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CUERPO Y MENTE ANTE LA MUERTE VIOLENTA

La muerte es un tema que podría considerarse común y cotidiano dentro del campo de las ciencias
forenses, pero se preguntarán qué tiene que ver la mente dentro de lo físico y sobre todo con la
muerte y el cadáver, máxime si consideramos a este último como una fuente insustituible de
información para despejar las incógnitas dentro de las investigaciones en los casos de muerte
violenta.

El cadáver no puede ser tomado como un ente separado ni únicamente físico, pues en los casos de
muerte violenta, y criminalísticamente hablando, forma parte del "lugar de los hechos" y de los
indicios en el mismo. En virtud de que indudablemente existe un intercambio de información entre
el cadáver, el sitio, el victimario y la víctima, el cual revela lo que pudiera existir en la mente de las
personas en los precisos momentos en que ocurre el deceso, resulta necesario aprender a leer la
simbología que se deja tanto en la atmósfera como en el cadáver mismo.

Asimismo, es importante conocer qué procesos psicológicos y emocionales enfrentan los familiares
y seres humanos que de forma repentina sufren una vivencia tan fuerte como es la muerte violenta
de alguien cercano.

Los profesionales ajenos al ámbito forense, con demasiada frecuencia, ven a éste como algo
denigrante, repugnante y digno de rechazo, debido a que los homicidios, suicidios y accidentes
mortales a veces ocurren en circunstancias llenas de misterio, de miedo, de hostilidad y sobre todo
repletas de una gama de sentimientos y emociones encontradas, por lo cual debemos dar a conocer
el aspecto humanitario dentro del campo forense y la importancia de valorar la mente y el concepto
de muerte que se aplica en estos casos. Es un hecho del conocimiento común identificar a los
profesionales de esta área como personas caracterizadas por una personalidad con rasgos
necrofílicos, aspecto refutable, pues lo que en realidad anima nuestra acción es un interés
necrodúlico, entendido éste como la preocupación científica por cierto objeto de estudio, que es el
cadáver.

Algunos autores especializados en el asunto han clasificado el cadáver como cosa (cosificación) sin
importarles que alguna vez fue una entidad con vida, que pensaba y sentía.

La muerte violenta es aquella que se debe ya sea a un mecanismo suicida u homicida, o a un hecho
accidental —es decir exógeno al individuo—, los cuales ponen en marcha el proceso, así como a una
persona responsable de la misma.

Así pues, la muerte violenta comprende casos cuyo mecanismo de producción es claro y evidente,
con origen físico, mecánico, biológico o químico. Tal es el caso de los accidentes de tráfico (terrestre,
marítimo o aéreo), caídas, precipitaciones, ahorcamientos, y ahogamientos, electrocuciones o
fulguraciones, muertes por armas blancas o proyectiles disparados por armas de fuego.

Aspectos psicológicos de la muerte violenta

La perspectiva psicológica nos permite conocer los procesos mentales a los que se enfrenta un
individuo afectado por una muerte violenta; además del procedimiento físico ya descrito
anteriormente, hay aspectos psicológicos cuyo examen podría explicar los móviles y las
circunstancias de las muertes.

En nuestro país el notable incremento de homicidios, suicidios y accidentes es de significativa


importancia, por lo que se debe indagar la personalidad de la víctima y el victimario, es decir tratar
de entender las motivaciones que los animaban en el preciso momento en que ocurrieron los
hechos, los estados emocionales que inducen a una persona a atentar contra otra hasta incurrir en
homicidio y, en los casos de suicidio, lo que impulsa a tomar la decisión de quitarse la vida o,
inconscientemente, a propiciar un accidente.

En un alto porcentaje, la depresión es un factor desencadenante en las personas que mueren con
violencia; aunque no necesariamente se hayan observado cuadros depresivos clínicamente
significativos previos, sí existen de manera latente estos sentimientos:

1. Tristeza
2. Irritabilidad
3. Enojo
4. Miedo
5. Deseo consciente o inconsciente de morir

Tales emociones pueden encubrirse con un aparente estado de ánimo alegre y tranquilo.

En la práctica diaria se ha apreciado que puede haber causas psicológicas determinantes desde el
punto de vista emocional para que consciente o inconscientemente se origine una muerte violenta;
las más relevantes de ellas son las siguientes:

1. Miedo
2. Desengaños amorosos
3. Pérdidas materiales
4. Dificultades familiares
5. Enfermedades

Las muertes violentas suelen causar grandes sufrimientos a los familiares y llegan a afectar incluso
las relaciones interpersonales.
La forma de enfrentar el proceso de duelo ante un fallecimiento va a depender del estado emocional
y la estructura de personalidad de quien ha perdido a un ser amado y la forma en que éste le fue
arrebatado, pues si cuando existe una muerte natural es factible una pronta recuperación en los
familiares, ocurre lo contrario en los casos de muerte violenta.

Cuando ocurre una muerte violenta, se afecta el estado de homeostasis del grupo social al que el
occiso pertenecía, ya que, ante un homicidio, suicidio o accidente, las primeras preguntas que se
formulan son: ¿por qué?, ¿cómo?, ¿dónde?, interrogantes que causan inquietud e incertidumbre.
Así en los casos de suicidio, la familia del desaparecido siente una tremenda responsabilidad y culpa
por lo ocurrido.

Elizabeth Kübler Ross (1975) es una de las autoras que más estudios han realizado en relación con
los procesos psicológicos tanto mentales como emocionales vinculados con una muerte violenta.
Ella refiere que el individuo pasa por cinco fases al enfrentar la desaparición de un ser querido, las
cuales se intensifican y prolongan cuando la muerte del mismo ocurre en circunstancias violentas.

51Fase 1: Negación

52Al tenerse conocimiento de que un ser querido ha muerto, ya sea porque él decidió quitarse la
vida (suicidio), porque lo asesinaron (homicidio) o porque sufrió un accidente, la primera reacción
natural consiste en decir "no puede ser verdad". En la mente aparece la idea de que se trata de una
equivocación.

53La negación va cargada del sentimiento de angustia, pero funciona como un amortiguador
después de una noticia inesperada e impresionante.

54La negación de los acontecimientos vinculados con una muerte violenta es común durante las
primeras horas y semanas, tanto de los allegados a la víctima como del propio victimario, dado que
es un estado tan angustiante que puede desequilibrar emocionalmente al individuo. La mente utiliza
la negación de los sucesos como un equilibrio para no desorganizarse; este procedimiento se
manifiesta sobre todo en los familiares de las víctimas al recibir la noticia de la muerte, sobre todo
en los casos de suicidio.

55La forma en que la familia y en ocasiones los victimarios enfrentan la muerte violenta va a
depender de la manera en que se sucedan los acontecimientos y la relación que podría existir en los
casos de homicidios entre el autor del homicidio y el occiso, siendo diferente la actitud cuando se
trata de personas conocidas por la víctima.

56Fase 2: Ira

57Es el segundo paso dentro de un proceso de duelo en donde los sentimientos de ira. rabia, envidia
y resentimiento se hacen presentes.
58Después de recibida la noticia, surge en la mente de las personas cercanas a la víctima y al
victimario la pregunta: ¿por qué?, planteada con una gran carga de malestar.

59En !a fase de ira se enfrenta con gran hostilidad y agresividad física al victimario en los casos de
homicidio; es decir, en la familia de la víctima existe el deseo de venganza, de tratar de reparar el
dolor mediante el castigo físico victimario, en el que se proyecta la ira directamente.

60Fase 3: Pacto

61El pacto puede durar breves periodos. Mentalmente es una búsque-aa de aceptación y
entrenamiento de la muerte como algo que no puede posponerse y como algo inevitable. En esta
fase psicológicamente se intenta hacer promesas la víctima.

62En los casos de suicidio, a menudo la familia muestra sentimientos de culpabilidad y en ocasiones
se responsabiliza de los hechos; ante esta circunstancia, y como medio de reparar el daño, se
formula una promesa simbólica la víctima en cuanto a evitar en el futuro comportamientos que en
determinado momento la molestaban o le desagradaban.

63Fase 4: Depresión

64Es el enfrentamiento inminente ante la pérdida física del individuo y ante los procedimientos de
descomposición que presenta el cadáver.

65A los sentimientos de depresión se unen el llanto y el desaliento; en la mente de los familiares
sólo existe la imagen de los hechos en los casos en que hayan presenciado la muerte violenta; en
esas circunstancias se aprecia la disminución de las capacidades psicomotrices, desinterés en la vida
y una profunda tristeza.

66Socialmente, ante una muerte violenta la tendencia común consiste en tratar de brindar ayuda
emocional mediante palabras de consuelo e intentar animar a las personas; sin embargo, a nivel
inconsciente lo que se refleja es nuestra propia dificultad para enfrentar la muerte.

67Fase 5: Aceptación

68Ocurre cuando se admite la inevitable realidad y se traduce en cambios dramáticos de ambiente,


la casa, el trabajo, etcétera, los cuales deben irse superando al correr del tiempo. También es preciso
entonces empezar a fijar nuevas metas y horizontes, aprendiendo así a enfrentar la actitud ante la
muerte.

69En el caso de las muertes violentas, es menester que los profesionistas de las áreas forenses
conozcan cada una de las etapas de un proceso de duelo, para poder proporcionar la mejor
orientación e interpretación de los hechos que se investigan, ya que la finalidad esencial ante una
muerte violenta es descubrir la verdad histórica, por lo que las evidencias son instrumentos de lucha
en la búsqueda del lenguaje, la comunicación y enseñanza que dejan los occisos.

70Las pautas psicológicas son de gran apoyo en la investigación, ya que permiten una aproximación
simbólica e interpretativa de la relación de la víctima con el victimario y la estructura de
personalidad de esta última, por lo que no ha de olvidarse que el individuo es un ente biopsi-cosocial
y que no puede ser comprendido si únicamente se analizan algunos de sus componentes.

71El estado emocional que prevalece ante las muertes violentas es de significativa importancia; de
ahí que, por ejemplo, en los casos de suicidio, se deba examinar no sólo el lugar y las evidencias o
los instrumentos empleados, sino los antecedentes emocionales de la víctima y su relación con el
medio ambiente; asimismo, es necesario interpretar tanto los recados póstumos como el mensaje
que pretendieron dar ante su muerte.

72Las expresiones faciales nos permiten interpretar simbólicamente la presencia de mensajes a


través de una mirada tierna, de miedo, de angustia, de desesperación, de tristeza, ante el momento
de la muerte violenta.

73Todos los aspectos que reflejan de una u otra forma el momento previo a la muerte violenta
tienen su apoyo también en los datos criminalísticos; por lo tanto el cadáver es un ser que merece
todo el respeto.

74A las fases psicológicas antes descritas las afecta un hecho que aún no hemos mencionado: la
percepción filosófica de la muerte dentro del contexto religioso.

75En nuestro país, este aspecto está predominantemente inmerso en un contexto judeocristiano,
pero con características muy propias derivadas de la herencia del México profundo o indígena,
transculturación que no sólo se debe observar en el "Día de muertos", sino que influye, en tal forma,
tanto en las fases psicológicas indicadas como en la manera de disponer el cadáver al inhumarlo, al
igual que en el ritual funerario de velación.

76Olvidar lo anterior de nuestra parte sería un error; más aun cuando se trata de "cuerpos sin
identidad", en donde la investigación forense no sólo tiene importancia primordial en la
identificación del cadáver y sus consecuencias jurídicas, sino al seno familiar rendirle un culto
religioso.

77Antes que terminar el presente documento, con una o varias conclusiones, preferimos elaborar y
compartir con ustedes una serie de cuestionamientos.

1. Debemos ver el fenómeno de la muerte sólo dentro del contexto sociocultural, o bien en cada
uno de los tres niveles que constituyen al hombre: biológico-psicológico-sociocultural, como
una unidad indivisible.
2. El proceso de cambio del cuerpo-muerto a cuerpo-cadáver debe considerarse sólo como una
"cosa" u "objeto de estudio", en donde se producen una serie de transformaciones químicas y
biológicas, o bien dentro de un contexto cuyas alteraciones están íntimamente relacionadas
en un modelo de interdependencia.
3. En las muertes violentas, ante una pérdida de vida circunstancial, la reacción de los familiares
es una actitud de desesperación e impotencia o bien de afán de esclarecer técnica y
científicamente lo que las produjo y la forma en que ocurrieron. O debemos considerar a esto
último como un mero formulismo jurídico.
BIBLIOGRAFÍA
AUTORES
Jesús Luy Quijada
Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal
Maura Ramírez González
Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal

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