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Estos son los 9 efectos que el

alcohol tiene en el cerebro a corto


y largo plazo
El hecho de que las bebidas alcohólicas gocen de aceptación social no
implica que no nos dañen.
por Isabel Rovira Salvador

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Debido a la gran cantidad de funciones y a la sensibilidad de este a los cambios,


el cerebro es uno de los órganos corporales más afectados por el consumo de
alcohol. Este consumo es capaz de alterar cualquier función cerebral, incluyendo
el raciocinio, las emociones y el juicio.

A pesar de que cada persona tolera esta sustancia de foemas diferentes existen
una serie de efectos del alcohol en el cerebro que todas las personas
experimentan en mayor o menor medida. A continuación se explicarán cuáles
son estos efectos y su gravedad.

 Quizás te interese: "Beber alcohol durante la adolescencia modifica el


cerebro"

Diferencias individuales de los efectos del alcohol


Es más que conocido que el consumo de alcohol, tanto ocasional como
recurrente, puede ocasionar numerosos efectos en el cerebro. Cuando este
consumo es excesivo, debido a problemas de alcoholismo, este puede llegar a
ocasionar deterioros irreversibles a nivel cerebral.
No obstante, aunque existan patrones comunes, las consecuencias derivadas del
consumo de alcohol no son las mismas para todas las personas; existiendo
considerables diferencias según la edad, el sexo o el peso.

A continuación enumeran una serie de factores que determinan tanto la forma


como el grado en que el alcohol afecta al cerebro:

 Asiduidad con la que la persona consume alcohol.


 Edad en la que inició en consumo de alcohol y duración del consumo.
 Edad actual de la persona.
 Nivel de educación.
 Sexo.
 Antecedentes genéticos.
 Historial familiar de alcoholismo.
 Exposición prenatal al alcohol.
 Estado de salud a nivel general.
 Efectos del alcohol a corto y a largo plazo.

El alcohol tiene la capacidad de comenzar a generar efectos sobre el organismo,


por leves que sean, ya desde el primer trago. Todos estos efectos que provoca a
corto plazo se intensifican y conservan en el tiempo a medida que el consumo se
vuelve más y más frecuente.

Efectos del alcohol en el cerebro a corto plazo


Los primero efectos que puede experimentar una persona que ha consumido
alcohol en cualquier dosis incluyen alteraciones motrices, dificultades para
caminar, lentitud en los tiempos de reacción o habla difusa.
Asimismo, existen una serie de consecuencias más graves que aparecen entre los
primeros momentos del consumo de alcohol hasta pasadas horas o incluso días
tras su ingesta. Estos efectos son los siguientes.

1. Cambios emocionales
El consumo de alcohol conlleva una serie de desequilibrios en la química
cerebral que afectan tanto al comportamiento, como a los pensamientos,
sentimientos y emociones. Estas perturbaciones en la química del cerebro
favorecen la aparición de cambios emocionales como ansiedad, depresión o
agresividad.

A pesar de que tradicionalmente, la personas han utilizado el alcohol como un


medio para desinhibirse, para sentirse relajados o incluso para ser más sociables
y extrovertidos; la ingesta excesiva de alcohol tiende a transformar estas
emociones en ansiedad, agresividad y tristeza o depresión a corto plazo.

 Quizás te interese: "Diferencias entre las emociones y los sentimientos"

2. Lapsos de memoria
La ingesta del alcohol puede llegar a producir pequeños deterioros en el
hipocampo. Este deterioro se manifiesta a través de lapsos en la memoria, los
cuales pueden presentarse solamente unas horas después de haber
consumido pequeñas cantidades de alcohol.

No obstante, cuando este es ingerido en grandes cantidades, con el estómago


vacío y en cortos períodos de tiempo la persona puede llegar a experimentar
olvidos de intervalos de tiempo más amplios o incluso sucesos completos.
3. Pérdida de conocimiento
Los síncopes o pérdidas de la conciencia por breves períodos de tiempo son
habituales en aquellas personas que beben grandes cantidades de alcohol de
manera muy rápida. Esta rapidez en la ingesta hace que los niveles de alcohol en
sangre aumentan vertiginosamente, provocando desfallecimientos y pérdidas de
conocimiento.

4. Impulsividad
Consumir alcohol tanto en pequeñas como en grandes dosis, puede interferir en
las conexiones del córtex prefrontal del cerebro. Esta zona es la encargada de
mediar en la impulsividad de la persona, así como en la organización de su
comportamiento.

Cuando los niveles de alcohol en sangre comienzan a aumentar la persona es


susceptible de experimentar comportamientos impulsivos que seguramente nunca
hubieran llevado a cabo en condiciones de sobriedad.

No obstante, al igual que los cambios en la agresividad, estas alteraciones


dependen también de la predisposición o el carácter de la persona. Es decir,
una persona que tiende a ser agresiva o impulsiva en situaciones normales será
mucho más susceptible de sufrir estos efectos, o los experimentará con mayor
intensidad, que una persona que tiende a ser calmada.

 Quizás te interese: "Corteza prefrontal: funciones y trastornos asociados"

Efectos a largo plazo


Como se comenta anteriormente, cualquiera de los efectos del alcohol a largo
plazo puede llegar a mantenerse en el tiempo cuando el consumo pasa de ser
puntual a ser recurrente. Algunos de estos efectos a largo plazo son los
siguientes.

1. Desarrollo de trastornos emocionales


El consumo excesivo de alcohol está muy relacionado con ciertas enfermedades
y trastornos emocionales como la depresión o la ansiedad.

Esto es debido a que ingerir bebidas alcohólicas con asiduidad altera los niveles
de serotonina del cerebro, concretamente tiende a disminuirlos. El descenso en
los niveles de este neurotransmisor encargado de regular el estado de ánimo
favorece la aparición de todo tipo de trastornos emocionales en la persona.

 Artículo relacionado: "Serotonina: 6 efectos de esta hormona en tu cuerpo y


mente"

2. Limita el desarrollo cerebral en adolescentes


Cada vez en más habitual el consumo en edades tempranas, sobre todo durante la
adolescencia. Este consumo que se realiza de manera social puede acabar
interfiriendo en el correcto desarrollo cerebral de los jóvenes.

Como consecuencia de estas variaciones, el adolescente pueden llegar a


desarrollar déficits trascendentales en la recuperación de la información verbal y
no verbal y en el funcionamiento viso-espacial.

Asimismo, dado que durante esta etapa el cerebro no está completamente


desarrollado, los adolescentes consumidores de alcohol están mucho más
expuestos a la hora de desarrollar dificultades de aprendizaje y de memoria.

3. Destrucción de neuronas
Además del freno del desarrollo cerebral durante la adolescencia, el consumo de
alcohol también afecta al desarrollo neuronal en la edad adulta.

Durante esta etapa, el consumo de altas dosis de alcohol impide el crecimiento de


nuevas células y reduce en número de neuronas del cerebro en ciertas áreas de
este. Sin embargo, estos daños son más visibles en zonas concretas de estas
células nerviosas: los axones, prolongaciones que forman el cableado del
sistema nervioso.

4. Daños en el hipocampo
Como se describe anteriormente, la destrucción de neuronas puede llegar a
ocasionar un serio deterioro en el hipocampo. Esta región cerebral es la
encargada de intervenir en el almacenamiento de memoria, por lo que una serie
de borracheras frecuentes o una adicción al alcohol puede dañar el cerebro de
forma permanente, alterando la capacidad para memorizar.

Este déficit en el almacenamiento de la memoria puede llegar a conservarse


incluso una vez superada la adicción al alcohol.

 Artículo relacionado: "Hipocampo: funciones y estructura del órgano de la


memoria"

5. Psicosis
Una adicción extrema al alcohol puede llegar a generar un estado o trastorno de
psicosis en la personas, la cual experimenta todo tipo de alucinaciones,
paranoias e ilusiones.
Asimismo, si una persona con un largo historial de alcoholismo interrumpe de
forma abrupta el consumo de alcohol puede desarrollar un síndrome de
abstinencia al alcohol, también conocido como “delirium tremens”.

Este síndrome ocasiona una hiperestimulación del sistema


adrenérgico, causando cefaleas, agitación constante, temblores corporales,
náuseas y vómitos, alucinaciones e incluso la muerte.

6. Síndrome de Wernike-Korsakoff
La adicción al alcohol provoca, en un 80% de los casos, una deficiencia de
vitamina B1 o tiamina. Esta mengua en los niveles de tiamina es un factor de
riesgo a la hora de desarrollar el síndrome de Wernike-Korsakoff.

Esta afección se distingue porque la persona presenta simultáneamente una


encefalopatía de Wernike y en conocido síndrome de Korsakoff. Ambas
enfermedades tienen su origen en la falta de esta vitamina.

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