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BOLETÍN n.

o 5
ÁREA ACADÉMICA
03 de enero de 2011
A. EL DEBATE:
LOS NUEVOS ACUERDOS 1. Ejecutoria Suprema de la Sala Penal
PLENARIOS DE LAS SALAS Permanente del 10 de diciembre de
SUPREMAS PENALES 2010, R. N. n.o 2167-2008 Lima (Caso
UTOPÍA). Parte civil, tipo subjetivo, y
La acusación directa en el Acuerdo motivación aparente
Plenario n.o 6-2010/CJ116. CECILIA 2. Sentencia del Tribunal Constitucional
MADRID VALERIO del 30 de noviembre de 2010, Exp.
La audiencia de tutela en el Acuerdo 06091-2010-PHC/TC Lima (Caso
Plenario n.o 4–2010/CJ–116. JOSÉ ACUÑA CHISTAMA). Detención judicial
LUIS RIVERA VILLANUEVA/ FREDY preventiva
VALENZUELA YLIZARBE 3. Sentencia del Tribunal Constitucional
Imputación subjetiva del lavado de del 28 de octubre de 2010, Exp.
activos en el Acuerdo Plenario n.o 3- 02805-2010-PHC/TC Tumbes (Caso
2010/CJ-116. WALTER JOSHUA PACHECO DELGADO). Reglas de
PALOMINO RAMÍREZ conducta

B. REPORTES G. COMENTARIO A LA
JURISPRUDENCIA
1. ¿Se podrá aplicar el nuevo Código
Procesal Penal en la investigación Naturaleza y determinación de la
seguida contra Luis Castañeda Lossio, reparación civil
por colusión y malversación de
fondos? H. CONSULTA DESDE EL
CÓDIGO PROCESAL PENAL DE
C. NOVEDADES LEGISLATIVAS 2004

1. Proyecto de Ley n.o 4495/2010-CR: La pericia


propone brindar defensa técnica a las
víctimas agredidas sexualmente. I. BIBLIOGRAFIA
2. Proyecto de Ley n.o 4478/2010-CR: ESPECIALIZADA
propone brindar facilidades en la
acreditación del objeto material de los El sistema acusatorio en el Derecho
delitos contra el patrimonio procesal penal

D. NORMAS DE LA SEMANA J. RECOMENDACIONES


BIBLIOGRÁFICAS
E. PREGUNTAS Y RESPUESTAS
DESDE LA JURISPRUDENCIA 1. Hacia una teoría analítica del Derecho.
Ensayos escogidos. PAOLO
Confesión Sincera COMANDUCCI
2. El razonamiento Fiscal. De la
F. JURISPRUDENCIA sospecha al indicio. CARLOS RAMOS
DESTACADA HEREDIA
A. AL DEBATE
LOS NUEVOS ACUERDOS PLENARIOS DE LAS SALAS
SUPREMAS PENALES

LA ACUSACIÓN DIRECTA EN EL ACUERDO PLENARIO n.o 6-


2010/CJ116

CECILIA MADRID VALERIO

I. INTRODUCCIÓN

El VI Pleno Jurisdiccional ha querido otorgar soluciones jurisprudenciales a


temas controvertidos que se presentan en la aplicación de las nuevas
instituciones procesales del Código Procesal Penal de 2004. En este sentido, la
Corte Suprema, en el Acuerdo Plenario n.o 6-2010/CJ116 aborda algunas de
las interrogantes sobre la aplicación de la acusación directa y del proceso
inmediato.

Sin embargo, a pesar de la intención inicial, creemos que el referido Acuerdo


Plenario ha dejado en el tintero algunas cuestiones que pretenderán ser
planteadas en lo sucesivo.

II. SOBRE LA DENOMINADA INVESTIGACIÓN “FORMAL”

En el fundamento 8 del Acuerdo Plenario bajo análisis, se señala que con la


acusación directa “el Fiscal decide pasar a la etapa intermedia prescindiendo
de la etapa de investigación formal”.

Con la utilización del término “investigación formal”, nos preguntamos si la


Corte Suprema ¿está introduciendo un nuevo tipo de investigación en el
proceso penal?, o es que tal vez, a criterio de este supremo tribunal, ¿existe
una investigación formal y otra material?

Según lo establecido en los artículos 337 y 321 del Código Procesal Penal de
2004, la Investigación Preparatoria es una sola etapa procesal cuya finalidad es
que el Ministerio Público pueda realizar la búsqueda de elementos probatorios
que sustenten su calificación inicial para decidir si formula o no acusación.
Ello, también fue advertido por la misma Corte Suprema en la Casación n.o

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02-2008 (fundamento 7), donde –además- este órgano determinó que las
diligencias preliminares forman parte de la investigación preparatoria1.

Vale decir que, la Investigación Preparatoria está compuesta por las diligencias
preliminares y por la investigación preparatoria en sentido estricto. En la primera
de ellas, el Fiscal (o la Policía, según sea el caso) realizará las actuaciones
urgentes ni bien es conocida la noticia criminal; mientras que, en la segunda,
luego de realizada la calificación inicial (formalización de la investigación
preparatoria) el Fiscal realizará todas las demás diligencias orientadas a la
búsqueda de elementos que sustenten dicha calificación primigenia.

Ahora bien, si tenemos en cuenta que la acusación directa permite que un


Fiscal pueda formular su acusación cuando, ni bien realizadas las diligencias
preliminares, considera que existen elementos suficientes para poder sustentar
su acusación; a fin de cuentas, lo que se está suprimiendo con este
mecanismo de celeridad procesal, es la investigación preparatoria en sentido
estricto.

Por ello, algunos consideran que de no existir esta institución procesal, el


representante del Ministerio Público podría – sin mayor problema- prescindir
del plazo otorgado para la investigación preparatoria propiamente dicha, si es que
considera que su acusación se encuentra debidamente acreditada con lo
actuado en las diligencias preliminares; dado que, ese plazo es un plazo
máximo legal otorgado al Fiscal para la búsqueda de aquellos elementos que
ya habría encontrado en las diligencias preliminares2.

En consecuencia, considero que la denominación utilizada en el Pleno


Jurisdiccional podría llevar a algún tipo de confusión, en lugar de aclarar el
panorama.

III. SOBRE LA FORMALIZACIÓN DE LA INVESTIGACIÓN PREPARATORIA Y LA


ACUSACIÓN DIRECTA

En este extremo, la Corte Suprema ha convenido que para la aplicación de la


acusación directa no es necesario que el Ministerio Público formalice la
investigación preparatoria (fundamento 11), sin pronunciarse sobre algunas de
las consecuencias que dicha decisión podría acarrear para el derecho de
defensa de las partes.

1Ello a pesar de tener plazos independientes.


2TABOADA PILCO, Giampol, “La acusación directa o por salto en el Código Procesal Penal 2004”,
en Gaceta Penal & Procesal Penal, Tomo 11, p. 279.

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Antes de referirme a estas omisiones, es necesario mencionar que la
formalización de la investigación preparatoria tiene, como sus principales
funciones, a las siguientes funciones:

- Comunicar el contenido de la imputación al procesado.


- Otorgar al imputado la posibilidad de poder preparar su estrategia de
defensa, en un tiempo razonable.
- Fijar la competencia del Juez de la Investigación Preparatoria.
- Permitir el ejercicio la defensa técnica a través de la incoación de
excepciones o defensas previas.

El Acuerdo Plenario ha establecido que, en el marco de la acusación directa, la


decisión de suprimir la formalización de la investigación preparatoria no
trasgrede el principio de contradicción ni el derecho de defensa del imputado,
en tanto existen los 10 días de plazo para que este pueda plantear cualquier
medio de defensa, en el traslado de la acusación. A criterio de la Corte
Suprema, dicho plazo resulta suficiente para plantear la estrategia de defensa,
sus respectivos argumentos, y solicitar las pruebas de defensa que el Fiscal no
haya considerado; ello, de cara a la audiencia preliminar en donde se realizará
el control de la acusación (fundamento 13).

Sin embargo, la Corte Suprema no ha señalado con qué acto se fijará la


competencia del Juez de la Investigación Preparatoria y ante quién se
interpondrá la acusación directa, lo que podría ser subsanado con alguna
disposición administrativa, en la que se establezca que la solicitud de acusación
directa será el acto procesal que fije la competencia en ambos supuestos.

Con relación al agraviado, el Acuerdo Plenario no establece en forma clara


qué ocurre con este; pues, es con la disposición de formalización de la
investigación preparatoria3 que el agraviado toma conocimiento de que la
denuncia ha sido materia de calificación jurídica y que, a criterio del Ministerio
Público, los hechos denunciados revisten indicios razonables de la comisión
de un delito.

Es por ello que recién durante la investigación preparatoria es que el agraviado


puede constituirse en parte civil (artículo 100 del Código Procesal Penal de
2004).

Si bien es cierto, en el fundamento 13 del Acuerdo Plenario, se señala que los


derechos del agraviado se encontrarían debidamente resguardados en tanto
que “el Fiscal se encuentra obligado a pronunciarse respecto a la reparación
civil (en ausencia del agraviado)” y que este podría constituirse como actor

3 Disposición que es notificada a todos los involucrados.

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civil en el proceso antes de que venza el plazo establecido en el artículo 350
del Código Procesal Penal; no se ha señalado si la solicitud de acusación
directa será notificada a todas las partes o sólo a las constituidas en el proceso
como ocurre con una acusación normal. Si ocurriese esto último, el agraviado
no podría tener conocimiento de la calificación del hecho ni de la solicitud de
la reparación civil realizada por el Fiscal.

Otro aspecto a dilucidar, es determinar qué ocurre con el plazo de


prescripción cuando no existe formalización de la investigación preparatoria; o
es que acaso ¿la acusación directa producirá la suspensión del plazo
prescriptorio?

Sobre ello, entiendo que siendo la suspensión del plazo prescriptorio, un


efecto negativo sobre los intereses del imputado que no está expresamente
prevista en la norma como consecuencia de la acusación sino de la
formalización de la investigación preparatoria (artículo 339.1); en virtud del
principio de legalidad, no podría presumirse ello. Esto, a su vez, generaría una
doble situación jurídica, ya que en los casos donde se formalizó la
investigación preparatoria, se suspendería el plazo prescriptorio, pero en
aquellos donde se produjo la acusación directa (en los términos expresados en
el Acuerdo Plenario), no ocurriría así.

Finalmente, respecto a las medidas coercitivas, en el Acuerdo Plenario,


tampoco se señala claramente qué ocurre en los supuestos de de flagrancia,
que permiten la detención del imputado sólo por un día4, al término del cual
se debería formalizar la investigación preparatoria para solicitar la prisión
preventiva5 (manteniendo la detención hasta la realización de la audiencia, que
se realizará en el plazo de 48 horas conforme al artículo 264.3).

Es decir, no existe definición, ni en el Código ni en el Acuerdo Plenario acerca


del plazo en que se mantendrá privada de su libertad a una persona que es
detenida en flagrancia, contra quien se pretende formular acusación directa.
Así como, tampoco se ha establecido el plazo para programar la audiencia
para solicitar la prisión preventiva correspondiente.

4 Salvo que se trate de un supuesto de terrorismo, espionaje y tráfico ilícito de drogas.


5 Esto, en virtud de los artículos 264 y 338.4 del Código Procesal del 2004

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LA AUDIENCIA DE TUTELA EN EL ACUERDO PLENARIO Nº
4–2010/CJ–116

JOSÉ LUIS RIVERA VILLANUEVA/ FREDY VALENZUELA YLIZARBE

I. LA OBLIGATORIEDAD DE LOS ACUERDOS PLENARIOS. A MODO DE


INTRODUCCIÓN

En principio, consideramos pertinente desarrollar –de manera resumida– los


alcances que tienen los acuerdos plenarios de la Corte Suprema, puesto que se
habla mucho respecto de los temas que en ellos se aborda, pero,
lamentablemente, no se hace mayor mención del carácter imperativo de esta
institución. Atendiendo a ello, pasamos a esgrimir los siguientes
considerandos.

Los acuerdos plenarios se encuentran recogidos en el artículo 116 de la Ley


Orgánica del Poder Judicial de la siguiente manera: “Los integrantes de las
Salas Especializadas, pueden reunirse en plenos jurisdiccionales nacionales,
regionales o distritales a fin de concordar jurisprudencia de su especialidad, a
instancia de los órganos de apoyo del Poder Judicial”.

SAN MARTÍN CASTRO refiere que los acuerdos plenarios “han permitido al
Pleno de los Vocales de lo Penal del Supremo Tribunal, que detectado un
determinado problema jurídico a partir de la práctica jurisdiccional (…) o
reconocida una deficiencia o limitación en una concreta Ejecutoria que abordó
un tema de sensible interés nacional, desarrollar conjuntamente una
interpretación generalizadora más consolidada de una determinada
institución jurídico penal o de un específico artículo del código Penal o de la
Ley Procesal Penal”6.

Sin embargo, no se pronuncia, al menos específicamente, sobre el grado de


obligatoriedad de los acuerdos plenarios; empero, si lo hace de manera
indirecta al desarrollar el grado de obligatoriedad de las sentencias vinculantes.
En efecto, al mencionar que “tal vez, son dos las modalidades de Ejecutorias
Vinculantes que reconoce nuestro ordenamiento judicial, la primera es la que
contempla el artículo 22° LOPJ y que introduce una suerte de vinculación u
obligatoriedad relativa [; mientras que la] segunda es la que contemplan las
demás normas citadas y que afirman una vinculación u obligatoriedad
absoluta, sin posibilidad de inaplicación por los Magistrados de todas las

6SAN MARTÍN CASTRO, César, “La jurisprudencia vinculante de la Corte Suprema de Justicia de la
República. El ámbito penal” en Precedentes vinculantes en materia penal, Lima (Reforma), s/a, p. 14. (Las
negritas son nuestras).

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instancias”7, comprendiéndose, por negación de la primera modalidad, que el
art. 116° LOPJ –que regula los Acuerdos Plenarios– es de obligatorio
cumplimiento, de modo que los magistrados de todas las instancias no
pueden, por ningún motivo, apartarse de estos Plenos Jurisdiccionales.

Sobre el particular, consideramos que no se puede atribuir al Acuerdo Plenario


el carácter vinculante (absoluto) en la medida de que –a diferencia del artículo
22 de la Ley Orgánica del Poder Judicial y el artículo 301-A del Código de
Procedimientos Penales– el artículo 116 de la Ley Orgánica del Poder Judicial
que regula los Acuerdos Plenarios no precisa tal alcance. Admitir lo contrario
implicaría ir contra el principio de legalidad al cual todo órgano estatal se
encuentra vinculado.

De este modo, tenemos que los jueces pueden apartarse libremente de los
acuerdos a los que se ha arribado en los plenos. Dicho de otro modo, el Juez
discrecionalmente podrá optar por aplicar o no los acuerdos plenarios, puesto
que su inaplicación no tendría por qué producir, a nuestro criterio, ninguna
consecuencia.

En este sentido, CASTILLO ALVA señala que “los acuerdos plenarios, a


diferencia de los precedentes vinculantes o las sentencias plenarias, no ejercen
y (sic.) desarrollan fuerza vinculante alguna. En tal sentido, dichos acuerdos no
pueden ser utilizados para plantear la aplicación obligatoria de la decisión”8.
Del mismo parecer es REÁTEGUI SÁNCHEZ cuando refiere que “tenemos que
advertir que los plenos jurisdiccionales no tienen efecto de ley ni de
sentencia”9, reconociendo en este instituto el carácter de “fuente indirecta
para el Juez en la interpretación de la ley”10.

Por último, conviene señalar que los precedentes, tanto más, los acuerdos
plenarios no han de imponerse por la fuerza11 pues hacerlo de este modo
7 SAN MARTÍN CASTRO, César, “La jurisprudencia vinculante de la Corte Suprema de Justicia de la
República. El ámbito penal” en Precedentes vinculantes en materia penal, Lima (Reforma), s/a, p. 15.
8 CASTILLO ALVA, José Luis, “Los precedentes vinculantes en materia penal expedidos por la Corte

Suprema de Justicia” en CASTILLO ALVA (dir.), Comentarios a los precedentes vinculantes en materia penal de
la Corte Suprema, Lima (Grijley), 2008, p. 55. En este sentido, RODRÍGUEZ SANTANDER, manifiesta
que “el artículo 116 de la LOPJ creó la figura de los denominados plenos jurisdiccionales, (…).
[empero] los acuerdos a los que se arriba en dichas sesiones no tienen fuerza vinculante
alguna” [las negritas son nuestras]. RODRÍGUEZ SANTANDER, Roger, “El precedente
Constitucional en el Perú: Entre el poder de la historia y la razón de los derechos”, en CARPIO
MARCOS/GRANDEZ CASTRO (coords.), Estudios al precedente constitucional, Lima (Palestra), 2007, p.
16.
9 REÁTEGUI SÁNCHEZ, James, El precedente judicial en materia penal, Lima (Reforma), 2010, p. 64.
10 Loc. cit.
11 A consideración de ASENCIO MELLADO, el problema de la vinculatoriedad “no puede ser

solucionada mediante forma alguna coactiva a los Jueces inferiores obligándoles a aceptar
mecánicamente los postulados sentados por los superiores. Ello, muy probablemente, no sólo sería
contrario al principio que proclama la independencia judicial, sino que otorgaría a la jurisprudencia

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priva al derecho de su vitalidad, sino por su consistencia, contenido y
racionalidad; aspecto destacado por IGARTUA SALAVERRÍA, para quien “la
interpretación uniforme no se impone autoritariamente, [sino que] se consigue
dialógicamente; y no con carácter definitivo sino hasta la próxima (en que
cualquier juez o tribunal –incluso el mismo Tribunal Supremo– alumbre una
nueva interpretación con mejores credenciales)”12.

II. ANÁLISIS DEL ACUERDO PLENARIO

El presente Acuerdo, materia de comentario, gira en torno a la “Audiencia de


tutela”. Sobre el particular, consideramos oportuno exponer previamente, y de
manera breve, los términos que la Corte Suprema ha tenido a bien establecer
como doctrina legal, valiéndonos, para tal fin, de las interrogantes que el
referido órgano ha publicado en el foro de su página web oficial.

En este sentido, el presente Acuerdo se resume como sigue:

1. ¿Cuál es la finalidad esencial de la audiencia de tutela?

En torno a esta pregunta, la Corte Suprema respondió acertadamente al


considerar que la finalidad esencial del presente mecanismo procesal consiste
en que el Juez determine, desde la instancia y actuación de las partes, la
vulneración al derecho o garantía constitucional prevista en la citada norma y
realice un acto procesal dictando una medida de tutela correctiva –que ponga
fin al agravio– reparadora –que lo repare, por ejemplo, subsanando una
omisión– o protectora (fundamento 11).

Sin embargo, consideramos que, al momento de fijar los supuestos en virtud


de los cuales procede la audiencia de tutela, la Corte se excedió, pues al
preferir un sistema cerrado (numerus clausus) en vez de respetar un sistema
abierto (clausus apertus), está limitando la utilidad, eficacia y eficiencia del
presente mecanismo, impidiendo, en consecuencia, que el Juez de
Investigación Preparatoria pueda, frente a un caso distinto de los señalados
“taxativamente” por la Corte, alcanzar el fin de esta institución: brindar una
tutela correctiva o protectora al imputado que encuentra mellados sus
derechos fundamentales13.

un valor que, como se dijo, debe serle negado”. ASENCIO MELLADO, Introducción al Derecho procesal,
p. 39.
12 IGARTUA SALAVERRÍA, Juan “la fuerza vinculante del precedente judicial”, Jus Constitucional,

2008/1, pp. 114-115.


13 En efecto, el Plenario bajo comentario señala que “Los derechos protegidos a través de esta

Audiencia son los que se encuentran recogidos taxativamente en el artículo 71º del NCPP. Son los
siguientes: (i) conocimiento de los cargos incriminados, (ii) conocimiento de las causas de la
detención girada, (iii) entrega de la orden de detención girada, (iv) designación de la persona o

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Ello encuentra sustento en lo señalado por el artículo 71.4 del Código
Procesal Penal que, sin perjuicio de los derechos enunciados en el inciso 2 del
mismo artículo, prescribe que el imputado puede acudir en vía de tutela
cuando considere que sus “derechos no son respetados”. Frase, esta última,
que debe ser interpretada –dentro de los límites que posteriormente se
expondrán– en consonancia con los derechos fundamentales que nuestro
ordenamiento reconoce a favor del imputado (por ejemplo, los que se
encuentran recogidos en el artículo 2 ó 139 de la Constitución Política o el
Título Preliminar del Código Procesal Penal) y que pueden ser afectados a
nivel intraprocesal.

2. ¿Pueden el imputado, o su defensa, cuestionar a través de la acción


de tutela cualquier tipo de disposición o requerimiento que hace el
Fiscal?

Esta interrogante fue respondida de manera afirmativa al señalar la suprema


Corte que, si bien esta institución procesal es un mecanismo idóneo para
realizar el control de legalidad de la función fiscal (fundamento 13); ello no
excluye la posibilidad de que el justiciable, o su abogado, pueda cuestionar
cualquier tipo de disposición o requerimiento que haga el fiscal siempre y
cuando estos sean ilegales y vulneren derechos fundamentales (fundamento
14).

institución a la que debe avisarse de la detención y concrecion inmediata de esto, (v) posibilidad de
realizar una llamada, en caso se encuentre detenido, (vi) defensa permanente por un abogado, (vii)
posibilidad de entrevistarse en forma privada con su abogado, (viii) abstención de declarar o
declaración voluntaria, (ix) presencia de abogado defensor en la declaración y en todas las
diligencias que requieran su concurso, (x) no ser objeto de medios coactivos, intimidatorios o
contrarios a la dignidad, ni ser sometidos a técnicas o métodos que induzcan o alteren la libre
voluntad, (xi) no sufrir restricciones ilegales, y (xii) ser examinado por un médico legista o por otro
profesional de la Salud, cuando el estado de salud lo requiera”. (Las negritas son nuestras)
Recurriendo al análisis conceptual del adverbio “taxativamente” tenemos que este tiene por raíz al
adjetivo “taxativo (a)” que, según la Real Academia de la Lengua Española (en adelante, RAE),
proviene de la voz latina taxātum, supino de taxāre (tasar, limitar), y que, en nuestra lengua, guarda
dos acepciones: (i) “Que limita, circunscribe y reduce un caso a determinadas circunstancias” y (ii)
“Que no admite discusión”.
Considerando dichas acepciones, podemos colegir –del fragmento del Acuerdo Plenario citado al
comienzo de esta nota– dos ideas: Primero, que el Juez de la Investigación Preparatoria solo podrá
realizar el control de legalidad correspondiente cuando la causa gire en torno de cualquiera de los
supuestos prescritos; y, segundo, que el imputado no podrá exigir la tutela de otros derechos
fundamentales que él considera afectados y que no se encuentran comprendidos dentro de tal
relación.
De este modo, consideramos que otra habría sido la situación si es que el término empleado en el
Acuerdo hubiese sido el adverbio “enunciativamente” que tiene por raíz el verbo “enunciar” y que,
según la RAE, significa (i) “Expresar breve y sencillamente una idea” y (ii) “Exponer el conjunto de
datos de un problema”. Ello debido a que, con esta palabra, lo que se busca dar a entender es que la
relación esbozada no agota los supuestos que podrían implicar afectación de derechos
fundamentales, logrando con ello que los supuestos puedan ser desarrollados jurisprudencialmente,
en atención a las particularidades de cada caso.

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Sobre el particular, cabe realizar las siguientes precisiones conceptuales.
Dentro de nuestro ordenamiento, específicamente, el Código Procesal Penal
distingue tres tipos de actos procesales que pueden celebrarse a petición de
parte procesal activa (Fiscal): las disposiciones, las providencias y el
requerimiento (artículo 122.1)14.

Así, tenemos que las disposiciones engloban todo acto mediante el cual el
agente regula, según su interés, la composición o el desenvolvimiento del
proceso15, es decir, consiste en todo acto unilateral16 que, de acuerdo a nuestro
ordenamiento, requiere de expresa motivación dispuesta por ley. A tales
efectos, el Código señala que las disposiciones se dictan para decidir (a) el
inicio, la continuación o el archivo de las actuaciones; (b) la conducción
compulsiva de un imputado, testigo o perito, cuando pese a ser emplazado
debidamente durante la investigación no cumple con asistir a las diligencias de
investigación; (c) la intervención de la Policía a fin de que realice actos de
investigación; (d) la aplicación del principio de oportunidad; y, (e) toda otra
actuación que requiera expresa motivación dispuesta por la Ley (artículos
122.2 y 122.5 del Código Procesal Penal).

Por su parte, las providencias reúnen a todas aquellas actuaciones que se


dictan para ordenar materialmente la etapa de investigación (artículo 122.3).

Y, finalmente, los requerimientos son aquellos actos que se formulan para


dirigirse a la autoridad judicial solicitando la realización de un acto procesal
(artículo 122.4 del Código Procesal Penal). Ello también se desprende de los
términos empleados en el artículo 323, en virtud de los cuales se puede
encontrar una distinción entre el requerimiento y la solicitud. La primera, que
emite el Fiscal, y la segunda, que plantean las demás partes.

Ahora bien, considerando únicamente las disposiciones y los requerimientos,


podemos encontrar ciertas diferencias entre ellos17 que serían pertinentes
destacar, más aún si lo que se pretende es mantener la funcionalidad del
presente instituto procesal, así como la eficacia de la investigación y del
control judicial.

14 Dentro de este conjunto de actos que pueden ser ejercidos por el fiscal, el Código también
comprende a las notificaciones. No nos detendremos a exponer este tipo de acto debido a que
hacerlo supone extralimitarnos del tema abordado por el Acuerdo Plenario bajo comento.
15 Carnelutti, Sistema de Derecho procesal civil, Actos del proceso, tomo III, (trads. Alcalá-Zamora y Castillo

y Sentís Melendo), Buenos Aires (Uteha), 1944, p. 7.


16 VI Pleno Jurisdiccional de las salas penales permanente y transitoria, Acuerdo Plenario Nº 4–

2010/CJ–116 (fundamento 18).


17 Es de precisar que esta selección no es arbitraria si lo que pretendemos es plantear la diferencia

entre determinados actos que fueron comprendidos por la pregunta.

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La diferencia a la que nos referimos gira en torno de la eficacia del acto que,
en el presente supuesto, se puede apreciar de la siguiente manera: las
disposiciones no requieren de la celebración de actos posteriores para ser
eficaces, basta su mera celebración para alcanzar el fin prescrito por la norma
procesal; mientras que la eficacia de los requerimientos necesitan de la
intervención de un órgano distinto al fiscal, quien, tras la celebración de un
acto procesal posterior, concretará o desestimará la pretensión contenida en el
requerimiento (valga la redundancia) interpuesto.

Así, por ejemplo, una disposición puede ser la que contiene la formalización
de la investigación preparatoria18, la que autoriza la intervención de la policía a
fin de realizar ciertos actos de investigación (art. 322.1 del Código Procesal
Penal) 19 o la que permite al fiscal disponer la conducción compulsiva por la
Policía Nacional, cuando aquel que fue debidamente notificado bajo
apercibimiento no acata los términos de la citación –acudir a la diligencia–
(artículo 66), entre otros; mientras que, en el caso del requerimiento, podemos
apreciar la solicitud que realiza el Fiscal a efectos de que el Juez imponga,
varíe o deje sin efecto una medida cautelar (artículo 323), declare la nulidad de
transferencias (artículo 15), la contumacia o ausencia del imputado (artículo
79.1); la petición para incorporar a la persona jurídica como sujeto procesal
(artículo 91) o constituir al presunto responsable civil en calidad de tercero
civilmente responsable (artículo 111), o la reposición de plazos (artículo 145),
entre otros.

Con todo esto, y volviendo a la pregunta señalada líneas arriba, consideramos


que la audiencia de tutela únicamente ha de proceder frente a disposiciones
fiscales y, en su caso, a las providencias, en la medida que los requerimientos,
al ser meras peticiones ante el órgano jurisdiccional, no suponen afectación

18 En ese caso tenemos que la eficacia de este acto, es decir, “formalizar la Investigación
Preparatoria” o, mejor dicho, “informar de la Formalización de la Investigación Preparatoria al
Juez, a la vez de determinar los sujetos procesales –principalmente al imputado y la competencia del
Juez de la Investigación Preparatoria–” se alcanza con la comunicación que el Fiscal haya cursado al
Juez de la Investigación Preparatoria (más adelante precisaremos ciertas consideraciones al
respecto).
19 En este caso tenemos que no se requiere de una intervención judicial para alcanzar los fines

prescritos por la norma procesal, salvo que dicho acto de investigación implique trasgredir
determinado derecho fundamental (v. gr. el derecho a la inviolabilidad del domicilio, en caso de la
realización de un allanamiento.)
Otro ejemplo, pero que requiere más precisiones, consiste en la disposición mediante la cual se
aplica el principio de oportunidad. Si bien aplicar el principio de oportunidad supone no ejercitar la
acción penal, consideramos que el supuesto señalado es válido únicamente cuando el proceso se
encuentra a nivel de la etapa preliminar, pues, una vez que se ha judicializado la causa, la eficacia de
este acto procesal mediante el cual se aplica el mencionado principio requiere de un
pronunciamiento judicial en ese sentido contenido en forma de auto de sobreseimiento (artículo 2.7
del Código Procesal Penal).

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alguna a un derecho fundamental del que goza el imputado20 y más aún bajo la
vigencia del nuevo proceso penal que prevé la realización de audiencias orales,
públicas y contradictorias (en oposición al examen unilateral de los
requerimientos que se dan con el modelo anterior, basado en la escritura). De
hecho, la eficacia de estos actos procesales, tal y como se desprende del
artículo 122.4 del Código Procesal Penal depende de la intervención del Juez.

En consecuencia, no se puede exigir que el Juez de Investigación Preparatoria


ordene la audiencia de tutela para cuestionar los requerimientos pues estos se
sustancian dentro de audiencias establecidas por el Código, pudiendo las
partes, en ese momento, discutir los términos que dicho acto procesal
contenga en plena observancia de los principios de igualdad, contradicción,
oralidad, inmediación, concentración, y en irrestricto ejercicio del derecho de
defensa, entre otros.

Un caso particular supone la posibilidad de solicitar la audiencia de tutela para


cuestionar la disposición de Formalización de la Investigación Preparatoria.
Esta posibilidad, a decir del Acuerdo Plenario, no es correcta en base a los
siguientes argumentos (fundamento 18):

i. Porque, al tratarse de una actuación unilateral del Ministerio Público, no


puede ser impugnada ni dejada sin efecto por el Juez de la Investigación
Preparatoria;
ii. Porque la disposición de Formalización de la Investigación Preparatoria
cumple una función esencialmente garantista en la medida de que
informa al imputado de manera específica y clara acerca de los hechos
atribuidos y su calificación jurídica, esto es, el contenido de la
imputación jurídico penal que se dirige en su contra.
iii. Porque ya en el proceso formalmente iniciado, las partes pueden hacer
uso de los medios de defensa técnicos para evitar un proceso en el que
no se haya verificado los presupuestos esenciales de imputación.

Sobre el particular, consideramos que el tercer supuesto es el único que


debería estar fuera del control de la audiencia de tutela, debido a que esta
disposición ya cuenta con un procedimiento predeterminado a través del cual
se puede salvar la irregularidad del acto. Nos referimos al artículo 8 del
Código Procesal Penal que regula el procedimiento para cuestionar, mediante
un medio de defensa técnico, la disposición subexamen. Cabe destacar que,
20En este sentido se ha pronunciado el Tribunal Constitucional al precisar que “las atribuciones del
representante del Ministerio Público [, sin considerar la facultad de emitir disposiciones y
providencias,] son requirentes; es decir, postulatorias, y, en ningún caso, decisorias ni
sancionadoras, habida cuenta de que no tiene facultades coactivas ni de decisión directa para la
apertura de instrucción penal (…)”. Exp. N° 2159-2009-PHC/TC (FJ. 2), caso: Murillo Villegas a
favor de Peralta Navarrete y otros; N° 6167-2005-HC/TC (FJ. 36), caso: Cantuarias Salaverry; y N°
01402-2010-PHC/TC (FJ. 2), caso: Delgado Baca.

Boletín Académico Página 12


dentro del referido artículo, los medios de defensa que se planteen serán
sustanciados a través de una audiencia en la que, tras su cierre,
inmediatamente o dos días luego de celebrada la vista, el Juez se pronunciará
sobre el incidente.

Por el contrario, no somos partidarios de los dos primeros fundamentos


expuestos por la Corte Suprema por las siguientes razones:

i. Con el primero, porque la disposición, si bien es un acto unilateral del


Ministerio Público, sí puede ser cuestionada mediante la audiencia de
tutela en medida que vulnere derechos fundamentales y no exista una
vía específica para la denuncia y/o control respectivo, tal y como lo
destacó la misma Corte Suprema en su fundamento jurídico 14º.
ii. Con el segundo, porque la celebración de un acto procesal no implica
necesariamente que se cumpla los fines que la norma establece –en este
caso, “cumplir una función garantista”–, pues, para ello se deben
satisfacer las exigencias que dicho acto supone –por ejemplo, según el
artículo 336.2 del Código Procesal Penal que se individualice al
imputado y, en su caso, al agraviado; que se determinen los hechos y la
tipificación especifica; que se precise las diligencias que de inmediato se
han de actuar–, exigencias que, lamentablemente, no siempre se
cumplen en la práctica. En razón de ello, consideramos adecuado que el
ordenamiento reserve a favor de las demás partes –distintas del Fiscal–
la posibilidad de cuestionar la disposición de Formalización de la
Investigación Preparatoria cuando mediante esta se impute hechos que
no cualifican como delito (excepción de naturaleza de acción), cuando
se requiera de un requisito prejudicial o una cuestión previa; cuando la
acción haya prescrito, entre otros.

3. ¿Está obligado el Juez de la Investigación Preparatoria a convocar a


audiencia de tutela en todos los casos?

A consideración de la Corte Suprema, el Juez no está obligado a convocar a


audiencia de tutela (i) cuando la realización de la audiencia implique que la
presunta agresión al derecho fundamental devenga en irreparable; o (ii)
cuando se aprecie manifiesta intención del imputado o de su abogado
defensor de obstruir la investigación en vez de debatir sobre la existencia de
un agravio de derechos (fundamento 14).

Debido a que en esta respuesta se hace mención de dos supuestos distintos,


consideramos pertinente sistematizarlos en función de lo que entendemos por
requisito de admisibilidad y el supuesto en donde, siendo admisible la
solicitud, no corresponde la realización de la audiencia de tutela de derechos
(lo que no supone que se desampare al accionante).

Boletín Académico Página 13


Dentro de los requisitos de admisibilidad tenemos los siguientes:

i. Que no se aprecie una manifiesta intención del imputado o de su


abogado defensor de obstruir la investigación en vez de debatir sobre
la existencia de un agravio de derechos. Este es un claro supuesto de
“mala fe procesal” mediante el cual no se pretende hacer valer
derecho fundamental alguno, sino impedir o frustrar el normal
desarrollo del proceso. Esta práctica está proscrita por nuestro
ordenamiento procesal penal. (artículo 112 del Código Procesal
Penal21).
ii. Que el agravio se haya consumado (fundamento 12); es decir, que no
se trate de amenazas, sino de lesiones efectivas contra los derechos
fundamentales. Esta particularidad hace que –a nuestra consideración–
podamos distinguir este instituto del proceso constitucional de hábeas
corpus, pues este último sí procede incluso cuando el agravio todavía
no se ha concretado (artículo 25 Código Procesal Constitucional in
limine).
iii. Que el acto procesal que se pretende cuestionar a través de la
audiencia de tutela no cuente con una vía propia donde reclamar la
afectación constitucional. Como podemos apreciar, este requisito
incide en el carácter residual del mecanismo bajo comentario.

En consecuencia, si el Juez detecta la concurrencia de alguno de estos


supuestos, resulta pertinente que ordene la inadmisibilidad de la solicitud del
justiciable, en aras de la observancia de los principios de economía procesal,
celeridad y legalidad.

Ahora bien, una vez superado el control de admisibilidad de la solicitud de


tutela de derechos, tenemos que el Juez de la Investigación Preparatoria
deberá, en atención del artículo 71 del Código Procesal Penal in fine, ordenar la
realización de la audiencia correspondiente para, luego de ella, emitir su
pronunciamiento. No obstante ello, la Corte ha considerado que el referido
Juez de la Investigación Preparatoria podrá atender el petitum del accionante
sin la realización previa de la audiencia, en caso que su realización agrave la
afectación constitucional, deviniendo ésta en irreversible, –tal y como lo exige
el artículo 71 del Código Procesal Penal in fine.

21 Artículo 112. –Se considera que ha existido temeridad o mala fe en los siguientes casos:
1. Cuando sea manifiesta la carencia de fundamento jurídico de la demanda, contestación o medio
impugnatorio;
2. Cuando a sabiendas se aleguen hechos contrarios a la realidad;
(…)
6. Cuando por cualquier medio se entorpezca reiteradamente el desarrollo normal del proceso;

Boletín Académico Página 14


De lo expuesto podemos colegir que, si bien tal interpretación de la Corte
resulta contradictoria al artículo 71.4 (contraviene el principio de legalidad); el
fundamento para tal interpretación –a nuestro entender– se encuentra en el
artículo VII.3 del Título Preliminar en la medida que tal dispositivo permite al
Juez realizar una interpretación restrictiva de toda ley que “coacte (…) el
ejercicio de los derechos procesales de las personas, así como la que limite un
poder conferido a las partes (…)”.

Así tenemos que, en el caso concreto, si bien la audiencia supone –dentro de


una situación ordinaria– una garantía para que las partes legitimadas puedan
exponer sus pretensiones en plena igualdad de armas y de oportunidades, sin
ser sometidas a un estado de indefensión; cuando tal situación varía, y surge
un estado de necesidad, en la que el cumplimiento ritual de la ley –por el
tiempo que la audiencia demandaría– implica que la afectación devenga en
irreversible, consideramos pertinente y necesario –en concordancia con el
Acuerdo Plenario– que se omita la realización de la audiencia.

4. ¿Puede cuestionarse a través de la acción de tutela la legalidad de


los actos de investigación realizados por el Fiscal?

Esta interrogante fue absuelta con una respuesta afirmativa. En efecto,


mediante la audiencia de tutela de derechos sí se puede cuestionar los actos de
investigación, siempre y cuando éstos vulneren derechos fundamentales que
se encuentran recogidos en el artículo 71 del Código Procesal Penal
(fundamento 14).

5. ¿Puede solicitarse vía acción de tutela la exclusión de material


probatorio obtenido ilícitamente?

Esta pregunta, íntimamente relacionada con la anterior en la medida de que la


prueba será ilícita siempre y cuando los actos de investigación, tendientes a su
obtención, sean ilícitos o afecten derechos fundamentales, también fue
absuelta de manera afirmativa. Los fundamentos que, sobre el particular,
esboza la Corte Suprema se sustentan en que “la posibilidad de atacar el material
probatorio obtenido ilegalmente deriva del reconocimiento del principio de
legitimidad de la prueba (…) que se encuentra establecido en el artículo VIII del
Título Preliminar del NCPP y de la utilización de la prueba –regulado en el artículo
159 del acotado Código– (…)”22.

22 Las negritas son nuestras.

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IMPUTACIÓN SUBJETIVA DEL LAVADO DE ACTIVOS EN EL
ACUERDO PLENARIO Nº 3-2010/CJ-116.

WALTER JOSHUA PALOMINO RAMÍREZ

I. PRELIMINAR

1. La Corte Suprema de Justicia de la República publicó el 16 de


noviembre de 2010 el Acuerdo Plenario Nº 3-2010/CJ-116, el mismo
que desarrolló, entre otros temas, el tipo subjetivo en el delito de lavado
de activos. En este sentido, dicho Acuerdo Plenario señaló que:

En cuanto a la tipicidad subjetiva de los delitos de lavado de


activos, la construcción normativa que se utiliza en los
artículos 1º y 2º de la Ley 27765 permite identificar solamente
delitos dolosos. El dolo, sin embargo, con el que debe actuar
el agente, incluye también la modalidad eventual.

2. Asimismo, continuando con el análisis al contenido subjetivo del citado


tipo delictivo, se afirmó que “el sujeto activo debe, pues, ejecutar los distintos
actos y modalidades de lavado de activos de manera consciente y voluntaria.”. De
este modo, la Corte Suprema de Justicia de la República manifestó su
apego por la clásica teoría del dolo volitivo, la misma que precisa para
su configuración de un aspecto intelectual (conocimiento del supuesto
típico) y de otro volitivo (el querer realizar el tipo)23.

3. Sin embargo, hoy en día, dicha posición ha sido criticada por presentar
ciertas insuficiencias en lo relacionado a su coherencia interna24,

23 PEÑA CABRERA, Raúl. Tratado de Derecho Penal. Estudio Programático de la Parte General. 3 ed., Lima
(Grijley), 1997, p.363.
24 Al respecto, GARCÍA CAVERO, Percy, Lecciones de Derecho Penal. Parte General. Lima (Grijley), 2008,

p.399: “A la teoría de la voluntad se le ha cuestionado llegar, si se es riguroso, a resultados


inadmisibles. El dolo eventual, e incluso el dolo directo de segundo grado, no podrían
fundamentarse plenamente, pues mientras en el primero no hay voluntad respecto del resultad, en
el segundo caso el resultado se tiene solamente como consecuencia necesaria de la actuación. La
doctrina penal ha intentado compensar esta ausencia del elemento volitivo en el dolo eventual con
otros elementos de carácter emocional, con lo que se busca justificar el castigo a título de dolo de
actos realizados sin una voluntad sobre el resultado. De esta manera, se han formulado las teorías
del acuerdo, la ratificación, la resignación, la aprobación y el consentimiento. Sin embargo, a estas
derivaciones de la teoría de la voluntad se les ha criticado su intento de reemplazar el elemento de la

Boletín Académico Página 16


indicándose incluso que es posible prescindir del elemento volitivo para
la construcción del dolo, pues en un “Derecho penal que se encarga de evitar
la creación de riesgos prohibidos, resulta lógico que el elemento volitivo deje de ser
decisivo y el centro del reproche se encuentre en el conocimiento de la generación de los
riesgos prohibidos.”25.

4. De este modo, parece quedar claro que la exigencia del elemento


volitivo es indiferente, pues tal voluntad concurrirá siempre que se
afirme que el autor realizó un determinado comportamiento prohibido
estando consciente del riesgo idóneo que el mismo significaba para la
producción del resultado antinormativo26.

5. Sobre la base de lo señalado, el presente trabajo procurará realizar un


análisis de la opción seguida por la Corte Suprema de Justicia de la
República en lo relacionado a su elección por la postura clásica del dolo
como conocimiento y voluntad. Para ello, partiremos por analizar
brevemente el artículo 14 del Código Penal, en tanto prevé el
denominado error de tipo que se configura, según se señala en la
doctrina, como el reverso del dolo27.

II. EL ERROR DE TIPO EN EL CÓDIGO PENAL

6. Según refiere BACIGALUPO28, ante la falta de definición expresa del dolo


en el Código Penal se puede afirmar que las reglas del error de tipo
contienen, aunque de una manera indirecta, una definición de la citada
institución. Así, en tanto el error excluye el dolo, un concepto será la
contrapartida del otro.

voluntad por sucedáneos emocionales y dejar de lado finalmente su punto de partida: El dolo como
conocimiento y voluntad.”; En esta misma línea, BACIGALUPO, Enrique. Derecho Penal. Parte General.
Lima (Ara Editores), 2004, p.309: “La tradicional definición del dolo que requería para éste, además
de la representación o el conocimiento de la realización del tipo (elemento cognitivo), también un
elemento volitivo (la voluntad) ha sido puesta en duda en la dogmática más moderna. La evolución
en este sentido ya había comenzad en el ámbito del delito de omisión, en el que se consideraba que
la forma más grave de éstos no se podía hayar en una inexistente voluntad de realización: el que
omite no quiere realizar algo; deja que los hechos sigan su curso sin su intervención. En el delito
activo el elemento volitivo (el querer del autor del hecho que se representa) resulta, en realidad,
superfluo, dado que es evidente que quien conocer el peligro concreto generado por su acción y
actúa es porque, al menos, tiene una clara actitud de menosprecio por la seguridad del bien
amenazado.
25 GARCÍA CAVERO, Percy, Lecciones de Derecho Penal…, p.405 y 406.
26 En este sentido ver: REAÑO PESCHIERA, José Leandro. Tres estudios de…, p.77; BACIGALUPO,

Enrique. Derecho Penal…, p. 310.


27 Al respecto ver: REAÑO PESCHIERA, José Leandro. Tres estudios de dogmática penal. El desistimiento

voluntario de la tentativa, el error de tipo, y la teoría de la intervención delictiva. Lima (Jurista Editores), 2010,
p. 63 – 99.
28 BACIGALUPO, Enrique. Derecho Penal…, p. 306.

Boletín Académico Página 17


7. En esta línea, nuestro texto punitivo señala en su artículo 14 que “el
error sobre un elemento del tipo penal o respecto a una circunstancia que agrave la
pena, si es invencible, excluye la responsabilidad o la agravación. Si fuera vencible,
la infracción será castigada como culposa cuando se hallare prevista como tal en la
ley”. De este modo, como se podrá observar, el Código Penal delimita
el ámbito sobre el cual debe recaer el error de tipo, el cual admitirá
situaciones de desconocimiento que recaigan tanto sobre los elementos
facticos, como también sobre los de naturaleza normativa.

8. En este sentido, el error de tipo no será otra cosa que el


emprendimiento de un determinado comportamiento ignorando alguna
circunstancia fáctica o normativa del tipo penal, de tal manera que el
agente cree que su acción está permitida <<porque no sabe lo que
hace>>29. En coherencia con lo argumentado, afirmar la existencia de un
error de tipo es equivalente a negar la concurrencia del dolo, y, por el
contrario, negar la configuración de un error de tipo será lo mismo que
afirmar la presencia del dolo30.

9. Ahora bien, nos peguntamos ¿Qué es lo que debe entenderse por dolo?
A nuestro criterio, tratando de ser coherentes con lo previamente
expuesto, el dolo debe implicar “la realización de los hechos constitutivos de la
infracción penal con correcto conocimiento de las circunstancias que integran el tipo de
dicha infracción”31. De esta manera, el dolo se caracterizará por el
“conocimiento de los elementos del tipo objetivo, es decir, de los elementos que
caracterizan la acción como generadora de un tipo jurídicamente desaprobado
(…)”32.

10. Lo señalado cobra un mayor nivel de persuasión cuando observamos la


ausencia de una norma que atribuya algún efecto eximente o atenuante
sobre la base de una suerte de <<error volitivo>>, lo cual, suscribiendo la
posición de un sector de la doctrina, entendemos que es un argumento
contundente para decantarse por una tesis cognitiva del dolo33.

III. DOLO Y CONOCIMIENTO

11. La postura esbozada líneas arriba se corresponde, en clave normativo-


funcional, con el entendido de que la imputación penal de una
conducta sólo puede hacérsele a una persona en Derecho, esto es, que
la persona imputable es aquella portadora de un rol, pues únicamente

29 REAÑO PESCHIERA, José Leandro. Tres estudios de…, p. 63.


30 Ibidem, p. 75.
31 Ibidem, p. 79.
32 BACIGALUPO, Enrique. Derecho Penal…, p. 307.
33 REAÑO PESCHIERA, José Leandro. Tres estudios de…, p. 79.

Boletín Académico Página 18


cuando dicha persona quebrante aquél rol –por el cual es titular de un
ámbito de organización con derechos y deberes determinados34– y con
ello defraude las expectativas normativas previstas en las normas (o, en
otras palabras, no respete la vigencia de la norma) es que se le podrá
imponer una sanción, en tanto no se comporto conforme a deber35.

12. En esta línea, desde el plano de la imputación subjetiva tenemos que no


se buscará interpretar o verificar la conciencia del agente para buscar el
contenido del conocimiento que configura el dolo, sino que se realizará
una atribución de un sentido o significado penalmente relevante: el
conocimiento concreto que el actuante debía saber en el contexto social
de su acción36.

13. Ello, como señala GARCÍA CAVERO, se debe a que:

Una comprensión normativa del dolo debe llevar a la


afirmación de que el conocimiento del autor no se constata ni
se verifica sino que se imputa. Dicho conocimiento adquiere
así una configuración distinta, en la medida que deja de ser un
fenómeno psicológico ocurrido en la cabeza del autor durante
la realización del delito y se convierte en una imputación de
conocimiento con criterios normativos. (…)
En este sentido, si el delito se define como la infracción de un
rol atribuido a la persona del autor, resulta lógico que los
criterios de imputación del conocimiento se asienten en la idea
del rol y la persona del autor. De esta manera para determinar
el conocimiento del autor debe partirse de las competencias de
conocimiento que cada rol impone a su titular”37

34 CARO JHON, José Antonio. “La imputación objetiva en la participación delictiva. Comentario a la
Sentencia de la Corte Suprema N° 4166-99-Lima, de 07 de marzo de 2001”. En: Comentarios a la
jurisprudencia penal, GRIJLEY, Lima, 2003, p. 27.
35 FEIJOO SÁNCHEZ, Bernardo José. “El principio de confianza como criterio normativo de

imputación en el Derecho penal: fundamentos y consecuencias dogmáticas”. En: Imputación objetiva


en el Derecho penal, Lima (GRIJLEY), 2002, p.288 y 289: “La existencia del Derecho penal está
justificada en la medida que resulta un instrumento que reacciona (retribuye) contra la infracción de
la norma. El delito es un <<ejemplo insoportable>> que desorienta a los ciudadanos que están
dispuestos a tener en cuenta las reglas básicas de convivencia. La pena es un instrumento que
vuelve a dejar las cosas como estaban, no para la víctima, sino para la validez del Derecho. Si no se
impone la pena se destruye la confianza de los ciudadanos en las normas y el mal ejemplo que
queda sin respuesta puede crear escuela”
36 CARO JHON, José Antonio. “Imputación subjetiva”. En: MONTEALEGRE LYNETT (Coord.)

Derecho Penal y Sociedad. Estudios sobre las obras de Gunther Jakobs y Claus Roxin, y sobre las
estructuras modernas de imputación. Tomo I, Colombia (Universidad Externado de Colombia),
2007, p.288.
37 GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho Penal Económico. Parte Especial, Lima (Grijley), 2007, p. 485.

Boletín Académico Página 19


14. En efecto, el conocimiento no debe ser entendido como el indagar
sobre un hipotético “conocimiento psíquico”38, pues ello es imposible
de ser averiguado (¿quién puede meterse a la cabeza de otra persona?),
sino que debe ser atribuido. Así, “(…) para determinar si un sujeto concreto
actuó dolosamente habrá que estarse a una atribución de conocimientos que el
ordenamiento jurídico realiza, y que dependerá de los parámetros con los que el
código jurídico valore ciertas circunstancias, un código jurídico basado en las
expectativas desde el punto de vista social que se tienen de un determinado
comportamiento.”39.

15. En este orden de ideas, a nuestro criterio, el criterio para atribuir o


imputar el conocimiento será el rol o posición jurídica que ocupe el
agente en el concreto contexto de interacción en el que desarrolle su
comportamiento, lo que en doctrina se ha denominado como los
“conocimiento mínimos asociados al rol desempeñado”40.

IV. ¿QUÉ QUEDA DE LAS FORMAS DEL DOLO?

16. Como sabemos, tradicionalmente la doctrina ha reconocido tres formas


de dolo: a) el dolo directo, b) el dolo indirecto, y c) el dolo eventual.
Ello se debe, como señaláramos líneas arriba, a la importancia que el
factor volitivo alcanzó sobre la base de comprender que el dolo es
“conocimiento + voluntad”.

17. Sin embargo, al adscribirnos a una teoría normativa del dolo, tales
formas tradicionales en las cuales el mismo se bifurcaba ya no se
presentaran más. Así, al prescindirse del elemento volitivo sólo cabra la
distinción entre dolo y culpa inconsciente. En este sentido, la
imprudencia41 se constituirá como una forma de evitabilidad en la que
el autor carecerá de un conocimiento actual (insuficiente conocimiento
del autor sobre la base de su rol, no obstante tener la posibilidad de
conocerlo) de lo que se debe evitar. Así, para Jakobs la imprudencia es

38 SÁNCHEZ- VERA GÓMEZ- TRELLES. Javier; Atribuciones Normativistas en Derecho Penal, Lima
(Grijley), 2004, p.69.
39 Ibidem, p.52.
40 REAÑO PESCHIERA, José Leandro. Tres estudios de…, p. 80.
41Según Jakobs, el fundamento de la pena en la imprudencia se basa en tres razones: “en primer lugar, se trata

de no poner a arbitrio de los individuos la dimensión del riesgo que se corre respecto de los bienes propios y
ajenos. (…) En segundo lugar, se pretende establecer un conocimiento mínimo de la peligrosidad, especialmente
en aquellos casos en los que es poco frecuente que exista una vivencia individual del peligro. Además, se
pretende evitar que un autor considere, por ranzones aparentes, inocuo un comportamiento oficialmente
considerado peligroso. (…) En tercer lugar –y ésta es probablemente la razón principal-, la punición de los
hechos imprudentes está destinada a impedir que el autor aprenda de modo selectivo, es decir, que aprenda
exclusivamente la evitación de situaciones que comporten un riesgo de autolesión, y no de aquellas que
generan un riesgo de heterolesión. En caso de hacerse este uso selectivo del cuidado, la imprudencia se
convierte en dolo indirecto, cuestión sobre la que aún habrá que volver”. Ver: JAKOBS GUNTHER. “El
lado subjetivo del…, pp.125 y 126

Boletín Académico Página 20


básicamente un supuesto de error de tipo, pues solo se presentará
“cuando el resultado típico es objetivamente imputable y el autor ha obrado con una
apreciación errónea acerca del riesgo de su producción, a pesar de tener la posibilidad
de conocer tal riesgo”42

18. Tal clasificación, creemos nosotros, es la adecuada pues obedece a las


exigencias propias que requiere un Derecho penal moderno que no
busca el imposible logro de saber qué es lo que cada persona tiene en
mente. Asimismo, lo señalado guarda estricta coherencia con el
contenido normativo que nuestro Código Penal nos ofrece a través de
la recepción de la institución del error de tipo.

V. ACUERDO PLENARIO Nº 3-2010/CJ-116

19. De acuerdo a todo lo señalado líneas arriba, no podemos hacer más que
manifestar nuestra discrepancia con la postura asumida por la Corte
Suprema de Justicia de la República, pues optó por un criterio volitivo
del dolo.

20. Tal rechazo no se debe a un mero capricho dogmático, sino todo lo


contrario pues nos preguntamos ¿Qué hubiera sucedido si acaso la
Corte Suprema de Justicia de la República hubiese señalado que el
delito de lavado de activos sólo admite el dolo directo?

21. Nosotros somos conscientes de que la doctrina nacional mayoritaria


señala que el referido ilícito admite el dolo eventual43, de manera que lo
indicado por el citado Acuerdo Plenario se corresponde con aquella
posición aún dominante en el plano nacional. Sin embargo, como
hemos podido apreciar líneas arriba, de acuerdo a lo desarrollado sobre
el error de tipo, podemos observar que el Código Penal no ha
establecido tales formas de dolo como consecuencias necesarias de la
“inevitable” exigencia del elemento volitivo, menos aún como
fundamentos para la tipicidad o atipicidad de una conducta.

22. En efecto, el Código Penal únicamente exige, sobre la base del


principio de culpabilidad, que en el ámbito del injusto el hecho haya
sido cometido dolosa o culposamente, proscribiéndose toda forma de
responsabilidad objetiva. Ello se corresponde con lo previsto en el
artículo 14 del Código Penal cuando expresamente refiere que el error

42MAZUELOS COELLO, Julio F. “El Delito Imprudente..., p.186.


43 Así, por ejemplo, lo señalan: GARCÍA CAVERO, Percy. Derecho Penal Económico. Parte Especial. Tomo
II, Lima (Grijley), 2007, p. 506; GÁLVEZ VILLEGAS, Tomás Aladino. El delito de lavado de activos.
Criterios sustantivos y procesales. Análisis de la Ley Nº 27765. Actualizado conforme al Código Procesal Penal y
demás normas vigentes.2da edición, Lima (Jurista Editores), 2009, p. 98.

Boletín Académico Página 21


de tipo se configurara cuando se presente “el error sobre un elemento del tipo
penal o respecto a una circunstancia que agrave la pena (…)”.

23. En este sentido, no parece haber lugar para señalar alguna otra
exigencia en el ámbito de la imputación subjetiva, lo contrario sería
admitir ámbitos de impunidad allí donde no debe de haberlos. Así, por
ejemplo, de haberse señalado que el delito de lavado de activos, o
cualquier otro, sólo admite el dolo directo se estaría estableciendo una
ventana abierta para la impunidad de determinadas conductas, pese a
que el legislador penal no lo ha previsto de tal modo.

24. A nuestro criterio, nos parece claro que aquellas formas de concebir el
dolo deben, utilizando las palabras de BACIGALUPO44, considerarse
superadas, pues como hemos podido expresar en los acápites
anteriores, tal postura presenta serias insuficiencias en lo relacionado a
su coherencia interna, imponiendo, a su vez, determinadas exigencias
que el legislador del Código Penal no ha señalado.

B. REPORTES
44 BACIGALUPO, Enrique. Derecho Penal…, p. 314.

Boletín Académico Página 22


1. ¿SE PODRÁ APLICAR EL CÓDIGO PROCESAL PENAL DE
2004 EN LA INVESTIGACIÓN QUE SIGUE A LUIS
CASTAÑEDA LOSSIO POR COLUSIÓN Y MALVERSACIÓN
DE FONDOS?

EL CASO

La juez NELLY ARANDA CAÑOTE del 12º


Juzgado Penal de Lima inició las
investigaciones contra el ex alcalde de Lima,
LUIS CASTAÑEDA LOSSIO, por los presuntos
delitos de colusión desleal y malversación de
fondos, tras ser denunciado por el Ministerio
Público por el caso Comunicore.

Se empezó a evaluar el expediente remitido


por la fiscal FANNY QUISPE de la 1º Fiscalía
Anticorrupción, en contra de LUIS
CASTAÑEDA por colusión desleal y como
coautores del mismo a ÁNGEL PÉREZ RODAS, JUAN BLEST GARCÍA, CARLOS
CHÁVEZ MÁLAGA, CARLOS ASMAT DAYER, ULISES MERINO ROJAS, con
quienes –según la denuncia fiscal– laboró varios años. Asimismo, se atribuyó a
LUIS CASTAÑEDA LOSSIO y a los funcionarios JUAN BLEST GARCÍA y ULISES
MERINO de ser los coautores del supuesto delito de malversación de fondos.

EL ANÁLISIS

El Proyecto de Ley n.o 4441-2010, aprobado el martes 28 de diciembre de


2010, contiene la propuesta legislativa de circunscribir la aplicación del Código
Procesal Penal a los delitos cometidos por funcionarios públicos que
constituyan nuevos casos (denuncias).

Además, de comprender también, bajo los alcances del nuevo cuerpo adjetivo
penal, las causas que se encuentren en investigación preliminar, así como de
las denuncias formalizadas que todavía no han sido calificadas por el juez (es
decir, aquellas en donde nos e ha emitido aún el auto de apertura de
instrucción). Se entiende que la aplicación del Código de 2004 empezará a
regir desde el 15 de enero de 2011 en el distrito judicial de Lima.

En este caso, según se extrae de la nota, ya se cursó al Poder Judicial la


denuncia penal en contra del ex alcalde de Lima por los delitos de colusión y

Boletín Académico Página 23


malversación de fondos, contando con un plazo de quince días para que se
pronuncie si apertura o no el proceso penal.

Estando el expediente en el despacho de la juez NELLY ARANDA del 12º


JUZGADO PENAL DE LIMA, si resolviere la apertura del proceso penal antes del
15 de enero de 2011, el sistema procesal a aplicar sería el del Código de
Procedimientos Penal de 1944; en cambio, de no pronunciarse pasado el 15 de
enero, el proceso se regiría bajo las normas del Código Procesal Penal de
2004, conforme a la modificatoria aprobada.

C. NOVEDADES LEGISLATIVAS

Boletín Académico Página 24


1. PROYECTO DE LEY n.o 4495/2010-CR: SE PROPONE BRINDAR
DEFENSA TÉCNICA A LAS VÍCTIMAS AGREDIDAS SEXUALMENTE.

GENERALIDADES

El presente proyecto de ley ha sido presentado el 23 de noviembre de 2010


por el GRUPO PARLAMENTARIO ALIANZA NACIONAL, atendiendo la propuesta
del congresista ISAAC MEKLER NEIMAN.

PLANTEAMIENTO

La propuesta del proyecto de ley acoge la necesidad de dar mayor alcance a la


defensa gratuita de las víctimas sexuales a través de los abogados de oficio en
las distintas etapas procesales.

La exposición de motivos que fundamenta al proyecto de ley afirma que:


“Resulta necesario regular en sus extremos correspondientes la defensa legal
gratuita para los menores y adolescentes víctimas de violación sexual, que en
la mayoría de los casos se encuentran en total desamparo, ya que al iniciarse
las investigaciones policiales y al ser remitidas a la autoridad competente dejan
de ser asesorados por dichos letrados, que son designados por el Ministerio de
Justicia, pero solo para una sola instancia; todo ello con el propósito de
garantizar, a las niñas, los niños y los adolescentes así como a sus familiares, la
asesoría y defensa legal gratuita no solo durante la investigación preliminar,
sino además en todas las etapas del proceso penal hasta su culminación y
ejecución”.

Consideramos que este proyecto de ley desconoce los alcances de la Ley


29360, Ley del Servicio de Defensa Pública y su Reglamento, Decreto
Supremo 013-2009-JUS.

Es innecesario reiterar los términos abarcativos de la defensa gratuita para


víctimas sexuales como propone el proyecto de ley en el Código Procesal
Penal (artículos 80 y 95) y el Código del Niño y del Adolescente (artículo 146).
Obsérvese en sus propuestas legales la pretensión de dar vigencia a los
artículos 67 (conformación de la defensa) y 69 (actuaciones de la defensa de
oficio) del Código de Procedimientos Penales que habían sido derogados
justamente por la Ley 29360. Si el planteamiento era mejorar los alcances
legales de la defensa pública de las víctimas sexuales, se debió analizar si la Ley
29360 colmaba dichas expectativas.

Boletín Académico Página 25


Convenimos en señalar, que la cita ley si colmaba tales expectativas. Téngase
en cuenta que, en el desarrollo de la defensa técnica de víctimas sexuales debe
contar con los siguientes elementos: gratuidad de la defensa, asesoría y
patrocinio permanente, y tratamiento especial. Estos tres aspectos se
encuentran previstos en la Ley 29360 y su reglamento.

Así, en relación a la gratuidad de la defensa, conforme al artículo 3 de la Ley


29360, el servicio de defensa pública tiene como principio general la gratuidad,
que establece que la defensa pública es un servicio que se presta en forma
gratuita para quienes acrediten que no cuentan con recursos económicos y en
los demás casos que la Constitución Política y la ley lo establezcan. En ese
sentido, las víctimas sexuales, bajo los alcances de esta ley, pueden recurrir a la
defensa pública en forma gratuita, sin que la cuestión económica sea un tema
que le genere indefensión.

Sobre el estado permanente de la asesoría y el patrocinio, el artículo 12 de la


citada Ley señala como deberes de los defensores públicos mantener
permanentemente informados a los patrocinados sobre todas las
circunstancias del proceso, así como asumir la representación legal de éstos.
Con ello, las víctimas sexuales tienen la facultad de recurrir a sus defensores
públicos en el desarrollo de todo el proceso, y no solo a nivel de la
investigación preliminar.

El tratamiento especial que se le otorga a la víctima sexual se encuentra


establecido en el artículo 8 de la Ley 29360, donde se prescribe que la
Dirección General de Defensa Pública brinda a través de los consultorios
jurídicos populares la asesoría y patrocinio legal a las víctimas de violencia
familiar, violencia sexual, abandono moral y material, y a favor de los niños,
niñas y adolescentes por delitos contra la libertad.

En conclusión, contamos con un marco legal suficiente para la actuación


activa de la defensa pública a favor de las víctimas sexuales. Evaluar si dicha
herramienta legal se haya implementado y aplicado en nuestro país constituye
el siguiente paso y el examen debe consistir en el rendimiento y la eficacia. Por
ello, lo que queda es solo una evaluación aplicativa de los beneficios legales
con que se cuenta; mas no resuelve el problema, el volver a regular
mecanismos como pretende el presente proyecto de ley.

Boletín Académico Página 26


2. PROYECTO DE LEY n.o 4478/2010-CR: SE PROPONE BRINDAR
FACILIDADES EN LA ACREDITACIÓN DEL OBJETO MATERIAL DE LOS
DELITOS CONTRA EL PATRIMONIO.

GENERALIDADES

El presente proyecto de ley ha sido presentado el 18 de noviembre de 2010


por el GRUPO PARLAMENTARIO ALIANZA NACIONAL, atendiendo la propuesta
del congresista ISAAC MEKLER NEIMAN.

PLANTEAMIENTO

La propuesta del proyecto de ley acoge la necesidad de facilitar la labor


probatoria en los procesos por delitos contra el patrimonio al contar con otros
medios para acreditar la preexistencia del bien objeto material.

La exposición de motivos que fundamenta al proyecto de ley señala lo


siguiente: “Resulta preciso regular los alcances con los cuales el denunciante,
víctima de un delito contra el patrimonio, puede acreditar la preexistencia del
bien, por cuanto en la práctica durante la investigación policial, los operadores
del proceso solicitan restrictivamente los comprobantes de pago como único
medio para acreditar el hecho”.

Para ello, se propone la incorporación de reglas del Código Procesal Civil para
brindar al proceso otros medios idóneos que acrediten la preexistencia del
bien:

Artículo 245 del Código Procesal Penal de 1991:

“En los delitos contra el patrimonio deberá acreditarse la preexistencia de la cosa


materia del delito. Para tal fin, rigen como medios probatorios los
regulados en el Código Procesal Civil, en los artículos 192 y 193”.

Artículo 201 del Código Procesal Penal de 2004:

“1. En los delitos contra el patrimonio deberá acreditarse la


preexistencia de la cosa materia del delito, con cualquier medio de
prueba idóneo. Para tal fin, rigen como medios probatorios los
regulados en el Código Procesal Civil, en los artículos 192 y 193”.

Con estas propuestas se plantea la limitación de la tradicional forma de los


jueces de acreditar el objeto material del delito con las facturas y
comprobantes de pago. El proyecto plantea la posibilidad de asumir un

Boletín Académico Página 27


sistema tasado de pruebas antes que el sistema valorativo. Adviértase que los
artículos 192 y 193 contienen un lista de pruebas típicas y atípicas que el juez
puede considerarlas o no.

Esta tendencia del listado de pruebas constituye una forma arcaica superada
que contradice lo preceptuado en el artículo 158 del Código Procesal Penal de
2004: “En la valoración de la prueba el Juez deberá observar las reglas de la
lógica, la ciencia y las máximas de la experiencia, y expondrá los resultados
obtenidos y los criterios adoptados”.

Por consiguiente, no resulta pertinente la propuesta tasada de la prueba en


relación al objeto material de los delitos contra el patrimonio. Es conveniente
mantener las fórmulas legales de los códigos procesales mencionados. La
práctica judicial sobre la acreditación del objeto material, debería ser un
problema de capacitación de los jueces sobre los medios idóneos para
demostrar la preexistencia del bien y no una delimitación a la valoración de
pruebas.

Boletín Académico Página 28


D. NORMAS DE LA SEMANA

DEL 24 AL 30 DE DICIEMBRE

DÍA NORMA TEMA


Lunes Resolución Se oficializa el acuerdo de Sala Plena
(27/diciembre) Administrativa n.o referido a la proclamación del
499-2010-P-CSJHA- magistrado LUÍS ALBERTO VÁSQUEZ
PJ. Corte Superior de SILVA como Presidente de la Corte
Justicia de Huaura Superior de Justicia de Huaura para el
periodo 2011-2012.
Martes Resolución Se designa a MARÍA HERNÁNDEZ
(28/diciembre) Administrativa n.o ESPINOZA como juez superior
969-2010-P-CSJLI/PJ. provisional para que conforme la Sala
Corte Superior de Penal Descentralizada de Villa María
Justicia de Lima del Triunfo integrado por los
magistrados OCTAVIO CÉSAR
SAHUANAY CALSI y MARIELA
YOLANDA RODRÍGUEZ VEGA. La
designación durará desde el 11 al 12
de octubre.
Se designa a MARCO ANTONIO AIRA
HIDALGO como juez supernumerario
del 8º Juzgado Penal de Lima desde el
11 al 12 de octubre.
Acuerdo de la Se aprobó el Proyecto de Ley n.o
Comisión Permanente 4441, cuyo objeto es modificar la
del Congreso de la Disposición Transitoria Única de la
República. Ley 29574, Ley sobre la aplicación
del Código Procesal Penal de 2004, y
el numeral 4 de la Primera
Disposición Complementaria y Final
del Código Procesal Penal de 2004.
Aprobado en primera votación en
sesión de la Comisión Permanente,
por 10 votos a favor, 7 votos en
contra y ninguna abstención.
Miércoles Decreto Supremo n.o Amplían la vigencia del Plan Nacional
(29/diciembre) 021-2010-JUS. de Derechos Humanos 2006-2010
Ministerio de Justicia hasta el 31 de diciembre de 2011.

Boletín Académico Página 29


E. PREGUNTAS Y RESPUESTAS DESDE LA
JURISPRUDENCIA

CONFESIÓN SINCERA

1. ¿Qué se entiende por confesión sincera como beneficio procesal?“La


confesión sincera es la declaración del procesado, hecha en forma libre y
espontánea, en la que se acepta o narra haber participado en un hecho
delictuoso. Al haber el procesado reconocido su participación en los hechos
que se le imputan tanto a nivel policial como judicial, surte los efectos de una
confesión sincera para reducir la pena por debajo del mínimo legal”.

Ejecutoria Suprema del 7 de junio de 2000, R. N. 861-2000

2 ¿Cuáles son los requisitos de la confesión sincera?

“No corresponde rebajar aún más la pena impuesta, en la medida en que


incluso la propia invocación del instituto de la confesión sincera en la
sentencia recurrida no se condice con los requisitos que la jurisprudencia de
este Supremo Tribunal ha definido sobre el particular: declaración espontánea,
veraz, coherente y uniforme en todo el curso del proceso”.

Ejecutoria Suprema del 26 de abril de 2005, R. N. 478-2005

3. ¿Qué se entiende por confesión sincera oportuna?

“La confesión sincera para efecto de rebajar la pena por debajo del mínimo
debe ser oportuna, esto es que el infractor asume responsabilidad desde la
etapa preliminar manteniendo una versión coherente conforme a la vasta
jurisprudencia en este sentido, por lo que no es procedente aplicar el segundo
párrafo del artículo 136 del Código de Procedimientos Penales que autoriza
rebajar la pena del confeso a límites inferiores del mínimo legal”.

Sentencia del 30 de junio de 1999, Exp. 98-0660-020201-JP2 Ancash

4. ¿Se admite la confesión sincera en casos de flagrante delito?

“La Sala Penal Superior al graduar la pena contra la acusada ha considerado de


manera indebida la confesión sincera para imponer la pena por debajo del
mínimo legal, porque en casos de flagrante delito, como el presente, no es de
aplicación este beneficio en tanto no se ha aportado nuevos hechos, en tal
mérito resulta procedente modificar la pena impuesta, en atención a la forma y
circunstancias en que se cometió el delito”.

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Ejecutoria Suprema del 14 de junio de 2002, R. N. 816-2002 Callao

“No puede calificarse como confesión sincera la admisión de los hechos


motivada por las circunstancias, o sea que, como ha sucedido en autos, los
acusados fueron descubiertos y perseguidos, luego de sustraer los artefactos
que se incautaron con motivo de su detención y donde no tenían otra
alternativa que admitir tales hechos”.

Ejecutoria Suprema del 15 de enero de 1999, Exp. 4850-98 Lima

5. ¿Es posible admitir confesión sincera cuando el procesado


además de admitir su participación en el hecho delictivo, alega
alguna circunstancia excluyente de responsabilidad?

“Que está probado que el imputado de 18 años de edad hizo sufrir el acto
sexual a la agraviada de 13 años de edad con quien mantenía relaciones
sentimentales; que el agravio que el imputado hace valer en su impugnación,
en el sentido que desconocía la edad de la víctima –error de tipo– se descarta,
no sólo con la declaración de la imputada, quien alega que le mencionó
expresamente su edad, sino con la circunstancia de su propia relación
sentimental, lo que evidencia que no se trató de una vinculación esporádica u
ocasional que pudiera tornar verosímil una equivocación como la
denunciada; que, además el imputado es un joven urbano con secundaria y
estudios preuniversitarios, con lo que su coartada de que desconocía que era
delito tener trato sexual con una menor de mutuo acuerdo y sin violencia -
error de prohibición- no resulta razonable; que, si bien no es de aplicación
ninguna de las dos circunstancias de atenuación excepcional, en cambio,
corresponde aplicar la referida confesión sincera prevista en el artículo 136 del
Código de Procedimientos Penales, dado que el imputado aceptó lo esencial
del cargo imputado: la relación sexual con la agraviada y el vínculo sentimental
que le unía a ella, quien acepta plenamente ambos hechos sustanciales”.

Ejecutoria Suprema del 15 de junio de 2004, R. N. 860-2004 Huánuco

6. ¿Qué diferencia existe entre confesión sincera y mera admisión


de cargos?

“Los acusados si bien aceptan su participación en los eventos incriminados;


sin embargo, se advierte de autos que la conducta de los encausados no es
propiamente de una confesión sincera sino de una mera admisión de los
cargos en su contra, sin mayor información sustancial, aunado a ello, han
tratado de encubrir a los demás partícipes de los asaltos, por lo que su
confesión no ha sido virtualmente sincera”.

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Ejecutoria Suprema del 19 de mayo de 2004, R. N. 3082-2003 Huaura

7. ¿Es necesario exigir uniformidad en las declaraciones que


brinda el confeso en el transcurso del proceso para que opere la
disminución prudencial de la pena?

“Si el acusado durante el desarrollo del proceso ha negado en unas ocasiones y


aceptado en otras ser autor de delito que se le imputa, no es procedente
aplicar a su favor los efectos atenuantes que establece el artículo 136 in fine
del Código de Procedimientos Penales”.

Ejecutoria Suprema del 17 de marzo de 1998, Exp. 264-98

“Si el acusado admite parcialmente la imputación que se le hace, pero niega


haber materializado el delito con empleo de arma punzo-cortante, no cabe
concederle efectos atenuantes que para la confesión sincera establece el
artículo 136 del Código de Procedimientos Penales”.

Ejecutoria Suprema del 15 de octubre de 1998, Exp. 3705-98

8. ¿Constituye una facultad u obligación por parte del magistrado


la reducción de pena por confesión sincera?

“La reducción de la pena por debajo del mínimo legal en virtud a la confesión
sincera de inculpado, es una atribución del magistrado, una facultad dejada a
su discrecionalidad y no una obligación que se pueda exigir”

Expediente n.o 99-96

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9. ¿La confesión sincera constituye prueba suficiente para emitir
sentencia condenatoria?

“Que es de enfatizar que la confesión no es una prueba autónoma, requiere de


prueba objetiva y distinta que la corrobore, y como en el caso de autos no
existe incautación de bienes delictivos vinculados al delito de terrorismo o
alguna evidencia que establezca siquiera que el inculpado fue intervenido en
una situación vinculada a algún acto terrorista, tanto más si su inicial
inculpación no fue persistente y sobre los hechos que narra no obra elemento
probatorio de su realidad, la única conclusión es su absoluta falta de elementos
de convicción”.

Ejecutoria Suprema del 7 de febrero de 2005, R. N. 3090-2004 Huánuco

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F. JURISPRUDENCIA DESTACADA

1. La Ejecutoria Suprema de la Sala Penal Permanente del 10 de diciembre


de 2010, R. N. n.o 2167-2008 Lima (Caso UTOPÍA), analiza, entre otros
temas, la parte civil, el tipo subjetivo, y la motivación aparente. A
continuación, identificamos algunos conceptos:

¿Puede la parte civil cuestionar la imputación penal establecida


en una decisión judicial?

“El ámbito de intervención de la parte civil –según nuestro modelo


procesal– es, propiamente, el objeto civil del proceso. Ello no significa,
empero, que carezca de legitimación para intervenir en el
esclarecimiento de los hechos penalmente relevantes y de la
participación de sus autores o partícipes, así como para destacar todas
aquellas circunstancias que tiendan a concretar con mayor precisión los
hechos y la dimensión de los daños generados, centro vital de su
participación procesal. Es claro que no corresponde a la parte civil
pedir o referirse a la sanción penal, ni calificar el delito (ex artículos 57º
apartado 2 y 276º del Código de Procedimientos Penales), pero sí
impugnar una absolución aún sustentada en razones técnico jurídicas de
relevancia penal en tanto ello puede condicionar o afectar su derecho
indemnizatorio” (considerando segundo).

¿Cómo se comprueba el aspecto subjetivo de un tipo penal?

“El aspecto subjetivo del tipo legal puede determinarse a partir de


criterios de racionalidad mínima. Es evidente que los sujetos procuran
realizar una acción determinada tienden a asegurar el resultado que
pretenden, aunque también existen acciones no intencionales –que son
siempre consecuencias no queridas y no previstas de otra acción–.
Entonces, para advertir el elemento subjetivo, de acuerdo con una
presunción de racionalidad mínima, es necesario conocer las acciones
previas realizadas antes del hecho delictivo –conducta externa– y a
partir de ellas hacer inferencias basadas en la experiencia”
(considerando octavo).

¿En qué consiste la motivación aparente o falsa en la sentencia?

“La motivación de la sentencia adolece de errores relevantes en la


apreciación de las pruebas. Ignoró, para su valoración, elementos

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esenciales y, por ende, excedió los límites de racionalidad en su
valoración (…). Es cierto que el tribunal Ad Quem cambió la
calificación del hecho punible, pero no sólo presentó una
argumentación incompleta sobre este punto, sino que además
desconoció palmariamente las pruebas que objetivamente conducen a
conclusiones diversas, con las que dejó su fundamentación huérfana de
soporte fáctico en la actuación. Un tal defecto de motivación, sin duda,
socava a la estructura fáctica y jurídica del fallo” (considerando
undécimo).

2. La Sentencia del Tribunal Constitucional del 30 de noviembre de 2010,


Exp. 06091-2010-PHC/TC Lima (Caso ACUÑA CHISTAMA), analiza,
entre otros temas, la detención judicial preventiva. A continuación,
identificamos algunos conceptos:

¿Por qué motivos específicos se puede prolongar la


detención judicial preventiva más allá del tiempo legal
establecido?

“El Tribunal Constitucional ha establecido en las sentencias


recaídas en los casos Federico Tiberio Berrocal Prudencio (Expediente
n.o 2915-2004-HC/TC) y Hernán Ronald Buitrón Rodríguez
(Expediente n.o 7624-2005-PHC/TC) dos supuestos específicos
para la prolongación de la detención judicial más allá del tiempo
legalmente establecido, las cuales se sustentan: a) en la conducta
obstruccionista del procesado o su defensa que haya dilatado
innecesariamente el proceso, cómputo del tiempo que comportó
la conducta obstruccionista del procesado y su descuento que en
definitiva implica el cómputo efectivo del plazo máximo de
detención provisional (36 meses para el proceso ordinario); y
excepcionalmente, b) en los casos de tráfico ilícito de drogas con red
internacional, en los que concurran circunstancias que importen
una especial dificultad que haga razonable la adopción de la
medida. Fuera de estos dos supuestos específicos de
prolongación, la resolución judicial que desborde el plazo
máximo de detención provisional legalmente establecido resulta,
en principio, inconstitucional, y por tanto queda habilitado el
correspondiente control constitucional, claro está, siempre que se
acuse el agravio de los derechos fundamentales” (fundamento 5).

¿El número de procesados y a la gravedad del ilícito penal


constituyen supuestos para ampliar a más de 36 meses la
detención provisional?

Boletín Académico Página 35


“No cabe duda, pues, de la suma gravedad que comporta el
delito de rebelión, contexto jurídico en el que el Tribunal
Constitucional no resulta ajeno a la necesidad de protección y
preservación de los bienes constitucionales del derecho a la paz,
así como de garantizar el sistema democrático, por lo que resulta
razonable la prolongación de la detención provisional más allá de
los 36 meses cuando se trate de una instrucción por el delito de
rebelión en la que concurren circunstancias que importen una
especial dificultad que hagan razonable la adopción de la medida
cuestionada; verbigracia, la existencia de más de 150 procesados, la
intensa actividad probatoria y los hechos que constituyen la
materia sometida a la investigación en el proceso que se sigue por
los cauces de la vía penal ordinaria, como lo es el delito contra la
vida”(fundamento 13).

3. La Sentencia del Tribunal Constitucional del 28 de octubre de 2010,


Exp. 02805-2010-PHC/TC Tumbes (Caso PACHECO DELGADO),
analiza, entre otros temas, las reglas de conducta. A continuación,
identificamos algunos conceptos:

¿Se debe satisfacer algún requisito de procedibilidad para


aplicar las medidas por incumplimiento de reglas de
conducta?

“La aplicación de medidas por incumplimiento de reglas de


conducta, que incluye la revocación de la condicionalidad de la
pena, no requiere de ningún requisito de procedibilidad previo,
por lo que basta que se configuren los hechos previstos en la
norma (es decir, la falta del cumplimiento de las reglas de
conducta o la condena por la comisión de otro delito) para
proceder a la revocación. El órgano jurisdiccional no se
encuentra obligado a percibir (sic) al sujeto inculpado que
incumpla con las reglas de conducta o que haya sido condenado
nuevamente para imponer las medidas previstas en el
mencionado artículo 59º del Código Penal; constituye una
facultad del juez determinar, de acuerdo a su criterio y las
circunstancias del caso particular, las acciones previstas en el
artículo precitado” (fundamento 3).

¿En qué se sustenta la facultad del juez para revocar la


suspensión de la pena si el condenado no paga los daños
ocasionados por su delito?

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“La exigencia del pago de la reparación del daño ocasionado por
la comisión del delito, como regla de conducta cuya
inobservancia derivaría en la revocación de la suspensión de la
pena, tiene asidero en que dicha obligación no es de naturaleza
civil, por cuanto, al encontrarse dentro del ámbito del Derecho
Penal, constituye una condición para la ejecución de la pena;
consecuentemente, no es que se privilegie el enriquecimiento del
erario nacional o el carácter disuasorio de la pena en desmedro
de la libertad individual del condenado, sino, fundamentalmente,
la propia eficacia del poder punitivo del Estado y los principios
que detrás de ella subyacen, como son el control y la regulación
de las conductas de acuerdo con ciertos valores y bienes jurídicos
que se consideran dignos de ser tutelados”(fundamento
5).

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G. COMENTARIO A LA JURISPRUDENCIA

NATURALEZA Y DETERMINACIÓN DE LA REPARACIÓN


CIVIL

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA


SALA PENAL TRANSITORIA
EXP. n.o 2499-2005 PIURA

Lima, ocho de setiembre de dos mil cinco

VISTOS; interviniendo como ponente el magistrado César


Javier Vega Vega; por sus fundamentos y;
CONSIDERANDO: Primero: Que se imputa a los
procesados Marco Antonio Kruega Pacheco y Luis Alberto
Marchan Flores, la comisión de los delitos de robo
agravado y homicidio calificado, debido a que con fecha
veintisiete de mayo del dos mil tres, la señora Rosalía Ruiz
Pazo, puso en conocimiento a la policía de Parachique-
Sechura-Piura, la desaparición de su hermano José Ruiz
Pazo, quien residía en la avenida Grau de dicha jurisdicción,
por lo que al indagar en su domicilio constata la presencia
del cuerpo sin vida del agraviado, en posesión de cúbito
lateral izquierda, tendido sobre una cama de madera
cubierta con una colcha, vistiendo tan solo una prenda
íntima y con múltiples heridas punzo cortantes, descritas en
el protocolo de necropsia y realizada la investigación
preliminar se llega a determinar que el agraviado había sido
víctima de homicidio por parte de los procesados y que por
versión de Luis Alberto Marchan Flores, se ha establecido
que habiendo estado reunidos en el bar "Hawai" con el
agraviado y después de una discusión motivada por celos
del agraviado con Kruega Pacheco, los citados procesados
se pusieron de acuerdo para robarle, siendo del caso que
éste último citado lo comienza a golpear brutalmente e
inferirle lesiones con un cuchillo hasta victimarlo;
Segundo: Que como se aprecia de autos, con respecto al
delito de robo agravado imputado a los procesados Marco
Antonio Kruega Pacheco existen suficientes elementos de
prueba que acredite dicho ilícito, existiendo conocimiento
efectuado por el procesado Luis Alberto Marchan a nivel

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policial, aduce que conjuntamente con su co-encausado
planearon dar muerte al agraviado José Ruiz Pozo con la
finalidad de robarle, para posteriormente a nivel judicial y el
acto oral, negar dicha afirmación, aduciendo que fue bajo
presión de la policía; Tercero: Que además, de lo relativo al
delito de homicidio imputado al procesado Marchan Flores,
a su vez no existen, suficientes pruebas de cargo en su
contra, que desvirtúen su presunción de inocencia,
inocencia que le asiste a todo procesado; Cuarto: Que de
otro lado, con respecto al citado Kruega Pacheco, por el
delito de homicidio, se ha acreditado fehacientemente su
responsabilidad penal, con su propia versión como se
aprecia a fojas dieciocho, setenta y tres, ciento cincuenta y
nueve y doscientos ochenta y uno, las actas de
levantamiento de cadáver y protocolo de autopsia, corriente
a fojas diecinueve y treinta y cuatro, las testimoniales de
Angela de la Cruz Carrasca, del menor Pedro Marchan
Flores y Juan Francisco Santisteban Santa María, obrantes a
fojas diez, dieciocho, cincuenta y cinco y ciento ochenta y
seis; Quinto: Que la institución de la reparación civil tiene
como objeto, reparar o compensar los efectos que el delito
ha tenido sobre la víctima o perjudicados, reconociéndose
en la dogmática jurídica penal que los hechos que
constituyen delito penal merecen la aplicación de una pena,
puesto que estos hechos pueden causar un daño a quien,
decimos que son fuentes de responsabilidad civil, estos son
por tanto casos de responsabilidad civil derivada del ilícito
penal, por ende no tiene como fundamento la
responsabilidad en el delito sino en el daño ocasionado a la
víctima, existiendo acuerdo mayoritario en la doctrina sobre
naturaleza civil y no penal de responsabilidad civil ex delito,
consecuentemente para fijarlo el Colegiado debió analizar el
grado del daño ocasionado, debiendo guardar proporción
con la entidad de los bienes jurídicos que se afectan; por lo
que en el caso de autos amerita aumentar la reparación civil;
en consecuencia: declararon NO HABER NULIDAD en
la sentencia de fojas doscientos noventa y dos, su fecha
cinco de octubre del dos mil cuatro, que absuelve a Marco
Antonio Kruega Pacheco y Luis Alberto Marchan Flores,
de la acusación fiscal, por el delito contra el patrimonio -
robo agravado en perjuicio de José Ruiz Pazo; absuelve a
Luis Alberto Marchan Flores, de la acusación fiscal, por el
delito contra la vida, el cuerpo y la salud -homicidio- en
agravio de José Ruiz Pazo; condena a Marco Antonio

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Kruega Pacheco, en calidad de autor, por el delito contra la
vida, el cuerpo y la salud –homicidio simple en agravio de
José Ruiz Pazo, a DIEZ AÑOS de pena privativa de la
libertad, la misma que con descuento de la carcelería que
viene sufriendo desde el veintisiete de mayo del dos mil tres
-fojas veintisiete-, vencerá el veintiséis de mayo del dos mil
trece; asimismo, declararon HABER NULIDAD en la
propia sentencia en cuanto fija en cinco mil nuevos soles, la
suma que por concepto de reparación civil deberá abonar el
sentenciado a favor de los herederos legales del occiso; con
lo demás que al respecto contiene; reformándola en este
extremo: FIJARON en cincuenta mil nuevos soles, la
suma que por concepto de reparación civil deberá abonar el
sentenciado a favor de los herederos legales del occiso;
declararon NO HABER NULIDAD en lo demás que
contiene; y los devolvieron.

GONZALES CAMPOS R.O.


BALCAZAR ZELADA
BARRIENTOS PEÑA
VEGA VEGA
PRINCIPE TRUJILLO

EL ANÁLISIS

Cabe preguntarnos, en la presente jurisprudencia, cuál ha sido la naturaleza


identificable a la reparación civil y el papel que cumple en el proceso penal;
asimismo, ciñéndonos al caso delictivo, reflexionar sobre la determinación de
la reparación civil ante la confluencia de daños materiales y morales.

La comisión del delito no sólo acarrea la imposición de la pena o medida de


seguridad, sino que, como tercera vía, y en atención a los intereses de la víctima,
también concurre la reparación del daño ocasionado o la reparación civil: “Las
consecuencias jurídicas del delito no se agotan con la imposición de una pena
o medida de seguridad, sino que surge la necesidad de imponer una sanción
reparadora, cuyo fundamento está en función a que el hecho delictivo no sólo
constituye un ilícito penal sino también un ilícito de carácter civil” (Ejecutoría
Suprema del 21/octubre/1998, Exp. 100-96 Cusco). Por ello, es de destacar
que “en la actualidad se abre paso la tendencia, totalmente justificada, a
contemplar la reparación económica del daño causado como una de las
exigencias que impone una adecuada consideración de la víctima –y no sólo
del delincuente- como uno de los protagonistas centrales del delito. La
Política Criminal no debería preocuparse únicamente del delincuente, sino

Boletín Académico Página 40


también de dar satisfacción a la víctima”45.

Si bien, el artículo 92 del Código Penal confirma la unidad procesal de la


acción penal y la acción civil al establecer que “la reparación civil se determina
conjuntamente con la pena”, evitando su concurrencia en procesos
independientes, ello no quiere decir que tengan que ser admitidas bajo la
misma naturaleza.

La reparación civil no se funda en la responsabilidad penal sino en la civil


(extracontractual), y por ende, por el principio del daño causado46 (que
también tiene acogida jurisprudencial: “la reparación civil se rige por el
principio del daño causado, cuya unidad procesal -civil y penal- protege el
bien jurídico en su totalidad así como a la víctima”. Ejecutoria Suprema del
28/abril/1999, Exp. 860-99 Lima; Ejecutoria Suprema del 7/abril/1999, Exp.
565-99 Lima; Ejecutoria Suprema del 20/mayo/1999, Exp. 1339-99 La
Libertad). Y en ese sentido se ha pronunciado la Ejecutoria Suprema en
análisis al determinar su naturaleza, señalando que “los hechos que constituyen
delito penal merecen la aplicación de una pena, puesto que estos hechos pueden causar un
daño a quien, decimos que son fuentes de responsabilidad civil, estos son por tanto casos de
responsabilidad civil derivada del ilícito penal, por ende no tiene como fundamento la
responsabilidad en el delito sino en el daño ocasionado a la víctima, existiendo acuerdo
mayoritario en la doctrina sobre naturaleza civil y no penal de responsabilidad civil ex
delito” (considerando quinto). Por lo tanto, su determinación y
pronunciamiento en el proceso penal no tiene que alegarse de su
identificación conceptual en el ámbito civil47, y ello se confirma cuando el
artículo 101 del Código Penal permite la aplicación de las disposiciones
pertinentes del Código Civil.

En ese sentido, la reparación civil tiene como objetivo la reparación del daño
generado por la comisión del delito, o como la Ejecutoria Suprema en
comentario lo precisa “reparar o compensar los efectos que el delito ha tenido sobre la
víctima o perjudicados” (considerando quinto). A tenor del artículo 93 del Código
Penal, la reparación se entiende bajo dos formas: la restitución del bien (o el
pago de su valor) y la indemnización de los daños y perjuicios. Cualquiera sea
la forma reparatoria aplicable prima en principio la función reparadora
integral de todos los daños ocasionados por el delito, no obstante esta
afirmación no puede ser categórica al tenerse en cuenta la imposibilidad de
lograr ello en los daños ocasionados para determinados delitos, por lo que por
cuestiones de equidad cabe flexibilizar la mencionada función. Esto
dependerá de la valuación de estar ante un daño material (patrimonial) o

45 MIR PUIG, Santiago. Derecho Penal Parte General. Reppertor. Barcelona 2004, p. 56, num. 22.
46 BUSTOS RAMÍREZ, Juan. Obras Completas, Tomo I: Derecho penal Parte general. Ara editores, Lima
2005, p. 751.
47 Vid. MIR PUIG. Ibidem., p. 56, num. 24.

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moral (extra patrimonial). El Pleno Jurisdiccional Penal de Iquitos (1999) en el
quinto acuerdo plenario, segunda conclusión ha referido que “el monto de la
reparación civil debe determinarse en atención al daño económico, moral y
personal, comprendiendo inclusive el lucro cesante”. En nuestro caso, el daño
generado, no sólo por el delito de robo agravado, sino con mayor importancia
por el delito de homicidio simple nos lleva a reflexionar cuál sería el criterio a
asumir para la determinación de la reparación civil.

No existen problemas en determinar la evaluación de los daños materiales, si


es posible afirmar su determinación objetiva mediante una valorada pericia del
monto ascendiente, más factible a criterio proporcional. Por lo general, “se
tendrá que probar su existencia, determinar su entidad y practicar su
liquidación debidamente, de manera objetiva, no resultando de aplicación
criterios aproximativos o discrecionales, sea del juez o de quienes pretenden el
resarcimiento”48. Podría decirse que se cumpliría con las expectativas de la
función de reparación integral. No sucede lo mismo ante la valuación de
daños morales, ya que por su naturaleza misma de abstracta o subjetiva no
existe un parámetro o valor estimable que los satisfaga, empero es requerible
fijar su reparación. Al respecto, se ha afirmado que el criterio más adecuado
para su determinación es el de la equidad49, buscando la forma más justa de
reparación al supuesto. La jurisprudencia italiana ha planteado algunos
criterios de equidad en la reparación del daño moral: 1. la gravedad del delito.
2. la intensidad del sufrimiento en el ánimo. 3. la sensibilidad de la persona
ofendida. 4. las condiciones económicas y sociales de las partes. 5. el vínculo
de connubio o parentesco. 6. El estado de convivencia50. En cuanto a la
reparación civil del daño moral generado por el delito de homicidio simple,
además del daño material que acarreó el robo agravado, la Ejecutoria Suprema
-corrigiendo el pronunciamiento de la Sala Superior-, eleva el monto
reparatorio fundamentando que se “debió analizar el grado del daño
ocasionado, debiendo guardar proporción con la entidad de los bienes
jurídicos que se afectan”. Dejando así prever como criterio de equidad
asumido la proporcionalidad estimable por la gravedad del delito ejercido.
Existen otros elementos que se adicionan a la determinación del daño moral
en este caso particular de un delito de homicidio, así, cabe recordar la
Ejecutoria del Duodécimo Tribunal Correccional en el Expediente 519-1988
que establecía que “la vida es un bien jurídico cuyo valor no puede apreciarse
en dinero. También es cierto que el instructor al momento de fijar la
reparación civil, debe considerar los gastos efectuados por los familiares del
agraviado e indemnizar a éstos por el perjuicio moral irrogado”.

48 GÁLVEZ VILLEGAS, Tomas Aladino. Delito de enriquecimiento ilícito. Idemsa, Lima 2001, p. 258.
49 Ibidem., p. 259.
50 Ibidem., p. 260.

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H. CONSULTA DESDE EL CÓDIGO PROCESAL PENAL DE
2004

LA PERICIA

1. ¿Cuándo procede la prueba pericial?

Es necesaria cuando se requieren conocimientos científicos, técnicos,


artísticos o especializados para determinar un hecho dentro del debate
procesal, o auxiliar al juez a entender la evidencia presentada. El apoyo al
juzgador se centra exclusivamente en la materia especializada, sin sustituir sus
facultades y competencias jurisdiccionales (artículo 172.1).

2. Cuando se encuentre en duda el estado cultural del procesado,


¿se podría proceder a una pericia?

Sí, ya que el nuevo Código Procesal Penal establece la posibilidad de ordenar


una “pericia cultural” en el supuesto del artículo 15° del Código Penal –error
de comprensión culturalmente condicionado– la cual tendrá como objeto las
pautas culturales del imputado (artículo 172.2)

3. ¿Quién y en qué estadio procesal se puede nombrar a un perito?

El artículo 173.1, dispone que el nombramiento del perito será realizado


durante la etapa de investigación preparatoria, por el Juez competente y en los
casos de prueba anticipada los peritos pueden ser nombrados por el Juez o el
Fiscal; asimismo, establece el siguiente orden de prelación: se escogerá a los
especialistas donde los hubiere y entre éstos, a quienes se hallen sirviendo al
Estado, los que colaborarán con el sistema de justicia penal gratuitamente, y
de no existir este tipo de profesionales, se tomará en cuenta a los designados o
inscritos, según las normas de la Ley Orgánica del Poder Judicial.

4. ¿Se podrá nombrar a más de un perito a la vez para el mismo


objetivo a dilucidar?

La norma procesal –a diferencia de la legislación anterior– establece que solo


se nombrará a un perito, sin embargo, se podrá elegir dos o más peritos
cuando resulten imprescindibles por la considerable complejidad del asunto o
cuando se requiera el concurso de distintos conocimientos en diferentes
disciplinas y para ello se tendrá en consideración la propuesta o sugerencia de
las partes (artículo 173.1).

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5. ¿Cuál es el procedimiento para elaborar el informe pericial?

El procedimiento para la elaboración del informe pericial se inicia por la


determinación de su objeto por parte del Fiscal o el Juez de la investigación
preparatoria según sea el caso. Queda aclarar que en casi todos los distritos
judiciales se confeccionan lista de peritos hábiles en distintas profesiones de
los cuales el Juez podrá disponer.

El perito designado tiene la obligación de ejercer el cargo, salvo que este


incurso en alguna causal de impedimento -incisos 1 y 2 del artículo 165, que
regula las causales de abstención de declarar por parte de los testigos-,
debiendo ejercer sus funciones con objetividad e independencia, para lo cual
prestara juramento, siendo esa la oportunidad para mencionar si le asiste algún
impedimento.

6. ¿El perito tiene acceso al expediente?

El perito, en virtud de la función que le toca desempeñar, tiene acceso al


expediente –técnicamente hablando a la carpeta fiscal– y a las demás
evidencias a fin del logro de su cometido, debiendo guardar reserva, bajo
responsabilidad (artículo 176°). Sólo le podrá incumbir el punto o problema
sobre el que incidirá la pericia y tendrá en cuenta el plazo para la entrega del
informe pericial, para lo cual se escuchará a los peritos y a las partes.

7. ¿Las partes procesales, además del nombramiento oficial de


peritos, podrán nombrar a otros peritos de parte?

Sí, la norma procesal no lo prohíbe ni lo limita, pero sí señala que lo podrán


hacer dentro del quinto día de notificados u otro plazo que acuerde el juez.
Las partes podrán nombrar los peritos que estimen necesarios, quienes se
encuentran facultados a presenciar las operaciones periciales del perito oficial,
hacer observaciones y dejar las constancias que su técnica les aconseje.

8. ¿Qué debe contener el informe pericial oficial?

El informe pericial debe contener toda la información técnica o científica,


debidamente motivada, así como una relación de los medios utilizados para
obtener la información requerida, y presentada con las formalidades prescritas
en el artículo 178°, empero no se podrá señalar juicios al respecto de la
responsabilidad o no del imputado en relación al hecho delictuoso materia del
proceso. Obligatoriamente se comprenderá:

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a) El nombre, apellido, domicilio y DNI del perito, así como el número de
su registro profesional en caso de colegiación obligatoria.
b) La descripción de la situación o estado de los hechos, sea persona o
cosa, sobre los que se hizo el peritaje.
c) La exposición detallada de lo que se ha comprobado en relación al
encargo.
d) La motivación o fundamentación del examen técnico.
e) La indicación de los criterios científicos o técnicos, médicos y reglas de
los que se sirvieron para hacer el examen.
f) Las conclusiones.
g) La fecha, sello y firma

9. ¿Qué debe contener el informe pericial de parte?

El perito de parte, que discrepe con las conclusiones del informe pericial
oficial puede presentar su propio informe, que se ajustará a las prescripciones
del artículo 178°, sin perjuicio de hacer el análisis crítico que merezca la pericia
oficial. De esta forma se garantiza la igualdad de armas y el contradictorio. Si
ambos (perito oficial y de parte) están de acuerdo con el contenido del
informe, éste recogerá ambos puntos de vista en un único informe pericial.

10. ¿Qué sucede en caso de discrepancia entre peritos?

En el caso que existan varios peritos oficiales y estos discrepen, cada uno
presentará su respectivo informe pericial, y en el supuesto que el perito de
parte discrepe con las conclusiones del informe pericial oficial, puede
presentar su propio informe, que se ajustará a las prescripciones del artículo
178°, en este caso se debe poner en conocimiento del perito oficial a efectos
de que se pronuncie (artículo 179°).

11. ¿Cómo se incorpora el examen pericial al debate procesal?

La prueba pericial debe ser incorporada al proceso mediante la declaración de


los peritos en juicio oral; el examen a los peritos debe estar orientado a la
explicación de las conclusiones a las cuales se ha arribado.

Según el artículo 378.5 el examen del perito se iniciará con la exposición breve
del contenido y conclusiones del informe pericial, de ser necesario el juez,
ordenara su lectura, seguidamente se le exhibirá el informe y se le consultará si
corresponde al que ha emitido, si ha sufrido alguna alteración y si es su firma
la que aparece al final del dictamen. A continuación, se le pedirá explique las
operaciones periciales que han realizado, y será interrogado por las partes en el
orden que establezca el juez, comenzando por quien propuso la prueba y
luego los restantes.

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12. ¿Se puede cuestionar la imparcialidad del perito oficial por las
conclusiones a las que ha llegado?

No se puede, ya que el perito oficial es nombrado por el juez o fiscal; luego en


él rige la imparcialidad de su posición, no perjudicándose la validez y solvencia
de la prueba pericial. Sin embargo, lo que sí se podría cuestionar son los
métodos o procesos a los que llegó a la conclusión.

13. ¿Puede haber debate pericial?

El debate pericial se da en caso de discrepancia entre dos peritos, el Juez


promueve de oficio un debate, que se desarrolla con exposición de motivos,
de manera resumida de sus respectivos informes. Tanto en el caso de
informes periciales oficiales discrepantes como en el caso de que el informe
pericial de parte tenga conclusiones discrepantes con el informe pericial
oficial, es obligatorio abrir debate pericial entre ambos correspondientemente.

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I. BIBLIOGRAFIA ESPECIALIZADA

EL SISTEMA ACUSATORIO EN EL DERECHO PROCESAL PENAL

Con la reforma procesal penal que viene aplicándose en nuestro país, es


necesario y de provecho entender el contenido y características del sistema
acusatorio penal. De ahí que, se debe resaltar la oralidad, la legalidad, la
eficacia resolutiva y la delimitación de roles como nuevos factores de la
reforma penal, dejando de lado el longevo estado del secretismo procesal y del
lento desarrollo en búsqueda de la verdad procesal. Cabe agregar que su
génesis se encuentra en Grecia antigua y en el antiguo Egipto y se prolongó en
la República Romana. De igual manera, operaba el principio dispositivo que
exigía a las partes producir la prueba y sólo, excepcionalmente, se permitía al
juez ordenarlas de oficio. Para mayor profundidad del tema, se recomienda la
siguiente bibliografía especializada:

- RAMÍREZ BASTIDAS, Raquel, Elementos del sistema penal acusatorio, Leyer,


Bogotá, 2010.

- ARIAS DUQUE, J. Carlos, El proceso penal acusatorio colombiano, T. I,


Ediciones jurídicas Andrés Morales, Bogotá, 2005.

- AMBOS, Kai Y MONTEALEGRE LYNETT, Eduardo, Constitución y sistema


acusatorio. Un estudio de derecho comparado, Universidad Externado de
Colombia, Bogotá, 2005.

- FIERRO MÉNDEZ, Heliodoro, Control de garantías del proceso penal acusatorio,


Ediciones doctrina y ley, Bogotá, 2007.

- BOTERO C, Martín Eduardo, El sistema procesal penal acusatorio. El justo


proceso, Ediciones jurídicas Andrés Morales, Bogotá, 2008.

- BERNAL ACEVEDO, Gloria Lucía, Manual de iniciación al sistema acusatorio,


Ediciones jurídicas Gustavo Ibáñez, Bogotá, 2005.

- ARIAS DUQUE, Juan Carlos, El sistema acusatorio colombiano. Análisis desde


su implementación, Ediciones jurídicas Andrés Morales, Bogotá, 2006.

- CASTRO OSPINA, Sandra Jeannette, Cinco estudios sobre el sistema acusatorio,


Universidad Externado de Colombia, 2005.

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J. RECOMENDACIONES BIBLIOGRÁFICAS

1. HACIA UNA TEORÍA ANALÍTICA DEL DERECHO. ENSAYOS


ESCOGIDOS

CLASIFICACIÓN
TEORÍA DEL DERECHO

EL LIBRO

El libro contiene, por primera vez, la


recopilación y unificación de diversos
ensayos, en el idioma español, del
profesor PAOLO COMANDUCCI sobre su
posición analítica del Derecho; presididos
por notas de la filosofía analítica y del
realismo jurídico. En ese aspecto, al
sumar ambas dimensiones, se diferencian
con otras formas de hacer filosofía del
Derecho, específicamente de la llamada
“Escuela genovesa”, nacida a partir de la
figura de GIOVANNI TARELLO.

La presente obra también cuenta con un


estudio preliminar del profesor RAFAEL ESCUDERO ALDAY, profesor titular de
Filosofía del Derecho de la Universidad Carlos III de Madrid, denominado
“Guía para realistas analíticos: La teoría del derecho de Paolo Comanducci”, donde a la
ligera, pero sin menor rigurosidad científica presenta a los lectores los rasgos
básicos del pensamiento del autor. Aunado a ello, se distingue en la obra los
distintos análisis conceptuales como la igualdad, justicia, tolerancia,
democracia y derechos fundamentales, entre otros temas. Así, como el estudio
de la teoría del derecho y moral, principios jurídicos e indeterminación del
derecho, la interpretación jurídica, los modelos e interpretación de la
constitución, la racionalidad de las decisiones judiciales y la aplicación del
derecho. Y termina con un tema novedoso: “La Metateoría” del Derecho.

EL AUTOR

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PAOLO COMANDUCCI es catedrático de Filosofía del Derecho de la
Universidad de Génova y ex Decano de la Facultad de Derecho de la misma
casa de estudios.

2. EL RAZONAMIENTO FISCAL. DE LA SOSPECHA AL INDICIO

CLASIFICACIÓN
DERECHO PROCESAL PENAL. INVESTIGACIÓN PREPARATORIA

EL LIBRO

El presente trabajo tiene como


dirección precisar las funciones que
asume el Ministerio Público en la
etapa de investigación preparatoria
dentro de la Reforma Procesal Penal
que atraviesa nuestro país.

Esto es, se circunscribe al


conocimiento del nuevo rol del
Ministerio Público, en el escenario
nacional, que incide en la atribución
de competencia de dirección en la
investigación preliminar en sede
penal, y específicamente en el
esfuerzo descriptivo inicial del
razonamiento fiscal y los criterios
que deben preceder a la decisión del
inicio de dicha investigación, que
constituirá el marco teórico,
pretendiéndose hacer un breve análisis comparativo con la función
desarrollada en los ministerios fiscales de países a los que se reconoce también
su modelo acusatorio; para después, en el capítulo final tratar la sospecha y los
indicios como elementos medulares en el razonamiento fiscal en base a la
investigación de un presunto delito, informando sobre la verificación o no de
la hipótesis planteada.

EL AUTOR

CARLOS RAMOS HEREDIA es magister en Derecho penal y doctor en


Derecho. En la actualidad se desempeña como Fiscal Superior Titular del
Distrito Judicial de Lima. Es catedrático de Derecho Procesal Penal en la

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Universidad Particular San Martín de Porras, sección de Postgrado y profesor
de la Academia de la Magistratura del Perú.

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