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Fidel Castro, o cómo se llega a ser lo que no se es

Uno de los grandes ídolos “rebeldes” contemporáneos de nuestro continente es Fidel


Castro. Él representa en el imaginario de muchos al líder ideal, al rebelde perfecto,
al redentor de los pobres, al Robin Hood de los tercermundistas. Sin embargo el
discurso de la “libertad” es el lenguaje favorito de los tiranos. El caudillismo de Fidel
es parte del elemento seductor, pues es innegable su presencia y simpatía con las
esferas populares de la Cuba de aquellos ayeres y quizá de hoy; sin embargo detrás
de toda leyenda existe también una maquinaria ideológica, propia de aquellos que
buscan seducir a las masas.

Fidel llega con el emblema de la libertad ¿quién va a cuestionar la libertad?, con la


necesidad de la autodeterminación ¿quién le va a cuestionar?, con la lucha frente al
tirano, ¿quién le va a cuestionar?, con el deseo de la igualdad de unos con otros,
¿quién le va a cuestionar? El buen intensionismo labra el camino pantanoso que
posteriormente edifica y, precisamente, se edifica a partir de falsas promesas y
mentiras:

“Esta vez no se frustrará la Revolución. Esta vez, por fortuna para Cuba, la
Revolución llegará de verdad a su término; no será como en el 95, que vinieron los
americanos y se hicieron dueños de esto, […] intervinieron a última hora y después
ni siquiera dejaron entrar a Calixto García, que había peleado durante 30 años, no lo
dejaron entrar en Santiago de Cuba; no será como en el 33, que cuando el pueblo
empezó a creer que la Revolución se estaba haciendo vino el señor Batista, traicionó
la Revolución, se apoderó del poder e instauró una dictadura feroz aquí”.

Y así lo dijo y así lo cumplió, palabra de dictador. El enemigo común del pueblo fue
Batista, luego fue EUA, luego fue el capitalismo, luego fue su propio pueblo, pero
nunca él mismo, porque él combatió la dictadura para volverse dictador.

“Tengo la seguridad de que en el curso de breves años elevaremos el estándar de vida


del cubano superior al de Estados Unidos y del de Rusia”.

Creo que siguen esperando…


“Nosotros tenemos un país libre. No tenemos censura y el pueblo puede reunirse
libremente. Nunca vamos a usar la fuerza y el día que el pueblo no me quiera, me
iré.”

Control absoluto de los medios de comunicación, encarcelamiento a los disidentes,


a los críticos, a los inconformes.

“En Cuba no hay opositores, solo contrarrevolucionarios pagados por los EE UU”.

Y así se construye la mafia del poder, el culpable de todos los males.

"El poder no me interesa, ni pienso ocuparlo, velaré sólo porque no se frustre el


sacrificio de tantos compatriotas, sea cual fuere mi destino posterior (...) Tengan la
seguridad de que no están tratando con un ambicioso ni con un insolente".

El mártir de la justicia, me recuerda a varios, ¿a poco no?

"Naturalmente que el pueblo todo lo debe esperar de nosotros, y lo va a recibir".

Muere y se despide como uno de los mandatarios más ricos del mundo con
US$900.000.000… Amén.

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