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Control Material por parte de los Jueces

Liliana del Carmen Pinto Leal


ID 435411

Universidad Cooperativa De Colombia, Arauca


Facultad De Derecho
Procesal Penal II
Abril 09, 2018
Control Material por parte de los Jueces
Actualmente en Colombia, ni la constitución, ni la ley establecen formalmente la procedencia de
un control material en el preacuerdo y su aplicación en la práctica judicial diaria se entiende como
prohibida. La jurisprudencia que la Corte Suprema de Justicia ha pronunciado en reiteradas
ocasiones repeliendo el control material en preacuerdos y acusación, pero al interior de la Corte se
han fijado posiciones opuestas.
El desarrollo normativo que fija las atribuciones de la Fiscalía, se desarrolla, así:

1. De la Constitución:
Dentro de las funciones atribuidas a la Fiscalía General de la Nación por el Acto Legislativo 03 de
2002, reformatorio de la Constitución Política de 1991, se encuentra que uno de los deberes del
ente acusador, establecidos en el artículo 250 de la Carta es “presentar escrito de acusación ante el
juez de conocimiento, con el fin de dar inicio a un juicio público, oral, con inmediación de las
pruebas, contradictorio, concentrado y con todas las garantías”.
Ahora, de la interpretación de la regulación legal de la acusación se entiende que el control que
pueden realizar la Fiscalía, el Ministerio Público, la defensa y la víctima frente al escrito de
acusación se circunscribe a los requisitos formales establecidos en el artículo 337 del CPP.
Estos requisitos de formalidad no permiten ejercer un control material o de fondo que pudieran
hacer las partes e intervinientes sobre el escrito de acusación al percatarse que, de los elementos
de prueba relacionados por la Fiscalía, NO se puede afirmar con probabilidad de verdad que la
conducta existió y que el procesado es su autor o partícipe, según lo ordenado en el Art. 336 CPP.

2. Lo establecido en la Ley 906 de 2004:


En el artículo 336 del CPP encontramos una segunda postura que aboga por el control material de
la acusación tomando como premisa básica el hecho de que el fiscal sólo podrá acusar “cuando de
los elementos materiales probatorios, evidencia física o información legalmente obtenida, se pueda
afirmar, con probabilidad de verdad, que la conducta delictiva existió y que el imputado es su autor
o partícipe”, lo cual implica necesariamente que el juez verifique temas tales como tipicidad,
antijuridicidad, culpabilidad, ausencias de responsabilidad, autoría y participación, tentativa, etc.,
puesto que la exigencia legal para la acusación es la “existencia de una conducta delictiva” que
según el artículo 9° del C.P. sólo se configura cuando el comportamiento humano es típico,
antijurídico y culpable.

3. Lo desarrollado por la Jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia:


3.1. Sentencia 29994 de 2008
En el proceso penal colombiano no se previó que la acusación tuviera controles, distintos a los que
se plantean en la audiencia de formulación de acusación, que como se dijo, están dirigidos al
saneamiento del juicio (solo a la verificación de la existencia de unos contenidos), pero de ninguna
manera a discutir la validez o el alcance de la acusación en lo sustancial, o sus aspectos de fondo.
En la sentencia del 15 de julio de 2008 (rad. 29.994)1 se clarificó que sólo el fiscal está autorizado
para adecuar circunstanciadamente los hechos en el tipo penal:
La acusación es un acto de parte, de la Fiscalía, y por tanto el escoger qué delito se ha configurado
con los hechos jurídicamente relevantes consignados en el escrito de acusación supone precisar el
escenario normativo en que habrá de desarrollarse el juicio, el cual se promueve por excitación
exclusiva de la Fiscalía General de la Nación a través de la radicación del escrito de acusación
(razón por la que el único autorizado para tipificar la conducta punible es la Fiscalía, de acuerdo
con lo planteado por el artículo 443); acto que como se dijo no tiene control judicial, y en cambio
sí sustenta todo el andamiaje de la dinámica y la lógica argumentativa y probatoria que se debatirá
en el juicio.

3.2. Sentencia 34022 de 2008


En esta providencia, la Corte a través de las decisiones explica que frente a los deberes específicos
de los jueces indicados en el artículo 139 CPP, a estos les corresponde decidir la controversia
suscitada durante las audiencias para lo cual no podrán abstenerse so pretexto de ignorancia,
silencio, contradicción, deficiencia, oscuridad o ambigüedad de las normas aplicables, y además
establece que es en virtud del cumplimiento de ese deber-facultad, que el fallador, de acuerdo con
los hechos puntualizados en la acusación y concretados en el juicio luego del debate probatorio,
tiene la facultad de seleccionar la hipótesis penal del repertorio normativo que encuentre más
ajustada a la realidad que presenta el caso, siempre y cuando, claro está, mantenga la identidad con

1
Tesis reiterada, entre otras, en AP 14.08.2013, rad. 41.375 y SP 16.07.2014, rad. 40.871.
la plataforma fáctica de la conducta punible endilgada en el pliego de cargos y no sobrepase el
límite punitivo expresado en la pretensión sancionadora de la Fiscalía.

3.3. Sentencia T-60211 de 2012


La Corte en sentencia de tutela T-60211(09-05-12) señaló que la formulación de la imputación es
un acto procesal, susceptible de ser anulado.
La naturaleza del escrito de acusación como acto de parte, no descarta la posibilidad de
anular las actuaciones procesales que se lleven a cabo y lleven consigo un control por parte
de la judicatura en el término establecido, como se vio en el caso que estaba bajo análisis en ese
momento, en el que la nulidad se propuso en una audiencia pronosticada para tal fin, ante el juez
que le compete el asunto y admitiendo accionar recursos legales. (negrita fuera del texto).

3.4. Sentencia T-63776 de 2012


Fallo de tutela seis meses después de fallar la sentencia tutela T-60211 de 2012. Contrario a lo
esperado, esta Sala de Decisión, en un fallo de tutela, seis (6) meses después de haberse
pronunciado en torno al tema de discusión y haber aprobado un control judicial sustancial, decide
lo siguiente: “(…) 6. Finalmente, en lo atinente a la crítica efectuada por el accionante en el sentido
de indicar que el Tribunal desconoció un precedente judicial de la Corporación, según el cual se
dejó atrás el concepto de acusación como acto de parte para tomarlo como jurisdiccional, ha de
decirse que fue esta misma Sala de decisión de tutelas la que profirió el fallo al que se hace alusión
en la impugnación y en el cual, contrario a lo entendido por el recurrente, se ratificó la condición
de acto de parte de la acusación y no jurisdiccional.
Existe una contradicción evidente entre un fallo de tutela y otro, emitidos por la misma Sala de
Decisión y separados por una distancia temporal de seis meses; y se observa un desconocimiento
de la citada Sala de Decisión de Tutela respecto a sus propios pronunciamientos en torno a un
idéntico problema jurídico.

3.5. Sentencia 38256 de 2012


La Corte señaló:
En la audiencia de formulación de acusación al juez y a las partes les está vedado cuestionar la
adecuación típica realizada por la Fiscalía en su escrito, pues hacerlo implicaría interferencia en el
ejercicio de la acción penal y en la decisión de acusar que corresponde a ese ente, y a nadie más.
Por lo demás, tal cuestionamiento implicaría un ejercicio de debate probatorio, que solamente
puede hacerse en el juicio oral (AP 15 jul. 2008, rad. 29.994).
“(…) La Fiscalía, entonces, cumple como titular de la acción penal y dueña de la acusación,
parámetros a partir de los cuales ni el juez ni las partes pueden imponérsela total o parcialmente,
desde donde se infiere que las observaciones realizadas por las partes pueden y deben ser
incorporadas para que conformen un todo con la acusación, única y exclusivamente cuando el
fiscal las acoge.
Ahora bien, las anteriores premisas son igualmente aplicables en eventualidades de terminación
pre-acordada o negociada del proceso, como en el asunto sub exámine, pues al tenor del art. 350
inc. 1º del C.P.P., el preacuerdo equivale al escrito de acusación. De ahí que, por exigencias
estructurales y también de respeto a garantías fundamentales, al juez de conocimiento tampoco le
es dable aplicar un control material sobre los preacuerdos”.

3.6. Sentencia 39892 de 2013


La calificación jurídica adoptada por la Fiscalía en la acusación o en el preacuerdo no puede ser
cuestionada, salvo que se afecten garantías fundamentales. Sobre el particular, en sentencia del 6
de febrero de 2013 (rad. 39.892) expuso la Sala:
(…) 1. La jurisprudencia ha trazado una línea de pensamiento, conforme con la cual la acusación
(que incluye los allanamientos y preacuerdos que se asimilan a ella) estructura un acto de parte
que compete, de manera exclusiva y excluyente, a la Fiscalía, desde donde deriva que la misma no
puede ser objeto de cuestionamiento por el juez, las partes ni los intervinientes, con la salvedad de
que los dos últimos pueden formular observaciones en los términos del artículo 339 procesal. (Se
destaca).
Lo anterior, porque la sanción para una acusación mal planteada y sustentada, como sucede con
cualquier acto de parte, está dada porque al finalizar el juicio la misma no habrá de prosperar.
En esas condiciones, la adecuación típica que la Fiscalía haga de los hechos investigados es de
su fuero y, por regla general, no puede ser censurada ni por el juez ni por las partes.
2. Lo anterior igual se aplica en temas como la admisión de cargos y los preacuerdos logrados
entre la Fiscalía y el acusado, que, como lo ha dicho la jurisprudencia, son vinculantes para las
partes y el juez, a quien se le impone la carga de proferir sentencia conforme lo acordado o
admitido, siempre y cuando no surja manifiesta la lesión a garantías fundamentales (auto del 16
de mayo de 2007, radicado 27.218).
La Corte igual ha decantado que el nomen iuris de la imputación compete a la Fiscalía,
respecto del cual no existe control alguno, salvo la posibilidad de formular las observaciones
aludidas, de tal forma que de ninguna manera se puede discutir la validez o el alcance de la
acusación en lo sustancial o sus aspectos de fondo. La tipificación de la conducta es una
atribución de la Fiscalía que no tiene control judicial, ni oficioso ni rogado.
“Por lo tanto, so pretexto de no compartir la adecuación de los hechos con el nomen iuris que
provisionalmente presenta la Fiscalía en la acusación para efectos de definir competencia y
marcar los derroteros procesales del juicio, no puede la defensa, ni nadie, discutir en la
audiencia de formulación de acusación que esos hechos corresponden a otra adecuación
típica, y anticipar de manera improcedente el debate en torno de la tipicidad, propio del
juicio, a un momento en que no se cuenta con los elementos de convicción necesarios para
decidir.
La acusación es un acto de parte, de la Fiscalía, y por tanto el escoger qué delito se ha configurado
con los hechos jurídicamente relevantes consignados en el escrito de acusación supone precisar el
escenario normativo en que habrá de desarrollarse el juicio, el cual se promueve por excitación
exclusiva de la Fiscalía General de la Nación a través de la radicación del escrito de acusación
(razón por la que el único autorizado para tipificar la conducta punible es la Fiscalía, de acuerdo
con lo planteado por el artículo 443); acto que como se dijo no tiene control judicial, y en cambio
sí sustenta todo el andamiaje de la dinámica y la lógica argumentativa y probatoria que se debatirá
en el juicio.
Razonar de otra manera sería permitir o autorizar la discusión propia del juicio, en momentos
procesales inoportunos, supondría patrocinar la anticipación de la discusión de la tipicidad, lo cual
nos colocaría en la senda de la disputa del ejercicio de la acción penal por parte del juez a la
Fiscalía: como cuando la Fiscalía presenta acusación por peculado, que siendo de la competencia
del juez penal del circuito, la defensa pudiera discutir en la audiencia de formulación de acusación
que se trata en cambio de un abuso de confianza, propio del marco competencial del juez penal
municipal, y por supuesto con unas exigencias normativas diferentes y una punibilidad también
distinta; o unas lesiones personales en lugar de la tentativa de homicidio por la cual se ha acusado;
todo lo cual será materia de análisis, discusión y prueba en la vista pública, y allí, con fundamento
en la posición procesal exitosa, se producirá como consecuencia, la absolución o la condena.
Permitir que el juez intervenga en la definición del nomen iuris de la acusación, sería
autorizar que el juez no solo interfiera en el ejercicio de la acción penal que como sujeto
soberano ostenta la Fiscalía General de la Nación, lo cual desdibujaría en manera grave la
imparcialidad del juez; sino que además equivaldría a señalar que el juez dirige la actividad
de la Fiscalía porque le marca el derrotero que debe seguir en el juicio; lo cual daría al traste
con la principal característica del principio acusatorio propio de la reforma que nuestro país
ha querido implementar, como es la diferenciación de funciones entre la Fiscalía (función
requirente), y el juez (función jurisdiccional), en el proceso penal.

3.7. Sentencia 40739 de 2013


En este auto, la Sala de Casación Penal decide inadmitir la demanda de casación presentada por el
defensor del procesado, quien argumentó como cargo principal que el juez de conocimiento se
entrometió indebidamente en la audiencia de formulación de la acusación.
En este caso la Corte consideró que el juez está cumpliendo con su labor protectora cuando solicita
a la fiscalía precisar el verbo rector que delimita la conducta atribuida a los procesados y que con
esto respeta las garantías de las partes que se ven involucradas en el proceso penal, incluyendo a
la defensa.
La sentencia 40739 de 06 de marzo de 2013 es una decisión vinculante actualmente en Colombia,
es decir, cumpliendo con ciertas circunstancias específicas, esta decisión que de cierta manera
realiza un control material sería vinculante para un juez de la república y su desconocimiento se
traduciría en prevaricación.
Precedente aplicado por analogía, donde en un supuesto de un caso que cumpla con las mismas
características fácticas y el mismo problema jurídico, tendrá que aplicarse indefectiblemente la
resolución planteada por la corte, a no ser que el funcionario decida apartarse de este supliendo la
carga argumentativa establecida por la ley y la jurisprudencia.

3.8. Sentencia 39886 de 2013


Sobre el particular, en el AP del 16 de octubre de 2013 (rad. 39.886), la Sala puntualizó: La función
requirente, no cabe duda, está en manos de la Fiscalía, y la jurisdiccional en las del juez; axioma que se
desdibuja cuando el juzgador se ocupa de corregir, cuestionar o enmendar -a su manera- el contenido de la
acusación.
“En estas condiciones, ha de entenderse que el control material de la acusación, bien sea por el
trámite ordinario o por la terminación anticipada de la actuación, es incompatible con el papel
imparcial que ha de fungir el juez en un modelo acusatorio. Aun cuando existen disposiciones de
la Ley 906 de 2004, que consagran su función a la consecución de la justicia y la verdad como
normas rectoras, estos principios operan dentro de la mecánica del sistema y no dan aval para
adjuntarle postulados ajenos a su naturaleza intrínseca. Así, el horizonte al que ha de estar dirigida
la hermenéutica”.

3.9. Sentencia SP14191 de 2016


En lo que se refiere al control material de la acusación y de los acuerdos, dijo: “Los rasgos
esenciales del principio acusatorio corresponden al ejercicio y mantenimiento de la acusación por
un órgano distinto al juez, la delimitación del proceso en fases de investigación y juzgamiento,
conferida a organismos diferentes con el fin de evitar un probable y posible prejuzgamiento por
parte del juez sentenciador, y la relativa vinculación del Tribunal a las pretensiones de las partes[1].
En consonancia con estas máximas, tanto la activación como el impulso de la pretensión punitiva
estatal, por disposición constitucional y legal, pertenecen exclusivamente a la Fiscalía General de
la Nación, en quien recae el deber de acusar ante los jueces de conocimiento (artículos 250.4 de la
Constitución Política y 336 y 339 inciso 2º del estatuto procesal).
Este acto de acusación, integrado por el escrito respectivo y la formulación oral de los cargos, ha
sido entendido por la Sala como un ejercicio de imputación fáctico-jurídica, donde el Estado fija
los contornos de la pretensión punitiva y delimita los referentes en torno de los cuales se adelantará
la discusión sobre la responsabilidad penal del procesado (CSJ, AP4219-2016, 29 de junio de 2016,
casación 45819).
El deber de acusar de la fiscalía también se expresa en la facultad de celebrar con el imputado o
acusado preacuerdos y negociaciones orientados a que se anticipe la sentencia condenatoria, labor
en la que el fiscal debe necesariamente gozar de un margen racional de maniobra, con el fin de que
pueda adelantar su tarea de forma efectiva, en el entendido, además, que se trata de una forma de
composición del conflicto, como ya lo ha precisado la Sala en otras oportunidades (CSJ AP2370-
2014, 7 de mayo de 2014, Segunda Instancia 43.523).
La función acusadora corresponde de manera exclusiva y excluyente a la fiscalía, al igual que la
facultad negociadora, y que el juzgador no puede inmiscuirse en su configuración material ni
jurídica, siendo esta la regla, la que solo puede quebrantarse, por vía excepcional, cuando el acto
desconoce flagrantemente una garantía fundamental, único caso en el cual le es permitido
direccionar sus términos.
Especial énfasis la Sala ha hecho igualmente en precisar que la transgresión de los derechos
superiores que faculta la intromisión exceptiva, debe ser objetiva, manifiesta, patente, evidente, y
no responder a una postura subjetiva, ni a una valoración distinta del caso, ni a una opinión
contraria a la de la fiscalía, ni a la aplicación de un criterio dogmático diferente (CSJ SP, 6 de
febrero de 2013, casación 39892).

3.10. Sentencia Tutela STP4698 de 2016- Fiscalía acudió al artículo 56


2. Lo anterior igual se aplica en temas como la admisión de cargos y los preacuerdos logrados
entre la Fiscalía y el acusado, que, como lo ha dicho la jurisprudencia, son vinculantes para las
partes y el juez, a quien se le impone la carga de proferir sentencia conforme lo acordado o
admitido, siempre y cuando no surja manifiesta la lesión a garantías fundamentales (auto del 16
de mayo de 2007, radicado 27.218).
Bajo ese entendido el Juez Colegiado coligió:
(…) El hecho de que la Fiscalía invoque el contenido del Art. 56 del C.P., sin contar con
fundamento fáctico razonable se traduce en la utilización de la norma como una especie de gracia
con el exclusivo propósito de dar por terminado, en cualquier caso y a cualquier costo, el proceso
penal, lo cual: 1. Es contrario al propósito con el que la misma ha sido concebida -garantizar el
derecho de igualdad de los ciudadanos ante la ley- y determinar la consecuencia jurídica con
sujeción al principio de co-culpabilidad; 2. Desconoce el criterio vinculante de la jurisprudencia
constitucional que le prohíbe al Fiscal crear o construir, para efectos de los Acuerdos situaciones
no previstas en la ley penal; 3. Contraviene la función de subsunción que le impide al Fiscal
considerar hechos, situaciones o circunstancias nada relacionadas con el acontecer fáctico del
caso específico y únicamente con miras a lograr los efectos jurídicos que consagra la causal
prevista en la ley y, 4. Desconoce el principio de razonabilidad que debe caracterizar la
celebración de los Acuerdos entre Fiscalía y Procesado.
Así las cosas, la Corte observa que los demandados se apartaron de la filosofía que orienta el
sistema procesal penal de 2004 e invadieron el rol atribuido a la Fiscalía, ya que desconocieron
que el preacuerdo es un acto de parte.
Aunado a ello, excluyeron el carácter vinculante del precedente jurisprudencial dominante de la
Corte Suprema de Justicia, sin señalar las razones de tal proceder, como tampoco justificaron
porque su inferencia resultaba más acorde a la Constitución y la ley.
En suma, permitir que el juez imponga su criterio sobre la facultad que tiene la Fiscalía de calificar
la conducta punible para edificar los preacuerdos, conlleva a que se aparte del principio de
imparcialidad que debe gobernar su actuación y asuma un rol que no es de su competencia.
Bajo este panorama, se concluye que los proveídos judiciales cuestionados, en efecto,
desconocieron el derecho fundamental del debido proceso, por cuanto se profirieron al margen de
las normas y la jurisprudencia vigente, las cuales regulan la limitación del juez en ejercicio de la
función del control de la terminación del proceso como consecuencia del preacuerdo, lesionando
así la garantía procesal de la imparcialidad.
Por tanto, la Sala amparará el derecho fundamental al debido proceso reclamado por la FISCALÍA
11 ESPECIALIZADA DE CALI y, en consecuencia, dejará sin efecto las decisiones judiciales
proferidas el 16 de diciembre de 2015 y el 12 de febrero de 2016 por el Juzgado 1º Penal del
Circuito Especializado y la Sala Penal del Tribunal Superior, ambos de la ciudad en mención,
respectivamente, para que en su lugar, el asunto se dirima de acuerdo con el ordenamiento jurídico
y la jurisprudencia vigente para el caso, según los argumentos expuestos.

3.11. Sentencia 47399 de 2016. Fiscalía acudió al artículo 32, tipificando Homicidio
simple con legítima excedida.
Efectivamente para poder hablar de exceso en la legítima defensa en los hechos (…) se hace
necesario verificar en principio si efectivamente hubo legítima defensa y luego estudiarla en el marco
del exceso.

3.12. Sentencia SP8666 de 2017


De permitirse una tal supervisión judicial, la estructura acusatoria se vería quebrantada, en la
medida en que el juez asumiría el rol de parte, al promover una particular “teoría del caso” (CSJ
SP 16 jul. 2014, rad. 40.871). De igual modo resultaría afectada la imparcialidad exigible a quien
únicamente tiene que juzgar el asunto, según los planteamientos del acusador. Solo a la Fiscalía
compete la determinación del nomen iuris de la imputación (CSJ SP 6 feb. 2013, rad. 39.892)

4. Conclusión
Otras sentencias, que versan sobre la misma temática tenemos: Sentencia 26087 (28-02-07) del
M.P.: Marina Pulido de Barón, Sentencia 28294 (05-10-07) del M.P.: Augusto Ibáñez Guzmán,
Sentencia 31538 (06-05-09) del M.P: José Leonidas Bustos, Sentencia 31900 (24-08-09) del M.P:
José Leonidas Bustos, Sentencia 33901 (21-09-10) del M.P.: Jorge Luis Quintero Milanés,
Sentencia 34945 (17-11-10) del M.P.: Jorge Luis Quintero Milanés, Sentencia 34370 (13-12-10)
del M.P.: Sigifredo Espinosa Pérez, Sentencia 32685 (16-03-11) del M.P.: Fernando Alberto
Castro Caballero, Sentencia 38256 (21-03-12) del M.P.: José Luis Barceló Camacho, Sentencia
39296 (27-06-12) del M.P.: Sigifredo Espinosa Pérez, Sentencia 39799 (05-09-12) del M.P.: Julio
Enrique Socha Salamanca, Sentencia 34780 (24-09-12) del M.P.: Javier Zapata Ortíz y Sentencia
T-63776 (22-11-12) del M.P.: Luis Guillermo Salazar Otero.
La ley y la jurisprudencia han decantado igualmente que, que la excepción, al juez, bien
oficiosamente, bien a solicitud de parte, le es permitido hacer control material incluyendo la
tipificación de la conducta, cuando se trate de violación a derechos fundamentales.
Es claro que esa permisión excepcional parte del deber judicial de ejercer un control constitucional
que ampare las garantías fundamentales.
La trasgresión de esos derechos superiores debe surgir y estar acreditada probatoriamente,
de manera manifiesta, patente, evidente, porque lo que no puede suceder es que se eleve a
categoría de vulneración de garantías constitucionales, una simple opinión contraria, una
valoración distinta que, para imponerla, se nomina como irregularidad sustancial
insubsanable, por el prurito de que el Ministerio Público y/o el superior funcional razonan
diferente y mejor.
Una posibilidad de violación de garantías fundamentales con repercusiones sustanciales que
impediría al juez dictar sentencia condenatoria, al margen de la aceptación de responsabilidad
preacordada con base en la calificación jurídica fijada por la Fiscalía, corresponde a la
comprobación de situaciones objetivas que, sin modificar los enunciados fácticos que por virtud
del acuerdo de culpabilidad se entienden admitidos por el acusado, comportan una evidente
imposibilidad de declarar la responsabilidad, en los términos exigidos por el derecho penal
sustantivo (art. 9º inc. 1º C.P.). Por ejemplo, cuando la conducta atribuida al procesado deviene
atípica o carece de antijuridicidad en sentido material, eventualidades conculcadoras del debido
proceso en su componente de legalidad2, por imposibilidad de adecuar los hechos a un tipo de
injusto.
Estos argumentos son los que, en síntesis, han llevado a la jurisprudencia a proscribir el ejercicio
de control material de la acusación por el juez de conocimiento. Se trata de una posición
suficientemente decantada y consolidada.
Es cierto que existía una postura de la Sala de Casación Penal, reiterada en varias ocasiones, en
torno a la negación del control sustancial al escrito de acusación por parte del juez de
conocimiento. Esta postura tuvo su primer pronunciamiento por parte de la Sala de Casación Penal
en el año 2007, año en recién iniciaba la implementación del Sistema Acusatorio en el país.
Ese rompimiento con la doctrina probable anterior que establecía únicamente un control formal
del juez frente al escrito de acusación, tal como lo prevé el artículo 339 CPP, ha sido reiterado, si
bien en una ocasión más 40739 (06-03-13).

2
Cfr., por ejemplo, CSJ SP 8 jul. 2009, rad. 31.531 y SP 14 ago. 2012, rad. 39.160.

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