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CAPITULO II

DUELO

2.1 DEFINICIONES Y TIPO DE DUELO

Antes de definir el concepto de duelo es indudablmente importante establecer


que es una pérdida puesto que en todo duelo hay pérdidas y esta es precisamente
el eje central del sufrimiento de la persona.

Perdida en psicología es aquel proceso normal de reacción interna y externa


ante la ausencia de un ser querido, ya sea por muerte o por separación, enfermedad
crónica degenerativa, una baja laboral, un cambio de ciudad o extravio de algo muy
preciado, entre otros.

“Duelo” proviene del latín Dolus (dolor) para referirse a una respuesta emotiva
que aparece a causa de la pérdida de algo o alguien. Uno de los primeros estudios
relacionados al proceso de duelo fue abordado por Freud (1917) en su libro “Duelo
y Melancolía” para referirse a la reacción frente a la pérdida de una persona o figura
que la represente. Esta reacción puede llegar a resolverse con el paso del tiempo,
mientras que la melancolía es un tipo de pérdida especial o patológica para el yo,
que trata de conservar el objeto.

Woorden (2004) define el duelo como un proceso activo, en el cual se debe


dar unas taras para que haya un trabajo de duelo efectivo. El argumenta que el
utilizar el concepto de tareas le da a la persona cierta sensación de fuerzas y
esperanza de que puede hacer algo de forma activa, motivándolo a continuar con
su vida sin que se someta al estrés de pensar si lo está haciendo de la mejor manera
o no.

Bucay (2006) define el duelo como el doloroso proceso normal de elaboración


de una perdida, con tendencia a la adaptación y armonización de nuestras
situaciones internas y externas frente a una nueva realidad, y este a su vez
comprende un conjunto de reacciones físicas, intelectuales, emocionales,
conductuales y espirituales que se producen como consecuencia de esa pérdida
que de cierto modo es capaz de modificar el estilo de vida de las personas que la
viven.

El duelo es el proceso psicológico que se produce a partir de alguna pérdida.

Es la reacción frente a la pérdida de algo significativo, puede ser de una


persona, un animal, una cosa, una relación, etc.

Es una experiencia emocional y universal única y dolorosa; el hecho de


enfrentarse a las pérdidas se le llama elaboración del duelo y conduce a la
necesidad de nuestra vida.

El duelo no es una enfermedad, es un acontecimiento de tal magnitud que


impacta nuestra vida y en ese sentido tarde o temprano debemos afrontar.

Todos sufrimos diferentes pérdidas a lo largo de nuestra vida. Ante esta


situación es inevitable atravesar por un proceso de duelo.

2.2 SÍNTOMAS Y MANIFESTACIONES DEL DUELO

A) Síntomas físicos

 Sensación de estómago vacío


 Falta de energía, agotamiento
 Llanto
 Alteraciones del sueño (insomnio o sueño excesivo)
 Inapetencia, pérdida de peso
 Opresión en el pecho
 Pérdida del deseo sexual
B) Síntomas psicológicos
 Extrañeza ante el mundo habitual
 Incredulidad
 Irritabilidad
 Confusión
 Alucinaciones relacionadas con la pérdida
 Preocupación por lo que se ha perdido
 Pérdida de ilusión, desinterés
 Culpa y reproche (por los fallos con esa persona, por retomar la
alegría)
 Ansiedad
 Rabia hacia los médicos, Dios, familiares…
 Alivio, liberación
 Sentimiento de abandono
 Soledad ante fechas señaladas

Manifestaciones del duelo

A) Manifestaciones espirituales
 Conciencia de la propia limitación
 Pérdida de sensación de ser inmortales
 Búsqueda de Dios, en forma de resentimiento, indiferencia o
confianza.
 Búsqueda del sentido de la vida
B) Manifestaciones sociales
 Resentimiento hacia la realidad social (todo continúa alegremente)
 Sentimiento de aislamiento
 Se elabora una nueva identidad y se asumen nuevos roles sociales

Factores que influyen en el proceso de duelo

No todos los duelos son iguales. Hay diversos factores que pueden
determinar la gravedad del duelo y su complicación.

La cercanía con la persona que se pierde. Obviamente la tristeza será mayor


cuanto más cercana sea la persona a la que hemos perdido.
El tipo de relación con la persona que se fue o fallecio. Hay más riesgo de
complicación si la relación es ambivalente o dependiente. Es decir, que la relación
sea cercana pero conflictiva. Esto puede disparar sentimientos de culpa por no
haber hecho determinadas cosas o no haber mejorado la relación de alguna
manera.

Poco apoyo social. Una baja cohesión familiar o la imposibilidad de expresar


las emociones va a dificultar el proceso de duelo.

Si ha habido preparación o no. En procesos de enfermedad crónica las


personas pueden ir preparándose ante la pérdida, de forma que luego el duelo suele
ser algo más llevadero. Mientras que si la muerte es repentina, puede ser más difícil.

Las creencias religiosas. La religiosidad, la creencia en Dios, en el alma y en


un lugar en el “más allá” puede ayudarnos a enfrentar la muerte. La cultura también
puede influir en cómo vemos la muerte.

Problemas psicológicos previos. Tener ya problemas o trastornos


psicológicos en el momento de la pérdida puede suponer un factor de riesgo para
el duelo complicado.

2.1.3 TIPOS DE DUELOS

A) DUELO DESAUTORIZADO.

Es en el que se experimenta una pérdida que no puede ser reconocida o


expresada abiertamente ante la sociedad.

Por ejemplo:

-Relaciones no reconocidas de ex parejas, amantes, relaciones homosexuales.

-Pérdidas no reconocidas de aborto, esterilidad, enfermedad mental y abuso.

-Pérdida de personas que no son reconocidos en la pérdida, como por ejemplo


niños, personas mayores y enfermos mentales.
-Muertes censuradas como por ejemplo sida, suicidio, homicidio, sobredosis.

B) DUELO TRAUMÁTICO.

En este caso se incluyen un conjunto de síntomas como:

-Búsqueda y añoranza por el difunto.

-Soledad excesiva.

-Pensamientos intrusivos respecto al difunto.

-Sentimiento de confusión e incredulidad.

-Pérdida de la seguridad y la confianza.

-Trastornos de sueño y baja autoestima.

-También se presentan síntomas de depresión y ansiedad.

-Se pueden presentar afecciones como cáncer, abuso de alcohol y tabaco,


pensamientos suicidas y trastornos cardiacos.

Existen dos caminos del duelo traumático.

a) Muerte repentina y/ o violenta.

Suceso que puede destruir el mundo de la persona que se queda.

b) Cualquier pérdida es significativa para personas que tienen relaciones en sus


Vínculos con los que se van, o las cosas que se pierden.
C) DUELO COMPLICADO.

El duelo complicado, como su nombre lo dice, es más difícil, angustiante,


tormentoso, traumático, y es más retardado debido a las circunstancias en como
ocurre la muerte.

Muerte súbita y no anticipada, especialmente si es traumática, violenta o


desfigurativa.

-Muerte por enfermedad extremadamente larga.

-Muerte de un niño.

-Muertes por causas que la gente percibe como evitables.

-Muerte por enfermedad psiquiátrica.

-Pérdidas múltiples o acumuladas.

-Relación previa dañada con el fallecido marcada por el enfado, ambivalencia o

marcada dependencia.

-Cuando el doliente percibe falta de apoyo.

D) DUELO ENMASCARADO.

El sobreviviente puede llegar a desarrollar síntomas similares a los que


experimentó la persona querida antes de morir.

Para evaluar y descartar que el paciente pueda o no entrar en esta categoría,


es importante que el médico tratante pregunte por los síntomas del fallecido.

Hay que mencionar que el proceso de duelo incluye cambios significativos en

actitudes, pensamientos y comportamientos del doliente.


E) DUELO PATOLÓGICO.

El duelo patológico puede manifestar diferentes variantes, y éstas suelen ir


desde ausencia o retraso en su aparición hasta el duelo excesivo intenso y
duradero, adoptando ideas suicidas o síntomas psicóticos, deteniendo de ésta
forma su proceso o regresando a alguna etapa anterior.

Es un proceso largo en el que la cicatriz de la herida nunca llega a sanar.

Las personas que experimentan una pérdida repentina, violenta o


catastrófica, tienden a sufrir un duelo mayormente patológico, y pueden sentirse
responsables, sobre todo si mantenían una relación de intensa ambivalencia o
franca dependencia con el fallecido.

F) DUELO ANTICIPADO

El duelo anticipado. Se expresa por adelantado, cuando una pérdida se


percibe como algo inevitable, y termina cuando ésta se produce.

El duelo anticipado puede aumentar o disminuir en intensidad cuando la


pérdida parece inminente.

En periodos como este se cuenta con la oportunidad de preparación


psicológica para la pérdida, esto no quiere decir de ninguna manera que el dolor no
existe.

En casos como cuando la muerte esperada se demora, el duelo anticipado


llega a extinguirse y el individuo expresa pocas manifestaciones agudas de duelo
cuando ocurre el momento.

2.2 FASES DEL DUELO

Antes de Elisabeth Kubler-Ross, una de las ponentes más reconocidas en


tema de duelo, Bowlby describió 4 fases o etapas del duelo.
Fase 1: Desconcierto, aturdimiento, embotellamiento

Esta etapa del duelo suele ser breve (horas, días), y funciona como un
mecanismo de defensa. Implica un shock de irrealidad. Aparece la sensación de no
sentir, de no pensar. También aparece estrés físico durante esta fase, que puede
resultar en síntomas somáticos. Las verbalizaciones más frecuentes son “Esto es
imposible”, “Esto no puede estar pasando”, “Seguro que es un error”. Se niega lo
ocurrido como una forma de darnos más tiempo para ir procesando la pérdida.

Si no progresamos hacia la siguiente fase nos va a costar mucho aceptar y


entender nuestras emociones, así como expresarlas. Vamos a “cerrarnos”
emocionalmente.

Fase 2. Tristeza profunda y anhelo-búsqueda

En esta fase ya somos conscientes del vacío que ha dejado la pérdida. El


futuro que nos imaginamos ya no es posible. En esta fase del duelo buscamos el
confort que solíamos tener con la persona que nos ha dejado, e intentamos llenar
ese vacío de su ausencia. Puede que sintamos preocupación por la persona, y
seguimos identificándonos con ella, buscando recordatorios constantes y formas de
estar más cerca de ella.

Una vez que nos hemos enfrentado a la realidad aparecen emociones


intensas, como pena, dolor, miedo, ira, culpa y resentimiento. Es natural sentirse
frustrado e irascible. Esa ira puede dirigirse hacia uno mismo, hacia los demás,
incluso hacia el ser querido por habernos abandonado. Racionalmente sabemos
que no podemos culparla pero emocionalmente estamos enfadados. Y al mismo
tiempo nos sentimos culpables por estar enfadados.

También es posible que nos digamos “¿Qué habría pasado si…?” “Debería
haberlo hecho mejor…”, “No le cuidé lo suficiente”
Si nos estancamos en esta fase, según Bowlby, vamos a pasar nuestra vida
intentado llenar ese vacío de la pérdida y teniendo en nuestra mente de forma
constante a ese ser querido.

Fase 3. Desorganización-Desesperación

En esta fase del duelo se toma conciencia de la pérdida y aceptamos que


todo ha cambiado y no volverá a ser como era o como nosotros imaginábamos, de
lo que la pérdida implica en nuestra vida. Aparecen síntomas depresivos como la
apatía y desinterés, tristeza sostenida, soledad, fragilidad física y falta de objetivos.
Se siente como si la vida nunca va a mejorar o va a volver a tener sentido sin la
presencia del fallecido. Puede que incluso alejemos a los demás de nosotros.

Si no superamos esta etapa continuaremos consumidos en la tristeza, la


depresión, y nuestra actitud ante la vida va a ser negativa y sin esperanza.

Fase 4. Reorganización-Recuperación

Esta es la última fase del duelo. Es cuando la fe en la vida comienza a


recuperarse. En ella se acepta la realidad de la pérdida, pero reaparece la
esperanza y la adaptación a la realidad, nuevos objetivos, nuevas relaciones. Poco
a poco te empiezas a reconstruir y te das cuenta de que la vida puede ser positiva
después de la pérdida. Se reestablece la confianza lentamente. En esta fase el
duelo no se ha ido del todo, pero la pérdida retrocede a una parte escondida de la
mente, donde continua influyéndonos pero no está en la primera línea.

Posterior a Bowlby, Elisabeth Kubler-Ross, menciona cinco fases durante el


duelo. Frente a la vivencia de una pérdida, se establece el proceso de duelo, el cual
nos proporciona reconocer el evento para superar la ausencia que conlleva a la
aceptación, liberándonos de la sensación de dolor y angustia.

La Dra. Elizabeth Kübler - Ross, pionera en tanatología, afirma que ante una
pérdida, el proceso de duelo atraviesa por diferentes etapas.
1.- NEGACION. Es la negación contra el dolor. Durante la primera etapa del
duelo, uno se opone a aceptar la idea de alguna pérdida o que se tiene una
enfermedad mortal. El solo hecho de pensar en ello nos da miedo y angustia. Es
una forma de evadir la realidad.

La negación de la pérdida puede funcionar como un amortiguador después


de una noticia tan impresionante o inesperada como ésta. Es necesario pasar por
esta fase para suavizar el dolor.

2.- IRA O RABIA. Esta segunda fase sustituye la negación por los
sentimientos de rabia, coraje, envidia y resentimiento; aquí surgen todos los
"porque".

La ira y la rabia se presentan como protagonistas en ésta etapa,


convirtiéndola en una etapa difícil, tratando de encontrar culpables, no importa qué
o quién. También es un mecanismo de defensa ante la necesidad de afrontar la
pérdida.

3.- PACTO O NEGOCIACION. En esta tercera etapa, la razón que nos


mueve a negociar es porque aún no aceptamos la pérdida, no hemos sido capaces
de afrontar la verdad, y deseamos llegar a algún acuerdo para cambiar el rumbo de
las cosas. A cambio de evitar nuestra pérdida estamos dispuestos a hacer o dar
algo a cambio.

La mayoría de las veces, el pacto se hace con Dios.

4.- DEPRESION. Se llega a esta etapa de depresión, después de haber


pasado por las anteriores. En esta etapa predomina la tristeza y desesperanza,
acompañada de ansiedad, miedos y culpa, predomina el sentimiento de soledad.

Es un dolor tan grande que resulta difícil encontrar consuelo, duele en el


cuerpo y en el alma.
Se disminuye la energía y ánimo para realizar cualquier acción.

Si se enfrenta esta etapa y se enfrenta el dolor que consigo lleva, será más
fácil aceptar la realidad.

5.- LA ACEPTACION. Finalmente se Llega a la aceptación cuando todas las


demás se han experimentado.

Una vez que se ha hecho y sentido todo el dolor posible no se sentirá abatido
ni desesperado por su destino.

Se va imponiendo la aceptación más no la felicidad, es como si el dolor no


existiera más.

En esta etapa se comienzan a sentir de nuevo ganas de realizar todas las


actividades a las que se está acostumbrado, bailar, correr, escuchar música etc.

No hay tristeza, miedos o culpas. Comienza a sentirse cierta paz.

Empieza a fluir, la vida se va imponiendo.

Se empieza la reestructuración. La pérdida se resignifica en algunas ocasiones…


“Es precisamente en la crisis donde surge la creatividad”
No se transita por estas etapas de modo lineal por lo que no a todos se les
van a presentar las etapas en este orden. Es común que la persona por ejemplo,
pase de la tercera etapa a la segunda y después a la cuarta para regresar
momentáneamente a la tercera.

Jorge Bucay estableces las siguientes etapas:

1.- Etapa de la incredulidad.-

Aunque la muerte sea una muerte anunciada, hay un momento en el que la


noticia produce un shock. Hay un impasse, un momento de negación y
cuestionamiento en el que no hay ni dolor; la sorpresa y el impacto nos lleva a un
proceso de confusión en el que no entendemos lo que nos están diciendo. Entre
mas inesperada sea la muerte, la confusión y la incredulidad serán mas profundas
y duraderas. Esta etapa puede durar unos minutos, unas horas o días como sucede
en el duelo normal, o puede volverse una negación tóxica.

2.- Etapa de la regresión.-

Es la explosión dolorosa. Una vez que el estado de incredulidad ha pasado,


se conecta con la realidad y al momento de hacerlo el dolor que invade a la persona
es demasiado. Uno llora como niño, patalea, grita. Las emociones afloran sin control
evitando la comunicación con los demás.

3.- Etapa de la furia.-

Es ira, a veces muy manifiesta y a veces muy disimulada, y esta se dirige a


quien se considera los responsables de la muerte, con Dios, con la vida, con el otro,
con el que se murió. No importa cual sea el destino de la furia lo importante es que
alguien tiene la culpa de este sentimiento de abandono del cual soy objeto. Es
precisamente esta furia la que nos sitúa en la realidad, precede y prepara al cuerpo
para la tristeza.
4.- Etapa de la culpa.-

Nos sentimos culpables por habernos enojado con el otro, culpables con
Dios, culpables por no haber evitado que muriera (si yo hubiera, debí haber, si yo
no hubiera...) Decretamos que en nuestras manos existía la posibilidad de evitarlo,
pero esa omnipotencia solo es para defendernos de que en realidad somos
impotentes. Dirijo hacia mí el resentimiento por no haber evitado la muerte y me
culpo de aquello que no hice y tuve la oportunidad de hacerlo. Esta culpa se va
desvaneciendo poco a poco, de lo contrario el duelo se estancaría.

5.- Etapa de desolación.-

Esta etapa es la de la verdadera tristeza. Aquí esta la impotencia, el darnos


cuenta que no hay nada que podamos hacer, que el otro esta muerto y que eso es
irreversible. Se experimenta la soledad, la soledad de estar sin el otro, con los
espacios que ahora quedaron vacíos. Nos damos cuenta de que las cosas no
volverán a ser como eran. Es la etapa de la tristeza que duele en el cuerpo, la etapa
de la falta de energía, de la tristeza dolorosa y aplastante. Puede ser que se tengan
sensaciones y percepciones extrañas -pseudo alucinaciones-. Es fuerte pasar por
estos momentos y muchos llegan a asustarse. Lo malo de esta etapa es que es
dolorosa, desesperante, inmanejable. Lo bueno es que pasa, y mientras pasa,
nuestro ser se organiza para el proceso final.

6.- Etapa de la fecundidad.-

Se empieza a salir de la desolación, es hacer algunas cosas dedicadas a esa


persona, es transformar esa energía ligada al dolor en una acción. Es la
reconstrucción de lo vital.

7.- Etapa de la aceptación.-

Es la última etapa. Consiste en separarse, discriminarse de la persona que


murió. Asumir que esa persona murió y yo no. Resituarse en la vida que sigue.
Aceptar es interiorizar, me doy cuenta de lo que esa persona me dio y no se llevó
con ella. Se supera pero no se olvida. Cuando el proceso es bueno las cicatrices ya
no duelen y con el tiempo se mimetizan con el resto de la piel y casi no se notan,
pero están ahí.

Surge de manera más recientemente en México la propuesta del Dr. Polo


Scott de una Tanatología del siglo XXI (2004) que nos habla de las siguientes
etapas:

1. Desorganización aguda del YO

Una vez que sucede una pérdida significativa se presenta una crisis en las
estructuras mentales de la persona (YO), esta crisis regularmente es producto de
una circunstancia que se caracteriza por su brusca aparición, por lo tanto, la persona
no está preparada para recibir el impacto de la pérdida.

a) Incredulidad: Al conocer la noticia la persona niega o pone en duda la


posibilidad de la perdida. Esta negación se produce como consecuencia
de que la persona no está lista para asimilar el dolor que le produce el
acontecimiento que súbitamente se está presentando.
b) Parálisis: La noticia produce un momento en que se entra en impasse. Es
un momento de encrucijada en que se encuentra la persona, en ocasiones
podemos encontrar personas que no recuerdan lo que sucedió en algunos
momentos relacionados con la perdida, que puede ser incluso días.
c) Desensibilización: La persona no está lista para experimentar el
dolor que se produce como consecuencia de la pérdida, el organismo, en
su sabiduría interna se protege, disminuyendo las sensaciones y
emociones displacenteras que se puedan presentar, incluso haciendo que
la persona no sienta dolor alguno.
El proceso de desenbilizacion se produce por los siguientes
mecanismo de protección psíquica.

* Despersonalización. Esta se presenta cuando la persona percibe


que lo que está ocurriendo no le está ocurriendo a ella, como
consecuencia se presenta una disociación en la cual el paciente se
convierte en un observador externo de lo que le está sucediendo.
* Desrealización. Se presenta cuando la realidad es altamente
amenazante para la persona y como consecuencia la percibe como
si fuera un sueño, una pesadilla de la cuál desea despertar.

Estas fases se pueden presentar simultáneamente y en cualquier orden. El


tiempo que dura esta etapa depende de los factores que determinan el duelo y el
tiempo de asimilación de cada persona.

2. Desorganización grave del YO

Es la parte de la crisis en que se puede complicar un duelo, producto de la


incapacidad de la persona para poder expresar sus emociones que se dan como
consecuencia de los introyectos que ha ido recibiendo a través de su vida, los
cuales le indican que expresar emociones en público es malo y que solo lo hacen
personas manipuladoras o que quieren llamar la atención, o cuando las
condiciones para expresarlas no son las más adecuadas, por ejemplo: que cuando
la paciente llora, las personas que la rodean le pidan que ya no llore, que todo va
a estar bien, que todo pasa y esto también pasara, que no deja descansar a la
persona muerta, etc., por lo regular las personas que ocupan estas frases no lo
hacen porque les duela el dolor de la persona en duelo, sino porque los conecta
con sus propios duelos y como consecuencia con sus propios sentimientos, sin
embargo, las emociones generan energía psicofísica que es necesario que se
exprese y una forma de hacerlo es por es por medio de las seudoemociones o
somatizando las emociones en el cuerpo y produciendo enfermedades o
trastornos.
En nuestra sociedad la posibilidad de expresar las emociones es mínima, por
lo que se altera el curso de la homeostasis del organismo y el proceso de duelo.
Recordemos que cada persona tiene un tiempo y un momento de asimilación, al
igual que la etapa anterior, la asimilación de esta etapa dependerá de cada
persona y las fases se pueden presentar dos o más simultáneamente, e incluso
todas a la vez. Que importante es en el trabajo tanatologico permitir que el paciente
exprese sus emociones creando un ambiente de confianza y seguridad

Esta etapa contiene seis fases, estas son:

a) Enojo. Coraje con el otro, con el muerto, con el cuerpo médico, con Dios, con
las circunstancias, incluso con uno mismo, es colocar la agresión fuera de mí para
colocarlo en el otro. Es una emoción displacentera como consecuencia de la
pérdida, se expresa por medio de la agresividad que tiene características
biopositivas o bionegativas. Aclaremos lo anterior, las personas tienen dos formas
de manifestar la agresividad producto del enojo: la primera: biopositiva se realiza
experimentando el enojo y expresándolo sin afectar a terceros ni a su persona,
algunas alternativa de expresión de enojo es ocupando técnicas gestalticas como
la descarga sobre un objeto neutro, silla vacía u ocupando técnicas de bioenerética
entre otras. La segunda: bionegativas surge cuando el enojo sale sin control alguno
de manera brusca e inesperada , y en algunas ocasiones contra personas que nada
o poco tienen que ver con la situación o cuando no se expresa y la persona lo lleva
a su cuerpo provocándose enfermedades.

b) Tristeza. Al percatarse de que hay una pérdida significativa, de que la


persona murió y no regresara. Dejando un hueco que será difícil de llenar, esto en
relación con lo significativo que fue. La tristeza es una emoción displacentera que
en ocasiones se manifiesta con llanto, baja actividad psicofísica, cambio en los
hábitos alimenticios y de sueño entre otros.

c) Culpa. Es una seudoemoción displacentera que se deriva de la creencia


consciente o inconsciente de haber trasgredido reglamentos o normas establecidas,
por lo que se hizo y no fue suficiente o por lo que no se hizo y se pudo hacer y que
necesita ser pagada por medo de un castigo, por lo regular el paciente se somete
ante la culpa. Continuando con el ejemplo: la paciente siente culpa por dejar a sus
hijas sin padre, aunque el padre, por lo que ella comente, ya se había ido antes.
d) Idealización. Se produce como consecuencia de una seudoemoción de
derrota y minusvalía. La idealización es una seudoemoción placentera que
distorsiona las características de la persona, de la relación, de la circunstancias y
que regularmente incrementa o busca nuevos atributos o virtudes que tal vez no
tenía la persona o la relación, es elevarlo y colocarlo en un altar en el caso de que
la persona haya muerto. surge como consecuencia de creer que la persona que se
separo fue derrotado, aunque la derrota y posiblemente la minusvalía produce
sentimientos displacenteros, para contrarrestar esta seudoemoción de la derrota y
minusvalía se ocupan atributos o se incrementan los ya existentes no para el otro,
sino para mí, porque reconociéndolo en el otro lo reconozco en mí.

e) Proyección. Mecanismo de defensa que coloca las necesidades y


sentimientos propios en otra persona para protegerse a si misma del dolor o
sufrimiento que experimentaría si las reconoce en ella como resultado de la pérdida
significativa o del proceso de duelo.

f) Fijación. Son ideas recurrentes e intrusitas que la persona no puede


controlar y que constantemente ingresan en su pensamiento, funciona como un
mecanismo de defensa que busca que la persona olvide lo significativo de la pérdida
y que esta acentuado por los sentimientos de culpa, de tal forma, que para evitar
los sentimientos de culpa se presenta la fijación que es no poder dejar de pensar en
la persona, relación o en los acontecimientos que originaron la pérdida.

3. Reorganización.

Restablecimiento de las estructuras mentales y superación de los acontecimientos


que provocaron la crisis. Consta de dos fases:

a) Reconocimiento. Es la creencia consciente que se produce dentro del proceso


de duelo como la asimilación de la pérdida y de que ha llegado el momento de
reiniciar las actividades que quedaron pendientes o nuevas actividades para seguir
siendo funcional, es admitir la pérdida en su justa dimensión.
b) Aceptación. Admitir que la pérdida se suscito y que no hay marcha atrás es
separarse y despedirse definitivamente de la persona, relación, circunstancia,
mascota u objeto. Es empezar a recordar sin que la persona sienta carga emotiva.

4. Reubicación del sistema.

Producto de la pérdida el sistema se ve alterado, esta alteración del sistema


requiere en algún momento de un ajuste, dado que la persona que se separa del
sistema desempeñaba funciones que no se pueden dejar de realizar y que
probablemente realicen oras personas, de igual manera sucede con las relaciones
las cuales serán sustituidas, por otro tipo de relaciones. Cuando el yo esta listo
realiza los ajustes necesarios para cubrir el hueco que dejo la pérdida, En esta etapa
se identifican las ganancias de la pérdida.

Estas etapas consideran, de forma general los momentos por los que pasa
una persona como respuesta a una pérdida significativa, no olvidemos que el duelo
es un proceso y no un hecho aislado, y como consecuencia requiere de un tiempo
de asimilación que estará en función de cada persona y no en función de tiempos
predeterminados. Otra aportación de estas etapas es la flexibilidad que presentan,
principalmente en las etapas de desorganización aguda del yo y desorganización
grave del yo, ya que sus fases se pueden presentar en cualquier orden e incluso
varias a la vez, además que estas fases pueden estar interrelacionándose
continuamente.

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