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Estudios de

Lingüística Funcional

Estudios de Lingüística Funcional


Eduardo Patricio Velázquez Patiño e
Ignacio Rodríguez Sánchez
(editores)
Estudios de lingüística funcional

por medio de

Eduardo Patricio Velázquez Patiño


e
Ignacio Rodríguez Sánchez

(editores)
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE QUERÉTARO

Dr. Gilberto Herrera Ruiz


Rector

Dr. Irineo Torres Pacheco


Secretario Académico

Q.B. Magali E. Aguilar Ortiz


Secretaria de Extensión Universitaria

Lic. Verónica Núñez Perusquía


Directora de la Facultad de Lenguas y Letras

Tec. Prof. Ricardo Saavedra Chávez


Coordinador de la Editorial Universitaria

José Ramón Montijo González


Diseño de portada

Ramón López Velarde Fonseca


Formación

La publicación de este libro se financió con recursos del PIFI (2014)

D.R.© Universidad Autónoma de Querétaro,


Centro Universitario, Cerro de las Campanas s/n,
Código Postal 76010, Querétaro, Qro., México

ISBN: 978-607-513-189-4

Primera edición, noviembre de


2015 Hecho en México
Made in Mexico
Índice
Introducción 5
La noción de palabra oral desde la gramática
cognoscitiva
Ricardo Maldonado Soto (UNAM-UAQ)
Boris Fridman Mintz (ENAH) 13

La estructura de las construcciones frasales


con out en inglés
Daniel T. Stauffer (UAQ) 95

Duración vocálica y acento en el náhuatl


de Cuentepec, Morelos
Eduardo Patricio Velázquez Patiño (UAQ) 121

Los binomios n y n. Una exploración


desde un enfoque guiado por datos
Ignacio Rodríguez Sánchez (UAQ)
Fabiola Ramírez de Jesús (UAQ) 165
Preferencias de uso de adverbios de manera
cortos y largos en distintos registros
del español de México
Luisa Josefina Alarcón Neve (UAQ)
Lorena Medina Gómez (UAQ)
Ignacio Rodríguez Sánchez (UAQ) 197
Uso y función de nexos en la subordinación y
coordinación. Evidencia de dos tareas narrativas de
niños mexicanos de primero de primaria
Luisa Josefina Alarcón Neve (UAQ)
Alejandra Auza Benavides (Hospital
General Dr. Manuel Gea González) 223

La complejidad sintáctica en niños pre-escolares


y escolares. Con y sin trastorno primario
de lenguaje
Donna Jackson Maldonado (UAQ)
Ricardo Maldonado Soto (UNAM-UAQ) 253
Introducción
Este volumen contiene siete investigaciones surgidas en el entorno
del Cuerpo Académico Consolidado de Lingüística de la Facultad
de Lenguas y Letras de la Universidad Autónoma de Queréta-
ro (UAQ), México. Este cuerpo académico está en la actualidad
encabezado por Donna Jackson y lo conforman Luisa Alarcón,
Valeria Belloro, Donna Jackson, Ignacio Rodríguez, Adelina Ve-
lázquez y Eduardo Velázquez. Cuenta el cuerpo académico con
un nutrido grupo de colaboradores; entre ellos destaca Ricardo
Maldonado (UNAM), sin cuya aportación sería difícil concebir
su creación y su consolidación. Otros colaboradores son Lilián
Guerrero (UNAM) y varios docentes e investigadores adscritos a
la UAQ: Mónica Sanaphre, Juliana de la Mora, Daniel T. Stauffer,
Haydée Carrasco, Selene Hernández, Eva Velásquez y José Luis
Ramírez.
El Cuerpo Académico Consolidado de Lingüística (CACLing)
se fraguó en torno a la Maestría en Lingüística, que se creó hace
ya 15 años, y que contó durante muchos años con el liderazgo
de Margaret Lubbers de Quesada, el empuje de Enrique Palancar
Vizcaya y la huella de Alejandra Auza, colegas éstos que, en un
momento dado de su carrera profesional, optaron por proseguir
sus actividades académicas en otras instituciones.
La consolidación del cuerpo académico se obtuvo en 2011 con
la apertura de la quinta generación de estudiantes del Doctorado
en Lingüística, un programa que se creó en 2005 y que, como la
Maestría en Lingüística, en la actualidad figura en el Programa
Nacional de Posgrados de Calidad.

5
El título de este volumen quiere poner de manifiesto el común
denominador de los estudios que se realizan en el ámbito del cuer-
po académico y que aquí se presentan: un enfoque próximo a la
lingüística funcional, por concebir el lenguaje como un fenómeno
que se define en su uso, vinculado al procedimiento, y del que se
da cuenta en investigaciones guiadas por los datos. Bajo estas pre-
misas confluyen estudios puramente cognoscitivos, trabajos sobre
variación, sobre adquisición de lengua materna en poblaciones tí-
picas y con trastornos de lenguaje, así como trabajos con enfoques
propios de la lingüística de corpus. También confluirían estudios
de sociolingüística y estudios que partieran de premisas relacio-
nadas con el conexionismo, el emergentismo y el constructivismo,
a los que esperamos dar cabida en breve.
Los siete capítulos del libro vienen dispuestos en el siguien-
te orden. Los dos primeros capítulos los constituyen dos estu-
dios que abordan sus cometidos desde la lingüística cognoscitiva
(Maldonado y Fridman, y Stauffer). Les siguen tres artículos que
parten de planteamientos metodológicos cercanos a la lingüísti-
ca de corpus y que comparten una metodología en que el aná-
lisis cuantitativo de datos resulta central (Velázquez, Rodríguez
y Ramírez, así como Alarcón, Medina y Rodríguez). Finalmente,
se presentan dos trabajos sobre adquisición de lengua materna,
uno en poblaciones típicas (Auza y Alarcón) y otro en poblaciones
con trastornos de lenguaje (Jackson y Maldonado). Las áreas que
se abordan son la gramática, la fonética, la fonología, el léxico, la
adquisición de lenguaje, la gramática y la psicolingüística. Como
mencionan Maldonado y Fridman en este volumen, la fonología,
la sintaxis, la semántica y la pragmática no constituyen módulos o
niveles de análisis independientes —que en otros modelos se ligan
por medio de interfaces o procesos de conexión ad hoc— sino que
conforman un continuum analizable de forma simultánea. Todos

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los estudios de este volumen se apoyan en las relaciones entre una
o más de estas subdisciplinas, y también comparten el interés por
la variación y por el uso de corpus, todo lo cual en su conjunto
creemos que viene a constituir una de las marcas de los estudios
en el CACLing de la Universidad Autónoma de Querétaro.
Tras recibir los manuscritos, estos fueron remitidos a siete
evaluadores anónimos, lingüistas de reconocida trayectoria en el
ámbito de la educación superior, en instituciones nacionales y ex-
tranjeras. Antes de dar por aceptado cada manuscrito, un evalua-
dor anónimo revisó todas las contribuciones y avaló la cohesión
de los trabajos presentados. Los editores, finalmente, se asegura-
ron de que las sugerencias de los evaluadores fueran tomadas en
cuenta en la versión final.
El primer capítulo del libro, escrito por Maldonado y Frid-
man, es un trabajo de gran calado teórico que aborda el tema de
la definición de una palabra desde presupuestos de la semántica
y de la fonología cognoscitivas. El capítulo trata de responder a
la pregunta de la lexicología (¿qué es una palabra?) exponiendo
cómo la palabra está determinada por juegos de dependencia y
amalgamiento semánticos y fonéticos entre sus miembros compo-
nenciales. Desde esta aproximación, la lengua encuentra sus funda-
mentos operativos en habilidades y sistemas cognoscitivos básicos,
como la percepción, la memoria y la categorización, facultades de
las que el sistema lingüístico no se puede separar. En lugar de ser
vista como una entidad independiente, la lengua se explica a partir
de su coincidencia con una serie de habilidades mentales fácilmente
demostrables, como ellos mismos señalan: “Toda forma lingüística
es simbólica en virtud de que se establece una liga inseparable en-
tre una estructura fonética y una estructura semántica”. El capítulo
explica también los fundamentos de la fonética cognoscitiva basán-
dose en la idea de que “en el plano fonético es cognoscitivamente

7
autónoma toda aquella unidad lingüística que puede ser enunciada
por sí misma, tenga o no significado”. Se entiende la sílaba como la
unidad esquemática de coordinación sedimentada de la actividad
sensorio-motriz locutiva de cualquier hablante, tal que puede ser
ejecutada e identificada por todos los miembros de una comuni-
dad lingüística. Asimismo, la palabra se caracteriza por un alto nivel
de cohesión entre los morfemas de los que se compone, cohesión
que se deriva de las relaciones de dependencia fonética y semánti-
ca existentes entre sus componentes. Así se llega a explicar por qué
en las expresiones idiomáticas hay inseparabilidad semántica y fo-
nética entre palabras. Los autores concluyen que en el centro del
sistema hay una coincidencia icónica entre las asimetrías fonéticas
y las morfológicas y, aunque en la periferia tales correspondencias
son menos transparentes, la noción de cohesión silábico-morfémica
subyace consistentemente en la conformación de elementos unita-
rios susceptibles de ser reconocidos como entidades aislables.
El segundo capítulo es un trabajo preliminar sobre los verbos
frasales en inglés, área de especialización de Dan Stauffer (quien
fue alumno de las primeras generaciones de la Maestría en Lin-
güística y cuya tesis fue dirigida por Enrique Palancar). En este
caso, presenta un trabajo en que se analizan las características de
diversas estructuras de un verbo nuclear y la partícula out y se
señala cómo se produce la integración de ambas partes. La elabo-
ración de la partícula puede resultar en significados distintos de la
construcción frasal debido a las asociaciones que la entidad que la
elabora trae consigo. El estudio ofrece una base y unos lineamien-
tos para abordar el problema de distinguir construcciones frasales
de otros tipos de construcciones de verbo y partícula.
En el primero de los tres capítulos basados en análisis cuan-
titativos de corpus, Eduardo Velázquez hace una revisión críti-
ca del sistema fonológico de una variante moderna del náhuatl,

8
específicamente sobre las características de la duración silábica y
vocálica, así como de las implicaciones del acento en la variante de
Cuentepec, Morelos. Para lograr este objetivo diseñó un corpus de
ítems léxicos que funcionan como pares mínimos o pares análo-
gos dentro de la lengua. Con este instrumento se obtuvieron datos
cuyo procesamiento y análisis arrojó información muy completa
sobre las duraciones silábicas y vocálicas. Esta metodología per-
mite sacar interesantes conclusiones sobre la interrelación entre la
longitud vocálica y la colocación del acento primario a nivel léxico
y sintagmático.
En el segundo de los capítulos de lingüística de corpus, Rodrí-
guez y Ramírez nos invitan a reflexionar sobre la estructura de
binomios de dos sustantivos unidos por la cópula y (por ejemplo,
“flor y nata”, “usos y costumbres” y “pies y manos”). Su trabajo
es una aportación clásica de la lingüística de corpus neofirthiana,
guiada por los datos de un análisis de colocaciones de un cor-
pus de más de 100 millones de palabras. Sus hallazgos revelan la
fragilidad de la concepción clásica de binomio fraseológico pues
muchos binomios son en realidad reversibles aunque los análisis
introspectivos puedan señalar lo contrario. Los resultados ponen
de manifiesto la importancia de usar técnicas clásicas de la lin-
güística de corpus en algunos ámbitos de la fraseología. Por otro
lado, el análisis de gran cantidad de datos mediante herramientas
de procesamiento léxico permite explorar nuevas ideas, como el
hecho de que hay palabras que se especializan en ser primera par-
te de binomios, mientras que otras se especializan en ser segunda
parte de binomios.
El capítulo de Alarcón, Medina y Rodríguez investiga si, como
sugieren estudios previos de otras lenguas romances, existe una
preferencia de uso por los adverbios de manera cortos en regis-
tros orales, informales y coloquiales (por ejemplo, “rápido”, “fácil”,

9
“fuerte”), en contraste con los adverbios largos (“rápidamente”,
“fácilmente” y “fuertemente”), los cuales parecen ser preferidos en
registros escritos y formales. El estudio se centra en el análisis de
frecuencias de 15 pares de adverbios (cortos y largos) a partir del
Corpus Sociolingüístico de la Ciudad de México (un corpus total-
mente oral de aproximadamente 900,000 palabras) y del Corpus
de Referencia del Español Actual de la Real Academia Española
(del cual se analizaron 15 millones de palabras correspondientes
al español de México escrito).
La parte final del libro tiene dos estudios correspondientes a
la adquisición de la lengua materna. El primero de ellos corres-
ponde al capítulo de Auza y Alarcón. En él se analiza y se valora
las diversas funciones de nexos sintácticos que emplean los niños
que inician su educación primaria, para coordinar y subordinar
cláusulas en producciones narrativas. Su trabajo concluye que el
registro de usos adecuados y pertinentes de nexos típicos para co-
ordinar cláusulas, en contraste con usos no convencionales de di-
versas conjunciones y preposiciones, evidencia que la adquisición
de estos elementos está en desarrollo.
Para ponerle broche de oro a este volumen, se presenta el capí-
tulo de Jackson y Maldonado. Estos dos investigadores, miembros
del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel II, son quienes han
encabezado el cuerpo académico en las ramas aplicada y teórica
respectivamente desde su creación. Su estudio analiza estructu-
ras oracionales complejas en narraciones de niños con Trastorno
Específico/Primario de Lenguaje (TPL) y de desarrollo típico en-
tre los 5 y los 9 años. El análisis incluye la frecuencia, el contexto
lingüístico tanto por función dentro de la oración como por los
tipos de verbos en la estructura, así como aspectos extralingüísti-
cos (el tipo de imágenes o eventos en los que aparecen). El análi-
sis contrasta la producción de oraciones adverbiales, nominales y

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relativas por medio de varias medidas de longitud y densidad de
cláusula (el índice de cláusula, la densidad, la longitud media de
unidad T, el número total de oraciones subordinadas) así como
por el nivel de agramaticalidad. Los resultados indican que las
diferencias entre los grupos son más del ámbito cualitativo que
cuantitativo.
Las aproximaciones a la lengua que se adivinan en estos siete
estudios tienen en común el hecho de intentar definir procesos y
operaciones mentales, de ahí el corte funcional que les otorgamos.
Este enfoque funcional puede contribuir a formular y responder
preguntas clave sobre el uso, el aprendizaje y el cambio lingüísti-
co. Se enmarcan, creemos, en un paradigma relativamente nuevo
cuya orientación, métodos y temas es probable que sigan siendo
centrales en los estudios lingüísticos en los años venideros.
Este volumen surge con la intención de dar a conocer una serie
de estudios que comparten puntos de partida pero con vocación
especializada, propuestas innovadoras que pretenden generar y
avivar debates. Nuestra intención es que este sea el primero de
muchos volúmenes de Estudios de Lingüística Funcional, y que
constituya prueba fehaciente de la vitalidad e innovación de la lin-
güística que se hace en Querétaro y en México.

11
La noción de palabra oral
desde la gramática cognoscitiva
Ricardo Maldonado Soto (UNAM-UAQ)
Boris Fridman Mintz (ENAH)

Resumen
El presente trabajo aborda el tema de la definición de la palabra desde
presupuestos de la semántica y la fonología cognoscitivas, exponien-
do cómo la palabra está determinada por juegos de dependencia y
amalgamiento semánticos y fonéticos entre sus miembros compo-
nenciales. Desde esta aproximación, la lengua encuentra sus funda-
mentos operativos en habilidades y sistemas cognoscitivos básicos,
como la percepción, la memoria y la categorización, facultades de las
que el sistema lingüístico no se puede separar. Además, este trabajo
explica los fundamentos de la fonética cognoscitiva. La sílaba es en-
tendida como la unidad esquemática de coordinación sedimentada
de la actividad sensorio-motriz locutiva de cualquier hablante, tal
que puede ser ejecutada e identificada por todos los miembros de
una comunidad lingüística. Asimismo, la palabra se caracteriza por
un alto nivel de cohesión entre los morfemas de los que se compone,
derivada de las relaciones de dependencia fonética y semántica exis-
tentes entre sus componentes. Los autores concluyen que en el centro
del sistema hay una coincidencia icónica entre las asimetrías fonéti-
cas y las morfológicas y, aunque en la periferia tales correspondencias
son menos transparentes, la noción de cohesión silábico-morfémica
subyace consistentemente en la conformación de elementos unitarios
susceptibles de ser reconocidos como entidades aislables.

13
1. Introducción
Toda noción lingüística responde a los principios de la teoría que
la sustente. Ello hace que el mismo término llegue a encontrar defi-
niciones diametralmente opuestas. El caso de la noción de palabra
quizá sea el que mayor variabilidad pueda presentar. Una compa-
ración exhaustiva y pesimista de criterios definitorios como la que
hace Haspelmath (2011) nos llevaría a la ineludible conclusión de
que no se cuenta con un conjunto de criterios que se pueda aplicar
en forma uniforme a las lenguas del mundo de que tenemos cono-
cimiento y que su aplicación no se hace en forma convergente. Ello
llevaría a concluir que no se cuenta con las bases para defender un
concepto interlingüístico viable de la noción de palabra. El objetivo
de Haspelmath es defender la idea de que en ausencia de tal noción,
la separación entre morfología y sintaxis resulta sostenible. Haspel-
math acierta en reconocer que tal separación no responde más que a
necesidades metodológicas de distintos modelos analíticos y que no
es la noción de palabra el criterio prístino que nos permitirá diferen-
ciar niveles de análisis. Sin embargo, sí es un concepto operativo que
responde a una amplia gama de necesidades no sólo de descripción
sino de representación e identificación de unidades tanto en lo oral
como en lo escrito. Mientras que Haspelmath pone el acento en el
reconocimiento estricto de los criterios que garantizan una defini-
ción categorial discreta, el objetivo de este artículo es sugerir la zona
nuclear que hace de la palabra una noción operativa, noción ésta
que estará sujeta a ajustes determinados por la configuración tipoló-
gica de las lenguas. En concordancia con ese objetivo permítasenos
sugerir una definición operativa de la manera en que la noción de
palabra en la oralidad1 se vería desde la gramática cognoscitiva:

La fijación de la noción de palabra en la escritura es objetivo de otra investigación.


1

Véanse lo trabajos referidos Fridman 1984 y Lara 2006).

14
Unidad simbólica mínima que se puede representar en
forma silábicamente autónoma asociada a un significa-
do unitario. Dicha unidad está determinada por juegos
de dependencia y amalgamiento semánticos y fonéticos
entre sus miembros componenciales.

Fundamental para este tipo de definición es reconocer que la


noción de palabra más que obedecer a una definición positiva,
responde a problemas de representación mental. Se trata de un
problema metalingüístico en que tanto los hablantes como los es-
pecialistas la adoptan como noción operacional (Fridman, 1984).
Si bien la definición positiva de un conjunto de rasgos universa-
les como los que busca Haspelmath es inasequible, la identifica-
ción de patrones de asociación y amalgamiento en la formación
de unidades puede dar las bases para contar con una definición
general que se adecua a las propiedades tipológicas de las lenguas.
Bien podemos decir, sin embargo, que toda palabra, en cualquier
lengua, sea cual sea su significado, es cognoscitivamente autóno-
ma en el plano simbólico, de manera que es identificable tanto en
el polo fonético como en el semántico. La caracterización foné-
tica licencia la posibilidad de aislarla como unidad identificable.
La manera en que se establecen las amalgamas entre miembros y
los modos en que operan las interdependencias de corte fonético
se establecen con base en algunas nociones básicas de gramática
cognoscitiva que exponemos a continuación.
El capítulo está organizado de la siguiente manera. La sección 2
se encarga de introducir algunas nociones fundamentales de la gra-
mática cognoscitiva a la manera de Langacker (1987, 1991a, 1991b,
2000 y muchos otros trabajos). La sección 3 hace lo propio en el ám-
bito de la fonética cognoscitiva (Fridman, 2009 y 2010). La sección
4 introduce un modelo de palabra desde la perspectiva cognoscitiva

15
y se encarga de revisar distintos problemas morfológicos asociados
a la noción de palabra (separabilidad, cohesión, independencia, in-
formatividad, rutas composicionales) y la manera en que este mo-
delo los resuelve tanto en el plano semántico como en el fonético/
fonológico. La última sección ofrece las conclusiones.

2. Nociones de gramática cognoscitiva


El conjunto de nociones que aquí se proponen responde a los pos-
tulados de la gramática cognoscitiva introducida por Langacker
(1987, 1991a, 1991b, 2000), teoría que se inserta en el gran marco
de la lingüística cognoscitiva. En virtud de que la lingüística con-
temporánea tiende a definirse a sí misma como una ciencia cog-
noscitiva, una ciencia que al aproximarse al lenguaje intenta definir
procesos y operaciones mentales, es necesario asociar esta pro-
puesta con las aproximaciones de corte funcional y distinguirla de
las de corte generativo. Estas últimas entienden la lengua como un
fenómeno modular cuyas operaciones son independientes de los
demás procesos mentales y sus unidades contrastan en forma dis-
creta y binaria, son abstractas y de carácter universal y responden
a activaciones de facultades innatas. Por su parte, lo que se conoce
como lingüística cognoscitiva constituye un modo de aproximación
al lenguaje que enfatiza la función semiológica de la lengua y su
aterrizaje en la cognición. Esto contrasta tanto con las limitaciones
del binarismo clásico, como con las aproximaciones que reducen la
lengua a un conjunto de operaciones mecánicas en las que el signi-
ficado es una especie de adenda a posteriori que se inserta una vez
que el aparato formal se ha encargado de hacer derivaciones en las
que intervienen no sólo movimientos, huellas, recortes arbóreos y
representaciones abstractas, sino también pasos intermedios que
no se corresponden con formas constatables en el uso lingüístico.

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Un rasgo común de distintas escuelas cognoscitivas de corte
funcional es reconocer en toda formación lingüística cargas espe-
cíficas de significado asociadas a modos de conceptualización. En
forma particular, la gramática cognoscitiva (GC), se define como
un modelo analítico que intenta ofrecer explicaciones lingüísticas
de la estructura de la lengua que, por una parte, sean psicológica
y biológicamente plausibles y que, a su vez, respondan a las ma-
nifestaciones de la lengua en su uso real, ubicadas en contextos
naturales de interacción social como se presentan en el discurso.
La orientación cognoscitiva del modelo consiste en buscar la base
conceptual del lenguaje incluso en sus funciones más simples.
Desde esta aproximación, la lengua encuentra sus fundamentos
operativos en habilidades y sistemas cognoscitivos básicos, como
la percepción, la memoria y la categorización, facultades de las
que el sistema lingüístico no se puede separar. En lugar de ser vista
como una entidad independiente, la lengua se explica a partir de
su coincidencia con una serie de habilidades mentales fácilmente
demostrables. Las peculiaridades innatas que pueda haber en el
lenguaje no son sino adaptaciones particulares de fenómenos cog-
noscitivos más básicos y no entidades independientes construidas
con modos de operación autónoma. Algunas manifestaciones de
esas habilidades lingüístico-mentales son la facultad de formar
conceptualizaciones estructuradas, la de emplear una estructura
como base para categorizar otra estructura alterna, la de estable-
cer correspondencias entre distintas estructuras, la de concebir
una situación con distintos niveles de abstracción (esquematiza-
ción), la de combinar estructuras simples para formar estructuras
de mayor complejidad y la de asignar distintos niveles de promi-
nencia a los elementos que conforman una escena.

17
La lengua es entendida como un inventario estructurado de
unidades simbólicas. Tal inventario no es una lista plana de ele-
mentos sino un juego de agrupaciones de constructos que se ligan
con otros componentes de la lengua según comparten una o más
propiedades. Las relaciones entre las unidades simbólicas son di-
námicas. Toda forma lingüística es simbólica en virtud de que se
establece una liga inseparable entre una estructura fonética y una
estructura semántica. Tal liga responde a un proceso de simbo-
lización. A todo polo semántico corresponde uno fonético. Esto
tiene consecuencias que determinan el modo de aproximación al
análisis lingüístico. Por una parte, el hecho de que existan dos ma-
neras distintas de decir “lo mismo” lleva a la ineludible conclusión
de que se han dicho dos cosas distintas; esto es, que el hablante res-
ponde, observa o conceptualiza el mismo fenómeno referencial de
maneras distintas. Por la otra, la incorporación de la conceptuali-
zación en el análisis lingüístico hace que, respecto de una emisión
cualquiera, se consideren en forma simultánea, tanto los fenóme-
nos referenciales, como los de percepción (rastreo, formación de
imágenes, figura/fondo, etc.), así como los contextuales (sociales,
psicológicos, emocionales, etc.) de manera tal que la sintaxis, la se-
mántica y la pragmática no constituyen módulos o niveles de aná-
lisis independientes —que en otros modelos se ligan por medio de
interfaces o procesos de conexión ad hoc— sino que conforman un
continuum analizable en forma simultánea. Tanto en los morfemas
cuanto en las construcciones sintácticas se reconoce una impor-
tante carga de sentido, de manera tal que la función del lingüista
no sólo consiste en identificar significado, sino también en definir
los patrones cognoscitivos que imperan en una y otra manifesta-
ciones lingüísticas. La primera y tercera personas del singular del
español pueden resultar más significativas de lo que uno supondría
en primera instancia. Maradona y Hugo Sánchez parecen haber

18
gramaticalizado por lo menos dos maneras de autoconcebirse: una
como seres de carne y hueso, y otra como personajes de su propia
novela. Cuando el entrevistador quiere conocer su opinión respec-
to de alguna situación futbolística, lo más probable es que de estos
personajes venga una respuesta del tipo: “yo creo que el entrena-
dor...”; mientras que cuando son entrevistados respecto de sus pla-
nes futuros, sus respuestas se dan en tercera persona:
1 a. Hay Maradona para rato.
b. Hugo Sánchez está dispuesto a jugar con todo, para
eso entra a la cancha.

Nada impide el uso del pronombre yo en estos casos, pero es


obvio que con la tercera persona nuestros héroes futbolísticos
comparten la posición del espectador y rinden culto al personaje
que ellos mismos encarnan. Para dar cuenta de estos fenómenos
es necesaria una teoría que no sólo reconozca el valor del signifi-
cado en la lengua, sino, que además, vea en el significado y en las
estrategias de conceptualización de los hablantes los fundamentos
mismos de su operatividad analítica. Las unidades simbólicas se
presentan y se constituyen en eventos de uso que para fines analí-
ticos y de sistematización se representan en formas abstractas cuyo
peso en el sistema depende fundamentalmente de su nivel de se-
dimentación, esto es del grado de convencionalidad que una for-
ma lingüística adquiera a partir del uso. Las unidades lingüísticas
menos sedimentadas requieren de mayor esfuerzo mental para su
construcción (electrólisis, nematelminto), mientras que aquellas que
el uso ha fijado (mesa, perro) operan de forma cuasi-automática y
no requieren mayor esfuerzo mental. De la misma manera contras-
tan las construcciones sintácticas más claramente establecidas en el
sistema con aquellas cuya conformación conceptual requiere de un
alto nivel de procesamiento. Una muestra clara de este fenómeno se

19
observa en que la pasiva releja con se del español ha cubierto la ma-
yoría de los usos en los que la pasiva perifrástica con ser+participio
podría entrar (Melis & Peña Alfaro, 2007; Cabañas Maya, 2005), de
manera tal que (2a) es una estructura marcada que opera en con-
textos más restringidos que los de las pasivas con se de (2b y c):
2. a. El control de las tierras ha sido resuelto
históricamente por medio de la violencia (CREA,
Prensa, México, 1997).
b. Esta denuncia se resolvió con el pago
correspondiente del pugilista (CREA,
Prensa, México,1997).
c. Las discrepancias entre el técnico y el jugador
se han rebajado y sus relaciones son buenas.
Tal vez por eso, un suceso que en otro tiempo
podría haberse convertido en una bomba de
relojería se ha resuelto sin ruido y por las buenas.
(CREA, Prensa, España, 1997).
Más evidente es el hecho de que la gran mayoría de usos de
la pasiva perifrástica se da sin la expresión del agente: el caso fue
resuelto (en lugar del el caso fue resuelto por el juez). Si bien la di-
ferencia de estos casos está directamente asociada con el nivel de
complejidad de la construcción, en otros casos el nivel de centra-
lidad de una forma puede ser suficiente para ser preferida en lugar
de otras menos establecidas. El beneficiario de una acción tiende
a ser codificado en español más frecuentemente con la construc-
ción de dativo (Tachita le preparó la cena a los niños) que con la de
benefactivo (Tachita preparó la cena para los niños), esto es cierto
incluso en verbos como preparar en que el beneficiario no está
garantizado por la valencia del verbo (Maldonado, 2002; Ibáñez,
2003). Lo único que se necesita para la adecuada descripción de
la lengua son ensamblajes simbólicos que se dan tanto en el léxi-
co como en la gramática. La coincidencia parcial o total de los

20
eventos de uso es lo que nos permite establecer relaciones más
abstractas que organizan la coherencia interna del sistema lingüís-
tico. Tales abstracciones de los eventos de uso son reforzadas y se-
dimentadas al responder con mayor eficiencia y menor esfuerzo a
las necesidades comunicativas de una comunidad hablante. Otras
nociones más específicas de operación de vital importancia para
acercarnos a los problemas de definición que presenta la palabra,
se presentarán, sin bien en forma escueta, a continuación.
Ya se ha señalado que la Gramática Cognoscitiva opera con
unidades simbólicas cada una de las cuales tiene contenido fonéti-
co y semántico y que consecuentemente, el análisis gramatical y el
semántico son indisociables: omitir el significado en una descrip-
ción gramatical equivale a hacer un diccionario con entradas léxi-
cas, pero sin definiciones. Las unidades simbólicas pueden ser de
distintos niveles de complejidad. Por una parte, los morfemas son
unidades, algunas autónomas, muchas otras dependientes, que
conforman palabras según patrones importantes de cohesión a
los que nos referiremos con mayor detalle más adelante. Asúmase
por el momento el hecho de que un morfema como -ero demanda
la presencia de una raíz sustantiva como ropa para conformar la
palabra ropero. En un orden mayor contamos con situaciones más
complejas, como en las siguientes expresiones:
3. a. Estirar la mano [composicional/unidad]
b. Estirar la pata [unidad/composicional]
c. Estirar la tela [composicional]

En (3a) hay dos lecturas, la composicional, en que físicamente


de hecho estiramos el brazo y la mano cuando hemos estado de-
masiado tiempo en la misma posición. Pero además, por lo me-
nos en el dialecto de México, se trata de una expresión fija con
significado propio, una unidad. En ella hacemos referencia a lo

21
que hacen los burócratas corruptos para recibir soborno. En el
caso de (3b) la lectura de unidad es dominante, si bien existe la
posibilidad de leerla en forma composicional como un movi-
miento físico, su significado dominante es el de “morir”. En (3c),
en cambio, hay tres unidades independientes. Sin embargo para
combinarse explotan una unidad más abstracta, un patrón, del
tipo [V+[DET+N]] que se ha establecido en el uso y que consti-
tuye una rutina cognoscitiva cuya activación no implica esfuerzo
de construcción. Este tipo de unidades abstractas y esquemáticas
nos permite producir un alto número de expresiones. Así que una
unidad simple se puede combinar con otras para hacer ensambles
simbólicos más complejos. Así, la gramática no hace más que res-
ponder a la necesidad de expresar conceptualizaciones complejas
que una forma léxica simple no puede expresar. (Un policía gordo
> Un policía que pesa más de cien kilos). Estos tres ejemplos repre-
sentan uno de los problemas clásicos de la noción de palabra a los
que volveremos más adelante. En CG el significado es equiparado
con la noción conceptualización y esta última se explica en térmi-
nos de procesamiento cognoscitivo. La conceptualización es am-
pliamente inclusiva en el ámbito de la experiencia mental. En ella
se incluyen conceptos establecidos y expresiones nuevas, se incor-
poran además sensaciones emotivas, sensoriales y cinestésicas, y
fundamental en ella es el conocimiento del hablante del contexto
físico, social y lingüístico. La estructura semántica es pues un caso
especial de la estructura conceptual.
Una expresión usada con frecuencia pertenece a una red de sig-
nificados interrelacionados. Esto significa que la polisemia es ca-
racterística de las unidades léxicas y que la teoría debe responder
a este tipo de organización en forma natural. Para ello Langacker
propone un modelo de redes semánticas, no ajeno a otras teorías
cognoscitivas, en que cada nodo de la red corresponde a un signi-

22
ficado establecido de un ítem léxico y cada flecha que conecta dos
nodos indica el tipo de relación categorial establecida entre ambos.
Dichas relaciones son básicamente de dos tipos de elaboración y
de extensión. En el primer tipo [A] es esquemático respecto de [B]
y este último es una elaboración, o instancia de [A] en virtud de
que todos las rasgos característicos de [A] están presentes en [B];
sin embargo, este último contiene además especificaciones más
granulares y detalladas que su correlato esquemático. Un ejemplo
sobresaliente de este tipo relación es el que representan el con-
traste tipo/instancia, cantar es esquemático respecto de cantamos,
de la misma manera en que mesa de centro es una instancia de la
representación esquemática mesa. En el segundo tipo, la relación
entre [A] y [B] ciertas especificaciones del sentido básico de [A]
no están presentes en [B], de manera que este último constituye
una extensión de [A]. De manera que mesa redonda puede ser una
elaboración de mesa, si sólo se refiere a la forma de la mesa, o una
extensión si tiene el significado de mesa de discusión en cuyo caso
nos encontramos con dos extensiones sinonímicas en virtud de
que en la de discusión la mesa material pasa a segundo grado.

Figura 1. Mesa. Red semántica simple.

Las elaboraciones se representan por medio de una flecha conti-


nua; las extensiones por medio de flechas discontinuas. Hay varia-
ción en el grado de cohesión entre unos nodos y otros, así como la

23
hay en el nivel de prominencia que cada nodo pueda tener. Algu-
nos nodos se activan con mayor facilidad que otros. Mientras que
la mesa para comer se activa inmediatamente, el sentido abstracto
de mesa redonda requiere de mayor contexto para ser evocado.
La organización radial del significado sugiere además que éste es
de carácter enciclopédico por cuanto no se puede definir una fron-
tera clara que divida el conocimiento lingüístico del no lingüístico.
La lengua se basa en conocimiento general y lo evoca de maneras
particulares, pero no difiere de ese conocimiento y no establece
una línea divisoria entre las porciones de la realidad que son acti-
vadas para efectos lingüísticos de las que se dejan en el ámbito del
conocimiento en general. La red semántica está organizada en tér-
minos del centralidad y periferia según el dominio (el contexto) de
una expresión sea activado. La palabra cerdo, por ejemplo, respon-
derá preferentemente a la descripción de un animal, pero una vez
activados los dominios de COMER y JUGAR, la interpretación de
Lucas es un cerdo responderá a su incapacidad para respetar reglas
de comportamiento, ya sea a la hora de comer, ya en la cancha de
futbol. Nuestro conocimiento enciclopédico nos permitirá saber
que en la mesa Lucas no tiene buenos modales, mientras que en el
futbol golpea artera y sistemáticamente al enemigo.
La descripción completa del significado de una expresión res-
ponde a la consideración de tres niveles: el del contenido, según
ocupa un lugar en la red semántica; el de su dominio cognosci-
tivo, según se ubica en un contexto particular y el su modo de
construcción mental, según el hablante cuenta con maneras alter-
nativas de conformar la imagen de un evento.
El hecho de que el significado sea enciclopédico implica nece-
sariamente que toda caracterización de una forma lingüística sea
hecha con base en su dominio cognoscitivo. Esto significa que toda
expresión pertenece a un contexto en el que naturalmente ocurre

24
y que constituye su dominio o marco conceptual, concepto coinci-
dente con el de Filmore (1987). Dada esa organización, una expre-
sión presupone otras que en forma conjunta proveen la base para
la caracterización de un significado. El caso de la palabra cerdo
en el dominio de la comida y el futbol muestran la determinación
del dominio sobre la interpretación de la forma léxica. En forma
similar el volante se caracteriza en relación con el dominio cog-
noscitivo automóvil, mientras que la noción de mordelón2, como
el agente de tránsito que extorsiona a los automovilistas en forma
descarada, sólo puede ser entendida con base en su dominio cog-
noscitivo: el de la arbitrariedad en el sistema vehicular en México.
Un fenómeno paralelo puede ser observado en la Figura 2:

Figura 2. Dominio cognoscitivo.

Para quien no esté familiarizado con la cultura judía, la imagen


puede representar un simple candelabro y la estrella que aparece
en el fondo puede ser meramente ornamental; en cambio, un mí-
nimo contacto con esa cultura permitirá identificar la Estrella de
2
Forma en que se denomina en México a los policías de tránsito vehicular. El nom-
bre se deriva del vocablo mordida ‘Suma de dinero que se le paga a un policía para
evitar que imponga una sanción legal’.

25
David de manera que el candelabro sea ahora un menorah. Para
los miembros de la comunidad judía se activarán además las no-
ciones asociadas a las festividades de Hannukah, los regalos que
reciben los niños durante nueves días, el juego de la perinola, etc.
La organización en dominios cognoscitivos se opone a los aná-
lisis en que el significado de una expresión se reduce a un conjunto
de rasgos semánticos (en la mayoría de los casos abstractos, idea-
lizados y de carácter universal); un dominio cognoscitivo es una
conceptualización integrada que presupone otros conceptos, no
una suma restrictiva de rasgos. Un dominio cognoscitivo no tiene
que ser primitivo ni tiene por qué existir un número limitado de
ellos. Existen sí, distintos niveles de complejidad conceptual y pa-
rece razonable pensar en la existencia de ciertos dominios básicos
de la experiencia mental a partir de los cuales empezamos a cons-
truir nuestro universo conceptual: resaltan el espacio bidimensio-
nal y el tridimensional (los cuales se asocian naturalmente con
espacios escalares como la gama cromática, el espectro musical y
otras organizaciones escalares, nuestra habilidad para diferenciar
distintas tonalidades, la organización de eventos en secuencias
temporales, etc.), dominios sensoriales, dominios cinestésicos,
dominios emocionales, etc. Es posible que ciertas predicaciones
se puedan caracterizar respecto de uno o más dominios básicos
(rojo respecto de la gama cromática, antes respecto del tiempo,
etc.), pero la mayoría de las expresiones tienen que ver con niveles
más complejos de la organización conceptual.
Además del dominio, las dimensiones de la construcción de imá-
genes es vital. Su explicación detallada rebasa los objetivos del pre-
sente trabajo. Nos limitaremos aquí a ilustrar someramente el tipo
de fenómenos que ella involucra. Es de conocimiento común que las
frases Un vaso medio vacío/Un vaso medio lleno no contrastan con
base en su valor referencial, sino más bien en la manera en que el

26
mismo referente es conceptualizado. Las dimensiones más impor-
tantes de esta capacidad tienen que ver por lo menos con distin-
ciones en el nivel de especificidad/elaboración y de perspectiva a
los que ya hemos hecho mención. Otras dimensiones de no menor
importancia que tendrán que quedar fuera de esta exposición son
la escala con que se mesura tanto tamaños como valores relativos
de objetos del mundo y de apreciaciones subjetivas; la activación
secundaria, que atiende a los significados activados en forma lateral
en virtud de que están relacionados con el contenido de una emi-
sión; los niveles de subjetividad que involucran la mirada del con-
ceptualizador, la proyección del cuerpo en la codificación lingüís-
tica, el carácter metonímico tanto del léxico como de la gramática
o otros fenómenos conceptuales determinantes en la codificación
lingüística. Cuatro dimensiones fundamentales para la noción de
palabra son la distinción entre un perfil y su base, la conformación
de la ruta composicional en la formación de una expresión lingüís-
tica y el alcance de una predicación.
En toda expresión lingüística se presenta la imposición de un
perfil sobre una base. La base de una predicación está constituida
por el dominio (o por cada uno de los dominios de una matriz com-
pleja); su perfil es una subestructura de ese dominio que recibe es-
pecial prominencia. Dependiendo de que se hagan ajustes focales,
respecto de la base cara distintas subestructuras pueden ponerse en
perfil, sean los ojos, la boca, la nariz, etc. A partir de la base trián-
gulo rectángulo se pone en perfil la hipotenusa y esposa tiene como
base una relación marital que incluye por lo menos a su pareja. La
utilidad de este contraste es vital. No se reduce a cuestiones léxicas.
Explica también contrastes morfológicos y gramaticales; por ejem-
plo, las formas denominales agentivas comparten la base conceptual
de su correlato verbal, sin embargo contrastan con ella en que, a
diferencia del verbo sólo ponen en perfil la figura primaria (FP, en

27
inglés trajector), el agente, mientras que el resto del proceso verbal
permanece en la base. Admirar y admirador contrastan de esa ma-
nera, como lo muestra la Figura 3:

Figura 3.a. Base conceptual

3.b. admirar

3.c. admirador

De manera similar, salió, y salido (León salió de casa y Ana trae


el fondo salido) comparten la misma base. Sólo difieren en relación
con la subestructura puesta en perfil. Mientras que el primero perfi-
la toda la trayectoria seguida por un participante en movimiento, el
segundo sólo le da prominencia a la porción final de esa trayectoria;
en cuyo caso la figura primaria se encuentra separada de su figura
secundaria (FS del inglés landmark), figura esta última que opera

28
como su punto de referencia. Nótese que el perfil de salido coincide
exactamente con el de fuera (Adrián está fuera de casa). Mientras el
participio salido comparte la misma base con la forma verbal salió,
contrastan gracias sus respectivos perfiles. En cambio, la relación
con fuera es exactamente inversa ya que tiene el mismo perfil que
salido, pero no la misma base.

Figura 4a. Salió

4b. salido

= momento de la
enunciación

= tiempo

4c. fuera

29
Bien se puede ver que en el contraste entre formas gramatica-
les (verbos, sustantivos, participios, preposiciones etc.) es funda-
mental la relación dinámica que se establece entre los perfiles de
una predicación y sus respectivas bases.
El contraste figura/fondo puede resultar insuficiente para ana-
lizar todos aquellos casos en que además del fondo hay más de
una figura. Una predicación relacional le da a sus participantes
el estatus de figura. El participante que tiene mayor prominencia
se identifica con el nombre de figura primaria. Los demás parti-
cipantes, con menor nivel de prominencia responden al término
de figura secundaria. La figura primaria (trajector) es el miembro
más prominente de una relación, mientras que la figura secundaria
(landmark) ocupa el segundo lugar en prominencia. Para aquellos
casos en que hay más de una figura secundaria habría además una
figura terciaria. No se cuenta con evidencia lingüística que exija
la necesidad de hablar de figuras cuaternarias. Bien se puede ver
que en el contraste sujeto/objeto subyace la noción de figura pri-
mara y secundaria respectivamente. Los términos sujeto y objeto
se reservan para identificar las frases nominales que, en el nivel
de la oración elaboran la FP y la FS de un verbo. Esto significa que
la asimetría FP/FS es característica de toda expresión relacional
en cualquier nivel de organización lingüística, no sólo oraciones
sino frases prepositivas (La lámpara está sobre la mesa/La mesa
está debajo de la lámpara), adverbios en frases verbales, etc. Un
verbo X elabora uno de los espacios esquemáticos del adverbio. Es
respecto de estos elementos ya perfilados que uno recibe mayor
prominencia que los demás. Y de este esquema general se esta-
blecen múltiples instancias del tipo corrió rápido, gritó fuerte, etc.,
donde rápido y fuerte presuponen ya un verbo. Estas nociones
sientan las bases para identificar el modo de aproximación de la
GC, quedan por definir, nociones más específicas que resultan de
fundamentales en la manera en que se concibe la palabra.

30
Una cuestión central en la demarcación de la noción de pala-
bra es la dimensión de composicionalidad. En el significado de una
expresión compleja no sólo interviene el significado de los com-
ponentes que se combinan, sino también, la ruta composicional a
través de la cual una estructura se va conformando. La noción de
composicionalidad explica en forma natural la diferencia entre ex-
presiones simples y complejas. Permite ver por ejemplo la errónea
sobregeneralización del análisis causativo del verbo matar como
[causar-morir] característico tanto de la semántica componen-
cial (Biervisch, 1975) como de aproximaciones similares (Foley &
Van Valin, 1984).
4. a. El director de Pemex mató a sus empleados
b. El director de Pemex hizo que murieran sus empleados

En matar la causación y la muerte constituyen un evento in-


divisible. La unidad de tiempo y espacio de matar ya ha sido am-
pliamente señalada en distintos análisis lingüísticos (Fodor, 1970;
Wierzbicka, 1975). En (4b) hay dos eventos íntimamente relacio-
nados pero diferenciables a partir del hecho de que sólo la causa-
ción está en perfil.

Figura 5a. Hacer matar

31
Figura 5b Matar

Como se ve en la Figura 5a Esto sucede en virtud de que pri-


mero se constituyen las combinaciones [jefe causar] y [morir-em-
pleados], pero éste último elabora en detalle la figura secundaria
que forma parte del esquema de [causar X]. El director puede ser
culpado sólo de ser responsable indirecto del suceso de muerte.
En cambio, como se puede ver en la Figura 5b que representa a
matar el director es el inductor directo del evento y es responsable
de la muerte de sus empleados. La transmisión de energía está re-
presentada por la flecha doble y el cambio de estado corresponde
a la flecha ondulada. La posibilidad de esclarecer las rutas compo-
sicionales de ambas relaciones permite entender no sólo los pun-
tos de coincidencia entre matar y causar morir, sino también los
rasgos específicos que permiten no confundirlos.
La composicionalidad es también vital en fenómenos de orga-
nización gramatical como la topicalización, la complementación,
la formación de oraciones complejas, etc., pero para los fines del
presente trabajo es fundamental en las relaciones de valencia que
se establecen tanto en los constructos sintácticos como en los mor-
fológicos. La noción de valencia, desde Tesnière (1959) se ha cen-
trado en el estudio de las relaciones entre el verbo y sus actantes.
Lentamente se ha expandido al reconocimiento de las relaciones

32
valenciales en las preposiciones, pero es evidente que hay relacio-
nes de valencia no sólo entre preposiciones y sus sustantivos, sino
entre unos sustantivos con otros, entre el adjetivo y el sustantivo,
el adverbio y el verbo, como la hay, de manera particularmente
notoria entre morfemas. Considérense tres casos distintos:
5. a. Hijo de Nely
b. Camisa sucia
c. Ropero

La palabra hijo, una palabra relacional, contiene en su valencia


un progenitor, de tal manera que la frase preposicional comple-
menta el significado de ese sustantivo [hijo [fp]]. Por su parte su-
cia contiene dentro de su significado un sustantivo que satisface la
necesidad del adjetivo de ligarse con algo que esquemáticamente
ya está en su significado, diríamos que todo adjetivo tiene en su
valencia por lo menos un sustantivo esquemático [[st] sucio] que
licencia que digamos plato sucio, niño sucio, etc. En forma similar
diremos que -ero tiene en su valencia un sustantivo esquemático
[[st]ero], de manera tal que podemos decir no sólo ropero, sino
librero, trastero, etc.
Las relaciones de valencia garantizan distintos niveles de amal-
gamiento entre morfemas en el establecimiento de palabras. De
hecho están parcialmente determinadas por la autonomía o la
dependencia conceptual de una forma simbólica. Un elemento
simbólico es conceptualmente autónomo si no requiere de otro
elemento para existir. En la relación camisa sucia camisa puede
existir sin el adjetivo: compre una camisa. No así el adjetivo cuya
existencia depende de la existencia de un sustantivo. Así estable-
cido podemos afirmar (6):
6. Camisa es autónomo y sucia es dependiente.

33
En el mismo sentido, en librero, libro es semánticamente au-
tónomo en virtud de que no requiere de sufijo derivativo alguno
para existir. Por su parte el sufijo -ero es dependiente pues su va-
lencia incorpora ya un sustantivo esquemático. Ahora bien, el re-
sultado final de cualquier combinación depende del determinante
de perfil, el elemento que define el perfil de la construcción en cada
nivel. En camisa sucia el resultado es un tipo de camisa, no un tipo
de sucia. El determinante de perfil semántico es el sustantivo y lo
que obtenemos es una construcción nominal. Las relaciones de
modificación se pueden definir como aquellas en que el elemento
autónomo es el determinante de perfil, como se muestra en (9):
7. Camisa sucia
Autónomo Dependiente

DP > Construcción nominal.


Relación de modificación.

El caso contrario lo representa ropero donde el elemento se-


mánticamente dependiente -ero determina el perfil de la forma-
ción. Según lo impone -ero, de la combinación de ambas formas
simbólicas no se obtiene un tipo de ropa sino un lugar donde la
ropa se coloca. Las relaciones de complementación son aquellas
en que el elemento dependiente es el determinante de perfil, como
en (8):
8. ropa -ero
Autónomo Dependiente

DP > Sustantivo locativo.


Relación de complementación.

34
Las dimensiones de composicionalidad y de valencia tienen
reflejos importantes en otra dimensión de vital importancia, la de
alcance. El alcance (o ámbito) de una predicación corresponde a
la extensión que una expresión alcanza a cubrir en un domino
relevante. Una manifestación evidente de esa organización se ve
en la conceptualización de las partes del cuerpo. Cabeza, pierna y
mano se caracterizan en relación con todo el cuerpo. Cada una de
estas designaciones opera como el alcance o ámbito inmediato de
otra predicación en una escala menor. Por ejemplo brazo consti-
tuye el ámbito inmediato de codo y mano, mientras que esta última
lo es de dedo, nudillo y así sucesivamente. La existencia de esta
organización explica una serie de construcciones y la exclusión de
otras. Decimos la punta del dedo, pero *no la punta de la mano; las
comisuras de los labios, pero no *las comisuras de la boca y la uña
del dedo, pero no *la uña de la pierna.
Una cuestión fundamental del alcance es que el alcance o ámbito
inmediato contrasta con el ámbito máximo de una predicación. Este
último es totalmente incluyente. Incorpora toda la gama de conte-
nido conceptual que una expresión evoca como base de su signifi-
cado. El ámbito inmediato es la porción directamente relevante para
focalizar un elemento en una emisión. De manera que al hablar de
la uña del dedo su ámbito inmediato es el dedo y la mano, mientras
que su ámbito máximo sería el brazo completo e incluso el torso.
El contraste es de vital importancia en fenómenos de organización
sintáctico-semántica. Distintos contrastes aspectuales dependen de
esa distinción. Considérese el contraste entre el perfectivo (9a) y el
progresivo en (9b):
9 a. Adrián pintó su casa
b. Adrián está pintando su casa

35
Mientras que el perfectivo incluye todo el evento en la concep-
tualización, hecho que hace que no haya distinción entre el ámbito
máximo y el mínimo (Figura 6a), el progresivo ubica una porción
del evento en el ámbito inmediato de la predicación, el ámbito
restringido impuesto hace que el desarrollo de la acción coincida
con el momento de la enunciación, y deje en el ámbito máximo
el resto de la conceptualización que resulta necesaria para su total
comprensión (Figura 6b):

Figura 6a. Perfectivo Figura 6b. Progresivo

En forma alterna un verbo imperfectivo como parecerse pro-


yecta un estado permanente que rebasa indefinidamente el alcan-
ce máximo de la conceptualización. La imposición del progresivo
seleccionaría, una vez más, la parte del estado que coincide con el
momento de la enunciación:
10. a. Lucas se parece a su papá
b. Lucas se está pareciendo a su abuelo

Lo interesante es que en (10b) al focalizar una parte del estado,


la que coincide con el momento de la emisión, hace que esa porción
sea vista como un cambio de estado. Lucas ha dejado de parecerse a
su padre, para parecerse a su abuelo.

36
La modificación adverbial está fuertemente determinada por
cuestiones de alcance. Caso evidente de ello es el de los adverbios
selectivos (Vigueras, 2000) cuyo alcance varía según el elemento al
que antecedan. Como se puede ver en (11a), únicamente selecciona
a Juan entre un conjunto posible de personas y lo ubica en el ámbi-
to inmediato de la predicación, mientras que en (11b), al anteceder
al verbo, únicamente tiene alcance máximo, incorpora toda la frase
verbal, incluye tanto la acción como a Juan y la contrasta implícita-
mente con muchas otras acciones que podría haber realizado:
11. a. Hablé únicamente con Juan
b. Únicamente hablé con Juan
Si bien el alcance semántico-adverbial tiende a restringirse a la
frase verbal (12a) éste se puede ampliar a un dominio oracional,
como en (12b):
12. a. Su familia lo ignoraba totalmente
b. Totalmente, su familia lo ignoraba
En el caso de (12b) el alcance oracional permite una mayor pre-
sencia del conceptualizador en la escena, un problema importante
de subjetividad en que la mirada del conceptualizador gana pro-
minencia. Entre otras cosas, las lecturas de corte emotivo reflejan
un alto grado de subjetividad. Nociones como la de prominencia,
autonomía y dependencia, determinante de perfil, composiciona-
lidad y alcance serán determinantes para definir los juegos de de-
pendencia conceptual con que se constituyen las palabras. Una vez
que se expongan una serie de nociones específicas de fonética cog-
noscitiva podremos mostrar la forma en que los niveles semántico
y fonético se integran en la conformación de criterios básicos para
la formación de palabras como entidades simbólicas.

37
3. Nociones de fonética cognoscitiva
En el plano fonético es cognoscitivamente autónoma toda aque-
lla unidad lingüística que puede ser enunciada por sí misma,
tenga o no significado. Tal es la definición inicial de sílaba que
proponemos desde la lingüística cognoscitiva, entendida como
unidad esquemática de coordinación sedimentada de la activi-
dad sensorio-motriz locutiva de cualquier hablante, tal que pue-
de ser ejecutada e identificada por todos los miembros de una
comunidad lingüística.
Los hablantes de una lengua cualquiera dominan un inven-
tario abundante de sílabas y en el transcurso de su adquisición
establecen múltiples correspondencias entre ellas, construyendo
así las categorías que constituyen su cognición acústico-articula-
toria. La palabra ropa contiene las sílabas ro y pa. Ambas pueden
ser enunciadas por sí mismas. Mas no así sus arranques silábicos
r- y p-. Ambos son esquemas de coordinación sensorio-motriz,
pero en cuanto tales son cognoscitivamente dependientes dado
que el contexto silábico de su realización determina su elabora-
ción. Así, al pronunciar ro los labios se redondean y la raíz de
la lengua se retrae en armonía con la o, pero no hay retracción,
ni redondeo en sílabas con e, como en la nota musical re. Estas
dos realizaciones silábicas corresponden al mismo esquema r-,
pero este esquema es cognoscitivamente dependiente en virtud
de su naturaleza abstracta. Nótese que desde la perspectiva aquí
asumida la alternancia fonética no se deriva de que un segmen-
to supuestamente autónomo /r/ se asimile con otro de carácter
vocálico /o/. Más que existir una /r/ aislada sólo existe un gesto
vibrante cuya configuración se da en formaciones silábicas es-
pecíficas.
La variabilidad de las realizaciones fonéticas es en gran me-
dida predecible como efecto de la integración de esquemas silá-

38
bicos abstractos de coordinación sensorio-motriz. Por una parte
la articulación de la sílaba se configura con esquemas que se
extienden sobre la totalidad de su ejecución. En español los es-
quemas sinsilábicos de monoptongos con núcleo u determinan
la presencia de ciertas posturas en la sílaba toda: plataforma oral
elevada (piso de la cavidad oral alto), aducción de cuerdas voca-
les (sonoridad), paladar suave elevado (ausencia de nasalidad),
labios redondeados y raíz de la lengua retraída. Por otra parte un
esquema de arranque determina que al inicio de la sílaba ocurra
una postura de constricción, con producción de inarmónicos
o atenuación de armónicos. Cuando en el inicio de una sílaba
del español se produce una constricción crítica del cuerpo de la
lengua contra la región alveolo palatal (s fricativa con produc-
ción de inarmónicos por turbulencia), tal esquema de arranque
solamente modifica al esquema sinsilábico que lo envuelve con
una abducción de las cuerdas vocales (total atenuación inicial
de armónicos), aunque la propia constricción varía de singular
manera por su influencia: a pesar de que, al menos en el español
de México, la s de si se realiza en la sección anterior de la región
alveolar, la s de su se desplaza hacia una sección posterior (pos-
talveolar) debido a la tracción simultáneamente ejercida por la
raíz de lengua retraída del esquema sinsilábico U.
Buena parte de la llamada alofonía de las consonantes se
explica como efecto de la integración asimétrica de esquemas
dependientes de linde silábico con esquemas sinsilábicos de ca-
rácter autónomo, según se aprecia en la subsecuente represen-
tación espectrográfica de 26 realizaciones de posturas iniciales
(en arranque) y finales (en coda) de s en el mismo número de
palabras.

39
Figura 7. Pulsos espectrográficos de la postura fricativa sorda alveolar en el español
de México correspondiente a la letra mayúscula de las siguientes veintiséis palabras:
1) deSarrollemos, 2) judaS, 3) enlaZa, 4) todaS, 5) naturaleZa, 6) eStá, 7) Servicio, 8)
laboreS, 9) deSnuca, 10) Seguimos, 11) Semana, 12) comeS, 13) serviCio, 14) análisiS,
15) exSigimos, 16) múSica, 17) abuSa, 18) comemoS, 19) desarrollamoS, 20) dejamoS,
21) fallamoS, 22) doloSa, 23) fallemoS, 24) hallamoS, 25) recibimoS y 26) dirigimoS.

Las primeras 15 posturas corresponden a arranques y codas


con esquemas sinsilábicos de los tipos a, e e i. Las restantes se
integran en esquemas sinsilábicos de los tipos U y O. El incre-
mento en la banda de frecuencias inferior se explica por el engro-
samiento de la cavidad oral resonante, causado tanto por la propia
retracción de la constricción crítica, como por el redondeamiento
y protrusión labiales aportados por el alcance del esquema sinsilá-
bico correspondiente. Nótese que las propiedades fonéticas de la S
de múSica indican que esta particular realización de dicha postura
se integró como coda de la sílaba tónica múS. Lo anterior muestra
que la conceptualización de la /s/ como elemento aislado es insos-
tenible y que su representación sólo se puede dar en integración
con los elementos que componen la sílaba en que está inmersa.

40
El que la sílaba sea la unidad autónoma básica del plano fo-
nético demanda al menos una exposición sucinta de la comple-
jidad cognoscitiva de su estructura interna, que no propiamente
segmental. Fridman (2009) hace una presentación inicial de tal
modelo3. Las Figuras 8a, 8b y 8c son modelos de los esquemas
de arranque y de coda de la primera y última sílabas de ro.’pe.ros.
De la segunda a la última línea se representan los gestos produ-
cidos por cada una de las estructuras coordinativas enumeradas
en el margen izquierdo. Los textos alfabéticos en las celdas des-
criben posturas o estados articulatorios estables y los símbolos
especiales son usados para tres tipos de transiciones o procesos
de cambio en el estado articulatorio, a saber:
i. ‘>’ para indicar desactivación y entrada en reposo a partir de
una postura que precede,
ii. ‘<’ para la salida de estado de reposo y la activación de un
postura subsecuente, y
iii. ‘><’ para la desactivación de una postura precedente segui-
da por la activación de una subsecuente.
Las celdas con diagonales representan los sitios de elabora-
ción que demandan especificación por parte del esquema sinsi-
lábico con que se integren, ya sea como arranque o como coda.
Esto implica que en estos esquemas del español de México tan-
to la oralidad (ausencia de nasalidad), como la sonoridad son
de alcance sinsilábico, salvo que un esquema de linde sea sordo
o nasal (como en la Figura 8c). Las líneas que permanecen en
blanco pueden ser opcionalmente elaboradas por un esquema
sinsilábico según aporten elementos que se agreguen al esquema
de linde.

3
Para ver ejemplificaciones de su ulterior desarrollo el lector puede consultar el
analizador gramatical MorphoPhonetics en internet: cognitivephonetics.com.

41
42

Figura 8a. Arranque de r múltiple. Figura 8b. Arranque de r simple. Figura 8c. Coda de s.
Cada columna representa un pulso (Beat) en el proceso de arti-
culación, entendido como unidad de tiempo concebido en que se
anclan las posturas o las transiciones (cambios entre posturas) ac-
tivas de varias estructuras coordinativas. Los números y caracteres
especiales de la línea superior (Onset Scale) encabezan cada uno de
los pulsos y representan tanto sus propiedades intrínsecas como
sus patrones de integración cognoscitiva. Los corchetes indican
que un pulso es cognoscitivamente autónomo por cuanto las cel-
das de su columna únicamente pueden ser posturas. Dicho pulso
en su totalidad es un complejo articulatorio no cambiante y por
ende una postura compleja, en tanto que matriz de varios dominios
articulatorios (Fridman, 2010). Los otros símbolos no numéricos
de la línea superior indican la direccionalidad de los cambios reali-
zados en las estructuras coordinativas del pulso correspondiente a
su columna: ‘>’ cuando sólo contiene transiciones del tipo ‘>’, o ‘<’;
cuando sólo sean de la clase ‘<’ o ‘>_<’; cuando en la columna del
pulso ocurran tanto ‘<’ como ‘>’, o bien, una ‘><’ en cualesquiera
de sus estructuras coordinativas. Tales pulsos se definen por con-
tener una o más transiciones por lo que los podemos denominar
transiciones complejas. Se constituyen como estructuras cognosci-
tivas dependientes cuya concreción es necesariamente elaborada
por las posturas complejas que les anteceden o les siguen.
Al comparar la figura 8a con la 8b se notará que solamente se dis-
tinguen por el orden relativo de los números de su escala de arran-
que (Onset Scale). Estos números representan la relación de perfil/
base entre los tiempos concebidos de los pulsos adyacentes. Cada
pulso tiene su propio tiempo concebido pero cuando el hablante
los concatena se ve en la necesidad de otorgarles más atención a
uno que al otro. Esto obedece a un principio cognitivo general que
nos impide prestar la misma atención a dos elementos contiguos.
El pulso que acapara más atención se convierte en el determinante
de perfil y por ende perfila su tiempo concebido, mientras que el

43
tiempo concebido del otro pulso pasa a ser base de la estructura así
integrada. En las Figuras 8a y 8b el tres corresponde al perfil y el
uno a la base. Esto pretende indicar que la r múltiple se define por
tener una postura más prominente que su subsecuente transición,
mientras que en la r simple se caracteriza por una transición más
prominente que su postura anterior. En última instancia tales gra-
dos de prominencia no son otra cosa que niveles en ruta composi-
cional de pulsos y de sus tiempos concebidos.
La comparación de los esquemas de arranque de las Figuras 8a
y 8b con los de codas, como la de la Figura 10a, permite observar
que contrastan de modo sistemático. Los esquemas de arranque
siempre empiezan con la postura compleja que marca el inicio
de la sílaba y generalmente terminan con una transición comple-
ja hacia el reposo que da fin a una secuencia ininterrumpida de
gestos de constricción. Por su parte los esquemas de coda siguen
un orden inverso. Siempre empiezan con una transición compleja
hacia la acción constrictiva y dan inicio a una secuencia ininte-
rrumpida de gestos de constricción que siempre concluyen en una
postura compleja que marca el fin de la propia sílaba.
Los esquemas sinsilábicos tienen dos propiedades genéricas y
esenciales:
i. Sus pulsos con tiempo concebido (según se les modela en la
escala nucleica de las Figuras 9a y 9b) corresponden únicamente
al núcleo de la sílaba, bajo cuyo alcance inmediato quedan los pul-
sos de menor actividad constrictiva (Nucleic Lips, Nucleic Tongue
Tip, y Nucleic Tongue Body).
ii. El número total de pulsos con actividad de las estructuras
coordinativas que caracterizan al esquema sinsilábico (Velum,
Oral Platform, Orbicularis Oris y Glottis) queda indefinido, pues
además de cubrir al propio núcleo silábico deben extenderse den-
tro del tiempo concebido de los esquemas de arranque y de coda
con que se integren.

44
Figura 9a. Esquema sinsilábico del tipo O.

Figura 9b. Esquema sinsilábico del tipo IU.

45
Los esquema sinsilábicos de las Figuras 9a y 9b comparten casi
todas sus estructuras coordinativas con los esquemas de arranque
y los de coda, salvo la plataforma oral (Oral Platform o apertura del
piso de la cavidad oral) que en lengua alguna es elaborado por los
esquemas de linde y constricción. Otras estructuras coordinati-
vas pueden funcionar en cualquiera de estos esquemas, aunque de
modo poco frecuente y con un inventario muy reducido de gestos
en los unos o los otros. Tal es el caso de las llamadas semivocales
que activan gestos de redondeamiento labial o de avance/retrac-
ción de raíz de lengua en esquemas de linde, o el de las llamadas
semiconsonantes producidas con gestos de constricción dentro de
núcleos silábicos pero con atenuación mínima de armónicos.
Al integrarse los esquemas de arranque, sinsilábico, y de coda
cada uno de ellos hereda a la sílaba resultante su estructura siguien-
do una ruta composicional precisa. Primero los pulsos del esquema
de arranque se integran con los del esquema sinsilábico. Este últi-
mo siempre funge como determinante de perfil y por ello siem-
pre porta los números más altos de la escala de la sílaba, según se
aprecia en los ejemplos de las Figuras 10a y 10b. En este enfoque, la
bien conocida prominencia del núcleo silábico se interpreta como
perfil del tiempo concebido del esquema sinsilábico. Acto segui-
do, en una sílaba cerrada se integra la estructura recién descrita
con un determinado esquema de coda. La primera estructura en su
totalidad ahora funge como determinante de perfil e incorpora al
esquema de coda como base del dominio silábico que las contiene.
De ahí que los números en la escala del esquema de coda (Coda
Scale) tiendan a ser inferiores respecto de los esquemas que lógica
y temporalmente les anteceden, según se puede apreciar en el ejem-
plo 10a. Esta concepción de los esquemas de coda como base del
dominio silábico coincidiría con su proclividad al debilitamiento,
pues el hablante prestará menos atención a su correcta ejecución.

46
Figura 10a. La sílaba ros (r simple).

Figura 10b. La sílaba siu.

47
Las primeras posturas aportadas por el esquema sinsilábico ela-
boran a los primeros pulsos del esquema de arranque que estén dis-
ponibles, sea como sitios de elaboración que así lo demandan (celdas
con diagonales) o como estructuras coordinativas que en principio
reposan (valor no marcado) pero que pueden activarse (celdas en
blanco). Siguiendo un principio de activación continuada (Fridman,
2009 y 2010), los gestos se pueden extender en el tiempo inercial-
mente hasta abarcar el alcance inmediato de su dominio silábico,
por lo que una vez que han sido activados en el tiempo concebido es-
quemáticamente determinado perdurarán según lo indican los pun-
tos suspensivos de las Figuras 10a y 10b. La activación continuada
puede interrumpirse antes de cubrir tal alcance cuando el esquema
sinsilábico estipule una transición nucleica (como la ejemplificada
por el diptongo iu de la Figura 10b), o cuando el esquema de coda
active un gesto en la correspondiente estructura coordinativa (como
la abducción de glotis que interrumpe la sonoridad en 10a).
La definición de sílaba propuesta al inicio de esta sección ahora
puede ser enriquecida de la siguiente manera: se trata de esquemas
convencionales de coordinación sensorio-motriz locutiva cuya au-
tonomía cognoscitiva deriva de que empiezan y terminan en postu-
ras, y de que a su interior intercalan posturas y transiciones de ocho
estructuras coordinativas que se anclan en segmentos de tiempos
concebidos (pulsos) y se integran de conformidad con rutas compo-
sicionales bien definidas. Estas rutas composicionales dan cuenta de
las categorías sub-silábicas de esquemas sinsilábicos, de arranque y
de coda, así como de la administración de la atención/prominencia
del sujeto sobre la producción/percepción de la sílaba y sus compo-
nentes, generalmente referida como cuantificación moráica o peso
silábico. Las bases fonéticas aquí expuestas sientan las bases para
conformar una definición de la palabra en términos de estructuras
simbólicas cohesionadas, esto es, estructuras que tanto en lo foné-

48
tico como en lo semántico se amalgaman en unidades lingüísticas.
Su exposición es objeto del siguiente apartado.

4. Hacia una aproximación a la noción de palabra


Un criterio básico para la caracterización de la noción de palabra
es el alto nivel de cohesión que se establece entre sus componentes.
Sabemos que hay una palabra porque la podemos enunciar aisla-
damente. Por ende, se puede postular que la palabra se caracteriza
por un alto nivel de cohesión entre los morfemas de los que se
compone, cohesión que se deriva de las relaciones de dependencia
fonética y semántica existentes entre sus componentes.
En el plano fonético, cualquier palabra monosilábica como re es
enunciable y autónoma por el solo hecho de ser sílaba. Lo mismo
ocurre con la palabra ropa en tanto que es cognoscitivamente autóno-
ma debido a la completitud de su estructura bisilábica. Sin importar
el número de sílabas que una palabra pueda contener es indiscutible
que en cualquier lengua la unidad palabra cumple con el requisito de
integridad silábica. Por definición la palabra es fonéticamente autó-
noma y potencialmente enunciable en sí misma. Dada la naturaleza
cognoscitivamente autónoma de la sílaba, toda palabra deriva su au-
tonomía fonética de la completitud de su estructura silábica.
Según se aprecia en los pulsos de la Figura 11 encabezados por
un cero, la fonética cognoscitiva predice que por necesidad arti-
culatoria toda sílaba es antecedida por una transición y es seguida
por otra. También predice que lo que ocurre en estas transiciones
depende de las posturas de linde silábico o de reposo que las cir-
cunden. Por lo mismo la particular configuración de las transicio-
nes complejas que ocurran entre dos palabras variará según cuáles
sean sus sílabas colindantes, aunque la estructura silábica interna
de dichas palabras permanezca intacta.

49
50
Figura 11. Todos los pulsos de ropero.
Dado que las transiciones intersilábicas carecen de tiempo
concebido (sugerido por el cero en los encabezados ‘>0<’), y que
la estructura invariante de la palabra excluye a las transiciones
complejas que le rodean, la representación silábica de la pala-
bra convencional puede omitir a ambas, según se aprecia en la
Figura 12. Esto no obsta para que las transiciones intersilábicas
puedan ser perfiladas en casos en que la correspondencia entre
sílabas (o palabras) colindantes de lugar a procesos de resilabifi-
cación por contracción o amalgama parcial.

51
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Figura 12. La composición silábicamente autónoma de la palabra ropero.
Con el mismo principio cognitivo que rige nuestra atención
durante la integración de los componentes sub-silábicos, la inte-
gración de las sílabas dentro de una palabra demanda una admi-
nistración eficiente de la atención del hablante. Cada sílaba tiene
tiempos de ejecución propios que en principio deben ser preser-
vados en todas y cada una de sus realizaciones. Por su parte, la
producción de sílabas contiguas dentro de una misma palabra
ejerce su propia presión sobre los recursos cognoscitivos del ha-
blante, obligándolo a trasladar su atención entre ellas de acuerdo
con un principio de asimetría que destaca a una como perfil y
relega a la otra a la base (o viceversa). En ropero la ro [ro] inicial
se constituye en base de la perfilada y por ende acentuada pe
[’pe].. A su vez la estructura bisilábica rope se integra como de-
terminante de perfil en la palabra cuya sílaba final ro [ɾo]. queda
ahora relegada a la base, junto con la sílaba inicial. En términos
cognoscitivos esta ruta composicional determina la asignación
de cada sílaba a la base o perfil acentual característico de toda
palabra. Esta interpretación se formaliza en el siguiente modelo
silábico de ropero. En la Figura 13 el diez de la escala de pala-
bra (Word Scale) marca la sílaba de tiempo concebido perfilado,
mientras que los números menores a diez indican la pertenencia
a la base de las demás sílabas.

53
54
Figura 13. Acento y ruta composicional de las sílabas de [ˌro.ˈpe.ɾo].
La sílaba que ocupa el pico de prominencia establecido por la
ruta composicional de las sílabas de una palabra se constituye en
su figura silábica. Es la sílaba convencionalmente articulada con
mayor cuidado y con mayor intensidad y duración relativas de
entre todas las que la palabra contenga. Tal es la naturaleza de la
sílaba en que recae el llamado acento primario de una palabra. De
la necesaria ruta composicional silábica de toda palabra se deriva
el que toda palabra tenga un acento primario o figura silábica.
Por su parte las sílabas que carecen de acento se constituyen en su
correspondiente fondo silábico.

5.1 Los morfemas dependientes por complementación semánti-


ca y fonética: inseparabilidad
De esta definición silábica de la autonomía enunciativa de la palabra
se desprende la motivación fonética que permite reconocer la falta de
autonomía enunciativa que caracteriza a los bien llamados morfemas
dependientes. El segundo esquema silábico del morfema -ero (por
ejemplo de ropero) es fonéticamente autónomo porque su ejecución
será fundamentalmente igual en cualquiera de las palabras en que se
realice. Sin embargo, como secuencia de sonidos armonizada en síla-
bas -ero demanda ser elaborada por esquemas de arranque variables:
p en ropero, r en librero, o t en maletero. Dado el número de reali-
zaciones diversas que puede asumir su primera sílaba, ero es fonética
y silábicamente dependiente amén de semánticamente dependiente.
En el modelo de la Figura 14 se puede apreciar que la sílaba inicial y
esquemática (en adelante representada alfabéticamente con la sigma
mayúscula) del morfema -ero incluye el acento primario de la palabra
derivada (indicado por el diez que la encabeza), amén de que tal síla-
ba deberá ser antecedida por la sílaba, o las sílabas de la raíz con que
se integre, como ro en el caso de ropero, o male en el de maletero.

55
56
Figura 14. Modelo silábico-dependiente del morfema -ero o →[Σ.ˈC←e.ˌro].
Si consideramos que a esta dependencia fonética se agrega la
dependencia semántica de -ero en tanto que complemento loca-
tivo de raíces nominales, resulta claro que las palabras que se in-
tegran con tal morfema dependiente se cohesionan con él tanto
semántica como fonéticamente, y que este sufijo funge en ambos
planos como determinante de perfil, pues condiciona tanto la ubi-
cación del acento primario de la palabra resultante, como su sig-
nificado nominal locativo.
Podemos esperar que en las relaciones de complementación el
nivel de cohesión sea más alto y que, en consecuencia, ese tipo de
combinaciones constituya el caso ideal para la formación de una
palabra. Recuérdese que en la complementación el morfema de-
pendiente es el determinante de perfil. Las palabras derivadas por
sufijos derivativos como limpiador, separable, cansado y ropero
son por igual ejemplos prototípicos de formación de palabras por
complementación. En ellas el nivel de cohesión semántica es tan
alto como el nivel fonético. Por una parte, los morfemas depen-
dientes -dor, -Vble (-able/-ible) y -do determinan el perfil semán-
tico de las palabras que de ellos se deriva, en combinación con
raíces léxicas, verbales, en este caso. Por otra parte, todos ellos son
fonéticamente elaborados con el acompañamiento necesario de
la estructura silábica de su correspondiente raíz. Los guiones que
convencionalmente anteceden a estos sufijos, así como la V, indi-
can pobremente la presencia del contenido fonético-esquemático
del propio sufijo, a saber:
i. La ruta composicional de las sílabas de las palabras derivadas
de -Vble y de -do siempre coloca al acento primario sobre la últi-
ma sílaba de la raíz (como acento grave ejemplificado con el diez
de la Figura 15).
ii. La ruta composicional de las sílabas de la palabras deriva-
das de -dor coloca el acento primario sobre el propio sufijo (como

57
acento agudo en las singulares, pero como grave en las plurales
-dores o -doras).
iii. La be de -Vble se elabora como esquema sinsilábico del tipo
A cuando va antecedida de raíces verbales -ar, y como I después
de raíces verbales -er e -ir, y dichas raíces también determinan la
identidad o la ausencia del arranque al que se integran estos es-
quemas sinsilábicos (se.pa.ra.ble, kre.i.ble, be.bi.ble, ri.si.ble, etc.).
De ahí que la plataforma oral (Oral Platform) de la sílaba acentua-
da en la Figura 15 tenga diagonales.
iv. Las raíces que se fusionan con estos sufijos deben constar de
dos o más sílabas, esquemáticamente representadas por la primera
y la tercera columnas del siguiente modelo fonético (las mayúscu-
la de sigma en el encabezado de la Figura 15), incluyendo los va-
lores sinsilábicos por omisión de oralidad (raised en la estructura
coordinativa del paladar suave o Velum) y sonoridad (adducted en
Glottis). La sílaba acentuada contiene diagonales en su plataforma
oral porque tal estructura coordinativa nunca se realiza como re-
poso, sino como esquema sinsilábico del tipo A, o del tipo I.

58
Figura 15. Modelo silábico-dependiente del sufijo -Vble o ←[.Σ.ˈI/ˈA.ˌβle].

59
5.2 Los morfemas dependientes por modificación semántica y
fonética: separabilidad y elaboración discontinua
Considérese ahora el caso de la palabra existen. La raíz existi- se
une con sus morfemas flexivos para producir existen. Este es el
caso no sólo prototípico sino ideal de lo que es una palabra, in-
cluso con un morfema dependiente -en perfectamente subsumi-
do. Ahora bien hay una variedad de circunstancias que compli-
can la nítida identificación de las palabras. En el caso más simple
la adición del morfema dependiente co- en coexisten deriva un
nuevo significado, pero no determina el resultado de la cons-
trucción, su significado adhiere una propiedad al verbo pero no
le impone un cambio sustancial, ya sea gramatical o semántico.
El morfema co- es modificador semántico en virtud de que de-
signa una relación esquemática de integración entre dos o más
procesos, y que deja al verbo finito del que depende la identifi-
cación tanto de tales procesos, como la determinación del perfil
temporal y aspectual de la palabra derivada. En última instan-
cia, el significado perfilado en coexisten y existen es el mismo,
pues co- solamente modifica por expansión el fondo conceptual
de existen. De ahí que su grado de dependencia y cohesión se-
mántica con la raíz sea menor. No sorprende entonces que tales
prefijos puedan multiplicarse para expresar modificaciones co-
ordinadas por medio de palabras/nexos entre ellos y separando
a algunos de su raíz:
Sabemos que esas situaciones co y preexisten.
Si bien es obvio que hay una separación no podemos afirmar
que co- sea una palabra. Su representación no se puede dar en for-
ma aislada. No podemos decir *Sabemos que esas situaciones co.
Sólo en virtud de que co- está ligado con pre- antecediendo a un
verbo es que podemos aceptar la existencia hiperbólica de la raíz
verbal para que en aislamiento se reconstruya coexisten y no *co.

60
En el plano fonético esto implica que aún cuando co- no va
inmediatamente seguido por su raíz consta de una estructura
silábica que demanda ser elaborada de modo discontinuo. Este
prefijo es fonéticamente dependiente de una raíz distante y sin
embargo indispensable para completar su composición acentual,
culminándola con el acento primario de tal raíz. Tal dependencia
consta de tres conceptos esquemáticos en la estructura fonética de
co-, según se le modela en la Figura 16:
i. Va seguido de un verbo de cuando menos dos sílabas, inclui-
das como dos sitios esquemático-silábicos al final del propio mor-
fema dependiente, según lo indican las dos celdas en diagonales
de la escala de sílabas (Syllable Scale) que representan su número
variable de pulsos, amén de que en español toda sílaba es en prin-
cipio no nasal (raised en Velum) y sonora (adducted en Glottis).
ii. La gradación acentual de las tres sílabas de este morfema
dependiente, en cuanto tal, quedan sin elaborar según lo indican
las diagonales en su escala de palabras (Word Scale). El lugar que
ocupa en la ruta silábico-composicional de su particular realiza-
ción léxica depende tanto del número de sílabas del subsecuente
verbo, como de la singular flexión que este último asuma, con su
concomitante ubicación del acento primario.
iii. Sea cual sea el verbo flexionado al que se integre, el acento
primario de la palabra resultante nunca recaerá en la primera sílaba
de [ko.Σ.Σ].

61
62
Figura 16. Modelo silábico-dependiente del prefijo co- o [ko.Σ.Σ].
Cabe señalar que las sílabas esquemáticas que deben seguir a co
son propiedades inherentes al propio morfema co-. El que se les
elabore a distancia, de modo discontinuo, no implica que no sean
conceptualmente perfiladas por la realización de co-, pues esta ac-
tiva la necesidad de su ineludible elaboración. Toda realización de
co- será aceptable si y sólo si la identidad silábica de su correspon-
diente palabra esté al alcance del sujeto cognoscente, dentro del
alcance fonético conceptual del enunciado en que se realice co-,
aún cuando tal palabra se encuentre relativamente distante (como
en la coordinación de afijos), e incluso cuando sea completamente
omitida (como en la hipérbole).

5.3 Separabilidad e informatividad


El caso de los prefijos es sin duda interesante porque la capacidad
de separación que poseen depende de los niveles de informativi-
dad de cada morfema. Nótese que en el ejemplo anterior los pre-
fijos son reversibles:
14. a. co y preexisten,
b. pre y coexisten.

Sin embargo, parece ser que (14b) es mejor en virtud de que


pre- se acerca más a la representación de una unidad indepen-
diente con mayor contenido semántico. Con suficiente contexto,
existe la posibilidad de decir: A León no lo aceptan porque es un
pre. Mientras que la misma aplicación con co- no parece ser acep-
table: *A León no lo acepten porque es un co. Estas posibilidades
están totalmente vetadas en el caso de los sufijos, lo cual acusa su
mayor nivel de dependencia. A diferencia de los casos de com-
plementación con derivativos en que tanto la asimetría como la
dependencia es fuerte, el alto nivel de informatividad de ciertos

63
prefijos licencia su aparición en forma discontinua. Considérese
el caso de para- y semi- en que la asimetría entre la raíz y el afijo
es menos evidente:
15. a. para y semipléjico
b. semi y parapléjico

16. a. pre y postbélico


b. post y prebélico

El hecho de que para, semi, pre y post estén constituidos por sí-
labas completas permite que sean sintagmáticamente separables. A
ello que se aúna el grado de informatividad de estos prefijos como
causa principal de que se puedan separar de las palabras en su entor-
no inmediato. Como afirma Feliu Arquiola (en prensa), aquellas for-
mas que tienen la capacidad de separarse provienen de preposiciones
del latín o del griego y según Serrano Dolader (2002 apud en Feliu
Arquiola, en prensa) hay casos como ante y sobre que aún preservan
características de preposición. El hallazgo seminal de Svorou (1984 y
muchos otros después de ella) del patrón evolutivo sustantivo > pre-
posición > afijo es bien conocido y se atestigua en una variedad de
lenguas de familias no relacionadas. De manera que muchos de los
prefijos informativos con los que nos encontramos preservan cierto
grado de independencia según su perfil preserva rasgos de una vie-
ja preposición. Una vez más, la separabilidad potencial de prefijos
como semi-, pre-, post- para-, etc., no les da estatus de palabra. Su
representación aislada es anómala en virtud de que:
i. En el plano fonético constan de una estructura silábica es-
quemática que demanda ser elaborada por las sílabas de una raíz
o de una palabra, siguiendo una particular ruta de composición
acentual, aunque esta última se realice de manera discontinua o
hiperbólica.

64
ii. En el plano semántico su valencia incorpora necesariamente
un adjetivo, esto es, aunque su estructura conceptual esquemática
sea relativamente menor en comparación con su particular y ela-
borado significado, estos prefijos demandan ser semánticamente
elaborados por una determinada raíz o palabra. Lo anterior hace
que su uso aislado sea por demás extraño: No dejaron entrar al
para no sólo es extraña sino que se aceptaría únicamente en casos
de hipérbole en que un participante haya sido asentado con an-
telación en el discurso. Nótese que en ello los prefijos contrastan
fuertemente con los adjetivos, cuya nominalización no parece ser
problemática: No dejaron entrar al sucio.
Conforme baja el nivel de informatividad del prefijo la posibili-
dad de aislarlo disminuye. La mayor dependencia los prefijos re- y
des- es observable en que su separación de la raíz es marginal:
17. a. ?? re y descomponer
b. * des y recomponer

Aunque ambos casos son marginales, acaso se pueda sugerir


que las diferencias de agramaticalidad estén asociadas también
con la bien conocida asimetría entre lo positivo y lo negativo en
la codificación lingüística. Se trata de uno de los universales de
Greenberg (1966, 2005) ratificado experimentalmente por Clark
y Clark (1978) de que lo negativo es consistentemente marcado
respecto de lo positivo.

65
5.4 Rutas composicionales semánticas y linderos difusos entre la
morfología y la sintaxis
Hay una serie de problemas asociados a la composicionalidad
que bien vale la pena revisar. Considérese primero el caso de
dish washer ‘lava vajillas/platos’. Lo primero que se puede ver es
que el sufijo -er contiene en su valencia un verbo, como se ven en
drink-er ‘bebedor’, walk-er ‘caminador’, etc. Pero sucede además
que el verbo tiene en su valencia un objeto directo que, incorpo-
rado al verbo opera como su especificador. Ejemplos de ello son
sleep talk ‘hablar dormido’, baby sit ‘cuidar bebés’. El diagrama de
(18) se lee de abajo hacia arriba y representa la ruta composicio-
nal de dish washer:

dish washer

[dish wash] [V(X)-er]

DP

wash___N (dish)

La integración del verbo con su objeto directo se da primero


para que después el sufijo -er determine el perfil del constructo.
En virtud de que -er tiene alcance sobre el verbo ya unido con
su objeto incorporado se puede afirmar que forman una palabra
compuesta. El caso de los compuestos en español tiene propieda-
des particulares que vale la pena revisar. Según el análisis de Za-

66
carías (2005), en los compuestos [V+N] del tipo lava platos la -a
de 3ª persona opera simultáneamente como conjugación y como
nominalizador. Esto debido a que todos los compuestos de este
tipo se conforman con la tercera persona del singular. De ser esto
cierto, la -a es igual al sufijo -er en que en su valencia contiene un
verbo con su argumento. A diferencia del inglés la incorporación
del objeto no implica movimiento de la frase nominal. Y además
la -s cambia su función de plural del objeto a iterativo de todo
el constructo, es decir en (19) lo que inicialmente representaría
una multiplicidad de platos es ahora un elemento que efectúa una
multiplicidad de eventos de lavado:

19. Lavaplatos

[lavaplato] [VX-s]

[Lav plato] [V(X) _a]

Lava X

Que se trata de una palabra se puede afirmar gracias a que en el


plano fonético hay sólo un acento primario [ˌla.βa.ˈpla.tos] y que la
unión forma una nueva unidad simbólica reconocida y aislable. Una
vez establecido este constructo vendepatrias, matasanos (‘médico’),
limpiapisos, etc. se pueden dar extensiones en las que el iterativo -s
no se emplea. La extensión se da en casos en que la unicidad del
objeto es prominente como en guardameta, o de que el objeto sea
de masa, quitaesmalte, tragahumo, etc. en cuyo caso la iteración no

67
se dio por la extensión del plural del objeto, sino por analogía con el
patrón iterativo ya establecido en todos los compuestos con -s. Pare-
ce ser que los dobletes identificados por Zacarías (2005) confirman
este contraste. La unicidad de los ejemplos en singular contrasta con
la complejidad de los eventos asociados a la forma en plural:
20. a. lavacara ‘vasija, jofaina’ vs.
b. lavacaras ‘persona aduladora’.

21. a. picaflor ‘colibrí’ vs.
b. picaflores ‘voluble de amores’

22. a. catavino ‘jarro pequeño o taza destinada para dar


a probar el vino’, vs.
b. catavinos ‘persona que tiene por oficio catar los
vinos’

Ya hemos señalado que en las relaciones de complementación


el nivel de fusión entre la raíz y el sufijo es notable y hemos sugeri-
do también que la modificación tiende a representar menor grado
de cohesión. Recientes discusiones formales se han centrado en
ver si la morfología tiene o no acceso a la sintaxis. El problema se
puede observar con formas como ex que bien pueden presentar
diferencias de alcance, ya sobre el núcleo sustantivo de una frase,
ya sobre su modificador, como se ve en (23-24):
23. Ex futbolista del Querétaro
24. Ex futbolista de color

Nótese en primera instancia que a pesar de que los diccionarios la


tratan como palabra, según contrasta con el significado locativo del
prefijo (extender), hay notable vacilación en el uso ya como palabra

68
ya como prefijo. Su comportamiento fluctuante permite asociarlo
con el de ante que ya siendo prefijo aún preserva rasgos de la prepo-
sición latina. Si bien la norma ortográfica trata a ex como palabra es
evidente que esta forma se suma a los casos que en el uso tienden a
interpretarse como prefijos. Pues bien, en una de sus lecturas (23) ex
tiene alcance sobre Querétaro según el futbolista haya seguido jugan-
do futbol pero no para el Querétaro. En cambio, en (24) ex sólo tiene
alcance sobre futbolista en virtud de que sus propiedades inherentes
son inamovibles. De hecho el grado de inherencia de los modifica-
dores determina las diferencias de significado. La pregunta de si el
prefijo alcanza a “ver” la sintaxis en el caso de la GC es irrelevante
por cuanto la división entre morfología y sintaxis es una cuestión de
grado. De hecho el problema no depende del alcance del prefijo sino
de la ruta composicional de los modificadores. Asúmase que ex- o
ex tiene en su valencia un nominal [ex_ Nominal]. La pregunta es
cómo se conforma dicho nominal. En el caso de (25) el hecho de
que la propiedad sea inherente al futbolista hace que primero se aso-
cien futbolista y de color para que conformen una unidad. El prefijo
opera sobre esta nueva unidad en que futbolista no ha dejado de ser
el determinante de perfil [Ex [futbolista de color]]. Por su parte en
(26) el carácter no intrínseco de Querétaro hace que ex opere sobre el
elemento que impone la lectura restrictiva del sustantivo.
25. Ex futbolista de color

Ex____Nominal > Ex [futbolista de color]

N_______de color > [Futbolista de color] N


Nominal = N Mod inher

69
26. Ex futbolista del Querétaro

Ex_____Nominal Ex[[ futbolista [del Querétaro]]

N_________ [Futbolista [del Querétaro] Nominal =

N Mod no inher

Otro fenómeno de alcance se puede observar en el empleo del


diminutivo -ito. Nótese que perro blanquito y perrito blanco difieren
en que en este último, en el que el diminutivo modifica al sustantivo,
se trata de un perro pequeño. En cambio cuando modifica al adje-
tivo hay por lo menos dos lecturas. En una el perro es de un color
cercano al blanco, en la otra la lectura es emotiva. Se trata una vez
más de un problema de alcance determinado por composicionali-
dad. Cuando se trata de un color cercano al blanco el sufijo tiene
alcance sólo sobre el adjetivo: Perro [[blanc] ito]. En la lectura emo-
tiva primero se forma la unidad [perro blanco] y el sufijo -ito tiene
alcance sobre esta nueva unidad en la que perro es el determinante
de perfil y blanco opera como propiedad inherente [[perro blanco]
ito]. Ahora bien, en virtud de que el diminutivo modifica a la dis-
tancia al núcleo del nominal, su primera lectura es emotiva, es decir,
subjetiva. Este fenómeno de distancia ha sido anotado por Bolinger
(1967) y después de él por muchos otros (Bolinger, 1967; Halliday,
1985; Quirk et al., 1985; Athanasiadu, 2006, etc.). Si el adjetivo está
junto al sustantivo que modifica sólo emergen sus propiedades re-
ferenciales, si, en cambio, se aleja de él, las atribuciones dependen
más de las evaluaciones que le imponga el hablante, un fenómeno
típico de subjetividad (Maldonado, 2010). El comportamiento del
diminutivo responde a la misma caracterización. Nótese además

70
que el significado de ‘tamaño pequeño’ que encontrábamos en pe-
rrito blanco, constituye la segunda lectura de perro blanquito, lo cual
verifica el alcance de -ito sobre el núcleo nominal.

5.5 Rutas composicionales fonéticas y paradigmas morfológicos


En algunas palabras polisilábicas hay más de un pico acentual, hay
hasta tres sílabas que atraen con fuerza la atención perceptual y el
cuidado articulatorio del hablante. Por ende ninguna de estas sí-
labas es parte del fondo, y todas merecen ser consideradas como
figuras silábicas o como sílabas acentuadas. Así como dos sílabas
contiguas obligan al hablante a volcar más su atención en una que
en la otra, dos o tres sílabas acentuadas que coexisten en una mis-
ma palabra obligan al hablante a graduar su atención entre ellas, en
una especie de valencia acentual. A la del acento más prominen-
te o FP silábica se asocian las de un relieve ligeramente menor; de
ahí que haya acentos secundarios (FS silábica) e incluso terciarios
(FT silábica) en una forma léxica. La palabra así definida incluye
un particular contorno entonacional, compuesto por un estrato de
sílabas con valencia acentual máxima, sobre otro estrato de sílabas
de prominencia mínima que se constituyen en fondo silábico.
La ruta composicional que motiva la escala de prominencia de
las sílabas dentro de una palabra cualquiera opera sobre una di-
mensión temporal, tal que condiciona su naturaleza escalar según
los siguientes principios:
i. Integración gradual sucesiva: la variación de la prominencia
tiende a ser gradual, cambiando sólo un nivel por cada integra-
ción de dos estructuras silábicas contiguas.
ii. Ascenso gradual: la sílabas que antecedan a la primera sílaba
con acento primario o secundario (con FP o FS silábicas) de una
palabra se integrarán sucesivamente y cada sílaba subsecuente re-
legará a la estructura que le antecede en un nivel.

71
iii. Descenso gradual: todas las sílabas que sigan a otra con
acento primario o secundario (con FP o FS silábicas) se integra-
rán sucesivamente y cada sílaba subsecuente será relegada por la
estructura que le antecede en un nivel.
iv. El acento terciario (FT silábica) se define por tener prácticamen-
te el mismo grado de prominencia que uno secundario, pero siempre
es el efecto predecible de un ascenso o un descenso graduales.
v. Por su parte, el acento secundario (FS silábica) se caracteriza
por ser convencionalmente colocado sobre una sílaba de la pala-
bra, tal que no sea resultado de un ascenso o un descenso gradual
que partan de una sílaba contigua con acento primario.
vi. Descenso Contrastivo: cuando una sílaba con acento prima-
rio sea antecedida por otra con acento terciario, la sílaba que siga a
la del acento primario estará dos niveles abajo y relegada al fondo
de la ruta composicional de la palabra, como sílaba átona.
vi. Ascenso Contrastivo: cuando una sílaba con acento primario
vaya seguida de otra con acento terciario, la sílaba que antecede a la
del acento primario se encontrará cuando menos dos niveles debajo
del acento primario y se relegará al fondo de la ruta composicional
de la palabra, como sílaba átona.
El particular posicionamiento de los acentos primarios y secun-
darios generalmente depende de la composición morfológica de la
palabra en cuestión. La primera sílaba de [ˈsu.ˌβi.ta.ˌmen.te] se inte-
gra con un acento primario (indicado con el diez de la Figura 17), se-
guido de uno terciario en su segunda sílaba (el nueve de la segunda
sílaba en la Figura 17). Este patrón acentual lo hereda íntegramente
del tema [ˈsu.ˌβi.ta]. Por su parte, el acento secundario de la cuarta
sílaba de [ˈsu.ˌβi.ta.ˌmen.te] se deriva del sufijo ←[Σ.ˌmen.te], que a
su vez lo conserva como una especie de rastro acentual de la corres-
pondiente palabra [ˈmen.te] (aunque en esta última se trate de un
acento primario). Finalmente, las sílabas tercera y quinta se integran
como fondo del dominio silábico modelado en la Figura 17.

72
Figura 17. Modelo silábico de súbitamente [ˈsu.ˌβi.ta.ˌmen.te].

73
En este esquema de la integración silábica de la palabra el
acento primario corresponde a una FP silábica, el secundario a
una FS silábica, y el terciario a una FT. Su integración obedece
al mismo principio cognitivo que distribuye la atención del ha-
blante entre los componentes oracionales estableciendo valen-
cias entre Sujeto (FP) y Complemento Directo (FS), amén de
sancionar la presencia de otros tantos Complementos adjuntos
o de fondo.
En [ˈsu.ˌβi.ta.ˌmen.te] el acento primario antecede al tercia-
rio y al secundario. No así en [es.ˌtan.ða.ˌɾi.ˈsaɾ], donde la sílaba
con el acento primario es la quinta y última, mientras que la sí-
laba tan la antecede con su correspondiente acento secundario.
En la Figura 18 el diez encabeza la sílaba del acento primario y
el nueve encabeza las del secundario y del terciario, todo esto en
el renglón que modela la ruta composicional de la integración
silábica de estandarizar.

74
Figura 18. Modelo silábico de estandarizar o [es.ˌtan.ða.ˌɾi.ˈsaɾ].

75
Tanto en súbitamente como en estandarizar se preservan los
acentos de las palabras que fungen como sus raíces, súbita y estándar
respectivamente. Sin embargo, su nivel en la escala acentual de la
palabra derivada es finalmente determinado por el esquema perfila-
do en su correspondiente morfema derivativo. En [ˈsu.ˌβi.ta.ˌmen.
te] se conserva intacta la posición del acento primario de [ˈsu.ˌβi.
ta], ya que ­←[ˌmen.te] sólo demanda la adición del acento secunda-
rio de su propia sílaba inicial, según sucede con todos los adverbios
derivados de tal morfema dependiente. En contraste, el acento pri-
mario de [es.ˈtan.ˌðaɾ] se traslada a la última sílaba de [es.ˌtan.ða.ˌɾi.
ˈsaɾ], según el perfil acentual de la derivación y la flexión infinitiva
integradas en el bisílabo ←[Σ.i.ˈsaɾ], relegando la sílaba tan de su
tema adjetival a un acento secundario.

76
Figura 19. Modelo silábico de -isar o ←[Σ.i.ˈsaɾ].

77
Además de ser semánticamente complejas (incluyendo modo,
tiempo, aspecto, número y persona dentro de cada flexión fini-
ta), todas las flexiones verbales del español de México tienen una
estructura fonética notablemente esquemática. Los dos morfe-
mas involucrados en cada categoría flexiva se integran según
una particular ruta silábico-composicional. La raíz verbal de dos
o más sílabas se integra con el patrón acentual correspondiente
al presente. En el costado izquierdo inferior de la Figura 20 se
modela la raíz teme-. Las celdas con diagonales de la escala inter-
silábica del primer renglón son sitios de elaboración, dado que
en cuanto tal esta raíz carece de patrón acentual. Por su parte, las
posturas de plataforma oral (Oral Platform), de redondeamiento
labial (Orbicularis Oris), y de la raíz de la lengua (Tongue Root),
son todas de reposo en la segunda sílaba (celdas en blanco). Es-
tas son las propiedades características de las raíces verbales con
la llamada vocal temática E, aquí en mayúscula para resaltar su
esquematicidad acentual.

78
*

**

79
80
** *

Figura 20. Integración de teme- y -o, o [te.mE]←[ˈΣ.ˌo], resultando en el verbo finito [ˈte.ˌmo].
El polo fonético del morfema dependiente modelado en el
extremo derecho inferior aporta todos los elementos requeridos
para la elaboración de la raíz teme-, tanto el particular patrón
acentual, como el redondeamiento labial y la retracción lingual
demandados por la primera persona singular del tiempo presen-
te. Las correspondencias pueden ser reconstruidas por el lector,
constatando así que en este modelo la flexión tempo-aspectual de-
termina el perfil acentual de la realización flexiva resultante, amén
de su expansión articulatoria.
En diversos trabajos se ha apuntado al carácter significati-
vamente predecible de los acentos de la palabra (Selkirk, 1980).
Aquí únicamente deseamos observar que, al menos en el caso de
las flexiones verbales, a tal predictibilidad subyace un condicio-
namiento estrictamente morfológico. Si bien en los verbos con-
jugados en primera persona plural se sincretizan el presente y
el pretérito (por ejemplo con sa.LA.mos, te.ME.mos, vi.VI.mos,
me.A.mos, le.E.mos, y re.I.mos), en todas las demás conjugaciones
de cualquier verbo del español de México encontraremos que el
tiempo presente corresponde consistentemente con la ubicación
del acento principal sobre la penúltima sílaba de la raíz verbal. Tal
generalización se ejemplifica en la siguiente tabla, y asimismo se
contrasta con algunos otros patrones acentuales (entre otros, el
acento primario sobre la última sílaba de los radicales flexionados
en tiempo pretérito, o el acento primario sobre la primera sílaba
que pertenece íntegramente al morfema dependiente del tiempo
futuro). Se puede dar cuenta de todas las categorías acentuales de
las flexiones verbales del español si se les deriva de un análisis cog-
nitivo, paradigmático, y fonético como el aquí esbozado.

81
Tabla 1. Conjugaciones de seis verbos
flexionados en tiempo presente.

Raíz sa.la- te.me- vi.vi- me.a- le.e- re.i-


1ª persona singular sa.lo te.mo vi.vo me.o le.o ri.o
2ª persona singular sa.las te.mes vi.ves me.as le.as ri.as
3ª persona singular sa.la te.me vi.ve me.a le.a ri.a
2ª y 3ª persona plural sa.lan te.men vi.ven me.an le.en ri.as

5.6 Las expresiones idiomáticas: inseparabilidad semántica y fo-


nética entre palabras
En los casos hasta aquí vistos, hemos intentado mostrar la gama
de fenómenos que puede implicar el concepto de palabra. Según
nuestra definición, la capacidad de extraer en forma aislada una
unidad es determinante para saber qué forma una palabra. En el
caso de uniones de complementación es fácil reconocer el alto ni-
vel de cohesión entre sus miembros. El caso de los prefijos con
uniones de modificación presenta un nivel más bajo de depen-
dencia, puede desprenderse de la raíz bajo la condición de que la
identidad de tal raíz sea indubitable. Su menor nivel de dependen-
cia le permite tener distintos tipos de alcance. Sin embargo, sólo es
conceptualizable cohesionado con una raíz léxica, de manera que
incluso en los casos de hipérbole tales prefijos no caen dentro del
concepto de palabra.
En unidades mayores, se presenta una serie de problemas que se
resuelven también al considerar las relaciones de autonomía y de-
pendencia. Un problema inevitable es el de las expresiones idiomá-
ticas. Si recordamos el caso de (3b) reproducido aquí como (27)
27. Estirar la pata

En su lectura literal no hay duda de que contamos con tres pa-


labras combinadas en una estructura mayor. La pregunta emerge

82
en relación con la expresión idiomática en que las tres palabras
constituyen ahora una unidad, a la vez compleja y convencional.
En virtud de que cada uno de los componentes de la expresión
pueda ser reconocido por los hablantes como unidad fonética-
mente aislable y semánticamente interpretable podremos afirmar
que las expresiones idiomáticas más que ser palabras son unida-
des compuestas de una serie convencional de palabras, cuya inte-
gración es igualmente convencional.
Dependiendo de su grado de fusión y convencionalización, en
el plano fonético, las palabras de que se compone una expresión
idiomática tienden a no sufrir alteración o reducción articulato-
ria alguna, como tampoco parece ser necesario que se apeguen
a un patrón prosódico singular, tal que las distinga de cualquier
otro enunciado morfosintácticamente similar. Lo que ciertamente
las caracteriza es que la inserción de otras palabras en su interior
cancela su sentido idiomático. (28) es el nombre de una canción
norteña de México. Su interpretación literal es singularmente có-
mica, mas no imposible, según se muestra en (29). Esto demuestra
que, salvo por la conmutación flexiva de los verbos insertos en las
expresiones idiomáticas, la separabilidad fonética de sus compo-
nentes léxicos es nula.
28. El cojo estiró la pata
29. El cojo estiró toda la pata

Lo que distingue a las expresiones idiomáticas en el plano se-


mántico es que activan dos estructuras conceptuales. La primera es
la que permite la lectura composicional. En ella el hablante/oyente
aplica esquemas de composicionalidad para atribuir a lo enunciado
un significado complejo, derivado de la integración de los signifi-
cados de sus palabras, dentro de un esquema sintagmático parti-
cular. La segunda estructura conceptual conserva la imagen creada

83
por la primera, pero en su designación sólo retoma de ella ciertas
propiedades abstractas (verbo con una valencia elaborada, y con
una determinada configuración flexiva), para agregarle histórica-
mente un significado fijo, convencionalmente inamovible. Puede
haber sin embargo expresiones tan fusionadas en las que se den
reducciones fonéticas y cambios prosódicos (patae perro por pata
de perro, correvidile por corre ve y dile) que anuncian ya el inicio de
la pérdida de la identificación de las palabras que originalmente
formaron la expresión, como sería el caso de cejijunto, o más aún de
abrojo. Cuando el hablante reconstruya o diferencie cada compo-
nente como palabra independiente, debemos asumir que estamos
ante una expresión idiomática. No así cuando la consciencia de tal
composición se desvanezca y su forma reducida se produzca de
modo convencional y automático, podemos entonces asumir que
estamos ante lo que para el propio hablante es una sola palabra.
Mientras más fonéticamente separables y semánticamente compo-
sicionales sean estas construcciones más se acercarán a la categoría
de las colocaciones, como llevar a cabo, poner en marcha. Mientras
más rígidamente inseparables y semánticamente opacas nos parez-
can más se inclinarán al ámbito de las expresiones idiomáticas.
Otro problema de difícil solución es el estatus de los clíticos, ar-
tículos y pronombres átonos cuyo comportamiento se asemeja al
de los morfemas ligados en tanto que, en determinados contextos
dependen de la presencia silábica de una forma léxica y se integran
en su patrón acentual y rítmico. El hecho de que se adhieran a una
u otra palabra es efecto de la naturaleza dependiente de su propia
constitución fonética, con sitios de elaboración fonética a ser ela-
borados por la palabra en que se realicen. Tal es el caso de los clí-
ticos Wackernagel, morfemas comunes en las lenguas eslavas y en
las yutoaztecas que ocurren en segunda posición después de primer
componente tónico de frase, como se ve en la tercera persona del
presente del luiseño (Steele, 1976):

84
30. a. ?ivi? ?awaal =up wa?i-q.
DEM perro =3SG.PRES ladrar-PRES
‘Este perro está ladrando’
b. hamu? =up wiiwish kwa?-q.
ya =3SG.PRES wiwish comer-PRES
‘ya está comiendo su wiwish.’

Estos clíticos son morfemas dependientes, con la particularidad


de que se adhieren a distintas clases de palabras, obedeciendo a
una correspondencia de naturaleza silábico-prosódica que se per-
fila por sobre las correspondencias semánticas de tales palabras.
La dependencia fonética de los clíticos se manifiesta en el espa-
ñol, en su ubicación pre y postverbal. Como es bien sabido, con ver-
bos conjugados el clítico pronominal antecede al verbo (Lo dijo en
su momento), pero sucede sistemáticamente al verbo en infinitivo
(Fue a comprarlo), en esa fluctuación está su nivel intermedio de de-
pendencia. Sin embargo, existe también la posibilidad de ubicar los
clíticos en posiciones distintas para obtener significados diferencia-
bles (Myhill, 1988; Torres, 2000; Sánchez, 2011). Sánchez muestra
que mientras que en (33) el clítico pone en foco al verbo ir para
producir el significado de ‘dejar pasar el tiempo’, en (34) la sucede a
pasar y privilegia el significado de ‘distribuir las invitaciones’:
31. Así que la jubilación viene siendo una panacea para
quienes todavía tienen la “suerte” de recibir
mensualmente algo para irla pasando. (CREA)
32. Agradecemos a todos los ejistas que llegue esta
invitación ir pasándola a otros ejistas. (Google)

Este comportamiento muestra la doble configuración de los clí-


ticos. Por una parte es un tanto similar al de los sufijos dependien-
tes que operan como determinantes de perfil de la construcción. Sin

85
embargo, los clíticos no imponen su perfil, no generan derivación
alguna, operan a nivel oracional para poner en foco a alguno de los
dos verbos, conllevan su carga gramatical y cumplen además con
funciones pronominales y anafóricas. Con fines enfáticos, existe ade-
más la posibilidad de insertar formas incidentales con fuerte cambio
de entonación entre el clítico y el verbo (La, paternalmente, protegió
de su propia destrucción). Existe también la posibilidad de acentuar
estos pronominales con fines de énfasis aún cuando se les escriba
sufijados (Quiero entenderLO). Cuando tal entonación cambia enfa-
tizando al propio pronombre, queda al descubierto que su tonicidad
es resultado de la entonación, según se ejemplifica abundantemente
en el español argentino (buscalo). Estas propiedades quizá justifiquen
la tendencia tradicional, con la cual coincidimos, de considerar a los
clíticos como palabras (Haspelmath 2002:149; Milićević, 2005), sin
dejar de reconocer que su bajo nivel de independencia fonética com-
plejiza su representación, pues con gran frecuencia y facilidad pier-
den su acento primario en favor del de una palabra colindante, en
español particularmente, en favor de la palabra que los precede, sea
por un proceso de integración íntra-léxica (a manera de patrón acen-
tual de una palabra compuesta), o por integración inter-léxica (como
patrón de entonación de una frase de dos palabras).
Por último, los artículos también pueden hacerse tónicos en
forma enfática (María Félix es LA doña) y aceptan la introducción
de piezas léxicas que los separan del núcleo al que modifican (La
(gran) escala). Huelga decir que ni el énfasis acentual, ni la movi-
lidad, ni la separación del núcleo son factibles para los morfemas
dependientes (*envidiable, *Pre increíblemente parar). En el plano
fonético-silábico tanto los pronombres átonos como los artículos
átonos operan como palabras, cuya apariencia átona se deriva de
su frecuente subordinación a otras palabras en la entonación del
enunciado. Son por ende palabras.

86
5. Conclusiones
En este estudio hemos intentado defender la idea de que, a pe-
sar de que las propiedades especificas de cada lengua impondrán
parámetros particulares en la caracterización de la noción de pa-
labra, dicha noción es definible como una unidad producto de
distintos juegos de interdependencias silábicas y semánticas que
se asocian en símbolos unitarios, permitiendo establecer entida-
des aislables, de distintos niveles de complejidad, cuyo significado
unitario es identificable. La cohesión silábico-morfológica cons-
tituye el tema central en la conformación de la palabra. La pala-
bra es fonéticamente autónoma y potencialmente enunciable en
sí misma y deriva su autonomía fonética de la completud de su
estructura silábica. La producción de sílabas contiguas dentro de
una palabra ejerce su propia presión sobre los recursos cognosciti-
vos del hablante, obligándolo a emplear un principio de asimetría
que destaca a una como perfil y relega a la otra a la base (o vicever-
sa). La sílaba convencionalmente articulada con mayor cuidado y
con mayor intensidad y duración relativas de entre todas las que
la palabra contenga constituirá la figura silábica. Por su parte las
sílabas que carecen de acento se constituyen en su correspondien-
te fondo silábico. Se trata del mismo principio que opera con la
conmutación sucesiva de morfemas que, siguiendo una particular
ruta composicional lleva a la construcción semántica de una pala-
bra, con la correspondiente determinación morfológica de su per-
fil semántico. Así como la prominencia fonética determina una
organización jerárquica, así el nivel de informatividad de cada
morfema se constituye como rasgo central en la conformación de
la palabra. Ello permite reconocer no sólo palabras monomorfé-
micas, sino también la asimetría que existe entre raíces y mor-
femas derivativos y flexivos. El nivel de informatividad permite
explicar también diferencias de alcance entre morfemas pre y post

87
bélico, pero no *des y recomponer. Si bien la raíz es en principio
más informativa, los morfemas derivativos imponen su perfil por
ruta composicional. Ello hace que en cada nivel de formación del
constructo el determinante de perfil conforme la unión de dos o
más símbolos subléxicos o morfemas y, como es de imaginar, el
último determinante de perfil imponga la configuración final de
la palabra. Pero hemos subrayado que el perfil final de la palabra
no borra su ruta composicional, ella sigue siendo significativa en
la conformación tanto fonética como semántica de la palabra. A
ello responde el hecho de que prefijos como ex puedan tener dife-
rencias de alcance, como en exfutbolista de color y exfutbolista del
Querétaro, perro blanquito y de ello depende la conformación de
palabras compuestas en contraste con las derivadas. Finalmente
hemos sugerido que nuestra definición de palabra permite expli-
car casos complejos tanto en el caso de expresiones idiomáticas
como en su caso opuesto, el de los clíticos. Mientras las expresio-
nes idiomáticas están compuestas de elementos potencialmente
aislables que reconocemos como palabras, los clíticos con menor
independencia fonética conservan no sólo propiedades sintácti-
cas que permiten reconocerlos como palabras, sino que preservan
también propiedades fonéticas que permiten recuperar su poten-
cial independencia silábica. Como es de esperar, en el centro del
sistema hay una coincidencia icónica entre las asimetrías fonéticas
y las morfológicas. Es en la periferia donde tales correspondencias
son menos transparentes. Sin embargo la noción de cohesión silá-
bico-morfémica, subyace consistentemente en la conformación de
elementos unitarios susceptibles de ser reconocidos como entida-
des aislables. Si bien los patrones específicos de cada lengua varían,
la necesidad de una noción de palabra es innegable. Haspelmath
(2011) negó la existencia de tal noción como criterio universal
para separar la sintaxis de la morfología. Desde la perspectiva de

88
la gramática cognoscitiva, tal separación es totalmente artificial,
responde más a las necesidades de metodológicas de determina-
das teorías que a la conformación de la lengua. Compartimos con
Haspelmath el rechazo del uso de tal noción como criterio para
separación de la morfosintaxis, no así la negación de su entidad
conceptual. Los rasgos específicos de las lenguas adecuarán sus
patrones de conformación silábico-morfológica para identificarla
a partir de sus propiedades nucleares. En la periferia los ajustes
son siempre inevitables. Si aceptáramos que los casos limítrofes
niegan la existencia de toda categoría no tendríamos categorías
ni manera de hacer análisis lingüístico. Nos anteceden siglos de
incertidumbre gráfica en que las palabras se escribían de maneras
distintas y sin lindes claros. Quizá lo que ahora encontramos en la
escritura no sea más que la cristalización de siglos de interacción
entre lo oral y lo escrito, para llegar al la formación de patrones
conceptuales de cohesión silábico-morfológica que permiten ais-
lar entidades con significado unitario.

89
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93
La estructura de las construcciones
frasales con out en inglés
Daniel T. Stauffer (UAQ)

Resumen
La presente investigación es un trabajo preliminar sobre los ver-
bos frasales en inglés, en el que se hace un analisis las caracterís-
ticas de diversas estructuras de un verbo nuclear más la partícula
out y se señala cómo se produce la integración de ambas partes. La
elaboración de la partícula puede resultar en significados distintos
de la construcción frasal debido a las asociaciones que la entidad
que la elabora adquiere por medio del uso de dicha partícula. Este
trabajo postula que la partícula out puede tener dos funciones en
la estructuración del evento capturado por la construcción: puede
proporcionar la estructura básica del evento, puede extender la
estructura del evento dado por el verbo nuclear en sí, o por medio
de proporcionar el espacio necesario para incorporar un comple-
mento que a su vez provee una parte de la estructura básica del
evento. Esta investigación ofrece una base y unos lineamientos
para abordar el problema de distinguir construcciones frasales de
otros tipos de construcciones de verbo y partícula.

1. Introducción
Hay una gran cantidad de estudios que intentan describir la natu-
raleza de las construcciones de verbo y partícula. Todos comparten
el problema de distinguir las características de los dos componen-
tes y la relación entre estos. Frasier (1976) analiza estas cons-

95
trucciones dentro del marco generativista al utilizar la estructura
sintáctica y sus reglas para su base; mientras que Bolinger (1971)
y otros autores las estudian enfocándose en aspectos semánticos
como los grados de transparencia (metáfora) en conjunto con co-
locaciones sintácticas y características fonológicas. Aunque estos
estudios han dado pistas sobre el modo en el cual estas construc-
ciones operan, no se ha resuelto el problema de distinguir y expli-
car este tipo de construcción. Sin embargo, un estudio de Lindner
(1982; 1983), y otros subsecuentes (Morgan, 1997; Tyler y Evans,
2001), han contribuido mucho al explicar cómo funcionan las
construcciones de verbo y partícula. Lindner (1983) se enfoca en
la partícula out, particularmente en la estructura de la partícula,
su elaboración, la coherencia entre los esquemas y los patrones
que se encuentran entre ellos. Este estudio no pretende ser una
crítica del trabajo de Lindner (1983). Lo que busca es ofrecer un
análisis más a fondo, enfocado en lo que yo llamaré construccio-
nes frasales (phrasal verbs). Investigaré los orígenes de la estruc-
tura de este tipo de construcción para ver cómo afecta su capaci-
dad de captar eventos diferentes que el verbo nuclear no puede.
Trabajaré con las estructuras del verbo nuclear y de la partícula
para ver sus características y cómo éstas afectan la manera en que
las dos estructuras se integran. También consideraré la diferencia
de relación entre un verbo y un adverbio, y entre un verbo nuclear
y la partícula en una construcción frasal.

1.1 Problema
La integración del verbo nuclear y de la partícula en una cons-
trucción frasal se ve frecuentemente de una manera homogénea, o
sea, que la partícula siempre sirve para extender la estructura del
verbo nuclear. Esta perspectiva parece estar fundada en la asun-

96
ción de que la partícula sólo tiene una manera posible de integrar-
se con el verbo nuclear y que los significados diferentes resultan
de la elaboración del esquema de la construcción frasal. Aunque
un análisis de este tipo es sustentable en muchos casos, hay otros
casos que son difíciles de explicar de esta manera. La propuesta
ofrecida en este trabajo se enfoca: en las funciones de la partícula
con respecto a su relación con el verbo nuclear; en mostrar cómo
la partícula se relaciona con el verbo nuclear y cómo esto deter-
mina los tipos de significado que la construcción puede lograr ba-
sados en las variaciones de su esquema, y en explicar cómo una
construcción de verbo y partícula logra un significado particular.
Este trabajo postula que la partícula puede tener dos funcio-
nes en la estructuración del evento capturado por la construcción:
puede proporcionar la estructura básica del evento, puede exten-
der la estructura del evento dado por el verbo nuclear en sí, o por
medio de proporcionar el espacio necesario para incorporar un
complemento que a su vez provee una parte de la estructura bási-
ca del evento.
Los ejemplos siguientes muestran la partícula en sus dos fun-
ciones básicas de estructurar el evento completo o una parte de él:
1. a) She stood out in the yard.
b) She stood out in his mind.
c) She threw out some old papers.

Podemos ver que en (1a) que out funciona como un adverbio.


Está en el segundo plano, o sea, proporciona una parte del ‘esce-
nario’ del evento (Talmy, 1988b), no una parte de él. No afecta
el significado del verbo, “stand”, cuyo significado es prototípica-
mente ‘estar parado’. En (1b) la construcción, stand out, tiene el
significado ‘distinguirse’ lo cual “stand” no puede lograr solo. El
evento capturado por la construcción trata de una comparación

97
entre ella y algo (probablemente un grupo) no especificado. Para
lograr este significado el verbo nuclear, “stand”, necesita la yuxta-
posición que out proporciona para marcar la separación de ‘she’,
la entidad comparada, y la base de la comparación, el ‘grupo’ im-
plícito en el esquema de out. Esto, a su vez, requiere que out se
cambie del segundo plano al primero porque la separación entre
las dos entidades ya es una parte de la estructura semántica de la
unidad léxica, la construcción frasal, stand out.
En el caso de (1c), out se integra al verbo ‘throw’; sin embargo,
no tiene la función de estructurar el evento capturado por la cons-
trucción frasal; es el verbo el que lo hace. En esta construcción,
el verbo nuclear sigue con su significado prototípico, el de ‘tirar’:
‘una entidad, un agente, causa que otra entidad, un paciente, se
mueva de manera tal que el paciente se separa del agente.’ Se pue-
de ver que el verbo, “throw”, ya tiene el concepto de ‘separación’
como una parte de su estructura semántica y este concepto arma
el evento capturado por la construcción frasal, throw out. La par-
tícula, out, contribuye a la idea de una separación permanente por
medio de su esquema porque el paciente ya no está en el espacio
cerrado que forma una parte del esquema de out. Esto constituye
una extensión del significado del verbo nuclear en vez de una res-
tructuración del evento. El esquema de out proporciona un límite
que sirve para marcar dos áreas distintas y, con la elaboración del
esquema por el contexto, las áreas se especifican como ‘algo guar-
dado’ y ‘algo deshecho’ (trataré los esquemas de out y sus elabora-
ciones en mayor profundidad más adelante.)
El punto clave de los ejemplos ya dados es que la integración
del verbo y la partícula en construcciones frasales no es homogé-
nea, o sea, la relación entre el verbo nuclear y la partícula puede
variar. A continuación veremos un caso en el cual la partícula
sirve para marcar la perspectiva tomada del evento.

98
(2b) da a la partícula la función de marcador de perspectiva
(Talmy, 1988b), aspecto gramatical:
2. a) He worked the problem for an hour, and then
took a break.
b) He worked out the problem in an hour.
c) *He worked out the problem for an hour.

El verbo “work”, en (2a), da un proceso de ‘manipulación de


una entidad o entidades hacia una meta predeterminada’. La
idea, o atributo, de que hay una meta hacia la cual el proceso está
dirigido ya está en la estructura semántica del verbo, aunque el
logro de esta meta no está especificado. La perspectiva, aspecto
inherente del verbo, en sí no establece un límite en el proceso
indicado por el verbo. Out en (2b) sirve para proporcionar el lí-
mite que marca el logro de la meta contenido en el verbo nuclear
y esto constituye un perfil (Langacker, 1987), una perspectiva
enfocada en el punto final del proceso. Out efectúa este cambio
de perspectiva debido a los requisitos de su esquema: el trayec-
tor, la entidad que es el punto focal de interés del evento captu-
rado por la oración (“he” en este caso) tiene que estar en el área
fuera del espacio cerrado al final del evento (lo cual veremos en
la próxima sección). La manipulación del problema es el espacio
cerrado de donde el trayector tiene que salir y el área fuera del
espacio cerrado es la terminación del proceso, la que representa
el logro de la meta (veremos esto en profundidad más adelante).
(2c) sirve para mostrar que out pone el enfoque en el final del
evento y, por eso, la construcción no acepta un complemento
circunstancial temporal de duración.
Hemos visto que out puede tener funciones distintas en cons-
trucciones frasales. Este estudio investiga los factores involucrados
que determinan el papel que out tendrá en una construcción dada.

99
1.2 Marco teórico
Este estudio se basa en el marco cognitivo desarrollado por Lan-
gacker (1981, 1987) y Talmy (1983, 1988b) en el cual la lengua
capta eventos y su significado en términos de relaciones entre los
participantes del evento. Para codificar los eventos que la lengua
representa, utiliza trayectores y puntos de referencia (landmarks)
como los componentes que manifiestan las yuxtaposiciones indi-
cadas por los componentes relacionales. El sujeto de la cláusula
principal constituye el trayector principal. Se ve como el parti-
cipante más móvil del evento, y por eso es el enfoque de interés
porque se ve como el responsable de la existencia del evento. El
complemento directo de la cláusula, cuando haya, constituye el
punto de referencia principal y sirve para localizar al trayector en
el evento porque es donde se realiza el evento. El organizador de
esta relación entre el trayector y el punto de referencia principal,
el complemento directo, es el que determina la estructura básica
del evento que capta la cláusula. El origen de esta estructura es el
enfoque principal de este estudio.
La estructura de un evento nos permite formar y reconocer pa-
trones, la base del significado, y a su vez determina los significa-
dos que una construcción dada puede lograr. Por eso, el análisis
tiene que tomar en cuenta todas las fuentes posibles que pueden
estar involucradas en una construcción frasal.
Cuando consideramos la estructura, tenemos que distinguir
entre la estructura del evento nuclear y aquella del escenario en
el cual el evento sucede. Talmy (1983) divide el evento en dos
planos:
a) el primer plano, el evento nuclear, prototípicamente estruc-
turado por el verbo, y
b) el segundo plano, las circunstancias (escenario) en las cuales
el evento ocurre, estructuradas por los adverbios y preposiciones.

100
Lo que nos interesa en este estudio es saber qué componen-
tes pueden moverse de un plano a otro, y con esto obtendremos
el punto clave para entender la construcción frasal; un adverbio
o preposición cambia del segundo plano al primer plano convir-
tiéndose en una partícula. Cuando esto pasa, la partícula se inte-
gra en la estructura del verbo nuclear con dos resultados posibles:
la partícula extiende la estructura de la construcción frasal, o la
partícula establece la estructura básica de ella. Además, cuando
una partícula se integra con el verbo nuclear, puede resultar en
un aumento de transitividad, y esto a su vez puede resultar en que
el participante que elabora este nuevo argumento del verbo pue-
de contribuir con una parte de su estructura a la estructura de la
construcción frasal (como veremos en ejemplos como She sat out
the dance y She sat out the storm).
Relacionada con la noción de plano está la noción de base (Lan-
gacker, 1987). Semejante al segundo plano, una base contextualiza
un evento. Sin embargo, la base difiere del segundo plano por el
hecho de que proporciona un contexto que forma una parte indis-
pensable del significado del concepto presentado por una unidad
léxica o una construcción. Por ejemplo, el verbo “pegar” se refiere
a ‘un impacto’; esto es, contacto de una entidad con otra entidad
en el cual hay una transferencia de fuerza. Sin embargo, para te-
ner sentido, este verbo tiene que tener como una parte de su base
un estado anterior de ‘no contacto’ entre las dos entidades.
En el caso de los sustantivos, lo importante para este estudio
es que un sustantivo tiene asociaciones o asambleas funcionales
(Lindner, 1982), que proporcionan un contexto en el cual la en-
tidad interactúa con otras unidades. Estas interacciones forman
patrones tales que el sustantivo puede invocarlos como parte de su
estructura semántica para formar una parte del significado cuan-
do se encuentran en una construcción. Por ejemplo, “película” se

101
asocia con la idea del interés por parte de las personas que la ven.
En inglés, “movie” en She sat out the movie invoca esta asociación
para incluir la idea de ‘no disfrutarse o no tener interés’ como una
parte del significado de la construcción frasal cuando elabora (es-
pecifica) la parte del esquema que le corresponde.
La partícula out es un componente puramente relacional y por
eso es un componente estructural sin contenido. Esto quiere decir
que, para determinar su significado, hay que elaborarla por medio
de una entidad que sí tenga contenido. Como ya se mencionó, la
elaboración de la partícula puede resultar en significados distintos
de la construcción frasal debido a las asociaciones que la entidad
que la elabora trae consigo.
Dentro del marco cognoscitivo, el verbo canónicamente es-
tructura el evento capturado en una cláusula. Es el verbo el que
establece las relaciones entre los participantes del evento. Sin em-
bargo, este marco permite construcciones no canónicas, siempre y
cuando no violen los principios de combinación de componentes
para formar una construcción, los principios de valencia. Por eso,
este marco es el más adecuado para los propósitos de este estudio.
En la sección siguiente, analizamos la estructuración de las
construcciones de verbo y partícula con out enfocando las carac-
terísticas de los verbos radicales en las construcciones en las que
la partícula sirve para estructurarlas. También revisaremos las ca-
racterísticas de los verbos radicales en las construcciones en las
que el verbo radical sirve para estructurarlas.

2. La estructuración de las construcciones de verbo y partícula


Para entender la estructura de la construcción frasal necesitamos
entender la estructura de la partícula y del verbo nuclear de la
construcción (Lindner, 1983; Morgan, 1997). En esta sección re-

102
visamos la primera estructura de out, donde prestamos atención
particularmente a los requisitos que su esquema impone en sus
componentes. Después, analizamos la estructura semántica del
verbo nuclear al dar énfasis especial a los rasgos que combinan
con out y la forma en que lo hacen.

2.1 El esquema de out


Los ejemplos siguientes establecen las características más perti-
nentes para los propósitos de este studio:
3. a) He stood out in the yard.
b) *He stood out in the house.
c) He went out of the house he was in into the yard.
d) *He went out into the house he was in.

(3a) da un ejemplo con un verbo estático. Podemos ver en el


ejemplo que el esquema básico de out consiste en un trayector
(“he”) ubicado en un área (LM1, “yard”) fuera de un espacio ce-
rrado (LM2, la entidad “house” que está implícita), como se pue-
de ver en la Figura 1. (3b) sirve para mostrar que el esquema de
out requiere que el trayector se ubique fuera del espacio cerrado
del esquema (ver Figura 2), y (3b) es agramatical por el hecho de
que viola este requisito del esquema. (3c) da un ejemplo con un
verbo de movimiento. Podemos apreciar que, aunque el trayector
empiece dentro del espacio cerrado (LM2) del esquema, termina
en el área fuera (LM1) de LM2. (3d) es agramatical porque viola el
requisito de que el trayector termine su trayectoria en LM1. Esto
indica que el esquema de out no incluye una trayectoria; es el ver-
bo el que la proporciona. Esto es importante para determinar el
componente que proporciona la estructura básica del evento cap-
turado por una construcción frasal.

103
Lo anterior establece los requisitos con respecto a las enti-
dades que hay en el esquema, su juxtaposición espacial y la ubica-
ción del trayector.

TR
TR
TR fin
inicio
LM1 LM1

LM1 LM1
verbos estáticos verbos dinámicos
Figura 1 Figura 2

2.2 La estructuración del evento por la partícula out


Ya hemos visto en la sección 1.1 que puede ser la partícula o el
verbo el que estructura una construcción frasal. En esta sección
analizaremos ejemplos para las maneras en las cuales out partici-
pa en estructurar el evento capturado por la construcción frasal.
Veremos en los ejemplos siguientes las variaciones en las cuales el
esquema de out proporciona la estructura básica del evento:
4. a) She stayed out of the fight.
b) She sat out the dance.
c) She sat out the storm.

En (4a) la construcción frasal, stay out, nos da el significado


‘no participar en el evento, una pelea, (quedarse fuera de ella)’ en
el cual out estructura el evento básico. El verbo nuclear, “stay”,
nos da un ‘mantenimiento de condición’ lo cual indica que el tra-
yector, “she” ocupa un punto en el espacio y que se queda donde

104
está. Out ubica el trayector con respecto al espacio cerrado (LM2),
“fight”, y por el hecho de que out está en el primer plano, indica
que no participa en el evento de acuerdo con los requisitos de su
esquema1, lo cual constituye la estructura del evento. Sabemos
que out está en el primer plano porque “stay” solo no puede esta-
blecer la separación requerida para el significado ‘no participar’.
Con el verbo “stay”, out no puede integrar a “fight” como el
complemento directo porque “fight” se queda en el segundo pla-
no, como lo marca la preposición of. Esto es debido a que la con-
tinuidad contenida en la estructura de “stay” no permite que el
trayector participe en la pelea en ningún momento. Para ser un
participante en el evento nuclear, la entidad tiene que interactuar
de una manera con el trayector, y “stay” marca que esto no pasa.
Con “fight” en el segundo plano, no puede contribuir a la estruc-
tura del evento nuclear. Esto contrasta con lo que veremos en el
ejemplo (4b). Lo que mueve a out del segundo plano al primer
plano es su papel como organizador principal del evento reflejado
por la construcción.
En 4b podemos ver que out estructura el suceso, uno de ‘no
participar en un evento’. El verbo nuclear, “sit”, hace que el tra-
yector, ‘she’, ocupe un punto en el espacio con una cierta postura y
se asocia con la inactividad, sin embargo, no indica la continuidad
del estado. Cuando el esquema de out se integra con el de “sit”, se
mueve del segundo al primer plano. Esto, en combinación con el
verbo estático permite que out determine la estructura básica del
evento. Es out el que establece la yuxtaposición entre el trayector
y el punto de referencia, “dance”, de tal manera que el trayector
está separado de la entidad, – visto como una actividad – que ela-
1
Conviene mencionar que la separación no es necesariamente espacial. Ella
puede estar con los combatientes, particularmente en una ‘pelea’ verbal, sin
participar. Si fuera espacial, out estaría en el segundo plano porque solamente
establecería la ubicación del trayector, no su falta de participación.

105
bora el espacio cerrado dando la idea de ‘no participar’. Además,
el movimiento de out del segundoal primer plano resulta en que
el esquema de out provee su espacio cerrado (LM2) que en este
caso integra un participante nuevo en el evento nuclear, el com-
plemento directo, “dance”, lo cual reestructura el evento dado por
el verbo nuclear, “sit”. Se puede ver que la partícula out es la que lo
hace por la agramaticalidad de *She sat the dance (o sea, el verbo
solo no puede aumentar su transitividad).
“Dance” puede integrarse como el complemento directo por el
hecho de que forma una parte de un evento interrumpido. Para
lograr el significado que tiene la construcción frasal, el de inte-
rrumpir la participación en una actividad, tiene que haber sido
una interacción (una participación) entre el trayector y el pun-
to de referencia, el complemento directo y eso lo proporciona “a
dance”. Lo logra porque “a dance” se asocia ( ‘functional assem-
bly’ según Lindner, 1982) con un evento más extenso que incluye
una serie de bailes discretos. Esta serie constituye la base requerida
para el perfil que marca la construcción frasal y sin la cual este
significado sería imposible.
Lo que hemos visto en este caso va más allá de solamente ela-
borar un esquema predeterminado por la integración del esque-
ma del verbo con el de la partícula con una metáfora porque una
metáfora no puede cambiar la estructura que elabora. Hemos vis-
to que por medio de out, el complemento directo contribuye a una
parte de la estructura del evento, la base, que es indispensable para
captar el significado que capta la construcción frasal.
En (4c) tenemos un evento que no se trata de ‘participación’
sino de ‘detenimiento’. En esta construcción “sit” sirve para in-
dicar que el trayector, “she”, ocupa un punto en el espacio y se
asocia con la inactividad. Como ya hemos visto, el esquema de
“sit” no es adecuado para ser el origen de la estructura básica del

106
evento porque no incluye ni los límites temporales ni la oposición
de fuerzas necesarios para estructurar este evento. Cuando out
se integra al esquema de “sit”, proporciona el espacio cerrado que
proporciona un perfil temporal y un lugar que permita la integra-
ción de “storm” al evento nuclear como el complemento directo.
“Storm” puede integrarse como el complemento directo porque
interactúa con el trayector como lo veremos más adelante.
En este evento, el trayector tiene que estar ubicado dentro del
espacio cerrado porque interactúa con la entidad que lo elabora,
“storm”. Out impone un perfil temporal en el evento de acuerdo
con los requisitos de su esquema, el cual requiere que el trayector
termine fuera del espacio cerrado, y el perfil temporal hace que
el trayector salga. Cuando “storm” elabora el espacio cerrado, trae
una asociación con ella que contribuye a la estructura de la base
del evento necesaria para lograr el significado de ‘detenimiento’.
La asociación es una dinámica de fuerzas (Talmy, 1988a) que se
encuentra en la relación entre la fuerza de la tormenta y las acti-
vidades humanas. La fuerza de la tormenta constituye un obstá-
culo para la fuerza de “she” provocando un detenimiento de sus
actividades. Aunque el perfil está en su inactividad, el significado
incluye la idea que esta inactividad es el resultado de la oposición
de la fuerza de la tormenta, y está implícito en el significado que
cuando esta fuerza se quita, “she” vuelve a su actividad previa. Por
eso, la estructura de la oposición de fuerzas forma una parte del
evento en sí porque la fuerza de la tormenta está presente durante
todo el evento siendo responsable del estado estático del trayector.
Con los ejemplos en (4) hemos visto el rango de casos en los cua-
les out puede estructurar el evento captado por la construcción fra-
sal. Al revisar los verbos podemos ver que lo que tienen en común
es que son estáticos, y que tienen un mínimo de contenido semánti-
co, o sea, marcan que sus trayectores ocupan un lugar en el espacio.

107
No pueden contener ningún tipo de cambio, como una trayectoria
temporal, porque esto constituiría un principio organizador predo-
minante en el verbo y prevendría la posibilidad de que la partícula
proporcione la estructura básica del evento. Para ser el elemento
que estructura la construcción, tiene que establecer las relaciones
principales del evento que la construcción captura. Cuando el ver-
bo es estático, out puede estructurar el evento porque proporciona
puntos de referencia que establecen las relaciones principales.
El ejemplo siguiente indica que el verbo nuclear tiene que ser
estático y sin ningún tipo de trayectoria para que out estructure
el evento. El ejemplo (5) indica que la especificación encontra-
da en la estructura semántica del verbo nuclear puede afectar la
potencia de la partícula para estructurar el evento captado por la
construcción frasal:
5. They waited out the storm.

En (5), el esquema de out se integra con el del verbo nuclear,


proporcionando un lugar, el espacio cerrado, para el complemen-
to directo, como ya hemos visto. Sin embargo, es el verbo “wait”
que tiene la trayectoria temporal en su estructura semántica y
también marca la anticipación de un cambio en su estructura se-
mántica. Esto no permite que out organice el evento capturado
por la construcción frasal por el hecho de que la estructura del
significado “quedarse inactivo hasta que pase el ‘evento’ esperado”
ya está dado por el verbo. Lo que este ejemplo indica es que cuan-
do hay una trayectoria temporal, out tiene la función de cerrar
el evento, y esto no permite que out lo organice, porque ‘cerrar
un evento’ implica que ya hay un evento que cerrar. En este caso,
out solamente especifica el esquema dado por medio del espacio
cerrado que impone un límite en la trayectoria temporal, el fin de
la tormenta, y requiere que el trayector salga del espacio cerrado.

108
Lo que hemos visto con wait out indica los límites de la po-
tencia de la partícula para establecer la estructura básica de la
construcción frasal. En la sección siguiente, consideramos la po-
tencia del verbo nuclear para proporcionar la estructura básica
de la construcción frasal y lo que la partícula out proporciona en
estos casos.

2.3 La estructuración del evento por el verbo nuclear


Como ya hemos visto, hay casos de construcciones frasales no tí-
picos en los cuales la partícula out organiza el evento. En estos
casos, el verbo tiene que ser estático porque cuando el verbo con-
tiene una trayectoria es el verbo que organiza el evento básico.
Debido al hecho de que la partícula out no contiene este cam-
bio (Lindner, 1982), una trayectoria, solamente puede estructurar
eventos estáticos. En esta sección consideramos los casos típicos
en los cuales el verbo incluye una trayectoria para ver el papel de
out en estos tipos de construcción.
Cuando el verbo nuclear tiene una trayectoria, estructura el
evento captado por la construcción porque la trayectoria marca
los cambios, y por eso marca las relaciones entre los participantes.
Out no tiene los recursos para organizar los cambios que constitu-
yen la trayectoria porque no tiene una trayectoria y el esquema de
out coloca el trayector afuera del espacio cerrado. Es la trayectoria
del verbo la que lo coloca inicialmente dentro del espacio cerrado,
haciéndolo el punto inicial de la trayectoria. Sin embargo, la par-
tícula out puede modificar elementos en la estructura del evento
cuando hay una trayectoria, como veremos más adelante.

109
Podemos distinguir dos tipos de trayectorias en estos verbos:
de movimiento trasladado y de proceso2. Su diferencia radica en
la naturaleza de los ‘pasos’ de sus trayectorias respectivas. Con
movimiento trasladado, los ‘pasos’ son homogéneos, aunque pue-
dan tomar dos formas: uno de movimiento continuo sin ‘pasos’
distintos, como con “caer”, y el otro de una repetición de los mis-
mos pasos, como con “caminar3”. Lo importante de esta homoge-
neidad es que no permite que out afecte el movimiento en sí. Esto
quiere decir que out no puede formar una parte del movimiento
trasladado que crea la trayectoria. El requsito de out, que el trayec-
tor termine en el área afuera del espacio cerrado, no permite que
out intervenga ni como un obstáculo ni como un límite del movi-
miento. Por lo tanto, out solamente puede servir para marcar una
parte de la trayectoria. Con esta capacidad, out puede ser un mar-
cador de cambios en las circunstancias en las que el movimiento
se coloca y esto puede pasar en el segundo o en el primer plano,
como veremos con walk out en los ejemplos siguientes.
Por otro lado, la heterogeneidad de los pasos es un proceso que
permite que out intervenga en términos de formar una parte del
mismo, como podemos ver en el caso de pick someone out in a
crowd, o imponer un límite al proceso, como en think out a plan.
Lo que todo esto indica es que la estructura del verbo nuclear deli-
mita y, hasta un punto, determina los papeles que out puede tomar
en la extensión del significado de la construcción frasal. Además,
2
Los verbos que tienen una trayectoria temporal son verbos estáticos. La tra-
yectoria temporal puede ser proporcionada por el verbo mismo, como vimos
con wait out, o puede ser proporcionada por la entidad que elabora el espacio
cerrado, como es el caso con sit out a movie. En ambos casos, la función de
out con respecto a la estructura del evento básico es marcar la terminación del
evento.
3
Esto explica por qué she went out of the meeting no puede lograr el significado
de ‘romper la relación’ que she walked out of the meeting sí puede.)

110
aunque out tiene el mismo esquema en dos construcciones frasa-
les, la estructura del verbo nuclear puede ser el factor que deter-
mina la diferencia del significado entre las dos construcciones, no
solamente su elaboración.
En los ejemplos siguientes veremos
6. a) She walked out of the meeting in a huff.
b) He thought out his plans carefully.

El ejemplo (6a) es ambiguo. Se puede interpretar como un verbo


y adverbio o como un verbo frasal. En la primera interpretación, el
evento es uno de movimiento, un cambio de lugar de una posición
dentro del espacio cerrado a una posición afuera de él. Out está en
el segundo plano y solamente funciona para marcar una parte de
la trayectoria, el punto de inicio del movimiento trasladado, el es-
pacio cerrado, y el alejamiento espacial del trayector de este punto,
no proporciona nada a la estructura del evento de “walk”.
La segunda interpretación del evento es ‘romper la relación en-
tre el trayector y el espacio cerrado’ (las otras personas presentes
en la reunión); en este ejemplo, out sirve para marcar la sepa-
ración de ella de la reunión por medio de su límite, dado por el
espacio cerrado y por el hecho de que out requiere que el trayector
viole este límite. La frase preposicional “of the meeting” sirve para
meter al trayector dentro del espacio cerrado. Out sirve para esta-
blecer la terminación de una relación lo cual nos da un contraste
de estados (Linder, 1982), pero sin un aumento de transitividad,
como hemos visto en el caso de sit out, porque puede elaborar su
propio espacio cerrado por medio del contexto.4 Out puede mar-
car la separación como un paso final en una relación y, como tal,
forma una parte de la trayectoria del evento marcando un nuevo
4
Out proviene de un adverbio y como partícula, mantiene la característica de
elaborar su espacio cerrado por medio del contexto en el cual se encuentra.

111
rumbo. No puede aumentar la transitividad del evento porque la
trayectoria no involucra un proceso. En este caso, out no puede
integrar el espacio cerrado debido a una falta de interacción entre
el trayector y el espacio cerrado, la afectación presentada es con
respecto al trayector, no a la reunión. Por eso, “of the meeting” se
queda en el segundo plano porque “of ” solamente indica el punto
inicial. Para marcar una afectación, hay que agregar la preposi-
ción “on”, la cual nos da una trayectoria que se puede elaborar
como la consecuencia del evento nuclear.
En (6b) tenemos una construcción frasal en el cual el verbo nu-
clear es de proceso en vez de movimiento trasladado. El proceso
en este caso involucra ‘la armadura de una serie de acciones para
lograr una meta’. De nueva cuenta, el verbo nuclear proporciona
una trayectoria que constituye la estructura principal del evento.
La trayectoria, proporcionada por el verbo nuclear, “think”, con-
siste en los pasos que crean las relaciones distintas entre los fac-
tores y esto constituye la estructura principal del evento, la base
a la cual out proporciona un perfil. Es importante notar que el
verbo “think” no tiene un punto final enmarcado en su estructura
semántica y es esto lo que permite la intervención de out en su tra-
yectoria (que no es posible con un verbo que lo tiene: *He solved
out the problem).
En esta construcción, out está en el primer plano porque in-
terviene en la trayectoria para dar el paso final al proceso, o sea,
sirve como el complemento de un proceso sin límite propio. Out
puede hacerlo porque es el proceso del verbo que elabora el es-
pacio cerrado del esquema de out (el mismo fenómeno fue en-
contrado con el prefijo under- en Stauffer, 2006). Podemos ver
que es el proceso “think” y no la entidad “plan” lo que elabora el
espacio cerrado por el hecho de que el plan sigue adquiriendo for-
ma por el proceso, y no es el plan hasta la terminación del proce-

112
so. Así, out extiende la estructura del verbo nuclear por medio de
proporcionar el límite que constituye el paso final; sin embargo,
no proporciona la estructura principal del evento captado por la
construcción frasal.
Out puede aumentar la transitividad del verbo en este caso por-
que “plan” es el resultado del proceso. Cuando “think” se refiere
al proceso de pensar, es intransitivo; esto es, ya tiene su comple-
mento directo en su estructura semántica. Sin embargo, cuando
out especifica el punto final en el proceso, y este proceso tiene un
producto, hay que especificarlo porque el producto no termina,
apenas existe. El paso final en la trayectoria del proceso marca
que el proceso ya no existe. Los requisitos del esquema de out exi-
gen que haya un trayector en el espacio fuera del espacio cerrado,
y el resultado del proceso lo es.
Una comparación entre (6a) y (6b) muestra la diferencia en-
tre las dos tipos de trayectoria. En (6a), la trayectoria indica un
alejamiento de un punto inicial, el espacio cerrado elaborado por
“meeting”, hacia otras circunstancias en las cuales out sirve para
marcar y contrastar sin formar una parte de la trayectoria en sí;
mientras en 6b, out se integra a la trayectoria para marcar que ya
está completa, al hacer, por medio de la elaboración del espacio
cerrado por el proceso, “think”. Aquí la clave es que la natura-
leza de la trayectoria determina el papel que el esquema de out
puede tener en la construcción frasal, lo cual determina el rango
de significados que la construcción puede tener; el significado de
la construcción es más complejo que la elaboración metafórica
de esquemas de out predeterminados, lo que determina rango de
significados que la construcción puede tener.
Lo que hemos visto es que con verbos de movimiento traslada-
do la trayectoria viola el límite del espacio cerrado, mientras que
con verbos de proceso, en los que el proceso constituye el espacio

113
cerrado, el límite del espacio trasladado constituye el punto o paso
final del proceso. Es la estructuración de la construcción frasal
por parte del verbo nuclear la que es responsable de esta diferen-
cia, no el esquema de out ni la elaboración de la estructura de la
construcción.
Un verbo de proceso puede constituir el espacio cerrado por
el hecho de que el límite del esquema de out se ve como un inte-
grante en el proceso dado por el verbo nuclear, algo que no puede
pasar con un verbo de movimiento trasladado porque el movi-
miento en sí sigue igual, solamente son las circunstancias las que
cambian. Hay otras variaciones en el esquema de la construcción
frasal con verbos de proceso en las que el proceso no constituye
el espacio cerrado del esquema de out que veremos en la sección
siguiente.

2.4 Variaciones en la estructura con verbos de proceso


En el ejemplo siguiente la trayectoria del verbo radical de la cons-
trucción involucra un cambio de colocación del trayector de la
partícula out de estar dentro del espacio cerrado a estar afuera
de él, no física, sino conceptualmente. Esto da una estructura se-
mejante a la de un verbo radical de movimiento trasladado; sin
embargo, tiene la diferencia de que hay un final del proceso.
7. a) She picked him out in the crowd.
b) ?*She picked him in the crowd.

En su sentido básico, “pick” indica una separación física de dos


cosas: un trayector secundario (“lint”) de un punto de referen-
cia y un lugar (“ear”) como en She picked some lint from his ear.
En el ejemplo 7, “pick” proporciona esta estructura de ‘separar’
que sirve como la principal de la construcción. Estructuralmente,

114
out proporciona la parte que permite captar la idea de ‘distinguir’
en vez de ‘seleccionar’ que el verbo nuclear puede lograr en , por
ejemplo, She picked a dress. En este caso, out no se integra al pro-
ceso como un paso o punto final. Out integra su espacio cerrado,
“crowd”, como un participante, y el proceso de ‘separar’. La partí-
cula out, como el adverbio out, adquiere su contenido del contexto
en el cual se encuentra, no de un complemento como lo hace una
preposición. Por eso, out no tiene que integrar la entidad que la
elabora como un complemento directo. Puede ser implícito como
en este caso, y en casos como stand out. Esto explica por qué no
hay una incompatibilidad entre out e in. El trayector puede estar
dentro de “crowd” físicamente mientras conceptualmente está fue-
ra de él, de acuerdo con los requisitos del esquema de out.
Podemos ver que esto es una modificación, una extensión, en
la estructura del verbo nuclear si consideramos (7b). El ejemplo
(7b) probablemente es dudoso porque aunque “pick” es un verbo
transitivo, el evento no es el de separar el complemento directo del
punto de referencia sino distinguir entre el trayector y los miem-
bros del punto de referencia. Out modifica el evento porque marca
que el trayector se distingue del grupo que constituye el espacio
cerrado por medio de características distintivas. Es sobresaliente
con respecto al grupo, no separado de él.
En el ejemplo siguiente, veremos cómo out puede agregar una
trayectoria a la estructura del verbo radical de la construcción por
medio de los requisitos del esquema de out:
8. The police smoked out the kidnappers (with tear gas).

El verbo nuclear en (8) tiene la idea básica de ‘agregar humo


a algo’, no de ‘sacar a alguien o algo de un lugar o circunstancia’.
La estructura del verbo nuclear da un proceso que relaciona un
participante, el complemento directo “kidnappers”, con otro par-

115
ticipante, un componente del proceso (el “humo”), tal que éste
cambia el estado (‘fumigado’) del participante o cambia las cir-
cunstancias del complemento directo de tal forma que el cambio
de ésas le afecta (lo cual es el caso en este ejemplo). Out entra en
esta estructura para proporcionar la trayectoria del complemento
directo que capta el resultado del efecto del proceso. Lo hace por
medio de los requisitos del esquema de out, no por una trayectoria
inherente en el esquema del verbo nuclear. En la relación que out
establece, el trayector de out tiene que estar en el espacio afue-
ra del espacio cerrado. Esto quiere decir que si el trayector está
adentro del espacio, tiene que moverse, de una manera espacial o
de una manera metafórica, de adentro del espacio cerrado al área
afuera de él. Así, podemos ver que es este requisito el que crea la
trayectoria que encontramos en la estructura de la construcción
frasal y le permite captar este tipo de evento.
Lo que hemos visto en esta sección es que out participa en el
proceso y por eso extiende la estructura de las construcciones fra-
sales para lograr su significado. Hemos visto que puede integrarse
de varias maneras: como un punto (o paso) inicial y final del pro-
ceso para organizar los pasos en algunos casos (como “work out
at the gym”) o para dar un resultado al proceso (como en “work
out a solution”), como un participante que modifica el proceso
dado por la estructura principal del verbo radical (como en “pick
someone out in a crowd) o agregar un trayectoria a la estructura
principal (como en “smoke out”).

3. Conclusiones
Lo que hemos visto en este trabajo es que la partícula out sólo
tiene un esquema (o estructura) en el que hay dos espacios: uno
cerrado y otro afuera del espacio cerrado. En este esquema, el

116
trayector se coloca en el área que está afuera del espacio cerrado.
Esto quiere decir que no hay trayectoria en el esquema. Es el verbo
nuclear de la construcción frasal el que proporciona la trayectoria
o a veces los requisitos del esquema de out. Como hemos visto,
hay dos posibilidades para estructurar una construcción frasal: o
bien el esquema de out estructura la construcción o bien el verbo
nuclear estructura la construcción. Estas posibilidades se realizan
bajo los requisitos impuestos por las características del verbo nu-
clear, los impuestos por las características de la partícula out y los
impuestos por el evento que la construcción tiene que captar. Es
decir que si queremos entender la construcción frasal, tenemos
que entender la estructura completa y cómo se arma.
Hemos visto que, cuando el verbo nuclear es estático y sola-
mente marca la posición del trayector y el evento involucra algún
tipo de ‘exclusión’, out se integra a la estructura como organizador
principal de la construcción. Bajo estas circunstancias, el verbo
radical no tiene los recursos para reflejar un evento de este tipo.
En este caso, el esquema de out proporciona las relaciones entre
participantes que corresponden a la estructura del evento que se
quiere reflejar. Esto permite que out se mueva del segundo al pri-
mer plano para formar una parte de la estructura del evento. Por
eso, el esquema de out estructura el evento.
Hemos revisado que cuando el verbo radical tiene una trayecto-
ria, es el verbo nuclear el que estructura el evento y, por eso, las ca-
racterísticas estructurales de la trayectoria son muy importantes en
determinar los tipos de eventos que la construcción puede reflejar.
La trayectoria en estos verbos puede ser de dos tipos: movimien-
to trasladado o proceso. Cuando la trayectoria es de movimiento
trasladado, ella en sí da la idea de separación. Con verbos radica-
les de movimiento trasladado, out se integra al primer plano para
agregar un punto inicial como participante afectado y lo hace por

117
medio de la configuración de su esquema. También puede marcar
un contraste por medio de sus dos espacios. La estructura de este
tipo de verbo nuclear está limitada a estas posibilidades debido a
la característica del movimiento que crea su trayectoria. No hay
participación por parte de out en el movimiento en sí.
Los verbos nucleares ofrecen más posibilidades debido a las ca-
racterísticas diversas que crean sus trayectorias. En las construc-
ciones con verbos nucleares de proceso, out puede integrarse en el
proceso en sí como un participante (si el proceso involucra la in-
teracción de participantes) al constituir la trayectoria del proceso.
Los dos espacios del esquema de out contribuyen al contraste que
permite que la construcción logre el significado de ‘distinguir un
participante de los otros’ por medio del cambio de adentro a afue-
ra del espacio cerrado. Cuando el proceso del verbo nuclear está
dirigido a una meta, out se integra como una parte del proceso
en sí, no como un participante. Lo hace por medio del límite del
espacio cerrado que marca el paso final en el proceso. Cuando este
último, que en sí no contiene un movimiento trasladado, resulta
en un movimiento trasladado, out capta este movimiento por me-
dio del requisito de su esquema que si el trayector de out está en el
espacio cerrado, tiene que moverse al espacio afuera del cerrado.
Todas estas variaciones de la estructura de la construcción frasal
son controladas por la del verbo nuclear de la estructura.
Lo anterior indica que las construcciones frasales de out son
diversas en sus estructuras debido a las características de los ver-
bos nucleares, la partícula out, y a veces la entidad que elabora
el espacio cerrado, y esto es responsable de las diferencias en sus
significados. Ello indica que, para afectar el significado del verbo
nuclear de tal forma que resulte en el significado de la construc-
ción frasal, la partícula out tiene que formar, de una manera u
otra, una parte de la estructura de la construcción, o sea, tiene

118
que estar en el primer plano. De esta manera, la estructura de la
partícula out puede integrarse de varias formas con la estructura
de los verbos radicales para lograr los significados que las cons-
trucciones reflejan.
El estudio presentado en este trabajo es preliminar. Sin embar-
go, ofrece una base y unos lineamientos para abordar el problema
de distinguir construcciones frasales de otros tipos de construc-
ciones de verbo y partícula (como dry/dry out, play/play out -a
hand-, etc.). Asimismo, queda pendiente un estudio enfocado en
la revisión la función de out en verbos radicales dinámicos, pero
sin trayectorias como look out, hide out, find out, etc.

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120
Duración vocálica y acento
en el náhuatl de Cuentepec, Morelos1
Eduardo Patricio Velázquez Patiño (UAQ)

Resumen
En la presente investigación se hace una revisión crítica de las ca-
racterísticas de la duración vocálica y el acento dentro del sistema
fonológico de la variante moderna del náhuatl de Cuentepec, More-
los. Para lograr este objetivo se llevó a cabo un experimento para el
cual se diseñó un corpus de ítems léxicos que funcionan como pares
mínimos o pares análogos dentro de la lengua. Para la obtención de
los datos correspondientes a la duración de cada sílaba y cada vocal,
se diseñó rutinas de programación especiales en Praat. Por medio de
este procedimiento, se intenta demostrar, primeramente, que, a pesar
del bajo rendimiento funcional de las vocales largas distintivas den-
tro del sistema fonológico, fonéticamente se puede dar cuenta de los
contextos en los que más se conservan las diferencias significativas
y que puede ser de utilidad, por ejemplo, a la hora de revisar la orto-
grafía práctica utilizada en la actualidad. Además, esta metodología
permite arrojar luz sobre la interrelación entre la longitud vocálica y
la colocación del acento primario a nivel léxico y sintagmático.
1
Agradezco a la Dra. Esther Herrera y a los compañeros del Seminario de Tra-
bajo Phonologica sus comentarios, sin los cuales este trabajo no hubiera podido
salir a la luz. Doy gracias, además, a Victorino Torres Nava por haberme dado la
oportunidad de acercarme a su lengua, especialmente durante el taller de docu-
mentación realizado durante noviembre de 2009 en el Laboratorio de Lingüís-
tica de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, donde él e Inti Ramos
Díaz participaron muy activamente. Sin embargo, todos los errores son míos.

121
Introducción
En el Arte de la lengua mexicana escrita en 1645 por Horacio Ca-
rochi (cito por la edición de 1988), que es considerada como la
gramática más influyente y revolucionaria del náhuatl que haya
sido escrita durante la era colonial, identificó la distinticón fono-
lógica entre vocales breves y largas, así que propuso la utilización
del macron para señalar las vocales largas que formaban parte del
sistema fonológico de lo que ahora se conoce como el náhuatl clá-
sico, posiblemente por influencia de las gramáticas latinas que él
tomaba como referencia y en las que también se utilizaba el ma-
cron para marcar las vocales largas.
En la actualidad, muy pocas de las ortografías utilizadas por
lingüistas, etnólogos, antropólogos y misioneros (cfr. Amith 1997;
Karttunen 1992 [1982]; Lacadena y Wichmann 2008, y Tuggy,
1979) contemplan explícitamente el señalamiento de vocales lar-
gas, pues consideran que la oposición entre vocales breves y largas
se ha perdido, aunque en algunos casos se conserva el macron (ā),
la marca de alargamiento (: o ː), el acento circunflejo (â) (aunque
para Carochi este diacrítico indica saltillo al final de palabra) o
las diéresis (ä) de manera regular, en el caso de los diccionarios, o
sólo para distinguir el reducido número de pares mínimos.
En la presente investigación se hará una revisión crítica del
sistema fonológico de una variante moderna del náhuatl de Mo-
relos, específicamente sobre las características de la duración si-
lábica y vocálica, así como de las implicaciones del acento en la
variante de Cuentepec. Para lograr este objetivo se llevó a cabo
un experimento para el cual se diseñó un corpus de ítems léxicos
que funcionan como pares mínimos o pares análogos dentro de
la lengua. Posteriormente, estos ítems serían grabados por tri-
plicado, tanto de manera aislada como enmarcados dentro de
enunciados simples y espontáneos, para observar su funciona-
miento dentro de contextos no marcados.

122
Filiación lingüística y sistema fonológico del náhuatl de Cuen-
tepec, Morelos
Como obras obligadas de consulta, debe citarse los trabajos de
Guzmán Betancourt (1979), Dakin (1982), Lastra (1986), Launey
(1992 [1979]), o Swadesh y Sancho (1966) que tocan distintos as-
pectos de la filiación lingüística, sistemas fonológicos de variantes
colindantes, propuestas de procesos evolutivos, así como cuestio-
nes específicas de vocales largas o, en casos aún más raros, sobre
patrones silábicos y acentuales.
La variante náhuatl de la comunidad de Cuentepec ha sido cla-
sificada por Lastra (1986: 212-217) como perteneciente al Área
Central > Subárea Nuclear > 15) Cuentepec, Temixco, Morelos. El
cuadro fonológico del náhuatl de Cuentepec (cfr. Guzmán Betan-
court, 1979: 19) que se presenta aquí debajo (Tabla 1) no incluye
los fonemas propios del español que aparecen en préstamos no
asimilados.
Fonéticamente, las vocales cortas y las largas varían no sólo
en longitud sino también en timbre y tensión, especialmente la
alta anterior, /i/ → [ɪ]. Además, las sílabas con oclusiva glotal [ʔ] o
fricativa glotal [h] en posición de coda producen un acortamien-
to de la porción modal de la vocal, aunque el efecto sonoro de la
glotalización es voz rechinante y ensordecimiento. Este fenómeno
ocurre únicamente a final de emisión. Otros fenómenos, como
la anteriorización de la oclusiva velar ante la vocal anterior, /k/
→ [c], la velarización de nasales a final de emisión, /n/ → [ŋ], o el
ensordecimiento y fricativización de la lateral en posición final de
palabra, /l/ → [ɬ], son puramente alofónicos (véase Anexo 1).

123
Tabla 1. Cuadro fonológico del náhuatl de Cuentepec, Morelos

Sin embargo, a pesar de la existencia de pares mínimos en la


variante de Cuentepec (Lastra, 1986: 623; cfr. Beller y Cowan,
1979: 80), ésta no es una distinción productiva, pues, a no ser por
los casos en los que los hablantes necesitan producir claramente
una distinción entre una decena de pares mínimos y a otros va-
rios pares análogos, la longitud vocálica tiende a ser neutralizada
y subordinada a la estructura acentual y al habla enfática. Otros
casos en los que la longitud vocálica se vuelve relevante es a nivel
morfofonológico, cuando la presencia de una vocal larga en la raíz
determina cuál será el alomorfo correspondiente de cada afijo.
En cuanto a la estructura silábica, tradicionalmente se ha dicho
(p. ej. Guzmán Betancourt, 1979: 30) que hay cuatro tipos de pa-
trones silábicos posibles, derivados del patrón genérico (C)V(C), es
decir, V, CV, VC, CVC. No existen grupos consonánticos ni vocáli-
cos dentro de una misma sílaba (los diptongos se consideran como
estructuras CV) y éstas no pueden tener más de tres fonemas. Sin
embargo, en el náhuatl de Cuentepec hay evidencia de las estructu-
ras CGVC (p. ej. ˈtjaŋ.kɪs ‘mercado’) y CVGC (p. ej. kʷej tɬ
͡
‘falda’),
donde G representa a una semiconsonante o aproximante.

124
A nivel morfofonémico llaman la atención los procesos de asi-
milación de consonantes en lindes morfémicos o silábicos para
adecuarse a la relativamente simple estructura (C)V(C). Sobre
estos procesos de asimilación de rasgos se ha hecho muy pocos
acercamientos desde la fonología autosegmental jerárquica, la fo-
nología métrica, la fonología léxica o la teoría de la optimidad (cfr.
Andrews, 1975 y Tezozómoc, 2000). Otro tema que sí ha sido bien
trabajado es el relativo a la reduplicación, que suele asociarse con
significados diminutivos, iterativos, frecuentativos o intensivos,
entre muchos más (Canger, 1981; Flores, 1998, y especialmente
Peralta, 1991).
Por último, el acento léxico funciona como una unidad cul-
minativa, jerárquica, delimitativa y rítmica (Kager, 1996) que
cae de manera regular en la penúltima sílaba. Sin embargo, por
el hecho de tratarse de una lengua isoacentual, es común encon-
trar en esta variante casos de reestructuraciones silábicas donde
se sigue manteniendo la acentuación grave: /ko.lo.ˈlo.wa/ → [ko.
ˈlol.wa] ~ [ko.ˈlo.lʷa] ‘lo junta’, así como choques y desplaza-
mientos acentuales que provocan una acentuación claramente
esdrújula o aguda: [ˈteːn.tɪ.ka] ‘está lleno’, [ˈis.taːk] ~ [ɪs.ˈtaːk]
‘blanco, pálido’, [ˈi.seːt͡ɬ] ~ [ɪ.ˈseːt͡ɬ] ‘solo’. Además, se ha pasa-
do por alto (excepto en casos poco comunes como el de Dakin,
1982: 21-68; quien a su vez menciona a Whorf, 1935) la cuestión
de la existencia y funcionamiento de los acentos secundarios,
sobre todo en el caso de la aglutinación de radicales polisilábicos
en sintagmas nominales y verbales.

125
Duración
Según Fox (2000: 12), de todos los rasgos prosódicos, la duración
parece ser conceptualmente el más simple y el menos controver-
sial. Hablar es una actividad dependiente del tiempo, pues los
enunciados se desarrollan en tiempo real y, aunque los eventos
articulatorios no sean necesariamente discretos –dado que las ar-
ticulaciones se solapan y algunos eventos son simultáneos y no
sucesivos–, hay un orden temporal tanto para la producción como
para la percepción de la señal sonora. Por lo tanto, cualquier frag-
mento de esta señal ocupará una porción finita de tiempo que
puede ser medida, y la duración de dicho fragmento corresponde
simplemente al tiempo que toma enunciarlo.
Sin embargo, en cuanto se intentar hacer cualquier tipo de ge-
neralización sobre la duración, especialmente cuando tomamos
en cuenta su rol funcional, aparecen muchas complejidades y difi-
cultades. En primer lugar, la duración de los sonidos del habla es
extremadamente variable. Los sonidos diferentes no sólo varían
en su duración, sino que incluso lo que podríamos considera el
‘mismo’ sonido puede ocupar porciones muy distintas de tiempo
dependiendo de diferentes circunstancias y diferentes contextos.
Los factores que influyen aquí son muchos y muy variados: la na-
turaleza misma del sonido, el número y las características de los
sonidos colindantes, la posición del sonido dentro de la palabra
o la sílaba en las que aparece, así como la velocidad y el estilo del
enunciado, entre otros (Fox, 2000: 12).
Por ejemplo, los distintos tipos de sonidos tienen diferentes
duraciones intrínsecas que los caracterizan y que son valores típi-
cos del tipo de sonido en cuestión, aunque en todos los casos tales
diferencias son relativas y no absolutas. Las consonantes labiales,
por ejemplo, son usualmente más largas que las alveolares o las
velares y las oclusivas sordas son más largas que las fricativas sor-

126
das; las vocales abiertas tienden a ser más largas que las cerradas.
Además, aunque se tome en cuenta estas tendencias universales,
las longitudes características de los sonidos largos de lenguas que
utilizan este recurso distintivamente no suelen ser las mismas con
respecto a los de otras lenguas (Fox, 2000: 12).
A estas propiedades intrínsecas de la duración se debe agregar
las propiedades extrínsecas o determinadas contextualmente, las
cuales, nuevamente, están sujetas a variaciones específicas dentro
de cada lengua. Algunas de estas propiedades dependen de los
tipos de sonidos colindantes (por ejemplo, en el inglés las vocales
ante consonantes sordas son más cortas que aquellas ante conso-
nantes sonoras), mientras que otras dependen meramente de la
posición dentro de la secuencia o sílaba (las consonantes intervo-
cálicas son usualmente más cortas que las iniciales o las finales).
Hay otros rasgos prosódicos que influyen: la duración de un soni-
do puede ser diferente dependiendo de si la sílaba en la que apa-
rece está acentuada o no, o, en lenguas tonales, del tono particular
con el cuál se enuncia la sílaba. Otros factores más obvios que in-
fluyen en la duración son el número de sonidos en la sílaba o pala-
bra (mientras más sonidos haya, éstos se volverán más cortos), la
velocidad del enunciado (a mayor velocidad, menor duración de
los sonidos), entre otros. La mayoría de estos factores son mecáni-
cos y no tienen significancia fonológica, aunque la decisión sobre
cuál de ellos juega un papel dentro de la fonología de cada lengua
puede resultar muy difícil (Fox, 2000: 12-13).
Es decir, mientras que las distinciones en la duración abstracta
pueden ser interpretadas de manera similar, oponer fonológicamen-
te vocales o consonantes ‘cortas’ vs. ‘largas’ genera una complicación,
pues tales diferencias de duración solamente pueden ser analizadas
como diferencias en la dimensión temporal y, por lo tanto, tienen
implicaciones potenciales para la estructura fonológica de las pala-

127
bras en las que ocurren estos sonidos. Poniendo esto en términos
más técnicos, se puede decir que la duración es ambivalente con res-
pecto a su papel en las relaciones paradigmáticas y sintagmáticas. Es
decir, puede funcionar tanto en una oposición ‘larga’ vs. ‘corta’ como,
simultáneamente, en un contraste entre, por ejemplo ‘una unidad’ vs.
‘dos unidades’. Esta ambivalencia permite interpretaciones teóricas
radicalmente distintas de la duración (Fox, 2000: 14).

Metodología
En las siguientes secciones se hará una breve descripción de los dis-
tintos pasos realizados durante la presente investigación: a) las ca-
racterísticas del corpus, b) la presentación del informante, c) la gra-
bación y d) el proceso de obtención de datos y su posterior análisis.

Corpus
El corpus de grabaciones que sirve como fundamento para esta in-
vestigación se compone de 70 pares mínimos o análogos (que no
pretenden ser exhaustivos) de vocales cortas, largas y reduplicadas,
aislados y en contexto. En esta etapa de exploración, cada uno de
los ítems fue pronunciado por un hablante nativo del náhuatl de
Cuentepec, Morelos, tres veces de manera aislada y tres veces den-
tro de una frase declarativa, más algunas repeticiones y algunas
omisiones. Esto da un total aproximado de 838 segmentos vocáli-
cos en las posiciones pretónica, tónica y postónica (véase Anexo 1).

Informantes
Para este primer acercamiento a la variante náhuatl de Cuentepec
se contó sólo con la ayuda de Victorino Torres Nava, originario

128
de dicha comunidad y proveniente de una familia de hablantes
nativos que utilizan predominantemente el náhuatl en el hogar. A
pesar de que el informante ha pasado los últimos años estudiando
en la Ciudad de México y en contacto con investigadores y estu-
diantes mexicanos y extranjeros, tiene una actitud muy positiva
hacia su lengua. Esto se demuestra, por ejemplo, en su esfuerzo
por enseñar su variante del náhuatl a estudiantes de distintas uni-
versidades. Más adelante se ampliará este estudio con produccio-
nes lingüísticas de otros hablantes de esta variante del náhuatl.

Grabación
La grabación fue realizada en una sola toma el 24 de noviembre
de 2009 en el Laboratorio de Lingüísitica de la Escuela Nacional
de Antropología e Historia, en la Ciudad de México, estereofóni-
camente con una grabadora Tascam DR-07, con una frecuencia
de sampleo de 44,100 Hz a 16 bits. Aunque se buscó contar con
condiciones acústicas ideales, la grabación tuvo que ser interrum-
pida dos veces para evitar ruidos muy fuertes que transtasaban
muros y ventanas. La grabación resultante tuvo niveles ligeramen-
te percetibles de ruido ambiental y eco. Más adelante, para fines
prácticos, se trabajó con una copia de la grabación de la cual fue
removido ligeramente el ruido en Audacity y después fue conver-
tida a monoaural.

Procesamiento de los datos


A partir de la grabación realizada específicamente para esta in-
vestigación, se procedió a transcribir ortográficamente las pro-
ducciones orales utilizando una rejilla de texto (text grid) del
programa de análisis acústico Praat (Boersma & Weenink, 2010),

129
sincronizada con el archivo de audio, y ahí se separó básicamente
producciones lingüísticas de silencios. Posteriormente, por medio
de una rutina de programación (script), de este par de archivos se
extrajo la información relativa al tiempo de inicio y tiempo final
de cada producción lingüística y que sería utilizada por el script
para extraer cada emisión como fragmento de audio y su trans-
cripción correspondiente. En la rejilla de texto de cada pareja de
archivos se incluyó los siguientes niveles de transcripción (tiers):
a) ortográfico, b) segmentación por sílabas, c) segmentación de
vocales, y d) código para indicar el timbre y la duración vocálica,
así como el contexto y la estructura acentual. Dicho código fue
diseñado de modo que se identificara mnemotécnicamente cada
tipo de vocal incluida en el corpus, según la relación expuesta en
la Tabla 2.

Tabla 2. Componentes del código de identificación de vocales

Por ejemplo, una /eː/ en posición tónica en un ítem aislado,


como [ˈteː.pet͡ɬ] ‘cerro’, recibiría el código elipa0, mientras que
una /e/ en posición pretónica en una frase marco como Uilijke
tepitztik inon pantzin [wɪ.ˈlih.ke.te.ˈpit͡s.tɪc.ˈɁi.nom.ˈpan.t͡sɪŋ] ‘El
pan está muy duro’, recibiría el código ecena1. En el caso de las
vocales reduplicadas, por cada edipa0, por ejemplo en [me.ˈe.wa]
‘se levanta’, habrá un exina1 y un eyipa0.

130
Finalmente, de cada intervalo se extrajo el etiquetado y la in-
formación relativa a la dimensión temporal, el contexto silábico y
el código de cada ítem por medio de una rutina de programación
(script) especialmente diseñada para esta investigación y se rea-
lizó una serie de imágenes justificadas según la duración (véanse
Figuras 2 a 7). Posteriormente se dio a la información el formato
necesario para ser exportada a hojas de cálculo, donde se realiza-
rían distintos tipos de evaluaciones estadísticas que serán presen-
tadas en la siguiente sección, dedicada al análisis de los datos.

Análisis
Calidad vocálica
Durante la extracción automática de los datos correspondientes
a la segmentación sobre el eje de la dimensión temporal, se tomó
la información de los intervalos de interés para el análisis, es de-
cir, únicamente aquéllos que estaban codificados, para calcular
los primeros tres formantes. Todas las observaciones en contextos
poco claros, en diptongo o ante cualquier tipo de sonorante fueron
eliminadas. Para asegurar que se tomaba medidas confiables, se
calculó el total de la duración vocálica y se dividió entre tres. Des-
pués, este valor se sumaría al tiempo de inicio del intervalo vocáli-
co y se restaría al tiempo final. De este modo, se hizo el cálculo de
los valores de las frecuencias formánticas sólo durante el segundo
tercio del total de la duración de la vocal para eliminar las posibles
transiciones de los formantes durante el primero y el tercer tercio
de su duración. Específicamente, de esta porción vocálica se obtu-
vieron los valores promediados de los primeros tres formantes y se
calculó automáticamente el F2’ (Fant, 1973). En la Tabla 2 se pre-
sentan los valores obtenidos para cada una de las cuatro vocales,
cada una de las dos longitudes y según su posición con respecto

131
a la sílaba tónica. Además, se puede apreciar el número de obser-
vaciones (#) por cada categoría de vocales para un total de 542
mediciones. En las siguientes columnas se colocaron los valores de
F1 y F2’ promediados entre el número de obervaciones, así como la
variación estándar (σ) con respecto al promedio. En las columnas
tercera y cuarta de cada sección se muestran los cuantiles de 0.1 y
0.9, valores entre los cuales se ubica el 80% de las observaciones.

Tabla 3. Formantes de vocales cortas y largas


(valores entre cuantiles de 0.1 y 0.9)

En esta Tabla se puede observar que el número mínimo de ob-


servaciones es de 15 y el máximo de 76, por lo cual las probabibi-
lidades de que los resultados sean significativos aumenta. Esto se
confirma, excepto en el caso de la /i/ átona corta, por los valores
tan bajos de la desviación estándar.

132
Para facilitar el análisis de los datos sobre la distribución de
las vocales del náhuatl de Cuentepec en el espacio acústico, por
medio de una rutina de programación de Praat se diseñó una
carta logarítmica de formantes (véase Anexo 2) y se utilizaron
los valores de los cuantiles 0.1 y 0.9 (para eliminar el 20% de las
observaciones más alejadas del promedio) como coordenadas
sobre el eje vertical (F1) y sobre el eje horizontal (F2’) para dibu-
jar una elipse que uniera los cuatro puntos de cada uno de los
timbres vocálicos según su calidad tónica o átona y su longitud
fonológica. En la Figura 1, las elipses de color negro correspon-
den a las vocales tónicas y las de color gris a las vocales átonas,
mientras que las que están dibujadas con una línea continua co-
rresponden a las vocales cortas y las hechas de líneas disconti-
nuas representan a las vocales largas.
A primera vista se oberva: 1) que las vocales largas están mejor
delimitadas, pues ocupan un espacio acústico más pequeño, 2)
que las vocales cortas, especialmente las átonas, son más disper-
sas, 3) que los espacios de tónicas y átonas se intersectan en mayor
o menor medida y 4) que los timbres vocálicos están claramente
distanciados entre sí, excepto en el caso de /a/ átona, su distribu-
ción abarca parcialmente el espacio de la /o/ tónica tanto corta
como larga, así como la /o/ átona corta. Comparando las vocales
cortas en posiciones tónica y átona, la anterior alta /i/ tiende a
descender, la anterior baja /e/ tiende a centralizarse y las poste-
riores tienden a elevarse, sin que /o/ abarque completamente el
espacio acústico de la aproximante labiovelar /w/. El fonema /a/,
debido a su tendencia a posteriorizarse, demuestra que el sistema
vocálico es de tipo cuadrangular y no triangular.

133
Figura 1. Distribución de las vocales del náhuatl de Cuentepec, Morelos

En conjunto, los datos numéricos y la carta de formantes ob-


tenidos en este estudio pueden ser utilizados para explicar fenó-
menos de tipo perceptual relativos a las diferencias en calidad
vocálica, por ejemplo, con respecto al español, pues para los his-
panohablantes, la /i/ átona corta parece situarse entre la /e/ y la /i/
de su lengua; la /a/ átona corta del náhuatl suele confundirse con
la /o/ tónica corta, mientras que la /o/ átona corta algunas veces
suena como la /u/ del español.

134
Estructura silábica
En un segundo paso del análisis los datos fueron reorganizados
para demostrar si la longitud vocálica en el náhuatl de Cuentepec
depende del tipo de estructura silábica y de la posición de la sílaba
con respecto a los lindes de la palabra y al acento.
Los tipos de sílaba tomados en cuenta en este análisis fueron
del tipo vocal aislada, V, consonate seguida de vocal, CV, vocal
seguida de obstruyente, VC[+obs], vocal seguida de sonorante, VC[-
obs]
, consonante-vocal-obstruyente, CVC[+obs], y consonante-vocal-
sonorante, CVC[-obs]. Se asume que únicamente las consonates en
coda podrían modificar la duración de la vocal precedente (véan-
se Tablas 4a y 4b).

Tabla 4a. Duración de vocales cortas y largas


según posición del acento y tipo de sílaba

135
Tabla 4b. Duración de vocales cortas y largas,
según posición del acento y tipo de sílaba

Las categorías de posición de la sílaba dentro de la palabra fue-


ron principalmente ‘inicial’, ‘tónica’ y ‘final’. La categoría ‘pretóni-
ca’ se utilizó únicamente cuando existían una o más sílabas entre
la inicial y la tónica. Del mismo modo, la categoría ‘postónica’ fue
utilizada únicamente cuando existían una o más sílabas entre la
tónica y la final.
En el conteo influyó la omisión de las marcas de alargamiento
en la transcripción de vocales largas en posiciones átonas, pues se
respetó la intuición fonológica y ortográfica del hablante, quien
no las considera largas. Aunado a esto, el reducido número de ob-
servaciones de vocales largas hizo que dos terceras partes de las
parejas de valores quedaran parcial o totalmente vacías.
En el caso de las sílabas del tipo V, las diferencias entre los
promedios de las observaciones en posición inicial y tónica son
notables, al igual que las sílabas iniciales y pretónicas del tipo
CV, las sílabas tónicas del tipo VC[+obs] y las sílabas finales del
tipo CVC[-obs]. Por el contrario, las diferencias entre sílabas tó-

136
nicas de los tipos CV, CVC[+obs] y CVC[-obs], así como las finales
del tipo CVC[+obs], son mínimas, pues las desviaciones estándar
son altas y el número de observaciones es relativamente bajo. El
caso de la sílaba tónica del tipo CV se ejemplifica en la Figura 2,
donde vemos que la diferencia entre la /a/ de niksaloua ‘lo pego’
y la /aː/ de niksa:loua ‘lo aprendo’ es de tan sólo 19%.

Figura 2. niksaloua ‘lo pego’ vs. niksa:loua ‘lo aprendo’

Posición de la sílaba al interior de la palabra


En este paso del análisis se organizaron los datos de manera que
permitieran sacar el valor promedio de la duración y la desviación
estándar del total de observaciones de las ocho vocales (cuatro
cortas y cuatro largas) según su posición dentro de cada ítem léxi-
co (inicial, media y final). En este formato no se toma en cuenta la
posición del acento (véase Tabla 5).

137
Tabla 5. Duración de vocales cortas y largas,
según posición de sílaba dentro del ítem léxico.

Se aplicaron pruebas t de Student para los valores promedio de cada uno de


los grupos de vocales. La hipótesis nula dice que no existe ninguna diferencia
entre la duración promedio de una vocal corta y su respectiva vocal larga. Se
supuso que los dos grupos son independientes y que la varianza es igual para
ambos grupos. El signo * indica un nivel de significancia de 1%.

Tomando como base estos valores promedio de la duración se


aplicaron pruebas t de Student que arrojaron los siguientes resul-
tados: 1) las diferencias entre las vocales bajas /a/ : /aː/ y /e/ : /eː/
en posición inicial no son significativas; 2) la diferencia entre /o/
y /oː/ en posición final no es significativa; 3) la diferencia entre /i/
e /iː/ en posición media o final no puede ser medida debido a la
poca presencia de /iː/ en el corpus, y 4) según los niveles de sig-
nificancia, /a/ y /e/ son significativamente más cortos en posición
media o final, /o/ es significativamente más corta en posición ini-
cial o media, mientras que /i/ sólo lo es en posición inicial. Si asu-
mimos las observaciones anteriores y tomamos los valores totales
de cada pareja de vocales, se podrá observar que las diferencias
entre vocales cortas y largas sí son significativas.
En la Figura 3 se ejemplifica el caso de /e/ : /eː/ en posición
media, donde la duración de /eː/ (0.104 sec) es 60% mayor que
la de /e/ (0.065 sec). Además, en este caso, llama la atención que
las vocales analizadas, a diferencia de otras variedades de náhuatl,

138
son tónicas, pues, en ciertos casos muy específicos, cuando hay la
presencia de semiconsonantes en la última sílaba, ocurre un des-
plazamiento acentual hacia la izquierda.

Posición del acento léxico y contexto


Para esta fase del análisis se tomó nuevamente el parámetro de la
posición con respecto a la sílaba tónica, así como el contexto en
el que fue emitido el ítem léxico (aislado o dentro de un enun-
ciado) para cada pareja de vocales (véase Tabla 6). Debido a la
gran diversidad de combinaciones, varios de los grupos estuvie-
ron representados por un número muy bajo de observaciones,
lo cual arrojó ocasionalmente diferencias considerables entre las
producciones aisladas y las contextualizadas, por ejemplo: /a/ e
/i/ postónicas, o bien /eː/, /i/, /iː/, /o/ y /oː/ pretónicas, en las que
en unas ocasiones son las producciones aisladas las de mayor
duración y en otras las producidas dentro de enunciados. Sin
embargo, después de realizar pruebas t de Student tomando úni-
camente los valores promediados de cada categoría resulta que,
con excepción de /e/ y /eː/ tónicas y postónicas, así como /i/ e /
iː/ postónicas, todas las demás diferencias entre vocales cortas y
largas son significativas.

139
Tabla 6: Duración de vocales cortas y largas según la posición del acento

Se aplicaron pruebas t de Student para los valores promedio de cada uno de los grupos de vocales,
sin tomar en cuenta el contexto en el que fueron producidos. La hipótesis nula dice que no existe
ninguna diferencia entre la duración promedio de una vocal corta y su respectiva vocal larga. Se
supuso que los dos grupos son independientes y que la varianza es igual para ambos grupos. Los
signos * y ^ indican un nivel de significancia de 1% o 5%, respectivamente.

140
En la Figura 4 tenemos lo que podría ser considerada como una
excepción, pues en producciones contextualizadas (ocepa0 y ole-
pa0), la vocal corta /o/ es 39% más larga que la correspondiente
vocal larga. Una posible explicación es la frecuencia de uso, pues
noto:ka’ ‘mi araña’ es mucho menos común que notoka ‘mi nom-
bre’. Otra explicación es que el hablante pudo haber estado más
concentrado en producir una diferencia clara entre las vocales pos-
tónicas, asociando un alargamiento extremo a la /a/ glotalizada.
Por último, a pesar de la poca duración de las vocales ‘largas’, las
sílabas sí son notablemente más largas que las del primer ítem. Esta
sería una justificación para ampliar esta investigación en el futuro
con datos sobre las distintas estructuras silábicas y su duraciones.

Figura 4. notoka ‘mi nombre’ vs. noto:ka’ ‘mi araña’

141
Por otro lado, en la Figura 5 se ejemplifica la relativa similitud
entre la duración vocálica de las producciones de los mismos ítems
léxicos en distintos contextos, pues entre dos ejemplos de niksa:loua
‘lo aprendo’ (alepa0, contextualizado, y alipa0, aislado) hay una di-
ferencia de apenas 1%, aunque si se toma en cuenta la duración
total del ítem, el elemento aislado tiene una mayor longitud.

Figura 5. niksa:loua (contextualizado) vs. niksa:


loua (ítem aislado) ‘lo aprendo’

142
Vocales simples y reduplicadas
Finalmente, durante la sesión de elicitación con el hablante se
confirmó la existencia de vocales reduplicadas por medio de un
proceso morfofonológico ocasionado por el morfema frecuentati-
vo que normalmente consiste de la simplificación y reduplicación
de la estructura de la sílaba inicial: C1V1+C1V1(C)... Sin embargo,
en el caso de los verbos cuya sílaba inicial, sin tomar en cuenta
morfemas de sujeto u objeto, es de tipo V, la reduplicación toma
la forma: V1+V1(C)..., que produce un alargamiento extremo de
la vocal. En el producto resultante, cada vocal pasa a formar una
distinta sílaba que puede ser detectada por medio de un análisis
cuidadoso de la amplitud de las curvas del oscilograma y confir-
mado de manera auditiva.
A pesar de que las vocales se vuelvan heterosilábicas y no po-
damos hablar de vocales extralargas, VV, sino de V.V, que siempre
serán significativamente más largas que las vocales sencillas, es
interesante observar en la Tabla 7 que, tras realizar pruebas t de
Student, cada una de las vocales que componen la reduplicación,
V1 o V2, son también significativamente más largas que la vocal
sencilla (excepto en el caso de /e/ : /e.e/).

143
Tabla 7. Duración de vocales simples y reduplicadas
según la posición del acento

Se aplicaron pruebas t de Student para comparar los valores promedio totales de V con cada uno
de los otros tres grupos de vocales (VV, V1 y V2). La hipótesis nula dice que no existe ninguna di-
ferencia entre los valores de la duración promedio en cada una de las parejas de grupos de vocales
comparados. Se supuso que los dos grupos son independientes y que la varianza es igual para
ambos grupos. Los signos * y ^ indican un nivel de significancia de 1% o 5%, respectivamente.

144
Aunque existen varios huecos en la Tabla 7, sobre todo en las
columnas dedicadas a las observaciones en posición pretónica
o tónica, que únicamente se justifica plenamente en el caso de
/i/, se puede observar más claramente esta regularidad en los
valores totales de la última columna, de donde se toma los valo-
res para la pueba t de Student. En los casos en los que los nive-
les de significancia son iguales o mayores a 5%, éstos se deben
principalmente al reducido número de observaciones, pues la-
mentablemente durante la elicitación no se consideró oportuno
recoger más de estas muestras.
Por otra parte, aunque los valores promediados de /a/ mues-
tran bajos niveles de significancia, en la Figura 6 se ofrece un
contra-ejemplo de este resultado, pues mientras que en atli ‘él
bebe agua’ la vocal plena /a/ tiene una duración de 0.082 sec, las
vocales del ítem reduplicado aatli ‘a veces él bebe agua’ miden
0.099 sec (20% más larga que /a/) y 0.114 sec (40% más larga).
En total, las dos vocales juntas miden 0.213 sec, lo que represen-
ta una diferencia de longitud de 159%.

145
Figura 6. atli ‘él bebe agua’ vs. aatli ‘a veces él bebe agua’

Por último, en la Figura 7 podemos ver un ejemplo extremo,


pues entre la /i/ de kilnamiki ‘se acuerda’ y las vocales V1 y V2
de kiilnamiki ‘a veces se acuerda’ hay unas diferencias de 278% y
206%, respectivamente, lo que equivale en cada caso a duraciones
de más del triple de la longitud de la sencilla, mientras que la dos
juntas están en una relación de 1 : 6.84 con respecto a /i/, es decir,
una diferencia de 584%. Esto sin tomar en cuenta las grandes dife-
rencias en la calidad vocálica presentadas en la Figura 1.

146
Figura 6. atli ‘él bebe agua’ vs. aatli ‘a veces él bebe agua’

147
Conclusiones
Si hacemos caso de las advertencias de Fox (2000: 12-14, vid. su-
pra), no podemos concebir la duración como una magnitud ab-
soluta, sino como una serie de valores relativos y dependientes
de factores intrínsecos (la naturaleza misma del sonido) y extrín-
secos (los tipos de sonidos colindantes, la posición dentro de la
secuencia o sílaba, la coincidencia con el acento o no, el número
de sonidos en la sílaba o la velocidad del enunciado).
En este trabajo se intentó buscar los factores que tenían una
relación directa sobre la duración vocálica en la variante náhuatl
de la comunidad de Cuentepec, en el municipio de Temixco, Mo-
relos, para determinar la situación y nivel de distintividad fono-
lógica de dicho fenómeno en la lengua. Como en un principio se
planeó como un trabajo exploratorio, las grabaciones se hicieron
con sólo un informante y en el futuro debería de comprobarse los
resultados aquí obtenidos con producciones de más hablantes de
la misma variante.
En cuanto a los factores intrínsecos, se puede observar en las
Tablas 5 y 6 que, efectivamente, las vocales altas son ligeramente
más cortas (diferencia aproximada de entre 13 y 29 msec para las
cortas y de entre 9 y 10 msec para las largas), pues los extremos
más notables se alcanzan siempre entre /a/ e /i/.
En cuanto a los factores extrínsecos, a diferencia de la tendencia
general mencionada por Fox, las vocales ante consonantes obstru-
yentes suelen ser ligeramente más largas que ante sonorantes (véa-
se Tablas 4a y 4b). Es notable el hecho de que, a grandes rasgos, las
vocales tónicas sigan la siguiente escala de duración: CVC[+obs] >
CVC[-obs] > VC[-obs] > VC[+obs] > CV > V. Es decir, aparentemente, a
mayor complejidad silábica, mayor duración de la vocal.

148
En cuanto a la posición de la sílaba dentro del ítem léxico, la
escala de duración es la siguiente: media > inicial > final (véase
Tabla 5), además de que es en la última sílaba donde suele dar-
se con mayor frecuencia fenómenos tales como la laringización y
alargamiento de vocales, la velarización de nasales o la aparición
del segmento aspirado /h/.
Tomando en cuenta la posición de la sílaba con respecto a la
sílaba tónica, la duración de cada vocal es muy diferente y no hay
ningún patrón claro: /a, i/ postónica > tónica; /aː, eː/ postónica >
pretónica; /e, o/ tónica > pretónica; /iː/ tónica > postónica; /oː/
pretónica > tónica (véase Tabla 6). Igual de caótica es la diferencia
de longitud entre ítems aislados y contextualizados, a pesar de que
en los valores totales se muestra una mayor longitud de los ítems
aislados, especialmente cuando las diferencias entre ambos gru-
pos son muy marcadas (véanse Tablas 6 y 7).
Una vez que se han descartado todos estos factores extrínsecos
y que no aportan distintividad fonológica, se puede resumir los
resultados del siguiente modo: si se toma en cuenta la posición del
acento (véase Tabla 6), a) la diferencia entre vocales cortas y largas
pretónicas y tónicas (excepto /e/ : /eː/), la diferencia es distinti-
va, y b) en el caso de las vocales en posición postónica, las obser-
vaciones en oposición son muy pocas y su distintividad depende
directamente del número de observaciones; si se toma en cuenta
las vocales simples y reduplicadas (véase Tabla 7), a) la diferencia
entre V y VV siempre es significativa, b) la diferencia entre V y V1
o V2 es significativa al menos con una de las dos y su duración suele
ser ligera o notablemente superior. En todo caso, si se opusieran V
y VV, fonológicamente estaríamos hablando no de una relación 1 :
2, sino 1 : 4, es decir, del tipo V : VːVː, que hemos visto que siempre
forma dos sílabas. Si esta secuencia no puede ser analizada como
una sola unidad, tendremos que proponer un análisis alterno.

149
Por lo tanto, en principio, encontramos en el náhuatl de Cuen-
tepec precisamente las relaciones sintagmáticas y paradigmáticas
que menciona Fox (2000: 14, vid. supra), pues la relación V : V.V
es de tipo sintagmático donde ‘una unidad’ contrasta con ‘dos uni-
dades’, mientras que en el caso de V : Vː hablamos de una oposi-
ción paradigmática.
A pesar del bajo rendimiento funcional de la longitud vocálica
en pares mínimos dentro de la lengua, es claro que este fenómeno
sigue siendo parte integral de la fonología de la variante náhuatl
de Cuentepec.
En cuanto a la pertinencia o no de integrarlo a la ortografía, se
tendría que recurrir más bien a las nociones de economía, practi-
cidad, respeto a la etimología y contexto de aplicación. En caso de
que fuera necesario incluirlo en algún tipo de documento acadé-
mico, en esta investigación se demostró que existen las herramien-
tas tecnológicas necesarias para dar cuenta de la longitud vocálica,
aunque habría que trabajarse más en su caracterización acústica.
Trabajos a futuro relacionados con la longitud vocálica deberían
tocar los temas de la longitud silábica, la neutralización de la longi-
tud en distintos contextos y estilos de habla, su interrelación con la
colocación de acentos primarios y secundarios, así como la influen-
cia de la longitud vocálica en la entonación, el ritmo y el tempo.

150
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Summer Institute of Linguistics y University of Texas at Ar-
lington.

152
Anexo 1: Lista de palabras utilizadas

153
Vocal Palabras Transcr. fonética Traducción Sílaba Código
atli ˈa.t͡ɬɪ él bebe agua a as(i/e)pa0
kajua ˈka.hʷa lo regaña ka as(i/e)pa0
a
kasi ˈka.sɪ lo agarra ka as(i/e)pa0
maltia ˈmal.tʲa se baña mal as(i/e)pa0
aatli a.ˈa.t͡ɬɪ él bebe agua (frec.) aa ad(i/e)pa0
kaajua ka.ˈa.hʷa lo regaña (frec.) kaa ad(i/e)pa0
aa
kaasi ka.ˈa.sɪ lo agarra (frec.) kaa ad(i/e)pa0
maaltia ma.ˈal.tʲa se baña (frec.) maal ad(i/e)pa0

Vocal Acento Palabras Transcr. fonética Traducción Sílaba Código

kinemaka cɪ.ne.ˈma.ka lo vende ne ec(i/e)na1


kitemaka cɪ.te.ˈma.ka lo apedrea te ec(i/e)na1
pretónica
tepitzin te.ˈpi.t͡sɪŋ poco te ec(i/e)na1
tepitztik te.ˈpit͡s.tɪc duro (adj.) te ec(i/e)na1

kiselia cɪ.ˈse.lʲa lo recibe se ec(i/e)pa0


kiseuia cɪ.ˈse.wʲa lo apaga se ec(i/e)pa0
kitemoua cɪ.ˈte.mo.wa lo busca te ec(i/e)pa0
e
kitentia cɪ.ˈten.tʲa lo afila ten ec(i/e)pa0
metztli ˈmet͡s.t͡ɬɪ pierna metz ec(i/e)pa0
tónica
moseuia mo.ˈse.wʲa él descansa se ec(i/e)pa0
moxeloua’ mo.ˈʃe.lo.waɁ se aparta xe ec(i/e)pa0
oueya’ o.ˈwe.jaɁ creció ue ec(i/e)pa0
uetzi ˈwe.t͡sɪ él cae ue ec(i/e)pa0
ueya’ ˈwe.jaɁ él crece ue ec(i/e)pa0

kitemaka ci.teː.ˈma.ka lo entrega te el(i/e)na1


pretónica
temali teː.ˈma.lɪ pus (sust.) te el(i/e)na1

metztli ˈmeːts.tɬɪ
͡ ͡ luna, mes metz el(i/e)pa0
moxeloua’ mo.ˈʃeː.lo.waɁ se extiende (pas.) xe el(i/e)pa0
oueyak o.ˈweː.jak se alargó ue el(i/e)pa0
seua ˈseː.wa hace frío (v. imp.) se el(i/e)pa0
eː temi ˈteː.mɪ lleno te el(i/e)pa0
tónica
tentika ˈteːn.tɪ.ka está lleno ten el(i/e)pa0
tepetl ˈteː.pet͡ɬ cerro te el(i/e)pa0
uetzka ˈweːt͡s.ka se ríe uetz el(i/e)pa0
ueyak ˈweː.jak largo (adj.) ue el(i/e)pa0
ueyi ˈweː.jɪ grande ue el(i/e)pa0

postónica isetl ˈi.seːt͡ɬ solo (adj.) setl el(i/e)ne1

154
Vocal Palabras Transcr. fonética Traducción Sílaba Código

e meua ˈme.wa se levanta me es(i/e)pa0

ee meeua me.ˈe.wa se levanta (frec.) mee ed(i/e)pa0

155
Vocal Acento Palabras Transcr. fonética Traducción Sílaba Código
kimojmotia cɪ.moh.ˈmo.tʲa lo espanta (algo sobrenatural) moj oc(i/e)na1
tokayotl to.ˈka.jot͡ɬ nombre (sust.) to oc(i/e)na1
pretónica
tokoyo to.ˈko.jo nuestro coyote ko oc(i/e)na1
totonki to.ˈtoɲ.cɪ caliente (adj.) to oc(i/e)na1
kitoka cɪ.ˈto.ka lo sigue to oc(i/e)pa0
kokotoka ko.ko.ˈto.ka que se deshace (adj.) to oc(i/e)pa0
nitonal nɪ.ˈto.naɬ mi sudor to oc(i/e)pa0
tónica
o notoka no.ˈto.ka mi nombre to oc(i/e)pa0
noyolo no.ˈjo.lo mi corazón yo oc(i/e)pa0
ouatl ˈo.wat͡ɬ caña o oc(i/e)pa0
koyotl ˈko.jot͡ɬ coyote yotl oc(i/e)ne1
motoch ˈmo.tot͡ʃ tu conejo toch oc(i/e)ne1
postónica nikpachoua nɪc.ˈpaː.t͡ʃo.wa lo aplasto cho oc(i/e)ne1
nikpachoua nɪc.ˈpa.t͡ʃo.wa lo doblo cho oc(i/e)ne1
okotl ˈo.kot͡ɬ ocote kotl oc(i/e)ne1
pretónica kimomojtia cɪ.moː.ˈmoh.tʲa lo espanta mo ol(i/e)na1
kitoka cɪ.ˈtoː.ka lo siembra to ol(i/e)pa0
kotoni ko.ˈtoː.nɪ se rompe to ol(i/e)pa0
motochoua mo.ˈtoː.t͡ʃo.wa se agacha to ol(i/e)pa0
nikpachoua nɪc.pa.ˈt͡ʃoː.wa lo curo con los dedos cho ol(i/e)pa0
notoka’ no.ˈtoː.kaɁ mi araña to ol(i/e)pa0
otztli ˈoːt͡s.t͡ɬɪ embarazada otz ol(i/e)pa0
ouak ˈoː.wak enflaqueció o ol(i/e)pa0
oː tónica
tekoyoni te.ko.ˈjoː.nɪ se perfora (pas.) yo ol(i/e)pa0
tokatl ˈtoː.kat͡ɬ araña (sust.) to ol(i/e)pa0
tona ˈtoː.na hace calor (v. imp.) to ol(i/e)pa0
tototl ˈtoː.tot͡ɬ pájaro, ave to ol(i/e)pa0
yolik ˈjoː.lɪc despacio (adv.) yo ol(i/e)pa0
yotlan ˈjoː.t͡ɬaŋ ya terminó (v. i.) yo ol(i/e)pa0
yoya ˈjoː.ja ya se fue yo ol(i/e)pa0
kolotl ˈko.loːt͡ɬ alacrán lotl ol(i/e)ne1
postónica
olotl ˈo.loːt͡ɬ olote lotl ol(i/e)ne1

Vocal Palabras Transcr. fonética Traducción Sílaba Código

o kololoua ko.ˈlo.lo.wa lo junta ko os(i/e)na1

oo koololoua ko.o.ˈlo.lo.wa lo junta (frec.) koo od(i/e)na1

156
Anexo 2: DibujarCartaFormantes.praat

#+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-#
#
# Última actualización: 12 de diciembre de 2012 por Eduardo Velázquez
#
# DibujarCartaFormantes.praat desplegará un formulario en el que se
# podrá elegir entre limpiar la ventana de dibujo (Picture window)
# cuando se dibuje la carta por primera vez. Esta opción deberá estar
# desactivada cuando se vaya a dibujar los espacios acústicos de
# otras vocales. En estos casos, la opción ‘Dibujar carta’ también
# deberá estar desactivada para evitar que la imagen se sature.
# En el siguiente apartado deberá introducirse los valores máximos y
# mínimos de los ejes de la carta de formantes, así como la anchura y
# altura preferida que será desplegada en la Picture window. Por último,
# hay una opción para controlar el grosor de las líneas punteadas dentro
# de la carta de formantes, de preferencia entre 0.1 y 1.
#
#+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-#

# -> Desplegar el formulario

form Dibujar carta logarítmica de F1 y F2’


boolean Borrar_ventana_de_dibujo 1
boolean Dibujar_carta 1
comment Ejes mínimos y máximos de la carta de formantes (Hz):
real f1min 250
real f1max 800
real f2min 1300
real f2max 2800
real anchura_x 6
real altura_y 5
real grosor_de_líneas 0.1
endform

157
# -> Borrar ventana de dibujo al iniciar

if borrar_ventana_de_dibujo = 1
Erase all
endif

# -> Seleccionar área externa e interna de dibujo

Select outer viewport... 0 anchura_x 0 altura_y


Black
Times
Line width... grosor_de_líneas
Font size... 10

tl = 0.5833333333333334
tr = -tl + anchura_x
bl = 0.3888888888888889
br = -bl + altura_y

# -> Escribir los rótulos de cada eje

Font size... 16
Select inner viewport... tl tr bl br
Text bottom... no F_2’
Text left... no F_1
Font size... 10

# -> Convertir todos los valores en Hz a escala logarítmica (Bark)

f1min_Bark = hertzToBark (f1min)


f1max_Bark = hertzToBark (f1max)
f2min_Bark = hertzToBark (f2min)
f2max_Bark = hertzToBark (f2max)
Select inner viewport... tl tr bl br
Axes... -f2max_Bark -f2min_Bark -f1max_Bark -f1min_Bark

158
# -> Dibujar la carta de formantes
Grey
Select inner viewport... tl tr bl br
if dibujar_carta = 1
One mark right... -f1min_Bark no yes yes ‘f1min:0’
One mark top... -f2max_Bark no yes yes ‘f2max:0’
One mark top... -f2min_Bark no yes yes ‘f2min:0’
endif

# -> Colocar valores representativos de la escala de F1 (cada 100 Hz)

f1scale = floor ((f1max - f1min) / 100)


for y to f1scale
f1value = hertzToBark (f1min-50 + (y * 100))
mark = f1min-50 + (y * 100)
mark$ = “’mark:0’”
One mark right... -f1value no yes yes ‘mark$’
endfor
if f1max = 800
f1value = hertzToBark (f1max)
mark = f1max
mark$ = “’mark:0’”
One mark right... -f1value no yes yes ‘mark$’
endif

159
# -> Colocar valores representativos de la escala de F2’ (cada 300/500 Hz)

f2scale = floor ((f2max - f2min) / 100)


for x to f2scale
f2value = hertzToBark (f2min + (x * 100))
if (f2min + (x * 100) = 900
...or f2min + (x * 100) = 1100
...or f2min + (x * 100) = 1300
...or f2min + (x * 100) = 1500
...or f2min + (x * 100) = 1700
...or f2min + (x * 100) = 1900
...or f2min + (x * 100) = 2100
...or f2min + (x * 100) = 2300
...or f2min + (x * 100) = 2500)
mark = f2min + (x * 100)
mark$ = “’mark:0’”
else
mark$ = “”
endif
if f2max > 2800 and (f2min + (x * 100) = 2700
...or f2min + (x * 100) = 3000)
mark = f2min + (x * 100)
mark$ = “’mark:0’”
endif
One mark top... -f2value no yes yes ‘mark$’
endfor

#+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-#
#
# -> Fin del script: DibujarCartaFormantes.praat
# -> Escrito por Eduardo Velázquez (adaptado de Mietta Lennes 2004)
#
#+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-#

160
Anexo 3: Formantes.praat

#+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-#
#
# Última actualización: 12 de diciembre de 2012 por Eduardo Velázquez
#
# Formantes.praat es una plantilla que puede ser utilizada para
# concentrar y almacenar los valores mínimos y máximos de F1, F2 y F3,
# así como las características con las que se desplegará en la carta de
# formantes (etiqueta de la vocal, color, tipo y grosor de línea),
# según se explica a continuación. Cada sección constará de 26 líneas:
# las primeras 10 donde se adaptará los datos de cada vocal y 16 líneas
# que no deben ser modificadas.
#
# vowel_label$ = “a” <-- Cambiar la vocal dentro de las comillas, sin
# borrarlas y se puede poner cualquier tipo de
# trígrafo, p. ej. a\:f para una a alargada.
# Pink <-- Cambiar el color (Black, Red, Green, Blue,
# Yellow, Cyan, Magenta, Maroon, Lime, Navy,
# Teal, Purple, Olive, Pink, Silver o Grey)
# Solid line <-- Cambiar el tipo de línea (Solid line, Dotted
# line, Dashed line, Dashed-dotted line)
# Line width... 3 <-- Cambiar el grosor de la línea
# -> (Si los valores min y max son los mismos, entonces no va a dibujar
# -> la elipse, sólo la vocal en el punto central de la F1 y de la F2’)
# f1_min = 500 <-- Escribir el valor mínimo de F1
# f1_max = 650 <-- Escribir el valor máximo de F1
# f2_min = 1200 <-- Escribir el valor mínimo de F2
# f2_max = 1300 <-- Escribir el valor máximo de F2
# f3_min = 1600 <-- Escribir el valor mínimo de F3
# f3_max = 1700 <-- Escribir el valor máximo de F3
# -> ¡¡A PARTIR DE AQUÍ, NO MODIFICAR NADA!!
# f1min_Bark = hertzToBark (f1_min)
# f1max_Bark = hertzToBark (f1_max)
# f2min_Bark = hertzToBark (f2_min)
# f2max_Bark = hertzToBark (f2_max)

161
# ff_min = f2_min + ((f3_min-f2_min)*(f2_min-f1_min))/(2*(f3_min-f1_min))
# ff_max = f2_max + ((f3_max-f2_max)*(f2_max-f1_max))/(2*(f3_max-f1_max))
# f1minbark = hertzToBark (f1_min)
# f1maxbark = hertzToBark (f1_max)
# ffminbark = hertzToBark (ff_min)
# ffmaxbark = hertzToBark (ff_max)
# f1bark = (f1minbark + f1maxbark) / 2
# f2bark = (ffminbark + ffmaxbark) / 2
# Draw ellipse... -ffmaxbark -ffminbark -f1maxbark -f1minbark
# Font size... 16
# Select inner viewport... a b c d
# Text... -f2bark Centre -f1bark Half ‘vowel_label$’
#
# Dentro de este script hay la sección de una vocal como muestra y
# deberá ser reproducida y adaptada a cada nueva vocal. Grabe el
# archivo modificado con las siglas de la lengua o variante que esté
# representando (p.ej. formantesNHM.praat). Corra primero el script
# DibujarCartaFormantes.praat y después su propio script con los
# formantes de las vocales del sistema. En caso de ser necesario, revise
# los margenes de la tabla y adapte los valores mínimos y máximos para
# que la tabla quede lo más ajustada posible a los datos, si lo que
# quiere es que se muestren con mayor claridad, o, si sus fines son
# comparativos, que los márgenes sean lo suficientemente amplios para
# que abarquen los valores más extremos de todas las variantes a
# comparar. Después vuelva a correr su script.
#
#+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-#

a= 0.5833333333333334
b = 5.416666666666667
c = 0.3888888888888889
d = 4.611111111111111

Select inner viewport... abcd

162
# -> Copiar y adaptar por cada vocal a partir de aquí...
vowel_label$ = “a”
Red
Solid line
Line width... 3
f1_min = 500
f1_max = 650
f2_min = 1200
f2_max = 1300
f3_min = 1600
f3_max = 1700
f1min_Bark = hertzToBark (f1_min)
f1max_Bark = hertzToBark (f1_max)
f2min_Bark = hertzToBark (f2_min)
f2max_Bark = hertzToBark (f2_max)
ff_min = f2_min + ((f3_min-f2_min)*(f2_min-f1_min))/(2*(f3_min-f1_min))
ff_max = f2_max + ((f3_max-f2_max)*(f2_max-f1_max))/(2*(f3_max-f1_max))
f1minbark = hertzToBark (f1_min)
f1maxbark = hertzToBark (f1_max)
ffminbark = hertzToBark (ff_min)
ffmaxbark = hertzToBark (ff_max)
f1bark = (f1minbark + f1maxbark) / 2
f2bark = (ffminbark + ffmaxbark) / 2
Draw ellipse... -ffmaxbark -ffminbark -f1maxbark -f1minbark
Font size... 16
Select inner viewport... a b c d
Text... -f2bark Centre -f1bark Half ‘vowel_label$’
# -> ...hasta acá!! Cambie los valores de las primeras 10 líneas.

# -> Pegar las nuevas secciones de las demás vocales aquí debajo!

#+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-#
#
# -> Fin del script: Formantes.praat
# -> Escrito por Eduardo Velázquez
#
#+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-+-#

163
Los binomios N y N.
Una exploración desde un enfoque
guiado por datos
Ignacio Rodríguez Sánchez (UAQ)
Fabiola Ramírez de Jesús (UAQ)

Resumen
El trabajo que aquí presentamos es una investigación sobre bi-
nomios de estructura N y N (dos sustantivos unidos por la con-
junción y). Esta investigación tiene un carácter exploratorio y se
inscribe en la corriente neofirthiana de la lingüística británica. A
nivel teórico y metodológico partimos de un enfoque guiado por
datos (data-driven), propio de la lingüística de corpus.
Con los análisis que presentamos intentamos abordar algunas
preguntas relacionadas con la naturaleza de este tipo de colocacio-
nes. En primer lugar investigamos si la frecuencia del binomio y una
estadística de relación como la información mutua son relevantes a
la hora de identificarlos; en segundo lugar, si la frecuencia de uso de
cada uno de los elementos del binomio está relacionada con las re-
laciones que se establecen entre ambas partes; en tercer lugar explo-
ramos en mayor detalle si algunos sustantivos se especializan como
la primera parte o la segunda parte de los binomios, y reflexionamos
sobre los posibles motivos por los que esto pueda ser así.
Palabras clave: binomios, colocaciones, lingüística de corpus,
teoría de activación léxica.

165
Introducción
En un seminario de investigación en el que exponían recientemen-
te sus avances media docena de estudiantes de doctorado, mani-
festaba su sorpresa uno de ellos –el menos joven– sobre el protago-
nismo que dentro de la lingüística viene adoptando la fraseología
en los últimos años. Para Cowie (2006) esta disciplina abarca el
estudio de colocaciones, expresiones idiomáticas y fórmulas del
habla. Para nuestro estudiante, no obstante, esta disciplina era el
cajón de sastre en que tenían cabida todos los fenómenos que no
encajaban en ninguna otra parte. Los caprichos que los hablantes
imprimían en la lengua con el paso del tiempo hacían que esta
disciplina fuera lo más cercano a la casuística y lo más alejado a las
reglas que regían las áreas más “interesantes” y “avanzadas”.
La visión de ese estudiante coincide con la visión que era mayo-
ritaria entre los lingüistas del siglo pasado, para quienes la preemi-
nencia de la sintaxis oscurecía las demás áreas de la lingüística. Sin
embargo, como claramente ilustra Ellis (1998), el paradigma de la
gramática generativa dio paso a otro paradigma compuesto por múl-
tiples disciplinas (desde la lingüística cognitiva a la lingüística de cor-
pus pasando por la lingüística funcional, la psicolingüística, la socio-
lingüística, el conexionismo, el emergentismo y el constructivismo)
que comparten la idea de que el lenguaje no implica un conocimien-
to abstracto sino un fenómeno que se define en su uso, vinculado
al procedimiento, y del que se da cuenta mejor en investigaciones
guiadas por datos. Ellis toma prestado el término ‘guiado por datos’
(data-driven) del conexionismo/emergentismo, aunque para no-
sotros resulte más precisa la adaptación de ese término hecha por
Tognini-Bonelli (2001: 65) de ‘guiado por corpus’ (corpus-driven).1
1
La expresión ‘guiado por corpus’ (corpus-driven) se opone a la fórmula ‘ba-
sado en corpus’ (corpus-based). Este último término hace referencia a acer-
camiento al estudio del lenguaje donde los datos de los corpus sirven para
ilustrar, pero no para guiar y elaborar la teoría.

166
Antecedentes
Para nosotros está claro que el procesamiento del lenguaje median-
te computadora, a través de software de procesamiento léxico que
arroje concordancias y la posterior aplicación de técnicas estadís-
ticas, contribuyeron muy notablemente a ese cambio de paradig-
ma ya que permitía observar datos que de ninguna otra manera
podían ser observados por el ojo humano. Se suele convenir que
el cambio de paradigma tiene precursores como Firth, Halliday y
Fillmore, siendo el trabajo de Sinclair el parteaguas. Su definición
del principio de idiomaticidad supone un antes y un después: “el
principio de idiomaticidad es que un usuario del lenguaje tiene a
su disposición un gran número de sintagmas semi-preconstruidos
que vienen dados como una elección, aunque parezca que se pue-
den analizar en segmentos” (Sinclair 1991: 110).2
Emparentadas con este trabajo, cristalizan visiones del lengua-
je como la gramática de patrones (Hunston & Francis, 2000) la
teoría de activación léxica (Hoey, 2005), los trabajos de Biber so-
bre grupos léxicos (1999; Biber & Barbieri, 2007), el análisis colo-
construccional (Gries & Stefanowitsch, 2007) y los trabajos sobre
secuencias formulaicas en L1 y L2. De especial interés resulta para
nosotros el trabajo de Wray (2002, 2008), sin dejar de lado los vo-
lúmenes editados por Corrigan y colaboradores (Corrigan, Mora-
vcsik, Ouali, & Wheatley, 2009a, 2009b) y, en menor medida, por
Schmitt (2004).
La definición clásica de binomio corresponde a Malkiel (1959)
que en su estudio comparativo de binomios irreversibles en varias
lenguas los define como “la secuencia de dos palabras que pertene-
cen a la misma categoría, ubicadas en un mismo plano de jerarquía
sintáctica y normalmente conectadas por algún tipo de vínculo
2
“The principle of idiom is that a language user has available to him or her a
large number of semi-preconstructed phrases that constitute single choices,
even though they might appear to be analysable into segments”.

167
léxico”.3 Un binomio irreversible sería el que no permitiera rever-
tir el orden de sus dos componentes, como por ejemplo a tontas
y a locas, coser y cantar, cal y canto. A diferencia de otras expre-
siones fraseológicas, el significado del binomio a veces sí se puede
deducir de la suma de sus partes. Según García-Page (2008: 347),
un “binomio fraseológico comprehende, básicamente, las construc-
ciones simétricas compuestas por dos sintagmas coordinados y los
esquemas prepositivos, y, marginalmente ciertas construcciones
asindéticas o yuxtapuestas”. Para muchos autores (Almela Pérez,
2006; García-Page, 1998, 2008; Malkiel, 1959) un binomio digno de
estudio es básicamente irreversible, mientras que para otros (Moon,
1998) puede no serlo. Nosotros compartimos esta última perspec-
tiva pues consideramos la lengua un sistema dinámico (Ellis, 2008;
van Geert, 2008), en el que es posible observar los procesos de le-
xicalización desde un punto de vista sincrónico y transeccional. En
este trabajo esperamos mostrar que muy es productivo estudiar los
binomios desde una perspectiva que incluya las colocaciones y no
exclusivamente como expresiones idiomáticas.
En la tradición fraseológica, sin embargo, hay posturas encon-
tradas sobre este asunto. Autores como García-Page (2008: 12)
argumentan que la colocación no es una estructura fija y que por
tanto no debe ser objeto de estudio de la fraseología (concepción
estrecha de la fraseología). Sin embargo, él mismo reconoce la
dificultad de establecer definiciones claras. “¿Es mesa redonda o
dinero negro una locución (…), una colocación o un compues-
to?” (p.13). Por otra parte otros estudiosos coinciden con nuestra
visión: Corpas Pastor (1996: 52) propone una división de la fra-
seología en la que las colocaciones tienen perfecta cabida y que
3
“[…] the sequence of two words pertaining to the same form-class, placed
on an identical level of syntactic hierarchy, and ordinarily connected by some
kind of lexical link”.

168
coincide plenamente con la de los fraseólogos anglosajones (con-
cepción amplia de la fraseología).
Evert (2009: 1212) señala que el concepto de colocación es
una de las nociones más controvertidas de la lingüística. Las dife-
rencias entre lo que los neofirthianos y los fraseólogos entienden
por ese mismo término ha creado una gran confusión en todos
los campos. En nuestra opinión estos desacuerdos surgen tam-
bién porque hay todavía muchos lingüistas que siguen prefirien-
do guiarse por la intuición (y solo usar datos para respaldar sus
opiniones). Sin embargo, este modo de proceder a nosotros nos
parece poco riguroso. Ya Stubbs (1996: 172) nos ponía sobre aviso
de que “a menudo las intuiciones de los hablantes nativos sobre las
colocaciones son muy imprecisas y no pueden de ninguna manera
documentar con detalle dichas colocaciones”. A una conclusión
similar llega Alderson (2007) en el estudio en que compara datos
de corpus y apreciaciones de lingüistas sobre la frecuencia de cier-
tas palabras.4
Por lo que a nosotros respecta, pensamos que, desde la psico-
lingüística, la teoría de activación léxica (Lexical Priming Theory)
de Hoey (2005) supone un marco teórico adecuado para estudiar
el fenómeno que nos proponemos abordar. Esta teoría considera
que los hablantes hacemos de modo subconsciente complicadas
asociaciones semánticas, pragmáticas, de colocaciones, y de coli-
gaciones. Hoey afirma que también de manera subconsciente los
hablantes asociamos las colocaciones de todo tipo con un género-
4
However, the fact that the studies reported here collected frequency judge-
ments from very highly qualified and experienced linguists, whilst initially
appearing to be a source of bias, is in fact a matter of considerable interest.
If even such experts cannot agree in their frequency judgements, then what is
the basis for their judgements? In expert studies, it is normal to accept that the
judges do indeed have relevant expertise. Yet here it would appear, judged by
corpus data, that this is not the case.

169
estilo-situación social. Finalmente, Hoey sostiene que, también
de manera subconsciente, percibimos la posición que ocupa una
palabra en un texto, la cohesión que esta produce o deja de pro-
ducir y las relaciones textuales que contribuye a formar. La teoría
de activación léxica se apoya en principios psicolingüísticos como
que las palabras de mayor frecuencia se activan antes y más en la
mente de los hablantes, lo cual favorece un acceso rápido y fácil al
lexicón. Esta activación favorece (y a la vez limita y restringe) la
combinación entre las palabras. Como dice Giammarresi (2010:
262) si almacenamos secuencias formulaicas enteras para ahorrar
esfuerzo en el procesamiento, entonces es más lógico esperar que,
dada una elección entre dos formas de transmitir un mensaje, una
formulaica y otra no formulaica, sea la primera opción la que se
genere antes.
Reconocemos que el trabajo con corpus no garantiza una solu-
ción a todas las preguntas que los lingüistas nos planteamos, pero
sí supone un avance considerable al aportar datos que promue-
ven el trabajo empírico. Ni Hoey ni Stubbs ni ningún lingüista de
corpus mantiene verdades absolutas sobre las posibles experien-
cias de los hablantes. Nosotros también consideramos los datos y
ejemplos que propone esta disciplina como típicos, ciertos para la
mayoría de los hablantes, en muchos contextos, pero no afirma-
ciones sobre todos los usuarios en todas la situaciones.

Criterios para identificar binomios


Los criterios que usa Giammarresi (2010: 264) para identificar bi-
nomios son los mismos que definen una secuencia formulaica, a
saber:
a) Una secuencia forma una unidad semántica, pragmática y
sintáctica. reconocida por hablantes nativos.

170
b) El significado de la secuencia es mayor que la suma de signi-
ficados de cada palabra.
c) La secuencia formulaica es usada por la comunidad de ha-
blantes.
d) La secuencia formulaica es un fragmento (chunk) idiosin-
crático.
e) El uso de la secuencia formulaica se repite.
f) La secuencia formulaica depende de la situación.
g) La secuencia formulaica a veces va unida por guiones.
h) La secuencia formulaica va a menudo al final de una frase.
i) El significado de la forma y la función son constantes.
En español, además de la sección que aparece en el libro de tex-
to de García Page (2008) hay dos excelentes trabajos: el ya mencio-
nado de Almela Pérez (2006) sobre binomios irreversibles y otro
del propio García-Page (1998) sobre binomios antitéticos. Ambos
trabajos tienen un carácter descriptivo basado en (no guiado por)
corpus. Estos trabajos contienen listados de binomios que, aparen-
temente, se han ido recogiendo de manera intuitiva. Para nuestra
investigación y por motivos de espacio nos referiremos exclusiva-
mente a algunos datos que nos proporciona Almela Pérez (2006).
Los criterios que usa Almela Pérez (2006: 141-146) para definir
qué es un binomio son mucho más específicos que los de Giam-
marresi:
a) Los binomios constan de dos lexemas.
b) Son una secuencia infratextual.
c) Tienen una estructura paralelística.
d) Sus formas –léxicas y funcionales- son inmutables.
e) Forman una secuencia indescomponible.
f) Los miembros son inseparables.
g) Tienen un significado composicional o idiomático.

171
Preguntas de investigación
La principal idea que queremos transmitir es que el binomio sue-
le ser un tipo especial de colocación, muchas veces lexicalizada,
que no suele permitir reversibilidad (a partir de ahora usaremos
la nomenclatura N1 y N2 donde N1 es la primera parte del binomio,
y N2 la segunda). Nuestra intención es señalar que aparte de los
criterios mencionados arriba podría haber explicaciones de tipo
psicolingüístico (basadas en datos cuantitativos) que contribuyen
a aclarar los motivos del orden que adoptan los binomios.
a) ¿La frecuencia con que ocurre el binomio y los ín-
dices de relación (en concreto la Información mutua
–IM en adelante) pueden servir para identificar los
binomios? Es decir, si una colocación binomial tiene
20 casos en un corpus y una información mutua de 8
¿habremos identificado a un binomio irreversible?

b) ¿La frecuencia de uso de cada una de las palabras


que constituyen el binomio va asociada a su posición
en el binomio? Es decir, ¿cuál de los sustantivos va
en primera posición (N1) y cuál en segunda posición
(N2)? Dicho de otro modo, tomando el ejemplo de
aventuras y desventuras, el hecho de que aventuras sea
más frecuente que desventuras ¿nos está diciendo algo
sobre el orden en que ese binomio se lexicalizó?

c) ¿La frecuencia con que una parte del binomio for-


ma otras colocaciones con otros sustantivos (normal-
mente cohipónimos) está relacionada de algún modo
con qué término del binomio va en determinada po-
sición? Es decir, si sabemos que la palabra señor siem-
pre aparece como N2 cuando se combina con ciertos

172
sustantivos de un mismo campo semántico (amigo y
señor, amo y señor, dueño y señor, esposo y señor, ma-
rido y señor, padre y señor, primo y señor, tío y señor
que aparecen como N1), ¿No es acaso lógico que el
binomio rey y señor también haya lexicalizado en el
mismo orden que sus cohipónimos?

Extracción de una base de datos a partir de un corpus


Los datos para este estudio proceden del Corpus del Español
([Davies, 2002] en adelante, CDE). Este es un corpus diacrónico
del español de acceso gratuito en internet, etiquetado por catego-
ría gramatical, de gran tamaño (100 millones de palabras) y dise-
ño balanceado (abarca distintos registros orales y escritos que van
del siglo XIII al XX).
En este corpus se realizó la búsqueda [NN*] Y [NN*] de los
siglos XIX y XX, con un límite de 5000 casos. Del resultado ob-
tenido se eliminaron los casos con frecuencia menor a cuatro y
quedaron 2482 colocaciones binomiales. Por razones prácticas de
mantener el nuestra base de datos con un tamaño que nos resulta-
ra manejable, se eliminaron posteriormente los casos de binomios
con sustantivo repetido (por ejemplo, años y años). Nuestra base
de datos tampoco incluye los binomios en los que se intercalan
artículos, posesivos o preposiciones entre los dos sustantivos.
Para establecer el alcance y la calidad de la selección, elabo-
ramos una lista de 50 binomios a partir de la selección aleato-
ria de datos recogidos en la bibliografía en español y un listado
que se había recogido de manera intuitiva durante varios meses.
Se contrastó la presencia de estos binomios con los que arrojó la
búsqueda en el corpus. Según esta comparación, 37 (74%) de los
binomios de nuestra lista aparecían en el corpus, pero faltaban

173
13 (26%). La principal causa por la que no aparecían algunos bi-
nomios fue por errores en el etiquetado de la categoría grama-
tical debido a la homonimia: por ejemplo hambre y sed aparece
30 veces en el CDE pero sed está etiquetado no como sustantivo
sino como segunda persona plural del imperativo del verbo ser
(español peninsular meridional). Por este motivo no apareció en
el listado. Errores análogos ocurren con física y química (física
aparece etiquetada como el homónimo adjetivo), con este y oeste
(donde este se marcó como demostrativo), carne y pescado (donde
pescado es considerado un participio), ida y vuelta (se les consi-
dera adjetivos), y familiares y amigos (familiares viene etiquetado
como adjetivo). Otras ausencias ocurren porque algunos de los
términos de la comparación eran de ámbito dialectal más restrin-
gido (español mexicano) y con escasa representación en el corpus
(bienes y raíces, uña y mugre) o simplemente porque el tamaño o
la naturaleza del corpus hace que aparezcan menos de 4 veces (luz
y taquígrafos, lenguas y letras, seguridad y bienestar).

Resultados
Información Mutua, frecuencia del binomio y de sus componentes
En respuesta a la primera pregunta de investigación, se calculó un
índice de relación (IM) entre los dos términos del binomio para
cada caso, siguiendo la fórmula basada en Oakes (1998: 63-65).
Según Evert (2009: 1229), la IM se debe combinar siempre con
una frecuencia mínima (en nuestro caso 4) para equilibrar el ses-
go hacia palabras de alta frecuencia.
Tal y como se esperaba, esta estadística mostró que la inmen-
sa mayoría binomios tenían una IM significativa. Solo 140 bino-
mios de los 2482 tenían una información mutua inferior a 3, que
es, según Hunston (2002: 71), la cifra a partir de la cual se suele

174
considerar que una colocación es significativa. Ejemplos de colo-
caciones y binomios cuya IM mutua es menor a 3 pero con cierto
grado de fijación serían: tiempo y forma, fondo y forma, padre y
señor, tierra y libertad, forma y manera, cuerpo y sangre, vida y
muerte (5% de los casos). Esto confirma la imposibilidad de dis-
tinguir exclusivamente por métodos estadísticos una colocación
de una no colocación (tal y como mencionan Evert (2009: 1242) y
Cantos & Sánchez [2002]).
Con la información de nuestra base de datos comprobamos
una y otra vez que hay secuencias que son muy repetidas, cuya
asociación es estadísticamente significativa, que no tienen bino-
mio revertido pero que no llegan a ser formulaicas. Por ejemplo,
aunque acueductos y alcantarillados aparezca 19 veces en el cor-
pus y su IM sea de 19.59, no se puede afirmar que esa colocación
binomial sea un irreversible. Por motivos epistemológicos no es
posible afirmar que porque alcantarillados y acueductos no apa-
rezca en el corpus, quede demostrado que esta colocación no se
dé. Como señala Hunston (2002: 22), “un corpus no dará infor-
mación sobre si algo es posible o no, solo dirá si algo es frecuente
o no”.
Dicho de otro modo, la frecuencia y la IM pueden ayudar a
descubrir formulaicidad de un binomio pero puede que no sean
los únicos criterios que los identifiquen. Junto a estos dos crite-
rios, el de la dispersión es otro elemento útil, que contribuye a
eliminar elementos estilísticos propios de los textos incluidos en
el corpus. Por ejemplo, silvicultura y pesca es un binomio que se
repite 67 veces en el corpus pero solo aparece en un texto, que es
una enciclopedia. No hay dispersión en el uso de otros binomios
como tesorero y contador (36), jubilación y montepío (10), “maíz y
frijol etc”. De hecho de la lista de 2482 binomios, hay 1004 bino-
mios que se repiten en solo tres o menos textos. Por otro lado, el

175
binomio que se repite en más textos es “puertas y ventanas” (78),
seguido de “carne y hueso” (75), “oro y plata” 58 y “calles y plazas”
(56). Los criterios de frecuencia, información mutua y dispersión
pueden ser muy útiles para discriminar binomios de sintagmas
con la misma estructura. Sin embargo, el tamaño del corpus in-
fluye enormemente (aunque se aplicaran estadísticas como la t de
Student) en estos resultados, por lo que se postula como futura
investigación el contraste con otros corpus mayores.
En definitiva, lo que se plantea es que no toda colocación sig-
nificativa de dos sustantivos unidos por “y” va constituir necesa-
riamente un binomio.
Este concepto se nos presenta cada vez como más escurridizo
y, como veremos a continuación, ni siquiera los hablantes nati-
vos pueden determinar de manera unánime qué es un binomio.
¿Cuántas de las colocaciones extraídas del corpus son binomios
o tienen un grado de lexicalización que permita a los hablantes
reconocerlos como binomios?
Para contestar esta pregunta, tres hablantes nativos evaluaron
una muestra aleatoria que abarcaba la mitad de las colocaciones
binomiales extraídas del CDE. Los tres evaluadores eran lingüis-
tas con estudios de posgrado, hablantes nativos de español (dos
hablantes del dialecto mexicano y uno del peninsular). La eva-
luación consistía en dar dos puntos a la colocación que conside-
raban lexicalizada, cero puntos al par no lexicalizado, y un punto
si creían que era una colocación fuerte o con un grado mediano
de lexicalización. Así las colocaciones con un puntaje de 6 fueron
las que los tres evaluadores consideraron binomios completamen-
te lexicalizados (irreversibles), los que obtuvieron 5 puntos ha-
bían sido considerados como lexicalizados por dos evaluadores y
casi lexicalizado por uno, y así sucesivamente. La Tabla 1 muestra
agrupados los puntajes dados por los evaluadores. Hay un total de

176
117 binomios (9.3%) que los evaluadores consideran lexicalizados
o casi lexicalizados (obtienen un puntaje de 4 a 6), 372 binomios
(29.5%) con un grado reconocible de lexicalización (puntaje de 1
a 3) y 774 (61.2%) que no son reconocidos como binomios. La lis-
ta de los 117 binomios que, según los evaluadores, tienen un alto
grado de lexicalización puede consultarse en el Anexo 1.
De ser esta evaluación del muestreo adecuada, se podría estimar
que nuestra base de datos debe contener unos 250 binomios, lo cual
supone el triple de los binomios irreversibles de estructura N y N
(sin preposiciones ni artículos) hallados por Almela Pérez (2006).

Tabla 1 Grado de lexicalización de los binomios según tres evaluadores.

Puntaje 0 1 2 3 4 5 6 totales
Nº binomios 774 92 220 60 53 27 37 1263

Los evaluadores juzgaron todos los términos en una escala de 0 a 2, donde 0


significaba no está lexicalizado y 2 significaba totalmente lexicalizado.

La variabilidad de los juicios, como señalan Ellis & Frey (2009:


481), no deja de resultar esperable porque esos juicios sobre bi-
nomios se realizan sin contexto; lo cual va en contra de la idea
central que subyace al principio de idiomaticidad y a los enfoques
fraseológicos y construccionales.
Sobre la segunda pregunta de investigación, es decir, la relación
con el orden distributivo de los dos términos de los binomios en-
contramos dos tipos de explicaciones. Por un lado, García-Page
(2008: 347) señala como posibles explicaciones del orden de los
binomios son tanto de tipo semántico (“los principios del “egocen-
trismo” (…), de jerarquía social (…), de ordenación cronológica
u espacial (…), de disposición de contrarios”) como “fonéticos,
morfológicos y léxicos”. Estamos de acuerdo con él cuando co-

177
menta que este es un tipo de trabajo pendiente en el español, pero
creemos que la semántica cognitiva (la tesis de la cognición cor-
poreizada que desarrollaron casi simultáneamente Talmy [1988] y
Johnson [1990] parece ser el referente de “los principios del ego-
centrismo”) tendría algo que añadir en este sentido, en especial
la integración (blending) conceptual que sugieren Fauconnier &
Turner (2003).
También nosotros, desde el ámbito de la lingüística de corpus y
la psicolingüística, queremos sugerir aquí una hipótesis. Por otro
lado García-Page (2008: 348) hace referencia a que “el orden dis-
tributivo también se ha querido ver a veces en el esquema que
dispone el constituyente silábicamente más corto en el primer lu-
gar del binomio y el más largo en el segundo (…) una prueba del
valor icónico de los binomios”. De ser cierta esta apreciación -no
se aportan datos empíricos en español- nosotros optaríamos por
ofrecer para este fenómeno una explicación de carácter estadísti-
co y psicolingüístico: simplemente que la primera parte del bino-
mio es más frecuente que la segunda, como mencionamos antes al
hablar de la teoría de activación léxica de Hoey. Este orden basado
en la frecuencia permitiría al hablante un acceso más rápido al
lexicón y facilitaría, por tanto, la fluidez en la comunicación. Lo
corto de las palabras más frecuentes (y en primer término) ven-
dría explicado por el corolario a la ley de Zipf (1949) que se refiere
a que existe una relación directa entre la longitud de una palabra
y su frecuencia (Davies, 2006: 164).
Así, en el binomio tiempo y forma, N1 (tiempo) tiende a ser más
frecuente que N2 (forma) y en el binomio oferta y demanda, N1
(oferta) tiende a ser más frecuente que N2 (demanda). Esta ten-
dencia viene confirmada por los datos de la Tabla 2.

178
Tabla 2 Comparación de la frecuencia de uso de N1 y N2 de los binomios.

Casos en que N1
Casos en que N2 es más  Casos en que N1 es tan
es más frecuente  Total
frecuente que N1 frecuente como N2
que N2
784 462 17 1263

El resto de este capítulo se enfoca en dos asuntos: en primer


lugar, la reversibilidad de binomios, y en segundo lugar, la espe-
cialización de algunos nodos en la posición N1 o N2.

Reversibilidad de binomios
Como ya se ha mencionado, la característica esencial del binomio
es la irreversibilidad de sus componentes (Almela Pérez, 2006:
155; Malkiel, 1959: 113; García-Page, 2008: 329). García-Page es
el único que reconoce que hay excepciones a la irreversibilidad. La
propuesta que desarrollamos en las siguientes páginas subraya que
la reversibilidad de los binomios es probablemente un fenómeno
que ocurre con mayor asiduidad de lo que suele considerarse.
En primer lugar, quisiéramos cuestionar la irreversibilidad de
los binomios mencionando que en nuestra base de datos se repi-
ten al menos cuatro veces 346 pares de binomios revertidos, de
un total de 2483 binomios. Esto supone un 28% de los binomios
recogidos. Algunos de ejemplos de binomios irreversibles que re-
sultaron no serlo, su versión revertida y las frecuencias de ambos
aparecen en la Tabla 3.
En la lista de Almela Pérez hay aproximadamente unos 90 bi-
nomios que coinciden con la estructura de los binomios que ana-
lizamos nosotros en nuestra base de datos. De estos 90 analizamos
una muestra de 30 binomios que encajan con la estructura que se
examina en este trabajo. Así, en la lista de binomios irreversibles
que da Almela aparecen binomios que en realidad son reversibles,

179
como día y noche (Almela Pérez, 2006: 148) y noche y día (Almela
Pérez, 2006: 149). Este caso merece un examen detenido porque
aunque pueda parecer un binomio reversible, tal vez la elección
de uno u otro dependa en algún caso del contexto más amplio y
la prosodia semántica de las colocaciones. Por ejemplo, el CDE
arroja 10 casos en que noche y día (que aparece un total de 108
veces) aparece precedido con una forma del verbo llorar entre las
seis posiciones anteriores. Esta colocación no se da en ninguno de
los 171 casos de día y noche. Esta especialización del binomio no-
che y día solo salta a la vista tras el examen de las concordancias.
Encontramos primero que el caso que acabamos de mencionar
de noche y día y de día y noche no es un caso aislado (la situación
se repite con agua y pan y pan y agua) y que hay además otros
cinco binomios que aparecen en el CDE como revertidos (cuerpo
y alma, besos y abrazos, calidad y cantidad, cielo y tierra, uñas y
dientes).
Tal vez sea más obvio el caso de pies y manos, que casi siempre
va coligado con un verbo como atar (o encadenar, amarrar, suje-
tar), mientras que manos y pies aparece principalmente en des-
cripciones.
Según nuestras estimaciones, un 30% de los binomios que Al-
mela Pérez lista como irreversibles, no lo son en realidad.

Tabla 3 Ejemplos de pares de binomios revertidos en el CDE con sus frecuencias.

Binomio FREC. Binomio revertido FREC.

hombres y mujeres 426 mujeres y hombres 53

oro y plata 213 plata y oro 54

día y noche 171 noche y día 107

cuerpo y alma 136 alma y cuerpo 22

180
Binomio FREC. Binomio revertido FREC.

puertas y ventanas 136 ventanas y puertas 15

blanco y negro 136 negro y blanco 4

mujeres y niños 120 niños y mujeres 17

flora y fauna 116 fauna y flora 20

calles y plazas 100 plazas y calles 24

pies y manos 85 manos y pies 22

usos y costumbres 82 costumbres y usos 9

radio y televisión 80 televisión y radio 6

sangre y fuego 73 fuego y sangre 14

petróleo y gas 65 gas y petróleo 7

flor y nata 46 nata y flor 5

Lo que apreciamos en la Tabla 3 es que en la mayoría de los


casos, hay una gran diferencia entre las frecuencias de los dos bi-
nomios. Hay varias posibles explicaciones para esta situación. Por
una lado podemos estar ante casos en que los procesos de lexicali-
zación de la colocación no han terminado todavía pues el binomio
supuestamente irreversible todavía no ha desplazado completa-
mente al binomio revertido. Otra explicación, tal vez complemen-
taria, es que un binomio, como vimos en el caso de noche y día,
puede usarse solamente en determinados contextos.
Para nosotros resulta pues importante señalar que más que ha-
blar de binomios irreversibles tal vez sea más fértil hablar de un
cierto tipo de colocaciones N1 y N2 con un alto grado de lexicaliza-
ción. Nos interesa pues preguntar qué factores pueden contribuir
a esta fijación, o determinar que un sustantivo aparezca en primer
o segundo lugar del binomio.

181
Especialización como N1 o N2
Por ello con la muestra de 30 binomios del listado de Almela Pérez
realizamos un análisis más pormenorizado.

Tabla 4. Análisis de 30 binomios


según el número de combinaciones con otros sustantivos.

Nº de Nº de Nº de
Binomio N1 y N N y N1 N2 y N
tipos tipos tipos
derribo
acoso y derribo acoso y N 5 N y acoso 2 yN 0
agua y ajo agua y N 107 N y agua 95 ajo y N 6
cebollas
ajos y cebollas ajos y N 7 N y ajos 2 yN 0
omega
alfa y omega alfa y N 3 N y alfa 0 yN 0
N y ar- b ag aj e s
armas y bagajes armas y N 100 mas 70 yN 4
abrazos
besos y abrazos besos y N 19 N y besos 13 yN 12
bombo y N y bom- pl at i l lo
bombo y platillo N 3 bo 1 yN 0
bromas y N y bro- veras y
bromas y veras N 16 mas 12 N 3
canto y
cal y canto cal y N 12 N y cal 12 N 0
calidad y N y cali- cantidad
calidad y cantidad N 80 dad 75 yN 22
espada
capa y espada capa y N 11 N y capa 12 yN 19
cara y cruz cara y N 33 N y cara 45 cruz y N 18
hueso y
carne y hueso carne y N 46 N y carne 41 N 14
carretera N y ca- manta y
carretera y manta yN 5 rretera 3 N 2

182
Nº de Nº de Nº de
Binomio N1 y N N y N1 N2 y N
tipos tipos tipos
causas y N y cau- efectos
causas y efectos N 24 sas 16 yN 21
tierra y
cielo y tierra cielo y N 25 N y cielo 11 N 90
ciencia y N y cien- concien-
ciencia y conciencia N 61 cia 32 cia y N 38
cruz y raya cruz y N 18 N y cruz 16 raya y N 1
cuenta y N y cuen- riesgo y
cuenta y riesgo N 23 ta 37 N 16
cuerpo y N y cuer- alma y
cuerpo y alma N 59 po 33 N 43
noche y
día y noche día y N 34 N y día 11 N 24
salero y
garbo y salero garbo y N 15 N y garbo 7 N 2
porrazo
golpe y porrazo golpe y N 10 N y golpe 4 yN 0
vuelta y
ida y vuelta ida y N 0 N y ida 0 N 7
moco y baba moco y N 3 N y moco 0 baba y N 1
pan y agua pan y N 54 N y pan 30 agua y N 107
pecho y N y pe- espalda
pecho y espada N 36 cho 15 yN 13
sangre y N y san- fuego y
sangre y fuego N 103 gre 84 N 34
d i e nt e s
uñas y dientes uñas y N 8 N y uñas 8 yN 25
viento y N y vien- marea y
viento y marea N 19 to 15 N 2

La Tabla 4 muestra en cuántos tipos de colocaciones aparecen


como nodos N1 y N2. Por ejemplo en cuanto al primer binomio
de la tabla, acoso y derribo, encontramos 5 combinaciones del N1,

183
acoso, con otro sustantivo (acoso y abuso, acoso y vigilancia, acoso
y protección, acoso y persecución y acoso y derribo); dos casos en
que acoso aparece como segunda parte del binomio (violación y
acoso y persecución y acoso). No se registran casos en que el N2,
derribo, sea primera parte de otro binomio. Es decir que, según
nuestros datos, parece que acoso se especializa como N1 pues apa-
rece predominantemente en esa posición. Si hacemos una compa-
ración entre las columnas tres y cinco, tenemos que, de los treinta
ejemplos tomados, hay solo 3 en que N y N1 tiene más tipos de bi-
nomios que N1 y N (se trata de los casos capa y espada, cara y cruz
y cuenta y riesgo). En estos casos, espada, cruz y riesgo son nodos
que se combinan más veces como N2. Hay también tres casos en
los que la colocación N1 y N, tiene los mismos tipos que N y N1
(cal y canto, ida y vuelta y uñas y dientes). Excluidos estos 6 casos,
el 80% de los casos el nodo más productivo es N1.
Si comparamos del mismo modo los datos el número de tipo
de colocaciones N1 y N con N2 y N (columnas 3 y 7), tenemos re-
sultados muy similares: 83% de predominio de N1 y solo 17% de
predominio de N2 (capa y espada, cielo y tierra, ida y vuelta, pan y
agua, y uñas y dientes).
¿Se puede deducir pues que las palabras que están en la prime-
ra parte de un binomio tienen una potencia combinatoria mayor
y esta ayuda a mantener en esa posición? La respuesta es sí, pero
con una importante salvaguarda: también parece que hay bino-
mios que se especializan como N2 tal como ilustran los siguientes
ejemplos:
a) La palabra confianza suele ser N2 y suele ir precedi-
da por los N1 amistad, aprecio, cariño, fe y secreto; solo
figura en nuestra base de datos una vez como N1 en el
caso del binomio confianza y seguridad.

184
b) La palabra director se especializa como N2 y va pre-
cedida de actor, autor, compositor, fundador, maestro,
pianista y presidente.
c) La palabra libertad se especializa como N2 y va pre-
cedida de autoridad, democracia, franqueza, igualdad,
independencia, justicia, luz, paz y tierra. Solo hay dos
casos de en que libertad funciona como N1 (precede a
seguridad y a vida).
Hay casos en que no existe una preferencia del nodo por N1 ni
por N2. La palabra valor, por ejemplo, se combina tanto como N1
(siete casos: destreza, esfuerzo, fuerza(s), lealtad, mérito, número
y prudencia) como N2 (siete casos: bizarría, constancia, energía,
entereza, gallardía, patriotismo y serenidad).
Llegados a este punto cabría la posibilidad de preguntarse qué
pasa cuando dos nodos que suelen funcionar como N1 se combi-
nan en un binomio nuevo. Tomemos el caso de las palabras amor
(que se repite 16288 veces en el CDE) y admiración (que aparece
1210 en el corpus). En nuestra base de datos aparecen 20 coloca-
ciones en las que amor figura como N1: amor y amistad, amor y
cariño, amor y compañía, amor y fidelidad, amor y respeto, amor
y reverencia, amor y veneración, etc., pero solo 3 combinaciones
en que amor es N2: aprecio y amor, esperanza y amor y lealtad y
amor. Ninguno de los 23 binomios en que aparece la palabra amor
aparece como reversible en nuestra base de datos. En cuanto a
la palabra admiración también suele ser N1 pero solo se combina
con 6 palabras de manera irreversible: aplauso, asombro, cariño,
entusiasmo, gratitud y respeto.
Así las cosas, tiene sentido preguntarse: ¿cuál será la preferen-
cia de los hablantes de español: amor y admiración o admiración y
amor? ¿Irá primero amor porque es una palabra más frecuente? ¿Irá

185
primero admiración porque se supone que semánticamente es un
paso previo al amor? ¿Aparecerá amor en primer lugar porque tiene
muchísimas más posibles combinaciones/colocaciones? ¿Se alterna-
rán según el contexto? La respuesta es que nuestra base de datos solo
registra cuatro veces la colocación amor y admiración, por ninguna
de admiración y amor. A nosotros nos gusta pensar que esa situación
de competencia entre amor y admiración por ser N1 se haya resuelto
a favor de amor porque al ser una palabra con alta frecuencia de uso
también tenga muchas combinaciones, pero sería necesario tener
más evidencias para sacar este tipo de conclusiones.
De hecho, no todos los casos de competencia se resuelven de
manera tan clara. ¿Ocurriría lo mismo si amor entrara en com-
petencia con una palabra como paz, que tiene una frecuencia es
nodo N1 de 10 tipos de colocaciones (compañía, concordia, felici-
dad, gracia, justicia, libertad, progreso, prosperidad, quietud, recon-
ciliación, amistad, armonía, caridad, etc.) Tanto amor como paz
aparecen como N2 en 3 casos (aprecio, esperanza y lealtad) y 2
casos respectivamente (guerra y paz; amor y paz). Los datos de
nuestra base de datos arrojan en este caso una respuesta más salo-
mónica: hay 7 ocurrencias de paz y amor y 5 de amor y paz.

186
Conclusiones
En el trabajo expuesto mostramos que una extracción de bino-
mios mediante técnicas propias de la lingüística de corpus puede
arrojar resultados prometedores, aunque no definitivos, en cuanto
al número y la calidad de binomios identificados.
También hemos demostrado que vale la pena explorar los bino-
mios partiendo de principios básicos de la psicolingüística, tomando
en cuenta la frecuencia de las palabras que aparecen como N1 y como
N2. Aunque haya motivos de toda índole, parece ser que la frecuencia
de uso del N1 tiende a ser más alta que la del N2. También vemos que
hay nodos que se especializan en N1 o en N2. Y que normalmente los
nodos que aparecen como N1 forman más binomios que los N2.
Por otro lado conviene mantener la perspectiva y recordar que los
trabajos sobre binomios, y el nuestro no es una excepción, simplifi-
can el valor del binomio pues en realidad esta estructura nunca deja
de ser parte de una secuencia mayor con una función específica.
Para futuras investigaciones que sigan los lineamientos que aquí
hemos mencionamos convendría recurrir a corpus más grandes,
otras medidas de dispersión más complejas y, muy probablemente,
el uso de otra medida de asociación (probabilidad logarítmica).
En definitiva, creemos que estos datos exploratorios respaldan la
tesis de Hoey de que los hablantes registramos el uso de palabras, su
contexto, su posición y más aspectos de los que no parecemos estar
conscientes. Queda pues diluido el concepto de binomio tal como lo
conciben Malkiel (1959) y Almela Pérez (2006), pasando a formar
parte de un sistema dinámico de interacciones complejas e impre-
decibles en que se influyen mutuamente el uso, el procesamiento, el
aprendizaje y la estructura de la lengua (Ellis & Frey 2009).
Este trabajo señala que los métodos semiautomáticos gene-
rados en una investigación guiada por datos sobre los binomios
arrojan resultados ricos y complejos que obligan a replantearnos
formas básicas generadas por la introspección.

187
Referencias
Alderson, J. C. (2007). Judging the Frequency of English Words.
Applied Linguistics, 28(3), 383-409. doi:10.1093/applin/
amm024
Almela Pérez, R. (2006). Binomios (irreversibles) en español. LEA:
Lingüística Española Actual, 28(2), 135-160.
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191
Anexo 1

Binomio Valoración
1 ácidos y bases 6
2 agricultura y ganadería 6
3 ahorro y préstamo 6
4 amor y cariño 6
5 besos y abrazos 6
6 borrón y cuenta 6
7 compra y venta 6
8 compradores y vendedores 6
9 conciencia y razón 6
10 costumbres y tradiciones 6
11 daños y perjuicios 6
12 diagnóstico y tratamiento 6
13 diestro y siniestro 6
14 diputados y senadores 6
15 fe y creencia 6
16 fueros y libertades 6
17 golpe y porrazo 6
18 honor y gloria 6
19 imagen y semejanza 6
20 importación y exportación 6
21 importaciones y exportaciones 6
22 ingresos y egresos 6
23 latitud y longitud 6
24 maíz y frijol 6
25 nombres y apellidos 6
26 oferta y demanda 6
27 pérdidas y ganancias 6
28 premios y castigos 6
29 producción y dirección 6
30 pros y contras 6
31 puño y letra 6
32 radio y televisión 6
33 santo y seña 6
34 secuestro y asesinato 6

192
35 semejanzas y diferencias 6
36 similitudes y diferencias 6
37 viejo y feo 6
38 amor y deseo 5
39 árabes y judíos 5
40 capa y espada 5
41 carreteras y autopistas 5
42 conciliación y arbitraje 5
43 derecho y obligación 5
44 grabación y reproducción 5
45 hija y heredera 5
46 hoteles y restaurantes 5
47 huevos y leche 5
48 incienso y mirra 5
49 infantería y caballería 5
50 lata y cartón 5
51 mitos y leyendas 5
52 padrino y madrina 5
53 pregunta y respuesta 5
54 preguntas y respuestas 5
55 quejas y reclamaciones 5
56 rayos y centellas 5
57 religión y política 5
58 ricos y famosos 5
59 ritos y costumbres 5
60 seguros y fianzas 5
61 tratos y contratos 5
62 trigo y cebada 5
63 vinos y licores 5
64 vómitos y diarrea 5
65 alcaldes y regidores 4
66 aliento y vida 4
67 amiga y confidente 4
68 amigo y camarada 4
69 análisis y prospectiva 4
70 análisis y síntesis 4
71 ascenso y descenso 4
72 aves y reptiles 4

193
73 barba y bigote 4
74 bombos y platillos 4
75 cal y canto 4
76 canales y puertos 4
77 cantidad y distribución 4
78 carne y huevos 4
79 clérigos y frailes 4
80 comercialización y distribución 4
81 comprador y vendedor 4
82 construcción y conservación 4
83 cooperación y desarrollo 4
84 derechos y garantías 4
85 destreza y agilidad 4
86 dueña y señora 4
87 espalda y pecho 4
88 flor y nata 4
89 flujos y reflujos 4
90 fuego y agua 4
91 gas y polvo 4
92 gratitud y respeto 4
93 inducción y deducción 4
94 instalación y mantenimiento 4
95 interrogativos y exclamativos 4
96 jamón y queso 4
97 latitudes y longitudes 4
98 leyes y principios 4
99 mexicanos y mexicanas 4
100 nacionales y extranjeras 4
101 natalidad y mortalidad 4
102 oficios y profesiones 4
103 olores y sabores 4
104 oro y plata 4
105 palabras y gestos 4
106 papel y tinta 4
107 potencia y acto 4
108 problemas y conflictos 4
109 protección y conservación 4
110 proteínas y grasas 4

194
111 puertas y ventanas 4
112 salud y bienestar 4
113 seguridad y confort 4
114 transporte y comunicaciones 4
115 transportes y comunicaciones 4
116 troche y moche 4
117 ventajas y desventajas 4
118 acuerdos y compromisos 3
119 agua y vino 3
120 ahorro y vivienda 3
121 ángeles y querubines 3
122 ángeles y santos 3
123 aplausos y gritos 3
124 aventuras y desventuras 3
125 ayunos y penitencias 3
126 bares y cantinas 3
127 bienes y servicios 3
128 caballo y jinete 3
129 cal y arena 3
130 carácter y personalidad 3
131 caza y pesca 3
132 compadre y amigo 3
133 conejos y liebres 3
134 conservación y restauración 3
135 control y prevención 3
136 diarios y revistas 3
137 dibujo y pintura 3
138 dilatación y contracción 3
139 dolor y sufrimiento 3
140 engaños y traiciones 3
141 esmero y cariño 3
142 frutas y verduras 3
143 gobernantes y legisladores 3
144 gobierno y oposición 3
145 gritos y llantos 3
146 habilidad y talento 3
147 historias y leyendas 3
148 honores y distinciones 3

195
149 ideas y creencias 3
150 justicia y libertad 3
151 lealtad y fidelidad 3
152 lectura y escritura 3
153 macho y hembra 3
154 machos y hembras 3
155 manos y dedos 3
156 medios y recursos 3
157 mérito y demérito 3
158 monasterios y conventos 3
159 neutrones y protones 3
160 nueces y avellanas 3
161 obispos y sacerdotes 3
162 orden y desorden 3
163 origen y evolución 3
164 parientes y allegados 3
165 presente y futuro 3
166 prevención y tratamiento 3
167 relámpagos y truenos 3
168 rentas y servicios 3
169 ritos y ceremonias 3
170 signos y símbolos 3
171 sueños y fantasías 3
172 tardes y noches 3
173 título y nombre 3
174 tráfico y consumo 3
175 transmisión y recepción 3
176 vicios y defectos 3
177 violación y acoso 3

196
Preferencias de uso de adverbios
de manera cortos y largos en distintos
registros del español de México
Luisa Josefina Alarcón Neve (UAQ)
Lorena Medina Gómez (UAQ)
Ignacio Rodríguez Sánchez (UAQ)

Resumen
En las lenguas romances actuales se ha observado que existe
una preferencia de uso por los adverbios de manera cortos en
registros orales, informales y coloquiales (rápido, fácil, fuerte),
en contraste con los adverbios largos, los cuales son preferidos
en registros escritos y formales. El propósito de este estudio es
observar las tendencias de uso de los adverbios de manera en
distintos registros del español de México. El estudio se basa en
el análisis de 15 pares de adverbios cortos-largos y su frecuencia
dentro de dos corpus de distinto registro socio-comunicativo del
español de México.
Los resultados corroboran la preferencia de adverbios cortos
modificadores de predicado en el registro oral informal, por un
lado, y por el otro, se observa una marcada preferencia por adver-
bios largos en el registro escrito formal.

197
Introducción
En las lenguas romances actuales se ha observado, respecto de los
adverbios de manera funcionando como modificadores de predi-
cado, una preferencia de uso por los adverbios cortos1, derivados
de las formas neutras no marcadas de los adjetivos, en registros
orales, informales y coloquiales (rápido, fácil, fuerte) (véase 1);
mientras que en registros escritos y formales, se ha visto una pre-
ferencia por el uso de los adverbios largos2, los que llevan consigo
el sufijo –mente (véase 2) (Hummel, 2010).
(1) Rosa camina lento.
(2) Rosa camina lentamente.

El presente estudio se ha realizado con el fin de contribuir en


estudios antecedentes sobre los adverbios de manera en el espa-
ñol de México con función modificador de predicado (Vigueras,
1983; Arjona, 1991), y de corroborar si se presentan las mismas
tendencias de uso vistas en las demás lenguas romances y en otros
dialectos del español (De Mello, 1992; Hummel, 2007).
El propósito principal es mostrar las frecuencias de aparición de
15 pares de adverbios, adverbios cortos y adverbios largos, dentro
de dos corpus de distinto registro socio-comunicativo del español
de México; por un lado, el Corpus Sociolingüístico de la Cd. de
México (CSCM) considerado informal por su contexto oral (véase
3) y por el otro, el Corpus de la Real Academia Española (CREA)
tomado aquí como formal por sus fuentes escritas (véase 4).

1
A lo largo de este trabajo se utilizará el termino adverbio corto.
2
De igual forma, se identificará al adverbio con terminación –mente, adverbio
largo.

198
(3) a. [mh]// sí/ te [puedes mover fácil] (CSCM)
b. […] piensen rápido para que le pongamos
[su nombre”] (CSCM)
(4) a. […] Vea si el pedal gira fácilmente sin tener
ningún juego. (CREA)
b. […] sus copitas de tequila los sábados”, lo expresó
rápidamente, sus ojos llenos de malicia. (CREA)

Los adverbios de manera en español


Dentro del grupo de los adverbios se encuentran los de lugar,
tiempo, cantidad, exclusión, orden, negación, afirmación, duda,
adición y manera (RAE, 2010). Los adverbios de manera son los
únicos que se trabajarán en este estudio, pues éstos juegan un pa-
pel fundamental dado que las gramáticas suelen considerar como
más importante la función de modificador de predicado (Mp). En
esta función se observa la competencia de dos formas, la corta y
la larga (Vigueras, 1983; Arjona, 1991; de Mello, 1992; Hummel,
2007, 2010). En el presente trabajo, se ha llevado a cabo una re-
visión detallada de la preferencia de uso de una y otra forma de
un mismo adverbio. Esta revisión en par no se ha hecho en otras
investigaciones previas, y es en este sentido en el que este estudio
resulta aportador.
En el proceso de análisis de los datos de esta investigación,
se observaron seis funciones más que tomaron los adverbios de
manera dentro de un mismo orden estructural sintáctico: adjun-
to libre adverbial (Alv), frase adverbial (Fv), locución adverbial
(Lv), modificador de cláusula (Mc), modificador de adjetivo (Mj),
modificador de predicado (Mp) y modificador de adverbio (Mv)
(Véase Tabla 1).

199
Tabla 1. Distintas funciones que puede desempeñar el adverbio de manera.

Nom. Función Ejemplo Fuente

[…] me pareció preferible resumir,


Adjunto libre ad-
Alv rápidamente, en unas cuantas páginas CREA
verbial […]

Fv Frase adverbial […] me fui con él / así de rápido. CSCM

[…] la gente nos vemos sufrir a diario//


una vida donde/ no tenemos/ pues
Lv Locución adverbial realmente las cosas que necesitamos/
CSCM

[…]

[…] mi mamá es muy acelerada / muy


Modificador de
Mc rápido / o sea/ ella te puede ir / ir a / CSCM
cláusula echarle la mano.

Modificador de ad- […] tratándose de obras directamente


Mj CREA
jetivo relacionadas.

[…] en ese sentido yo creo que/ yo sí


Modificador de
Mp crecí más rápido // y ella ahorita esta CSCM
predicado / […]

Modificador de ad- […] la figura del económicamente más


Mv CREA
verbio fuerte y desprecie al individuo.

Complemento pre- […] trataba de estar más / más [tran-


Cp CSCM
dicativo quilo].

No obstante, la función que interesa aquí es la de Mp, y en ésta


es en la que se enfoca la presente exposición.

200
El adverbio de manera corto y largo en español: Estado de la cuestión
Origen del adverbio corto
El origen del adverbio corto se encuentra en el latín vulgar, su uso
se limitaba al registro oral, informal. Según Karlsson (1981), el ad-
jetivo en su forma neutra (nominativo-acusativo-neutro) tomaba
categoría léxica de adverbio por medio del proceso de conversión
directa, esto es, funcionaba como adjetivo o como adverbio según
el contexto sintáctico, semántico. Dado que el español no cuen-
ta con la forma neutra, ha sido el adjetivo con la terminación de
masculino el que ha ocupado esta función adverbial no marcada.
Muchos autores hablan de conversión directa, término que pre-
supone un cambio de la clase de palabra, como también lo es el
caso del término adjetivos adverbializados. Sin embargo, Hummel
(2001) si bien utiliza el término en su argumentación, prefiere,
en sus posturas teóricas, el análisis que parte de una sola clase
de palabras, denominada atributo, y que es capaz de realizar las
funciones de adjetivo y de adverbio. De ahí que Hummel conside-
re la distinción adjetivo-adverbio como algo que se efectúa en la
sintaxis, no a nivel de las clases de palabra. Asimismo Hengeveld
(1992) descubre, aduciendo evidencias tipológicas, que algunas
lenguas no distinguen el adjetivo del adverbio. En tales casos, el
adjetivo (atributo) ocupa las dos funciones adjetival y adverbial.

Origen del adverbio largo


Por otra parte, el adverbio largo en español, como en el resto de las
lenguas romances, también es de origen latino. En esta lengua, el
caso ablativo de sustantivo mens ‘mente, espíritu, actitud’ entraba
con función instrumental en paráfrasis del tipo devota mente facere
‘hacer algo con devoción’; con el paso del tiempo se gramaticalizó3
3
Por gramaticalización se entiende el proceso de cambio en donde una forma
léxica cambia de categoría gramatical o deja de hacer una función para ejercer
otra. En este caso la palabra sustantiva mente llega a trabajar como afijo ligado
de un adverbio. Lehmann comenta “[…] gramaticalización que inicia en pala-

201
y de ser un lexema libre en el romance se convirtió en un morfe-
ma derivativo ligado muy productivo (Hernández, 1992; Azpiazu,
2000; Kaul de Marlangeon, 2002; Company Company, 2012).
Al inicio, el sufijo adverbial –mente conservó una conexión se-
mántica con el sustantivo mente porque el término llevaba en su
significado una denotación mental; sin embargo, se desemantizó,
esto es, sufrió un proceso de desgaste, lo que según Melis (2006)
implica la dilución de rasgos específicos del significado. Así, se per-
dió la relación semántica inicial y hoy día -mente ya no lleva sobre
sí una carga de estado mental o anímico, sino que se transformó
para significar manera o modo, como en rápidamente (Karlsson,
1981; Hummel, 2002). La formación de adverbios largos se logra
al agregar el sufijo –mente a la forma morfológica femenina o, en
algunos casos, neutra del adjetivo. Este sufijo, morfema derivativo
productivo, sólo forma adverbios.

Uso de adverbios, corto y largo, en iberoamérica y en otras len-


guas romances
El hecho que llevó a profundizar sobre este problema es que has-
ta el momento no se encontraron análisis contundentes que esta-
blezcan que los adverbios de manera en el español de México se
comportan de la misma forma que en otros dialectos del español,
así como en otras lenguas romances. Después de revisar los an-
tecedentes, se ha visto la necesidad de un análisis que se enfoque
específicamente en el español de México, que los datos sean toma-
dos de corpus representativos de registros o contextos distintos,
formales e informales, y que se observe la presencia de las dos
formas, la corta y la larga, de un mismo adverbio.

bras autónomas, sigue con relaciones y termina en afijos […]” (Lehmann, 1986,
citado en Magaña, 2005: 62).

202
Vigueras (1983) trabaja con adverbios largos en el habla culta
mexicana, es decir, los terminados en –mente, y determina a qué
clasificación sintáctico-semántica pertenecen todos los casos de
su material; sin embargo, no analiza adverbios cortos y no estudia
adverbios de manera con función Mp exclusivamente. El material
analizado consta de 950 ejemplos que corresponden a 17 horas y
media de grabación del habla de 42 personas de tres generacio-
nes. Establece adverbios de lugar, tiempo, manera y cantidad que
modifican al verbo, así como 10 funciones distintas que pueden
ejercen éstos sintácticamente.
  Arjona (1991) describe el comportamiento sintáctico y es-
tablece una clasificación semántica de los adverbios largos en el
habla popular de la Ciudad de México, asimismo compara sus re-
sultados con los de Vigueras (1983). Sus resultados se basan en
299 casos que suceden en 17 horas de grabación en el habla de
47 informantes de ambos sexos en tres generaciones. Al igual que
Vigueras (1983), no se enfoca en la función Mp.
Hummel (2002) ha realizado investigaciones en distintos dia-
lectos de Europa y Latinoamérica sobre la preferencia de uso en-
tre el adverbio corto y el adverbio largo con función Mp, pero no
en el español de México.
De Mello (1992) estudia 189 adverbios cortos en el español
culto hablado de diez ciudades. Este corpus es conocido como
el Proyecto de estudio coordinado de la norma lingüística culta
de las principales ciudades de Iberoamérica y de la Península
Ibérica.4 Su análisis no se concentra en la función de Mp. Con
todo, en su análisis manifiesta que en México la frecuencia de
adverbios cortos aumenta cuando hay cambio de registro, de
formal a informal, y añade que el adverbio corto en el registro
Las ciudades son: Bogotá, Buenos Aires, Caracas, La Habana, Lima, Madrid,
4

México, San Juan de Puerto Rico, Santiago de Chile y Sevilla.

203
formal es inusual; sin embargo, esta información no se puede
determinar contundentemente porque sus datos corresponden
al español oral culto.
Otro estudio, más reciente, realizado en México sobre el uso
de adverbios cortos y largos en textos narrativos de libros de
lectura utilizados oficialmente en la escuela primaria mexicana
(Alarcón, Palancar y Rodríguez, 2010), comprobó que en el cor-
pus elegido, 82 textos narrativos escritos por autores mexicanos,
hay más presencia de adverbios largos que de adverbios cortos.
Sin embargo se basa en un corpus restringido, se muestra el uso
de adverbios largos y adverbios cortos en contraste con adjetivos
en predicación secundaria, no se revisa la presencia de ambas
formas de los mismos adverbios y sólo observa un registro.
Por lo anterior, se considera necesario para el español de
México un análisis que corrobore qué forma de los adverbios
de manera, la corta o la larga, con función Mp se prefiere en
los registros informales o formales. Para lo anterior se toman
como base de datos dos corpus representativos y actuales, uno
oral considerado informal (CSCM), y otro escrito considerado
formal (CREA). Asimismo, se trabaja con 15 adverbios en par
con una presencia importante dentro de los corpus selecciona-
dos. Estos pares adverbiales se midieron y se contrastaron entre
sí y entre los dos corpus para obtener resultados contundentes
de los usos de cada forma. Como ya se explicó, la comparación
entre pares adverbiales hasta el momento no se ha realizado en
estudios anteriores o al menos, en análisis de los que se tenga
conocimiento. Si bien se ha estudiado la competencia de los ad-
verbios cortos con los largos en términos generales, los autores
no se detuvieron en los casos en los que efectivamente compiten
dos formas, tanto conceptual como funcionalmente.

204
Metodología
Inicialmente se seleccionaron 20 pares de adverbios que se toma-
ron de tres estudios precedentes, Vigueras (1983), Arjona (1991)
y Hummel (2001). De estos 20 pares se descartaron cinco; cua-
tro por tener frecuencia baja de uso en los corpus seleccionados:
claro-claramente, perfecto-perfectamente, semanal-semanalmente,
quincenal-quincenalmente, y uno, pronto-prontamente porque se
comporta principalmente como adverbio de tiempo, lo que en un
inicio no se consideró. Por lo anterior, quedó una lista de 15 pares
de elementos a analizar (véase Tabla 2).

Tabla 2. Pares de adverbios.


1 Rápido-rápidamente
2 Diario-diariamente
3 Fuerte-fuertemente
4 Directo-directamente
5 Fácil-fácilmente
6 Lento-lentamente
7 Ligero-ligeramente
8 Tranquilo-tranquilamente
9 Feliz-felizmente
10 Bello-bellamente
11 Gracioso-graciosamente
12 Horrible-horriblemente
13 Pobre-pobremente
14 Chistoso-chistosamente
15 Lindo-lindamente

Una vez que se extrajeron de ambos corpus todos los pares


de adverbios, se observó que en el corpus del CREA, algunos de
ellos, eran muy productivos; como ejemplo se mencionan pronto-
prontamente y fuerte-fuertemente con 2895 y 2304 casos respec-
tivamente. Por este motivo, se decidió aleatorizar todos los pares

205
de formas que tuvieran una presencia mayor a 100 recurrencias y
así sumar 200 ejemplos de cada par, independientemente de que
funcionaran o no como adverbios, 100 cortos y 100 largos. Lo an-
terior se realizó con el fin de reducirlos a un número manejable
y cuidando que este número fuera significativo. La aleatorización
sólo se realizó en el corpus del CREA no así en el CSCM, de éste
último se analizaron todos los ejemplos encontrados, pues el par
más productivo, fácil-fácilmente apenas alcanzó 220 casos.

Bases de datos de consulta


Características del corpus del CSCM
El CSCM fue coordinado por Pedro Martín Butragueño del Cole-
gio de México y por Yolanda Lastra de la Universidad Autónoma
de México. Este proyecto se delimitó a 27 entidades, 16 delegacio-
nes del Distrito Federal y a 11 municipios conurbados del Estado
de México a los cuales se les denominó Zona Metropolitana de la
Ciudad de México (ZMCM), en donde habitaban, para el Censo
del año 2000, más de veinte millones de personas.
Para la elaboración del CSCM, subcorpus de PRESEEA-Méxi-
co, se entrevistaron a más de 300 personas con 500 horas de gra-
bación, pero por razones de avance en la transcripción y análisis
sólo hay acceso a 108 entrevistas. El tamaño de este corpus es de
901,374 palabras.
Las entrevistas se realizaron de forma individual, la duración
de cada una es de entre 45 minutos a dos horas en contextos natu-
rales, esto es, los informantes se ubicaban en su domicilio, escuela
o trabajo, esto permitió que hubiera naturalidad, espontaneidad y
enriquecimiento por la empatía y retroalimentación que pudiera
crearse entre informante y entrevistador.

206
Características del corpus del CREA
El CREA pertenece al banco de datos de la Real Academia Espa-
ñola, accede a 160 millones de formas, y su estructura combina
distintos criterios de selección lo que permite delimitar perfec-
tamente lo que se quiere observar; esto es, se puede elegir una
consulta especificando la distribución geográfica (país) y la distri-
bución de medios (libros, periódicos, revistas, miscelánea y oral).
En la actualidad la parte escrita del CREA cuenta con casi 5500
textos y 155 millones de formas. Con esto, el tamaño del corpus
de referencia es lo suficientemente extenso para representar todas
las variedades relevantes de una lengua.
Esta investigación se restringe geográficamente al subcorpus
de español escrito de México, tomando solamente datos de los
medios clasificados en el CREA como libros, periódicos, revistas
y miscelánea, lo cual corresponde a un total de casi 14 millones
de palabras. No se tomaron datos del medio oral de este corpus (5
millones) por considerarse demasiado formal y cercano a lo escri-
to, ya que parte del material corresponde a entrevistas políticas,
contextos literarios, conferencias, etc.

Resultados
Los pares de adverbios se clasificaron en dos grupos con el fin de
identificar visualmente los más productivos de los que no. El primer
grupo (sombreados en la Tabla 3) contiene elementos de alta fre-
cuencia y el segundo, elementos de baja frecuencia. Se consideran
de alta frecuencia los pares que completaron 100 ejemplos, en con-
traste con los de baja frecuencia, los cuales no alcanzaron este nú-
mero. Para reiterar, el CREA arrojó un número mayor de muestras
por ser un corpus mucho más grande, razón por la que se procedió
a la aleatorización (Vid supra, pág. 204), no así el CSCM, en el cual
la mayoría de los pares no alcanzaron los 100 casos.

207
Después del proceso de aleatorización, y con una muestra ya de
200 ejemplos se descartaron los casos en los que los elementos de
análisis funcionaron como adjetivos, esto se determinó a partir
de la aplicación de una serie de pruebas sintáctico-semánticas con
el fin de asegurar que estos elementos no tuvieran esa función.
Por ejemplo: cuando complementan a verbos semi-copulativos, le
resultó fácil la prueba/ le resultaron fáciles las pruebas; a otro tipo
de verbos, él vive feliz/ ellos viven felices, la mujer cocina rápida/
tranquila. Como se observa la prueba de concordancia de género
y número entre el sustantivo, núcleo del sujeto, y el modificador
descarta la función adverbial.
Una vez que se segregaron los casos en donde el elemento de
análisis funcionaba como adjetivo, se trabajó sólo con los adver-
bios, de los cuales quedaron las siguientes cifras (Véase Tabla 3).

208
Tabla 3. Total de adverbios encontrados en ambos corpus

Adverbio CREA CSCM


rápido / rápidamente 136 136
diario / diariamente 124 105
fuerte / fuertemente 113 13
directo / directamente 106 40
fácil / fácilmente 106 47
lento / lentamente 104 4
ligero / ligeramente 103 0
tranquilo / tranquilamente 86 10
feliz / felizmente 53 9
bello / bellamente 26 0
gracioso / graciosamente 14 0
horrible / horriblemente 13 6
pobre / pobremente 12 1
chistoso / chistosamente 8 1
lindo / lindamente 5 0
Totales 1009 372

Debido a la reducción de los datos del CREA a un número


manejable de ejemplos, no se puede comparar la aparición de los
pares de formas dentro de los corpus a nivel de frecuencias abso-
lutas. Es legítimo para el análisis intra-par, pero las tendencias de
uso sólo se desprenden de las frecuencias relativas, es decir, 351
ejemplos con función MP sobre un total de 1095 palabras en el
CSCM con el tamaño de éste, y 759 ejemplos en 2286 ejemplos
del CREA con el tamaño de éste último (Véase Tabla 4). Es preciso
aclarar que los totales 1095 y 2286 es la suma de los ejemplos de
los 15 pares.

209
Tabla 4. Frecuencias absolutas.
Total de ocurrencias Total de ocurrencias que fun-
Total ocurren-
Corpus que funcionaron como cionaron como adverbios con
cias
adverbios función Mp
CSCM
1095 372 351
(oral)
CREA
2286 1009 759
(escrito)

Una vez analizadas, clasificadas y cuantificadas las distintas


funciones que desempeñaron ambas formas de cada uno de los
15 adverbios (funciones que se muestran en la Tabla 1), se toman
solamente los resultados de los elementos cortos y largos con fun-
ción de Mp, pues es la función que atañe a esta investigación.
La Tabla 5 muestra el resultado del análisis cuantitativo, éste
queda como sigue: el CSCM muestra que de 351 (100%) adverbios
con función Mp, 298 (85%) son cortos y 53 (15%) largos. La pro-
porción se invierte respecto a lo observado en el CREA, pues de
759 (100%), 74 (10%) son cortos y 685 (90%) largos.
Así, basándonos en los porcentajes de la Tabla 5, podemos es-
tablecer que la asociación entre la variable longitud del adverbio
(niveles ‘corto’ y ‘largo’) está fuertemente asociada a la variable
registro (niveles ‘oral’ y ‘escrito’) tal como revela el análisis estadís-
tico: x2 =103.77 ; g.l.= 1 p.<0.001 (cálculo ajustado según el valor
de corrección de Yates).

Tabla 5. Porcentaje de adverbios cortos y largos funcionando como Mp.

Adverbios
Corpus Total adverbios Mp Adveribos largos Mp
cortos Mp

CSCM / oral 351 (100%) 298 (85%) 53 (15%)

CREA / escrito 759 (100%) 74 (10%) 685 (90%)

210
Por último, se muestran los resultados generales de una forma
gráfica (véase Gráfica 1). Aquí se puede visualizar la distribución
general de los adverbios en ambos corpus, así como el contraste
de los porcentajes generales de adverbios cortos y largos funcio-
nando como Mp.

Gráfica 1. Preferencias de uso de los adverbios


de manera con función Mp.

Resultados del CSCM


En la Tabla 6, se observa que los adverbios cortos en la base de
datos extraída del corpus CSCM tienen más frecuencia que los
adverbios largos, salvo dos pares, fácil-fácilmente y directo-direc-
tamente, que tienen más recurrencia en la forma larga que en la
corta, sin embargo esto no altera el resultado global. Fácilmente
aparece sólo una vez más que fácil lo que se traduce en 51% y 49%
respectivamente y directamente tres veces más que directo, lo que
equivale a 54% y 46% en el mismo orden. Como se observa estos
pares trabajan casi a la par. Por otro lado, los pares que concentran
la mayor muestra fueron rápido-rápidamente y diario-diariamente

211
con 227 casos que representan el 64.6% sobre un total de 351. Por
último, los pares con 0 casos fueron ligero/ligeramente, bello/bella-
mente, gracioso/graciosamente y lindo/lindamente.

Tabla 6. Frecuencias de los adverbios en corpus oral (CSCM),


según su función.
Par corto-largo adverbio Total de Adverbio como Mp
de manera adverbios corto largo
rápido/rápidamente 129 123 95% 6 5%
diario/diariamente 98 98 100% 0 0%
fácil/fácilmente 47 23 49% 24 51%
directo/directamente 37 17 46% 20 54%
fuerte/fuertemente 12 12 100% 0 0%
tranquilo/tranquilamente 9 9 78% 2 22%
feliz/felizmente 9 9 100% 0 0%
horrible/horriblemente 4 4 100% 0 0%
lento/lentamente 4 4 100% 0 0%
pobre/pobremente 1 0 0% 1 0%
chistoso/chistosamente 1 1 100% 0 0%
ligero/ligeramente 0 0 0% 0 0%
bello/bellamente 0 0 0% 0 0%
gracioso/graciosamente 0 0 0% 0 0%
lindo/lindamente 0 0 0% 0 0%
Totales 351 298 53
PORCENTAJE 100% 85% 15%

Algunos ejemplos de adverbios cortos y largos con función


modificador de predicado se exhiben enseguida.
(5) a. [sí] porque ellos/ pues <~pus> planchaban más
rápido.
b. esa hay una historia/ que también te voy a platicar
rápidamente/ eh

212
(6) a. porque no van ahí cerca <~cercas> a la
secundaria/ pagamo- pagan taxi diario
(7) a. sí/ y aquí/ pues <~pus> [la] consiguen súper fácil.
b. y no podía hablar/ bien o entender// fácilmente/
todas las conversaciones/

(8) a. inglés y francés// japonés/ chino y todos esos/


sí entras// directo/ pero/
b. sí/ <~ entons> nosotros ahí/ nos conectamos
directamente/ ah/ pero

(9) eh me gusta como trabajan/ trabajan muy bien/


trabajan fuerte.

(10) a. porque ya no/ ya no se puede este/ viajar


tranquilo en/ en ningún medio.
b. y si no accedo <~acedo> así tranquilamente/
pues ya viene la agresión.

(11) [¿no?/ de más ilusión/ de vivir feliz// de


desengaño/ de desengaño/ ¿no?]

(12) le quedó horrible.


(13) que vamos lento.

(14) que su mamá todo tenía que darles/ pero que este/
pues <~pus> sí/ vivieron muy// pobremente/
muy humildemente/ y<::>/ ¿cómo te diré?/ como
que se hace el sufrido.

213
(15) a. A. y a ver /de esas experiencias/ platícame/
cómo les cayó alguna de ellas. B. alguna de
ellas/ pues muy chistoso/ porque puse una/
pastorela/ que está muy chistosa.

Resultados CREA
En estos resultados se observa que el adverbio largo tiene mayor
presencia que el adverbio corto. Los números son contundentes
de forma general, sin embargo también hay un par de adverbios,
chistoso-chistosamente que muestran resultados contrarios en lo
particular y en este caso el resultado individual sí es representa-
tivo. Chistoso equivale al 67% y chistosamente al 33%. Los pares
más frecuentes son rápido-rápidamente, diario-diariamente, direc-
to-directamente, fácil-fácilmente, lento-lentamente, con 495 casos
lo que representa un 65.2% sobre un total de 759. El par lindo-
lindamente no presentó un solo ejemplo (Véase Tabla 7).

214
Tabla 7. Frecuencias de los adverbios en corpus escrito (CREA),
según su función.

Par corto-largo adverbio Total de Adverbio como Mp


de manera adverbios corto largo
rápido/rápidamente 125 32 26% 93 74%
diario/diariamente 94 4 4% 90 96%
fácil/fácilmente 93 6 6% 87 94%
directo/directamente 92 6 7% 86 93%
fuerte/fuertemente 91 3 3% 88 97%
tranquilo/tranquilamente 72 0 0% 72 100%
feliz/felizmente 67 0 0% 67 100%
horrible/horriblemente 59 11 19% 48 81%
lento/lentamente 27 7 26% 20 74%
pobre/pobremente 12 1 8% 11 92%
chistoso/chistosamente 10 0 0% 10 100%
ligero/ligeramente 9 0 0% 9 100%
bello/bellamente 6 4 67% 2 33%
gracioso/graciosamente 2 0 0% 2 100%
lindo/lindamente 0 0 0% 0 0%
Totales 759 74 685
PORCENTAJE 100% 10% 90%

A continuación se presentan ejemplos de adverbios con fun-


ción de modificador de predicado.
(16) a. […]Podría contestar rápido, de acuerdo con la
geometría política: El PRD **
b. […] llenó rápidamente las cajas de los mafioso
y de las otras b **

215
(17) a. El señor venía diario... Criada: ¡Ay, sí, qué horror!
Había un montón **
b. […] y publica diariamente diez títulos nuevos.
El grupo alemán Bert **

(18) a. Las noticias corrieron pronto por todas las


cubiertas del barco: la situació **
b. […] un berrinchudo nene que respondía
prontamente a la ira y a los sueños **

(19) a. […]las dos empresas que han crecido fuerte en ese


negocio **
b. Al masticar cada fósforo cerraba los ojos
fuertemente **

(20) a. golpeando a todos los ilusos que creían muy


fácil poder llegar al Zócalo **
b. Cuando la uña del pulgar se clava fácilmente en
ellas, **

(21) a. Ramón lo miraba directo hecho una gran sonrisa


mientras Agustín se es **
b. […]sus negocios sucios estaban ligados
directamente con el mundo **

(22) a. Hablas muy lento, ¿qué más? CURA Parece


el reflejo de un cuerpo **
b. […] deslenguados y sin agujetas. Miope, avanza
lentamente, **

216
(23) […] que modifica ligeramente su posición
y orientación. **

(24) El Vaticano no sólo le permitió a Castro hablar


tranquilamente**
(25) a. Era muy entrado en años. Nació en Canadá, vivió
feliz y acabó sirviendo **
b. […] adolescentes de ingenio ilustre que surgieron
felizmente por este tiempo **

(26) Y el Arte de amar lo hila bellamente. Y su Venus se


lamenta con el grave dolor **

(27) […]obtendrá graciosamente Su paternidad **

(28) a. Dice que yo coso horrible. Su padre la puso a


estudiar francés; yo pen **
b. Los mexicanos sufrieron horriblemente por
el programa de austeridad **

(29) […] ncias obtenidas por sus trabajos se agotan y vive


pobremente **

(30) a. caminando muy chistoso como si trajera algo


metido entre las pierna **
b. El mito es la imaginación pretá-porté, como decía
chistosamente su novia **

217
Conclusiones
A partir de los datos obtenidos de los corpus revisados en el pre-
sente estudio, se puede afirmar que en el español de México, al igual
que se ha visto en otros dialectos del español y en otras lenguas ro-
mances, existe una marcada preferencia de adverbios cortos en el
registro informal-oral, mientras que en el registro formal-escrito
ocurre lo contrario, tienen mayor presencia de adverbios largos.
Con el presente estudio se han podido corroborar los hallazgos
de De Mello (1992) y de Hummel (2001) respecto de las tenden-
cias de uso entre un adverbio y otro. Ambos afirman que el adver-
bio corto es preferido en el registro oral-coloquial y el adverbio
largo en el formal-escrito, la diferencia entre ellos estriba en que
Hummel (2001, 2002) ha encontrado que en algunas lenguas ro-
mances, específicamente el francés y un poco menos el portugués,
los hablantes ven como negativo el uso del adverbio corto, pues
su uso es considerado vulgar. En este tenor, De Mello (1992) si
bien afirma que hay un incremento de adverbios cortos al hacer
cambio de registro de formal a informal, no menciona nada sobre
este aspecto. Por otro lado, en la presente investigación, aunque
las cifras corroboran estas preferencias, se ha podido observar que
dentro de ambos registros hay uso tanto de adverbios cortos como
de adverbios largos, es decir, no se observa exclusión de los ad-
verbios cortos en el registro formal, tal como se ha visto en otros
dialectos y en otras lenguas romances.
Los resultados también llevan a comprobar la vigencia de estos
elementos dentro de la producción de los usuarios en el español de
México, así como la vitalidad del contraste de las formas largas y cor-
tas gestado desde el latín vulgar. Por supuesto, destaca el productivo
uso de algunos de los adverbios analizados, tanto de su forma corta
como larga. En contraste, algunos adverbios tienen un uso bastante
limitado; incluso, en el registro informal ni siquiera aparecen.

218
La aportación del presente trabajo radica en que se revisaron
pares específicos de adverbios en forma corta y larga, se obser-
varon estas formas particulares con función de modificador de
predicado y se contrastó su distribución en los corpus diferencia-
dos por el tipo de registro y modalidad. Con esto, las tendencias
encontradas, además de coincidir con lo visto en otras investiga-
ciones, adquieren un carácter contundente, pues fueron buscados
los mismos adverbios en ambas formas dentro de cada corpus.
La tendencia general no excluye comportamientos idiosincráticos
en algunos pares, como lo observado en el CSCM en el caso de
directo-directamente.

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versidad Nacional Autónoma de México.
Uso y función de nexos en la
subordinación y coordinación.
Evidencia de dos tareas narrativas de
niños mexicanos de primero de primaria
Luisa Josefina Alarcón Neve (UAQ)
Alejandra Auza Benavides (Hospital General
Dr. Manuel Gea González)

Resumen
El presente estudio analiza y valora las diversas funciones de nexos
sintácticos que emplean los niños que inician su educación prima-
ria, para coordinar y subordinar cláusulas en producciones narra-
tivas. Las muestras de lenguaje analizadas se obtuvieron a partir de
dos tareas de narración: cuento y recuento. El supuesto del que se
partió fue que algunos nexos representan distintas funciones, aun-
que la forma sea aparentemente la misma. Los resultados muestran
que las tareas provocaron diferencias en el uso de la coordinación
y la subordinación. Además, algunos nexos fueron usados conven-
cionalmente, pero otros mostraron varias funciones, convencionales
y no convencionales. Estas funciones variaron con respecto a la se-
mántica de las cláusulas subordinadas y coordinadas utilizadas para
reflejar el contenido de los cuentos de una y otra tarea narrativa.

Introducción
La complejidad gramatical ha sido un tema ampliamente analiza-
do en los estudios sobre la adquisición del lenguaje infantil. Se han
concentrado principalmente en observar cómo aumenta la comple-

223
jidad, a partir de diferentes tipos de estructuras sintácticas que uti-
liza el niño. Después de los cuatro años la sofisticación cognitiva se
desarrolla rápidamente, lo que le permite a los niños reportar accio-
nes o acontecimientos de la vida cotidiana. Estas actividades conti-
núan a lo largo de muchos años y cuando comienzan su educación
primaria, los niños entre los seis y los siete años de edad utilizan
diferentes construcciones gramaticales para cumplir con demandas
escolares cada vez más complejas. Una actividad muy popular, tan-
to en la escuela como en la vida cotidiana, en la que la complejidad
se hace evidente, es la narración espontánea (cuento) o semi-espon-
tánea de cuentos (recuento). El estudio de niños de seis años es inte-
resante porque al ingresar a la escuela primaria, los niños tienen por
lo menos dos años de exposición en el ámbito escolar a narraciones
de diversa índole, sino es que ya han tenido contacto con la lectura
oral de cuentos desde el contexto familiar. Entre las competencias
que se empiezan a desarrollar en la educación preescolar están la
representación de obras literarias o narraciones de tradición oral;
la narración de sucesos ocurridos durante el día; la invención de
pequeñas historias, personajes y lugares imaginarios para represen-
tarlos en juegos que construye y comparte con su grupo escolar; la
creación de historias y la ampliación progresiva de la construcción
original; la narración de historias y cuentos y la recitación de poe-
mas (Programa de Educación Preescolar, 2004). Es por este tipo de
experiencias con el lenguaje, además de la edad, lo que favorece la
habilidad para elaborar, recordar y reportar historias. Se convierten
en mejores narradores, generando patrones de complejidad léxica
y sintáctica (Botting, 2002; Gillam y Johnston, 1992) que utilizan
para coordinar, sintonizar y ajustar el contenido, la forma y la fun-
ción del lenguaje, a las necesidades comunicativas que establecen
con su interlocutor. Para ello, deben actualizar la producción a me-
dida de que narran la historia (Wong y Johnston, 2004). La mejoría

224
en la narración va de la mano con diferentes recursos lingüísticos
que forman parte del nivel microestructural de la competencia na-
rrativa. Una de las variables más conocidas en el análisis microes-
tructural es la complejidad gramatical, compuesta por diferentes
índices, tales como la cantidad global de palabras, la cantidad de
palabras distintas, la coordinación y la subordinación, entre otros
(Justice, Bowles, Kaderavek, Ukrainetz, Eisenberg, Gillam, 2006).
El uso de las cláusulas subordinadas ha sido de particular interés
para evaluar la cohesión de una narrativa, especialmente aquéllas
en las que existen eventos simultáneos. En una narración se requie-
re que el niño coordine la información de eventos anteriores o pos-
teriores, así como la coordinación entre el momento del evento y el
momento de la narración. En tales circunstancias, la subordinación
relativa aumenta significativamente cuando los niños cursan los
primeros grados de la escuela primaria, en comparación con los ni-
ños preescolares (Gutiérrez-Clellen y Hofstetter, 1994). Aunque se
ha reportado con anterioridad que los niños preescolares ya utilizan
cláusulas subordinadas adverbiales (Aguado, 1989), éstas parecen
no aparecer con frecuencia en las narraciones de niños de primero
o tercero de primaria (Gutiérrez-Clellen y Hofstetter, 1994), debido
a la alta demanda que implica coordinar la información del evento
y la del momento de la narración.
En el caso concreto de la coordinación y la subordinación pue-
den observarse tipos distintos de cláusulas, muchas de ellas con
construcciones gramaticales prototípicas, cuyos nexos sintácticos
permiten obtener información acerca de la organización grama-
tical, ya que estos nexos o conectores –conjunciones, locuciones
conjuntivas, adverbios de frase o elementos preposicionales (Mar-
tínez, 2004)- funcionan como vínculo de coordinación o subordi-
nación típico para el español (y para la coordinación copulativa;
pero para la adversativa; porque para la subordinación causativa, si

225
para la condicional, etc.). No obstante, otras construcciones pue-
den tener una forma por ejemplo, de una construcción coordina-
da copulativa, a juzgar por el nexo que se emplea:
1) El ratón le pidió una escoba y no quería barrer.

Sin embargo, la función que representa no refleja necesaria-


mente dicha función (en este caso podría tratarse de una función
adversativa):
2) El ratón le pidió una escoba pero no quería barrer.

El uso de estos nexos podría estar ligado al contenido semánti-


co de ciertas narraciones, lo que generaría diversas funciones.
En varios estudios se ha mostrado que la cantidad y la diver-
sidad gramatical de las cláusulas coordinadas y subordinadas de-
penden en buena medida del tipo de muestra y de su contenido
semántico (Alarcón y Auza, 2012; Southwood y Russell, 2005; Ve-
liz, 1999). Las cláusulas coordinadas son las más frecuentes en la
producción de los niños en edad preescolar (Serra, Serrat, Solé,
Bel y Aparici, 2000). Esto puede deberse al hecho de que los niños
utilizan ciertas construcciones, con nexos de uso frecuente, pero
con distintas funciones. Tal es el caso de las cláusulas coordinadas,
aparentemente copulativas, en las que podría subyacer una fun-
ción temporal o condicional:
3) Me preguntas y yo te digo.

Otro ejemplo es con el nexo porque el cual no necesariamente


significa causalidad, sino que puede tener una función adverbial
o relativa:
4) Tengo una muñeca y me gusta mucho –cuyo significa-
do probablemente es que me gusta mucho (ejemplos de
Serra, et al., 2000; Tager-Flusberg y Zukowski, 2009).

226
El estudio de los nexos en las cláusulas coordinadas y subor-
dinadas es interesante porque éstas reflejan diferentes niveles de
complejidad gramatical. La diversidad en las funciones de un nexo
puede dar luz sobre cuáles son los nexos más comunes y cuáles
son sus funciones, cuando los niños se encuentran en una etapa
de gran demanda escolar, como es el ingreso al primer año de la
primaria. La posibilidad de observar un mayor número de nexos y
de diferentes niveles de complejidad gramatical se aumenta cuan-
do los niños realizan distintas actividades narrativas, como contar
un cuento o volver a contarlo cuando éste se ha escuchado previa-
mente. Gracias a la comparación de formas distintas de narración
se puede observar cuáles son las construcciones gramaticales que
el niño usa espontáneamente (a través del cuento), y cuáles puede
emplear cuando las escucha previamente (a través del recuento).
Algunas construcciones son más naturales, pero otras que tam-
bién conocen pueden ser usadas, si así se les solicita, demostran-
do así que su repertorio gramatical es mucho más amplio aunque
no se empleen de forma espontánea. La comparación de distin-
tos tipos de narración también es interesante porque los niños se
enfrentan con demandas cognitivas diferentes. Mientras que la
construcción gramatical y semántica de la narración espontánea
requiere del uso de las estructuras disponibles y de acceso más rá-
pido, las construcciones del recuento requieren de esta misma dis-
ponibilidad pero con la posibilidad de incorporar aquéllas que se
recuperan de las estructuras escuchadas previamente. Como pue-
de verse, ambas formas de narración implican recursos cognitivos
diferentes, pero enfocadas a un mismo objetivo: la producción de
una historia. Comparar dos formas de narración es útil porque
puede mostrar qué tipo de recursos gramaticales emplean los ni-
ños, cuáles construcciones y tipos de nexos son más frecuentes y
cuáles son más propensas a aparecer cuando parten de situaciones
distintas para narrar. A este tema se avoca el presente estudio.

227
Por otro lado, para poder hablar de la narración en estas edades
deben abordarse las producciones de niños en escuelas privadas
y públicas. Estudios previos han demostrado que las diferencias a
nivel morfosintáctico de niños que estudian en escuelas públicas
y privadas no son significativas (Granados y Auza, 2012) aunque
en otros trabajos se haya demostrado la diferencia a nivel léxico
(Hart y Risley, 1995).

El presente estudio
Propósito
El objetivo de este estudio fue analizar las funciones de los nexos
que emplean los niños que inician su educación primaria, en dos
tareas de narración. La hipótesis fue que algunos nexos represen-
tarán distintas funciones, aunque la forma sea aparentemente la
misma. Algunos nexos tendrán menos funciones pero estarán li-
gados a un mayor nivel de complejidad gramatical. Estas funcio-
nes variarán con respecto a la semántica de las cláusulas subordi-
nadas y coordinadas que se utilicen para reflejar el contenido de
las narraciones.

Metodología
Las muestras narrativas con las que trabajamos provienen de 40
narradores de 1º grado de Primaria, cuyas edades fluctúan entre
los seis y los siete años de edad.
El primer grupo se conformó por 20 narradores, diez niñas y
diez niños de una escuela pública urbana de la Cd. de Santiago de
Querétaro, México quienes participaron en un tipo de actividad
basado en la tarea de contar un cuento oralmente a partir de una
historia presentada en ilustraciones. La historia se titula One Frog

228
too many (Mayer y Mayer, 1975). A esta actividad la identificamos
como cuento de una historia (tarea A), si bien los narradores co-
nocieron la estructura de la historia a través de las imágenes.
El segundo grupo se conformó por 20 narradores, ocho niñas y
12 niños de una escuela privada urbana, de la misma ciudad y con
características similares a las de la otra escuela, quienes participa-
ron en otro tipo de actividad que consistió en el recuento de una
historia previamente escuchada titulada Si le das una galletita a un
ratón (Numeroff, 1985). A esta actividad la identificamos como
recuento de una historia (tarea B), ya que los niños conocieron la
historia a través de las imágenes, pero al mismo tiempo escuchán-
dola del guion presentado por el entrevistador.

Tarea A: cuento de una historia basada en ilustraciones


Para obtener las muestras narrativas se les pidió a los participan-
tes que contaran “en palabras” un cuento en ilustraciones, que es
una de las historias de la rana (Mayer y Mayer, 1975). Se permitió
que los niños dispusieran de todo el tiempo que creyeran necesa-
rio para mirar y familiarizarse con la historia en imágenes antes
de narrarla. Las sesiones se llevaron a cabo en la biblioteca de la
escuela y fueron grabadas en formato de audio y de video. Los na-
rradores fueron seleccionados por sus profesores bajo la consigna
de que debían ser un mismo número de niñas y niños ubicados en
el nivel promedio de su grupo.

Tarea B: recuento de una historia basada en guion e ilustraciones


En esta actividad, los niños fueron vistos en dos o tres sesiones
individuales, en las que se aplicaron diferentes instrumentos y ta-
reas, entre los que se encontraba el recuento de una historia basa-

229
da en un cuento infantil titulado Si le das una galletita a un ratón
(Numeroff, 1985). Para obtener el recuento de la historia, primero
se le contó el cuento a cada niño, leyéndolo de un guión previa-
mente escrito. Al mismo tiempo, los niños veían las imágenes, sin
líneas de texto. Posteriormente se le solicitó que contara el cuento
lo más parecido posible a como lo había escuchado. Las sesiones
se llevaron a cabo en la biblioteca de la escuela y fueron grabadas
en formato de audio.
Cabe mencionar que ambos cuentos eran similares en cuanto
al número de imágenes presentadas.

Transcripciones de las muestras


La transcripción de las 40 muestras narrativas se realizó median-
te el sistema SALT (Systematic Analysis of Language Transcripts)
de Miller y Chapman (1984). En cada transcripción se analiza-
ron las unidades terminables (UT) de cada niño y se clasificaron
en cláusulas simples y compuestas (coordinadas o subordinadas).
Una unidad terminable se refiere a un periodo principal sintácti-
co-semántico-fonológico que constituye una unidad enunciativa
(Alarcos, 1999: 59) principal que puede tener una estructura su-
bordinada o coordinada (Hunt, 1965) a partir del tipo de vínculo
que se establece entre las cláusulas que constituyen el enunciado.
5) a. había una vez un niño {que le} {que le} un niño que
le trajeron un regalo.
b. entonces lo abrió {y} {y este} y salió una ranita mu:y
chiquita.

Por cláusula se entiende cualquier unidad que contenga un


predicado unificado expresando una situación única (actividad,
evento, o estado) (Berman y Slobin, 1994: 657-664). Esta defini-

230
ción se completa con la propuesta por Tallerman (1998) y Ais-
sen (2006), quienes señalan que la cláusula es cada unidad que
tiene un núcleo predicativo (un predicado y sus argumentos) con
especificación de tiempo/aspecto/modo y polaridad (afirmativo/
negativo).
6) a. había una vez un niño
b. que le trajeron un regalo

7) a. entonces lo abrió
b. y salió una ranita muy chiquita

Dentro del entramado narrativo, en las cláusulas pueden estar


elididos ciertos elementos argumentales, incluso el mismo predi-
cado, debido a que se sobreentienden por el contexto:
8) a. y la ranita se puso feliz
y el perro, también
b. y la rana dice ¡ouch!
y también la rana.

La predicación elidida sigue dando entrada a una cláusula que


por cuestiones pragmático-estilísticas en español evita la repeti-
ción explícita de los elementos inmediatamente mencionados en
la cláusula previa.
Cada cláusula fue analizada en contexto para poder encontrar
1) el nexo utilizado, si la relación entre las cláusulas era coordina-
da o subordinada; 2) si el nexo utilizado tenía una función proto-
típica (del lenguaje adulto estándar) o una función idiosincrática,
más típica del lenguaje infantil.

231
Categorías de análisis
Los nexos o conectores analizados en el presente estudio son los
identificados como sintácticos o gramaticales (Martínez, 2004), o
conjunciones, definidas por Alarcos (1999: 283) como las unida-
des lingüísticas que permiten incluir oraciones dentro de un mis-
mo enunciado, a través de la coordinación y de la subordinación.
Para la cohesión de un texto narrativo existen dos tipos de nexos
correspondientes al macro y micronivel narrativo (Justice, et al.,
2006). Los nexos que se encargan de relacionar enunciados en el
macronivel se conocen como pragmáticos o discursivos. Éstos no
son tema del presente estudio. Los nexos que aquí interesan son
los que en el micronivel se encargan de relacionar cláusulas dentro
de los enunciados, de ahí que sean identificados como sintácticos.
La clasificación que se ha elaborado para el presente análisis se
sustenta en los usos encontrados en las 40 muestras que consti-
tuyen la base de datos. Se dividen en nexos coordinantes y nexos
subordinantes. Asimismo, se incluye una categoría de vinculación
yuxtapuesta, tanto coordinada como subordinada. De acuerdo
con lo anterior, se tiene el siguiente cuadro:
Construcciones coordinadas
• Por nexo Copulativo: y, o locuciones conjuntiva: y luego, y
después, y entonces, y de que, y ya
• Por nexo Adversativo: pero
• Por nexos Disyuntivo: o, sino
• Yuxtapuestas
• Uso no convencional de y adversativo (equivalente a
“pero”)

Construcciones subordinadas
Por nexos que introducen cláusulas subordinadas:
• de objeto directo (OD): que, lo (la) que, quien.

232
• relativas (adjetival): que
• causativa: porque, como
• de finalidad: para que
• temporales: cuando, hasta que, mientras que
• locativas: donde
• condicionales: si
• consecutivas: entonces, después, así que
• modales: sin que
• comparativas: mayor que, más_ que
Por yuxtaposición
Usos no convencionales del nexo que
Preposiciones como nexos entre cláusulas:
• de
• introduciendo una cláusula de finalidad (“para que”)
• introduciendo una cláusula causativa (“porque”)
• a
• introduciendo una cláusula temporal (“cuando”)
• introduciendo una cláusula de finalidad (“para que”)
• con introduciendo una cláusula causativa (“porque”)
• hasta introduciendo una cláusula locativa (“donde”)

Resultados y su discusión
Con el objeto de comprobar qué nexos son más frecuentes en
ambos tipos de cuentos se realizó un análisis de muestras inde-
pendientes (prueba t). En ambos tipos de cuento se encontraron
diferentes tipos de nexos coordinantes y subordinantes, y la com-
paración y contrastación de esos diversos tipos y sus funciones
son los objetivos principales del presente análisis. No obstante,
antes de analizar los nexos y sus funciones, es necesario revisar la
presencia de los fenómenos de coordinación y subordinación en
los 40 cuentos del total de la muestra.

233
Lo primero a destacar es la diferencia observada entre cada ta-
rea a partir de la productividad de la coordinación, en el cuento, y
de la subordinación, en el recuento. En la Tabla 1 se muestra el to-
tal de cláusulas vinculadas dentro de las muestras de cada tarea.

Tabla 1. Total de cláusulas en las muestras narrativas


obtenidas por medio de las dos tareas.

Cláusulas
TOTAL CLÁUSULAS Cláusulas vinculadas
Tarea vinculadas
VINCULADAS por subordinación
por coordinación
444 163
Cuento 607
0.73 0.27
95 287
Recuento 382
0.25 0.75

Como puede apreciarse en la Tabla 1, la proporción de cláu-


sulas relacionadas por coordinación y por subordinación es in-
versamente proporcional por tarea. Mientras que en las muestras
generadas por cuento, la coordinación es el fenómeno de vincula-
ción clausal predominante (73%), en las muestras generadas por
recuento, la subordinación es la que predomina dentro de la vin-
culación de cláusulas (75%).
En los últimos años se ha venido discutiendo el hecho de que
las producciones narrativas generadas por la tarea de contar un
cuento basado en una historia en imágenes provoca mucha co-
ordinación (Jackson-Maldonado y Aguillón, 2011). Esto se debe
a que los narradores recurren al encadenamiento sumatorio de
acciones, mostradas en las escenas dibujadas. En cambio, en el re-
cuento los narradores recurren más a la subordinación. En el caso
particular de las tareas aquí empleadas, el contenido semántico y
pragmático de las historias básicas de los cuentos originales, One

234
Frog too many (Mayer y Mayer, 1975), para la tarea del cuento y
Si le das una galletita a un ratón (Numeroff, 1985), podrían influir
en la productividad de uno y otro fenómeno. Sobre todo, en este
segundo cuento, la historia favorece a la explicitación de condicio-
nes y de causas que se formalizan en construcciones subordinadas
condicionales y causativas. A continuación se procede al análisis
detallado de los diversos nexos utilizados en las vinculaciones co-
ordinadas y de los utilizados en las vinculaciones subordinadas.

Nexos de coordinación
Como ya se ha advertido, los nexos coordinantes fueron más
abundantes en el cuento (M =22.20, DS = 12.90) que en el re-
cuento (M = 4.75, DS = 3.09). Al realizar el análisis estadístico se
comprobó que la diferencia es significativa t(38) = 5.88, p = .000.
A continuación se muestra una tabla que concentra las medias y
las desviaciones estándar de los nexos de coordinación de las ca-
tegorías más frecuentes.

235
Tabla 2. Nexos de coordinación.

NEXOS DE Desviación
Muestra N Media
COORDINACIÓN estándar
Y (copulativa) Cuento 20 14.40 8.32
Recuento 20 2.05 1.70
Y luego, entonces (copulativa) Cuento 20 1.10 1.83
Recuento 20 .95 1.09
Pero Cuento 20 .60 .88
Recuento 20 .25 .63
(adversativa)
O (disyuntiva) Cuento 20 .00 .00
Recuento 20 .05 .22
Sino (disyuntiva) Cuento 20 .00 .00
Recuento 20 .00 .00
Yuxtapuestas Cuento 20 6.10 6.18
Recuento 20 1.45 1.76

Como puede observarse en la Tabla 2, el tipo de nexo más fre-


cuente en el cuento es el copulativo y, seguido de la estrategia de
yuxtaposición, caracterizada por la ausencia de nexo, si bien la rela-
ción entre las cláusulas superpuestas es de coordinación copulativa.
La producción del nexo copulativo y es más abundante a favor
del cuento t(38) = 6.50, p = .000. Este nexo también aparece en
combinación con adverbios (y luego/ y entonces), que se produce
en una proporción mucho menor en ambas tareas, sin diferencias
estadísticas entre éstas. Ejemplos de estas construcciones copula-
tivas se encuentra en (9):
9) a. …va a querer entrar a la casa y tomar un vaso de
leche. (Rec01)1
b. …la rana grandota le empujó y la rana se cayó
(C06)
1
Las muestras narrativas de la Tarea A se identifican con la letra C y la seriación
numérica arábiga correspondiente a cada uno de los veinte cuentos. Las mues-
tras narrativas de la Tarea B se identifican con la abreviatura Rec y la seriación
numérico arábiga que le corresponde a cada uno de los veinte recuentos.

236
El tipo de unión yuxtapuesta entre cláusulas fue frecuente en
ambos tipos de cuento, pero la diferencia es significativa a favor
del cuento t(38) = 3.23, p = .003. Los resultados muestran que en
ambas tareas, la yuxtaposición se produce más en subordinación.
Sin embargo, esta construcción se utiliza en el cuento cuando el
niño realiza un reporte directo, como en el siguiente ejemplo:
10) y el niño dijo: “a los más chicos nunca les hacen nada”
(C04)

Pero la yuxtaposición también se encuentra en coordinación,


como el ejemplo de (11), donde no existe un reporte directo, sino
más bien una concatenación de eventos:
11) a. Después te va a pedir una escoba, le gusta tanto
que barrió toda la casa. (Rec06)
b. iban en el barco, la rana se aventó. (C06)

Entre las vinculaciones coordinadas, también se utilizaron otro


tipo de nexos (adversativos y disyuntivos), pero en proporciones
mínimas. En ninguno de estos casos se encontraron diferencias
entre ambos tipos de tarea.

Nexos de subordinación
En concordancia con la productividad de la estrategia de subordi-
nación en los textos generados a partir del recuento, los resultados
mostraron que los nexos subordinantes fueron más abundantes
en esta tarea (M =14.35, DS = 6.87) que en la de cuento (M = 8.15,
DS = 7.71). Al realizar el análisis estadístico se comprobó que la
diferencia es significativa t(38) = -2.683, p = .01.
A diferencia de lo visto en la coordinación, en la estrategia de
subordinación se observó que los niños utilizan, en ambas tareas,

237
un repertorio más amplio de nexos subordinantes que reflejan un
mayor número de significados.
A continuación se muestra la Tabla 3 que concentra las medias
y las desviaciones estándar de los nexos de subordinación de las
categorías más frecuentes.
Tabla 3. Nexos de subordinación.

NEXOS DE
Muestra N Media Desviación estándar
SUBORDINACIÓN
Que Cuento 20 2.00 2.55
(Relativa de Objeto) Recuento 20 3.25 1.91

Que Cuento 20 1.35 1.30


(Relativa de Sujeto) Recuento 20 1.70 2.22
Para (que) Cuento 20 .20 .52
(Adverbial Final) Recuento
20 3.65 2.27

Entonces Cuento 20 .40 .59


(Adverbial Consecuti- Recuento
va) 20 .90 1.25

Porque Cuento 20 1.85 2.25


(Adverbial causativa) Recuento 20 .35 .58
Cuando Cuento 20 1.25 1.74
(Adverbial temporal) Recuento 20 1.25 1.16
Si Cuento 20 .15 .36
(Condicional) Recuento 20 1.40 .88
Como Cuento 20 .20 .41
(Adverbial causa) Recuento 20 .35 .67
Donde Cuento 20 .20 .52
(Adverbial locativa) Recuento 20 .20 .52
Tanto Cuento 20 .00 .00
(Adverbial modal) Recuento 20 .65 1.18

238
La relación de subordinación más frecuente en las muestras
generadas por la tarea de cuento fue la que introduce cláusulas
que complementan verbos de la cláusula principal a la que se vin-
culan, como en los siguientes ejemplos:
12) a. …la vio que la tiró. (C03)
b. …nada más le dijo a la tortuga que la rana
grandota había tirado a la chiquita (C04)
c. pensaron que estaba jugando (C08)
d. la otra ranita perdonó lo que hizo ella (C03)
e. la tortuga se hacía la que buscaba (C16)
f. el niño señaló que ya había tierra (C16)
g. pero no sabía de quién era (C04)

Este tipo de relación está dado principalmente por el nexo que,


introduciendo lo que en la Tabla 3 está señalado como Relativa de
Objeto. En algunos casos, el nexo aparece en combinación lo que o
la que (como en 12.d y e), y sólo en dos casos aparece quién, como
en (12.g), o en la siguiente construcción menos convencional:
13) …y leyó la carta de a ver quién se lo había traído.
(C18)

La relación de subordinación de Objeto también se presenta a


través de la yuxtaposición con una alta frecuencia dentro de los
cuentos. De 122 construcciones en las que dos cláusulas se vincu-
lan por yuxtaposición, 41 (33%) de ellas son ejemplos de reporte
directo de eventos de habla, como se muestra en (14):
14) a. y le dijo “ya no vas a ser, no, algo de nosotros”
(C03)
b. y dijo “no, no se peleen”. (C09)
c. el niño le dijo “¡cuídenla!”. (C12)
d. iba: “mira ya no está la ranita” (C17)

239
Este resultado sobre la yuxtaposición por reporte directo en
la tarea de cuento es completamente distinto de la yuxtaposición
encontrada en la tarea de recuento. Por un lado, y como ya se ha-
bía mencionado, la frecuencia de la yuxtaposición es significativa-
mente menor en el recuento. Pero por otro lado, de 29 construc-
ciones con cláusulas que se vinculan por yuxtaposición, solamente
1 (3.4%) de ellas se realiza como reporte directo, como se muestra
en (15):
15) Cuando estaba barriendo le dijo: “quiero una cinta
adhesiva” (Rec09)

La segunda relación subordinada más importante en los textos


de la tarea de cuento ha sido la que vincula cláusulas causativas.
En esta vinculación, el nexo más frecuente fue porque. La diferen-
cia entre lo registrado en la tarea de cuento y lo visto al respecto en
la tarea de recuento fue significativa t(38) = 2.88, p = .007, a favor
de la primera. Este nexo también aparece en enunciados precedi-
dos discursivamente con adverbios y luego/ y entonces. Estas locu-
ciones funcionan como marcadores pragmáticos y no como nexos
sintácticos, los cuales se producen en una proporción menor en
ambas tareas, sin diferencia estadística entre éstas. Un ejemplo de
dichas producciones se encuentra en (16):
16) a. entonces estaban buscando al animalito porque no
aparecía (C01)
luego el niño vio porque escuchó un ruido. (C03)
pero no alcanzaba a ver porque estaba muy
chiquita (C04)
y de eso {este} {aquí es} se enojaron ellos
porque {la ra} la rana tiró a la ranita chiquita
(C13)

240
En algunos cuentos se encontró que los niños utilizaron que
con un significado causativo, como en (17):
17) a. y luego se asustaron {los} la tortuga, el perro y
el niño que se iba a morir la rana de regalo (C08)
b. y se rió la rana grande que se cayó. (C08)
c. entonces el niño se sorprendió tanto que el papá
le mordió {la el} el pie a la ranita. (C17)

En los cuentos de esta tarea se encuentra también el uso de


como para introducir una cláusula causativa, donde el nexo como
muestra un significado de “dado que”:
18) a. y luego, como estaba abierta la ventana, saltó ahí
la ranita (C05)
b. y, como tenía una rana, el regalo también le
invitaba una rana (C20)

Otras dos relaciones subordinantes con una importante pre-


sencia en los textos generados por la tarea de cuento son las vin-
culaciones de cláusulas de Relativo de Sujeto y las cláusulas su-
bordinadas temporales (véase la Tabla 3). Para el primer tipo se
tienen los ejemplos en (19). En todos los casos registrados dentro
de esta categoría, el nexo subordinante es que:
19) a. había una vez un niño que abrió un regalo
(C15)
b. {eh} {se tata e un} se tata e un niño que estaba
abriendo el regalo (C17)
c. había una vez un niño que era su cumpleaños
(C18)
d. y vino la gana que estaba allí. (C16)

241
Como se aprecia en los ejemplos de (19), la mayoría de estas
cláusulas relativas de sujeto aparecen al inicio del cuento, en la
presentación del personaje niño de la historia a contar.
En cuanto a las cláusulas subordinadas temporales, se dan en
(20) algunos ejemplos:
20) a. …le sacó la lengua a la más pequeña cuando
estaba abajo del agua. (C03)
b. “te esperarás hasta que lleguemos” (C05)
c. entonces se asustó cuando voltió…(C05)
d. ya iban llegando cuando la tortuga se despertó
(C12)
e. “…no te moverás hasta que regresemos” (C18)

En este fenómeno de la subordinación, tres nexos subordinan-


tes fueron más frecuentes en la tarea de recuento. Uno de ellos es
para que, con una función adverbial final, como se muestra en
(21a). La diferencia entre el recuento y el cuento fue significativa
t(38) = -6.60, p = .000, a favor del recuento. Este nexo también
aparece sin que, como se muestra en (21.b):
21) a. Te pediría una servilleta para que se limpiara.
(Rec16)
b. Tomó unas cajitas y se subió para pegarlo al
refrigerador (Rec06)

Siendo éste un tipo de subordinación muy productivo en el re-


cuento, es de esperarse que los nexos sean variados, aunque no
siempre convencionales. Algunos ejemplos se muestran en (22):
22) a. Y después el niño fue a que se viera en el espejo a
ver si traía más leche (Rec05)
b. Y después fue a que le dieran un vaso de leche
(Rec07)

242
c. Quiere mirarse en el espejo para ver si no tiene
leche (Rec10)
Otro nexo subordinante fue si, con una función condicional y
con una diferencia significativa a favor del recuento t(38) = 5.85,
p = .000. Ejemplos comúnmente encontrados se muestran en (23),
donde el condicional apareció a principios de la cláusula o bien,
como nexo entre dos de éstas:
23) a. Si le das, seguramente te pedirá un refresco
(Rec14)
b. El gato quiere mirarse en el espejo para ver si no
tiene leche en los bigotes (Rec10)

El tercer nexo subordinante más frecuente fue tanto que, el


cual sólo apareció en las muestras generadas por recuento t(38)
= -2.45, p = .019. Este adverbio resultó productivo, no sólo con la
partícula que, sino con otros nexos. A continuación se muestran
algunos ejemplos:
24) a. Le gustó tanto que lo pegó con cinta adhesiva
(Rec04)
b. Como le gustaron tanto los dibujos te va a pedir
papel y crayolas (Rec13)
c. Le quedó un dibujo tan tan bonito que se alegró
demasiado (Rec15)

Las relativas de sujeto y de objeto, también fueron marcadas


con el nexo que en la tarea de recuento. Al igual que en el cuento,
las relativas de objeto fueron más frecuentes que las de sujeto. No
obstante, las relativas de sujeto no aparecen en su mayoría, al ini-
cio del cuento, como se muestra en (25):
25) el ratón le está pidiendo otra cosa, le está pidiendo
que quiere poner el dibujo en el refrigerador (Rec01)

243
El uso de cuando (con función temporal), donde (con función
locativa), entonces (con función consecutiva) y como (con función
causal) aparece en ambos cuentos, pero con poca frecuencia y sin
diferencias significativas entre las tareas. Los ejemplos se presen-
tan a continuación:
26) a. Cuando le des una galletita a un ratón te va a
pedir un vaso de leche (065 Rec05)
b. La rana saltó hacia el bote donde estaba el niño.
(C03)
c. Si tiene el pelo muy largo entonces se va a cortar
(064 Rec03)
d. y luego saltó de ahí la ranita, como estaba abierta
la ventana (C05)
El nexo como también se observó ocasionalmente con una fun-
ción modal, pero solamente en la tarea de recuento:
27) Dio dos pasitos para ver cómo se veía (Rec05)

Finalmente, tanto en la tarea de cuento como en la de recuen-


to se encontraron algunas preposiciones con una función nexual.
Este tipo de subordinación no mostró diferencias significativas
entre lo encontrado en las muestra de cuento (M = .55, DS = 1.09)
y de recuento (M = .50, DS = .82), ni tampoco fue un recurso
abundante en ninguna de las dos tareas. A pesar de ser escaso, el
recurso es interesante y se observa principalmente al inicio de la
cláusula, como se muestra en (28):
28) a. De ver los dibujos, le pidió un cuaderno y lápices
para colorear (Rec12)
b. De las cosas que sacaste, ahí hay una galletita
(Rec16)
c. Al pedir un vaso de leche, de seguro te va a pedir
unas galletitas (Rec17)

244
Conclusión
En este estudio se analizaron los nexos y las funciones producidas
en cláusulas coordinadas y subordinadas que los niños del primer
año de primaria utilizan al narrar una historia. Este análisis reflejó
que los niños emplean una gama completa de nexos, tales como
conjunciones, locuciones conjuntivas, adverbios de frase y prepo-
siciones (Martínez, 2004). Contrario a la poca frecuencia de cláu-
sulas subordinadas adverbiales que Gutiérrez-Clellen y Hofstetter
(1994) encontraron en su estudio con narradores de primero y
tercero de primaria, nosotros encontramos una gran variedad de
cláusulas adverbiales.
Tal y como se esperaba, los nexos cubren diferentes funciones con
distintos niveles de complejidad gramatical. El análisis nos permite
concluir que en muchos casos, los nexos son recursos pragmático-
discursivos que los niños han aprendido para narrar historias. Tal es
el caso del nexo copulativo y, también empleado con adverbios tem-
porales como y entonces, y luego. En otros casos, el nexo y funciona
como un verdadero conector copulativo, como se mostró con espe-
cial énfasis en la narración generada por la tarea de cuento. La natu-
raleza de la historia suscitó un encadenamiento de eventos, ligados
al contenido semántico de las escenas. Lo mismo puede decirse de la
yuxtaposición, que aunque hay ausencia de nexo, existe una relación
semántica entre las cláusulas encadenadas. Esta productividad de la
coordinación en las narraciones generadas por la tarea de contar un
cuento a partir de una historia mostrada en ilustraciones ha sido ya
señalada por otros estudiosos que han empleado este recurso para
obtener muestras narrativas de niños en diversas lenguas (Gutié-
rrez-Clellen, 1998; Jackson-Maldonado & Aguillón, 2011). Por ello,
no es extraño que en los veinte cuentos obtenidos en el presente es-
tudio por este medio, la vinculación de cláusulas por coordinación
haya sido la estrategia de relación clausal predominante.

245
En la misma línea de la yuxtaposición, pero como cláusulas
subordinadas, fue interesante observar tan clara diferencia entre
ambas tareas. La yuxtaposición en la tarea de cuento fue princi-
palmente reflejo del reporte directo, donde los niños optan por
este recurso narrativo en el que toman la voz de los personajes de
la historia. Esto es evidencia de la habilidad lingüística que tienen
a esta edad para representar la voz de los personajes y retomar
la narración, con el fin de expresar planos narrativos diferentes.
Aunque menos abundante, la yuxtaposición en la tarea de recuen-
to fue utilizada de manera distinta. Se empleó para hacer un re-
porte indirecto, donde el niño toma la voz de un narrador externo
a la historia en el que el mismo plano narrativo se mantiene en
todo momento. El reporte indirecto que utilizaron los niños fue
una manifestación de su habilidad para reproducir un estilo na-
rrativo previamente escuchado.
El recuento también fue útil como una técnica para evaluar
las construcciones que recuperan los niños. El nexo si, con una
función condicional, fue otro tipo de cláusula subordinada que se
derivó de esta tarea. El que haya resultado como una construcción
frecuente es consecuencia de la habilidad de retener información
sintáctica (provista en el cuento previamente contado), que repre-
senta a su vez, información causal. Al mismo tiempo, los niños
recuperan y reproducen las construcciones que ya tienen incor-
poradas como parte de su conocimiento gramatical. Por esta ra-
zón fue también frecuente encontrar en esta tarea, cláusulas cuyos
nexos tienen una función adverbial final, ligadas conceptualmen-
te a eventos consecutivos (p.e. El gato quiere mirarse en el espejo
para ver si no tiene leche en los bigotes).
Finalmente, fue interesante encontrar que algunas preposicio-
nes sirvieron de nexos, aunque en proporciones menores a otro
tipo de conectores. Esto implica que los niños prefieren el uso de

246
otros nexos, tal vez más convencionales, para expresar la subordi-
nación. El encaje de las preposiciones en cláusulas subordinadas
no es un tema nuevo en el lenguaje del adulto (Brucart, 1999). Pero
resulta informativo que en el presente estudio, los niños de prime-
ro de primaria, entre seis y siete años utilizan este recurso relacio-
nal. La información adverbial de tiempo, manera y lugar también
puede ser indicada mediante frases preposicionales o adverbiales.
Este fenómeno se ha observado con anterioridad en estudios que
comparan las narraciones de niños de edad preescolar y escolar.
En el estudio de Gutiérrez-Clellen y Hofstetter (1994) se encon-
tró que conforme los niños son mayores, tienden a aumentar el
uso de ambos tipos de frases. Mientras que los niños preescola-
res las usaron para proveer información en contextos ambiguos,
los niños mayores emplearon estas frases para darle coherencia a
sus historias y para establecer planos narrativos distintos. Al igual
que en el estudio de Gutiérrez-Clellen y Hofstetter (1994), aquí se
ha podido detectar que los niños utilizan elementos adverbiales y
preposicionales, además de las cláusulas típicas de coordinación
y subordinación, como herramientas adicionales que denotan la
incorporación de tiempo, lugar, cantidad y manera en los eventos
narrativos. Esto indica que los niños a esta edad ya procesan la in-
formación semántica del cuento, y las cláusulas típicas del lengua-
je adulto son utilizadas en esta etapa escolar, si bien, la demanda
cognitiva que implica la narración pudiera actuar en cierto detri-
mento del nivel microestructural de la complejidad gramatical.
Una de las aportaciones de esta investigación es que al compa-
rar dos tareas narrativas (cuento y recuento) es posible analizar
diferentes tipos de estructuras. El cuento da la posibilidad de eva-
luar cuáles son las construcciones gramaticales que el niño puede
elaborar espontáneamente, gracias a su repertorio sintáctico-se-
mántico. El recuento permite evaluar qué construcciones grama-

247
ticales son las que el niño puede recuperar, a partir de un discurso
previamente escuchado, pero también a partir de su propio reper-
torio sintáctico-semántico. Hay construcciones espontáneas que
el niño utiliza como un modo natural de narración (por ejemplo,
la yuxtaposición en el reporte directo), mientras que aparecen
otras que el niño recupera, porque existen dentro de su propio
conocimiento lingüístico, pero que posiblemente no se suscitarían
de modo espontáneo (por ejemplo, la cláusula condicional).
Con este trabajo se espera haber dado cuenta de la diversidad
en el uso de nexos coordinantes y subordinantes en la producción
narrativa de niños hispanohablantes mexicanos que comienzan la
escuela primaria. La importancia de conocer estos nexos radica en
la necesidad de saber más acerca del desarrollo del lenguaje infan-
til, sobre todo en etapas tardías de adquisición. El registro de usos
adecuados y pertinentes de nexos típicos para coordinar cláusulas
en contraste con usos no convencionales de diversas conjunciones
y preposiciones, principalmente para subordinar cláusulas a otras,
evidencia que la adquisición de estos elementos está en desarrollo.
Esto invita a continuar investigando sobre la complejidad sintácti-
ca en el lenguaje de niños mayores.
Asimismo, las diferencias encontradas a partir de las tareas de
cuento y recuento obligan a seguir indagando los efectos de dis-
tintos tipos de tarea utilizados para la obtención de las muestras
de lenguaje en las investigaciones sobre el lenguaje infantil.

248
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251
La complejidad sintáctica en niños
pre-escolares y escolares.
Con y sin trastorno primario de lenguaje.
Donna Jackson Maldonado (UAQ)
Ricardo Maldonado Soto (UNAM-UAQ)

Palabras clave:
Complejidad sintáctica,
trastorno de lenguaje (TPL),
agramaticalidad.

Resumen
Este estudio analiza estructuras oracionales complejas en narra-
ciones de niños con Trastorno Específico/Primario de Lenguaje
(TPL) y de desarrollo típico entre los 5 y los 9 años. Contrasta
la producción de oraciones adverbiales, nominales y relativas por
medio de varias medidas de longitud y densidad de cláusula así
como por el nivel de agramaticalidad. Los resultados muestran
que no hay diferencia en cuanto el tipo y cantidad de oraciones
subordinadas entre los niños con y sin TPL, pero que estos grupos
sólo se diferencian en cuanto a la función de los componentes en
la oración. Se encuentran también diferencias en el nivel de agra-
maticalidad. Los hallazgos sugieren que las diferencias entre los
niños responden más a niveles funcionales y cualitativos que en el
número de tipos de oraciones emitidas.

253
La oración compleja ha sido de especial interés en estudios psi-
colingüísticos porque ejemplifica diferentes fases en el desarrollo
del lenguaje del niño. Se ha mostrado que su primera aparición
se presenta alrededor de los 2 años, momento en el cual emerge
la relación entre dos o más verbos en la producción infantil. La
evolución de las formas complejas se ha estudiado tanto a nivel
estructural (tipos de frases y oraciones) como funcional (su posi-
ción y función dentro de la oración) y de contenido y uso (los di-
ferentes significados y cambios por contexto) (Bloom et al., 1980,
1984). La importancia de la evolución de oraciones complejas se
ha visto, también, a partir de trabajos con niños con trastornos
de lenguaje oral y escrito. Particularmente, se ha encontrado que
hay una relación fuerte entre el uso de oraciones complejas y la
habilidad de lectura. En estudios con niños que tienen problemas
de aprendizaje se ha observado que usan oraciones más simples
que los niños de desarrollo típico (Kamhi & Catts, 1986, Snyder
& Downey, 1991, Scott, 1988; Restrepo, 1998, Scarborough, 1990,
1991). También se ha mostrado que los niños con trastorno de
lenguaje y/o pérdida de lenguaje por contacto con una segunda
lengua usan oraciones más cortas y menos complejas (Anderson,
2011). Todo lo anterior permite afirmar que el estudio de la ora-
ción compleja se puede abordar desde diferentes perspectivas y
que su relevancia en los procesos de adquisición es multifacética.
La mayoría de los estudios sobre la complejidad se centran en
el inglés; sin embargo, hay algunas observaciones generales que
son operativas en cualquier lengua. Aún así, toda descripción de
la adquisición de la oración compleja debe tomar en cuenta la es-
pecificidad de cada lengua y las conclusiones a las que se llegue
deben surgir de la combinación de tendencias generales de mar-
cación en las lenguas del mundo con las características de la len-
gua que se estudie.

254
La complejidad es un fenómeno que opera tanto a nivel de la
frase nominal como de la oración. Este trabajo se centra en pro-
blemas de complejidad oracional y excluye problemas de orden
frasal. En ello nuestro ensayo difiere de otros estudios de adquisi-
ción del lenguaje (Nippold, 1998, 2007; et al., 2005, 2007; Gutié-
rrez-Clellen & Hofstetter, 1994; Scott, 1988) que también incluyen
en su análisis frases apositivas (Isabel, la Reina madre,…), com-
plementos adnominales que modifican al sustantivo introducidos
por una preposición (La casa de madera…) y adjuntos preposicio-
nales (Lo busqué en el diccionario) que, como bien se sabe, forman
parte de la cláusula simple (Bello 1847; Givon 1980, 2001; Gili
Gaya 1961; Dixon & Eikhenvald, 2006; Horie, 2000).
A la complejidad oracional conciernen emisiones complejas
que rebasan los límites de la cláusula (Dixon & Eikhenvald, 2006;
Givón, 1980, 2001; Horie, 2000; Noonan, 2007). En la combinación
de dos o más oraciones puede haber relaciones de coordinación
o subordinación. En las primeras ambos componentes tienen el
mismo nivel y constituyen acciones independientes que se pueden
asociar de distintas maneras (Adrián llegó y Valeria se fue; Es rico
e infeliz) o que se pueden excluir (Antonio estudia mucho pero no
aprende nada). Este trabajo sólo estudia relaciones de subordina-
ción. En ellas conviven una oración principal y otra, llamada su-
bordinada o dependiente, que puede complementar o modificar
a la principal. Los complementos corresponden a argumentos ya
sea de sujeto (El que tiró el café fue mi tío) o de objeto (Pienso que
las cosas pueden ser más fáciles). En cambio, los modificadores son
adjuntos que introducen una variedad de nociones, como las de
modo (Resolvió el problema como le enseñaron en casa), de tiempo
(Abrió los ojos cuando sonó el despertador), de causa (Se pudrió la
mesa porque la dejaron a la intemperie) o de finalidad (Traje el ves-
tido para que lo vieras). Los adjuntos se pueden eliminar (Encontré

255
la mesa, en que no hace falta decir la mesa “en un almacen de des-
cuento”); en cambio, si falta un argumento en una oración queda
incompleta (no se puede decir Resolvió sin decir qué se resolvió).
Es pertinente aclarar que la unión de dos verbos no necesa-
riamente involucra una oración compleja. Hay por lo menos tres
clases de verbos que han dejado de ser verbos completos para fun-
cionar ahora como auxiliares. Los verbos modales (típicamente
tener, poder y deber), los aspectuales (típicamente seguir, empezar,
acabar) y los temporales (ser, estar, haber, y andar) son auxiliares
que forman perífrasis o verbos complejos. Así, en Empezó a llover
hay una perífrasis aspectual, mientras que en Tengo que terminar
el trabajo la perífrasis es modal.
Es común que las oraciones compuestas se formen con los lla-
mados conceptos secundarios (Dixon & Eikhenvald, 2006). Se
trata de expresiones que no se suelen usar solas y que tienden a
ligarse a otro verbo, llamados típicamente auxiliares. Los verbos
secundarios son desear, querer, y los verbos epistémicos del tipo
creer y los de comunicación como decir. Un fenómeno común es
que estos verbos se conviertan en expresiones formuláicas que
se emplean para introducir el contenido de la segunda oración
(Thompson 2002, Langacker 2009). Creer tiende a ser usado para
anticipar un evento (Creo que va a llover), mientras que querer
se usa tanto con fines correctivos (¿Azul? Querrás decir verde). El
caso de querer puede también tener un sentido de anticipación (Ya
me quiero ir) o, como se verá más adelante, uno modal en virtud
de que pierde su sentido intencional (Quiere ver el panal). Estos
usos contrastan notablemente con su función como verbo pleno
en oraciones simples (Dijo la verdad, Cree en espíritus, Quiere una
cerveza). En este trabajo se diferencian las oraciones con verbos
plenos que componen oraciones subordinadas de aquellas estruc-
turas de corte perifrástico.

256
El caso de decir merece especial atención. Se puede emplear en
discurso indirecto para reportar lo dicho por alguien (Dijo que
estaba enfermo, Dice que es casado) donde lo importante es estar
enfermo o ser casado. En algunas gramáticas, se ha llamado al tipo
de estructura con decir, como discurso reportado. De Vries (2008)
sostiene que no es lo mismo el discurso directo que el indirecto
con decir y que se deben definir pragmáticamente como valores
independientes. En casos particulares también ocurren en formas
subordinadas. Las partes reportadas podrían verse como argu-
mentos completos. De ahí que las formas indirectas, como Le dijo
que fuera son distintas a las directas como, Le dijo, “vete de aquí”.
En este trabajo se sostiene que las formas indirectas con decir +
que forman estructuras subordinadas, mientras que las directas
con dijo, “vete” forman oraciones independientes y por lo tanto no
se incluyen en el análisis.
Este estudio incluye también el análisis de las oraciones rela-
tivas. A diferencia de otras lenguas, las relativas en español pue-
den modificar a cualquier sustantivo en la oración sin importar
que sea argumento o adjunto. Sin embargo, aparecen primero en
la adquisición las relativas de sujeto, marcadas externamente por
una cabeza o antecedente de sujeto, (según ciertos criterios de-
terminadas por su posición en la oración) (El señor que está en
la silla es mi padre) y de objeto (Le dieron un regalo que nunca
olvidó). Además del antecedente es también pertinente la fun-
ción interna del sustantivo dentro de la relativa (Comrie, 1981;
Keenan y Comrie, 1977; Diessel, 2004). Una vez más, tanto las
de sujeto como las de objeto son las más frecuentes. Sin embargo
es pertinente revisar si las de sujeto interno (El ruido que sonó
de pronto me sorprendió) dominan a las de objeto interno (Le
ofrecieron un trabajo que no pudo tomar). Puede haber además
relativas locativas y temporales cuando la cabeza tiene esa fun-

257
ción dentro de la oración. A pesar de que este trabajo, analiza
tanto la función interna como la externa, el análisis de frecuen-
cia se centra en la función interna.
La relativas pueden ser restrictivas (especificativas) o no res-
trictivas (explicativas). Las restrictivas permiten seleccionar un
elemento dentro de una gama de posibilidades (El auto que busca-
ba estaba en la última parte del estacionamiento). Por su parte las
explicativas predican alguna propiedad del sustantivo en cuestión
(El automóvil, que es uno de los inventos más importantes del siglo,
es ahora indispensable).

La adquisición de oraciones complejas en español


Los estudios de adquisición de estructuras complejas abarcan una
amplia gama de edades. Se ha considerado que el principio de la
complejidad se da en el momento en que el niño produce dos ver-
bos en una misma emisión o en que ligan una clausula con otra
anterior (Bloom, 1980; Bloom et al., 1989; Rojas, 2009a y 2009b,
2011). Es decir, las primeras emisiones perifrásticas y las primeras
combinaciones subordinadas o coordinadas de verbos representan
el principio de la complejidad oracional. Estos fenómenos se han
observado alrededor de los 2 años de edad (Rojas, para español,
Bloom para inglés). Gran parte de los trabajos ha mostrado que hay
un uso extendido de formas complejas con oraciones subordinadas
y/o coordinadas desde los 3 años de edad y ya a los 5 o 6 años se
ha reportado un uso de prácticamente todos los tipos de oraciones.
Posteriormente va creciendo la longitud, relación conceptual, los
tipos de cláusula y la posición de nexos así como el nivel de elabo-
ración de algunos tipos de oraciones. El presente estudio atiende
a la forma y a la función de las oraciones desde una perspectiva
cognoscitivo-funcional. El estudio se construye, además, bajo el

258
supuesto de que no se adquiere primero una forma y después otra,
sino que pueden emerger diferentes ocurrencias de diferentes tipos
en un mismo momento (Aparici et al 1996, 2001; Verhoeven et al.
2002).
Existen múltiples trabajos en inglés que señalan el orden de
aparición de las oraciones complejas y no siempre hay coinciden-
cia en los hallazgos. Las diferencias se pueden explicar, en parte,
por la discrepancia en el sistema de recopilación de datos (Scott,
1988). Existen estudios longitudinales de caso con datos “densos”,
es decir grabaciones frecuentes y largas (Tomasello, 2003), estu-
dios transversales con poblaciones amplias en situaciones espon-
táneas, datos que se obtienen por narración de cuentos (cuento,
recuento, cuento espontáneo) y estudios con niños mayores en
donde se elicitan textos expositivos. Dado el efecto que puede
tener el sistema de observación, los resultados obtenidos de es-
tructuras complejas debe considerarse en relación con la manera
en que se obtuvo el dato. Así se puede entender que no todos los
autores coinciden en el modo y orden en que adquieren los dife-
rentes tipos de oraciones.
En este trabajo nos centraremos en exponer estudios hechos
principalmente en español para ilustrar la manera en la que las
perspectivas funcionales y estructurales se han adaptado a las in-
vestigaciones hispanas.
En sus estudios sobre las primeras formaciones complejas Ro-
jas (2009a y 2009b, 2011) estudia las formas perifrásticas del tipo
ayúdame a verlo, vamos a ir al jardín que primero funcionan como
ítemes léxicos y se orientan a la formación de una construcción
compleja. En sus datos aparecen dos verbos con flexión en edades
tan tempranas alrededor de los 2;6. Bloom (1980, 1989) ya había
mostrado para el inglés, que también entre los 2 y los 4 años apa-
recen las oraciones subordinadas y coordinadas, fenómeno que

259
explicaba con base en una relación conceptual.
De la misma manera en que hay múltiples mecanismos para ob-
servar la producción de este tipo de formas, también hay diferentes
unidades para describir el proceso de adquisición. Los primeros tra-
bajos en español, de corte fundamentalmente descriptivo, mostraban
la aparición (más no el dominio) de tipos de oraciones en muestras
espontáneas (Aparici et al., 1996, 2001; Barriga, 1986, 2002; Clemen-
te, 1995; Gili-Gaya, 1972; Fernández & Aguado, 2007; Hernández
Pina, 1984, entre otros). A partir de esta serie de trabajos se observa
una secuencia de aparición de estructuras complejas. La mayoría de
los estudios abarca desde los 4 hasta los 8 años y, excepcionalmen-
te, hasta los 12 años. También se ha mostrado que con la madurez
las oraciones reflejan nociones más complejas y que aumenta la fre-
cuencia de uso y los tipos de nexo (Fernández & Aguado, 2007). Con
la madurez, también disminuye la ambigüedad, producto de que el
sujeto de la subordinada no está ya en la oración principal y dis-
minuye también la cantidad de oraciones inapropiadas (Gutierrez-
Clellen & Heinrichs-Ramos, 1993). Aumenta además la cohesión
referencial y causal así como la referencialidad (Bocaz, 1986, 1989).
La mayoría de los trabajos sobre el español no analiza el tipo
de errores ni de procesos de adquisición. Más bien desglosan un
orden de aparición por tipos de oraciones sin especificar si es por
aparición o por dominio y no indican frecuencias. En dos estu-
dios particulares se hace una revisión de estructuras complejas
y se proponen etapas de desarrollo. Shiro et al. (2001) recopila
información de múltiples autores entre ellos Hernández-Pina
(1984), Aguado (1988), López Ornat, Fernández, Gallo & Maris-
cal (1994), Barriga (1986, 1990) y Pérez-Leroux (1998) que usa-
ron principalmente muestras espontáneas y, en casos excepcio-
nales, elicitación dirigida. Fernández y Aguado (2007) hacen un
análisis de una muestra de 50 niños entre los 3 y los 4 años de

260
edad por medio de juegos y narraciones. Sebastián y Slobin (1994)
hacen un estudio de narrativas con el fin de explorar estructuras
oraciones específicas y tipos de verbos en niños de 3, 4, 5 y 9 años
en España, Chile y Argentina. De ese trabajo se pueden deducir
algunas etapas en el desarrollo de diversos tipos de oraciones que
no coinciden del todo con otros trabajos. Las diferencias pueden
deberse al empleo de diferentes metodologías de observación.
La Tabla 1 resume los resultados de estos estudios. Sobre-
sale el acuerdo general en que todas las formas básicas de subor-
dinación ya están presentes desde los 5 y 6 años de edad y en que
las primeras formas aparecen desde los 3 años.

Tabla 1. Resumen de adquisición de oraciones complejas por autor y edad.

Fernández Vázquez y Sebastián y Slobin


Edad Shiro et al (2001)
Aguado (2007) (1994)
3-4 años Relativa sujeto causal, Adverbiales
Locativas final Pocas relativas
Causal nominal OD,
Modo adjetiva
coordinadas

5-6 años Comparativas Baja frecuencia: Causal (inversa)


Relativas objeto Modo
Concesivas Lugar
Condicional Tiempo
Adversativas Condicional
nominal sujeto
comparativa
7-8 años Adversativas (pero)
nominales sujeto
Adjetivas con sub-
juntivo
+ 8 años Adversativas (sino) Aumenta uso relativas
Locativas (donde)

261
En un primer momento, señalan el uso de oraciones causales,
finales, nominales de objeto directo y adjetivas/relativas. Poste-
riormente identifican las de lugar, tiempo y las condicionales. Al
parecer, las nominales de sujeto entran posteriormente.
En algunos trabajos, como Barriga (2002) y Sebastián y Slobin
(1994) se analiza, a su vez, el uso de nexos en las oraciones para
determinar si la aparición de una forma manifiesta su contenido
prototípico. Muestran, por ejemplo, que los niños usan el nexo por-
que sin un sentido causal, sino más bien con valor discursivo, de
encadenamiento de imagen con imagen (chaining) y/o coordinan-
te y que hay un uso excesivo de nexos temporales como y entonces.
Estos últimos más bien funcionan como muletillas y no tienen un
valor temporal o secuencial. Además, en los datos de Sebastián y
Slobin se encuentra el uso de y en vez del nexo que en oraciones
relativas. Esta función del nexo coordinante por subordinante se
ha reportado también en inglés (Scott, 1988; Bloom 1980, 1984).
Las oraciones relativas han merecido atención especial por su su-
puesta alta frecuencia y porque son estructuras interesantes por su
forma y función. La mayoría de estos trabajos estudian las oraciones
relativas desde su función interna. Jisa y Kern (1998), en un estudio
sobre narraciones de niños franceses señalaron que las oraciones
relativas deberían ser de adquisición temprana y fácil. Estudiaron a
niños franco parlantes y encontraron que aparecían primero las re-
lativas en posición de sujeto y que los niños (vs. los adultos) usaban
menos relativas en predicados transitivos. Barriga (1986) también
estudió la adquisición de oraciones relativas en niños mexicanos.
Sugirió, a partir del modelo de Keenan y Comrie (1977), que la po-
sición de sujeto sería más accesible que la de objeto.
Otro tipo de estructura de interés es el uso del subjuntivo en
la frase subordinada, como en oraciones del tipo, Le dijo al perro
que guardara el hueso. Pérez Leroux (2001) muestra que la adqui-

262
sición de esta forma en frases más sencillas es tardía, alrededor
de los 6 años y puede no utilizarse de manera apropiada incluso
después de los 8 años de edad.
Actualmente el enfoque sobre la adquisición de estructuras
complejas se ha centrado más en una visión de procesos de ad-
quisición y no de momentos de aparición. Se ha tratado de mos-
trar este proceso a partir de modelos como la Gramática de Uso
(Diessel, 2004; Tomasello, 2003) o desde una perspectiva concep-
tual como propuso Bloom et al (1984). En español, como ya se ha
mencionado, Rojas (2009a y 2009b, 2011) muestra una construc-
ción gradual y basada en ítemes léxicos como pre-requisito hacia
la complejidad. Ilustra fases en el proceso: 1. Primero se dan se-
cuencias discursivas con verbos flexionados (Déja peino yo, Dice
bájame por favor) y casi en paralelo 2. Duespués, construcciones
integradas en la que un verbo tiene flexión y el otro no (Ayúdame a
verlo, Vamos a ir al jardín, ) y 3. Posteriormente, aparecen marcos
de construcción conjuntiva o subjuntiva en los que ambos verbos
están flexionados y se unen las cláusulas por medio de un nexo
(yo creo que la dejé aquí, mira cómo se columpia). Rojas concluye
que un tipo de verbo selecciona el acceso a las construcciones del
segundo verbo, es decir, apoya la noción de la gramática basada
en el uso en la que los ítemes léxicos fundamentan la adquisición
de estructuras futuras.
A partir de los estudios que se han realizado en español respec-
to de la oración subordinada se puede ver que la mayoría de los
tipos de subordinación está presente ya a los 5 ó 6 años de edad,
que existen algunas desviaciones en cuanto al significado que se
le da a algunos nexos y que habrá madurez en cuanto formas más
elaboradas en edades posteriores, así como un uso más adecuado
de verbos en subjuntivo y el uso de oraciones condicionales. Por
lo tanto, se esperaría que de los 7 a 9 años la mayoría de las for-

263
mas se utilizaran de manera adecuada. Esto es importante porque
establece un marco de referencia para este estudio en niños con
trastornos de lenguaje.

Unidades de análisis y tipos de oraciones


Ahora bien, no todo estudio sobre complejidad estudia única-
mente tipos de oraciones. También es importante tomar en cuen-
ta el tipo de contexto en el que se producen y la relación entre los
tipos de oraciones y las medidas de complejidad. De igual manera
que la metodología afecta el resultado también el sistema de con-
teo de frases puede ser determinante. Este conteo también podrá
influir sobre el tipo de frases que se incluyen. No es igual contar
cláusulas que oraciones, y es importante tener una firme razón
teórica y metodológica para analizar una u otra estructura como
compleja. Parte de la distinción de tipos de medidas se debe al
sistema de transcripción que se use que, a su vez, refleja una posi-
ción teórica. La mayoría de los investigadores que usan el sistema
CHILDES (MacWhinney, 2000) parten de la cláusula (entendi-
da como una emisión con un sólo verbo) como unidad básica de
análisis. Por otro lado, múltiples proyectos desde Loban (1976),
Hunt (1970), Nippold, (2007), Noppold et al. (2005), Scott (1988),
Gutiérrez-Clellen y Hofstetter (1994, para el español) y el sistema
de transcripción de SALT (Miller e Iglesias, 2010, también para
español) utilizan como medida base la unidad C y/o la unidad T
que contemplan tanto la oración principal como sus elementos
subordinados. Sin embargo, cada oración coordinada se analiza
por separado. La diferencia fundamental entre la unidad C y T,
es que la primera puede incluir estructuras no-causales con valor
comunicativo (Hunt, 1970) más no la coordinación. Según Loban
(1976) la unidad C puede incluir oraciones incompletas ligadas a

264
una emisión anterior (como respuestas a preguntas) y la unidad T
sólo contempla oraciones completas.
Dado que muchas investigaciones analizan la proporción de
oraciones subordinadas, nexos dentro de las oraciones y reformu-
laciones es muy importante identificar el tipo de unidad básica que
se emplea para poder interpretar los resultados a la luz de paráme-
tros similares. Scott (1988) sugiere que la subordinación múltiple
es signo de madurez lingüística. Por ello, la manera en que se cuen-
ta la subordinación es muy importante. En este trabajo se utiliza
la unidad T para contemplar en una sola línea de la transcripción
toda la información relevante a la subordinación. En la transcrip-
ción por cláusulas dicha información aparecería en líneas separa-
das y merecería mayor número de códigos para su análisis.
Nippold (2007), Nippold et al., (2005), basada parcialmente en
Scott (1988) y Hunt (1970) propone que no sólo se contemple la
cantidad de unidades T, sino también la densidad de la cláusula.
Esta cuenta incluye el total de cláusulas (independiente + relati-
vas, adverbiales, nominales, etc.) dividida por el número total de
unidades T. Sólo cuenta cláusulas con verbos finitos y predicados.
Gran parte de los trabajos que incluyen este tipo de análisis pro-
vienen de estudios contrastivos entre niños de desarrollo típico y
niños con trastornos de lenguaje y/o aprendizaje.
Gutiérrez-Clellen (1998), Gutiérrez-Clellen & Holfstetter
(1994) y Restrepo et al. (2010) amplían la propuesta y utilizan la
longitud media de la unidad T (MLT) como base para analizar la
complejidad oracional en niños monolingües y bilingües entre los
4 y los 8 años de edad con y sin Trastorno Específico/Primario de
Lenguaje (TPL). Aumentan a esta unidad el análisis por medio de
un índice que llaman “índice de subordinación” (SI) similar a la
densidad de Nippold y utilizado también en el sistema SALT. Es
el promedio del número de cláusulas por unidad T dividido por

265
el número total de unidades T. En su cuenta de cláusulas incluyen
las oraciones simples, incluso cuando no hay subordinación. Esto
hace que un índice de 2 realmente sólo sea una oración subordi-
nada con una oración principal. De ahí que realmente no sea un
índice de subordinación sino un índice de cláusulas.
Una unidad que también se ha propuesto dentro de los traba-
jos sobre complejidad es la de un índice para marcar la cantidad
y proporción de oraciones agramaticales. Ha sido infrecuente la
descripción del tipo y cantidad de “errores” o desviaciones que co-
meten los niños en oraciones subordinadas en su proceso de ad-
quisición. Sin embargo, es un índice importante, pues es una ma-
nera de diferenciar el desarrollo típico del aípico (Simon Cereijido
& Gutiérrez-Clellen, 2007) y también muestra que aunque se haya
utilizado un tipo de oración, no necesariamente se ha producido
correctamente. La propuesta de índice de agramaticalidad que se
propone en el estudio citado es una proporción de oraciones agra-
maticales en relación con el total de unidades T.
Otro tema en la interpretación de los resultados es el tipo de
construcciones que se analizan dentro de la complejidad. Hay
gran discrepancia en los resultados según el tipo de estructuras
que se consideran como complejas y/o subordinadas porque mu-
chos estudios no definen si es complejidad oracional o frasal. La
frecuencia de uso cambia notablemente si se incluyen las estruc-
turas perifrásticas (podía ir) dentro de las oraciones subordinadas,
como lo hacen muchos estudios en inglés. Por otro lado, unos tra-
bajos incluyen adjuntos oracionales y/frases introducidas por una
preposición (fue al parque) como ejemplares de la subordinación.
Tal es el caso de los trabajos en inglés que usan el modelo de Nippold
(2006, 2007) y Scott (1988) o en español como el trabajo de Gu-
tiérrez-Clellen (1998) y Gutiérrez-Clellen & Holfstetter (1994). La
tradición de incluir estas formas viene de la gramática generativa

266
porque seguramente asumen que en la estructura profunda hay
dos oraciones que luego se simplifican en una.
Como ya se ha señalado, en este trabajo se analizan los diferen-
tes tipos de perífrasis verbal como unidades y no como dos verbos
en dos oraciones, una de la cuales es subordinada. Las perífrasis
modales y aspectuales se cuentan como una unidad verbal. Ade-
más, las perífrasis temporales: de futuro (voy a ir), progresivas
de presente (está corriendo), de imperfecto (estaba viendo) o de
antefuturo imperfecto (iba a ver) son consideradas como unida-
des perifrásticas. De la misma manera, el caso del verbo querer se
analiza como perífrasis siempre y cuando tenga un matiz modal
y haya perdido su sentido intencional (quería ir). En resumen, las
perífrasis verbales formadas con infinitivo, gerundio y participio,
en sus múltiples formas, se analizan como unidades. En cambio,
estructuras preposicionales con función final y que contienen
formas de infinitivo (Lo usa para comer), se analizan como ora-
ciones subordinadas. Evidentemente, son subordinados los com-
plementos oracionales de objeto, de sujeto, así como los adjuntos
modales, locativos y temporales. Puesto que muchos trabajos no
hacen estas distinciones es difícil hacer una comparación con sus
resultados porque al separar las perífrasis el número de oraciones
subordinadas se multiplica.
El análisis del discurso reportado, directo, y Le dijo, no te va-
yas e indirecto, El niño dijo, es una rana sigue parámetros espe-
cíficos. Como se indicó arriba, De Vries (2008) sostiene que las
formas indirectas son distintas a las directas. En los estudios de
lenguaje infantil no se ha hecho esta distinción ni se han indi-
cado ejemplos de estos dos tipos. De ahí que no se pueda saber
cómo se han analizado en los diversos estudios. Lo pertinente es
que la frecuencia de ambas formas es alta, particularmente en los
trabajos con narraciones por medio de los libros de la Rana y en

267
niños con trastorno de lenguaje. Esto podría inflar considerable-
mente las ocurrencias de oraciones subordinadas si se tomaran
como oraciones dependientes. En este trabajo no se incluyen los
ejemplos del discurso directo en la cuenta de oraciones complejas,
en cambio, las de discurso indirecto se clasifican como oraciones
subordinadas nominales. Este tipo de análisis podría provocar
discrepancias fuertes al compararse con otros estudios.

Tipos de oraciones subordinadas


La mayoría de los estudios que proponen la aparición de estruc-
turas complejas en español parten de la tradición hispánica y se-
paran las oraciones de acuerdo a preceptos de la RAE (Gili Gaya,
1962, RAE, 2010). En investigaciones más recientes en otras len-
guas no se ha hecho una distinción tan fina de oraciones coordi-
nadas y subordinadas sino que se han expuesto categorías más
amplias. Por otro lado, en los estudios del inglés de Scott (1988),
Nippold (2007, 2006, et al, 2005) se proponen 3 grandes catego-
rías: nominales, relativas y adverbiales. No incluyeron en su análi-
sis frases con infinitivo. Para el español, Gutiérrez-Clellen (1998),
Gutiérrez-Clellen y Holfstetter (1994) y Restrepo et al (2010) ex-
hiben seis grandes categorías y en algunos casos señalan el tipo de
nexo subordinante o coordinante. Gutiérrez-Clellen (1998) y Gu-
tiérrez-Clellen y Holfstetter(1994) clasifican las subordinadas en
relativas (de sujeto o de objeto, de posición externa), nominales las
funciones de la frase nominal, de infinitivo (quizás erróneamente
subordinadas con un verbo en infinitivo: Quería matar a la rana),
cláusulas adverbiales de tiempo, finalidad, razón, lugar o modo,
frases adverbiales con las mismas funciones que las cláusulas ad-
verbiales y frases preposicionales con funciones de modificación
de un sustantivo o con las mismas funciones que cubren las frases

268
adverbiales (Se fue a la cocina y el amigo de Juan). Seguramente
esta clasificación intenta diferenciar si las funciones adverbiales
se codifican con oraciones, adverbios o frases. En el corpus de
Sebastián y Slobin (1994), en cambio, sólo se analizan oraciones
temporales, causales y relativas que aparecen en las narrativas de
la Rana. Entonces, determinar el tipo de oraciones complejas que
habría de analizarse es un asunto dependiente en gran medida de
los objetivos de la investigación.
En este trabajo la oración subordinada incorpora las nomina-
les, las relativas, las adverbiales y las finales. Aunque las oraciones
coordinadas, como las oraciones adversativas con pero, implican
procesos interesantes, no son objeto de este estudio.

Contrastes entre el desarrollo de lenguaje típico y atípico


Varios trabajos dedicados a la complejidad oracional (Gutiérrez-
Clellen y colegas) han mostrado que este tipo de estructura di-
ferencia a poblaciones de desarrollo típico de poblaciones con
diversos trastornos de lenguaje como el Trastorno Primario de
Lenguaje1 (TPL). También, como se dijo anteriormente, son mar-
cadores importantes porque proyectan la capacidad lectora en ni-
ños de edad escolar.
El TPL es un trastorno de lenguaje que se presenta en niños
que no tienen ninguna afectación cognoscitiva (autismo, déficit
de atención), lesión neurológica o de audición. Es decir, no hay
ninguna razón aparente que explique su trastorno lingüístico.
Uno de los componentes lingüísticos más sensibles en estos niños
es la morfosintaxis, por encima de cuestiones léxicas (Leonard,
1998; Restrepo y Gutiérrez-Clellen, 2004). Se identifican, por lo
1
Llamado también Trastorno Específico de Lenguaje (TEL). Aquí se usarán las
siglas “TPL” en vez de TEL, que es lo que se ha usado anteriormente.

269
general, después de los 4 años de edad por tener un retraso signi-
ficativo de por lo menos seis meses en su lenguaje expresivo y/o
receptivo, un coeficiente intelectual mayor a 85, una diferencia de
alrededor de 12 meses entre la edad mental y la lingüística, hay
también problemas de tiempo de procesamiento y de memoria de
trabajo (Leonard, 1998; Norbury et al., 2008; Plante, 1998; Rapin
& Allen, 1983). A partir de estas características, en este trabajo
se establece un “estándar de oro”, que es una manera de reunir
distintos criterios para establecer una manera clara de identificar
a los niños (Tomblin et al., 1996 y Plante, 1998). Los criterios de
inclusión son: tener un retraso de 1.25 desviación estándar por
debajo de la media o caer por debajo del percentil 16 en dos o
más componentes o pruebas de lenguaje (Conti-Ramsden, Bot-
ting & Faragher, 2001; Kamhi, 1998; Plante, 1998; Stark & Tallal,
1981; Tomblin et al., 1996, 2010), que los padres o maestros hayan
reportado su preocupación por un aparente retraso del lenguaje,
que estén en una terapia de lenguaje y que tengan un alto índice
de producción de frases agramaticales.
Con el fin de explorar cuestiones morfosintácticas en niños de
habla hispana, Gutiérrez-Clellen (1998), Gutiérrez-Clellen y Hol-
fstetter (1994 ), Restrepo (1996) y Restrepo et al. (2010) llevaron
a cabo estudios con niños bilingües en los que analizaron, entre
otras cosas, las estructuras oracionales complejas con el modelo
expuesto anteriormente de unidad T, índice de subordinación y
tipos de oraciones. En otros trabajos también se han observado
otros elementos morfosintácticos como la agramaticalidad (Res-
trepo y Gutiérrez-Clellen, 2004; Simon-Cereijido y Gutiérrez-
Clellen, 2007).
En el estudio de Gutiérrez-Clellen (1998), que no observó di-
rectamente a niños TPL, sino a aquéllos con problemas de ren-
dimiento escolar, contrastó su lenguaje narrativo con el de niños

270
con rendimiento normal (de kinder hasta 5º año de primaria) por
medio de una película y de la lectura de un libro. Aunque ambos
grupos de niños tenían porcentajes bajos de oraciones complejas,
los niños de rendimiento bajo usaron significativamente menos
oraciones complejas en general y todavía menos oraciones rela-
tivas. Sus hallazgos fueron similares a su estudio del 1994 en que
mostró que los niños con desarrollo típico y los niños TPL usaban
las oraciones adverbiales, oraciones con infinitivo, nominales, re-
lativas y el número de palabras por unidad T de manera distinta.
Los niños con promedios escolares medios usaron más oraciones
subordinadas y su longitud de unidad T e índice de subordina-
ción eran mayores que los niños con bajo rendimiento escolar y,
además usaron oraciones relativas para describir personajes. La
autora sugiere, también, que el análisis no se debe limitar a consi-
derar únicamente la descripción de la forma oracional, sino que la
función es igualmente importante. De ahí que proponga analizar
para qué se usa cada tipo de estructura: para describir emociones,
para dar la situación de la narración, etc.
En un trabajo posterior, también con narraciones, Simon-
Cereijido y Gutiérrez-Clellen (2007) contrastaron a niños pre-
escolares de desarrollo típico con niños TPL. Lo pertinente para
el presente trabajo es que mostraron una diferencia significativa
entre ambos grupos respecto de su nivel de agramaticalidad.
Restrepo (1998) hizo un estudio en niños de 5 a 7 años con y
sin TPL para mostrar identificadores del trastorno. En este caso
se observaron por medio de muestras espontáneas y lenguaje. Se
analizó la media de las unidades T, las categorías gramaticales
de las palabras y los niveles de agramaticalidad, además de otros
componentes no relevantes para este estudio. Los resultados mos-
traron que el número de unidades T y el número de errores por
unidad tenían poder de discriminación.

271
Por lo que se indica en los estudios sobre el español en niños
con TPL, es consistente el hallazgo de que hay diferencias entre
las poblaciones en cuanto la cantidad de oraciones subordinadas
(vistas a partir de la unidad T), la cantidad de oraciones agrama-
ticales y que puede haber una diferencia por el tipo de oración. Al
parecer, habría diferencias en oraciones relativas y nominales.
Los trabajos expuestos abarcan diferentes perspectivas sobre
la adquisición de las oraciones complejas, particularmente las su-
bordinadas en poblaciones de niños anglo e hispanoparlantes y en
contraste con niños con TPL. Hay poco trabajo en niños hispano-
parlantes, mucho menos en población monolingüe. El trabajo que
se presenta aquí aportará nueva información sobre la adquisición
de la subordinación en dos grupos de niños monolingües, hablan-
tes de español: con y sin TPL en textos narrativos.
Este capítulo hace un análisis de tres tipos de oración compleja
que fueron las más frecuentes en una tarea narrativa. Aunque los
niños usaron más tipos de oración, sólo se entra a fondo en el estu-
dio de oraciones adverbiales, nominales y relativas. Los otros tipos
tuvieron frecuencias muy bajas que no permiten llegar a generali-
zaciones importantes. Los objetivos del trabajo son: 1. Describir la
frecuencia de tipos de oraciones subordinadas en niños con y sin
TPL, 2. Analizar la forma y función de oraciones adverbiales, no-
minales y relativas en los dos grupos de niños, 3. Comparar tipos e
índices de oraciones subordinadas entre ambos grupos de niños y
4. Describir los contextos lingüísticos en los que aparecen las ora-
ciones. 5. Mostrar diferencias por niveles de agramaticalidad.
Este estudio es parte de un proyecto mayor (CONACYT, 60795
de Donna Jackson Lembark) que incluye una población más am-
plia y una diversidad de instrumentos de evaluación y observa-
ción. En este trabajo sólo se utilizará una sub-muestra y un grupo
limitado de instrumentos.

272
Unidades de análisis
Las unidades de análisis de la oración subordinada se describie-
ron anteriormente. Los tipos de oración que se analizan son de las
categorías amplias propuestas por Nippold (2006, 2007) y Diessel
(2004 ) para el inglés y para el español por Gutiérrez-Clellen (1998
y Gutiérrez-Clellen y Holfstetter (1994): relativas, adverbiales, no-
minales. Cabe aclarar, únicamente el nivel de análisis que se hace
respecto de las oraciones relativas. En el estudio se describe tanto
la función interna del sustantivo de la relativa como la externa,
del antecedente o de cabeza (según la terminología de diferentes
autores). En ambos casos se proponen cuatro categorías: de sujeto,
objeto, temporal o locativo. Estos se marcan, siguiendo el estilo de
Comrie (1981), Jisa y Kern (1998), Diessel (2004) o Rojas (2009)
con la función externa en primer lugar y la función interna en-
tre corchetes. Así una externa de sujeto objeto, como La casa que
compraste, se marcará SUJ[OBJ]. Mientras que una externa de ob-
jeto e interna de sujeto, como Buscó al abogado que me ayudó, se
marcará OBJ[SUJ]. El análisis de frecuencia de tipos de relativas
se hace con base en la categoría interna para contrastar los resulta-
dos con otros estudios que lo han hecho de manera similar.
Además, se analiza el tipo de oración adverbial: causal, tempo-
ral (y modal, final, condicional, locativo en las cuentas totales).
Se hace también un análisis que relaciona el tipo de imagen y los
verbos que la describen. Se expone la cantidad y proporción de
cada tipo de oración sobre el total de unidad T.
Con el fin de poner en dimensión el uso de las oraciones, se
propone un índice que aquí se llamará “índice de cláusula”. Esta
difiere del “índice de subordinación” utilizado en otros estudios
porque no incluye oraciones simples, independientes. La fórmula
consiste en el número de cláusulas (principal + subordinadas) en-
tre el número de unidades T.

273
Finalmente, se analizan las oraciones agramaticales, que pue-
den ser de varios tipos. Este trabajo no se centra en la descripción
detallada de los tipos de agramaticalidad. Se toma como agrama-
tical cualquier desviación gramatical como errores de concor-
dancia, elisión de argumentos, problemas con la codificación del
agente y el paciente, y otras expresiones que por diversas razones
produzcan emisiones incoherentes. También se propone un índi-
ce de agramaticalidad que es el total de oraciones agramaticales
dividido por el total de unidades T.

Participantes
En el estudio participaron 26 niños entre los 5 y 9 años de edad,
de los cuales 13 fueron niños con TPL y 13 con desarrollo típi-
co (DT). En promedio, los niños eran del mismo género y nivel
socio-educativo (NSE) de los niños TPL con una diferencia de
más o menos 3 meses. No hubo diferencia significativa entre los
grupos en su edad, género o NSE. Como se puede observar en la
Tabla 2, hay más niños que niñas y esto es porque en general hay
más varones con este problema de lenguaje. Los niños provenían
de diferentes niveles socio-económicos (NSE) determinado por
el nivel de escolaridad de la madre. En NSE, el número 1 corres-
ponde a escolaridad de secundaria o menos y el 2 es de estudios de
preparatoria o más. El género, 1 es masculino y el 2 es femenino.
Tabla 2. Características de Participantes.
EDAD NSE
GRUPO GÉNERO
Media(rango)
FEM MASC <SEC >PREP
TPL 7.4 (5-9.4) 4 9 7 6

DT 7.3 (5-9.11) 2 11 5 8

274
Los niños con TPL se identificaron por medio de los estándares ex-
puestos anteriormente. No tenían ningún criterio de exclusión (pér-
dida auditiva, lesión neurológica o problemas cognoscitivos, etc.).

Instrumentos
Los instrumentos que se utilizaron fueron un conjunto de prue-
bas formales de lenguaje para determinar el nivel de lenguaje de
los niños, una prueba de inteligencia para descartar criterios de
exclusión y una observación dirigida de una narración por me-
dio de un cuento sin texto. En el estudio mayor se aplicaron otras
pruebas que no se describen aquí.
A todos los participantes del estudio se les aplicó una batería de
pruebas de desarrollo general: una historia clínica, una prueba de
inteligencia (TONI-II (Brown, Sherbenou & Johnsen, 2000), o K-
ABC (Kaufman y Kaufman, 1983), una audiometría y las pruebas
de lenguaje que se mencionan abajo.
Para medir vocabulario se usó una prueba vocabulario por me-
dio de la selección forzada de imágenes que tiene una versión recep-
tiva y otra expresiva: Expressive One Word Vocabulary Test (EOW)
(Brownwell, 2001) y Receptive One Word Vocabulary Test (ROW)
(Brownwell, 2001). Las pruebas tienen normas de niños bilingües.
Para medir morfología y complejidad de oraciones se usaron
dos escalas de la prueba Spanish Clinical Evaluation of Language
Fundamentals-4 (SCELF-4) (Semel, Wiig & Secord, 2006): Estruc-
tura de Palabras (CELFEP) y Repetición de Oraciones (CELFRO).
Los datos de oraciones complejas se obtuvieron por medio de una
narración espontánea de una historia de imágenes sin texto, “Frog
Where are You” (Mayer, 1969) que se grabó en audio y posteriormen-
te se transcribió al sistema SALT (Miller e Iglesias, 2010) para codifi-
car y calificar las unidades estudiadas. El niño primero hojeó el libro
y después platicó la historia al mismo tiempo que iba viendo las imá-
genes. Por lo tanto, fue una producción espontánea y no re-cuento.

275
Procedimiento
Se obtuvo la muestra con niños en escuelas regulares y en centros
de atención a niños con problemas de lenguaje y aprendizaje en
el estado de Querétaro, México. En la mayoría de los centros a los
que se acudió los niños no tenían un diagnóstico de TPL como tal,
sino más bien como “disfasias” o retraso de lenguaje. Se aplicaron
las pruebas de lenguaje, cuestionarios a los padres y se elaboraron
historias clínicas para determinar que no tuvieran otras caracte-
rísticas de exclusión.
Dada la escasez de niños con diagnóstico de TPL en los centros
de atención, se acudió a escuelas regulares bajo el supuesto de que
alrededor del 7.4% de niños (según estadísticas internacionales)
(Tomblin et al., 1997a, 1997b) pudiera tener un trastorno de len-
guaje aunque no estuviera identificado. En las escuelas se le pidió
a la maestra que identificara los niños que “tuvieran problemas
para expresarse, particularmente para responder a preguntas, ex-
plicar conceptos complejos, narrar o describir de manera elabo-
rada”. De los niños remitidos se hizo una selección de niños que
cumplieran con los criterios de inclusión.
Los padres de familia y/o maestros de la escuela llenaron un
cuestionario sobre el desarrollo del niño (historia clínica) así
como una carta de consentimiento. Se les practicó una audiome-
tría a todos los niños del estudio (TPL y DT) para descartar una
posible pérdida auditiva. Todos los niños del estudio tenían nive-
les de audición dentro de los rangos normales. Toda duda sobre la
pertenencia a uno u otro grupo de estudio se resolvió mediante la
opinión de dos expertas en audición y lenguaje.
Los niños se observaron, por lo general, en su escuela o clínica
en 1 o 2 sesiones de aproximadamente 30 minutos cada una. Se
aplicaron las pruebas en orden aleatorio, salvo la prueba de in-
teligencia porque contenía un importante criterio de exclusión,

276
que siempre se aplicó al principio de la sesión. Las pruebas fue-
ron aplicadas por un asistente de investigación previamente en-
trenado y capacitado para la aplicación. Ningún niño fue forzado
a participar en el estudio. Si no mostraba interés o quería dejar de
participar cesaba su participación en el estudio.
Las narraciones se transcribieron al sistema SALT por dos per-
sonas de manera independiente para asegurar la confiabilidad
(acuerdo de más del 88%).

Resultados
El análisis de los datos se hizo en primer término de todas las
oraciones subordinadas para determinar el tipo de oraciones más
frecuente. Se obtuvo la proporción de cada grupo general de su-
bordinadas respecto del total de oraciones en la muestra. La pro-
porción de cada subtipo de subordinación (por ejemplo de cada
tipo de subordinación adverbial) se estableció sacando el subtipo
sobre la clase subordinada. Es decir, las locativas (1) sobre el total
de adverbiales (22). La Tabla 3 muestra el total de tipos de su-
bordinadas y cada subtipo de oración subordinada por grupo de
niños. En la tabla se incluye la cantidad de oraciones con discur-
so reportado y de perífrasis (progresivo, aspectual y modal) para
ilustrar su frecuencia en los datos, sin considerarlos dentro del
grupo de oraciones subordinadas. Nótese que la suma de porcen-
tajes de cada tipo de oración no es el 100% porque puede haber
más de un tipo de subordinación en cada oración.
Como se puede observar, la mayor frecuencia es de oraciones
adverbiales en ambos grupos de niños. También sobresalen, las
oraciones nominales, principalmente de objeto. Las oraciones re-
lativas son las menos frecuentes en ambos grupos. Se describirán
estos tres tipos de oraciones.

277
Tabla 3. Tipos de oraciones subordinadas
por grupo de niños. Totales y porcentajes.

TPL DT
TIPO ORACIÓN porcentaje total porcentaje total
predicativa adv 13.64 3 9.38 3
locat adv 4.55 1 9.38 3
causal adv 40.91 9 21.88 7
temp adv 40.91 9 31.25 10
final adv 0 25.00 8
condic adv 0 3.13 1
PORCENT ADV 37.93% 58.18%
TOTAL ADV 22 32
nominal suj 0 8.33 1
nominal obj 100 91.67 11
PORCENT NOM 25.86% 21.82%
TOTAL NOM 15 12
relat suj interno 28.57 2 62.50 5
relat obj interno 42.86 3 12.50 1
relat loct interno 0 0 25 2
relat temp interno 28.57 2 0 0
PORCENT RELAT 12.07% 14.55%
TOTAL RELAT 7 8
TOT SUBORD 58 55
leng report 14 3
perif en subord 1 9

278
Cabe notar, como se discutió en la primera sección de este tra-
bajo, que el discurso reportado directo conforma una frecuencia
importante de emisiones, particularmente en los niños con TPL.
Este tipo de oración no se considera como compleja, pero es de in-
terés notar cómo su inclusión podría dar una idea errónea del uso
de cláusulas subordinadas. En la mayoría de las investigaciones
sobre complejidad no se hace la distinción entre tipos de oracio-
nes con discurso reportado y seguramente se ha incluído este tipo
de estructura en su análisis.
Sobresale en estos datos la frecuencia de oraciones adverbiales
y nominales. Los niños TPL tuvieron un 37.93% y los niños de
DT 58.18% de adverbiales y 25.86% y 21.82% respectivamente de
nominales. Si se recuerda, en otros trabajos (Barriga, 1985; Jisa
& Kern, 1998; resumen en Shiro et al. 2001) era notable la alta
frecuencia de relativas, mientras que las adverbiales eran las más
tardías. En este estudio las relativas tienen una frecuencia notable-
mente baja. La discrepancia entre los resultados de estudios ante-
riores y los nuestros puede deberse a cuestiones de metodología,
de edad de los niños, de la manera en que se hizo tipo el conteo o,
incluso, de la definición de cada tipo de oración.

Oraciones adverbiales: temporales y causales


Las oraciones adverbiales más frecuentes fueron las causales y las
temporales en ambos grupos. Las finales también fueron frecuen-
tes en los niños de DT. La mayoría de las temporales, como mar-
caron Sebastián y Slobin (1994), fueron inversas. Es decir, el nexo
temporal va topicalizado al inicio de la oración. En muchos casos,
la imagen en que aparecen estas oraciones es aquella en la que
se escapa la rana. También se producen asociadas a la caída del
panal de abejas y algunas otras ocurrencias esporádicas de otros

279
eventos. Es claro que las temporales, en su mayoría introducidas
por cuando, se emplean para marcar la situación inicial en que el
evento nuclear sucede. Se trata de una expresión que ubica el mar-
co temporal en que sucede la acción principal, de ahí que aporte
un significado de simultaneidad, como en los siguientes ejemplos.
Esta estrategia es notablemente usual en el lenguaje adulto.
(1) 2,08 TPL
Cuando el niño y el perro se durmieron la rana se escapó.

(2) 33,06 DT
Cuando se despertaron ya no estaba.

Las oraciones causales también siguieron un patrón homogé-


neo en cuanto su función y estructura. Conservan un sentido cau-
sal y no ocurren en la posición topical invertida que observarían
Sebastián y Slobin (1994).
(3) 33,06 DT
Después se cayó porque se asustó.

(4) 38,06 DT
Estaban corriendo porque le querían picar.

(5) 12,08 TPL


El niño se fue abajo porque lo iban a picar.

(6) 3,09 TPL


El niño se caía con él porque salió un búho.

Este tipo de estructura se mantiene en la mayoría de los parti-


cipantes. La antecede un verbo de actividad o de cambio de estado
y la introduce típicamente el marcador causal porque, esporádica-

280
mente la preposición a. Aunque muchas ocurrencias responden
a la imagen en la que las abejas persiguen al niño, hay oraciones
causales respecto de distintos eventos. No hay una imagen per se
que las motive, aunque ocurre más notoriamente en cambios de
estado sobresalientes. Un factor que parece fomentar el uso de la
causalidad son las situaciones que involucran verbos de emoción
o de cambio de estado interno, como asustar y enojar(se).
(7) 57,08 DT
Se enojó porque rompió el “deste”.

La causalidad no concurre con una sola estructura verbal. Apa-


recen tanto con verbos transitivos como intransitivos ya sea en
forma simple (cayó), en perífrasis (estaban corriendo) o con una
predicación adverbial (fue abajo). De igual manera, en la oración
causal hay verbos transitivos e intransitivos con formas simples y
compuestas. Ocurren flexiones perfectas (cayó, salió) e imperfec-
tas (querían, iban).
De particular interés es que las formas más sofisticadas sólo
aparecieron en los datos de los niños con DT. Son más sofisticadas
ya sea porque contienen más de una oración subordinada o por-
que en vez utilizar sólo el nexo genérico cuando emplean también
un marcador específico como mientras.
(8) 28,08 DT
Y siguieron al perro mientras estaban buscando
en una casa de un búho.

Otro factor interesante es que hay oraciones causales aún más


elaboradas que van introducidas por un nexo causal más espe-
cífico (por eso), agregan información temporal (todo el día) y la
oración causal lleva una perífrasis verbal con preposición a. Ade-
más, ya lleva la elaboración de estado mental o reacción interna al

281
utilizar el verbo pensar. El siguiente ejemplo, de un niño DT de 8
años, ilustra este tipo de frase, que, cabe aclarar, es poco usual en
el corpus:
(9) 55,08 DT
Y por eso la quería ver todo el día porque pensaba
que se iba a escapar.

Oraciones nominales
Las oraciones nominales son menos frecuentes que las adverbia-
les, 25.86% en niños TPL y 21.82% en niños de DT. Aparecen más
en posición de objeto que de sujeto.
(10) 3,09 TPL
Y vieron que no estaba.

(11) 31, 06 DT
Vieron que tenía ranitas.

Puede darse el caso esporádico de que el sujeto de la oración


nominal esté compuesto por dos frases coordinadas:
(12) 57,08 DT
Y vieron que la rana y las ranitas tenían hijos.

Ya con estructuras más elaboradas, se subordina a una oración


con complemento temporal.
(13) 23,08 DT
Y cuando despertó vio que no estaba.

También hay casos de oraciones nominales introducidas con


adverbios locativos (considerados a veces con interrogaciones
indirectas)

282
(14) 14,07 TPL
Yo sé dónde se fue.

(15) 19,05 DT
No sabía dónde estaba.

De las oraciones nominales resaltan las de discurso indirecto


pues de hecho constituyen construcciones causativas en que decir
se emplea como verbo para introducir una orden que otro partici-
pante debe ejecutar. En ambos grupos de niños fueron 6 ocurren-
cias de discurso indirecto de un total de 13 nominales.
(16) 2,08 TPL
Le dijo a su perro que se callara.

(17) 57,08 DT
El niño le estaba diciendo al perrito que se callara.

Esas construcciones de corte causativo van introducidas por el


nexo que y el verbo subordinado va en subjuntivo. Hay concor-
dancia temporal, de manera que si decir va en pasado, el verbo
subordinado va en pasado de subjuntivo (Le dijo que se fuera).
Lo interesante de este fenómeno es que el comportamiento de los
niños con TPL y con DT es notablemente distinto. Si bien es cierto
que en ambos grupos la mitad de las producciones nominales son
de discurso indirecto, los niños con TPL rara vez (sólo hubo una
ocurrencia) usan el subjuntivo y los niños DT siempre lo usan.
Los niños TPL sustituyen el subjuntivo por formas del presente
o imperfectas tanto simples como compuestas. También es de in-
terés que el evento que más provoca el uso de estas oraciones es
cuando, en el cuento, el niño le pide al perro que guarde silencio.
Todas las emisiones de los niños DT son en relación a ese evento.

283
En los niños TPL es mucho más variado el evento que motiva el
discurso indirecto: guardar silencio, las abejas y el panal y cuando
el niño busca a la rana. En los siguientes ejemplos se ve la susti-
tución del subjuntivo y otro tipo de evento que no es la situación
de callar al perro. Además se ilustra la sustitución del subjuntivo.
(18) 3,09 TPL
El niño le decía que no haga ruido su perro.

(19) 59,08 TPL


Dijo el perro que no le picaba.

Oraciones relativas
Las oraciones relativas fueron menos frecuentes. Sólo el 12% en
niños TPL y 14.55% en niños de DT del total de las subordinadas
fueron relativas. Entonces, respecto a otros estudios, no hay coin-
cidencia en cuanto la frecuencia de oraciones relativas. También
se ha señalado que aparecen primero las relativas de sujeto. Existe
discrepancia en relación a los hallazgos de otros estudios. Los ni-
ños con TPL usan más los de objeto (42.86%) y los niños DT más
los de sujeto (62.50%).
De manera similar a lo expuesto por Sebastián y Slobin (1994)
se emplean para aclarar o especificar la frase nominal o para re-
ferirse a algo o a alguien por medio de una descripción en lugar
de emplear su nombre, es decir, se identifican más con oraciones
especificativas que con explicativas.
El ejemplo (20) ilustra una relativa de sujeto interno y externo.
Recuérdese que la función interna va en corchetes:
(20) 12,08 TPL
Era un niño*(que) tenía un rana y un perro.
SUJ[SUJ] (*omisión del nexo que)

284
Como se mencionó, las relativas de objeto interno fueron más
frecuentes, como en el siguiente ejemplo cuyo antecedente exter-
no es sujeto:
(21) 45,06 TPL
La ranita que habían cachado era de una familia.
SUJ[OBJ]
El ejemplo (22) muestra un sujeto interno con objeto externo.
No hubo ocurrencias de sujeto interno y externo.
(22) 4,05 TPL
Y ahí estaba una que se come.
OBJ[SUJ]
Las oraciones relativas también se introducen con pronombres
locativos, con función relativa (donde en lugar de qué tenía) tanto
internas como externas y sólo aparecen en los niños DT. Véase los
ejemplos siguientes:
(23) 16,05 DT
De repente llegaron al panal que vieron.
LOCAT[OBJ]
(24) 28,08 DT
El perro buscó en un panal donde había abejas.
OBJ[LOCAT]
(25) 23,08 DT
El niño por los árboles que tenían hoyos empezó
a gritarle.
LOCAT[SUJ]
Otro tipo de relativa, la temporal apareció en oraciones relativas
temporales, pero únicamente en los niños TPL. En estos casos eran
temporales en función interna y externa. Véase el siguiente ejemplo:

285
(26) 12,08 TPL
En la mañana salió la rana corriendo a la hora que
el perro estaba dormido.
TEMP[TEMP]

Estas cláusulas también contienen elementos más elaborados,


incluyen verbos de percepción, adjetivos descriptivos y adjuntos
de lugar. Los casos fueron relativas de sujeto, la (27) y con función
de objeto externo y la (28) con función locativa externa:
(27) 28,08 DT
El niño olió algo feo que estaba adentro del hoyo.
OBJ[SUJ]
(28) 65,07 DT
El niño escuchó algo en un tronco que estaba.
en el agua.
LOC[SUJ]

Las relativas aparecen infrecuentemente en posición de sujeto


en los niños TPL y con más frecuencia en los niños DT. Como
se dijo anteriormente, esto contradice el orden de aparición en
estudios de adquisición en niños típicos. Cabe aclarar que esos
trabajos se sustentan en muestras espontáneas más que en estu-
dios narrativos y señalan aparición y no frecuencia. Además al
parecer, las relativas se utilizan para aclarar información a par-
tir de imágenes más complejas que involucran más participantes,
objetos y acciones. Tal es el caso de una imagen en la que el niño
mira dentro de un tronco y no queda del todo claro qué está bus-
cando o también cuando hay un panal de abejas y no se sabe con
certidumbre qué sucederá.

286
Oraciones agramaticales
Las oraciones agramaticales fueron menos frecuentes en los niños
DT que en los niños TPL (media de 9 en los primeros y 3.6 en los
segundos, véase la Tabla 4). Es un fenómeno que ocurre, principal-
mente en algunos niños TPL y no de manera general. Estas desvia-
ciones de uso se presentan en oraciones más elaboradas, es decir,
oraciones de mayor longitud que incluyen distintos tipos de adjun-
tos, así como verbos compuestos. Pero aparecen también con una
frecuencia importante en oraciones simples, que no se reportan aquí.
En estos ejemplos el niño omite partes de la oración o palabras
gramaticales. Por ejemplo, hay elisión del nexo relativo o ausencia
de información que sería necesaria para entender la oración y/o
adición innecesaria de clítico. Véase los siguientes ejemplos en los
que la elisión, o reformulación se coloca con un asterisco y entre
paréntesis mientras que la adición se marca con signo de más:
(29) 23,08 DT
El niño *(que estaba) por los árboles que tenían
hoyos empezó a gritar.
(30) 45,06 TPL
El perro pudo olfatear pero no sabían *(que)
no estaban ahí no en el panal.
(31) 12,08 TPL
Cuando +(se) pasó vio unas ranitas bebés.

Otros ejemplos con problemas de gramaticalidad se presentan


en oraciones incomprensibles. Por ejemplo, en la siguiente ora-
ción el niño empieza con una reformulación larga (en paréntesis)
y luego añade una preposición.
(32) 12,08 TPL
Luego de caminar (se cayó de se cayó de) se cayó el
+(de) niño.

287
En otro ejemplo, el niño omite una preposición, y además no dis-
tingue entre sujeto y objeto (el sujeto de la oración es el niño y no el
perro) y el adjunto de lugar no hace referencia al contenido del verbo.
(33) 23,08 DT
Le dice *(al) el perro que guardara silencio en
un tronco que voltearon a ver.

En resumen, en relación a todos los ejemplos anteriores y la


tabla de frecuencia por tipos de oración, se muestra que en la tarea
narrativa ocurren principalmente tres tipos de oraciones: las más
frecuentes son las adverbiales (temporales y causales), después
las nominales y por último las relativas. Cada tipo de oración no
está directamente asociada a imágenes específicas y no está de-
terminada exclusivamente por algún tipo de contexto. Tampoco
hay un tipo de verbo en particular que genere la producción de la
subordinación. Además, hay oraciones agramaticales, principal-
mente en oraciones que incluyen más de una subordinación y son
de varios tipos: uso de clíticos, concordancia verbo-sujeto, uso de
preposiciones.
La descripción cualitativa ilustra una parte de la producción
compleja en estos dos grupos de niños. Otra manera de caracteri-
zar la complejidad es por medio de medidas de corte cuantitativo.

Medidas de complejidad
En este trabajo se analizaron 5 unidades de complejidad: el índice
de cláusula, la densidad, la longitud media de unidad T, el número
total de oraciones subordinadas y un índice de agramaticalidad.
Estas unidades se explicaron en la sección de procedimiento. En
la Tabla 4 se muestran los resultados comparando los grupos de
niños. Se contrastaron los datos por medio de la prueba estadística
“t”. Como se puede ver, ninguna medida de complejidad per se di-

288
ferenció a los grupos a nivel cuantitativo. Sólo el índice de agrama-
ticalidad mostró una diferencia significativa. Así, aunque los resul-
tados de las cuatro medidas de complejidad diferían en los grupos,
favoreciendo a los niños con DT, sólo una unidad mostró una di-
ferencia significativa. De ahí que, contrario a lo que se supondría,
las diferencias entre grupos son más cualitativas que cuantitativas.

Tabla 4. Medidas de complejidad por grupo de niños. Medias y prueba “t”.

  GRUPO MEDIA signif

TPL 9.00  
#SUBORD
DT 10.00  

TPL 0.24  
INDCLAUS
DT 0.29  

TPL 34.23  
#CLAUS
DT 34.46  

TPL 4.69  
MLT
DT 5.10  

TPL 9.00 * .002


AGRAMT
DT 3.62  

TPL 0.29 * .003


INDAGRAM
DT 0.10  

Los hallazgos cuantitativos difieren de los de Gutiérrez-Clellen


et al. (1998), Gutiérrez-Clellen y Holfstetter (1994 ) y Restrepo
et al. (2010), pero habría que tomar en cuenta varios factores: las
unidades se midieron de manera distinta porque se modificó el
índice de subordinación que en su estudio incluía oraciones sim-

289
ples. Sucede también que en esos análisis se incluyeron las perífra-
sis verbales y frases adverbiales en las que no hay subordinación
e incluyeron además los casos de discurso directo que tampoco
corresponden a relaciones claras de subordinación. Tales inclusio-
nes aumentarían inadecuadamente la cantidad de casos de subor-
dinación. Ello es particularmente notable en los niños con TPL
que tienen un alto índice de oraciones con discurso reportado.

Conclusiones
Este trabajo se encargó de hacer un análisis de 3 tipos de oraciones
subordinadas que aparecen en narrativas de niños con y sin TPL.
El análisis incluyó la frecuencia, el contexto lingüístico tanto por
función dentro de la oración como por los tipos de verbos en la
estructura, así como aspectos extralingüísticos, como el tipo de
imágenes o eventos en los que aparecen. Se hizo, también, un con-
traste entre las dos poblaciones estudiadas. Por último, se estudió
la diferencia entre grupos por producciones agramaticales.
La primera pregunta del trabajo era determinar si había dife-
rencias entre los dos grupos de niños. Esta distinción se puede ver
a nivel cualitativo o cuantitativo. Se considera primero el contras-
te cualitativo y, más adelante, el cuantitativo. Es importante seña-
lar que las conclusiones se refieren únicamente al tipo de tarea que
se utilizó y no se pueden generalizar a otros contextos. Es posible
que una tarea con mayor exigencia de procesamiento, como es el
recuento con o sin imágenes y no el cuento espontáneo pudie-
ra inducir una demanda mayor que se reflejara en diferencias de
complejidad entre grupos.
El primer nivel de análisis se refiere al tipo y función de ora-
ciones subordinadas, particularmente causales, temporales, no-
minales y relativas. Aquí sobresale que, contrario a lo reportado

290
en otros estudios, hubo una baja frecuencia de oraciones relativas.
En un resumen de trabajos sobre la aparición de oraciones subor-
dinadas, Shiro et al. (2001) y múltiples trabajos citados (Barriga,
1986; Fernández & Aguado, 2007; Jisa & Kern,1998; Sebastián &
Slobin, 1994) han indicado la aparición temprana de estas estruc-
turas en posición interna de sujeto. Nuestros resultados no son del
todo comparables con la propuesta de Comrie y Keenan (1977) y
Barriga (1986) porque en los niños TPL, que tendrían el lenguaje
menos maduro, hay mayor frecuencia de relativas de objeto mien-
tras que en los niños DT aparecen más en posición de sujeto. La
mayoría de los trabajos citados mostraron la aparición primero de
relativas de sujeto antes de los 5 ó 6 años. Ahora bien, estos traba-
jos citan aparición y no frecuencia. Lo más pertinente de nuestros
hallazgos es que la oración relativa tiene funciones distintas entre
TPL y DT lo que podría ser un factor que habría que considerarse
más a fondo y con datos obtenidos de en contextos que provoquen
este tipo de estructura para determinar si efectivamente caracteri-
zan el comportamiento de los niños TPL.
Aparte de la posición dentro de la oración también es relevante
ver si las relativas son especificativas o explicativas. La mayoría de
los casos de oraciones relativas son del tipo especificativo y no-res-
trictivo. Esto es de esperarse pues, en una tarea narrativa el perso-
naje ya está establecido y lo que resta es dar más información sobre
él. Sólo en posición de objeto se requeriría dar información nueva
o hacer aclaraciones de mayor especificidad (Thompson, 2002).
Las otras oraciones subordinadas también muestran tenden-
cias interesantes. En primer lugar, en relación con las temporales,
los datos coinciden con el estudio de Sebastián y Slobin (1994)
y con las gramáticas de lenguaje adulto en que las temporales se
presentan de manera inversa. Es decir, la subordinada temporal
aparece al principio de la oración y no después del verbo.

291
Lo que se puede observar de las oraciones causales también
coincide con trabajos previos, salvo que no se encontraron ocu-
rrencias de oraciones inversas. Ocurren con distintos tipos y flexio-
nes verbales y en una frecuencia similar a la de los temporales.
Aunque se hubiera esperado una relación entre los tipos de
oraciones y las imágenes del cuento según las características o las
situaciones que representaran, no se encontró una relación directa
entre ellos. Hubo sí muchas instancias de oraciones causales rela-
cionadas con la caída del panal y oraciones temporales asociadas
al momento en que se iba la rana, pero también se presentaron
este tipo de oraciones asociadas a otros tipos de evento. Por lo
tanto, no se puede concluir que haya una clara determinación de
imágenes o eventos sobre estructuras lingüísticas.
El último punto por considerar sobre la expresión de oracio-
nes subordinadas es la pertinencia de extender el análisis más allá
de aspectos cualitativos e incluir distinciones que provengan de
medidas de complejidad. Contrario a lo esperado, no hubo una
diferencia estadísticamente significativa entre los dos grupos en
relación con el número de cláusulas, el número de oraciones su-
bordinadas, la proporción de oraciones subordinadas o la longi-
tud media de la unidad T. La diferencia numérica en todos los
casos es muy baja, aunque siempre favorece a los niños DT. La
única medida que diferenció los grupos fue la cantidad de ora-
ciones con algún elemento agramatical. Entonces, contrario a lo
que se ha propuesto en la bibliografía sobre este tema, las medidas
de complejidad oracional, no discriminan a los niños con TPL,
cuantitativamente. La diferencia numérica del total de oraciones
subordinadas fue prácticamente igual. También cabe señalar, aun-
que no se exponen los datos en este trabajo, que los índices de
agramaticalidad en los niños TPL también son mayores en la ora-
ción simple.

292
Un punto que se debe subrayar es que la noción de complejidad
y los tipos de oraciones complejas que se analizan en el trabajo no
coinciden con análisis hechos en otros trabajos. No sólo el discurso
reportado directo sino otros fenómenos, como la perífrasis ver-
bal, las aposiciones y los adjuntos dentro de la cláusula que, si bien
complejos, no corresponden a problemas específicos de la subor-
dinación. Como se indicó al principio de este trabajo, esta clasifi-
cación es errónea dado que no son subordinaciones propiamente
dichas, el discurso reportado no se distingue de otros tipos de ora-
ciones y las perífrasis no cosntituyen dos oraciones. Sin bien a proi-
ri se podría esperar que las cláusulas subordinadas promovieran
mayor distinción entre los grupos, nuestros resultados muestran
que tal presupuesto es insostenible. Por lo pronto, la complejidad
aquí analizada, como unidad, no marca diferencia alguna entre DP
y TPL. En cambio, hay distinciones cualitativas importantes.
En esta investigación muestra resultados contrarios a trabajos
tanto en inglés como en poblaciones bilingües español-inglés en
que los índices de subordinación son distintos entre niños con y
sin TPL. Si bien es cierto que el tipo y elaboración de oraciones
es distinto, no hay diferencias generales en la ocurrencia de ora-
ciones subordinadas. Como se ha discutido en este trabajo, es-
tas diferencias pueden deberse a que en otros estudios no se ha
distinguido la complejidad frasal y, es posible, que las diferencias
provengan de aposiciones y adjuntos y/o a fenómenos de comple-
jidad verbal (véase Jackson-Maldonado, 2011) más que de la sub-
ordinación oracional en sí. Nuestros hallazgos sugieren que las di-
ferencias entre los niños se encuentran más en el nivel funcional y
cualitativo pero ellas no son suficientes para llegar a concluir, bajo
criterios cuantitativos, que el tipo de subordinación sea determi-
nante. El análisis de funciones específicas de cada tipo de oración,
así como de los componentes erróneos en las oraciones podrá ser
motivo de investigaciones futuras a partir de este corpus.

293
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Se terminó de imprimir en el mes de agosto de 2015
en DZIBAL Impresos
(Belisario Domínguez # 77, Col. Las Misiones, C.P. 76138
correo electrónico: rmendez@dzibal.com.mx)
Tiraje: 500 ejemplares, más sobrantes para su reposición.
Santiago de Querétaro, Qro., México.

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