COACHING, EDUCACIÓN Y RSU

Ser todo lo que podemos ser depende de lo que

la educación nos entregue: límites o poder.

La Universidad tiene la autoridad para influenciar en todos los sistemas sociales y tiene en el Coaching una herramienta para
descubrir y ayudar a ser todo lo que pueden ser esos sistemas. Esa es a nuestro juicio la gran responsabilidad social
universitaria. Su cuerpo docente y profesionales egresados deben asumir el liderazgo del desarrollo en las comunidades en que
están insertos, compartiendo el conocimiento y facilitando aprendizajes.

¿Qué entendemos por coaching? Observador es el término clave en el coaching. Todos somos
observadores en este mundo y como tales actuamos y nos
Comenzamos a integrar el arte del coaching, después de recibir
conducimos. Como consecuencia del actuar, se producen ciertos
entrenamiento con Julio Olalla, The Newfield Network en Chile y
resultados. Ahora bien, cuando este observador actúa, nosotros, ya
Eduardo Walker, Azul Consultores (agradecemos a nuestros
sea como individuos o como organizaciones, decimos: “Estoy
maestros), porque estamos buscando formas de aprender en un
contento con los resultados” o “No estoy contento con los
mundo en el que las viejas interpretaciones sobre el aprendizaje ya
resultados”. Y si no estamos contentos con los resultados revisamos
no funcionan o son poco efectivas. Parece que la humanidad ha
la acción. Es lo que hacemos normalmente. Decimos: “Hagámoslo de
llegado a un punto en que se está dando cuenta que las
esta otra manera; hagamos más de esto o hagamos menos de
interpretaciones en las que hemos estado viviendo hasta ahora se
aquello”. Muy raramente se nos ocurre cuestionar al observador.
han vuelto insuficientes para afrontar las crisis que la vida nos
Ahora bien, si pones atención sólo en la acción, lo que sucederá es
presenta. No es sólo nuestro pensamiento el que es insuficiente, sino
que podrás hacer más, podrás hacerlo mejor, pero siempre harás
también nuestras ideas acerca del aprendizaje. Necesitamos avanzar.
sólo lo que el observador puede hacer, dado el mundo que ve y que
determina. Ahora bien, dado el observador que soy (y todos somos
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observadores diferentes), tengo un rango de acciones disponibles
para mí. No importa que es lo que haga, son esas las acciones que
me son posibles, porque es lo que veo. Puedo corregirlas,
modificarlas, mejorarlas, pero siguen siendo esas acciones. No
obstante, si cambio mi punto de vista - cambio al observador que
soy. Tengo nuevas acciones disponibles para mí, acciones que eran
impensables antes de que cambiase al observador que soy. Esto es
coaching. El coaching tiene que ver con cambiar de lugar, desplazar
al observador de somos, de manera tal que se le posibilite desarrollar
un nuevo conjunto de acciones. Por cierto que es más complejo que
esto, pero ello no quita que para mí este sea uno de los principios
fundamentales de lo que es el coaching. Ahora bien, la interrogante
que surge es: ¿Qué clase de observador soy? Y si empiezas a
entender que no ves el mundo de la misma manera en que yo lo
veo, no hay mucha distancia desde allí, al darse cuenta que
ninguno de nosotros ve el mundo de la misma manera. De manera
que cuando 2, 3 ó 4 personas, que no ven el mundo de la misma
manera, tienen que trabajar juntos, tenemos allí un pequeño
problema. ¿Cómo coordinamos las acciones cuando no vemos, ni
determinamos, ni constituimos la misma realidad?
Consideramos al ser humano como una Metáfora Expresiva
compuesta por tres tipos de lenguaje que constituyen los dominios
del observador: LA PALABRA, LAS EMOCIONES y EL CUERPO. El
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individuo como ser social se constituye en el lenguaje. Todo
fenómeno social es siempre un fenómeno lingüístico.
Como observadores vemos que la realidad sería diferente si alguien
no hubiera dicho lo que dijo. La palabra debemos usarla con mucha
responsabilidad, tiene el poder de crear, cambiar y reparar el mundo.
Alguien con autoridad declaró “escuelas críticas” y transformó 10
escuelas de Santiago… les cambió el mundo: ahí comenzó la
destrucción. Un juicio siempre vive en la persona que lo formula.
Quien lo recibe como propio entra a habitar el mundo del otro.
Nuestras palabras nos comprometen, influyen en la comunidad que
habitamos. Debemos hacernos cargo de lo que decimos y ser
coherentes: esto decimos, esto hacemos. La palabra es acción y
también vida.
A nuestro juicio, el primer dominio, el más importante y fundamental
es la palabra. Por lo que queremos establecer que para comenzar a
entender al observador y para luego ser capaces de adentrarnos en
lo que es el coaching, debemos prestar atención a la palabra. Según
nuestro sentido común sosteníamos que la palabra es un código para
hablar sobre algo (sea lo que sea ese algo: un hecho, una persona,
una idea, etc.). Hoy, estamos comenzando a ver que la palabra
también constituye aquello de lo que se habla. En libro de Génesis
está escrito “dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. Y vio Dios que la luz
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era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas. Y llamó Dios a la luz
Día, y a las tinieblas llamó Noche”. Dios creó todo a través de la
palabra. Este hecho es tan transparente que nos es prácticamente
desconocido. La palabra tiene el poder de crear y distinguir. Cuando
vivimos en el lenguaje, distinguimos; esto es diferente de aquello y
eso es diferente de lo de más allá. Tomo algo del contexto unitario y
lo hago disponible para mí en cuanto observador. Vivimos en una
cultura que comparte miles de distinciones. Y que crea espejismos
masivos, que luego compartimos. A la vez en este mundo, la escuela,
nos topamos y conocemos a personas que provienen de lugares,
familias y credos muy variados y que son observadores diferentes.
Operamos con distinciones muy diferentes. Constituimos mundos
diferentes. Por ejemplo si miramos el cielo en una noche estrellada,
veremos un montón de estrellas. Eso es todo. Pero si nos acompaña
un astrónomo nos mostrará un cielo muy diferente, un cielo
sorprendentemente diferente, un cielo que nunca antes vimos aun
cuando nuestros ojos funcionan de manera semejante al del
astrónomo. Y si vamos otra noche con un astrólogo y de nuevo
veremos un cielo diferente, un cielo que no estaba allí antes para
nosotros. El engaño es que cuando miramos creemos que vemos
todo lo que allí hay. Ese es el espejismo. Mas cuando nos ponemos a
conversar y mutuamente nos proporcionamos
comienza a surgir, a configurarse, un nuevo mundo, que no estaba
antes, lo que me permite un rango de acciones posibles que tampoco
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estaban disponibles. Eso es coaching. De manera que mediante las
distinciones, al tratar con el mundo de las distinciones, la palabra no
sólo describe el mundo, sino también lo configura, lo constituye.
Debido a ello la filosofía del lenguaje comenzó a demoler la idea de
que la palabra es un código para hablar de un algo que en sí mismo
está fijo y comenzó a proponer la nueva idea de que cuando
hablamos o “lenguajeamos”, estamos inventando, creando,
constituyendo un mundo acerca del cual entonces podemos hablar y
que también podemos habitar. Por esto, en el ámbito de la palabra
un fenómeno clave es el de las distinciones.
En Santiago 3:8, La Biblia dice: “pero ningún hombre puede domar la
lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno
mortal. Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a
los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. De una
misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto
no debe ser así. ¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura
agua dulce y amarga? Hermanos míos, ¿puede acaso la higuera
producir aceitunas, o la vid higos? Así también ninguna fuente puede
dar agua salada y dulce”. La palabra tiene el poder de construir o
destruir, pero el observador tiene la libertad de interpretar y darle o
no la autoridad.
distinciones,
Comenzamos a vivir en un mundo de explicaciones a las que hemos
dejado de llamar explicaciones. Lo llamamos “así es como es”.
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Hemos congelado nuestra capacidad de pensar al olvidar que
nuestras explicaciones son sólo eso: explicaciones; y no parte de lo
que es. En el campo de las organizaciones como los colegios esto es
dramático. Cuando vamos a las escuelas y comienzan a explicarlo
todo, les preguntamos: ¿Para qué nos llamaron si ya saben cómo son
las cosas? Y entonces toma un cierto tiempo hasta que comienzan a
darse cuenta que la única razón por la cual estamos allí, es porque
somos observadores diferentes y podemos, por lo tanto, especificar
un mundo diferente y acciones posibles diferentes.
Los actos del habla: Cuando hablamos, actuamos. Cuando
hacemos una petición, no sólo estamos haciendo posible una acción
a futuro, la petición en sí misma es una acción. Cuando hacemos
una promesa, no estamos solamente especificando un cierto futuro.
Estamos cambiando el presente. Hacer una promesa es cambiar el
presente. Cuando se toma en serio una promesa, toda la realidad
cambia. Cuando declaramos lo que es realidad, cuando hacemos
aseveraciones o simplemente cuando hacemos
evaluaciones, estamos de alguna manera alterando nuestra realidad.
Y, por ejemplo, quienes se compran el juicio de “escuela crítica”
niegan la realidad con todas las potencialidades que tienen para
hacer mejor las cosas. Cuando comprendes esto, comienzas a
descubrir los juegos que solemos jugar. Por ejemplo, el siguiente
juego que ocurre en tu escuela. Estas resentido con alguien porque
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no se atrevió a adivinar la petición que no te atreviste a hacer.
¿Conocen el juego? Cuando las personas son capaces de ver el
juego, se ha adelantado mucho para trabajar sobre el sufrimiento.
Otro juego es el de la incapacidad de hacer peticiones claras, porque
estás a la espera que los demás adivinen lo que quieres pedir. Y este
otro, el del miedo a ser evaluado negativamente. Empezamos a
hacer aquello que resultará en una evaluación positiva de nosotros
de parte de los demás. Y luego cambiamos nuestra conducta según
las distintas personas que la evaluarán de distinta manera. Para mí el
coaching tiene que ver con el desmantelar estos juegos de manera
respetuosa, y por sobre todo, de manera abierta, en público. Las
organizaciones son redes de conversación. Todo lo que hacemos es
hablar, es sostener conversaciones. Puede que sea a través del
correo electrónico, directamente o por teléfono. Hablamos. Pero
hemos desarrollado tantas incapacidades para hablar, y para
conversar, que el flujo organizacional colapsa y se hace presente el
sufrimiento. Este es campo del coaching.
juicios o
Las Emociones
De manera que las narrativas y las formas de explicarse tienen que
ver con la palabra, pero hay también otro territorio que constituye al
observador, y es el mundo emocional, el mundo de los estados de
ánimo y de las emociones. Creo que no les tomará mucho tiempo ver
o contactarse con el hecho de que el mundo nos parece muy
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diferente cuando estamos en campos emocionales diferentes. El
mundo es distinto si estamos deprimidos o si nos sentimos bien. Es
un mundo enteramente diferente. Cuando comenzamos a tomar
conciencia que esto, es parte del observador que somos, empezamos
a darnos cuenta que toda cultura, toda organización, tiene estados
de ánimo. Cuando entramos a una organización, podemos escuchar.
Puedes sentir la presencia de la resignación, del entusiasmo o del
resentimiento. Si lo percibimos, también vemos que las posibilidades
en esos diferentes campos emocionales es bien diferente en uno y
en otro.
A nuestro juicio, el liderazgo en buena medida es el arte de crear ese
campo emocional que nos conducirá allí donde queremos ir.
Diferenciamos entre estados de ánimo y emociones. Vemos el campo
emocional como una predisposición para la acción. De manera que
cuando estás en diferentes estados de ánimo estás predispuesto
también a actuar de manera diferente. La cultura también te
proporciona estados de ánimo y emociones. El campo emocional con
que nos encontramos en el norte es diferente al del sur de Chile, y
ambos muy diferentes al de la Región Metropolitana. De manera que
en cualquier ámbito de actividades, en todas las ciudades a las que
vamos, en las distintas organizaciones en que participamos, nos
encontramos con un territorio que define al observador, pero es un
territorio en que tradicionalmente nunca se indaga ni se considera.
Nos morimos de miedo de entrar en él. La única forma es a través de
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la Sicología, y generalmente eso sólo a nivel individual. El sostener
conversaciones respetuosas y fructíferas sobre el tema a nivel grupal
es algo muy, pero muy distante de nuestras destrezas y
competencias como cultura. Es un campo al que le damos mucha
importancia y creemos, sobre todo en el caso de las Escuelas
Críticas, que no haríamos un trabajo serio de coaching, si dejamos
de lado el territorio emocional, en particular porque los antecedentes
que tenemos nos dejan ver mucho sufrimiento. Y debemos
enfrentarnos y derrotar ese sufrimiento. Estos profesores lo están
pasando muy mal en el trabajo. Van del resentimiento a la
resignación, al parecer habitan en la amargura. Transformar esto,
llevarlos al territorio de la aceptación, la ambición y el entusiasmo
sería un tremendo logro y un gran testimonio para otras escuelas
que pasarían a ocupar la cola en el ranking. Nos planteamos el
desafío de revertir la situación y verlos locos de ganas de que llegue
el lunes para estar en la escuela, aprendiendo con sus alumnos. Para
abocarnos al campo emocional necesitamos desarrollar todo un
conjunto de distinciones que nos permitan involucrarnos y que
podamos a su vez mostrar en nuestra conversación con los
profesores, directores y consultores. Podemos conocer algo
intelectual o conceptualmente, pero si cambiamos la emoción en que
sabemos lo que sabemos conceptualmente, entonces cambia para
nosotros. La forma en que enfrentamos emocionalmente lo que
sabemos cambia lo que sabemos. Si en un determinado equipo se
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mantienen las mismas reglas del juego y lo que varía es el nivel de
talento presente, entonces a un mismo nivel
probablemente la forma de jugar de cada quien se mantendrá en
niveles semejantes. Si lo que cambias es el campo emocional del
equipo, lo que es posible para ellos es entonces enteramente
diferente. Vemos esto en las organizaciones y en las empresas, pero
no sabemos cómo tratar el asunto. Y lo intentamos a través de
charlas motivacionales de casi 24 horas de extensión y luego las
personas vuelven a realizar sus trabajos tal y como lo han venido
haciendo, porque las charlas motivacionales eluden lo que es la
espina dorsal de lo que hoy pasa en el mundo. No es posible
construir una organización sobre la ausencia de sentido y es esa falta
de sentido lo que está muy presente actualmente en las
organizaciones, pero ¿quién se dedica a ese tema? ¿Cómo podemos
tratarlo? El coaching en cierta manera se aboca a esas interrogantes.
La ausencia de sentido es un gran tema de nuestro tiempo. ¿Qué es
lo que hace que algo sea significativo? La razón última de cualquier
decisión yace en el territorio emocional. ¿Por qué dos personas con
la misma información, el mismo conocimiento, escogen de manera
diferente? Necesitamos desarrollar distinciones que nos permitan
trabajar en el campo emocional. Este es un territorio sagrado del
coaching.
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“Tu rostro es un libro, señor mío, donde pueden leerse cosas
de talento extrañas”. Lady Macbeth
El cuerpo
Y por último, hay un tercer dominio del observador, que es el
cuerpo, el cual tenemos tendencia a olvidar. Consideramos nuestro
cuerpo como algo que andamos trayendo o que nos sigue de un lado
a otro. Sé que hoy por hoy nos hemos puesto más sofisticados a este
respecto, es mas a la vez por lo general existe un tremendo olvido
acerca del cuerpo, en cuanto del observador que somos. De hecho,
según como establezca nuestra cultura que debemos considerarnos
físicamente es algo que tiene mucho que ver con el mundo que
determinamos. En los cursos hacemos ejercicios experimentales con
las personas, les pedimos que hablen respecto a algo, y luego que
cambien la postura de su cuerpo, y su discurso comienza a cambiar.
¿Por qué ocurre eso? ¿Qué es lo que está sucediendo? Creo que
entre estos tres territorios de los que estoy hablando (el emocional,
el lingüístico y el corporal) se crea una suerte de coherencia, una
Metáfora Expresiva. De manera tal que cuando tenemos ciertas
interpretaciones a nivel del habla sobre un determinado asunto,
tendemos a tener emociones que son coherentes con esas
interpretaciones y el cuerpo a su vez se moldea a esas
interpretaciones. La forma corporal de alguien que tiene
resentimiento comienza a ser coherente con ese resentimiento y con
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las interpretaciones lingüísticas que le corresponden. Por lo que si los
alumnos en la sala de clases ven entrar a su profesor caminando
lento, arrastrando los pies, con los hombros caídos, la cabeza gacha
y el ceño fruncido, le preguntan “¿qué le pasa profe?” y este
contesta “nada, estoy pensando en lo maravilloso que es venir a la
escuela”, no le creerán, porque de alguna manera saben que la
respuesta es incoherente con esa expresión corporal. Los profesores
que quieran generar algo distinto, pero continúan a nivel corporal
haciendo exactamente lo mismo que siempre a nivel corporal: la
misma manera de respirar, la misma postura, la misma manera de
sentarse, muy poco podrán lograr. Por ello presentamos el coaching
desde una perspectiva diferente. El coaching es, en un sentido muy
básico, la creación de nuevas coherencias en las personas.
Cuando hacemos coaching estamos generando un contexto en el
cual pueden surgir nuevas coherencias. Eso es todo lo que en
realidad podemos hacer: crear un contexto en el que pueden suceder
“buenos accidentes”. No podemos definir el resultado. Sólo podemos
definir el contexto. En nuestra cultura no estamos acostumbrados a
prestarle atención a los contextos. Le prestamos muchísima más
atención al texto que al contexto, siendo que el contexto nos puede
enseñar mucho más que el texto. De hecho, si pensamos en el
contexto vemos que él le da significado al texto. En el caso del
liderazgo, lo definimos como el arte de crear contexto. Por ejemplo,
si en una escuela los profesores, a nivel lingüístico dicen “esta es
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nuestra Visión, para allá es donde queremos ir”, y emocionalmente
están yendo en una dirección diferente, entonces tenemos un
pequeño problema. Les preguntamos: ¿Tienen clara cuál es la Visión
de la escuela? Y ellos dicen, “Sí, sí. Está escrita en el cartel que hay a
la entrada”. Y lees la Visión y miras las caras de las personas y te das
cuenta que hay una gran, pero gran, brecha entre ambas. Ahora
bien, ¿Podemos trabajar teniendo como base el resentimiento que
frecuentemente encontramos? ¿Podemos trabajar teniendo como
base la resignación que por lo general hay o la falta de sentido que
vemos en todos lados? ¿Podemos enfrentar los problemas si ni
siquiera nos atrevemos a mencionarlos? Es ahí cuando el coaching
resulta una difícil tarea, porque como coaches estamos allí
precisamente para ser los que les demos las malas noticias.
“El gesto, la forma de nuestro cuerpo, es la pantomima de nuestra
alma. El hombre externo es el actor que representa al hombre
interior”. Ortega y Gasset
La coherencia que buscamos tanto como observadores y como
actores, que incluye los tres dominios en el lenguaje, está
perfectamente expresada en Lucas 6:45 “…porque de la abundancia
del corazón habla su boca” (Corazón: las emociones; habla: la
palabra y boca: el cuerpo), así actuamos y así observamos.
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Enemigos del aprendizaje
Lo primero que hacemos en las organizaciones con las que
trabajamos es desenmascarar e identificar los enemigos del
aprendizaje. Todas las culturas desarrollan adversarios del
aprendizaje, barreras, las que son transparentes para la cultura. Por
ejemplo en Chile, el temor al ridículo y al rechazo causan estragos en
los espacios de aprendizaje. Decir o hacer cosas fuera del parámetro
de “lo aceptado” es un paso que muy pocos se atreven a dar. Los
chilenos somos tímidos, por lo demás, no son ellos los que lo dicen.
Es la cultura. Si no se elimina, aprender se vuelve muy difícil.
Cuando hablamos, el habla en su mayor parte nos hace a nosotros
más que nosotros al habla. Eso es la cultura. La cultura es una gran
conversación que nos tiene a nosotros. Un coach es alguien que, por
Gioconda, Pedro y Oscar
Coaches Ontológicos
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vez primera, nos hace observar al observador que somos y nos hace
quebrar la coherencia que somos. Es un quiebre constante, un
quiebre respetuoso. Para mí el estado de ánimo del coaching es el de
una irreverencia amorosa. Un coach debe ser irreverente y a la vez
gentil. Un coach que se “compra los cuentos”, no es un coach. Un
coach es un aguafiestas, que pone en evidencia que esos cuentos no
son sino eso, cuentos. Un coach es alguien que sistemáticamente
hace conciencia del observador que somos y por lo tanto provoca
posibilidades. Por todo esto es que vamos a ser muy queridos (y
odiados), pero respetados por los profesores.