Vous êtes sur la page 1sur 15

Libro - TEMA 02: NATURALEZA DE LA PERSONA

HUMANA

Tema 02: Naturaleza del ser Humano

Estimados alumnos ¡bienvenidos! a la segunda semana del curso, donde


abordaremos el siempre interesante tema de la naturaleza del hombre, y sus
consecuencias personales y sociales. Hemos procurado que este tema cumpla
con las finalidades específicas para el que ha sido diseñado, y que además
brinde interesantes lecturas, un video bastante enriquecedor, e importantes
actividades de evaluación que conducen a la Metacognición y a la
comprobación de los aprendizajes logrados.

Introducción
Empezaremos, con el esfuerzo de mostrar qué es el hombre en tiempos en
que es difícil de saberlo por la pluralidad de versiones que afirman tener la
verdadera respuesta, y asumiendo que la realidad humana es demasiado rica y
compleja como para abarcarse en una sola mirada. Con esta salvedad, nuestra
primera tarea será la consideración del hombre como ser vivo. Ello nos llevará
a revisar sus características básicas y el común denominador que comparte
con los animales y otros seres vivos, lo que a su vez nos permitirá adentrarnos
en aquello que lo diferencia.

Aunque todos los seres vivos comparten la característica esencial de que viven,
no todos son iguales, es decir, no todos viven de la misma manera. Esta escala
o graduación tiene que ver con los grados de inmanencia. Comer una
manzana, refunfuñar y pensar en alguien, por ejemplo, son tres grados
diferentes de una perfección cada vez mayor.

No sólo la inmanencia sino también las demás características vitales se dan en


los seres vivos superiores en grados más perfectos que en los inferiores. Así,
en los superiores hay más movimiento, más unidad, más inmanencia y mayor
auto realización que en los inferiores.

Nos iremos acercando poco a poco hacia la consideración de que el hombre


tiene una dimensión intemporal y otra temporal, y que no podemos prescindir
de ninguna de las dos. Los modelos explicativos en el pasado tienden a
afirmar uno de los dos polos en detrimento del otro. Intentaremos exponer el
asunto de un modo no dualista, de modo que se empiece a ver que la
naturaleza humana es libre y que naturaleza y libertad, en el hombre, no
pueden separarse, como tampoco puede hacerlo la dualidad alma y cuerpo.
MAPA CONCEPTUAL

2.1 Una noción biologicista


En la naturaleza, lo mismo que en el conocimiento humano, las formas
superiores se desarrollan a partir de las inferiores. Percepción sensible,
memoria, experiencia, imaginación y razón se hallan ligadas entre sí por un
vínculo común; no son sino etapas diferentes y expresiones diversas de una y
la misma actividad fundamental, que alcanza su perfección suprema en el
hombre, pero en la que de algún modo participan los animales y todas las
formas de la vida orgánica.

Si adoptáramos este punto de vista biológico nos figuraríamos que la primera


etapa del conocimiento humano habría de tratar exclusivamente con el mundo
exterior. Por lo que se refiere a sus necesidades inmediatas y a sus intereses
prácticos el hombre depende de su ambiente físico. No puede vivir sin
adaptarse constantemente a las condiciones del mundo que le rodea. Los
primeros pasos hacia la vida intelectual y cultural pueden describirse como
actos que implican una suerte de adaptación mental al entorno.

Aun así, no hay que confundir los aspectos genéticos con los aspectos
analíticos y fenomenológicos. El análisis lógico del lenguaje humano nos
conduce siempre a un elemento de importancia primordial que no encuentra
paralelo en el mundo animal. La teoría general de la evolución de ningún modo
se opone al reconocimiento de este hecho. Hemos aprendido, precisamente en
el campo de los fenómenos de la naturaleza orgánica, que la evolución no
excluye cierto género de creación original; hay que admitir la mutación súbita
y la evolución emergente. La biología moderna ya no habla de evolución en los
términos que lo hacía el primitivo darwinismo; tampoco explica sus causas de
la misma manera.

Desde las ciencias naturales el término naturaleza significa aquellos aspectos


que son mas específicamente biológicos y que la constitución genética y
corpórea de los animales viene dada por su naturaleza; los instintos se
trasmiten a los individuos de una especie de manera natural, es decir, innata,
no aprendida. Nos explica García Cuadrado (2004, pág. 189 – 196) que este
sentido del término naturaleza puede ser adecuado en el campo de las ciencias
naturales, pero su extrapolación a la Antropología Filosófica puede generar
confusión. Si se contrapone lo innato a lo adquirido, identificando lo natural
con lo innato, se establece una contraposición entre lo natural y lo libre. Lo
natural es lo estable, lo fijo y permanente, repetitivo, adquirido innatamente;
lo libre es lo novedoso, lo creativo, lo no adquirido de manera innata, sino lo
libremente asumido por la razón y la voluntad. En la visión biologicista se
desvela la intención de reducir al hombre a lo meramente físico o biológico,
algo así como decir que el hombre es un mamífero, con ojos, etc. Sin
embargo, lo solamente biológico es lo menos específicamente humano, puesto
que deja fuera la racionalidad y la libertad.
2.2 Una Noción Historicista y
Existencialista

En este planteamiento, que como hemos visto, tiene raíces filosóficas en el


nominalismo y empirismo,se tiende a negar la existencia real de las esencias:
lo único realmente existente son los individuos. Por lo tanto, la llamada esencia
o naturaleza humana no es más que un puro término que sirve para designar
al conjunto de individuos humanos, puesto que únicamente puedo conocer
aspectos singulares que se manifiestan a través de la experiencia empírica. La
negación de la naturaleza humana ha venido de la mano de tres corrientes
filosóficas contemporáneas, conocidas como el historicismo, el positivismo
jurídico y el existencialismo.

a) El historicismo es la teoría filosófica según la cual el ser humano no sólo


tiene historia, sino que es sólo historia, y todo ello por ser libertad y no sólo
por tenerla. A la pregunta ¿qué es el hombre? el historicismo responde, su
historia. Según el historicismo, para que el hombre sea realmente libre es
menester que carezca de toda naturaleza, pues libertad significa
indeterminación y variedad, mientras que la naturaleza es monótona y rígida.
En todo caso, cabe sostener que el hombre en cuanto animal tiene una cierta
naturaleza, pero ninguna en cuanto a hombre. El comportamiento animal es
repetitivo e instintivo; pero el comportamiento humano es siempre novedoso y
original. Actuar naturalmente significaría en el hombre una continua reedición
de su conducta, lo cual contradice el hecho histórico. El hombre es su propia
historia, sin que por debajo de ella se dé nada que lo limite a un determinado
modo de ser ya dado previamente al hombre mismo.

b) En la versión existencialista, el hombre es libre y no hay ninguna naturaleza


humana sobre la que yo me pueda apoyar. Para Millán Puelles (2002 pág. 449)
de acuerdo con esta tesis, la esencia propia del hombre se sigue de su
existencia en el sentido de que se va haciendo en ella, a través de su propio
curso temporal. El hombre es, por consiguiente, lo que él se va haciendo a lo
largo de su existir, sin acabar nunca de estar hecho del todo, mientras
realmente existe. Sólo la muerte cierra o acaba su esencia. A través de su
existencia el hombre tiene su esencia abierta, como una posibilidad nunca
cerrada por completo. Esta concepción filosófica advierte bien el carácter
inacabado del ser humano; pero si se lleva hasta el extremo se cae en la
inversión del orden real en virtud de lo cual el obrar sigue al ser. El ser
humano sería un producto o resultado del obrar libre del hombre.

Esta concepción existencialista contradice el orden ontológico de la realidad,


donde según la esencia o naturaleza

Esta concepción existencialista contradice el orden ontológico de la realidad,


donde según la esencia o naturalezaasí obrará el ser humano. En otras
palabras, el hombre no es puro ser indeterminado, sino que ya desde su origen
se encuentra esencializado o naturalizado.

En realidad, en las concepciones modernas y hablando en concreto de la


concepción racionalista como en la historicista se encuentra presente una
dicotomía entre naturaleza y razón, entre naturaleza y cultura, o naturaleza y
libertad.

Ambas corrientes, comparten de manera implícita una visión dualista, por la


cual, la naturaleza y la libertad son dos espacios separados cuya relación es
problemática. Para algunas escuelas filosóficas, el hombre o es materia
evolucionada o una libertad desarraigada, enfrentada a la naturaleza. Los
modelos explicativos anteriores tienden a afirmar de modo dualista uno de los
dos extremos en detrimento del otro. Esta concepción de enfrentamiento entre
naturaleza y libertad, o naturaleza y cultura, es el fundamento teórico del
relativismo cultural, como afirma García citando a Yepes (2004) “según el cual
lo que el hombre es no lo vamos a encontrar en una teoría, general, abstracta,
intemporal, sino, por el contrario, en cada situación histórica concreta y sólo
ahí: la verdad del hombre sería relativa a cada época, a cada cultura”.

2.3 Una nueva perspectiva


Todo lo anterior quiere decir que para entender correctamente qué es el
hombre y qué es la naturaleza humana es importante evitar volver como
antaño, a una concepción dualista del hombre. Sería dualismo, pensar que en
el hombre hay una naturaleza abstracta, intemporal, cuando de otro lado,
resulta que obvio que somos seres concretos, históricos, en unas determinadas
circunstancias que continuamente están en variación. Pero también sería
parcial el modelo historicista o relativista, según el cual el hombre es relativo a
cada época, a cada cultura, etc. no habría una naturaleza humana, sino
diversidad de seres humanos en relación a los cuales los bienes del hombre,
los fines, la moralidad, etc., variarían, no siendo ningún sistema mejor o peor
que su contrario.

Tan dualista es el racionalista que pretende hacer una ciencia exacta del
hombre, como el historicista o relativista cultural. Para unos, la naturaleza
humana está, por así decir, por encima del tiempo y del espacio, absoluta.
Para otros, no existe tal naturaleza, sino que lo que existe son los individuos
concretos. Ambas posturas nos abren al conflicto entre naturaleza y libertad,
cuando nos preguntamos si ¿es la nuestra una naturaleza libre?, o si ¿cabe
libertad cuando se impone una naturaleza dada?, o también si ¿no implica la
libertad que la realidad humana debe ser creada por cada hombre?, y entonces
¿hay un serio conflicto entre naturaleza y libertad? Esta discusión ha sido
frecuente en algunas escuelas científicas y filosóficas modernas, para las
cuales, el hombre o es materia evolucionada, o una libertad desarraigada, que
se enfrenta a la naturaleza al tener el deber de construirse su propia esencia.
La pregunta ¿qué es el hombre? se contesta diciendo, el hombre es su historia.
Y de ese modo lo universal pierde su valor.

Lo cierto es que el hombre tiene una dimensión intemporal y otra temporal, y


no podemos prescindir de ninguna de las dos. Los modelos explicativos
anteriores tienden a afirmar uno de los dos polos en detrimento del otro.
Intentaremos exponer el asunto de un modo no dualista, de modo que se
empiece a ver que la naturaleza humana es libre y que naturaleza y libertad,
en el hombre, no pueden separarse, como tampoco puede hacerlo el binomio
alma y cuerpo.
Una de las características de los seres vivos es la tendencia a crecer y
desarrollarse hasta alcanzar su fin o perfección.

Esta acción corresponde con la noción de bien, pues el bien es aquello que es
conveniente para cada cosa porque la conduce a su perfección. El bien tiene la
cualidad de ser un fin, es decir que significa perfección.

Frente a las explicaciones antes apuntadas, se encuentra la noción clásica de


naturaleza. Lo natural no es lo propio de la Naturaleza inerte, de las cosas
inanimadas. Es más, el concepto de naturaleza es principalmente aplicado al
hombre. La naturaleza, según Aristóteles, no era precisamente la pura
exterioridad. El concepto Physei, que empleaba para denominar a la
naturaleza, es más bien aquello que tiene en sí mismo el principio del
movimiento y del reposo. Pero para Wojtyla (2009), lo que significa tener en sí
mismo un principio, un comienzo, sólo puedo saberlo porque soy un sí-mismo,
porque tengo la experiencia de mí mismo como comienzo, como origen de una
espontaneidad. Por lo tanto, en la concepción clásica lo natural es aquello que
tiene en sí el principio del movimiento. La escolástica diferenciaba la esencia
de la naturaleza, de modo que, la naturaleza es la esencia considerada como
principio de operaciones. De esta manera no se da una noción estática de la
naturaleza, sino dinámica. Es un principio de operaciones que se actualiza en la
historia. Se trata ciertamente de un principio fijo de comportamiento, pero no
un principio de comportamientos fijos, esto es lo propio del instinto, no de la
naturaleza como tal.

Una nueva perspectiva


La naturaleza del hombre, nos dice Yepes (2009 pág., 185-187) es
precisamente, el tener la posibilidad de desarrollarse hacia su bien final, que
constituye su perfección.

Ahora bien, es necesario prestar atención a lo siguiente; la naturaleza está en


el punto de partida, pero a la vez es la causa del dinamismo biográfico de la
persona. Si el hombre busca la perfección, si en él hay un anhelo, una
inquietud de ser más, es precisamente porque por naturaleza está hecha para
ese crecimiento. Por eso, en el mundo clásico, a la naturaleza se la ha llamado
también principio de operaciones. De este modo, la naturaleza de todos los
seres, y especialmente del hombre, implica de finalidad.

La teoría de la finalidad o teleología ha sido muy criticada porque se ha


interpretado como una imposición exterior a los seres que les impide ser
espontáneos y libres. Se interpreta en esas posturas que la teleología es algo
extraño a las cosas, impuesto o introducido en el interior de ellas,
violentándolas. Mas no es así. En los seres hay una teleología para el
despliegue y desarrollo de las propias tendencias hasta perfeccionarlas. La
teleología de un ser es su dirección hacia la plenitud de la que es capaz. Parte
del hecho de que existe un orden en el universo. Ese orden es un orden
dinámico.

Esto es especialmente claro en el caso de los seres vivos: su plenitud se


alcanza tras el crecimiento. El orden significa armonía y belleza, plenitud y
perfección de las cosas. Por eso se puede decir que lo más importante en el
hombre son los fines, es decir, aquellos objetivos hacia los cuales tiende y se
inclina. El hombre, por naturaleza, ha nacido para lo excelente. Y eso no está
dado en el punto de partida más que como inclinación natural. Dar cuenta de
esa inclinación es una tarea de la que cada uno es, en último extremo, el
responsable.

De todo lo anterior interesa destacar las siguientes conclusiones:

Es precisamente en la naturaleza donde tiene su fundamento y raíz el obrar


libre. Por eso se dice que la naturaleza o esencia es un principio fijo del obrar,
porque todo agente obra según su modo de ser. Es decir, para obrar es preciso
ser ya actualmente algo, un principio ontológico del obrar, precisamente lo
mismo que es la naturaleza. Si no se reconoce esto, se acaba concluyendo que
el agente obraría antes de existir, lo cual es contradictorio. Pero que la
naturaleza sea principio fijo de obrar no quiere decir que sea principio de obrar
fijo. Por tanto:

a) La naturaleza humana radica en un desarrollo de la persona, de tal modo


que permita alcanzar los fines de nuestras facultades intelectuales o
superiores: inteligencia y voluntad, para que conozca la verdad y quiera los
verdaderos bienes adecuados a su naturaleza.

b) El desarrollo de la naturaleza es libre, porque no está asegurado: la persona


colabora con las tendencias de su naturaleza sólo si quiere; de hecho, puede
rechazar los fines naturales y elegir otros en su lugar.

c) Es necesario que existan unas normas morales que recuerden a la libertad el


camino hacia los fines naturales. Sin esas normas morales, la persona está
desorientada y puede fracasar en la consecución de sus fines.

d) Aunque esas leyes morales tienen carácter preceptivo o normativo, esas


normas tampoco se cumplen necesariamente, solamente si uno quiere. Pero
están ahí porque la realidad humana está ahí, y tiene sus leyes, es decir, sus
caminos.

2.4 Los fines de la Naturaleza humana

¿Qué es lo natural en el hombre? Lo que le es propio, es decir, ejercer sus


facultades. Lo natural en el hombre es, por tanto, el desarrollo de sus
capacidades específicamente humanas. Ese desarrollo se dirige a conseguir lo
que es objeto de esas facultades. Lo natural y propio del hombre es alcanzar
su fin. Y el fin del hombre es perfeccionar al máximo sus capacidades, en
especial las superiores, como la inteligencia y la voluntad; con sus objetos que
son, verdad y bien. La inteligencia busca el conocimiento de la realidad.
Cuando lo logra, alcanza la verdad, que es el bien propio de la inteligencia:
abrirse a lo real. Querer lo verdaderamente bueno es ejercer la voluntad
perfeccionándola.

Lo natural en el hombre, señala García Cuadrado (2001, pág. 188) como en


todos los demás seres tiene características de fin, porque es algo hacia lo cual
nos dirigimos. No debemos emplear aquí la palabra fin en sentido cronológico
sino de un modo más adecuado al pensamiento filosófico, es decir, que el fin
del hombre es la verdad y el bien porque, de hecho, ya desde el inicio de su
existencia, y desde que empieza a ejercer operaciones de un modo más
visible, anhela alcanzar la verdad y lograr el bien, y por eso mismo se mueve
hacia ellos desarrollando su historia. Dicho de otro modo, por naturaleza se
posee desde el principio el fin que a la vez, de manera histórica, o de manera
racional, estructura la tendencia a esa búsqueda en que consiste nuestra
existencia.

Desde este momento la pregunta ¿qué es el hombre? se transforma en esta


otra: ¿eres capaz de llegar a ser aquello a lo que, desde el inicio de tu existir,
estás llamado? , ¿Qué hace el hombre a partir de sí mismo, como ser que
actúa libremente, o qué puede y debe hacer? Y así, descubrimos que la
naturaleza se trasciende a sí misma en el hombre, y que el hombre supera
infinitamente al hombre. La naturaleza humana es auto transcendencia,
apertura, actividad y posesión de aquellos fines que le son propios, pues el
hombre sólo es él mismo cuando va más allá de lo que es de un modo fáctico,
hacia lo que todavía no es pero que se le presenta como la única posibilidad
adecuada a la riqueza de su apertura, de su proyecto.

Actividad de retroalimentación
Pregunta de Elección Múltiple

Escribió el hombre es bueno por naturaleza, pero la sociedad lo corrompe:

Jean Jacques Rousseau

Thomas Hobbes

Pigmalión
Platón

Aristóteles

Sí. Filósofo francés que vivió en el s. XV III y escribió la obra El Contrato Social.

Escribió el hombre es lobo para el hombre y es malo por naturaleza.

Platón

Aristóteles

Jean Jacques Rousseau

Thomas Hobbes

Pigmalión

Qué estudia la antropología

Estudia al hombre
Estudia el conocimiento

Estudia los valores

Estudia a la ciencia

Estudia el ser

Rey Chipriota, excelente escultor que se enamoró de una estatua que el mismo había
hecho.

Platón

Aristóteles

Thomas Hobbes

Jean Jacques Rousseau

Pigmalión

Griego que por primera vez aborda el problema del hombre:


Thomas Hobbes

Platón

Aristóteles

Jean Jacques Rousseau

Pigmalión

La concepción platónica del hombre es:

Materialista

Sólo idealista

Dialéctica

Dualista

Inmutable
Conclusiones de la semana
 Es precisamente en la naturaleza donde tiene su fundamento y raíz el
obrar libre.
 Por eso se dice que la naturaleza o esencia es un principio fijo del obrar,
porque todo agente obra según su modo de ser.
 Para obrar es preciso ser ya actualmente algo, un principio ontológico
del obrar, precisamente lo mismo que es la naturaleza.
 Si no se reconoce esto, se acaba concluyendo que el agente obraría
antes de existir, lo cual es contradictorio.

Vous aimerez peut-être aussi