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Miles de años ha durado el patriarcado y con ello el machismo, miles de años las mujeres y los

niños han sufrido la dominación y la esclavitud disfrazada de trabajo doméstico.


Pero no siempre el hombre ha discriminado y explotad a la mujer. Según varios antropólogos
hubo una larga era de la humanidad en la que no existió el patriarcado.

Se define como un sistema de dominación sexual que se concibe además, como el sistema
básico de dominación sobre el cual se levanta el resto de las dominaciones, como el de la
clase, de raza, etc.

“Patriarcado, derivado de la palabra patriarca, proviene del griego patriárchees, que significa
Patria, descendencia o familia; y archo, que expresa mandato”.

En el Siglo XIII, este vocablo ya se utilizaba para referirse al territorio y al gobierno de un


patriarca, persona que por su edad y sabiduría ejerce autoridad en una familia o en una
colectividad, y posteriormente, en el siglo XVII, se empleó para nombrar la dignidad del
patriarca.

El diccionario de la Real Academia Española define la palabra patriarcado como “una


organización social primitiva donde la autoridad es ejercida por un varón, jefe de cada familia,
extendiéndose este poder a los parientes aún lejanos de un mismo linaje”.

La antropóloga Marta Moia define al patriarcado como un orden social caracterizado por las
relaciones de dominación y opresión establecidas por unos hombres sobre otros y sobre todas
las mujeres y criaturas. Así, los varones dominan la esfera pública, gobierno, religión, y la
privada, que se refiere al hogar.

Por su parte, la también antropóloga feminista Marcela Lagarde, explica que el patriarcado se
caracteriza por tres aspectos:

1. Es la oposición entre el género masculino y el femenino, asociada a la opresión de las


mujeres y al dominio de los hombres en las relaciones sociales, normas, lenguaje, instituciones
y formas de ver el mundo.

2. Se refiere al rompimiento entre mujeres, basado en una enemistad histórica en la


competencia por los varones y por ocupar los espacios que les son designados socialmente a
partir de su condición de mujeres.

3. Finalmente, apunta que el patriarcado se caracteriza por su relación con un fenómeno


cultural conocido como machismo, basado en el poder masculino y la discriminación hacia las
mujeres.

SURGIMIENTO DEL PATRIARCADO


Se conoce que la sexualidad surge hace 3.000 millones de años y la reproducción sexual hace
1.000 millones de años. El sexo crea variación de descendencia, propagación de características
ventajosas y elimina los rasgos desfavorables, aunque también es conocido que en la
naturaleza se dan casos de descendencia a partir de un solo sexo, o de que aunque existan
dos, uno solo tiene la capacidad de crear vida (Partenogénesis) , en el ser humano es necesario
el encuentro entre dos sexos para la reproducción sexual. Los primeros encuentros sexuales de
los que tenemos constancia son entre Neardenthales y Sapiens, que beneficio el sistema
inmunitario (Hace 65.000 años).
Aunque es muy difícil conocer a ciencia cierta cómo eran las relaciones económicas, sexuales,
sociales en las primeras etapas del ser humano, hay muchas pruebas que indican que a
diferencia de lo que nos han enseñado del Cisgenero “de toda la vida” el transgénero existe
desde hace miles de años.

Si nos remontamos al Paleolítico la autosuficiencia era igual en hombres y en mujeres, con una
repartición similar entre todos los miembros del grupo.

Existía cooperación. La educación de las crías era asumida por el grupo; aunque es muy
probable que la aparición del protolenguaje fuese gracias a las mujeres. Apenas era conocida
la paternidad; las relaciones sexuales no eran controladas por la comunidad, eran relaciones
más o menos libres y aunque existían implicaciones emocionales, debido por ejemplo a la
forma de mantener relaciones cara a cara (único en bonobós y en humanos) y que las
relaciones no eran duraderas en el tiempo, el único parentesco conocido era la maternidad.
Las hembras copulaban con varios machos y no se conocía la relación entre coito y embarazo
(Muchas tribus actuales creen que las relaciones sexuales sirven para preparar a la mujer para
que el espíritu del hijo/a entre en sus cuerpos).

Las relaciones de poder se limitaban en algunos casos al poder temporal de los chamanes (ha
quedado demostrado el uso de las drogas para este fin).

Se tiene constancia de que la recolección fue vital para el grupo, y la caza, al contrario de lo
que se cree, fue en la mayoría de las ocasiones para complementar la ingesta de vegetales.
Sobre la caza también se ha dicho mucho, como que era cosa de hombres. Ni era la actividad
más importante ni estaba asumida solo por hombres. Las mujeres y los hombres, en un
principio carroñeaban, ya que no se tenía un metabolismo adaptado para cazar. Y conforme
sus cuerpos se fueron adaptando ambos sexos compartían la tarea de conseguir alimento
matando a otros animales.

Distintos aspectos, como que los animales podían oler la menstruación de las mujeres y huir o
atacar, el hecho de que las hembras criasen, etc. condujo a que conforme fueron conscientes
de su importancia para el grupo y al ser peligroso para el embarazo ciertas actividades como
cazar, explorar, luchar , la exposición a las inclemencias del tiempo etc. Poco a poco sus
labores pasasen a ser la de la recolección.

Con el paso de mucho tiempo y tras perfeccionar la caza, esta paso a ser la actividad principal
para conseguir alimento en épocas de escasez de recursos. La recolección paso a ser necesaria
para alimentar a los machos en sus expediciones para conseguir alimentos, con lo que las
mujeres alimentaban a los hombres, y los hombres al grupo entero. Además los machos se
convirtieron en personas entrenadas y vigilantes que acostumbraban a expresar agresividad.

Del sexo sin necesidad de monogamia, pasamos a una sociedad basada en parejas, debido al
conocimiento de la paternidad. Ya en el Neolítico; con la ganadería, las sociedades apreciaron
como cuando separaban a las hembras de los animales machos, estas no se quedaban
embarazadas (Jacques Dupuis).

Ahora, que los hombres sabían quiénes eran sus hijos/as, y con la agricultura asentada, la
propiedad privada cobra más fuerza. Les interesa aprovechar la fuerza de trabajo de sus
hijos/as para cultivar sus tierras y explotar sus recursos. Todas las investigaciones apuntan a
que la mujer o inventó o perfeccionó la agricultura. Cuando sus cultivos agotaban los suelos,
estos tenían que trasladarse de sitio, por lo que el registro arqueológico demuestra como el
Patriarcado se asentó antes en sociedades asentadas cerca de los deltas de los ríos, que
autoregeneraba el suelo, ya que para trasladarse era un inconveniente cargar con crías, así que
retrasaban el parto. Sin embargo, en las sociedades con recursos interesaba que la mujer
tuviese hijas/os. La familia (De famulus; conjunto de bienes del patriarca), aparece, y debido a
su potencial económico destierra a las sociedades que apostaban por huir de la monogamia y
que practicaban la cooperación de todas las personas. La simbología es muy importante en
todo este proceso. Los antepasados de estas sociedades ya conocían el ciclo menstrual y lo
relacionaban con la luna. A partir del asentamiento del patriarcado se le comienza a dar más
importancia al sol (por su relación con la agricultura). Es decir, esta simbología nos muestra la
importanciade la economía y del poder en el desarrollo de las sociedades.

DESARROLLO DEL PATRIARCADO


El patriarcado es un orden social o sistema de relaciones familiares, sociales y políticas que
genera una ideología patriarcal o forma de pensamiento de carácter patriarcal. Dicho sistema
social se fundamenta en relaciones asimétricas de poder que se sustentan en la supremacía de
lo masculino y en la consideración de lo femenino como inferior y subordinado, dando origen
así a preceptos de carácter ideológico. Estos preceptos, de orden social, implican en mayor o
menor medida la imposición directa o solapada de órdenes por parte de los hombres, o las
instituciones que le representan, sobre las mujeres.

Los preceptos son entonces reglas u obligaciones de carácter social, las que a su vez, encubren
una contradicción social: la generada a partir del dominio del hombre y la subordinación de la
mujer en un mundo donde hombre y mujer forman parte de la humanidad. Se está así ante
distorsiones del pensamiento hechas ley, ante la ideología que legaliza socialmente esas
contradicciones, construyéndolas como lo indica Bottomore, en “soluciones mentales o
discursivas, que encubren o falsifican, efectivamente, la existencia y características de esas
contradicciones”. El patriarcado es un modelo de dominación, un sistema de explotación con
relaciones asimétricas donde los hombres tienen bajo control los aspectos más importantes de
la sociedad. Además, la cultura patriarcal contiene características atribuibles a lo masculino y
lo femenino pero que, por mecanismos de la ideología, hace aparecer como naturales y
universales, es decir, como propios de la naturaleza de los hombres y las mujeres. La cultura
patriarcal define para el varón características relacionadas con el predominio de lo racional
sobre lo afectivo, la negación de la ternura y la debilidad, la utilización de la fuerza y la
violencia, la heterosexualidad y la detentación del poder político, económico y social en la vida
pública y privada. Sus contrarios serían propios de la feminidad, tal y como lo indican Campos y
Salas: La ideología patriarcal sostiene que lo masculino y lo femenino son dos realidades
psicológicas diferentes, y que lo masculino corresponde a los varones y lo femenino a las
mujeres. Lo masculino se asocia con lo fuerte, lo racional, lo agresivo, y lo femenino con lo
pasivo, lo afectivo, lo débil.

En términos generales, entonces, el patriarcado es un orden social que genera una ideología
patriarcal cuyos preceptos apuntan al dominio masculino y la subordinación femenina; y esta
ideología se expresa en las diversas creaciones culturales de la sociedad, entre ellas las obras
artístico-literarias.

3. Los preceptos ideológicos del patriarcado asignados al género femenino.

En general ya se han citado diversos elementos que el sistema u orden patriarcal y sus ideas le
asignan al género femenino y masculino, y en diferentes épocas y espacio, inclusive hoy, están
vigentes en forma total o parcial, o bien siguen vigentes en los imaginarios colectivos en
barrios, pueblos, ciudades, países y continentes. Sin embargo, para efectos prácticos y
comprensivos es oportuno sintetizar dichos preceptos de la manera siguiente:

El género femenino es “inferior” en relación con el género masculino o está en grado de


“inferioridad” y “subordinación”.

La mujer está “subordinada” al hombre en las relaciones de poder. Es la mujer un ser


“pequeño”, comparativamente, con el hombre al que se asocia con la “grandeza”.

La relación mujer hombre es una relación asimétrica de “inferioridad-superioridad”.

La mujer “no debe ejercer” el control y mandato o la autoridad mayoritaria e incluso,- en


menor escala – en los factores económicos, sociales, políticos, religiosos, ideológicos,
represivos y culturales de la sociedad. En la vida pública de sociedad, la mujer “no debe”
poseer la autoridad y control del poder.

La mujer “no debe” ejercer la autoridad y el poder en la vida familiar y privada. En el seno del
hogar, la mujer “no desempeña” funciones que alteren la autoridad del varón y “no puede”
ejercer la potestad o mandato sobre sus hijos.

Las mujeres “están asignadas por naturaleza” al ámbito de lo doméstico.

La mujer es “débil” en su físico, carácter, su personalidad, su moralidad y su sexualidad.

La mujer “está asociada” a lo afectivo, irracional, inoportuno, incoherente, insatisfecho,


insatisfactorio. Las cualidades de lo femenino son mayormente “negativas e insignificantes”.

“Principios inalterables” en la mujer son la virginidad antes del matrimonio, la monogamia, la


fidelidad absoluta y la maternidad.

La sexogenitalidad de la mujer “está restringida” al matrimonio, es controlada y vigilada por el


varón, es “esencialmente reproductiva” de hijos legítimos los que, a su vez, y, por ese
principio, son herederos legítimos.

La sexogenitalidad ejercida por la mujer bajo su propia libertad y decisión “es negativa,
pecaminosa, degradante, llena de maldad, demoníaca, alteradora del orden, ilegítima,
licenciosa, con lujuria y en todo caso peyorativa”.

El hombre “está asignado por naturaleza” al ámbito de lo público.

La sexogenitalidad ejercida por el varón bajo su propia libertad y decisión es permisible,


positiva, legítima, agradable, y en todo caso valorativo.

En general, en la sociedad y en las ideas dominantes sobre las mujeres y los hombres en tanto
construcciones genéricas e históricas, se expresan desvalores asociados a lo femenino y
valores asociados a lo masculino. Estos principios asimétricos, indica Harris, forman parte de
esa “enorme colección de grabaciones en el cerebro de acontecimientos indiscutidos o
impuestos, de tipo externo, percibidos por una persona en los primeros años de la vida”
(1978:48), muy difíciles de superar, aún y cuando la realidad vivida muestre algo
completamente diferente. Así, bajo la ideología patriarcal, los principios asimétricos son
perturbadores e inciden y afectan a hombres y mujeres para el resto de sus días y en todos los
ámbitos de la cultura.

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