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Nos miramos directo a los ojos, veo mi reflejo en ellos y me hacen pensar en lo

afortunado que soy al tenerla, como me hace feliz cada vez que sonríe y lo increíble que
son sus ojos, los cuales tienen iris como el verde de las hojas de un árbol en primavera,
adornados hacia el centro, se van aclarando hasta volverse color celeste como el cielo en un
día despejado, irrumpiéndose con un pequeño borde amarillo crema, seguido por el
chispeado brillante de amarillo oscuro, y por ultimo sus profundas pupilas negras,
simplemente únicos. Ella voltea su cabeza, que descansa en mis piernas y ve fijamente las
flores amarillas del césped.
-Oye Kristen
-¿Si?- dice sin desviar su mirada de esas hermosas flores amarrillas,
-dicen que los ojos son la ventana del alma-
-si ¿y…?-mientras acaricia una de esas flores con su mano derecha.
-¿qué te dicen los míos?-
-umh…-se incorpora y queda mirándome fijamente a los ojos.
-entonces que te dicen-
-que estas loco –esbozando una linda sonrisa –pero no te lo tomes a mal, es que da igual
todos estamos locos de alguna forma, claro que la tuya es muy… evidente- hecho unas
pocas risas y ella vuelve a posar su cabeza en mis piernas.
-te han dicho que tienes bonito color de iris –le digo y dirijo mi mirada al cielo
-a diario-se levanta de mis piernas y queda echada en el césped junto a mí mirando al
cielo.
-A… si, y ¿quien?-me acuesto a su lado y volteo el rostro para encontrar su cara.
-Pues tú- afirma y voltea su rostro para darme un tierno beso en la frente.
-te creo- susurro cuando ella aparta sus labios.
-mira ahí va una tortuga- señala con el dedo hacia una de las pocas nubes del cielo.
-pues a mi me parce un perro- digo sin hallar la figura en el cielo.
-pues entonces es una tortuga perro- hecha una gran sonrisa
Ella se sienta y se voltea a verme con una mirada algo picara,-No, no, ni lo pienses- digo
mientras ella dirige sus manos hacia mis costados para comenzar a hacerme cosquillas, solo
me queda empezar a echar muchas carcajadas y revolcarme en el césped, entonces me
lanzo hacia ella y la abrazo haciendo que rodemos hasta que queda sobre mi, en silencio
mientras sonríe, levanta la vista y su rostro cambia a una expresión de preocupación.
-mira donde esta el sol, debemos apresurarnos si queremos llegar a tiempo- se incorpora
y queda sentada en el suelo, yo me apresuro, me levanto rápidamente, quedando de pie
frente a ella, le extiendo mi mano y la toma con fuerza.
-Me regalarías esta última pieza –Ella sonríe y con la ayuda de mi mano se pone de pie,
pongo mi mano izquierda en su marcada cintura, sostengo su mano izquierda con mi
derecha y me acerco a su delicado cuerpo, de repente comienza a sonar música, es la
advierte que en una hora cerraran las puertas de la urbe, una agradable y espectacular pieza
de música clásica, nosotros comenzamos a girar y movernos al son del violín y el piano,
lentamente hasta sentir que estamos volando, su mano derecha se aferra a la mía y me
abraza fuertemente para no soltarse y caer.
-Oye, no te eleves tanto, acuérdate que nos podrían ver, mejor llévame al suelo acuérdate
que le temo a las alturas- susurra en mi oreja derecha
-Lo siento, no me di cuenta- digo sonriendo. Cuando estamos en el suelo le susurro –te
quiero-
-Y yo mas- se aparta de mi –dale mira que ya se acabo la música, y no quiero que nos
quedemos afuera, ya sabes que sueltan a los demonios- veo su preocupación a si que
asiento con la cabeza y le doy un largo beso de despedida.
–Entonces… ¿nos vemos mañana aquí a las 3:00 p.m.?-
-Dale, te estaré esperando- ella va deslizando su mano de entre la mía lentamente para
soltarse y salir corriendo hacia el bosque, alejándose cada vez más del claro en la pradera y
de mí, perdiéndose en la densa naturaleza; cuando ya no la tengo a la vista me dispongo a
volar hacia Impureza, la ciudad donde vivo, estiro las alas, los brazos, piernas y el resto del
cuerpo, hecho un gran bostezo, recojo la madera que tale en la mañana y despego a gran
velocidad, volando bajo, arras del suelo, esquivando los inmensos arboles a gran velocidad,
aleteando con fuerza mis robustas y blancas alas.

Me toma cuarenta y cinco minutos llegar a la entrada de Impureza, aterrizo y recojo mis
alas porque en Impureza esta prohibido volar, además de que el domo no nos deja llagar a
mas de diez metros de altura, lo que nos limita y nos mantendría apretujados si no fuera
porque cuando cumplimos cuatrocientos cincuenta años nos pensionamos y nos sacan de la
ciudad para llevarnos al Purificador donde podemos vivir tranquilos, según lo que nos han
dicho en la radio es un lugar muy hermoso donde solo nos dedicaremos a la oración y la
vida para Dios, para que el perdone nuestros pecados y limpie nuestra sangre, por lo tanto
siempre hay la misma cantidad de población.
En la entrada están los vigilantes que siempre miran, hay dos a cada lado de la puerta,
los dos más grandes miden seis metros y los otros cuatro metros. cuando me acerco a ellos
los dos más pequeños irradian de sus ojos una delgada línea de luz roja que comienza a
moverse desde mi cabeza hasta mis pies, cuando el robot acaba se queda inmóvil y se abren
las puertas, cuando estoy adentro de la gran pared, tengo que apoyar el dedo gordo de la
mano derecha sobre una placa que resalta en el campo de fuerza que conforma el domo, lo
pongo sobre esta y se abre un hueco en el domo para que yo pueda pasar el cual se cierra
apenas tengo mis dos pies en Impureza.
Entro y se nota el gran cambio, en la ciudad esta oscureciendo mientras que afuera el sol
esta casi en lo mas alto, esto es porque el domo esta ambientado para que siga el horario de
Tierra; Sacris el planeta donde estoy demora cerca de cuarenta y ocho horas en rotar sobre
si misma, así que un día en Sacris son dos en Tierra, además el domo nos proporciona buen
clima todo el tiempo, y hoy no es diferente, el cielo esta plagado por estrellas y una
inmensa luna, una típica noche en Tierra, o eso es lo que nos aseguran en la radio, aunque
admito que prefiero las noches de Sacris, claro esta que las conocí de la peor forma posible.
Tenía tres días de cumplir veinticinco años y era mi primera vez en el bosque, en la
mañana salí con la ración del almuerzo, estaba ansioso por lo que podría encontrar, camine
hasta la salida, entre en la fila de lañadores. Escogí ser leñador porque soy claustrofóbico y
la otra opción es la minería, además que no tengo los recursos para ser agricultor o
ganadero; me registre en la lista para que los buscadores supieran que estaba afuera así si
me perdía ellos sabrían que no había regresado…

Me dirijo al punto de control donde entrego el trabajo del día, allí esta Abyssus, un ángel
igual que yo, tiene cuatrocientos veinticinco años de los cuales doscientos uno lleva como
guardia de provisiones.
-hey Aby bendición, como van las cosas- le digo mientras estiro mi mano para saludarlo,
-Que Dios te bendiga, bien, ya sabes nada fuera de lo común- y estrecha mi mano –ven
salgamos rápido de la requisa- y me lleva hacia una carpa donde analizan mi sangre y me
toman varias radiografías –parece que estas limpio- dice mientras sonríe tímidamente –
muestra que talaste hoy-
-unos cuantos chamizos que encontré- y le enseño los troncos de _______ que son
esenciales para obtener el gel que utilizan los humanos en la criogenización.
-Estupendo, aunque pienso que pudiste hacer más si no te la pasases holgazaneando- me
dice con una mirada seria –pero vale, con esto esta bien- toma los chamizos y los pone en
una pila con más troncos que esta junto al escritorio.
-Bueno si no es mas ya tengo que irme- sonrió y voy saliendo de la tienda.
-Salúdame a Vita- grita mientras me alejo de allí y asiento con la cabeza sin decir nada,
camino unas diez cuadras hasta la guardería donde encuentro a Vita, mi pequeño hermano.
-Bendición- le digo a Claris una de las cuidadoras
-Que dios te bendiga, llegas tarde como siempre tu hermano esta en el patio-
-gracias- le digo y entro en la pequeña casa hasta llegar al patio donde lo encuentro
sentado con su cabeza apoyada en sus dos brazos.
-Lamento llegar tarde-
-No importa, solo quiero llegar a casa-
-Si quieres camino a casa podemos pasar por el parque y no se… tal ves comprar un
dulce-
-Si, esta bien- se levanta rápidamente, sonríe y me toma de la mano –vamos- le apretó la
mano y caminamos hasta la entrada.
-Muchas gracias- le digo a Claris que se despide de Vita cariñosamente.
-Hasta mañana-
-Hasta mañana-
Caminamos en silencio cuatro cuadras hasta que le pregunto.
-que tal tu día-
-Bien, hoy a Diem se le cayó una lombriz en el pecho de Claris mientras se la estaba
mostrando, fue tan gracioso ver a esa mujer sacudirse y gritar- dice mientras se ríe a
carcajadas.
-Y que le dijo Claris a Diem- le digo mientras trato de aguantar la risa
-Nada porque Diem salió corriendo y se escondió hasta que se le paso la rabieta a Claris,
después fue y le pidió perdón y se abrazaron, es quien se va a querer enojar con Diem si es
tan linda-
-Ja, te pille, te gusta Diem- le digo mientras lo miro a los ojos
-No- se pone rojo como un tomate y esconde su mirada.
-Esta bien-
Seguimos caminando y cuando llegamos a la plaza entran dos androides con un ángel,
cada uno lo sostiene de un brazo y lo arrastran mientras el se retuerce en el suelo y se
detienen en el centro de la plazoleta.
-¡Vengan todos, vengan!- grita el androide dorado
La plaza no demora en llenarse alrededor del ellos.
-vamos Vita-
Cuando intentamos salir un androide plateado nos detiene.
-para donde van, todos deben ver que pasa con un rebelde- mientras nos empuja hacia
adelante y quedamos en primera fila.
Un androide plateado patea fuertemente al rebelde mientras el dorado hace estruendo
con un cuchillo al que le prende fuego con las llamas que salen de su brazo hasta volverse
de un rojo muy brillante y comienza con el juicio.
-Aquila Libitum, se le imputan cargos por rebelión, intento de sabotaje y fomentar el
odio hacia sus progenitores los humanos, ¿acepta los cargos?- dice el androide dorado en
vos alta para que todos oigamos mientras queda frente a Aquila mirándolo a los ojos.
Aquila le escupe sangre en la cara y comienza a reírse a grandes carcajadas.
-Como pensé, el caso esta cerrado se le condena al destierro y será despojado de sus
alas- apenas lo oigo le pongo mis manos y le tapo los ojos a Vita
-ténganlo con fuerza- ordena el androide dorado y sale otro androide plateado de la
multitud y entre el otro androide plateado que lo estaba sosteniendo desde el comienzo lo
sostienen cada uno de un brazo y lo colocan encima de la gran piedra boca abajo. El
androide dorado se acerca a Aquila y comienza a cortar con el cuchillo caliente su ala
izquierda, Aquila echa unos gritos y chillidos de desesperación que me erizan la piel,
cuando acaba se ve un gran charco de sangre en el suelo, el androide dorado presume con el
ala agitándola, tirándola al suelo y escupiéndola, entonces vuelve a poner el cuchillo en las
llamas de su brazo mientras se rie a carcajadas.
-Malditos bastardos, pobres de ustedes que su dios los abandono en este mundo de
mierda, se creen mucho porque tienen alma, pues quédensela yo por lómenos se a que se
debe mi existencia, tengo muy claro de que estoy hecho y para que fui creado, no como
ustedes que están perdidos y sin horizonte; libre albedrio, ja ja ja ja ja quien lo quiere si se
va a terminar con una decadencia como la de la humanidad- dice Aquila mientras el
androide dorado prepara el cuchillo.
-Basta de tonterías- Agarra con fuerza su ala derecha.
-Nunca los perdonaremos por esto-
El androide guarda el cuchillo caliente y suelta su ala y saca de su cinturón un cuchillo
totalmente sin filo, oxidado y esta ves no lo calienta, vuelve a sujetar el ala y comienza a
cortar, esta ves sale mucha mas sangre y se escucha como se desliza el cuchillo en el hueso,
se oye el crujir de dientes de Aquila.
Le toma el triple de tiempo en cortarle el ala derecha, cuando acaba tira el ala en el suelo
y escupe en las heridas, calienta el cuchillo y lo acuesta en sus heridas, se oye el último
grito de Aquila y se desmalla del dolor.
El androide dorado recoge las alas del suelo y las cuelga en la entrada de la comisaria
que esta frente a la plaza.
-Sáquenlo de la ciudad y no se olviden de soltar a los demonios- los dos androides
plateados lo arrastran por la calle hasta que se pierden de mi vista.
-Ya puedo ver- dice Vita, y yo quito mis manos de sus ojos.
-Lárguense ya se acabo el espectáculo- grita el androide dorado.
Agarro de la mano a Vita y apresuro el paso para llegar mas rápido a casa.
-Que paso, oye y el caramelo-
-Nada no ha pasado nada, mañana te compro todos los que quieras-
Abyssus, libitum, Vita, citius, diem, Aquila, Sacris, juvat, vincere, mori, fide, caeli, belli,
Cogito, Credo, Superbo, Motu

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