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Incontinencia urinaria congénita en la perra por ureter ectópico:

caso clínico *

Resumen:
Se describe un caso clínico de incontinencia urinaria debida a ectopia ureteral
unilateral, con formación de hidrouréter secundario, en una perra de raza Husky
Siberiano de un año y medio de edad; así como los medios de diagnóstico y
tratamiento empleados en esta paciente.

Este caso nos fue remitido al Hospital Centro Policlínico Veterinario Málaga por los
compañeros Regino Gil Díaz y Francisco G. Alvarez Frías desde la Clínica Albeitar de
Melilla, para su diagnóstico y tratamiento.

Introducción:
Las causas de incontinencia urinaria en la perra son múltiples. Una completa y
detallada anamnesis ayuda a descartar ciertas patologías con el fin de establecer un
diagnóstico diferencial y dirigir el reconocimiento clínico y las pruebas complementarias
para llegar a un diagnóstico definitivo. Obtenido el diagnóstico podrá recomendarse el
tratamiento, médico o quirúrgico, y establecer un pronóstico acertado.

El uréter ectópico es una alteración congénita a tener en cuenta por el veterinario


clínico ante un caso de incontinencia urinaria presente desde el nacimiento o primeros
días de vida del animal. Es una patología resultante del fallo en el desarrollo
embrionario del sistema urogenital que tiene como consecuencia que la
desembocadura de uno o ambos uréteres se produzca en una localización anormal
(vagina, útero o cuello de la vejiga en hembras, uretra o próstata en machos).

Esta malformación ureteral puede ser unilateral o bilateral, dependiendo si se afectan


uno o ambos uréteres. Y con respecto al trayecto seguido por el uréter se clasifican en
intramural (cuando éste penetra en la pared de la vejiga normalmente, pero no se
abre a la luz vesical en el trígono y continúa incluido en la submucosa vesical hasta
desembocar en un sitio anormal) y extramural (cuando el uréter no se introduce en la
pared de la vejiga y se dirige directamente a su desembocadura alterada). Todos los
autores consultados coinciden en que en la especie canina se presentan más
comúnmente los uréteres ectópicos unilaterales frente a los bilaterales, y en situación
intramural frente a la extramural; así como se encuentra mayor frecuencia en hembras
que en machos.

Algunos autores hablan de que existen razas con predisposición para esta patología, y
se ha demostrado que en algunas de ellas existe transmisión por vía hereditaria.

Caso clínico:
Paciente:

Se presenta una perra de un año y medio de edad, de raza Husky Siberiano, capa
blanca y negra, correctamente desparasitada y vacunada, habiendo tenido dos celos
normales y sin historia previa de ninguna otra patología diferente a la del motivo de su
valoración.

Anannesis:
La queja principal era que la perra tenía pérdidas de orina sin contról, más por la
noche (amanecía mojada ) y sobre todo cuando estaba tumbada. Tambié tenía
micciones voluntarias.

El hecho de que los propietarios vivieran en una casa mata con patio hizo que pudieran
soportar estos inconvenientes y prefirieran probar con distintos tratamientos médicos
sintomáticos a base de antiespasmódicos, antibióticos, etc, que aunque mejoraban un
poco la sintomatología, no solucionaban el problema. Hasta que por por motivos de
trabajo, tuvieron que mudarse a un piso, y entonces se hizo insoportable la
convivencia con la perra debido a las inoportunas micciones y el fuerte olor a orín que
ésta despedía.

Así que, decidieron dar el paso que tantas veces le habían recomendado, realizar
pruebas diagnósticas para conseguir un tratamiento definitivo, ante las otras dos
alternativas que tenían, que eran el desprenderse del animal o la eutanasia.

Reconocimiento.

Al examen físico general su estado era normal aunque algo delgada. Presentaba el
pelaje en la región perivulvar y nalgas húmedo y desprendía un fortísimo olor a orín.
Además tenía dermatitis perivulvar a consecuencia de la irritación por la fuga continua
de la orina.

Diagnóstico:

Por exclusión de otras patologías se sospechó la existencia de una malformación


congénita que se diagnosticó y confirmó mediante pruebas complementarias.

Por el sexo se descartó una patología prostática, y por la edad un problema


neurológico relacionado con la inervación vesical. Por el historial reproductivo se
desechó la incontinencia urinaria de causa hormonal; por la ausencia de intervenciones
quirúrgicas abdominales no se pensó en la producción de adherencias u otras
complicaciones postoperatorias. Debido a la no respuesta al tratamiento médico y por
la ausencia de otros síntomas clínicos como disuria, hematuria, etc, fueron descartadas
la cistitis infecciosa y cistitis mecánica por cálculos vesicales.

El diagnóstico diferencial quedó reducido a las alteraciones congénitas como son: el


uréter ectópico, la incompetencia del esfínter ureteral, hipoplasia y ectopia vesical,
fístula ureter o vesico-vaginal y malformación vaginal.

En una entrevista personal con los propietarios se les explicaron los posibles
diagnósticos y las distintas pruebas complementarias necesarias para confirmarlos,
advirtiéndoles desde un principio que muy posiblemente el único tratamiento sería el
quirúrgico y que el pronóstico en cualquier caso era reservado.

Las pruebas complementarias que se ofrecieron fueron la exploración vaginoscópica, la


radiología simple de abdomen, la uretrocistografía de contraste yodado y la urografía
excretora.
La hematología y los perfiles bioquímicos sanguíneos mostraron resultados normales.

La radiografía simple de abdomen no detectó nada anormal.

A la exploración vaginal mediante vaginoscopia se evidenció hipertrofia de clítoris,


ostium uretral externo en situación muy caudal y se sospechó de anormalidad vaginal.

La neumouretrocistografía confirmó la existencia de urovagina y se sospechó de uréter


ectópico e hidrouréter, ambos confirmados mediante la realización de uretrocistografía
de contraste yodado en posturas lateral y ventral.

El diagnóstico definitivo fue ectopia del uréter derecho, cuya desembocadura se


localizaba en la uretra, de forma extramural, con hidrouréter secundario y uro-vagina.

Tratamiento:

El único tratamiento posible fue el quirúrgico.

La realización de una operación correctora mediante recolocación y creación de un


estoma vesical del urétyer afectado fue desechada debido a que la enorme dilatación
de dicho uréter hacía bastante improbable que la capacidad reguladora y contráctil de
su musculatura volviera a su tono fisiológico normal, lo que sometería a la perra a
riesgos innecesarios de infección urinaria, por reflujo vesico-ureteral, y a la necesidad
de una segunda intervención quirúrgica si persistía el hidrouréter. Eso tambien
supondría un coste económico adicional para los propietarios.

Por ello se optó por una cirugía radical mediante ureteronefrectomía unilateral
derecha, tras ser comprobada el correcto funcionamiento del riñon opuesto.

La técnica quirúrgica seguida fue la descrita por Holt, 1996.

Se administró terapia antibiótica previa.

Bajo los efectos de la anestesia general profunda y perfusión endovenosa de


fluidoterapia, se realizó el abordaje de la cavidad abdominal mediante laparatomía por
la línea media ventral. Una vez localizado el riñón a extirpar, se disecó el hilio hasta
aislar los vasos renales y el uréter. Se ligaron los vasos renales mediante ligadura
doble con material sintético absorbible trofilene 2/0 y se cortaron. A continuación se
localizó la entrada del uréter a la vejiga urinaria, se ligó y se seccionó en situación
proximal a la ligadura.

El cierre de la cavidad abdominal se realizó mediante técnica rutinaria en cuatro capas


(peritoneo, muscular, subcutaneo y piel) empleando para ello como material nylon,
flexigut y seda en distintos patrones de sutura continua y discontinua.

Histopatología:

El estudio histológico de uréter y riñón extirpados confirmó la existencia de una severa


hiperplasia ureteral y pielonefritis focal.
El riñón afectado presentaba un proceso inflamatorio y esclerosante de carácter
irreversible junto con la presencia de signos fetales debido a la imposibilidad del tejido
de desarrollarse como consecuencia de los procesos renales nombrados anteriormente.

Evolución:

El primer contról se realizó a los seis días de la cirugía. La retirada de puntos cutáneos
y segundo contról a los 10 días postcirugía, no existiendo ya signos de incontinencia
urinaria.

A los 30 días siguientes se realizó una exploración clínica vaginoscópica y citoscópica,


comprobándose la imagen de perfecto cierre, biopsiandose la mucosa de la vejiga
urinaria.

Conclusiones:
La recuperación de la paciente fue magnífica y la intervención resolvió por completo el
problema de incontinencia urinaria, con lo que se satisfizo plenamente las expectativas
de los propietarios.

En nuestra experiencia clínica no es habitual que nos llegue a consulta un caso tan
crónico de incontinencia urinaria, ya que o el propietario decide desprenderse del
animal o se diagnostica con prontitud por lo que el tratamiento es menos radical.

En el caso de Sascha que nos ocupa no hubo más alternativa que la extirpación del
riñón y del uréter afectados.

En 1.992 realizamos una operación similar por incontinencia urinaria adquirida y


dilatación uretral a Tina, una perra de raza Pastor Alemán, cuando tenía 8 años, con
ovariohisterectomía simultanea, y en la actualidad aún vive aunque en tratamiento de
cauda equina debido a su avanzada edad (11años) y a su obesidad.

En otras ocasiones hemos efectuado nefrectomía o por hemorragia renal aguda tras
heridas irreparables del riñón o por accidentes de tráfico o por mordeduras de perros
penetrantes en abdomen, y ante casos de tumores en riñón.

Todos los perros que hemos nefrectomisados han realizado una vida normal y han
fallecido posteriormente por otras patologías no relacionadas. El caso más satisfactorio
fue para nosotros una perrita operada con 7 meses de edad de extirpación del riñón
izquierdo y que ahora tiene 12 años de edad y aún sigue viviendo con sus propietarios
con absoluta normalidad.

Agradecimiento:
A los compañeros Regino Gil Díaz y Francisco G. Alvarez Fríaz de Clínica Albeitar de
Melilla por haber confiados en el Hospital Centro policlínico Veterinario Málaga al
remitirnos el caso.

Bibliografia:
1. Binninton, Allen G. y Cockshutt, Joanne R. (1991). "Toma de decisiones en
cirugía de tejidos blandos en pequeños animales", pag. 118-119.
Interamericana. Mexico.
2. Bjorling, Dale E. (1996). "Cirugía del riñón y del ureter" en capítulo 2,
sección 8 pág 977-980, en Smeak, Daniel "Sistema urogenital", en Birchard,
Stephen J. y Sherding, Robert G. "Manual clínico de pequeñas especies".
Interamericana. Mexico.
3. Bjorling, Dale E y Christie, Bruce A. (1993). "Ureters", chapter 105, volume
2, pag 1443. En: Slattee "Textbook of small animal surgery" 2ª edition,
Saunders Company. Philadelphia.
4. Dru Forresters y Lees, George, E. (1996). "Enfermedades de los riñones
y los ureteres", capitulo 1, sección 8, pag 971-972, en Smeak, Daniel
"Sistema urogenital", en Birchard, Stephen J y Sherding, Robert G. "Manual
clínico de pequeñas especies. Interamericana. Mexico.
5. Holt, Peter E. (1996). "Atlas en color de urología de pequeños animales".
Mosby Doyma. Madrid.

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