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caso y de su aptitud para seguir percibiendo la pensión en otro, además de la solvencia
del que deba realizar el pago.
A) CONCEPTO Y SUPUESTOS.-
La realización de "otros bienes" se podrá efectuar bien por convenio entre las
partes aprobado por el tribunal, bien por medio de persona o entidad especializada, o
bien se acudirá a la subasta judicial (art. 636).
De este modo, la nueva L.E.C. ha puesto fin al monopolio de la subasta judicial
(es decir, la enajenación pública en el propio juzgado, en donde se reciben las ofertas de
dinero y se adjudica el bien a aquel que ofreciera mayor cantidad. No obstante, no se ha
erradicado dicha modalidad de realización, que tradicionalmente sólo ha sido un medio
eficaz para dilapidar y malbaratar los bienes de los deudores, y ha permitido además el
nacimiento de organizaciones que han negociado con métodos que vulneraban la
legalidad. De este modo, se introducen y regulan en el proceso civil tanto la posibilidad
de realizar los bienes por medio de convenio entre las partes, o a través de persona o
entidad especializada, que pueden romper la dinámica de la ineficacia absoluta y
reconocida en la ejecución civil.
La subasta continúa en nuestro ordenamiento como un sistema residual, al
disponer la L.E.C, que sin perjuicios de otros intentos, una vez embargados los bienes, se
practicarán las actuaciones precisas para la subasta judicial, que se producirá en el día
señalado si antes no se solicita y se ordena que la realización forzosa se lleve a cabo de
manera diferente (art. 636. 3); como se ve, poco se fía el legislador de la eficacia del
convenio de realización o del funcionamiento de los especialistas en realización de
bienes.
31.III.1. CONCEPTO.
- En la actualidad se conocen, debido a los diferentes bienes susceptibles de
embargo, distintas personas y establecimientos que se dedican a la enajenación de bienes
(desde casas de subastas de obras de arte, agentes de propiedad inmobiliaria, etc.). El
legislador no ha querido prescindir de la posibilidad del uso de la experiencia de estos
especialistas para incrementar la eficacia de la ejecución forzosa, de modo que se logre
de forma rápida una enajenación de un bien obteniendo para ello la cantidad de dinero
más alta posible.
- Este modo de realización se acordará a petición del ejecutante, o del ejecutado
con consentimiento del ejecutante, cuando las características del bien embargado lo
aconsejen.
El encargo se efectuará a una persona especializada y que cumpla los requisitos
para operar en ese mercado. Podrá, de igual forma, acordarse que el bien se enajene por
medio de una entidad especializada, pública o privada, en cuyo caso la enajenación se
habrá de acomodar a las reglas y usos de la entidad que vaya a realizar la enajenación,
siempre que sean compatibles con el fin de la ejecución y resulten protegidos los
intereses de ejecutante y ejecutado (art. 641. 1).
La persona o entidad a quien se encomiende la realización, salvo que se trate de
una entidad pública, deberá prestar caución para responder del cumplimiento del
embargo (art. 641.2).
B) EL ACTO DE LA SUBASTA.
El acto de la subasta será "presidido por el secretario judicial", y no por el juez
como sucedía con anterioridad a 1.992. Se iniciará con la lectura de la relación de bienes
y las condiciones de la subasta. Con posterioridad, se anunciarán las posturas de los
licitadores, terminándose el acto cuando el secretario lo estime conveniente, por entender
que no habrá nadie que mejore la última postura, con el anuncio de la misma y el nombre
de quien la haya formulado. Terminada la subasta se levantará acta de ella, expresando el
nombre de quienes hubieran participado y las posturas que hicieron (art. 649).
Desde el anuncio de la subasta hasta el momento de su celebración se podrán
presentar "posturas por escrito en sobre cerrado", para lo cual el interesado deberá haber
consignado la cantidad exigida. Los sobres se conservarán cerrados por el secretario y
serán abiertos al inicio del acto de la subasta, surtiendo el mismo efecto que las
realizadas oralmente (art. 648).
A) CONCEPTO.
Ha de tenerse en cuenta que la subasta y el remate no suponen la celebración de
un contrato de compraventa el derecho privado. Al haberse suprimido por la Ley
10/1.992 la necesidad de otorgar escritura de venta en favor del adjudicatario, bastando el
auto de aprobación del remate, con mayor razón cabe afirmar que se trata de un acto
procesal, regido consiguientemente por normas de Derecho público, aunque,
produciendo unos efectos similares a los del contrato de compraventa: la transmisión de
la propiedad de un bien, recibiéndose por el órgano judicial enajenante una cantidad de
dinero, siendo la aprobación del remate el acto del Juzgado ejecutor que produce la
enajenación.
QUIEBRA DE LA SUBASTA
La quiebra de la subasta supone la frustación del fin pretendida por ella, supone
que no se logra obtener por el bien subastado la cantidad de dinero ofrecida por el
rematante, de modo que no se llega a realizar lo embargado y el bien sigue afecto a la
ejecución.
Se produce cuando el mejor postor, así como aquellos que ofrecieron menor
cantidad pero solicitaron el mantener su depósito, no consignan efectivamente el precio
dentro de los plazos previstos, o por culpa de ellos de la de tener efecto la venta.
El primer efecto es la pérdida del depósito que hubieran efectuado, cuyo importe
se aplicará a los fines de la ejecución. Si los depósitos alcanzan para satisfacer el crédito
del ejecutante y las costas se harán las oportunas liquidaciones, poniendo fin a la
ejecución. La cantidad obtenida por los depósitos se destinará en primer lugar al pago al
ejecutante; el resto se retendrá para pagar a los acreedores posteriores (art. 672), por
último, si hubiera sobrante, se devolverá al depositante que corresponda.
Si los depósitos no alcanzan para satisfacer el derecho del ejecutante y las costas,
se procederá a celebrar nueva subasta. En estos casos el importe de los depósitos se
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destinará en primer lugar a cubrir los gastos que origine la nueva subasta, y el resto se
unirá a las sumas obtenidas en aquélla y se aplicará a los fines de la ejecución. Si hubiera
sobrante, se entregará al ejecutado hasta completar el precio ofrecido en la subasta y, en
su caso, se le compensará la disminución del precio que se haya producido en el nuevo
remate. Después de efectuada dicha compensación se devolverá lo que sobre a los
depositantes.
A) INSCRIPCIÓN DE LA ADQUISICIÓN.
Para inscribir la adquisición del inmueble en el Registro de la Propiedad, dispone
el art. 674.1 de la L.E.C,, que será título bastante el testimonio expedido por el secretario
judicial, en donde se comprenda el auto de aprobación del remate, de la adjudicación al
acreedor en pago o de la transmisión por convenio de realización o por persona o entidad
especializada, y en el que se exprese, en su caso, que se ha consignado el precio, así
como las demás circunstancias necesarias para la inscripción con arreglo a la legislación
hipotecaria.
Dicho testimonio indicará, en su caso, que el rematante ha obtenido crédito para
atender el pago del precio del remate y, en su caso, el depósito previo, indicando los
importes financiados y la entidad que haya concedido el préstamo, a los efectos previstos
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en el art. 134 de la Ley Hipotecaria.
B) CANCELACIÓN DE CARGAS.
La L.E.C. ordena que las cargas y gravámenes anteriores al crédito del actor
continuarán subsistiendo y que, por el solo hecho de participar en la subasta, el licitador
las acepta y queda subrogado en la responsabilidad derivada de ellas.
A instancia del adquirente del bien, se mandará cancelar la anotación o inscripción
del gravamen que haya dado lugar al remate o la adjudicación del bien en pago. De igual
forma, ordenará la cancelación de todas las inscripciones y anotaciones posteriores a que
estuviere afecta la finca, incluso las realizadas después de la certificación de dominio y
cargas, expidiéndose a tal efecto mandamiento al Registrador de la Propiedad en el que
expresará, además de los requisitos exigidos por la legislación hipotecaria para inscribir
la cancelación, que el importe de la venta o adjudicación fuera igual o inferior al crédito
del ejecutante, o que, de haberlo superado, tal importe se retuvo a disposición de los
interesados (art. 674. 2).
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31. V. 2. ANUNCIO.
Una vez justipreciados los bienes, se fijará fecha para la celebración de la subasta,
expresando la hora y el lugar en que haya de celebrarse (art. 644). En esta caso, a
diferencia de lo que sucedía con los inmuebles, la ley no exige que medie ningún plazo
entre el anuncio y la celebración, de modo que una aplicación estricta permitirá
celebrarlo el mismo día del anuncio o al día siguiente. No obstante, parece lógico que
deba de transcurrir un plazo prudencial para que el anuncio sea más conocido y pueda
participar en la subasta el mayor número de interesados.
B) ADJUDICACIÓN EN PAGO.
Supone la adjudicación de los bienes muebles subastados al acreedor transmi-
tiéndole la propiedad de los mismos. Se exige, por un lado, que en la subasta pública no
se alcancen posturas que satisfagan tanto el interés del ejecutado como de la propia
ejecución, de modo que el resultado fuera el malbaratamiento del bien subastado;
por otra parte, se requiere que el acreedor solicite para sí la adjudicación de los bienes
para evitar consecuencias más perjudiciales para él, como podría ser el levantamiento del
embargo.
La adjudicación de pago en la subasta de bienes muebles se producirá:
- La puede solicitar el ejecutante por el 50 por 100 del valor de salida cuando se
hicieren posturas que superen dicha cantidad pero ofreciendo pagar a plazos (art. 650. 3).
- Podrá, también, pedirla por el mismo porcentaje, o por la cantidad que se le
deba, cuando la mejor postura sea inferior al 50 por 100 y el ejecutado no presente
persona que ofrezca cantidad superior o que, siendo inferior, supere la mejor postura (art.
650. 4. II).
- Por el 30 por 100 de su valor de tasación, o por la cantidad que se le deba por
todos los conceptos, si en el acto de la subasta no hubiera ningún postor (art. 651).
De este modo, cuando el ejecutado carezca de abundante patrimonio se coloca al
ejecutante ante la posibilidad de adjudicarse el bien (en la posición más ventajosa al 30
por 100 de su valor o, si su crédito es inferior, por la totalidad de lo que se le deba),
porque en otro caso se alza el embargo del bien de que se trate (art. 651).
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