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LA COLACION HEREDITARIA

La colación hereditaria ha sido un concepto ampliamente tratado por la más excelsa doctrina, prolijas han
sido las tesis doctrinales que, con mayor o menor grado de detalle, han ahondado en su significado.
La inefable sutilidad del tema, deviene de la conexión de la figura con otras instituciones del Derecho de
Sucesiones, como es el caso de la imputación y el cómputo para el cálculo de la cuota legitimaria y su
defensa.1 De modo que se deba pensar en la colación, así como en el resto de las referidas instituciones
sucesorias, como piezas de un rompecabezas que acoplan en una misma figura: la legítima.

Circunspectos a la colación, vale retomar la frase que en su día apuntó García Goyena, “(…) donde la ley
reconoce legítima, debe también reconocer colación”. Sin lugar a duda, la colación hereditaria se encuentra
ineludiblemente vinculada a la legítima, tal es así que algún autor le ha señalado por cometido y
fundamento precisamente éste: la defensa de la cuota del caudal líquido hereditario reservada por ley a
determinados sujetos, denominados por ello, legitimarios.
La legítima nace en el Derecho Romano a finales de la República; aunque su reglamentación es propia de la
época Imperial en que se inicia su reconocimiento en la praxis judicial. 2 Surge como un mecanismo de
contención a los desmanes del pater familias que, sin causa justificada, podía privar de la sucesión, en todo
o en parte, o desheredar a sus herederos más próximos. Su finalidad, consiguientemente, es limitar la
autonomía de la voluntad en el ámbito sucesorio, en aras de proteger los derechos que de esta naturaleza le
asisten a los herederos forzosos o necesarios.
Si bien el derecho que tiene todo propietario de disponer libremente de sus bienes, incluso para surtir
efectos después de la muerte, es considerado un derecho inalienable de la persona, de ningún modo puede
entenderse un poder absoluto u omnímodo, sin sujeción a los límites impuestos por la ley. La autonomía de
la voluntad, vista ahora como la facultad reconocida al testador de ordenar el destino de sus bienes y otras
relaciones jurídicas susceptibles de transmisión mortis causa, encuentra precisamente un límite en el orden
público, esto es, en las normas que tutelan a la familia como base fundamental de la sociedad y del Estado.
Las normas reguladoras de la legítima protegen a los legitimarios, en cuanto miembros de un orden familiar
considerado invulnerable por disposición del testador, quien puede únicamente sondear su voluntad dentro
de los marcos legalmente establecidos.3 En contraposición al régimen individualista, la institución de la
legítima, germen del Derecho romano primitivo, supervive a inicios del siglo XXI en las legislaciones
modernas.
La legítima debe ser entendida como una cuota del activo líquido del caudal relicto (pars bonorum)4
reservada por ley a favor de determinadas personas, de la cual el causante no puede disponer libremente,
pudiéndola satisfacer por cualquier título: una institución de heredero, un legado e, incluso, mediante
una donación inter vivos. El legitimario tiene derecho sobre una porción líquida del patrimonio del causante,
no debiendo responder del pasivo hereditario, si bien éste incide de un modo negativo en el montante de la
legítima.
La legítima se enlaza a la figura de la colación hereditaria, como tendremos más tarde oportunidad de
repasar con mayor abundamiento, en un doble sentido: subjetivo y objetivo, dado que el vínculo se percibe
y afianza en los extremos personales y reales de la colación.
Baste por el momento resaltar la notoria presencia de la legítima en la definición de la colación, a partir de
que la misma se concibe sólo entre los herederos legitimarios, a favor de los cuales el causante haya
dispuesto en vida a título lucrativo de algún bien o derecho, que se imputa recibido, salvo voluntad contraria
de aquél, con cargo a la cuota legitimaria, entendiéndose, precisamente, como anticipo de lo que por este
concepto les correspondía a los referidos herederos.
RESEÑA HISTORICA
La colación hereditaria asombra por su complejidad, en gran medida dada por su proximidad a otras
instituciones sucesorias, cuyos puntos de contacto le han perfilado históricamente contornos no muy
precisos. Con menoscabo, incluso, de su propia fisonomía, la colación hereditaria ha encarnado en la
dogmática jurídica disímiles figuras con las que se vincula; pero sin identificarse plenamente.
La mayoría de los autores coincide en calificar de espinoso y difícil el estudio sobre la colación hereditaria. A
decir de Losana: “Pocas instituciones jurídicas ofrecen dificultades semejantes a las que presenta la colación:
las vicisitudes experimentadas en el derecho romano; la diversidad de conceptos con que aparece en las
costumbres francesas y en el Código de Napoleón; la impropiedad de las expresiones adoptadas por el
legislador patrio en muchos artículos dedicados a tratar de la colación, y al tratar al mismo tiempo de ésta y
de otras instituciones afines; la confusión introducida en la doctrina por los escritores; la delicadeza
intrínseca de la materia: todo contribuye a hacer peligroso y arduo el comentario de esta parte del derecho
sucesorio; todo recomienda al comentarista a proceder con la más exquisita circunspección si no quiere
desviarse del camino derecho y perderse en un inextricable laberinto”.
Las dificultades que aún hoy día se presentan para hallar el exacto significado de la colación hereditaria, así
como de su fundamento legal, se remontan al Derecho romano, en cuyo seno se gestó, transitando por dos
fases o etapas sucesivas y distintas. En la primera, fue la colación la obligación que tenía el descendiente
emancipado de traer a la herencia del pater familias cuanto hubiere adquirido tras su emancipación hasta la
muerte de éste; mientras que la segunda etapa es expresión de la evolución de la figura hacia la noción
moderna de la colación, sobre la base de presumir que las liberalidades hechas en vida por el ascendiente
resultan un anticipo de las legítimas.
La génesis de la colación hereditaria la podemos situar en la antigua Roma, habiendo sido introducida por el
pretor como un medio de flexibilización del Ius Civile. La colación devino en un modo para mitigar las
diferencias que, en el orden de la estructuración de la familia romana, se sucedían de la diversa posición
jurídica en que eran colocados los hijos in potestatem respecto los emancipati.
En el marco del antiguo Derecho romano, como efecto de la emancipación, los hijos emancipados perdían el
derecho a ser llamados ab intestato en la sucesión del padre, en tanto en la sucesión testamentaria,
considerados como extraños a la misma, podían quedar relegados igualmente de suceder mortis causa por
voluntad del causante. Ante esta situación de indubitable injusticia sucesoria, entraron a desempeñar un
importante papel las normas del Derecho pretoriano, en virtud de las cuales fueron llamados unos y otros
hijos a la sucesión del padre común, mediante la atribución, a los emancipati, de la bonorum possessio unde
liberi en la sucesión intestada y la bonorum possessio contra tabulas en la testada.
Empero, esta concurrencia de emancipados y sui necesaris a la sucesión del padre, trajo aparejada una
dificultad mayor, ocasionada por la incapacidad jurídica de los segundos frente a la capacidad de la
primeros.
En efecto, los hijos emancipados emancipación, resultando plenamente capaces con posterioridad a
la emancipación, podían conformar su propio patrimonio. En cambio, los hijos in potestate sólo podían
adquirir para el pater, nunca para sí; por lo que lejos de contribuir en beneficio de su propio patrimonio,
coadyuvaban a engrosar la masa patrimonial de su progenitor. Nada más contrario a la justicia, el que
subsiguientemente al fallecimiento del padre, abierta la sucesión y concurriendo a ella sui necesaris y
emancipatis, estos últimos se vieran favorecidos con una parte del caudal relicto a cuya formación no habían
contribuido, agregando a su propio patrimonio una porción de bienes a la postre adquirida a costa del
esfuerzo de sus hermanos.
Estas circunstancias determinaron el que el pretor, en un intento por asegurar la igualdad entre todos los
hijos que acudían a la sucesión del padre común, compeliera a cada emancipado a repartir a favor de los sui
los bienes que éstos hubiesen adquirido en el período comprendido entre la emancipación y el óbito del
pater familias. Este mecanismo, conocido en Roma bajo la denominación de collatio bonorum y extendido
posteriormente a la institución de la hija casada (collatio dotis)5 constituye el más genuino antecedente de la
colación hereditaria.
No obstante, la concepción que hoy día prevalece sobre la colación sólo la encontramos a partir de la obra
de Justiniano. En tiempos del emperador Justiniano, esta institución sufre en Roma importantes
modificaciones, en tanto la Novela 118 produjo una significativa transformación de los principios que
rectoraron la misma en el Derecho clásico, sustentando desde ese momento la figura, no el anhelo de
equidad entre los descendientes; sino el respeto a la presunta voluntad del de cuyus.6
El reconocimiento de determinada capacidad patrimonial de los sui necesaris, comenzado a partir del
surgimiento del peculio castrense y el peculio quasi castrense; así como, por un lado, la limitación que del
objeto importó la restricción de la colación a solamente algunas clases de donaciones como las donatio
propter nupcias y las ad emendam militiam, y de otro lado, la admisibilidad de una facultad de dispensa del
de cuius paralela a la de exigir la colación de las donaciones simples, 7 dotó a la institución de una investidura
totalmente nueva, con la que ha viajado, no sin ciertas variaciones, hasta nuestros días.8
Después de las modificaciones introducidas por Justiniano, tienen el deber de colacionar los descendientes
del causante, legítimos o testamentarios, que sucedan conjuntamente con otros descendientes, a favor de
los cuales se debiera la colación, siempre que llegaren a adquirir la herencia y que el causante no hubiese
excusado de tal deber.
En este sentido, los descendientes adoptivos o legitimados no separados del causante por otro descendiente
intermedio vivo - perdiendo razón de ser la antigua distinción entre emancipati e hijos in potestate -, que
llegaren a adquirir la herencia y siempre que el causante no hubiera dispensado de colación, debían
colacionar a favor del resto de los descendientes las liberalidades colacionables, formándose una masa
común, en la que cada heredero tomaba una cuota proporcional a su participación hereditaria,
testamentaria o ab intestato.
En cuanto al modo de realizar la colación, también es marcada la evolución en el Derecho romano. De la
originaria forma verbal, que suponía una promesa del emancipati o la hija dotada casada sine manu o bien
sui iuris, de repartir entre sus hermanos, ya los bienes adquiridos tras la emancipación, ya la dote; se
produjo un tránsito hacia un sistema de aportación a la herencia de las mismas cosas que han de ser
colacionadas (colación in natura), hasta que finalmente adquirió plena vigencia el sistema de computación
del valor de los objetos colacionables (colación por imputación), cualquiera de los cuales podía cobrar
validez.
Cuando parecía que la colación hereditaria debía estar destinada a desaparecer, al tiempo que se extinguían
los fundamentos familiares y patrimoniales que le dieron origen, se evidenció en esta etapa de la historia del
Derecho romano un renacer de la institución, reanimada sobre cimientos totalmente nuevos, los que
llevaron a García-Ripoll Montijano a afirmar que “(…) esta figura, de justificarse por la solución de un
problema familiar, pasa a serlo en la voluntad presunta del causante”.
La colación hereditaria en los pueblos germánicos[editar]
Los pilares de la familia romana, organizada en torno a la figura del pater familias que, como acotaría
anteriormente, incidieron en el origen de la collatio bonorum, arrostrando al pretor, sobre la base de la
equidad, a institucionalizar la figura que estudiamos difieren, en gran medida, de los lazos consanguíneos
que priman en la concepción germánica de la familia. De ello se colige, pues, el que en el Derecho germánico
la institución de la colación no fuese concebida del mismo modo que en el Derecho romano.
La concepción germánica de la colación hereditaria tiene por base la propia noción que de la sucesión mortis
causa en general y la legítima en particular impera en este Sistema Sucesorio, concretada en la máxima de
que los herederos no los hace el hombre; sino Dios, adquiriendo real trascendencia los vínculos
consanguíneos entre el causante y el sucesor por causa de muerte. De aquí que, el Derecho germánico,
girando en torno a esta idea de la familia, exigiera la colación de todo lo que se hubiera recibido de los
padres, aunque operara una renuncia a la herencia.
Constituyendo en el Derecho germánico legítima toda la masa partible por igual entre los hijos, con
excepción del quinto si se hubiere dispuesto de él como donación o manda, nos apunta Vallet de Goytisolo,
se confundió este instituto con la imputación a la legítima y reducción de las donaciones por inoficiosidad.
Comparando ambos Sistemas Sucesorios, prosigue este autor, tenemos que “(…) la colación germánica
jugaba en defensa de las legítimas y de la igualdad absoluta entre los hijos; la colación romana bizantina
actuaba, en cambio, bajo el presupuesto que el donante había querido que su caudal relicto, engrosado con
las donaciones colacionables, se repartiera entre sus descendientes en la misma proporción que les había
instituido herederos, o, de no haber testado, en las de sus cuotas ab intestato”.
En suma, de conformidad con el Derecho germánico, teniendo por función la legítima el reparto igualitario
entre todos los descendientes, componiéndola todos los bienes que el padre hubiese entregado a sus hijos,
incluso a título de donación; la colación se integra como una acción protectora de la legítima, garantizando
la distribución igualitaria de la herencia entre éstos, formada por el caudal relicto y las donaciones
colacionables, no reducidas a las donaciones ob causam como en el Derecho romano.
Supervivencia de los principios romanos justinianeos en el Derecho histórico español
Para comprender a cabalidad la ratio legis de las disposiciones jurídicas que rigieron esta materia en el
Derecho histórico español, es obligada la referencia a las circunstancias económicas y políticas reinantes en
esta época, condicionantes, en última instancia, de la superestructura de la sociedad. Un recorrido por los
anales de la colación hereditaria desde la Alta Edad Media, las Leyes de Toro hasta la etapa codificadora,
supone un estudio, siquiera somero, de las condiciones sociales, políticas y económicas que le sirvieron de
base.
Al respecto, García-Ripoll Montijano, nos comenta que en la Alta Edad Media la familia adquirió un papel
esencial, al desaparecer el Reino visigodo y el poder público hacerse débil en la zona cristiana, por lo que, a
diferencia del Derecho romano, la propiedad del padre de familia apareció como una propiedad cuasi
comunal.
Esta situación de copropiedad en que se entendía la masa familiar en relación con padres e hijos, repercutió
sin duda en el Derecho de Sucesiones, cediendo la libertad dispositiva mortis causa a favor del sistema de
división forzosa igualitaria del patrimonio hereditario entre los parientes. Erosionada la facultad de mejorar,
la búsqueda de dicha igualdad sucesoria entre los hijos, determinó que éstos debieran restituir a la masa
hereditaria todo cuanto hubieren recibido del causante, sin precisión alguna entre las diversas modalidades
de donaciones.
No es hasta la Baja Edad Media que las relaciones feudales sobre las que se erigió la familia española en la
Alta Edad Media comienzan a verse resentidas por el nacimiento de una incipiente burguesía que
amenazaba con desplazar a la clase noble.
La reacción de la nobleza no se hizo esperar, sintiéndose atacada encontró apoyo en una forma especial de
amortización de la propiedad: los mayorazgos. El fenómeno de la amortización de la propiedad, en materia
sucesoria, importa la vinculación de los bienes del causante a una determinada estirpe nobiliaria,
fundamentalmente a través de la figura del mayorazgo. Los amayorazgados, también calificados como
“manos muertas” carecían de facultades dispositivas sobre los bienes objeto de dicha vinculación.
Efectivamente, el mayorazgo suponía una vinculación del patrimonio mediante su transmisión al
primogénito, a quien estaban vedadas las facultades dispositivas anejas al derecho real de propiedad, de
aquí el calificativo de “manos muertas”. Esta fórmula encontró inclusive respaldo legislativo, expresión de lo
cual lo constituyen las Leyes de Toro de 1505.
Tal fue la relevancia de los mayorazgos en el seno de la nobleza española que incluso podía constituirse
sobre las mejoras del tercio y el quinto. En este contexto, el sistema de legítimas, al menos entre la nobleza,
perdió fuerza y vigor, en tanto los hermanos del primogénito únicamente tenían derecho a heredar su
legítima sobre los bienes no afectados con la vinculación.
En lo que concierne a la colación, la Ley 29 de Toro, en su primer apartado, establecía: “Cuando algún hijo o
hija viniere a heredar o partir los bienes de su padre o de su madre, o de sus ascendientes, sean obligados
ellos a sus hermanos traer en collación e partición la dote e donación propter nupcias e las otras donaciones
que obieren recibido de aquél cuyos bienes vienen a heredar. Pero si se quisiera apartar de la herencia, que
lo pueden hacer, salvo si la dote o donación fueren inofficiosas que en este caso mandamos que en este
caso sean obligados los que los recibieron, ansí los hijos y descendientes en lo que toca a las donaciones,
como las hijas e sus maridos, en lo que toca a las dotes puesto que sea durante el matrimonio, tornar a los
herederos del testador aquello en que son inofficiosas para que lo partan entre sí: E para decir si la tal dote
es inofficiosa se mire a lo que escede de su legítima de tercio y quinto de mejora”.
Como puede apreciarse, la Ley 29 de Toro no deslindó nítidamente entre colación, imputación y reducción
de las donaciones por inoficiosas, más bien propició su confusión. Algunos autores, entre ellos Vallet de
Goytisolo, arguyen, sin embargo, que el Derecho español respetó las reglas romanas sobre la colación, en
especial, en la Partida 6, 15, 3, desde el ap. 2.º hasta el final, la 6, 15, 6, ap. 4.
Admite Vallet, no obstante, que en la práctica varias circunstancias facilitaron la confusión entre la colación
propiamente dicha y la imputación a la legítima. “En primer lugar, el hecho de que normalmente se
disponía, a título de herencia de la legítima, que abarcaba la mayor parte del caudal, y que se distribuyesen
el tercio y el quinto a través de legados y donaciones (…). En segundo término, era fácil que la rutina
involucrase prácticamente el primer apartado de la Ley 29 de Toro con los siguientes de la misma”. Por otro
lado – señala - “el empleo – por algún autor – del verbo conferre y el sustantivo collatio aplicado, en
derecho hereditario, con doble significado – en un sentido técnico netamente diferenciado y en un sentido
gramatical o vulgar de llevar o añadir -, pudo dar apariencia de confusión o inducir a ella”.
A mi juicio, le asiste razón a García-Ripoll Montijano cuando afirma que: “la colación después de las Leyes de
Toro, quedó muy desdibujada. Por una parte, al producir la colación siempre un efecto de igualdad entre
legitimarios, el desinterés que el legislador manifestó por esa igualdad produjo que la colación se limitara a
determinados supuestos muy concretos: de aquí que la doctrina considerara que para que la donación
simple fuera colacionable, esto se debía señalar por el causante expresim (…). Por otra, las liberalidades
declaradas colacionables por la ley (en especial la dote) nunca podían sobrepasar la legítima estricta de la
dotada, por lo que se explica que la colación acabara confundiéndose con la imputación a la legítima”.
Esta situación, a partir de finales del siglo XVIII, experimentó en España una cierta reversión. La nobleza
definitivamente había entrado en crisis, no pudiendo asegurar su puesto preponderante frente a una
burguesía cada vez más en ascenso. Las relaciones económicas habían cambiado esencialmente, sobre todo
a partir de la Revolución Francesa de 1789, cuyos principios de igualdad, fraternidad y hermandad
colisionaban con los privilegios de la nobleza y, por tanto, con las vinculaciones y los mayorazgos.
Cualquier restricción a la propiedad, para el Estado liberal burgués, influenciado por las
corrientes iusnaturalistas, se consideraba perjudicial para la economía. El individuo no debía encontrar
obstáculo alguno para el desarrollo de su personalidad y de la economía privada, incipientemente
capitalista.
Muestra del auge del pensamiento liberal burgués lo constituye el Proyecto de Código Civil de 1851,
importante galón en la diferenciación entre la colación y la computación para el cálculo de la legítima. Los
principales avances respecto el Derecho precedente, en cuanto a la regulación de la colación, los podemos
sintetizar de la siguiente manera: El Proyecto de 1851 no refuta mejora todas las clases de donaciones, en
contraposición a las Leyes de Toro; se sustituye la colación in natura por la colación por imputación; se
desvanece la antigua distinción entre las donaciones ob causam y las simplicis.

¿Qué es la colación de la herencia?

Mis padres han dado en vida a mis hermanos un piso a cada uno y a mí no me han entregado nada. Estoy
preocupado porque me temo que se están deshaciendo de su patrimonio para dejarme sin nada cuando se
mueran ¿qué puedo hacer para evitar quedarme sin nada?

Debe tener en cuenta que nuestro Código Civil establece que las donaciones hechas en vida en favor
de herederos forzosos se deben traer a colación en el momento de la herencia. Esto es, deberá tenerse en
cuenta el valor de las donaciones para computarlas en el reparto total de la herencia.
A modo de ejemplo, si un padre donó en vida a uno sólo de sus dos hijos 10.000 euros y al fallecer, sólo
tiene 5.000 euros; lo que hay que repartir en la herencia son el total de 15.000 euros, por lo que cada hijo
deberá llevar 7.500 euros, de tal forma que el hijo que recibió la donación deberá aportar los 2.500 euros
que le faltan a su hermano.

Cuando lo donado son bienes y no dinero -como es el caso que nos plantea- lo que hay que traer a colación
es el valor que tendría hoy el bien recibido si estuviera en el estado que tenía cuando se donó. Es decir,
habrá que actualizar el valor de las casas donadas sin tener en cuenta las obras de mejora que hayan hecho
sus hermanos o los menoscabos que hayan sufrido.

Sin embargo, sus hermanos no estarán obligados a colacionar la donación si el donante les dispensó
expresamente de esa obligación en documento público o si renuncian a la herencia.

Si no hubiera lugar a la colación, la donación habrá que tenerse en cuenta únicamente a efectos de
comprobar si se ha conculcado su legítima estricta para, en su caso, reducirla por inoficiosa.

Para aclararlo, tomemos el mismo ejemplo anterior: si hay dos hermanos, la legítima estricta de cada uno de
ellos es equivalente a una sexta parte de la herencia (1/6); si la donación de 10.000 euros no es
colacionable, para calcular la legítima estricta hemos de tomar la totalidad, esto es, 15.000 euros (10.000
donados+5000 que quedan) que divididos entre seis (1/6) nos da como resultado 2.500 euros; como lo que
queda son 5.000 euros a repartir entre dos, a cada hermano le corresponden 2.500 euros; como esos 2.500
son suficientes para cubrir la legítima (de hecho en el ejemplo es esa misma cantidad) no debe reducirse la
donación.

En resumen, la diferencia es muy importante si la donación tiene que colacionarse o no. Si tiene que
colacionarse, el hijo que no recibió donación en vida al final recibe 7.500 euros y sin embargo, si no es
colacionable recibiría sólo 2.500 euros.
Hemos visto que en materia sucesoria no existe la sucesión contractual, sin embargo hay una excepción, que
esta constituida por el Anticipo de Herencia, por el cual el causante en vida acuerda con uno o varios
herederos entregarles bienes del patrimonio hereditario, Anticipo de herencia.

Para el efecto si el causante desea transmitir a titulo gratuito en vida un inmueble para dos o tres herederos
entonces entregara Escritura Publica a la cual debe acompañar planos perimétricos de ubicación y
distribución del inmueble que va ha dar en anticipo de herencia.

Debe acompañar la Resolución Administrativa de Municipalidad correspondiente sobre la subdivisión del


bien materia del anticipo.

Cuando el causante quiere entregar por separado bienes a alguno de sus hijos tendrá que otorgar escritura
publica con dichos documentos, pero para cada inmueble que va entregar en Anticipo.

Ahora bien cuando los herederos han sido beneficiados con el Anticipo de Herencia al producirse la muerte
del causante asuma la obligación de restituir el bien o bienes materia de anticipo o su valor a la masa
hereditaria a esa operación se le denomina Colación.

DEFINICIÓN.– La colación es la obligación que tienen los herederos que han sido beneficiados con el anticipo
de herencia para restituir el bien o en su defecto su valor una vez producida la muerte del causante.
FUNDAMENTO JURÍDICO.- De lo expuesto se deduce que la Colación se sustenta en los principios
de Equidad y de Igualdad respecto de la masa hereditaria.

En efecto los bienes hereditarios no pueden ser distribuidos entre herederos en forma desigual.

CARACTERES.-

1. Es una obligación que asumen los herederos favorecidos con el Anticipo de Herencia.

2. Es una operación de carácter PERSONAL, cada heredero que asumió la obligación de colacionar.

3. Consiguientemente la Colación no opera de pleno Derecho, es decir una vez producida la muerte del
causante los herederos proceden a colar. Por acto voluntario deben cumplir con esa obligación.

4. Es un acto jurídico divisible, significa que si el causante otorgo Anticipo de Herencia a varios herederos, se
divide según el monto que significa el Anticipo de Herencia.

5. Solo funciona para herederos forzosos, sólo ellos son los obligados a colacionar; sin embargo, el causante
pudo haber anticipado la herencia a herederos voluntarios pero con la porción de libre disposición.

Solo a esta clase de herederos el causante puede dispensarlos de colacionarlos.

REQUISITOS.- Para que se produzca la colación es necesario que concurra los siguientes:

1. Que haya pluralidad de herederos (establece el art. 831 C.C.), sino hubiera tal pluralidad no funciona la
Colación.

2. Que haya herederos que hayan sido favorecidos con el Anticipo de Herencia.

3. Que en el caso de Herederos Voluntarios estos no hayan sido dispensados de colacionar.

4. Que el anticipo de Herencia se haya producido real y efectivamente. Quiere decir que los beneficiarios del
Anticipo hayan tomado posesión de los bienes dados en Anticipo.

5. La Colación operación opera sobre los bienes que integran la Legitima.

SISTEMAS DE COLACIÓN.- Existen diferentes Sistemas de colación en el derecho comparado.

1. Tienen obligación de colacionar todos los herederos sean forzosos o voluntarios; este sistema no sigue el
Perú.

2. Solo tienen la obligación de colacionar los herederos forzosos; esta es la situación jurídica que regula el
Código Civil.

3. Solo están obligados a colacionar los hijos y demás descendientes; este sistema siguió el Código Civil de
1936.

VALOR DE LA COLACIÓN.- Hemos dicho que la Colación puede consistir en la restitución de bienes que
fueron objeto de anticipo o en su defecto en restitución del valor de dichos bienes. Según esto hay dos
sistemas de valoración de esta institución:
a) Colación Ad Corpus o Colación Real.- Por la cual los herederos restituyen a la masa hereditaria los bienes

b) Colación Ad Valorer.- Los beneficiarios restituyen el valor de bienes dados en Anticipo. Este sistema
comprende dos subsistemas:

1. Sistema Nominalista.- Consiste en restituir los bienes dados en anticipo conforme aparece en el
documento de anticipo.
2. Sistema Valorativo.- Por el que se restituye a la masa hereditaria el valor en el momento que se
produce la apertura de la sucesión

.PERSONAS OBLIGADAS A COLACIONAR.-

1. Los herederos que fueron beneficiados con el anticipo. Consiguientemente están obligados los
herederos forzosos.

2. Si es que el o los herederos forzosos han sido sustituidos por la figura de la representación
hereditaria y por consiguiente no colaron, la obligación de colar la asumen los representantes hereditarios
conforme dispone el Art. 841 C.C.

BIENES COLACIONABLES.- Entran en la operación de colacionar aquellos bienes previstos en los arts. 833,
834, 835 y 840 del CC.

BIENES NO COLACIONABLES.- No entran en la colación de bienes los arts. 836, 837, 838, 839 del Código
Civil.

OBJETO DE LA COLACIÓN.- Restituir a la masa hereditaria los bienes que fueron materia de anticipo o en
su defecto la restitución del valor con la finalidad a que se proceda a la Partición hereditaria.

EFECTO JURÍDICO DE LA COLACIÓN.-Es la reconstrucción del patrimonio hereditario para los efectos de
que la masa hereditaria pueda partirse judicial o extrajudicialmente entre los herederos.

DISPENSA.- El causante en su testamento puede dispensar de la obligación de colacionar pero no en cuanto


corresponde a los herederos voluntarios.

De esto tenemos que el causante no dispensa a dichos voluntarios entonces necesariamente tendrán que
colacionar dichos herederos voluntarios.

FORMA DE LA COLACIÓN.-

1. Forma Extrajudicial.- por propia voluntad cada heredero beneficiario del anticipo procede a entregar
los bienes bajo documento o su valor.

2. Forma Judicial.- si se ha instanciado un proceso de inventario de bienes sobre invalidez de


testamento, sobre partición de la masa hereditaria.
COLACION:
Colación viene del término latino collatio (de confero=ofrecer, dar, aportar) que significa contribución o aportación. De ahí que, cuando
varios descendientes suceden juntos en la herencia de un ascendiente común, tienen la obligación de aportar a la herencia lo recibido por
cada uno de ellos de su ascendiente, durante la vida del mismo: esta aportación se denomina colación.

Evolución de la colación en Derecho romano


En el Derecho romano la colación sufrió una clara evolución que acabada y perfilada en Derecho justinianeo, presenta
características análogas a la colación reguladas por los artículos 1035 y siguientes de nuestro Código Civil Analizamos las
etapas de su desarrollo.

+ Collatio bonorum

Cuando el Pretor llamó a la bonorum possessio a los hijos emancipados durante la vida del causante, podía darse que
éstos concurriesen a la herencia junto con los sui, todavía sometidos a la potestas. Esto daba lugar a una patente
desigualdad: mientras los sui adquirían para el pater, y tales adquisiciones formaban parte de la herencia paterna, a la
que concurrían también los emancipados, éstos adquirían para ellos, y de estas adquisiciones no participaban los sui, por
estar fuera de la herencia del padre.

Para remediar este irregularidad y promover la igualdad entre sui y emancipados respecto a la adquisiciones, el Pretor
obligó a los emancipados a realizar la collatio bonorum, esto es, a aportar a la masa hereditaria cuanto hubiesen
adquirido, es decir, todo aquello que de no estar emancipados, hubiesen adquirido para el pater. Esta colación, aun
siendo un remoto precedente, no guarda semejanza con la colación moderna, pues nace para remediar una situación
desconocida en el Derecho actual.

+ Collatio dotis

También el Pretor obligó a la hija casada a colacionar lo que hubiese recibido como dote, para poder así obtener
la bonorum possessio. Algunas constituciones imperiales comienzan a perfilar la collatio dotis con otra fisonomía, así
Antonino Pío impuso la colación de la dote, aunque la hija no pidiera la bonorum possessio, con tal de que la hija
sucediera como heredera civil.

La colación de la dote se fundó pues, no sobre la consideración de la disparidad de tratamiento entre descendientes
emancipados que adquirían para sí, y descendientes in postate que adquirían para el pater, sino más bien sobre una
"razón de igualdad" entre todos los descendientes, por lo que se refiere a las adquisiciones a título gratuito provenientes
del padre.

+ La colación justinianea origen de la colación moderna

El emperador León, en el año 472 (C. 6, 20, 17) estableció que los descendientes que sucedan ab intestato o contra
tabulas, deben aportar a los herederos la dote y la donatio ante nuptias que hayan recibido del ascendiente, sin
distinguir si el heredero era o no emancipado. La ley parte del principio que los descendientes deben tener paridad de
trato, respecto a las liberalidades relativas al matrimonio recibidas del ascendiente.

Justiniano amplía este principio en orden a cualquier donación del ascendiente. Así, tanto la colación justinianea como la
moderna del artículo 1035 del Código civil se funda sobre el principio que la ley considera que el difunto habiendo hecho
liberalidades a un descendiente, no quiso proporcionarle una ventaja definitiva y absoluta respecto a su herencia, frente
a los otros descendientes que concurren a su sucesión.
El principio que inspira la colación, no apunta a que los otros descendientes sean tratados por igual, sino que en la cuota
que corresponde a cada uno, sea por ley o testamento, venga computada la liberalidad realizada por el ascendiente.

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