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Fenomenología y Hermenéutica:

Propuestas para la fundamentación metodológica del Desarrollo


Humano.

Ana María González Garza.

Introducción.
Como disciplina interesada por el estudio e investigación del complejo fenómeno
humano, su proceso evolutivo y su realidad circundante, el Desarrollo Humano se ha
enfrentado a la necesidad de responder a cuestionamientos tales como: ¿Cuál es el método
que permite llegar a descubrir y comprender la complejidad de la naturaleza humana?
¿Como explicar la problemática actual del hombre que se traduce en profundos
cuestionamientos sobre sí mismo y sobre el sentido o sinsentido de la existencia y la razón
o sinrazón del mundo? ¿De qué manera responder a preguntas de investigación
relacionadas con el mundo interno de sentimientos, emociones y experiencias individuales?
¿Cómo describir el proceso de experienciar que se distingue del experimentar por tratarse
de vivencias únicas, irreversibles e irrepetibles? ¿Cómo explicar el fenómeno de la
espiritualidad y la religiosidad? ¿De que forma se puede abordar el estudio de una
cosmovisión que trasciende la materia?
Tratar de responder a estas preguntas a partir de los métodos propios de las
ciencias exactas y las natuales resulta inoperante por encontrarse sujetos a leyes aplicables
a un área limitada de experiencia. Es un hecho indiscutible que para abordar el estudio del
complejo fenómeno humano se requiere de una metodología interdisciplinaria, cimentada
en un sistema teórico que trascienda el cientifismo positivista. Cada día resulta más
necesario el establecimiento de un cuerpo único de verdades definitivas, teóricamente
entretejidas, que vaya más allá de la preferencia del análisis sobre la síntesis y de la
objetividad científica sobre otros modos de acceder al conocimiento; así como de una
actitud abierta que transforme las posturas competitivas y fragmentarias en actitudes de
colaboración, solidaridad y unidad. Se precisa de una nueva concepción de la ciencia como
acción integral que, fundamentada en un saber, no se reduzca a una mera acumulación de
datos; logre unir la sabiduría antigua con la modernidad y recupere el verdadero sentido de
lo humano.

1
El camino para alcanzar este objetivo es largo y sinuoso. Sin embargo, a partir de
principios del siglo IXX se abren nuevos horizontes a la investigación científica con las
propuestas de diversos teóricos y pensadores entre los que destacan: Franz Brentano
(1838-1917) quien propone la noción de intencionalidad como concepto clave para
explicar la estructura de la conciencia; Edmund Husserl (1859-1938) fundador de la
fenomenología y creador del método fenomenológico y Wilhelm Dilthey (1833-1911),
Martin Heidegger (1889-1976) y Paul Ricoeur (1913) como los exponentes más
relevantes de la hermenéutica.
Dada la importancia que la fenomenología y la hermenéutica tienen en lo que se
refiere a la fundamentación metodológica del Desarrollo Humano, así como a los caminos
a través de los cuales se abre la posibilidad de responder a los cuestionamientos
relacionados con el ser (esencia y existencia) del hombre, a continuación se presenta una
breve descripción de estas dos corrientes filosóficas que se entrelazan en la urdimbre de la
subjetividad y la objetividad de la metodología cualitativa.

El Legado de Husserl.
La noción actual de la fenomenología es enunciada por Edmund Husserl, filósofo
alemán, en su obra “Investigaciones Lógicas” (1900-1901). Ésta constituye una propuesta
que se desarrolla en medio de la violenta crisis social e intelectual europea conocida como
“la era de la angustia” que, provocada por una tendencia hacia la rigidez objetiva, conduce
a la inestabilidad y parálisis. A diferencia de Durkheim y Weber que enfrentaron las
restricciones de su época desarrollando teorías de la subjetividad colectiva, Husserl (1930)
intentó, al igual que los pragmatistas norteamericanos, resucitar la creatividad y la
esperanza, afirmando que el orden colectivo se construye a través de la intención y de la
perspectiva individuales.
El Método Fenomenológico tiene como propósito principal “volver a las cosas
mismas”, a “los datos inmediatos”, a “lo dado”, con el fin de llegar a realizar el análisis, la
valoración y la descripción de estos. Desde esta óptica, para poder entender “lo dado¨” en
su totalidad, es necesario describirlo tal y como se presenta a la conciencia. Esto implica
que el investigador asuma una actitud fenomenológica que supone, para quien investiga un
fenómeno, permanecer como mero espectador eliminando todo presupuesto, juicio, interés
particular o deseo, para limitarse a la descripción pura del fenómeno contemplado.

2
Con el objeto de lograr la descripción de aquellos fenómenos que no permiten una
explicación objetiva en el momento, Husserl propone la reducción fenomenológica
también conocida como epoché1, que consiste en “poner entre paréntesis” todo lo no dado
inmediatamente, como por ejemplo, el hecho de la existencia objetiva extramental del
objeto. Asimismo, exhorta al investigador a realizar una segunda reducción a través de la
cual la conciencia pueda llegar a la contemplación de las esencias. Husserl se refiere a las
sustancias o características esenciales de los objetos o seres utilizando la expresión eidos,
razón por la que esta corriente de pensamiento se le conoce como la “ciencia de las
esencias” o “ciencia eidética”. Esto significa que el fenómeno ofrece no sólo lo que se
manifiesta al hombre condicionado por las formas de la intuición y las categorías del
entendimiento -como lo sostenía Kant- sino lo que aparece o se manifiesta en sí mismo, es
decir, como es en su esencia.
A la fenomenología se le distingue también como una ciencia apriorística debido a
que sostiene que la totalidad del saber se genera enteramente por la actividad productora
de la conciencia. Desde la perspectiva husserliana, la realidad se encuentra estructurada
con base en la percepción, por lo tanto, el sentido de la realidad y el sentido de la
estructura surgen de la persona individual y no del mundo mismo como algo dado
automáticamente. En otras palabras, la conciencia crea el mundo que luego se
experimenta. Husserl afirma que aún las cosas cuya objetividad se da por sentada se
encuentran ahí solamente porque queremos o porque hacemos que estén allí. De esta
premisa se desprende el carácter intencional de la conciencia que constituye el postulado
fundamental y la piedra angular de la fenomenología pura o trascendental. Asimismo, este
autor plantea la importancia que tiene reconocer el carácter intencional de la conciencia,
como un movimiento de trascendencia hacia el objeto que hace que éste aparezca o se
presente “... en ‘carne y hueso’ o en ‘persona’ a la conciencia”2.
La pregunta sobre que tan real es la realidad que se percibe constituye el eje de la
teoría husserliana. Ésta afirma y declara una y otra vez la creencia sobre la existencia de
una realidad, así como la convicción profunda de que son los individuos quienes
contribuyen importantemente en la percepción que se tiene de ésta. Husserl acepta la
verdad objetiva de la ciencia sin embargo, sostiene que no puede ser comprendida de

1
Epoché (epojé). Entendida como verbo, significa: detener, verificar, mantener.
2
Citado en: Abbagnano. 1987. p 532.

3
modo extrasubjetivo e impersonal. La fuerza de su teoría se basa en la premisa de que no
es posible partir de la certidumbre de que el mundo existe sin subjetividad, si lo que uno
desea es comprender como se mantiene el status objetivo del mundo.
Como matemático, a la vez que filósofo, este autor acepta que el conocimiento
científico refleja las estructuras reales del mundo externo pero no considera, como los
positivistas, que el conocimiento se desarrolle como un reflejo más o menos directo del
mundo externo sino que éste se deriva de poderes activos y constructivos de la conciencia
y no sólo de la experiencia sensorial. En otras palabras, la realidad no se funda en la forma
en que cada individuo experimenta el mundo, como lo plantea el pragmatismo3 al sostener
que “lo dado” se reduce a cualidades determinadas, o sensibles. Husserl postula que no es
la experiencia del mundo lo que produce el conocimiento sino que éste se aprehende
debido a que, como se ha mencionado anteriormente, es la conciencia la que crea el
mundo que se experimenta. Por lo tanto, el fenómeno no constituye una apariencia de la
cosa misma sino una identificación con su ser. A este respecto Husserl se expresa diciendo:
“El mundo objetivo, el mundo que existe para mí, que siempre ha existido y siempre
existirá para mí, el único mundo que puede existir para mí, este mundo, con todos sus
objetos... extrae su sentido y su situación existencial... de mí mismo” 4.
Desde esta óptica, para llegar a comprender el papel que juega la conciencia
individual en la construcción del mundo es necesario poner en duda la realidad del mundo.
Lo que percibimos del mundo externo, brota de la persona individual, no del mundo
mismo como algo dado automáticamente. Por lo tanto, este pensador se aboca al estudio
de las reglas que sigue la conciencia para que las cosas parezcan reales. Al contemplar la
realidad como una corriente inconexa de acontecimientos atomizados concluye que la
conciencia es la que, a través de las “funciones intencionales productivas” y los
“desempeños ocultos” o inconscientes, transforma esta realidad de tal manera que se
perciben las cosas como auténticas e interconectadas. De aquí se desprende que, la
realidad objetiva se convierte en la imagen de una cosa significativa, objetiva, auténtica e
integrada. La pregunta obligada es ¿cómo actúa la conciencia para combinar los
acontecimientos singulares e inconexos y transformarlos en un todo aparentemente
integrado y ordenado? Para responder a esta pregunta, Husserl sugiere que la conciencia
3
El pragmatismo postula que a través del encuentro psíquico con el mundo (experiencia del mundo) se
percibe directamente la realidad de las estructuras.
4
Husserl. 1960. p. 26.

4
individual tiende naturalmente a sintetizar y combinar los elementos de la realidad y a
establecer conexiones entre las cosas de su ámbito. A pesar de que la percepción de las
cosas es parcial y la realidad puede captarse desde distintos puntos u ópticas según la
situación, la conciencia insiste en establecer conexiones entre las imágenes cambiantes que
percibe del mundo exterior. La mente inevitablemente construye un “horizonte de
referencia”5 a través del cual se hace la conexión inmediata entre las cosas que se ven, las
que se esperan ver y las que podrían verse si se quisiera.
Para Husserl, toda nueva impresión y todo nuevo estímulo externo es una evidencia de un
tipo general de cosa. Por lo tanto, la memoria de experiencias previas constituyen la base
de las nuevas evidencias. Esto significa que la conciencia posee la capacidad para conectar
acontecimientos temporalmente y crear secuencias de estos, generándose con ello una
conexión entre pasado, presente y futuro. La mente construye los ejes del espacio y del
tiempo, haciendo posible que el mundo cobre una objetividad espacial y temporal. Esto
conduce a que, en cada momento de la conciencia, el objeto se convierta en un índice de
expectativas previas, lo que significa que los objetos con los que nos topamos en la
realidad externa tienen para nosotros un status similar, debido a que representan una
multitud de significados que se han aprendido antes por medio de la experiencia previa.
Ante esta afirmación surge la siguiente pregunta: ¿cómo se las ingenia la
conciencia para afirmar y validar esta propuesta? Husserl propone una metodología, hoy
conocida como Método Fenomenológico, que permite centrar el mundo alrededor del
individuo. Para lograr esto es necesario abandonar la actitud ingenua que acepta el mundo
como valido sin la participación humana. Sin conciencia, sostiene Husserl, no existe
intencionalidad, por lo tanto, cuando no hay conciencia los desempeños intencionales en
los cuales todo se origina, permanecen sin explicación alguna.
Como ya se ha mencionado, la técnica por excelencia de la fenomenología
husserliana se conoce como epoché que se divide en tres tipos: 1) fenomenológica que
consiste en la suspención del juicio acerca de la existencia del mundo y/o de los objetos
que se encuentran dentro de éste, 2) trascendental por medio del cual se suspende la
creencia en la existencia propia como ser humano particular y 3) la reducción eidética a
través de la que se transita del mundo de lo real al mundo de lo posible. Sin embargo, con

5
Desde la perspectiva humanista, este horizonte de referencia se contempla como el marco de referencia
interno.

5
el objeto de facilitar que en cada momento de la conciencia el objeto se convierta en un
índice de expectativas previas, dentro del campo de las ciencias sociales, se emplean las
siguientes técnicas: la analogía y el pareo. La primera, consiste en realizar una
transferencia analógica que permita correlacionar la experiencia previa con una percepción
nueva de un objeto 6 que posee un sentido similar. Éste a su vez podrá constituir un
elemento dado para una subsecuente nueva percepción y, el pareo a través del cual la
conciencia aparea cosas con cosas, cosas con personas, personas con personas y personas
con el actor mismo. Esta formación de pares se rige por el principio de identificación. A
partir de estas técnicas, así como de los mecanismos constitutivos de la conciencia, se
puede decir que el mundo objetal es una realización de actos intencionales.

Hermenéutica. El arte de la interpretación.


El término hermenéutica se deriva del griego “hermeneúiein” que significa
expresar, proclamar o enunciar un pensamiento; descifrar, traducir, interpretar o esclarecer
un mensaje o un texto. En pocas palabras, iluminar el entendimiento. Tiene sus orígenes
históricos en la Grecia antigua y atraviesa por distintas épocas a través de las cuales sus
aplicaciones se van ampliando de la interpretación del texto escrito al hablado y al
actuado, así como aquellos que van más allá de la palabra y del enunciado. Hoy en día, la
hermenéutica hunde sus raices en la fenomenología husserliana, así como en el
pensamiento de Dilthey quien amplía su ámbito a las ciencias del espíritu, Heissenberg
para quien la hermenéutica es una ontología en la que lo esencial es el ser y no el hombre,
y Ricoeur que la explica como una filosofía reflexiva dirigida a restaurar el verdadero
sentido que contienen los símbolos de lenguaje. A pesar de la heterogeneidad de
planteamientos de estos pensadores, así como de los grandes y variados ámbitos de
pensamiento de otras figuras destacadas que abordan esta temática, se puede decir que la
hermenéutica supone el esclarecimiento de la verdadera intención y del interés que
subyace bajo toda comprensión de la realidad. Su principal característica no es la
extensión o la medición sino principalmente la intención, es decir, el significado, el valor y
la comprensión subjetiva. En este modelo, la concepción del tiempo es histórica, no
permanece anclada en el presente fugaz que discurre monótonamente instante, tras
instante sino en la intención que se expande hacia el pasado y el presente y se abre hacia el

6
El objeto lo entendía Husserl como la totalidad de la vida social, no sólo física.

6
futuro. El tiempo histórico, expresa Wilber, “... es propio de nuestra historia vital, el
tiempo de la historia del yo es un tiempo preñado de esperanzas e ideales, de planes y de
ambiciones, de objetivos y de fantasías, un tiempo sutil que puede acelerarse o
enlentecerse, expandirse o contraerse, difundirse o concentrarse en función de nuestros
intereses”7.
La hermenéutica es, a la vez, ciencia, método y arte. Ciencia si la entendemos,
siguiendo a Aristóteles, como un conjunto estructurado de conocimientos, en el que los
principios hacen posible la organización del resto de los enunciados. Método en el sentido
de que contiene un conjunto de reglas que rigen la actividad, así como técnicas que
permiten su aplicación y, Arte en tanto que requiere de la creatividad, la intuición, la
lógica, la apertura, el símbolo y la significación para lograr la comprensión de lo
interpretado y así, descubrir el sentido de todo cuanto acontece en la realidad tanto interna
como externa. Guillermo Michel (1996) sostiene que, como arte de la comprensión la
hermenéutica adquiere una importancia decisiva para llegar a descubrir lo esencial de la
existencia humana auténtica en cada parecela de la realidad. Desde esta perspectiva, la
comprensión no se opone a la explicación de los hechos sino que la trasciende al no
quedarse sujeta a la simple descripción de acciones, gestos, movimientos, hazañas o
situaciones.
De aquí se desprende que la tarea del hermeneuta se centra en interpretar y
desvelar el sentido de los mensajes de tal suerte que su comprensión sea posible, evitando
malentendidos y favoreciendo su adecuada función normativa. Para lograrlo, es necesario
apropiarse del espíritu de los textos escritos, hablados, actuados o expresados metafórica,
paralinguística o simbólicamente. Si bien esto resulta una tarea difícil, no es imposible si
nos abrimos al encuentro con una actitud aceptante, empática y congruente. En el
encuentro con el otro, el rostro, la coloración de la piel, la postura corporal, el
movimiento de los ojos y labios, los ademanes, gestos y tics, así como el tono y timbre de
su voz nos comunican la esencia. Los mensajes no verbales trascienden la palabra oral o
escrita. Asimismo, el método hermenéutico requiere delimitar el significado de cada una
de las palabras y símbolos, muy especialmente las “palabras clave” y parafrasearlas con el
objeto de comprobar su sentido y significado.

7
Wilber. 1995a. p. 104.

7
Algunos elementos más que tienen especial importancia en el proceso de
interpretación son: el contexto en el que se ubica el texto y una clara intención de captar y
comprender el todo del que éste forma parte. Un ejemplo vivo y actual es que tanto Bush
como Hussein proclaman que “su causa es justa, moral, liberadora y santa”. Descifrar,
comprender y traducir este mensaje implica conocer no sólo el contexto en el que se
expresa sino la situación existencial de cada individuo, los distintos estilos de significación,
los valores simbólicos cargados de afectividad y los mitos que la sustentan.
Michel sostiene que “...el problema fundamental de toda hermenéutica es el de la
comprensión (...) Comprendo algo –o a alguien- cuando, en un movimiento cargado de
todas las energías, intelectuales y afectivas de que dispongo en un momento determinado
(aquí y ahora), me sumerjo en él y lo ‘miro’ desde dentro, en su ser único, insustituíble e
irrepetible. De esta manera, cada ser singular (...) así como cada proceso histórico... –es
comprendido en la totalidad- en su contexto- a partir de lo singular”8.

Conclusión.
Uno de los retos que el Desarrollo Humano ha tenido que enfrentar, en su
búsqueda incansable de una metodología que respondan a sus características y principios
particulares, se centra en la necesidad de integrar dos mundos -que en el campo de la
investigación científica aparecen como opuestos-: el de la subjetividad y el de la
objetividad. El DH, sin rechazar o ignorar la importancia que tiene el método empírico
analítico para el estudio y la explicación objetiva de los fenómenos externos: biológicos,
conductuales y de comportamiento humano, requiere de otros métodos a través de los
cuales se logre llegar al descubrimiento, la descripción y la comprensión de los estados
internos propios de la naturaleza humana. Por lo tanto, consideramos necesario honrar
ambas aproximaciones ya que resultan de vital importancia al ofrecer dos abordajes
diferentes, pero complementarios, al estudio y comprensión del fenómeno humano.
El método fenomenológico y la hermenéutica, como su hija predilecta, ofrecen al
Desarrollo Humano una fundamentación teórica y metodológica que le permite realizar la
integración de dos reinos: el de la interioridad (yo subjetivo) y el de la exterioridad (ello

8
Ibid. P.70.

8
objetivo). En ese sentido, el sujeto y el objeto se constituyen como las dos caras de una
misma moneda: la realidad.
Cada uno de estos mundos presenta a su vez dos escenarios: el individual que
incluye la polaridad yo-subjetivo/ello-objetivo, y de la colectividad que comprende el yo-
intersubjetivo y ello-interobjetivo. Desde esta perspectiva se desprende que la
metodología necesaria para abordar el estudio del ser humano requiere tanto de la
observación objetiva de los fenómenos como de la interpretación subjetiva de éstos. En lo
que se refiere a los estados internos la prueba de validez no descansa en la concordancia
entre una determinada aseveración y los hechos externos sino en la veracidad, la honradez
y la sinceridad de las declaraciones que se comunican a través del diálogo, con el objeto
de dar a conocer la fenomenología de estos estados es decir, lo que se vive, se
experimenta, se siente o se imagina. Asi mismo, en lo que se refiere al mundo de la
colectividad, la veracidad depende de la adaptación de las mentes individuales a la esfera
intersubjetiva de los significados que implica reconocer y respetar al otro o a los otros a
partir de la rectitud, la justicia, la bondad y la imparcialidad.
Para terminar, consideramos conveniente resaltar la importancia que tiene que el
investigador asuma una actitud fenomenológica que supone, para quien investiga un
fenómeno, permanecer como mero espectador. Por lo tanto, -como lo afirma Michel- “...
hay que estar atento a lo que nos ocurre para aprender a percibir –con pleno
conocimiento-. Es necesario además aprender a plantearnos preguntas existenciales, ésas
que surgen de cada situación vivida en plenitud, a sabiendas de que nunca encontraremos
la respuesta definitiva. Pero no importa, basta con encontrar algunas pistas, algunas
veredas, para seguir haciendo caminos al andar –como aconseja Machado-”9.

Referencias bibliográficas.
Abbagnano, Nicola. (1987). Diccionario de filosofía. México: F.C.E.
Coreth, Emerich. (1972). Cuestiones fundamentales de hermenéutica. Barcelona: Herder.
Einstein, A. (1934). On scientific truth. En Essays in Science. Nueva York. Philosophical
Library.
Husserl, E. (1960). Cartesian meditations. La Haya: Martinus Nijhoff.
Michel. (1996). Una introducción a la hermenéutica. Arte de espejos. México: Castellanos
Editores.
Teilhard de Chardin, P. (1966). Génesis de un pensamiento. Madrid: Taurus. (3a. Ed.).
9
Michel. 1996. p.172.

9
Teilhard de Chardin, P. (1967a). El fenómeno humano. Madrid: Taurus. Texto original: Le
Teilhard de Chardin. P. (1967). El porvenir del hombre. Madrid: Taurus. (3a. Ed.)
Wilber, K. (1987). (Editor). Cuestiones cuánticas. Escritos mìsticos de los físicos más
famosos del mundo. Barcelona: Kairós.
Wilber, K. (1995a). Después del eden. Una visión transpersonal del desarrollo humano.
Barcelona: Kairós.

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