fue atendido de emergencia en un centro
hospitalario y luego salió al exilió durante varios meses.

Treinta y ocho años después, en 1997, Ramiro MacDonald, hijo, denunciaba que
el gobierno de Álvaro Arzú Irigoyen impulsaba una campaña para tratar de
ahogarlo, tal como lo hiciera con otros medios periodísticos del país, debido a
que no aceptaba la línea independiente del radiodiario. Finalmente, un año
después, MacDonald se vio obligado a vender los derechos de Guatemala Flash
para evitar su desaparición.

La radio como canal educativo

La radio en Guatemala es, sin lugar a dudas, el medio de comunicación que más
impacto ha tenido en la vida de los guatemaltecos. En la ya lejana década de los
sesenta se calculaba que, en las regiones rurales del oriente del país, tres de
cada cuatro agricultores tenía un radiorreceptor y, en el altiplano indígena, uno de
cada dos.

Estos datos, compilados por el Programa de Educación Básica Rural (EBR) en


los años 1973-1974 demostró que la radio, con su costo relativamente bajo y su
atractivo para las comunidades podría tener un gran potencial a la hora de llevar
mensajes educativos a grandes porciones de población.

En consecuencia, el Programa de Educación Básica Rural instaló dos


estaciones de radio en regiones rurales del país para transmitir mensajes
educativos a pequeños agricultores. Cada una de estas estaciones estaba en el
aire ocho horas diarias, durante las horas de mayor audiencia.
La experiencia de este programa piloto, que operó en Quezada (Jutiapa) y
Momostenango (Totonicapán) demostró, a nivel de conclusiones, tanto las
ventajas como las limitaciones que dicho medio presentaba a nivel de
comprensión de sus mensajes.

Entre las ventajas encontradas por el estudio del EBR se pueden citar las
siguientes:

a. La radio puede llegar a un gran número de personas. Las encuestas de


evaluación indicaron que la audiencia aumentó hasta en un 90 por ciento
en algunas áreas experimentales bajo la cobertura de las estaciones del
EBR. Incluso, en algunas zonas la audiencia se extendió más allá de las
áreas contempladas en el plan piloto.

b. La radio puede convertirse rápidamente en una fuente aceptable de nueva


información. Al finalizar el experimento, el 69 y el 48 por ciento de los
agricultores de oriente y occidente, respectivamente, reportaron haber
obtenido buenos consejos de la radio. Los habitantes de ambas regiones
expresaron mayor preferencia por aquella información que se relacionaba
con sus tareas agrícolas.

c. La radio puede producir cambios específicos de comportamiento. No sólo


es útil para proporcionar información general, sino que también puede ser
útil para desarrollar habilidades y comportamientos específicos.

d. La radio puede lograr un impacto significativo en cambios de


comportamiento. En una de las áreas de oriente, los primeros resultados,
fruto de las indicaciones, fueron la adopción de prácticas agrícolas
sugeridas por los programas radiales. Esto alcanza resultados óptimos
cuando en el área se ha tenido alguna experiencia previa en programas de
desarrollo comunal.

e. La radio puede convertirse en un medio personalizado. La radio no


necesariamente tiene que ser catalogada como un medio impersonal y,
por lo tanto, no apropiado para un ambiente cerrado. La personalización,
en el programa EBR se logró por medio de cartas de la audiencia,
programas de preguntas y respuestas, anuncios de eventos locales,
entrevistas a los agricultores y el enfoque de los mensajes a las
necesidades urgentes, el uso de modismos locales y un sistema de
retroalimentación viable que permitieran mantener los programas en el
curso adecuado.

f. La radio puede combinar efectivamente la educación y el entretenimiento.


Tal vez la audiencia numerosa y continua de la experiencia EBR se debió
a este factor más que a ningún otro. La “radionovela” que combinaba las
recomendaciones agrícolas con un drama de la vida real fue uno de los
programas más populares. La audiencia se identificó con los personajes e
indudablemente los utilizó como modelo. Los programas de complacencia
musical también fueron populares, así como los programas de pláticas y
recomendaciones agrícolas.

g. La radio puede transmitir nueva información a los analfabetos en forma


efectiva. Si un analfabeto tiene una mentalidad en contra de una nueva
información, esto no le impide captar la idea por medio de la radio. No se
encontró ninguna diferencia en la adopción de nuevas prácticas agrícolas
entre los analfabetos y las personas que sabían leer y escribir en aquellas
áreas a las cuales llegaba la radio.

h. La radio puede utilizar efectivamente una variedad de enfoques de


programación. Es importante notar que el mismo mensaje de ERB fue
presentado en varias formas distintas. Además de la novela y la
entrevista se utilizaron anuncios cortos, programas de pláticas, etc. No
sólo se pudo utilizar una variedad de formas, sino la multiplicación de
éstas, permitió la mejor recepción del mensaje.

Las limitaciones fueron las siguientes:

a. La radio, por sí sola, no logra cambios de actitud en todos los ambientes.


Hubo un cambio significativo en la percepción en el área de occidente.
Las razones para esto no quedaron claras, pero podría obedecer a la
mayor identificación personal con la estación que la alcanzada en oriente.

b. La radio sola no logra cambios de comportamiento en todos los


ambientes. La radio no logró un impacto significativo de cambios en
las prácticas agrícolas en aquellas áreas donde llegaba en exclusiva.
Cuando estas áreas se comparan con aquellas donde existía la
experiencia previa de programas comunitarios, el impacto fue mucho
mayor.

c. El mensaje de la radio debe estar bien preparado, bien presentado y


acompañado por un sistema de retroalimentación efectivo. Es importante
recordar que los tratamientos EBR involucraron una preparación
extensa del mensaje y del sistema de retroinformación, la cual incluyó a
los monitores y agrónomos como fuentes de asesoría personal y
retroinformación. Los resultados no pueden generalizarse para un
sistema de radio educativa que no esté altamente integrado.

d. El éxito de la radio depende de las características culturales, sociales y


económicas del área donde se trabaja. Existe una interrelación compleja
entre la efectividad de la radio como tratamiento de comunicación y las
características del área geográfica y la población involucradas. Quezada,
en oriente, pareció, en aquel momento, estar preparada para el
cambio. A medida que se fue compilando más información preliminar se
hizo evidente que la gente de Quezada había estado expuesta a
otros programas y que ya había iniciado la modernización de sus
prácticas. Los factores culturales en occidente también parecieron afectar
la efectividad de la radio, en cuanto que el contacto personal, y no la radio,
parecieron ser más apreciados inicialmente para la transmisión de
información.

La radio en la actualidad

El auge de la radio en los últimos veinte años ha producido un aumento


vertiginoso, tanto de emisores (empresas) como de receptores (audiencia). En la
actualidad hay en el dial de la radio unas 200 emisoras, la mayoría de ellas en la
ciudad capital.

Según datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y el Censo


Nacional de 1994, de cada mil habitantes de Guatemala 120 tienen un radio
receptor. lo que significaba que, para esa fecha, en Guatemala escuchaban la
radio diariamente 1 millón 200 mil oyentes.

La cifra, no obstante, no parece exacta. Un informe de la Asociación pro


Bienestar de la Familia (APROFAM), realizado en 1996, revelaba que 600 de
cada mil habitantes tenían una radio, dato que se considera más próximo a la
realidad.

Otro dato interesante sobre el margen de crecimiento de radioescuchas es un


estudio que revela que el 98.7 por ciento de la población escucha la radio en el
área metropolitana de la ciudad de Guatemala. Este informe, citado por Mario
Recinos, en su tesis de graduación La comunicación radiofónica en el área Kiché:
situación actual y perspectivas, fue realizado por el consorcio Central de Radio,
S.A., a partir de un estudio de preferencias de las cinco emisoras líderes en el
mercado radial del país.

La radio departamental:
Los inicios de la radio quetzalteca

La radio de provincia, como ya se apuntó, nace en Quetzaltenango. Su origen


inmediato puede señalarse en los viajes que el dictador, Jorge ubico, realizaba al
interior del país para “supervisar” la labor de los gobernadores y los alcaldes.

La labor de la TG25, la emisora portátil que Ubico llevaba siempre consigo,


“inspiró” a un grupo de quetzaltecos, amigos de Ubico, quienes sugirieron al
gobernante la posibilidad de instalar, de manera permanente, una emisora en
Quetzaltenango. Ubico, gran amante de la radio dio su aprobación al proyecto e,
incluso, cedió parte de los equipos de la TG-25 para que el proyecto pudiera
hacerse realidad rápidamente.

Al proyecto se le dio carácter de prioridad. La municipalidad de Quetzaltenango


cedió un terreno en la parte alta del “foyer” del Teatro Municipal, para que allí
fuera instalada la emisora, mientras que los señores Capuano, propietarios de la
fábrica de casimires que lleva su nombre, donaron unas cortinas de color gris
para los estudios. Por esa simpática razón, el primer salón radiofónico de la TGQ
se llamó “el salón gris”.

La estación se instaló con toda velocidad y Ubico, encandilado con la idea de


tener una emisora departamental que cantara sus grandezas, empezó a
equiparla cada día mejor, hasta llegar a tener allí una radio de mayor calidad.

El técnico de la emisora (en la época no se conocía el cargo de director) era el


señor Roberto Chaluleu Gálvez y su locutor, Alfonso Sáenz.

Las emisiones de la TGQ se hacían, simultáneamente, en las bandas larga y


corta y se transmitían desde las famosas “torres inalámbricas” de
Quetzaltenango, que estaban en lo que hoy es la zona 3 de la ciudad altense, en
la Colonia Minerva. Se tiene conocimiento de que las torres fueron un obsequio
del presidente de México, Lázaro Cárdenas.

“La radio transmitía en tres lapsos de tiempo: de 6 a 8, por la mañana; de 12 a


14, al mediodía y de 7 a 10 de la noche”, explicó el escritor Víctor Salvador de
León, uno de los más conocidos locutores de la TGQ.

La democracia y la radiodifusión quetzalteca

Con la caída de Ubico, se abrió la posibilidad de que surgieran emisoras


independientes. Así, en 1947, nació la TGD, La Voz de Occidente.

En 1952, el presidente Jacobo Arbenz Guzmán, originario de Quetzaltenango,


decidió reforzar la TGQ y ordenó que la Radio Morse, que funcionaba en el
actual Palacio de Correos, de la capital, fuera trasladada a Quetzaltenango.

Tras ella llegó Radio Landívar, en 1956 y, posteriormente, Radio Xelajú. La


última emisora en AM de la época es Radio Tecún Umán, que salió al aire el 6 de
enero de 1979.

Pero una de las que tuvo más vitalidad fue la TGD, la segunda emisora de
Quetzaltenango y la primera privada. Inició sus transmisiones el 18 de febrero de
1947. Su fundador José Angel Illescas, cuenta que él mismo construyó los
primeros transmisores, “pequeñitos, de 40 por 60 centímetros, fabricados con
antiguos tubos de recepción, adecuados para poder transmitir”, según recuerda.

Al rememorar esa época, Illescas señala que, pese a que su emisora era poco
técnica, más bien artesanal, “se escuchaba con nitidez en toda la ciudad, y tenía
una potencia aproximada de 100 vatios”.

La TGD estuvo en el aire con ese improvisado transmisor por cerca de tres
años. Entonces, y ya aprovisionada con un nuevo equipo, siempre de fabricación
casera, estuvo en el aire un tiempo más hasta que se pudo importar el primer
transmisor de marca. Ese cambio le permitió a la TGD emitir también en banda
corta, traspasando las fronteras de Guatemala.

En sus primeros años, la TGD lograba mantenerse con los anuncios de los
patrocinadores locales, salvo por anuncios de productos de compañías
farmacéuticas, de nivel nacional. Posteriormente y gracias a la nueva cobertura
de la radio, empezaron a pautar casas comerciales de ciudades vecinas a
Quetzaltenango, como San Cristóbal Totonicapán.

Entre las anécdotas más ricas de la TGD es que la emisora compró su propia
marimba para realizar presentaciones en vivo en su teatro-estudio, el que llegó a
ser un programa cultural de amplia aceptación por el público de la emisora.

Radio Cadena Landivar fue la segunda emisora privada de Quetzaltenango. Su


origen está vinculado a un nombre: Heberto Díaz, una persona íntimamente
ligada a la radiodifusión guatemalteca.

A Díaz se le reconoce en el ámbito radial guatemalteco como un activo


constructor de equipos de transmisión. De sus manos han salido los equipos que
permiten estar en el aire a emisoras como Radio Indiana (Mazatenango, 1957);
Radio Cobán (1960) y Radio Quiché (1964).

Luego de trabajar en la capital guatemalteca, Díaz regresó a su nativa


Quetzaltenango en 1954 para trabajar en el restablecimiento técnico de la TGQ.

Pasados dos años y en reconocimiento de su trayectoria, la Dirección General


de Radiodifusión le concedió una frecuencia de radio. Así, el 2 de diciembre de
1956 se inició como radiodifusor y propietario, al inaugurar Radio Landívar,
TGRL, que daría origen a la Radio Cadena Landívar.

En su inicio, Radio Landívar transmitía en dos frecuencias: 1,170 Khz, en onda


media, y 6060 Khz (49 metros, onda corta), con un transmisor de 500 vario que el
mismo Díaz construyó.

La emisora transmitía programas en vivo, el más popular de todos: “La canción


de los barrios”, que se emitía en vivo desde los diferentes barrios de la ciudad
altense y que consistía en organizar concursos entre cantantes profesionales y
aficionados, cuyo ganador era patrocinado por una casa comercial.

También tuvo una gran audiencia el programa del guitarrista Danilo Rivera, el
que diariamente se transmitía desde la casa del artista. Además, Radio Landívar
transmitió las famosas radionovelas dirigidas por la escritora Estela Molina.

Finalmente, Radio Landívar puso mucho empeño en transmitir, el fútbol desde


diferentes estadios del país, así como de El Salvador y Honduras y se destacó
por organizar una maratón en favor de la construcción del gimnasio municipal de
Quetzaltenango.
El auge de la Frecuencia Modulada (FM)
en Quetzaltenango

José Ralón Cruz, quien se inició en la TGQ, donde se apasionó con el mundo de
la radiodifusión, es uno de los empresarios quetzaltecos de más prestigio en este
campo. Actualmente es propietario de dos emisoras de FM: Stereo 100 y Stereo
Primavera.

Forjado en el campo de la radiodifusión, Ralón Cruz explica que en el bienio


1960-1962 la TGQ era, seguramente, la emisora guatemalteca de mayor
cobertura, gracias a los esfuerzos de técnicos como Carlos Linde y Antonio
González.

Ambos técnicos armaron transmisores que estaban abandonados y equiparon a


la TGQ de tal manera que difundía simultáneamente con tres transmisores: uno
en onda media y dos en onda corta, en las bandas de 25 y 49 metros, lo que
daba una cobertura internacional sin precedentes en la radiodifusión
guatemalteca.

En su mejor época, TGQ puso en antena un programa que se llamó DX


Internacional, con programas en inglés y francés que cosechó reportes y
felicitaciones de países americanos, europeos y hasta asiáticos.
AUTOCONTROL No. 7
1) ¿Qué medio marca el inicio del radioperidismo en Guatemala?

2) ¿En qué forma redactaba Miguel Angel Asturias las noticias que difundía
el Diario del Aire?

3) ¿Cuál es la principal deficiencia del periodismo radiofónico?

4) ¿Podría describir tres de las ventajas que encontró en la radio el Programa


de Educación Básica Rural (EBR) en los años 1973-74?

5) ¿Podría describir tres de las desventajas que encontró en la radio el


Programa de Educación Básica Rural?

6) ¿Qué es lo que refleja la distribución geográfica de las radioemisoras?


Capítulo VIII
Cómo obtener una frecuencia
para operar una emisora de radio

Poner en funcionamiento una emisora no es algo que pueda hacerse,


simplemente, comprando el equipo de transmisión, instalándolo y empezando
sus operaciones. Es algo que debe ser regulado por la Dirección General de
Radiodifusión, después de haber llenado una serie de requisitos.

De acuerdo con la Ley de Radiodifusión, en vigencia desde 1965, "las


frecuencias son propiedad inalienable e imprescriptible del Estado, a quien
compete su distribución y la reglamentación necesaria para el debido empleo de
las mismas".

Para la construcción, importación, instalación, explotación y funcionamiento de


estaciones radiodifusoras es necesario obtener previamente las licencias
correspondientes, de lo contrario pueden ser decomisadas por del Estado.

Las licencias para construir, importar y poner en funcionamiento una


radioemisora, sólo se conceden a las personas que llenen las siguientes
calidades:

— Ser de nacionalidad guatemalteca

— No estar limitado en el goce de los derechos ciudadanos

— Carecer de antecedentes penales

— Residir en el territorio guatemalteco

El Estado, en casos especiales y previo dictamen de la Dirección General de


Radiodifusión, podrá otorgar licencias a extranjeros cuando en los países de
éstos se concedan iguales derechos a los guatemaltecos. Quiere decirse que
ningún extranjero puede obtener el usufructo de una frecuencia en Guatemala si
en su país de origen se niega el mismo derecho a un guatemalteco.

Quince días después de que el director de una emisora obtenga su licencia,


deberá presentarle a la Dirección General de Radiodifusión el reglamento interno
con que operará su empresa.

Esto significa que una emisora no es una empresa como cualquier otra. Debe
tener un reglamento que norme cómo va a operar, sus horarios, qué tipo de
programación va a ofrecer.
El Estado asume un papel de garante de las buenas costumbres, del uso
correcto del idioma (la referencia es únicamente al español), del respeto a las
tradiciones y la forma de ser y pensar de las comunidades. De alguna manera
también protege su soberanía, pues la radio podría ser utilizada por elementos
que pudieran subvertir el orden establecido.

LEY GENERAL DE TELECOMUNICACIONES

La Ley General de Telecomunicaciones, aprobada por el Congreso el 17 de


octubre de 1996, regula la forma cómo se otorgan las frecuencias a los
particulares de la siguiente manera:

— El aprovechamiento de las bandas de frecuencias reguladas será


asignado mediante títulos que representan el derecho de usufructo.

— Este usufructo podrá ser arrendado y/o enajenado parcialmente, pero


obliga a inscribir, en el Registro de Telecomunicaciones, cualquier
enajenación de los derechos. Aquí hace énfasis en que los titulares
serán los responsables por las violaciones que surjan en la explotación de
las frecuencias.

— Los títulos de usufructo serán nominativos y podrán negociarse total o


parcialmente durante su vigencia. Su transferencia deberá efectuarse
mediante endoso con su inscripción correspondiente en el Registro de
Telecomunicaciones.

— Para la adjudicación de títulos de usufructo de frecuencias, cualquier


persona interesada, individual o jurídica, nacional o extranjera, presentará
ante la Superintendencia una solicitud detallando en ella las bandas de
frecuencias y las características de los títulos a los que aspira (banda o
rango de frecuencia, horario de operación, área geográfica de influencia,
potencia máxima efectiva de transmisión, intensidad máxima de campo
eléctrico o potencia máxima admisible en el contorno del área de
cobertura. También el número de orden y registro del título, y su fecha de
emisión y vencimiento.

— La Superintendencia emitirá una resolución admitiendo o no la solicitud


para su trámite. Dicha resolución, de acuerdo al Artículo 61 de la Ley
General de Telecomunicaciones, deberá ser emitida y notificada en un
plazo no mayor de tres días, contados a partir de la fecha en que la
solicitud fue presentada.

La Superintendencia, de acuerdo a la ley, únicamente podrá denegar el trámite a


solicitudes que, de conformidad con los avances tecnológicos, sean imposibles
de definir en las condiciones sugeridas por el solicitante.
Al otorgamiento del título de frecuencias podrán oponerse aquellas personas
individuales o jurídicas que tengan un interés fundado y legítimo y que puedan
resultar perjudicadas si la concesión se realiza. Un ejemplo de lo anterior sería
que una emisora, por su potencia, interfiriera en una frecuencia autorizada para
otra radioemisora.

Al margen de estos aspectos y en lo que se refiere a los contenidos de la


programación, la radiodifusión debe cumplir con funciones establecidas por la
ley, entre ellas, una recreativa por medio de programas musicales, deportivos,
culturales; programas de participación del público, variedades de diverso género
y todos aquellos que, sin atentar contra la moral y buenas costumbres,
proporcionen entretenimiento.

No cualquier persona puede desempeñar el cargo de locutor, anunciador


comercial, cronista, narrador, crítico o comentarista. Para hacerlo debe presentar
un título universitario, académico o de una escuela especial autorizada. Si no lo
posee, deberá obtener un diploma de capacitación otorgado por la Dirección
General de Radiodifusión, previo examen escrito u oral que practicará ante una
terna de personas entendidas en la materia y designadas por la propia Dirección.
En este caso, los gastos del examen serán pagados por el interesado.

Esta disposición, como muchas de las leyes de Guatemala, no se cumple a


cabalidad. De ello se han derivado graves inconvenientes para el gremio de
locutores y periodistas en general, porque hay muchos "locutores" improvisados
que rayan en la vulgaridad. Un profesional de la radio debe respetar el hecho de
que cuando una persona nos sintoniza, nos abre las puertas de su hogar. Somos
sus "invitados" y, como tales, debemos guardar el máximo respeto por las
costumbres y modo de pensar de nuestros anfitriones. Un consejo práctico es
tener en cuenta que si damos respeto, recibiremos, en justa correspondencia, el
debido respeto.

La ley también norma que, además de las condiciones mencionadas, los


locutores deberán ser ciudadanos guatemaltecos, mayores de edad y poseer
licencia expedida por la Dirección General de Radiodifusión. Estas licencias,
además, pueden ser canceladas cuando sus poseedores falten a la ética
profesional, sean condenados por delitos de calumnia o injuria, o no se ajusten a
lo preceptuado por la Ley.

Sin embargo, se estipula que las estaciones de radio podrán facilitar sus
micrófonos a cualquier ciudadano para que pronuncie conferencias de interés
general. En estos casos, el representante legal de la emisora asumirá,
solidariamente con el disertante o conferencista, las responsabilidades legales
consiguientes.

Los radioperiódicos deben llenar también requisitos legales claramente


establecidos en la ley. Así, deberán tener un director, quien será responsable
legalmente por el contenido de lo que transmita. Para este efecto, dice la norma,
los radioperiódicos y sus directores se inscribirán en la Dirección General de
Radiodifusión.

La radio y la televisión son transmisiones para todo el público que tenga un


receptor con AM, FM u ondas cortas. En cambio, las comunicaciones privadas
son de radio a radio (o sea, de persona a persona). Nadie más puede tener
acceso a esta especie de telefonía sin hilos.

Las frecuencias, para televisión, funcionan en las bandas de UHF y VHF,


mientras que en la radio operan en AM y FM o en las distintas bandas de onda
corta. Esta clasificación es la utilizada en materia de radiodifusión, que es muy
diferente a las comunicaciones privadas.

La concesión de frecuencias:

Es importante saber que las frecuencias radioeléctricas son recursos no


renovables que pertenecen al Estado. Este las otorga de acuerdo a lo regulado
por la ley.

En el caso de Guatemala, el Estado concede una frecuencia en usufructo. Este


es un mecanismo jurídico que permite a una persona, individual o jurídica, la
explotación comercial de una frecuencia radioeléctrica. La concesión se efectúa
a través de un concurso que se realiza por medio de una convocatoria de la
Superintendencia General de Telecomunicaciones.

Allí, el que más paga es quien obtiene el derecho de obtener el usufructo.

Los sectores populares critican el contenido de la ley puesta en vigencia en


octubre de 1996 porque consideran que limita el acceso a la radiodifusión. Según
estos sectores, dicha legislación es antidemocrática porque tiene una serie de
elementos discriminatorios hacia los medios alternativos.

Se privilegia a quien tiene más dinero y no por el proyecto educativo o cultural


que pueda impulsar en una radioemisora. Provoca la creación de medios
meramente comerciales y no toma en cuenta la constitución de medios no
lucrativos y de servicio a la comunidad. Algo paradójico en este país donde
precisamente lo que se requiere es de más vehículos de expresión comunitarios
que permitan impulsar una nueva visión de periodismo, ligado a los proceso de
paz y desarrollo y para construir una Guatemala multilingüe, pluriétnica y
multinacional.

EL USUFRUCTO

De acuerdo con Pequeño Larousse Ilustrado, usufructo es "el derecho de usar de


los productos o rentas de una cosa que pertenece a otro. Utilidades, beneficios
que se sacan de algo".
Las frecuencias se dan en usufructo, porque no pueden venderse. Por ley, las
frecuencias son propiedad del Estado y éste no puede renunciar a la misma. El
usufructo de las frecuencias se otorga por 15 años, que pueden ser prorrogados.

Con esto quiere decirse: Es un bien no renovable, porque el cuadrante de una


radio tiene límites establecidos. No se puede "alargar" para crear espacios a
nuevas emisoras. Sólo existe un número determinado de frecuencias que se
pueden conceder para su explotación. En consecuencia, una vez lleno ese dial o
espectro radial, es imposible conceder nuevas frecuencias.

De acuerdo con la ley, las frecuencias se subastan y se otorgan a quien paga


más por ellas, bajo el concepto de usufructo.

El usufructo es un derecho que se le otorga al que gana la puja en la subasta


para que explote la frecuencia comercialmente, como él quiera, pero sin
apartarse de lo establecido en la Ley y por un periodo determinado.

Cuando concluya el tiempo establecido, se deberá hacer la distribución


nuevamente. Si fuera en propiedad, podría explotarla sin ningún límite,
transferirla al morir (en herencia), venderla, etcétera.

Esta terminología jurídica podrá parecer confusa. Quiere decirse, por ejemplo,
que si una persona compra un terreno, puede hacer de él lo que le da la gana,
como venderlo -completo o en parcelas- hasta dejarlo en herencia a sus hijos o
regalarlo.

Sin embargo si la misma persona negocia con el legítimo propietario de un


terreno que se lo alquile para explotarlo, por ejemplo, durante 20 años, el
arrendante podrá explotarlo como quiera, siempre que no se aparte de la ley. Es
decir, podrá explotarlo en solitario, o en compañía de socios. Podrá sembrar
verduras, granos básicos, o dedicar el terreno a pastizales para ganado. Durante
el tiempo que dure el contrato de arrendamiento, tendrá libertad, siempre que
cumpla con las cláusulas del contrato. Lo que NUNCA podrá hacer es venderlo,
porque no es suyo ni podrá sembrar, por ejemplo, marihuana, porque eso va
contra la ley.

La ley de radiodifusión, vigente en la actualidad, no puede atropellar los derechos


adquiridos por los radiodifusores con anterioridad a su entrada en vigor. Por ello,
contempla un procedimiento para que los concesionarios, de conformidad con la
ley anterior, pasen a ser también usufructuarios, pero sin necesidad de pasar por
el concurso público sino que, de inmediato, se les otorgó el certificado de
tenencia, para que siguieran explotando su frecuencia hasta el vencimiento del
período común.

En otras palabras, se respetaron los derechos adquiridos, aunque sólo por 15


años, al término de los cuales sus frecuencias serán subastadas nuevamente.
Una inquietud muy común es si esta nueva ley podría significar algún peligro para
los propietarios de emisoras departamentales, en su mayoría de menor
capacidad económica que las grandes cadenas de Guatemala o, incluso
internacionales, de perder su derecho en un concurso por el único limitante del
dinero?

La respuesta es sí, pero no necesariamente.

Vamos a explicarnos. El aspecto técnico es diferente a lo que regula la ley.


Hemos dicho que el espectro radioeléctrico es un bien no renovable. Por
ejemplo, si ponemos el caso de las frecuencias de AM, la amplitud modulada
principia en 560 kilociclos y termina en 1,700 kilociclos. Ese es el rango de las
frecuencias que se pueden otorgar para la explotación de radiodifusión en esa
frecuencia. Si pasa de ese rango ya no se emitirá dentro de la frecuencia, sino
que pasaría a otro régimen. Por eso, como ya se explicó, se dice que se trata de
un recurso no renovable.

En el caso de las estaciones otorgadas en usufructo, el recurso seguirá siempre


siendo no renovable, porque llegará un momento en que el usufructuario actual
no querrá continuar, se muera o, simplemente, querrá transferirlo a sus
descendientes mediante el procedimiento que señale la ley.

Pero, indudablemente, cualquier persona que ahora quisiera acceder a una


frecuencia de AM, para continuar con el mismo ejemplo, ya no podría hacerlo
porque el recurso se agotó. En las mismas condiciones está la Frecuencia
Modulada (FM), o, en televisión, el UHF o VHF, aunque está última frecuencia
todavía tiene algunos canales sin utilizarse.

Ahora bien, hay algunos aspectos técnicos regulados de común acuerdo a nivel
internacional que, aparte de establecer la regulación, da consejos en materia de
distribución de frecuencias.

La Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) ha recomendado que deben


otorgarse, por ejemplo, frecuencias por usufructo, pero con una potencia tal que
permita que en otros lugares distantes puedan explotar la misma frecuencia, sin
que haya interrupción.

Por ejemplo, en la ciudad de Guatemala se está explotando, por citar un caso


imaginario, una emisora en 640 kilociclos. Esa misma frecuencia se podría
otorgar en Huehuetenango, en la Libertad (Petén), o en El Quiché.

La potencia de la estación que dirige sus transmisiones desde Guatemala tiene


una influencia circular que cubre un territorio que se encuentra dentro de ese
radio, pero al llegar a su límite de 10, 5, 3 o 2 kilovatios, cada vez su potencia se
va reduciendo, de tal manera que el círculo más lejano, el que está más a la
orilla, es el límite de la frecuencia.
Se convierte, así, en una frontera que no puede pasar porque su potencia no se
lo permite. "No llega más allá". Esto está condicionado por la potencia de los
transmisores, que se regulan por kilovatios (uno, dos, cinco... hasta 10 kilovatios).

Esto es, precisamente, lo que hace posible que una emisora de Guatemala
pueda transmitir en la misma frecuencia que una de Tegucigalpa, Honduras, sin
que sus programaciones se interfieran y puedan llegar, cada una, con claridad
hasta sus respectivos públicos.

Eso es lo que se llama redistribuir la misma frecuencia, garantizando que ese


recurso pueda satisfacer la necesidad de otros interesados. Entonces, una
frecuencia de 640 AM, para trabajarse en la ciudad de Guatemala, puede ser
explotada, perfectamente, en La Libertad (Petén), o en Huehuetenango o en
cualquier otro punto geográfico, dentro o fuera del territorio guatemalteco.

Sin embargo, la única limitante siempre será la económica. Por lo regular las
emisoras comunitarias no tienen el suficiente dinero para ganar un concurso ante
una gran empresa de radiodifusión.

OPCION DE UTILIZAR LA ONDA CORTA

El criterio es el mismo para las bandas cortas, aunque son las únicas que, en
este momento, no están saturadas. Allí todavía hay distribución posible porque la
tendencia actual de la radio comercial no utiliza estas bandas. De manera que
hay una riqueza de posibilidades para que la radio departamental pueda
conseguir, con relativa facilidad, una frecuencia.

En la ciudad de Guatemala, a la fecha (octubre de 1999) hay solamente dos


emisoras que transmiten en onda corta.

O sea que, si bien el procedimiento legal para adquirir una frecuencia es


exactamente igual para AM, FM o banda corta, sólo en estas últimas frecuencias
"hay espacio disponible" para instalar una nueva emisora.

Si una persona tuviera un interés muy particular para adquirir una emisora en AM
o FM, tendría que negociar los derechos de usufructo con un concesionario
actual, porque ya no hay espacio.

La entrada en vigencia de la Ley General de Telecomunicaciones ha despertado


en algunos radiodifusores departamentales la inquietud acerca de si los alcances
de esta ley podría afectar su actual situación o derechos adquiridos.

No tendría por qué afectar, salvo que se diera la misma frecuencia a dos
emisoras y siempre y cuando la potencia de una emisora (la mayor,
hipotéticamente la de la ciudad capital) empiece a transmitir con más potencia de
la autorizada y "se meta" en el territorio de la emisora departamental.
Así, una emisora que desde la capital transmita con 10 mil varios, prácticamente
estaría abarcando casi todo el territorio nacional en una circunferencia tal que
llegaría hasta las fronteras de El Salvador, Honduras, una parte importante del
territorio de Petén y la frontera con México en muchos puntos.

Entonces anularía a una emisora con la misma frecuencia y menor potencia


autorizada, por ejemplo, en Escuintla. Sin embargo, no afectaría a una que
quede fuera del círculo, por ejemplo, en el norte de Petén, frontera con Belice.

Para evitar este tipo de problemas, la Unión Internacional de Telecomunicaciones


(UIT) recomienda a los países distribuir sus frecuencias de tal manera que todos
tengan probabilidades de acceder a ellas. Pero como es un bien no renovable, se
redistribuyen las mismas frecuencias pero a través de la regulación de potencias
terminales, hasta 10 kilovatios, como máximo, en el caso de Guatemala.

Esto garantiza a las emisoras departamentales que pueden seguir transmitiendo


como lo han hecho desde la frecuencia que le autorizaron. Es más, todo esto se
enmarca, en última instancia, en el derecho humano a la comunicación
garantizado, tanto por la Constitución de la República, como por convenios
internacionales signados por Guatemala.

UNA CURIOSA ESCUELA RADIOFONICA

Hay un aspecto "curioso" en la nueva ley, que obliga a la Dirección General de


Radiodifusión a crear una escuela para locutores, operadores y productores de
programas radiofónicos y televisivos.

Llamamos a esto "curioso", porque la función de la Dirección General quedó


reducida, tras la creación de la nueva ley, al control que la función de la
radiodifusión cumpla su cometido. Es decir, llenar los tres aspectos
fundamentales que desde siempre se han atribuido a los medios de
comunicación, sean escritos o electrónicos: educar, informar y entretener.

Los medios radiales en Guatemala surgieron espontáneamente y tomaron


"escuela" de otras emisoras ya desarrolladas, como las de México. Las primeras
emisoras guatemaltecas, la Ciro’s, la Voz de las Américas, la 1210, etcétera,
copiaron todos los estilos de locución y producción de programas, como las
radionovelas o noticieros de estaciones pioneras como la XEW de México que
penetraba en Guatemala con gran potencia y nitidez.

Esta "escuela" permitió que las primeras emisoras guatemaltecas se


desarrollaran a tal grado que, en sus inicios marcaron lo que muchos
historiadores han dado en llamar la "época de oro" de nuestra radiodifusión.
Nunca más se ha dado, con tales niveles de calidad, los radioteatros que se
emitían en directo, por ejemplo, desde la Radio Ciro’s o La Voz de las Américas.

Sin embargo, este esquema, que debió haberse mantenido, fue sustituido
porque a alguien se le ocurrió, seguramente por razones económicas, que la
radio no necesitaba cumplir esa función educativa o cultural y terminó por
imponer la moda del locutor que da la hora y pone un disco. La radiodifusión
nacional quedó reducida a una función de rockola con antena.

Esto es una radiodifusión que no debería de existir en un país con una trayectoria
radiofónica como la de Guatemala y que ha llevado a nuestra radiodifusión a
niveles vergonzosos de subdesarrollo.

Atendiendo a esa inquietud, la Universidad de San Carlos creó la Escuela de


Ciencias de la Comunicación, que en una primera época se llamó Escuela
Centroamericana de Periodismo, la cual sólo ofrecía la carrera de prensa escrita.
Pero con su desarrollo se diversificó y creó otras dos carreras, las de Locución y
Publicidad, a mediados de los años setenta.

Posteriormente, las demás universidades han creado sus escuelas de ciencias


de la comunicación, con las mismas especialidades. Por ello, ¿qué razón tiene
que un ente inferior, académicamente hablando, tenga una escuela de locutores?
Es algo que está en contradicción con la Academia.

Es más. A nadie le interesa salir con un grado de locutor a nivel de enseñanza


intermedia, cuando en una universidad puede obtener un título a nivel técnico y,
con dos años más, a nivel de licenciatura. Ello sin tomar en cuenta que en
Guatemala hay carencia de profesores de locución y de publicidad.

En el campo de la locución, además, hay que devolver al locutor su función de


ser un hombre con la suficiente cultura para poder interpretar los mensajes. E
igualmente, poder transmitirlos a su auditorio sin distorsionar el mensaje que se
le ha encomendado. Se entendería, entonces, como una usurpación de
funciones.

Lo que sí debería estar normado en la ley de radiodifusión y debería igualmente


controlar la Dirección General de Radiodifusión, es que el acceso a los
micrófonos no sea permitido a personas sin educación especializada que, lejos
de formar, deformen.

Un micrófono no puede dejarse en manos de charlatanes que han hecho de la


radio un nido de chismes y de insultos. Así como la existencia de patrones
mínimos para la producción de programas y la manera cómo estos son llevados
al aire. Tarea, por lo demás, propia de las universidades.
Conclusiones
1. Aún cuando la historia de la radiodifusión guatemalteca tiene sus orígenes
a fines de la segunda década del Siglo XX, no es sino hasta la década de
los setenta cuando se experimenta un acelerado crecimiento numérico.

2. La composición de la propiedad de la radio es predominantemente


privada. Existe una amplia mayoría de éstas frente a un limitado número
de institucionales y estatales. A finales del Siglo XX, en el dial
guatemalteco había más de 200 radioemisoras, la mayoría en calidad de
propiedad privada, después que el Estado las subastó conforme a la Ley
General de Telecomunicaciones, promulgada por el Congreso el 17 de
octubre de 1996.

3. Con ligeras variaciones entre los períodos comprendidos de lunes a


viernes y sábado a domingo, la mayoría de las emisoras transmite de 16 a
20 horas diarias. Las que transmiten más de ese tiempo generalmente
son aquellas que muestran una inclinación especial por la difusión de
música.

4. La distribución geográfica de las emisoras tiende a reflejar los niveles de


desarrollo y densidad poblacional que se presenta en el territorio
guatemalteco. Más de la mitad de los recursos radiofónicos se concentran
en la capital de la república y en los departamentos de Quetzaltenango y
Escuintla.

5. El rasgo dominante de la programación de la radio guatemalteca está


constituido por la difusión musical. La mayor parte de emisoras se inclina
de manera preferencial por este tipo de programas. En un segundo
plano aparecen las transmisiones informativas y religiosas, En contraste
con la dedicación que se atribuye a estos contenidos, los programas que
se difunden con menos frecuencia son aquellos que abordan temas
relacionados con la agricultura y la ecología, la salud, la mujer y la
niñez.

Esta línea de difusión no presenta mayores variaciones con respecto a


cada tipo de emisora. Los cambios más relevantes se registran en las
estatales e institucionales. La radio del Estado mantiene la preferencia por
la música y la información, pero también concede un importante espacio a
los programas educativos. En tanto, el tiempo para los mensajes
religiosos se restringe drásticamente.

La radio institucional, en cambio, privilegia la difusión de programas


religiosos y coloca en segundo plano a la música. Por su parte, el interés
que muestra por los programas noticiosos es menor que el atribuido a los
educativos.
Respecto a las emisoras institucionales, también hay que destacar que
son las únicas que reportan una dedicación especial por la difusión de
mensajes agrícolas y ecológicos. Por lo demás, el espacio dedicado
a la salud, la mujer y la niñez es coincidentemente inferior en los tres tipos
de emisoras.

6. Las emisoras definen como principales destinatarios de sus mensajes a


los jóvenes, la familia y los adultos en general. La más beneficiada de esta
audiencia es la juventud. Hay 81 emisoras que manifiestan dedicarle más
de tres horas de su programación cotidiana. Esta tendencia se mantiene
en las estaciones estatales y privadas. Las radios institucionales, por su
lado, incorporan entre estas audiencias privilegiadas a los creyentes y a
los campesinos.

Con respecto a las audiencias menos favorecidas, la actitud que muestran


las emisoras estatales, privadas e institucionales parece ser más
homogénea. En los tres casos, los niños aparecen entre los públicos
menos atendidos por la programación radiofónica. El tiempo que se les
dedica es bastante limitado. Su condición de marginalidad es aún más
clara en relación al conjunto de emisoras de radio.

7. En términos generales, el equipo técnico que poseen las emisoras revela


una capacidad de producción limitada. Aún así, existe un balance positivo
respecto al tipo de producciones que difunden. Hay más presencia de
programas propios (en vivo y pregrabados) que ajenos. En tal sentido, se
puede decir que las limitaciones técnicas no parecen estar afectando de
manera fundamental la posibilidad que muestran las emisoras para
producir sus programas, o bien estas producciones no requieren de una
alta capacidad técnica.

8. Las emisoras tienden a disponer de la menor cantidad de recursos


técnicos para la producción de programas pregrabados, en beneficio de
las producciones en vivo, que a su vez son las más privilegiadas en su
programación diaria. Este criterio se mantiene con respecto a casi todo el
equipo que poseen, independientemente de su propiedad para cada tipo
de producción. Ello induce a pensar que el nivel general de producción de
la radio podría ser mejor si se hiciera un uso más equilibrado y apropiado
de los recursos técnicos.

9. Pese a que el radioperiodismo es una de las fortalezas del periodismo


nacional, sobre todo por su carácter histórico, no se puede ocultar que en
la actualidad adolece de improvisación debido a que algunas personas lo
toman a la ligera y lo comercialización sin darle su verdadera naturaleza
profesional.
AUTOCONTROL No. 8

1. ¿Son las frecuencias propiedad de las empresas radiodifusoras?

2. ¿Puede un particular importar libremente un equipo de transmisión para


instalar y operar su propia radiodifusora?

3. ¿Qué requisitos hay que llenar para obtener una licencia de radiodifusor?

4. ¿Es posible ahora mismo solicitar una frecuencia para una emisora de AM
o FM si se llenan los requisitos legales?

5. ¿Puede una emisora de la capital, por ejemplo, interferir o anular a una


emisora departamental económicamente más pequeña?

6. ¿Cuál es el límite de potencia autorizada por la UIT para la radiodifusión


en Guatemala?

7. ¿Por qué es criticada la Ley General de Telecomunicaciones,


aprobada en 1996?
CAPITULO IX
RADIOS COMUNITARIAS
Donde quiera que usted se encuentre en el territorio nacional, siempre va a poder
sintonizar la señal de una radio comunitaria, aunque, por supuesto, siempre
habrá limitantes en algunos lugares. A diferencia de las radioemisoras
comerciales, este tipo de medios de comunicación no persiguen el lucro sino el
servicio a la comunidad. Se constituyen en una verdadera comunicación para el
desarrollo.

Las radios comunitarias cubren desde Petén hasta la Costa Sur, de


Huehuetenango a la frontera con El Salvador y de San Marcos hasta Izabal.

“La Voz de Atitlán después de tres años de no transmitir en pueblos


circunvecinos, hoy por hoy llega con más ganas y con buena señal...”, fue el
mensaje que se escuchó en Sololá, Quiché y Suchitepéquez a principios del año
2000.

Más al occidente ocurría otro hecho de gran importancia. En la revista El


Sembrador, órgano informativo de la Federación Guatemalteca de Escuelas
Radiofónicas (FGER), Virgilio Ramírez escribía lo siguiente: “Me llamo Estéreo
Balam 105.1 F.M. Me inauguraron este 20 de marzo de 2000, en esta fiesta
participaron los amigos y hermanas de la FGER, la Cooperación Española, las
Hermanas Religiosas de la Asunción, las autoridades municipales de Cabricán y
Huitán, Prodessa, Academia de Lenguas Mayas (...) Y a la vez mi hermana
mayor Radio Mam cumplió 25 años este 20 de marzo al servicio de los niños,
jóvenes, mujeres y hombres”.

En la misma revista se señalaba que el 15 de enero de 2000 el Radio


Sistema de Estaciones Tezulutlán estuvo de fiesta celebrando su 25 aniversario,
por tal motivo organizó una cena de gala. Indudablemente, estas radios no sólo
se escuchan en los cuatro puntos cardinales del país, sino que tienen una vida
interna muy intensa.

¿Qué es una radio comunitaria?

La Asociación Mundial de Radios Comunitarias (AMARC) afirma que un


medio de este tipo “no se identifica por la potencia de su señal, ni por la
frecuencia, la licencia o la propiedad del medio. Tampoco se contrapone a la
producción de calidad o a la condición de empresa rentable. Son sus objetivos, el
carácter social de la emisora, lo que la define”.

De esa cuenta, señala que una radio comunitaria se puede identificar


cuando:
* Promueve la participación de los ciudadanos y defiende sus intereses.
* Responde a los gustos de la mayoría y hace del buen humor y la
esperanza su primera propuesta.
* Informa verazmente.
* Ayuda a resolver los mil problemas de la vida cotidiana.
* En sus programas se debaten las ideas y se respetan todas las opiniones.
* Estimula la diversidad cultural y no la homogenización mercantil.
* La mujer protagoniza la comunicación y no es una simple voz
decorativa o un reclamo publicitario.
* No se tolera ninguna dictadura, ni siquiera la musical impuesta por las
disqueras.
* La palabra de todos vuela sin discriminación ni censuras.

Las radios comunitarias pueden identificarse de diferente manera:


populares, educativas, asociativas, libres, participativas, interactivas, ciudadanas,
públicas, etc. El nombre en realidad es lo de menos, lo que importa es que
coadyuven a “democratizar la palabra para democratizar la sociedad”.

Según Amarc, “no buscan el lucro las emisoras que así se denominan,
sino el servicio a la sociedad civil. Un servicio altamente político y movilizador: se
trata de influir en la opinión pública, de crear consensos, de ampliar la
democracia. En definitiva —y por ello el nombre— de construir una comunidad”.

Ya se ve, pues, las radios comunitarias no son radioemisoras aisladas sino


que conforman todo un fenómeno de comunicación que tiene vida propia. Y
también voz propia porque cuando vino a Guatemala, en marzo de 2000, el
relator especial para la libertad de expresión, de la Organización de Estados
Americanos (OEA), Santiago Canton, las radios comunitarios expresaron su
punto de vista.

En esa oportunidad plantearon que “es necesario exigir al gobierno (de


Alfonso Portillo) el cumplimiento de su promesa de respetar y defender la libertad
de prensa; especialmente los compromisos adquiridos en los Acuerdos de Paz,
de promover ante el Congreso las reformas necesarias a la ley de
telecomunicaciones para facilitar a las comunidades indígenas el acceso a las
frecuencias de radio para propiciar su propio desarrollo”.

Según la FGER, “a través de la nueva ley, la Superintendencia de


Telecomunicaciones a implementado las subastas de frecuencias radiales que
nada favorecen a los pueblos indígenas, ya que se ven obligados a competir
económicamente frente a las grandes cadenas radiales del país para adquirir sus
propias frecuencias. La FGER, de la mano con diversas organizaciones de radios
comunitarias, miembros de la Asociación de Radios Comunitarias (Amarc-
Guatemala) ha articulado esfuerzos para propiciar que el gobierno suspenda las
subastas públicas de frecuencias de radio, precisamente por ser excluyentes y
dificultar el acceso a las comunidades pobres del país a los medios de
comunicación, que como un derecho humano les corresponde”.
ENTIDADES QUE AGRUPAN RADIOS COMUNITARIAS

Desde el nueve de agosto de 1965 funciona en el país la Federación


Guatemalteca de Escuelas Radiofónicas (FGER), cuyo fin es apoyar el desarrollo
de las radios comunitarias.

La federación desarrolló una importante labor, principalmente en los años


ochenta cuando el conflicto armado polarizó todas las actividades del país. En
esa época "se era perseguido por ayudar a las personas más necesitadas de las
comunidades indígenas del interior de la República. Fue allí en las áreas de
mayor conflicto donde las radios de la federación tuvieron un papel muy
importante en el desarrollo, siendo una luz dentro del oscuro pasaje que
Guatemala vivió", señala el documento de presentación de la FGER.

De acuerdo con el mencionado texto, los fines de la federación son:

a) La promoción de la educación.

b) El desarrollo de las comunidades.

c) El fortalecimiento de la comunicación.

d) La reivindicación de la cultura maya.

e) La promoción de la dignidad humana.

f) La preservación del medio ambiente.

Estos fines dieron origen a los principios de la política radiofónica de la FGER:

a) Derechos Humanos.

b) Desarrollo de la comunidad.

c) Medio Ambiente.

d) Género (en referencia a la reivindicación de la mujer).

e) Organización comunitaria.

f) Originalidad en la producción radiofónica.

Lo anterior le han permitido, agrega la FGER, alcanzar una experiencia en el


campo de la producción radiofónica, capacidad en la adaptación de mensajes en
idiomas mayas (traducciones de española a idioma maya) y conocimientos
adquiridos en capacitaciones a nivel nacional e internacional.
Asimismo, la federación también ofrece en su sede central, en la 2a. avenida
4-41 de la zona 1 de la capital (teléfonos 221 08 93 y 81), servicios de estudio
profesional de grabaciones para efectuar grabaciones propiamente dichas,
montaje de programas de radio, pistas sonoras, copiado de programas y pistas
en cinta, casete y disco a cinta y casete. Estos servicios se especializan
principalmente para realizar documentales, reportajes, programas y
microprogramas, radioteatros, campañas educativas, cuñas y otros.

Además de la anterior, también existen otras tres organizaciones que agrupan a


radios comunitarias del país y una internacional:

* La Asociación de Radios Comunitarias de Guatemala (ARCG) afilia a 16


radioemisoras, cuya audiencia principalmente está ubicada entre la población
pocomam.

* La Asociación de Radios Comunitarias de Occidente que agrupa a 22


entidades radiofónicas y dirige su señal a los habitantes mayas de esa zona del
país.

* La Asociación de Comunicación Comunitaria conformada por


radioemisoras, así como medios televisivos y escritos.

* A nivel internacional funciona la Asociación Mundial de Radios


Comunitarias (AMARC). En el documento de presentación, esta entidad se define
como “una asociación de coordinación, cooperación, consulta, intercambio y
promoción para las radios comunitarias en todo el mundo. Constituye un foro
para la democratización de las comunicaciones. Está reconocida como
organismo no gubernamental internacional (ONGI), de carácter laico y sin fines
de lucro”.

La AMARC fue fundada en agosto de 1983 cuando 600 radialistas provenientes


de 36 países se reunieron en Montreal, Canadá, con ocasión del Año
Internacional de las Comunicaciones, promovido por las Naciones Unidas. En la
actualidad tiene su sede en Ecuador.

En el documento de presentación, la AMARC afirma que sus miembros están


comprometidos con los siguientes principios:

* Creen en la necesidad de democratizar la información y las


comunicaciones para lograr relaciones sociales más justas y un intercambio
equitativo entre los pueblos.

* Contribuyen a la libre expresión de los distintos movimientos sociales,


políticos y culturales, así como a la promoción de toda iniciativa que busque la
paz, la amistad entre los pueblos, la democracia y el desarrollo.
* Reconocen el papel fundamental y específico de las mujeres para
establecer nuevas prácticas de comunicación, siendo esencial su participación en
las estructuras de decisión y en la programación de las radios comunitarias.

* Expresan en su programación contenidos basados en los principios de:


— Soberanía e independencia de los pueblos.
— Solidaridad y no intervención en los asuntos internos de
otros países.
— Cooperación internacional sobre bases de igualdad,
reciprocidad y respeto mutuo.
— No discriminación por raza, clase social, género, preferencia
sexual o religión.
— Respeto a la diversidad cultural de los pueblos.
— Preservación del medio ambiente.

Las radios comunitarias en la prensa

Por considerarlos de interés para los alumnos de la carrera, a continuación se


presentan dos reportajes sobre las radios comunitarias en Guatemala. El primero
“El nuevo sonido de la radio” fue publicado por el diario Prensa Libre, el siete de
diciembre de 1997, mientras que el segundo “Ecos alternativos” fue publicado por
el diario El Periódico, el 11 de junio de 2000.

1. El nuevo sonido de la radio

De ser simples emisoras locales, las radios comunitarias han logrado ganarse el
cariño del pueblo por permitirles expresarse libremente.

Sin embargo, la competencia de las comerciales las ha obligado a mejorar su


programación y a buscar mecanismos efectivos para comercializar espacios
publicitarios y así poder mantener su presupuesto de transmisión.

Poco antes de acercarse a la aldea Cabricán, Quetzaltenango, Pedro Lucas


avisa a su familia que le salgan al encuentro con mulas para poder transportar
sus maletas. ¿Y cómo...? Pues por la radio.

Radio Mam ha logrado perfilarse como el medio de comunicación más práctico y


atractivo en la comunidad. A través de ella, los habitantes pueden enviar
mensajes de todo tipo a sus parientes. En Cabricán no hay teléfonos y el correo
apenas si se conoce.

En la capital, La Voz de la Comunidad, ubicada en el barrio San José Buenavista,


de la zona 3, los comunicadores organizaron recientemente un radiomaratón
para ayudar a varias familias, cuyas casas se derrumbaron por los torrenciales
aguaceros. El programa logró reunir ropa, zapatos, trastos y dinero para ayudar a
los damnificados.
La experiencia no fue muy grata en el caso de Radio Zamaneb, ubicada en San
Jerónimo Verapaz, de la Junta Nacional de Educación Extraescolar, la cual no
pudo soportar las exigencias del medio. Cuando comenzó a transmitir --hace
unos diez años-- lo hizo con entusiasmo, pero luego fue decayendo debido a la
falta de presupuesto para mantener su programación, pero sobre todo, gracias al
descuido de las autoridades del Ministerio de Educación, al cual pertenece.

Los expertos aseguran que la radio ha dejado de ser solamente un medio de


diversión y distracción, para convertirse en uno alternativo que permite no sólo
ayudar en momentos de emergencia, sino también educar y buscar el desarrollo
social de la comunidad. El experimento de los medios alternativos comenzó en
Guatemala hace cuatro décadas.

En las comunidades más alejadas del país, donde la radio es el único medio de
comunicación, la comunidad ha logrado espacios de participación social en su
propio idioma, a la vez de afianzar valores y la cultura local.

A las puertas del próximo milenio, este tipo de emisoras busca redefinir su rol,
mantener su nivel de audiencia --además de elevarlo-- para competir con las
comerciales, lo cual les obliga a encontrar mecanismos efectivos para
autofinanciar sus emisiones, capacitar a su personal y adquirir equipos modernos
de transmisión.

En sintonía

Para nadie es un secreto que la radio se ha convertido en el medio de mayor


penetración social.

Una encuesta realizada por el Instituto Nacional de Estadística, INE, a mediados


de la década de los noventa, señala que el 79 por ciento de los hogares
guatemaltecos cuenta con un aparato receptor. Además, un estudio de la firma
Multivex afirma que el 85 por ciento de las personas escucha radio.

"Y es que en la aldea más recóndita del país no falta un aparato receptor, el
perro y la gallina", asegura Reynaldo Gálvez, presidente de la Federación
Guatemalteca de Escuelas Radiofónicas, FGER, la cual agrupa a ocho emisoras
en distintos departamentos del país.

Aunque no compiten en nivel de audiencia con las radios comerciales, las radios
comunitarias han logrado influenciar efectivamente en los pueblos donde
transmiten, pues son un medio alternativo donde la gente busca un espacio de
expresión para resolver necesidades comunes.

Así, desde la cabina, cualquiera puede solicitar una ayuda para el funeral del
vecino, avisar que su mamá está enferma o contar sus problemas agrícolas o
familiares. Pero no sólo eso. El médico les aclara sus dudas para curar las
enfermedades de la piel, el maestro les enseña y los políticos explican sus
programas de gobierno.

En pocas palabras, han logrado que gente de todas las edades participe en la
programación.

¿Cuál es el secreto? La radio habla a su audiencia en su propio idioma, se


convierte en parte de su familia, respeta sus valores culturales y religiosos, y les
ofrece una programación variada que incluye música de todo tipo, información
general y entretenimiento para todos los gustos.

Tampoco se olvida de la capacitación y la organización local. La Voz de


Colomba, la más antigua del país, por ejemplo, ha realizado trece campañas de
alfabetización para enseñar a leer a sus radioescuchas.

El proyecto de la aldea Santa Cruz Barillas, en Huehuetenango, ha sido otro caso


exitoso. Transmite en kanjobal --el idioma maya local-- y combina la música
ranchera con la regional. Transmite avisos particulares y noticias locales de
interés público.

"Eso les da mayor ventaja porque la gente prefiere oír en su propio idioma",
explica Violeta Contreras, de la Asociación de Comunicadores Cristianos de
Guatemala, ACCG.

El servicio que prestan estas emisoras ha contribuido al desarrollo comunitario. A


diferencia de las radios comerciales, sus fines no son lucrativos. Lo importante es
contribuir a la cultura del lugar, resalta Dennis Smith, coordinador del Centro
Evangélico Latinoamericano de Estudios Pastorales, CELEP, e investigador en
temas radiofónicos.

A diferencia de las emisoras oficiales --la minoría--, como la Zamaneb, que


reciben dinero del Estado, las comunitarias se sostienen con fondos de entidades
privadas dedicadas a la comunicación alternativa.

Además, una pequeña parte del presupuesto para su funcionamiento lo consigue


a base de diversas actividades como maratones y ventas de artículos prácticos
para beneficio de la comunidad.

"Sin embargo, los recursos obtenidos siguen siendo limitados. Transmitir un


programa de media hora semanal sin pagar el espacio por salir al aire cuesta
alrededor de Q6,250.00", comenta Violeta Contreras.

Con audiencia propia

Dennis Smith, Contreras y Reynaldo Gálvez no cuentan con información que


ubique la distribución de las emisoras comunitarias en el dial. Asimismo, carecen
de estudios para medir la audiencia, porque para eso se necesitan recursos.
"Además no se puede medir con el mismo criterio que una radio comercial",
aclara Contreras.

Quizá por ello la encuesta de la firma Multivex resalta una amplia ventaja de las
radios comerciales sobre las comunitarias, las cuales no se incluyen, siquiera,
entre las conocidas a nivel nacional.

La población, sobre todo de las áreas urbanas, prefiere escuchar emisoras


populares, seguidas de las culturales y las instrumentales. Nada hay de las
alternativas.

Los productores de programas comunitarios están conscientes de ello, y aceptan


el reto que implica su trabajo. "Sin recursos tenemos que competir con las
emisoras de otra naturaleza para captar audiencia, lo cual nos obliga a mejorar
nuestra calidad, pero eso nos motiva a ser más creativos", señala Gálvez.

De lo que se alegran es que la influencia que las emisoras de este tipo han
logrado en ciertas comunidades no sólo ha sido efectiva, sino en algunos casos
también ha molestado a algunas autoridades locales.

Por la labor de opinión y debate que realizaban los comunicadores mayas de la


radio La Voz de Atitlán, en Santiago Atitlán, Sololá, por ejemplo, la emisora llegó
a ser atacada por el juzgado departamental.

El hecho de organizar foros públicos para cuestionar a la comuna y la labor del


alcalde, generó insatisfacción entre los habitantes, al extremo que destruyeron la
municipalidad local. Por eso el juzgado ordenó la captura de los comunicadores
de la radio.
Y es que como dice José Ignacio López Vigil, presidente de la Asociación
Mundial de Radios Comunitarias, AMARC, con sede en Ecuador, los medios
destapan escándalos, fiscalizan a las autoridades, les recuerdan sus promesas
de campaña, y eso no les gusta.

Entre el Estado y el mercado

La falta de recursos y la captación de audiencia son algunos de los obstáculos de


las emisoras comunitarias. Pero, además, en la actualidad la limitación que
encuentran los radialistas es la Ley General de Telecomunicaciones.

La norma contradice el Acuerdo sobre Identidad y Derechos de los Pueblos


Indígenas, pues establece el uso, aprovechamiento y explotación del espectro
radioeléctrico de basarse a un concurso o subasta pública.

El acuerdo indígena, sin embargo, se compromete a promover ante el Congreso


la emisión de una ley que facilite frecuencias radiales para proyectos indígenas y
asegure la observancia del principio de no discriminación en el uso de
frecuencias para radiodifusión.
Según Dennis Smith, esto limita a un importante sector de la población para que
participe públicamente. Se comercializa el derecho de participar en los debates
nacionales, de manera que sólo quien tiene recursos podrá obtener una
frecuencia, dice el experto.

Y a lo mejor tenga razón. De acuerdo con las subastas de frecuencias —en las
frecuencias AM / FM—, los precios en el interior oscilaron entre los Q35 mil y los
Q400 mil por frecuencia.

"Sin más, esas tarifas sacan del cuadrante a las organizaciones y comunidades
que no tienen la capacidad de compra. Es imposible reunir esa cantidad entre
vecinos que a veces no tienen ni para el pasaje de la camioneta", se queja
Contreras.

Sin entrar en pugna con las radios comerciales, Smith considera que el espectro
radioeléctrico debe reconocerse como patrimonio nacional y no como propiedad
privada.

A simple vista, el pluralismo y el bien común quedan olvidados con la nueva Ley.
De hecho, desde la legislación anterior se les limitaba la potencia radial a 50
watts en la banda AM, así como la publicidad.

Eso ha generado que las asociaciones de radio comiencen a defender, a capa y


espada, sus espacios de expresión local. Luchan por que les otorguen un 25 por
ciento del espectro de radio y televisión a los grupos comunitarios. Además, que
no se les limite la potencia ni el derecho de autosostenerse. "Deseamos
publicidad, pero sin fines de lucro", insiste Contreras.

Pero los radialistas reconocen que deben competir con el resto de emisoras
comerciales, que quieren ser autofinanciables y que necesitan publicidad y
propaganda. Los ingresos sólo serán utilizados para gastos de operación,
aclaran.

Una ventana al mundo

El mundo de la imagen auditiva continúa siendo de los más influyentes en la


comunicación radiofónica, y en este sentido el impacto de una emisora local va
en línea proporcional, opinan los entrevistados.

En la actualidad este medio ha llegado a tener una influencia decisiva en los


hogares. "La radio se han convertido en generadora de valores y expectativas
para la sociedad", agrega Smith.

Sin embargo, hace falta actualizar tecnología, tanto para acortar distancias como
para aportar una cultura propia al resto del mundo. Y eso lo reconocen los
radialistas guatemaltecos. "Nos hemos quedado rezagados en comparación con
otros países", admite Gálvez.
Para paliar el problema han comenzado a analizar la posibilidad de unirse
formalmente a la AMARC, para conectarse vía satélite con las cerca de cien
emisoras comunitarias de América Latina que integran la red.

Si lo logran será otro de sus éxitos. Sin embargo, falta ver si las circunstancias en
que se desarrolla el sistema radiofónico les permite desarrollar los programas de
educación y cultura que contemplan sus proyectos.

De lo que todos están conscientes --y reclaman--, en todo caso, es que ha


llegado la hora de democratizar el espectro radiofónico, en donde la libertad de
opinión esté presente al momento que cualquier oyente mueva el botón.

2. Ecos alternativos

Por Silvia Duarte


Tomado del diario El Periódico (11 de junio de 2000)

La luz intermitente que dice "on air"y da la señal de grabación es una perfecta
desconocida. Resulta iluso pensar en audífonos programables, que tienen varios
botones y ajustan el sonido. El estudio es pequeño, en sus paredes resalta el
grafiti (mensajes escritos en la pared) y entre su equipo se cuenta con los dedos
de las manos los tornamesas láser, sólo hay una consola.

"Muy buenos días, son las cinco y media de la mañana y empieza un nuevo día.
Radio La voz de la comunidad le desea un Feliz cumpleaños a don Félix y les
recuerda a todos que el grupo de vecinos se reunirá hoy en el salón comunal....
Complaciendo a la audiencia, se quedan con la voz de Vicente Fernández y su
éxito Lástima que seas ajena".

El Estudio está ubicado justo en el límite del barrio El Gallito, zona 3, y el


barranco que divide a esa comunidad con el puente de El Incienso, en las
afueras de la ciudad de Guatemala. San José Buena Vista se llama el lugar.

Cuando "las cuñas", pequeños anuncios de la radio, producidos ahí mismo salen
al aire, los ecos logrados por los pocos efectos de sonido doblan las palabras de
los locutores, y los vecinos paran la oreja. Ya saben que algo que les incumbe y
les conviene escuchar esta a punto de salir de las fauces del aparato receptor...
Así que todos atentos.

Son 15 los jóvenes, entre 16 y 32 años que colaboran en la radio... "yo soy el
único extranjero", bromea Reynaldo Gálvez, el director, originario de Carchá, Alta
Verapaz. Dos de ellos: Manolo y Erick se turnan trabajando medio tiempo cada
uno. "Sus sueldos es el único gasto que tenemos al mes, más el mantenimiento",
dice Reynaldo. Los demás hacen turnos en el horario de 8 a 10 de la noche.
Los programas varían, -La voz ranchera, los éxitos del recuerdo, generación
2000, noches Chapinas y Patojitos son algunos de los estelares. Todos a
excepción de Patojitos, que está proyectado para niños, son musicales, pero los
jóvenes esperan que en noviembre del año 2000 la radio arranque con nuevos
segmentos.

"Esta es la etapa de investigación, queremos saber que espera la gente. Con las
encuestas que hemos pasado a la comunidad, ya sabemos que temas como la
educación, la salud y la sexualidad son de sumo interés. También ciertos
grupos, como el comité de vecinos y el grupo de mujeres Voluntariado Vicentino
de San José Buena Vista quieren tener sus propios espacios-", cuenta Reynaldo.

Para autofinanciarse, piensan introducir un modelo de mercadeo en esta próxima


etapa. "Habrá publicidad’, dice Reynaldo. Sin embargo, las autoridades no les
dan ningún apoyo. Vale pena mencionar que la Municipalidad capitalina ni
siquiera reconoce el área del barranco como parte de su jurisdicción.

Así que cualquier problema de propiedad o de cualquier índole se debe arreglar


con el comité de vecinos. "La policía sólo viene a juguetear con los que venden
cocaína” dice un vecino. "Es importante aclarar que aquí en el gallito hay mucho
más que coca, robacarros y drogadictos. Hay gente organizada que quiere salir
adelante", dice Gálvez.

Gestos como las radiomaratones que recaudan dinero cuando alguien fallece, la
ayuda en los deslaves, la campaña que logró que 500 familias cuenten con agua
en su domicilio y la campaña contra el robo, son algunas de las anécdotas que le
dan la razón a este joven.

Con el paso de la tormenta Mitch, en 1998, murieron más de 15 personas en las


colonias aledañas, solo en dos asentamientos no hubo muertos: La Trinidad y
San José Buena Vista. La primera está ubicada en un área más compacta, sus
habitantes no lidiaron con los deslaves y la segunda se logró organizar en el
salón comunitario a través de su circuito cerrado y salvar vidas.

Los colaboradores están luchando por obtener una frecuencia, pero la idea de
tenerla por la vía legal les resulta más increíble cada día.

Sin datos, ni estadísticas

El número de radios alternativas siempre es un aproximado, las clandestinas no


se suman a las coordinadoras y si alguna lo hace obviamente se mantiene "bajo
de agua". Esto no permite saber números, ni datos específicos, mucho menos
estadísticas exactas.

Las coordinadoras más fuertes a las que se pueden afiliar las radios
participativas son cuatro. La primera es FGER (Federación Guatemalteca de
Escuelas Radiofónicas) que nació en 1965 y que alberga 8 emisoras, 7 de las
cuales están ubicadas en el interior de la república y la restante es la que se
encuentra en el barrio el Gallito, La Voz de la Comunidad.
Otra es ARCG (Asociación de radios Comunitarias en Guatemala), que alberga a
16 estaciones. Estas se enfocan, en su mayoría al público pocomam. También
existe La Asociación de Radios Comunitarias de Occidente, que reúne a 22
asociadas y se dedica al público maya de la región. Por último se puede
mencionar a la Asociación de Comunicación Comunitaria que reúne medios
radiofónicos, televisivos e impresos.

Entre todas esas radios, existen algunas que se han inmiscuido de tal manera en
la comunidad que su huella hoy ya resulta indeleble. Un ejemplo vivo es la Voz
de colomba, la más antigua del país, que ha realizado quince campañas de
alfabetización para enseñar a leer y escribir a sus radioescuchas.

"Bueno queridos radioescuchas, los dejamos con la última pieza, nuestra querida
Luna de Xelajú al son de las mejores marimbas. No deje de sintonizar mañana
su radio amiga La voz, la voz, la voz... de la Comunidad".

La bulla no es nueva

No nacieron ayer. Están cumpliendo prácticamente 50 años de servicios


radiofónicos, medio siglo, bodas de oro entre la comunicación y el desarrollo. Sin
embargo al preguntarle a Byron, de 22 años y estudiante de mercadeo en una
Universidad privada del país, ¿qué son radios comunitarias? se confirma el
desconocimiento de las mismas.

El joven sonríe, explica que pueden ser esas que están en los mercados, "No
sé", dice sonriendo, argumentando ser honesto. "Las que trabajan en los
pueblos", dice Ofelia, de 45 años, propietaria de un negocio de bienes y raíces,
en la capital.

Pero, ¿qué son las radios comunitarias?, ¿nunca ha oído ese nombre? Bueno,
últimamente se cambian de apellido con impresionante facilidad. Es posible que
usted las conozca como populares, educativas, asociativas, libres, participativas,
interactivas, ciudadanas, públicas u otros seudónimos que hasta los expertos en
la materia desconocen.

Ernesto Lamas, vicepresidente de la Asociación Mundial de Radios Comunitarias,


para America Latina y el Caribe (AMARC), sostiene que estas emisoras se
pueden identificar por tres características:

a) Su objetivo es el desarrollo de la comunidad.

b) Existe participación democrática de los mismos radioescuchas.

c) No pretenden llenarse los bolsillos para enriquecerse, simplemente


sostenerse.
El experimento de los medios alternativos sintonizó Guatemala hace más de
cuatro décadas. En las comunidades más alejadas del país, donde la radio es el
único medio de comunicación, la comunidad ha logrado espacios de participación
social en su propio idioma, y a la vez afianzar valores y la cultura local.

Estas radios han servido de correos sin estampillas, de teléfonos al aire libre en
inmensas zonas incomunicadas. Han servido para anunciar todo tipo de cosas,
desde los precios del mercado hasta el extravío de un burro, o la hora en que
llegará el hijo de un vecino a la estación de buses. Han servido para enseñar a
leer a cientos de analfabetos y difundir los derechos de los pueblos indígenas.
Asimismo, apoyan los sectores de campesinos, niños, mujeres, marginados y
cualquier grupo que en determinado rincón del planeta represente una minoría.
También son estas radios las que promueven campañas como las de
vacunación.

El panorama parece ser ideal, sin embargo representantes de radios comerciales


aseguran que esas radios muchas veces constituyen una herramienta de las
Organizaciones No Gubernamentales (ONG) y grupos determinados para dar un
mensaje a la comunidad que satisfaga los intereses de sus organizaciones.
Según Víctor Hugo Herrera, presidente de FGR, para evitar ese tipo de
situaciones existen organizaciones como la FGR o AMARC, para establecer
reglas y organizarse. "Hemos tenido, que enfrentarnos a ONGs que
proporcionan ayuda a las radios, para que éstas no pierdan su objetivo y
satisfagan los intereses de sus receptores", dice Herrera.

El obstáculo legal

Otro de los inconvenientes que enfrentan estas emisoras es la legalidad.


Carecen de una frecuencia propia, andan por ahí de clandestinas, contando su
secreto nada más y nada menos que por la radio. Reynaldo Gálvez, director de
La Voz de la comunidad, indica que 'dicen que somos ilegales, ilegal es quien se
pone al margen de la ley, o contra la ley. Nosotros —las radios comunitarias y
populares— la estamos cumpliendo. Porque la primera ley en las Carta Magna
de nuestro país reconoce la libertad de expresión y el derecho de todo ciudadano
a ser propietario, o mejor dicho, concesionario, de medios de comunicación
social. Esa es la ley’.

"No hay que acusar de ilegales a las radios comunitarias, sino modernizar los
marcos jurídicos para que todos tengamos sitio en el espectro", recalca
Reynaldo. Modernizar las leyes de telecomunicaciones como se ha hecho en
Canadá, Francia, Australia, Holanda, Noruega, en los países más desarrollados
no tiene por qué ser una utopía.

En Guatemala, 3 familias manejan el 95.5 por de todas las estaciones de radio y


televisión. La falta de recursos y la captación de audiencia son algunos de los
obstáculos de las emisoras comunitarias. Pero, además, en la actualidad la
limitación que encuentran los radialistas es la Ley General de
Telecomunicaciones.
La norma contradice el Acuerdo sobre Identidad y Derechos de los Pueblos
Indígenas. Ese compromiso establece que debe promoverse ante el Congreso la
emisión de una ley que facilite frecuencias radiales para proyectos indígenas y
asegure la fiscalización del principio de no discriminación en el uso de
frecuencias para radiodifusión.

La última frecuencia radiofónica en la capital se vendió en tres millones y medio


de quetzales. A la radio Mam le costó Q450 mil hace dos años, cuota que aun
siguen pagando. Y la cosa no se queda ahí, si la frecuencia que añora una
comunidad no tiene otro pretendiente que quiera pedir su mano "la cuota no es
menor de 15mil quetzales, si se toman en cuenta todos los trámites", según
Víctor Herrera.

Eso ha generado que las asociaciones de radio comiencen a defender, a capa y


espada, sus espacios de expresión local. Pero los radialistas reconocen que
deben competir con el resto de emisoras comerciales, que quieren ser
autofinanciables y que necesitan publicidad y propaganda. Los ingresos sólo
serán utilizados para gastos de operación, aclaran.
AUTOCONTROL No. 9
1. ¿Cuáles son las características de las radios comunitarias?

2. ¿Cuál es la diferencia entre las radios comunitarias y las comerciales?

3. ¿Están legalizadas las radios comunitarias?

4. ¿Cree usted que deben desaparecer este tipo de


radioemisoras?
Hemerografía y Bibliografía
El Periódico Ecos Alternativos, Guatemala,
7 de junio de 2000.

Grajeda, Luis David. La Radio en Guatemala.


Fondo de las Naciones Unidas
para la Infancia (UNICEF),
Instituto Costarriense de
Enseñanza Radiofónica (ICER)
Radio Nederland Training Centre
(RNTC), Guatemala, 1990.

MacDonald, Ramiro Info Flash. MacDonald Ediciones,


folletos mensuales de abril a
diciembre de 1996.

Mejía Paredes, Carlos E. Limitantes de la Información por


Radio en Guatemala. (Tesis de
graduación como Licenciado en
Ciencias de la comunicación)
USAC septiembre de 1991.

Prensa Libre Guatemala, 7 de diciembre de 1997.

Recinos Lima, Mario. La Comunicación radiofónica en


el área Kiché: Situación actual y
perspectivas. (Tesis de
graduación como Licenciado en
Ciencias de la Comunicación)
USAC, noviembre de 1997.

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