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Derechos de uso
Editorial 4
El descensor y todo su contenido original, sea cual
Como andar en bicicleta 4 sea su naturaleza, están protegidos bajo los términos
El elefante funambulista 4 Atribución - No comercial - No Derivadas 3.0 de
una licencia Creative Commons, la cual establece
Remanso de aire 4
que:
A tiro de piedra 5
La bicicleta del abuelo 5
Ágape 7
La bicicleta del abuelo 7
Historias casi verdaderas 8 Usted es libre de copiar, distribuir y comunicar
públicamente la obra bajo las condiciones siguientes:
Vacaciones con los abuelos 8
De paso 9 Atribución. Debe reconocer los créditos de la
obra de la manera especificada por el autor o
La milonga 9 el licenciador (pero no de una manera que
Diario de un estafador 10 sugiera que tiene su apoyo o apoyan el uso
que hace de su obra).
El cuartito de los demonios 10
No comercial. No puede utilizar esta obra
El espejo 12
para fines comerciales.
Dakar 12
Sin obras derivadas. No se puede alterar,
Poesía desde el otro lado del estercolero 13 transformar o generar una obra derivada a
Nunca deja de oxidarse 13 partir de esta obra.
El séptimo duende 14 La propiedad intelectual y los derechos sobre todos
los elementos del diseño, tales como colores,
Los calcetines 14 tipografías, gráficos y otros, pertenecen a El
La almadraba 15 descensor. Los de textos, imágenes fotográficas,
tiras y otros contenidos pertenecen y quedan
El abuelo, la bicicleta y Roxana 15
reservados a sus autores.
Lectores opinantes 16
Para obtener autorización expresa para hacer uso de
Participan en esta edición 17 cualquier contenido es necesario establecer contacto
previo vía correo electrónico a
descensor@gmail.com.
No supe hasta mucho después qué era lo que soldadas a la carrocería se encargaban de sostener
tendrían aquellas palabras que me hicieron irrumpir, a sendos tablones donde apenas si cabían los pies.
la manera de un torbellino, en la habitación para Los rancheros sabían que ir allá afuera era gratis,
terminar, entre sus brazos, cual un remanso de aire… pero el viaje exigía ir con los pies sobre los tablones y
aferrados a la rejilla hierro que coronaba el techo,
„como si fueran tasajos‟.
Pensar en los empedrados y los caminos que tenían
condiciones más o menos buenas es algo que pocas
veces se disfrutaba en los viajes, apenas entrados en
A tiro de piedra las terracerías era forzoso sortear arroyos secos,
trampas para ganado, y cuando la lluvia era frecuente
La bicicleta del abuelo y constante los „voluntarios‟ colgados alrededor del
vehículo eran quienes tenían la obligación de empujar
Francisco Arriaga para salvar el atasco, quedando con manchas de
A medias entre los automóviles y los caballos, el barro cubriéndoles ropa y rostro.
abuelo siempre las vio con recelo. Y no porque le Cuando el viaje tenía como última meta llegar hasta
disgustaran: era imposible andar en bicicleta sobre la capital, entonces sí, las bicicletas abundaban. Pero
los empedrados que cubrían todas las calles del las cosas entonces tenían un panorama sombrío: si
cerro. de bajar cuestas y calles se trataba era una bendición
En tiempo de lluvias el agua escurre por las calles contar con un artefacto de aquellos. Pero ¡ay de
cuesta abajo, hasta llegar al río. Y en tiempo de calor quien necesitara remontar una cuesta cargando algo
las piedras son pequeños carbones puntiagudos, en la parrilla!
listos para herir y quemar a los incautos.
Tres o cuatro veces me confesó cuánto le hubiera
gustado montarse en una bicicleta de aquellas, las de
antes, esas que tenían una rueda tan alta como un
hombre, y otra que apenas si se miraba de tan
pequeña que era. Pero en el pueblo ninguna bicicleta
había.
Cuando se trataba de sentir cómo el viento golpeaba
el rostro, eran dos las opciones: salir a caminar por el
campo abierto, grandes terrenos con dueños
olvidados, o montarse en un caballo y al trote recorrer
los caseríos y ranchos vecinos. Quizá una tercera
forma existía, más temeraria, arriesgada, y
frecuentemente, impuesta: un viaje en autobús.
El primero que llegó al pueblo contaba con la mitad
de asientos, la otra mitad del autobús, al fondo,
estaba pensada como pequeño almacén ambulante.
Eran los años cuarenta.
Sobre el techo, una reja de hierro forjado permitía
trepar también bultos de maíz, valijas, cajas de
cartón, baúles y cobijas. Pero allí no terminaba la
función: alrededor del vehículo, justo a la altura del
primer escalón, una serie de ménsulas metálicas
Esas parrillas podían cargar de todo y con todo: rejas goma se llenaban de moho a los pocos días de
de madera repletas de legumbres, pequeños vitrales comenzado el temporal. Lija en mano y uno a uno,
con gelatinas, pan o dulces, cajas de madera para los alambres se limpiaban poniendo especial énfasis
encerrar ropa recién lavada y planchada, incluso era en las juntas con el bastidor, que si se dejaban a la
posible que una familia completa viajara sobre las desidia terminaba pudriéndose y soltando el pedazo
dos ruedas: el padre pedaleando mientras llevaba de alambre, que comenzaba a bailar sin ton ni son
sobre las piernas al hijo más grande, la madre sobre con cada vuelta de la rueda.
la parrilla a su vez cargando al hijo menor. Quienes Todo el mundo les llamaba „rayos‟, y nadie supo
estaban por completo acostumbrados a ir y venir en nunca el por qué. Los más entendidos decían que era
sendas bicicletas añadían no una, sino dos parrillas, porque al girar parecían relámpagos al reflejar la luz
permitiendo además de la familia, llevar algo más a del sol, los más duchos alegaban que era porque
cuestas. significaba „radio‟, algo que tenía su relación con los
Muy pocos podían darse el lujo de tener una bicicleta círculos y algo llamado matemáticas, pero nadie les
para pasear, andar por la ciudad de un lado a otro, y creía y todo mundo desconfiaba de los sabihondos
quienes tenían bicicleta propia seguro la habían esos. Además, los únicos radios que eran conocidos
comprado de segunda mano: sólo negocios más o por la gente del pueblo eran los de la ferretería, la
menos grandes compraban bicicletas nuevecitas y tienda principal, y la tienda de „géneros‟ donde la
recién pintadas. población local y bajada de cerros y venida de
Aparecieron entonces los primeros lugares para ranchos que compraba la tela para hacerse su propia
parchar las llantas: esto fue antes de los equipos o ropa escuchaba las últimas noticias, siempre
„kits‟ con el pegamento, un pedacito de hule y un políticas, y a veces un corrido, una polca, o un cha-
raspador minúsculo de latón. El servicio era simple: cha-chá.
se llegaba, y desmontada la llanta se le sacaba una Así que nígüas, nada de radios ni de matemáticas:
tripa redonda, negra. Entonces el mecánico miraba, por eso al abuelo no le gustaban las bicicletas. Era un
tocaba, volvía a mirar, y con auténtica pose de doctor gorro tener una de esas, se cansaba uno mucho, y
bien enterado de sus asuntos, diagnosticaba si el eran más achacosas que cualquier mujer entrada en
parchado de la tripa valía o no la pena. años.
“Con todos esos menjurjes, ¿tener una bicicleta en el Al ver las omnipresentes bicicletas que invadieron
pueblo? después las calles, y de las que toda familia tenía por
¡Ni loco!” lo menos una en casa, me miraba de reojo mientras
volvía a decir, categóricamente:
Además y por si fuera poco, nada más peligroso que
agarrarse el pantalón con la cadena, lo menos que se ‘¿Rayos? ¡Já! Pa’ rayos los que caían en el río,
llevaba uno era la pérdida irreparable de la prenda de cuando se nos venían las lluvias, y que tronaban bien
vestir, seguida de un costalazo que, si bien le iba a fuerte, porque ahorita, ¡ya ni eso!’
uno, se daba en plena terracería y con el polvo
cubriéndolo a uno y dejándole listo para pasarse por
aceite, igual que un bistec empanizado.
Pero si la suerte no estaba de nuestro lado, tremendo
catorrazo iba a dar con las costillas sobre los
empedrados, y „dejándonos una cicatriz en la crisma
después de visitar al doctor, para que nos remendara
como muñecos viejos‟.
Por si todo esto fuera poco, expuestos a la intemperie
más que ningún otro elemento, los bastidores
metálicos donde iban acomodadas las ruedas de
Ágape
Un año,
tras otro,
y otro año.
No tardamos en crecer. Tampoco tardó Abuelo en morir.
La bicicleta siguió presidiendo la entrada de la casa. Los habitantes del pueblo
fueron pareciéndonos, poco a poco, menos felices.
Mi hermana dejó de ir al pueblo. Abuela también murió;
se abrazó muy fuerte a Abuelo cuando la enterramos.
Un día, el brillante alazán quedó borrado por el ocre orín del hierro.
Mi padre llevó la bicicleta al vertedero que estaba en la carretera.
La dejó apoyada en algún árbol. Al marcharnos la vi, y a Abuelo saludando
con su sonrisa de ternura. Nunca quise volver.
hermanos se burlaban de mí, durante tres días la cocina para que dejara de tocar, aunque yo, de vez
sacrifiqué el vaso de Coca que me correspondía al en cuando, para que sintiera que alguien en aquella
almuerzo, para volcarlo en la maldita masa de la casa continuaba haciéndole caso, le llamaba
bicicleta. abandonao.
Al tercer día de tenerla en remojo con mis tres vasos Una vez vino mi sobrino de siete años a casa y se
de Coca-cola, más una botellita que me había dado puso a hablar con el abuelo. Fue entonces cuando
mi abuela, a escondidas y luego de restregarla con descubrí que la guitarra del abuelo era una bicicleta.
una bolsa de arpillera, pude vislumbrar la cabeza de Porque el abuelo, risueño y con un cigarro diminuto
un tornillo. Por su ubicación logré encontrar tres más en el labio, le dijo a mi sobrino que él se montaba en
y después fue todo fácil. Antes de lograr abrirla, la ella y comenzaba a pedalear, y hasta donde le
masa se destrabó y al mover el pedal funcionaba llegaran las fuerzas.
correctamente. La Coca-cola había penetrado en su - Es una gran bicicleta, ésta.
interior y había acabado con el óxido. Después una
buena engrasada y la bici del abuelo, ahora mía, Comenzó a cantar mientras el niño no dejaba de
funcionaba perfectamente. Conseguir el dinero para mirarlo. Terminó:
unas cubiertas nuevas con sus respectivas cámaras - ¿Verdad que es bonito el ruido que hace con los
fue más difícil. Pero mis padres enterados de mi ejes?
hazaña mecánica y quizás arrepentidos de no
haberme regalado una bici como a mis hermanos, me Mi sobrino asintió, con la boca ligeramente abierta y
enviaron el dinero y al fin pude tenerla completa. A el mentón un poco hacia arriba.
instancias de mi abuelita, mi abuelo accedió a pintarla - Nunca los voy a engrasar –dijo el abuelo como
de color verde que era la única pintura que tenían, cantando -. Con ella puedo ir a todas partes: tiene un
porque era el color de las puertas, ventanas, portones manillar recio, un sillín cómodo, ruedas casi nuevas.
y todo lo que era de metal en la quinta. Ahora que ¿Dónde encontraré una guitarra mejor?
tenía una buena bicicleta, sólo me faltaba aprender a Y mi sobrino se encogió de hombros.
andar en ella. De eso se encargaron mis primos y mis
hermanos. Supongo que aquellas canciones lo transportaban a
una Argentina imaginaria, a una pampa eterna y
Creo que fueron las mejores vacaciones de mi vida. polvorienta lejos de aquella casa donde era ignorado
sistemáticamente.
Un día mi abuelo desapareció, como pasa en estos
casos, sin dejar ni rastro. Se llevó su bicicleta. Mi
madre llenó el Tocote de carteles de “Se busca” con
su rostro y una recompensa. Creo que el abuelo se
De paso hubiera sentido orgulloso de aquello, de alguna
manera desvaída, aquellos carteles le relacionaban
La milonga con los forajidos.
Pablo Matilla Cuando a mi madre le preguntaban por él, ella decía
Aunque el abuelo pensara que su guitarra era una que el pobre estaba un poco mal de la cabeza, que
bicicleta, yo no me atrevería a decir que estuviera ya confundía las cosas y que a saber dónde podía
loco. Se sentaba en su sillón y, aunque nada tuviera estar. Yo, no sé si contagiado un poco por el espíritu
de rioplatense, pues había nacido en el Tocote, se de mi abuelo, quería imaginarlo pedaleando, aunque
sentaba y empezaba a tocar una milonga. Todos en fuese a través del mar.
casa sabíamos que, como decía la canción, no iba a
engrasar los ejes de su carreta. Habíamos dejado de
escucharle, ya ni siquiera mi madre le gritaba desde
teníamos prohibido acercarnos siquiera porque según eso le haría morir más temprano de lo que debería, a
decía ella, ahí estaban encerrados unos demonios lo que el abuelo respondía invariablemente - usté que
que atormentaban al abuelo y sólo él podía sabe dotor, si yo ya'stoy medio muerto desde hace
combatirlos. muchos años -, mientras volvía a encender la pipa
Los nietos al principio le veíamos como un héroe, con calma, disfrutando el olor y el sabor del tabaco
pero fuimos creciendo y dejando de creer en terregaloso y de mala calidad que le regalaban en la
fantasías al tiempo que él envejecía, eran cada vez estación de trenes a cambio de que les diera
más frecuentes sus borracheras y sus historias nos preferencia para arreglar las carretas con las que
parecían más bien capítulos de alguna de esas tiras bajaban la carga de los furgones del ferrocarril.
gringas de héroes invencibles vestidos con trajes La tarde siguiente el velorio, las enormes filas de
ajustados y capas hasta los tobillos, así que nos vecinos y conocidos que repetían las mismas frases
burlábamos de los cuentos del viejo borracho al que para expresar sus más sinceros pésames y
ya no llamábamos abuelito ni abuelo sino con puros condolencias, las misas de cuerpo presente y
apodos que sonaban más bien despectivos. ausente, los mil rosarios y letanías para que
descansara su alma en paz, el sepelio y la cristiana
sepultura, todo ello acompañado del llanto de una
multitud de personas que esta vez no iba por el café
con aguardiente sino por el aprecio, sorprendente
para nosotros, que se sentía por el abuelo y la
simpatía deadeveras por la abuela.
Cuando volvimos a casa la abuela nos llamó al patio
a hijos y nietos y nos pidió que nos sentáramos en el
suelo del corralón, mientras abría el cuartito de los
demonios al que entró ella sola para salir con un par
de recortes de algo que parecía un folletín más que
un periódico, en euskera, que nos pasó para que
viéramos porque no nos pudo traducir por la emoción
y el llanto que se le atoraba cada vez que intentaba
leer esas palabras en una lengua tan desconocida
para nosotros y tan lejana para ella.
Con un nudo en la garganta la abuela nos contó la
historia que guardaban esos viejos papeles
La abuela nos miraba desde lejos, se ponía triste de amarillentos sobre un enfrentamiento en Vitoria, su
que le faltáramos así al abuelo, a don José Antonio ciudad natal, entre anarcosindicalistas y guardias
Ibarra, respetado por todos por ser el mejor carrocero civiles que tenían sitiado el edificio de la Central, y de
de toda la región, aunque hubiera tomado dos litros cómo un joven, casi un niño, de nombre Txanton
de aguardiente, al viejo que se echaba al lomo a una Ibarretxe, hijo de un empleado de ferrocarril al que
familia que jamás comprendería las razones de su nunca conoció, y correo del sindicato encargado de
tristeza, de su silencio y su mirada melancólica y por mantener la comunicación entre los frentes y que
eso era mejor que ni siquiera se enteraran, que llevando y trayendo mensajes, pertrechos y comida
buscaba explicaciones y recuerdos en la tierra con había atravesado el fuego cruzado en innumerables
una vara de mezquite a la que le platicaba cosas en enfrentamientos, y que, según decía uno de esos
euskera. papeles, había entregado su vida al romper el cerco y
entrar al edificio con la canastilla de su vieja bicicleta
Un día el abuelo ya no despertó, dijo el doctor que a repleta de comida y municiones para el sostenimiento
causa de unas viejas heridas en el pulmón derecho y de la resistencia; nos habló de su joven esposa, casi
de esa testarudez suya de fumar aunque supiera que
liebre desprevenida, o, porque no, quiere ver pasar la arenoso. Creemos escuchar, y seguramente se trata
prometida caravana de autos, camiones y motos. Es de una alucinación, en algún golpe de viento, en un
una posibilidad, esta última, para nada descartable: susurro de la naturaleza, una suave, cadenciosa
hemos visto que hay una vieja tele en el almacén y la canción de cuna. Ya es noche.
transmisión de la partida desde Buenos Aires, hace
sólo tres días atrás, ha ocupado buena parte de la
programación.
necesitaba ninguna explicación pero resulta azules, la pasta de pulir y desde luego, la bicicleta del
que al llevarte mi corazón te llevaste mí abuelo.
serenidad personal. No hay un día en que no Empecé a respirar entrecortado, a temblar, a sudar
me pregunte por qué. Mis días no serán igual helado. Lo último que vi antes de nublárseme la vista
sin ti. y perder el conocimiento fue la vieja bicicleta que caía
a mi lado.
Regrésame lo que te llevaste.
Adelina
Zumm (Chile/Argentina)
Participan en esta edición
Edgardo Castillo, nació en Viña del Mar, hace ya
Gabriel Bevilaqua (Argentina) mucho tiempo.
Técnico, aunque ya olvidé en qué y lector Por motivos que no vienen al caso, vivió muchos
indisciplinado. Por lo demás siempre me ha gustado - años en un generoso país de Europa, donde quedó la
creo que como a todos - escuchar historias. Lo que mitad de su vida.
me ha llevado, ahora, a intentar ser yo - ¡pobre iluso! Hace 17 años que vive en la Argentina, a la que
-, el que logre esbozar alguna trama que atrape considera su segunda patria, pero sin olvidar sus
vuestra atención. Si lo logro, más que pagado estaré. raíces. Trata de escribir siempre con humor, para no
¿Qué más puedo decir de mí? Que me interesa el tener que pensar.
cine, la historia, el arte, la tecnología, etc., ... y el Se declara ateo y considera que la amistad es lo más
animé. valioso de la vida.
Lo demás, ya habrá tiempo para develárselo a quién Ha escrito una gran cantidad de libros entre los que
le interese... destacan 'Mujeres. Manual de uso y mantenimiento',
'Las aventuras de Mirinda', 'Vida de ladrones y algo
más...' y una serie de libros de cuentos, entre otros;
Francisco Arriaga (México)
disponibles para descarga gratuita en su tienda en
Escritor zacatecano que nació en Aguascalientes y Bubok (http://zumm.bubok.com/).
vive en Tamaulipas. Coleccionista de libros, impresos
o virtuales, que también le hace a la música, la
patrología, la historiografía, y en sus ratos libres Pablo Matilla Gutiérrez (España)
escribe para algún periódico zacatecano, pero ya el Nació el año de 1986 en Oviedo (Asturias), aunque
lector verá qué va descubriendo en sus propias desde 2005 vive en Barcelona, donde estudia
palabras. Filosofía. Escribe principalmente cuentos, por los que
ha recibido algún premio literario. Lleva el blog Los
ritos de paso, donde publica periódicamente temas
Francisco Cenamor (España)
relacionados con la literatura.
De formación autodidacta, comienza tarde a escribir
poesía. En 1999 Talasa Ediciones publica su primer
libro, Amando nubes, lo que le posibilita viajar por Jesús Humberto Olague Alcalá (México)
toda España dando recitales. En 2003 sale su libro Ingeniero en Sistemas Computacionales, chilango
Ángeles sin cielo, editado por Ediciones Vitruvio, (originario del D.F., México) de nacimiento,
editorial que publica en 2007 su último libro, zacatecano por herencia, adopción, convicción y
Asamblea de palabras. Ha sido incluido también en querencia; que escribe por afición y pudo ser médico
numerosas antologías y revistas impresas y digitales. pero siente repulsión hacia las heridas; le gusta casi
Ha organizado y organiza numerosas actividades toda la música, en especial la trova, y casi toda la
poéticas. Dirige la revista digital Asamblea de lectura, principalmente la de escritores
palabras. Es coordinador del Club de Lectura de la latinoamericanos como Taibo II, Ibargüengoitia,
Universidad Carlos III de Madrid. Profesionalmente se Benedetti, entre otros; prefiere las ciudades
dedica a la interpretación, apareciendo en televisión, coloniales a las playas y las corridas de toros a las
teatro y cine. peleas de gallos; y que tiene el gran problema de que
todo lo demás se le olvida si tiene un aparato de TV
frente a él, aunque esté apagado. Colabora con un
diario local y participa en algunos proyectos
colectivos sobre temas tan diversos como su tierra,
Zacatecas, amigos, música y cuentos, y aunque no Adicta a la luna y a todo lo que tenga que ver con el
tiene experiencia en esto, es el inventor de este desierto.
invento. Publicó alguna vez y aunque se acuerda donde
apenas la conocen en su casa. Escribe desde marzo
Arqui (Argentina) del 2004 en 7DuendeS (www.7duendes.com) y esta
es la primera vez en un proyecto colectivo.
Juan Carlos Sánchez, arquitecto, bonaerense, ha
logrado arrimar las palabras con los ladrillos. Se
dedica, entre otras cosas, a la producción editorial y Carlos Alberto Olague Alcalá (México)
de contenidos de dos revistas institucionales de Soy publicista, director general de una agencia BTL.
arquitectura. Pero es en estos espacios virtuales Nacido en la ciudad de México, pero radico en
donde se entrega a su adicción, la ficción en todas Zacatecas. Soy candidato a portador de la vela
sus formas. Le gustan los textos breves, los cuentos, perpetua, aunque la vela perpetua no está muy de
los microrrelatos: la intensidad con recursos escasos, acuerdo. También soy monero, y la mayor parte del
la punta del iceberg, los silencios y los huecos antes tiempo no sé qué hago aquí además de ser el
que la verborrea y los llenos. responsable del diseño de portada.
Ahora, espera ser leído y juzgado con benevolencia.
Arte fotográfico
Carlampio Fresquet (España) Las imágenes utilizadas para ilustrar las secciones, y
Artista Indisciplinar comprometido con el entorno. todos sus derechos son propiedad, tal como se indica
Estudiante de Bellas Artes. a continuación.
Director de DIAL ART 2003 (proyecto de extensión Portada, Old bike de Fladson Thiago
universitaria para la difusión de la obra del alumnado (fladson.deviantart.com/).
de la Facultad de Bellas Artes de Valencia). A tiro de piedra, imagen de Autor desconocido,
Coordinador Artístico de ALEACIÓN: ANTOLOGÍA tomada del blog Herederos de Arthur Gordon Pym
ARTÍSTICA. Sor Kampana 1991-2008. (josemanuelchapado.blogspot.com/).
Miembro del grupo artístico interdisciplinar Historias casi verdaderas, imagen de Autor
OROMATON (Poesía, música y pintura en vivo). desconocido, tomada del blog Rutas x Fraga
(rutasxfraga.blogspot.com/)
Su libro „Somos sexo‟ puede ser adquirido o
descargado desde su tienda virtual en Lulu Diario de un estafador, Flyer de Tim Potter
(http://stores.lulu.com/kafre09). (www.bikes.msu.edu/)
El espejo, 2009 Dakar Robby Gordon de Scotty
Jive (www.planetrobby.com/)
Ana M. Gutiérrez (México)
Contadora cuentacuentos bajacaliforniana que reside
en Tecate. Se inició temprano en la lectura y tarde Si el uso de imágenes obtenidas de blogs o sitios
-porque se le da bien eso del destiempo, en la públicos va en contra de algún derecho de uso, favor
escritura de prosa poética principalmente. Aprecia de reportarlo mediante un mensaje de correo
humor negro y opina que es una cualidad especial en electrónico a descensor@gmail.com para su
las personas. Le encantan los cuentos de finales remoción tanto del ejemplar descargable como de la
infelices. Sus favoritos son los escritores página web.
latinoamericanos, aunque ha husmeado en uno que
otro europeo principalmente en narrativa y novela.