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Documentos de lectura:

Teoría Social y Estructura Social, Merton

MERTON Y LAS PROFECÍAS QUE SE AUTOCUMPLEN


Robert K. Merton (1910-2003), sociólogo norteamericano de origen judío, fue
uno de los padres de la teoría funcional-estructuralista.

Dentro de su sociología del conocimiento, se detuvo en las profecías que se


autocumplen, refiriéndose a aquellas predicciones que, una vez hechas, se
convierten en causas que inciden en su cumplimiento. En ellas, la percepción
que la gente tiene de la realidad incide en el desarrollo mismo de los hechos
sociales.

Merton ejemplifica esto con la novela Traficantes de dinero de Arthur Hailey,


en la que se da un caso paradigmático de profecía autocumplida. Una
campaña de activismo cívico para presionar a un banco se inicia con los
rumores (no necesariamente verídicos) de que ese banco está próximo a
quebrar. La gente, alarmada por el rumor, se dirige en masa a retirar sus
depósitos, de modo que el banco, por estas retiradas masivas de efectivo,
comienza a acercarse de verdad a la quiebra profetizada por aquel rumor.

Con las profecías que se autocumplen, Merton ejemplifica su intención de


abordar la realidad con teorías de alcance intermedio. Así se aleja tanto de la
pretensión parsoniana de una gran teoría social, a la vez que igualmente se
distancia del trabajo con hipótesis sueltas.

REFERENCIAS

1
Hailey, A. (1989) Traficantes de dinero. Barcelona: Ultramar Editores.

Merton, R.K. (1964) “Teoría y Estudios Sociales”. México: Fondo de Cultura


Económica“.
Publicado por Sociología Necesaria Enrique S en 3:30

¿Qué es la profecía autocumplida?


http://lifeder.com/que-es-la-profecia-autocumplida/

¿Cómo ocurre una profecía autocumplida?


Una profecía autocumplida es una falsa creencia que, directa o indirectamente,
lleva a su propio cumplimiento. Este proceso implica a tres eventos:
 Tener una falsa creencia sobre alguien.
 Tratar a la persona de una forma que encaje con tu falsa creencia.
 La persona debe responder al tratamiento que recibe confirmando la falsa
creencia.

El el sociólogo Robert K. Merton quien acuñó las expresión “profecía


autocumplida” y formalizó su estructura y consecuencias. En su libro Teoría
Social y Estructura Social, Merton define una profecía autocumplida así:
Una profecía autocumplida es una falsa definición de una situación o persona que
evoca un nuevo comportamiento, el cuál hace que la falsa concepción se haga
verdadera. Esta validez engañosa perpetúa el error. El poseedor de la falsa
creencia, percibirá el curso de eventos como una prueba de que estaba en lo
cierto desde el principio.
Ejemplo: cuando una esposa cree que su matrimonio fracasará, sus miedos
causan que se confirmen ese fracaso.

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https://www.google.com.ar/search?q=Pigmalión&

Lo que el "Efecto Pigmalión" nos enseñó

El poeta Ovidio escribió en su obra Las Metamorfosis el mito de Pigmalión y


Galatea.

Pigmalión, rey de la isla de Chipre, esculpió una estatua de mujer en marfil


tan perfecta que de tanto admirarla acabó enamorándose de ella. La diosa
Afrodita transformó a la estatua en una mujer real, Galatea, con la que
Pigmalión se casó.

Este mito sirvió de título al libro “Pygmalion in the classroom” que el psicólogo
Rosenthal escribió para demostrar la influencia de lo que pensamos de los
alumnos en su desarrollo intelectual y rendimiento escolar.

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En los experimentos de Rosenthal, se informó a los profesores de la capacidad
intelectual de unos niños a los que se les habían pasado algunos tests de
inteligencia.

Aunque todos los niños tenían un nivel similar, a los profesores se les informó
falsamente que un grupo de ellos tenía un potencial elevado para el trabajo
escolar, y que por ello dichos alumnos aprenderían más rápidamente.

Meses más tarde, se sometió a los niños a nuevas pruebas de inteligencia.


Sorprendentemente, los niños a los que (falsamente) se consideró con más
potencial, obtenían mayor puntuación en estos nuevos tests de inteligencia.
Es decir, se habían desarrollado más, aunque todo el grupo había recibido la
misma instrucción.
La interpretación que dio Rosenthal a los resultados de este experimento es
que los profesores esperaban más de esos niños (ya que se les informó que
eran más capaces), es decir tenían mayores expectativas, y esos alumnos
intentaron llegar al nivel que el profesor esperaba de ellos.

A este fenómeno también se le llama de la “Profecía Autocumplida”.

Los profesores competentes suelen tener altas expectativas respecto al


aprendizaje de sus alumnos, porque estos pueden responder de manera mas
positiva si perciben que pueden superar el reto que el profesor les marca.

Los padres “suficientemente buenos” (expresión que utilizan algunos


psicólogos, para señalar que los padres perfectos no existen) dan nuevas
oportunidades a sus hijos, considerando el error como la parte inicial del
aprendizaje.

De esta manera es más probable que la imagen ideal del niño que
pacientemente han esculpido cobre vida y se vuelva realidad.

http://www.psicologoescolar.com/ORIENTACIONES_GRATIS/114_lo_que_el_efecto_pigmalion_nos_ensena.htm

4
Watzlawick, Paul. The Invented Reality. New York: W.W. Norton &
Company, Inc., 1984.

PROFECÍA AUTOCUMPLIDA
Paul Watzlawick Pp. 95-116

 Una profecía autocumplida es la predicción de que, puramente como resultado de


haberla hecho, causa el evento esperado o predicho y por tanto confirma su propia
“exactitud”. Por ejemplo, si alguien asume que, por cualquier razón, no es
respetado, debido a su propia suposición, actuará de manera hostil, susceptible y
suspicaz que él creará y atraerá la falta de respeto de los demás lo cual “probará”
una y otra vez su firme convicción.
En nuestra tradicional manera de pensar de forma lineal, vemos que el evento B es
el resultado de una causa A que la precede. La causalidad es lineal, y B le sigue a A en el
curso del tiempo. De acuerdo a este modelo, B no puede tener efecto sobre A, porque esto
significaría revertir el flujo del tiempo.

Una acción que resulta de una profecía autocumplida produce ella las
mismas las condiciones para que ocurran tales eventos, y en ese sentido crean una realidad

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que no hubiera aparecido si no fuera por la predicción. La acción que originalmente no
es ni verdadera ni falso, produce de hecho, su propia verdad.
Este singular revertir de la causa y efecto es particularmente obvio en
conflictos interpersonales en donde lo que se llama puntuación de una
secuencia de eventos está invariablemente presente. Por ejemplo una pareja de
esposos discuten conflictivamente y ambos asumen que es el otro quien tiene
la culpa, cuando su propia conducta es simplemente una reacción a la conducta
de su pareja. La mujer se queja de que su esposo se aleja de ella, lo c u a l é l a d m i t e ,
p e r o d e b i d o a q u e é l v e s u s i l e n c i o o s u l e j a n í a c o m o u n a posible
reacción a las constantes quejas, acusaciones y críticas de ella.

 Sin embargo las cosas suceden de otra manera como en el siguiente


ejemplo: en marzo de 1979, cuando los periódicos de California
comunicaron que se aproximaba una escasez de combustible, los motoristas
acudieron a las g a s o l i n e r a s p a r a l l e n a r s u s t a n q u e s .
. Esto significó llenar 12 millones de tanques, dejando así sin
reservas, y por tanto verificando la predicción de un día para el otro.
Con este caso, el tradicional pensamiento lineal de causa-efecto se
quebró. La escasez nunca hubiera ocurrido si los periódicos no lo hubieran
pronosticado. En otras palabras, un hecho que no existía, creó un efecto real y presente.
En tal sentido, fue el futuro, no el pasado, que determinó el presente.

 Sin embargo hay que preguntarse si no son casi todas las decisiones
humanas y las acciones en gran medida dependientes de las evaluaciones de sus
probables efectos, ventajas, y peligros. ¿Acaso el futuro siempre juega en parte un
rol en el presente?

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http://www.mecd.gob.es/dctm/revista-de-educacion/articulosre290/re29015.pdf?documentId=0901e72b813d0733

Fragmento de la Investigación publicada


“LAS EXPECTATIVAS DEL PROFESOR Y SU INCIDENCIA EN EL
CONTEXTO INSTITUCIONAL”. ANTONIO VALLE ARIAS
(Universidad de La Coruña) y JUAN CARLOS NUÑEZ PEREZ
(Universidad de Oviedo)

(…) La función del profesor en su interacción con el alumno consiste en


«proporcionar un contexto significativo para la realización y/o ejecución de
las tareas escolares en el que el alumno pueda insertar sus actuaciones y
construir interpretaciones coherentes, adecuar el nivel de ayuda o de
directividad al nivel de competencia de los alumnos, evaluar continuamente
las actividades de los alumnos e interpretarlas para conseguir un ajuste
óptimo de la intervención pedagógica «(Coll, 1985, p. 67). De esta forma, las
pautas de interacción profesor/alumno de mayor valor educativo son
aquellas que son «contingentes» a las dificultades que encuentran los
alumnos en la realización de las actividades de aprendizaje, lo cual supone

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niveles distintos de ayuda y directividad, dependiendo de cada uno de ellos.
Llegados a este punto, la concepción del profesor como aquel que «crea las
condiciones idóneas para que el alumno sea capaz de apropiarse del
conocimiento» y se enriquece y se entiende como la de «mediador activo
entre el sujeto y la tarea de aprendizaje». En este sentido, el aprendizaje
escolar, según Forns y Boada (1985), en gran medida, en experiencias de
aprendizaje mediatizado en el que las actividades interactivas
profesor/alumno se encuentra en la base de tales aprendizajes. Así pues, el
conocer las características del alumno y de la tarea objeto de aprendizaje
permite al profesor trabajar eficazmente dentro de la «zona de desarrollo
próximo» de los alumnos y maximizar la efectividad de la instrucción
(Panofsky, John-Steiner y Blackwell, 1985). Sin embargo, la evaluación del
sujeto (conocimiento, nivel intelectual, características de personalidad, etc.),
a la vez que permite a través de la interacción profesor/alumno una
instrucción más eficaz, es también una fuente potencial de irregularidades
que puede condicionar el aprendizaje del propio alumno. En este sen- 295
tido, ciertas características de los alumnos pueden influir sobre el profesor,
de modo que éste, tras la evaluación de las mismas, se crea unas
expectativas respecto al logro que puedan alcanzar los alumnos y, de forma
más o menos inconsciente, se comporta de acuerdo con sus juicios. Las
expectativas, per se, no son buenas ni malas. Si éstas llevan al profesor a
prestar cierta ayuda al alumno para la realización de un aprendizaje sin la
cual éste no sería posible, su efecto es positivo; en cambio, si las conductas
del profesor, fruto de sus percepciones, además de no prestar ayuda alguna
al alumno, le manifiestan su incapacidad (real o no) para llevar a cabo el

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aprendizaje, el efecto de las expectativas, evidentemente, es negativo. La
realidad es que tales juicios, tanto los positivos como los negativos, suelen
darse conjuntamente en clase; con lo que el profesor tiende a favorecer a
ciertos alumnos y a perjudicar a otros. De forma general, suele suceder que
el profesor favorece a los alumnos más preparados y mina las posibilidades
de aquéllos con mayores problemas. El análisis que nos proponemos
efectuar toma en consideración los aspectos personales fundamentales que
intervienen en la relación educativa, distinguiendo explícitamente entre el
profesor y el alumno, así como los efectos de las distintas interacciones que
combinatoriamente se deducen, atendiendo a las características de ambos
polos de personalidades implicados.

EL PAPEL DE LAS EXPECTATIVAS EN LA RELACION EDUCATIVA

De manera muy sencilla, podemos considerar las expectativas como las


inferencias que una persona hace a partir de una información, correcta o
falsa, y que implican la esperanza de ocurrencia de un suceso relacionado
con la información sobre la cual tales juicios han sido realizados. Al
introducirnos en el tema de las expectativas, es cita casi obligada el trabajo
de Rosenthal y Jacobson (1968), quienes generalizando el estudio clásico de
Rosenthal (1966) sobre los efectos del experimentador, aportan el término
de «profecía autocumplida». El propósito de estos investigadores era
demostrar que las expectativas del profesor podían influir en el logro de los

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alumnos a través de la interacción educativa, de la misma manera que las
expectativas del experimentador, tal como se había demostrado, influían
sobre la conducta de los sujetos experimentales. A modo de síntesis, ya que
este trabajo es suficientemente conocido por todos, diremos que Rosenthal
y Jacobson compararon un grupo de alumnos a cuyos profesores se les había
informado de que podían esperar grandes ganancias en cuanto a su
desarrollo intelectual, con otro grupo, del cual los profesores no debían
esperar ninguna de tales ganancias. El resultado de tal experiencia supuso
una diferencia de cuatro puntos con C.I. a favor del primer grupo de
alumnos. Con las conclusiones derivadas de este estudio, el tema de las
expectativas adquirió un interés, tal vez exagerado, llegándose a ver, en
ocasiones, este fenómeno como la solución a la tan esperada «enseñanza
eficaz». Sin embargo, la experiencia, aunque resultaba interesante, dadas
sus aparentes implicaciones para la prácti ca educativa, fue criticada bajo
consideraciones de defectos metodológicos (Elashoff y Snow, 1971). Quizás
por ambas razones la investigación sobre este tema ha ido cobrando un
interés cada vez mayor hasta nuestros días. La gran cantidad de estudios
centrados en el tema de las expectativas ha demostrado casi unánimemente
el hecho de que las expectativas del profesor tienen un impacto significativo
sobre los logros intelectuales y académicos de los alumnos. De forma
precisa, tales investigaciones han puesto de relieve que el logro del alumno
dependía, en cierta medida, de la percepción que el profesor mantenía
sobre ciertas características de aquél. El sexo, la clase social, el grupo étnico,
entre otras, son características del alumno que pueden generar expectativas
diferenciales en el profesor. Esta información, más bien directa, la obtiene el

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docente desde los primeros días de clase. Pero hay aún otro tipo de
información que puede influir en la génesis de las expectativas, tal como el
rendimiento del alumno, su comportamiento en clase, etc., que sólo será
posible pasadas unas semanas de instrucción.(…)

Fragmento (continúa el texto)

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