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I.

La interrogación

Sartre parte del hecho en que “(…) no conviene separa los términos de una
relación para tratar de unirlos luego.” (Sartre, 1993, pág. 39) dado que según el
autor, toda relación es una síntesis, por lo que separar los términos de una relación
para unirlos luego no coincidirá con los momentos de la síntesis.

Sartre establece que “Lo concreto no puede ser sino la totalidad sintética de lo
que tanto la conciencia como el fenómeno constituyen solo momentos. Lo
concreto es el hombre en el mundo(…)” (Sartre, 1993, pág. 40). Sartre busca
penetrar en el sentido de la relación hombre-mundo para lo que propone que el
hilo conductor será la interrogación considerada de manera objetiva, la cual “(…)
es una actitud humana dotada de significación.” (Sartre, 1993, pág. 40). Porque,
tal como Sartre lo establece, “Toda interrogación supone, pues, un ser que
interroga y un ser al que se interroga.” (Sartre, 1993, pág. 41), por lo que toda
interrogación supone la relación del hombre con el ser-en-sí. En específico Sartre
se interroga al ser sobre sus maneras de ser o sobre su ser, Sartre espera un
develamiento de su ser o de su manera de ser. Sin embargo, al finalizar este
apartado Sartre afirma que una ojeada a la interrogación misma nos revelará que
estamos rodeados de nada, la posibilidad permanente del no-ser., y postula el no-
ser como un nuevo componente de lo real, lo que tiene por consecuencia el
análisis de las relaciones del ser con el no-ser y las del no-ser humano con las del
no-ser trascendente.

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