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La definición de conflicto que se desprende en los ejemplos citados por el autor van
encaminados en todo aquel elemento influenciado por el poder proveniente de
circunstancias sociales que llevan a la confrontación entre el bien y el mal, el
conflicto es el resultado del choque entre el maligno y lo heroico y esto no es más
que una serie de impulsos que lleva a una persona a hacer el mal; o actuar en favor
de personas o ideales sin esperar retribución alguna.
Las fuerzas situacionales tienen más poder del que pensamos para conformar
nuestra conducta en muchos contextos. La psicología social, según la perspectiva
del investigador, ofrece pruebas fehacientes de que el poder de la situación puede
más que el de la persona en algunos contextos. Pero estudiar estas conductas
censurables “exige una comprensión de las fuerzas, las virtudes y las
vulnerabilidades, que aportan estas personas o grupos a una situación dada. Luego
debemos reconocer plenamente el conjunto de fuerzas situacionales que actúan en
ese contexto conductual”
Lo contrario ocurre con la fuerza disposición que tiene que ver más con nosotros
mismos no con nuestro entorno, la actitud con la que enfrentamos cada situación.
Los conflictos son algo habitual en las relaciones interpersonales, pues cada
persona tiene su idea y visión del mundo. Esto puede causar diferencias que van
más allá de las simples discrepancias.
Los autores tanto del texto guía “Las emociones en la negociación” como en “El
efecto Lucifer” nos dejan claro que las emociones son intensas y que siempre están
presentes y es difícil manejarlas, aquí ellos nos dicen que los seres humanos
tenemos diferentes tipos de sentimientos cuando nos relacionamos los unos con los
otros, de esta manera las emociones pueden ser un activo importante para
conseguir unos objetivos. También se trata de encontrar méritos en lo que los otros
piensan, sienten o hacen y manifestarlo una expresión sincera de aprecio puede ser
la mejor manera de que una persona satisfaga muchas de las expectativas básicas
de la otra.
Bajo presión y ante la necesidad de formar parte de un grupo, los límites se pueden
desdibujar y un bondadoso se torna malvado.
CONCLUSIONES
- La maldad consiste en obrar deliberadamente de una forma que dañe, maltrate,
humille, deshumanice o destruya a personas inocentes, o en hacer uso de la
propia autoridad y del poder sistémico para alentar o permitir que otros obren así
en nuestro nombre
- "La probabilidad de hacer mal se encuentra cien veces al día; la de hacer bien
una vez al año".
- En contraposición se encuentra el héroe accidental: Zimbardo investiga también
el proceso inverso a la causa de detonación del mal. Lo que él llama "la
imaginación heroica", que provoca que cuando llega el momento en que otros
opten por el mal o la indiferencia, estos elijan actuar por otra persona o ideal sin
nada a cambio. "Crear una generación de esos héroes normales es nuestra
mejor defensa contra el mal".
- El efecto Lucifer solo puede ser contrarrestado con determinación. Una
educación de valentía, que afiance el poder de la individualidad, con capacidad
reflexiva para sobreponerse a la imposición de lo colectivo cuando de actos
violentos y malvados se trata y de proporcionar el coraje para contrarrestar la
marginación que produce el hacerlo.
- Las personas, siendo esencialmente sociales, crean redes y jerarquías al
interactuar, que pueden diluir el pensamiento individual, donde el ‘nosotros
contra ellos’ se aprecia como normal.