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Se conocen desde hace tiempo que los niños tienen una mayor predisposición a las
crisis convulsivas que los adultos.
1. Crisis generalizadas
a. Crisis generalizadas convulsivas:
Ausencias tónicas con pérdida del tono muscular y abatimiento de la cabeza y/o de los
músculos de los miembros inferiores; ausencias con automatismos simples o complejas
(palpitamientos, frotamiento de las manos) ausencia con fenómenos vegetativos
(ausencia con enuresis ausencia vasomotora).
Las manifestaciones clínicas que las acompañan pueden ser tónicas clónicas en
Clouseau tonicoclónicas la pérdida de conciencia es inmediata cosa que no ocurre en
la crisis parciales.
A veces este tipo de crisis tienen tendencia a durar y a repetirse, organizándose como
estado de mal con la alteración de la conciencia y elevación térmica. No es raro que tras
la resolución del estado de mal persista una hemiplejia definitiva.
2. Crisis parciales
Este tipo crisis son de difícil observación y para ser analizada exigen el uso de técnicas
de activación como sueño o activación cardio sónica o de registro de larga duración.
Estas epilepsias pueden verse en todas las edades, pero afectan sobre todo a niños y
adolescentes. Son frecuentes manifestaciones neurológicas (hemiplejia) o
neurradiologicas (atrofia unilateral o localizada) en relación con el lugar de la lesión
epileptogena.
3. Estado de mal
Se caracteriza por presentar crisis repetitivas. Pueden describirse tantas variedades de
estado de mal como variedades de crisis existentes.
Crisis convulsivas en las diferentes edades sin prejuzgar la evolución posterior hacia
una forma epiléptica confirmada.
Las crisis convulsivas ocasionales de niños pequeños pueden también ocurrir aparte de
todas estas circunstancias. Han sido frecuentemente observadas convulsiones aisladas
“en frio”, que no tienen continuación y no son seguidas, incluso a largo plazo, de una
epilepsia crónica.
Las crisis son de tipo muy variado. Puede haber de gran mal tonicoclonicas, que a
menudo se generalizan secundariamente. Muy a menudo estas epilepsias se
manifiestan como crisis tónicas de todas las variables atónicas o derrumbamiento
epiléptico, mioclonicas masivas y bilaterales (espasmos en flexión).
Estas comienzan en la infancia, persistiendo rara vez más allá de la segunda infancia.
La epilepsia generalizada secundaria se acompaña habitualmente de signos
neurológicos o neurorradiologicos (atrofia cerebral), pero sobre todo de una
sintomatología mental de predominio deficitario.
Diagnóstico diferencial
Desde el punto de vida del diagnóstico y del pronóstico, es importante distinguir las crisis
ocasionales que se desencadenan en determinadas condiciones y que desaparecen al
desaparecer estas y las crisis epilépticas verdaderas.
Espasmo del sollozo. Dos variedades: 1) El espasmo del sollozo incoercible, que puede
originar en el lactante y en el niño pequeño de 1 a 4 años, obnubilación de conciencia.
Puede llegar a una perdida completa de cc con relajamiento muscular o ligeros
espasmos tónicos en extensión. 2) Espasmos de la respiración cortada, que sucede
después de una emoción violenta. El niño lanza un grito prolongado, en el curo del cual
bloquea su respiración durante un lapso de tiempo más o menos largo.
Crisis no epilépticas. Perdidas de cc de origen cardiovascular, vagotonico. Se instauran
progresivamente, acompañándose de signos neurovegetativos y de una atenuación de
las sensaciones.
Cuadro psicopatológico.
La mentalidad epiléptica
a. Datos biológicos
La antigüedad de la epilepsia era clásicamente tenida por responsable del descenso del
nivel intelectual y de la gravedad de la organización de los trastornos mentales.
b. Dato psicosociológicos
El ambiente familiar del epiléptico y de las relaciones que en el establece con función
de su enfermedad y sus consecuencias a nivel de los padres. Se pueden describir
determinado número de actitudes en los padres bastantes habituales frentes al niño
enfermo, oponiendo o combinando conductas hiperprotectoras o de rechazo, negando
la enfermedad, disociando la pareja. Los epilépticos sufren trastornos de tipo reaccional
en relación con el modo de relación con los padres y con la actitud de una sociedad que
les es hostil, que le teme y que le rechaza.
c. El mismo niño.
Se suele considerar al niño epiléptico como un ser pasivo. Pero el niño puede tomar cc
de sus dificultades en un cuadro emociona, donde la fragilidad será una de las
características. Trastornos de comportamiento mal estructurados unidos a la evolución
de los síntomas comiciales y a experiencias de disolución vividas durante o a la salida
de las diversas manifestaciones epilépticas pueden crear estados en los cuales se
confunden experiencias reales e imaginarias que engendraran o revivirán sentimientos
de angustia, agresión, abandono o de inutilidad.
LAS OLIGOFRENIAS. Concepto
“el demente esta privado de los bienes que poseía, es un rico arruinado, mientras que
el idiota siempre ha estado en el infortunio y la miseria”. Este autor también distingue
dos grados de oligofrenia profunda: la imbecilidad y la idiotez.
El criterio psicométrico empezó a utilizarse a partir del trabajo de Binet y Simon., los
cuales publicaron a principios de siglo las primeras escalas de desarrollo intelectual que
en un marco escolar determinado permiten gracias a un testo compuesto descubrir los
niños atrasados y medir en años este retraso en relación con la media. La noción de
edad mental fue reemplazada por la de CI, el cual se obtiene calculando la relación
existencia entre la edad mental y la edad cronológica. Según esta definición, se
consideran retrasados mentales a los sujetos que presentan un CI inferior a dos
desviaciones tipo de la media fijada para la población de la que forma parte.
Otro criterio utilizado es el de adaptación social, el cual solo puede definirse en relación
la sociedad. Se deben buscar las capacidades de adaptación, las cuales son variables
de una sociedad a otra y diferentes según la edad.
El criterio biológico es cada vez más importante porque aporta datos sobre la génesis
de la sintomatología, el pronóstico y el tratamiento. Para conseguir una definición útil de
oligofrenia debe reunirse una amplia información: biológica, sociocultural, afectiva, sin
la cual no se puede comprender las dimensiones espaciales y temporales de la
personalidad.
CLASIFICACION
Según los datos psicométricos los deficientes mentales se clasifican en idiotas cuando
tienen un CI entre 0 y 20-25; imbéciles, cuando tienen un CI entre 25 y 40-50 y débiles
mentales cuando el CI es inferior a 75.
La OMS ha fijado, para oligofrenia profunda un CI inferior a 20, para la oligofrenia grave
un CI entre 21 y 3, y para la oligofrenia moderada un CI de 51 a 70.
Sin embargo, debe tenerse en cuanta que los estándares sociales varían de una cultura
a otra (según el nivel tecnológico), y de una edad a otra (por el aprendizaje y la
maduración), y puede así modificar la adaptación social posterior.
Frecuencia de la oligofrenia
Para comprender mejor el retraso mental se debe partir de dos tipos de premisas; por
un parte, la organización cerebral es indispensable para la organización de los procesos
intelectuales, y por otra, la organización cerebral no es sufriente para la organización de
este proceso. Para poder ayudar mejor al retraso mental se debe saber porque ha
alcanzado este estado, que es capaz de hacer, como se estructura su personalidad y la
forma como utiliza sus posibilidades a partido los estilos más o menos adecuados que
se le ofrecen.
Pero la relación con los objetos no es solamente un proceso perceptivo sino que está
siempre en conexión con la afectividad hacia el objeto: ausencia o excesivo afecto hacia
el objeto, confusión objeto-sujeto (excluido cualquier problema perceptivomotor), no
permanencia del objeto con persistencia de una forma de relación mágica, ausencia de
causalidad.
No son raros en estos niños los trastornos afectivos y hasta neuróticos. Es necesario
estudiar todos los componentes coexistentes, tales como la interacción dinámica entre
los factores constitucionales y los traumáticos cerebrales, la cantidad, y la calidad de los
cuidados maternos y los factores determinantes de índole familiar.
Algunos retrasados mentales presentan trastornos del comportamiento asociales o
antisociales clasificados en el grupo de las psicopatías. En realidad, la buena o mala
inserción social no depende únicamente del nivel intelectual, sino también del carácter
o bien es consecuencia de un trastorno del juicio. Es evidente que una incapacidad para
frenar sus instintos, una incapacidad de auto estimación, componentes tímidos como la
exaltación, reacciones impulsividad o un aumento de la Sugestibilidad pueden ser la
causa de reacciones antisociales.
OLIGOFRENIAS GRAVES
a. Oligofrenia grave.
Se distinguen dos tipos de idiocia: un tipo en el que solo existen automatismos y otro en
el que existe una cierta evolución con adquisición de determinados mecanismos
elementales. La idiocia automaticorrefleja neonatal se caracteriza por la persistencia de
los reflejos primitivos y por una falta de maduración. El niño tiene una vida puramente
vegetativo con reactividades monótonas, una vida oroalimenticia, reacciona a las
aferencias externas con sobre saltos, retiradas reacciones de irritación y a veces con
quietud acompañada de un ligero relajamiento muscular.
Junto a estas formas, existen otras formas de idiocia en las que existe un cierto grado
de desarrollo, es decir, la adquisición de algunos mecanismos motores elementales, de
relaciones afectivas simples y de una cierta capacidad de aprendizaje.
Para Binet y Simon es débil mental el niño que puede comunicarse verbalmente y por
escrito con los demás y que presenta un retraso escolar de 2 años, si tiene menos de 9
años o de 3, si tiene más de 9, siempre que este retraso no sea debido a una insuficiente
escolaridad. Cuando llegar a la edad adulta, su edad mental oscila entre los 7 y 10 años.
Otros autores consideran que la insuficiencia de las funciones mentales no puede
definirse solamente por medio psicométricos, y que las dificultades de adaptación social
deben incluirse en el grupo de la debilidad mental.
TRASTORNOS INTELECTUALES.
Es clásico decir que los débiles mentales se caracterizan por la pobreza de su juicio, de
su capacidad de discernir y sus dificultades de abstracción. A. Rey señala que viendo o
representándose sucesivamente los objetos, el débil mental no consigue o consigue mal
percibir entre ellos determinadas relaciones: semejanza, oposición, sucesión, inclusión,
exclusión, trasformación reversible o irreversible. Los débiles mentales tienen dificultad
para abarcar al mismo tiempo conocimiento y actividades del pensamiento,
características distintas, objeto, situación o valor, y para basar su actividad en la
aportación simultánea de cada una de estas características.
Mientras el niño normal pasa de una forma relativamente rápida por varios estadios
sucesivos, desprendiéndose después de un periodo de oscilaciones, de las formas
anteriores de su razonamiento, el débil mental prosigue el mismo desarrollo, con un
ritmo más lento, y cuando alcanza su límite superior, su razonamiento conserva a
menudo las características de los niveles anteriores.
Si en el niño normal, los sucesivos pasos de un nivel a otro se efectúan de una forma
cada vez más rápida hasta el final de la adolescencia, debido a la movilidad creciente
del pensamiento operatorio, en los débiles mentales se observa, al contrario, un
enlentecimiento gradual del desarrollo que conduce a un estancamiento. Mientras que
el pensamiento normal evoluciona hacia un equilibrio progresivo de las operaciones
definido por la movilidad y la estabilidad creciente del razonamiento, el pensamiento del
débil mental parece conducir a un falso equilibrio que se caracteriza por una cierta
viscosidad del razonamiento.
El débil mental tiene mayores dificultades para superar las pulsiones de la libido, y es
tanto más sensible a las frustraciones cuando más limitadas sean sus posibilidades de
respuesta y de adaptación. La organización del yo y de sus mecanismos de defensa es
distinta a la del niño normal.
- reacciones de compensación.
- Hostilidad frente a las personas que les rodean.
- Admiración hacia el mejor dotado, y deseo de actuar como él.
- Actitud general de fatiga, abatimiento, y pasividad. Sujeto se refugia en la
inercia o en actitudes de bajo nivel.
- Reacciones paradójicas frente al éxito o el fracaso.
- Perturbación de actitud a priori del éxito, la cual determina la elección de
actividades e influye también en la forma de aproximarse a la situación, en
la forma de aprehensión y en la elección y puesta en marcha de los
procedimientos de adaptación.
- Apego a modo de gratificación infantil, que no es más que la exteriorización
de su necesidad de protección o de seguridad.
A partir de este tipo de organización afectiva y de los trastornos del comportamiento que
conlleva, se hará más o menos bien la adaptación social posterior. Desde este punto de
vista deben examinarse en un débil mental tanto los aportes educativos como los
psicoterapéuticos.
Los factores no genéticos son múltiples, ya sea que un agente externo actué durante
el desarrollo del embrión o del feto, que un feto bien constituido y provisto de todas las
posibilidades se lesione durante el parto o bien que el recién nacido se lesione poco
después del nacimiento. En estos casos se trata de alteraciones orgánicas.
Sin embargo junto a estas formas orgánicas, existen trastornos que no lesionan el soma
cerebral, pero que alteran su organización debido a un factor externo relacionado con el
ambiente.
Dos actitudes opuestas: rechazo puro y simple, y por otro lado, hiperproteccion. A. Rey
diferencia varios tipos de padres:
Si el padre en general esta abatido, resignado, ciego, o inconsciente del drama real que
está teniendo lugar, la madre, por el contrario, es terriblemente lucida. Pero existe otro
factor que no debe subestimarse, y es la forma en que el propio niño se sitúa frente a la
madre, incluso normal y la induce a adoptar para con él un tipo de relación
sadomasoquista. Finalmente, uno de los dramas de las madres anormales es su
soledad perseguida de fantasmas de los que no pueden hablar; el niño participa siempre
del mundo fantasmático de la madre, que lo marca de cierta forma.
Por otro lado, las reacciones de los hermanos del retrasado mental son muy diversas.
En las familias numerosas es, aceptado como una parte de ella. En las familias
restringidas puede ser objeto de superproteccion o de rechazo por parte de los
hermanos.
Las neurosis infantiles, presentan particularidades que les son propias y cuyos límites
son vagos todavía, por lo que solo pueden ser comprendidas dentro del cuadro de la
dinámica evolutiva del niño.
Ambigüedad de la noción de neurosis infantil. S. Freud dijo que las neurosis infantiles,
son, en general, episodios regulares del desarrollo y que el niño no puede completar su
evolución sin pasaras por una fase más o menos acentuada de neurosis. Según Melanie
Klein, la neurosis infantil es para E. Jacques, la forma de elaborar las angustias
psicóticas precoces, es la expresión de la elaboración de dichas angustias.
Una personalidad norma puede incluir elementos psicóticos sin ser psicótica, del mismo
modo puede existir componentes neuróticos sin ser neurótica.
Anna Freud admite que un trastorno mental no es calificable de neurosis, hasta que el
conflicto patógeno ha sido internalizado totalmente. Como señala Winnicott, el término
de psiconeurosis implica que el paciente sea lactante o niño, alcanzando un cierto grado
de desarrollo afectivo más allá de la primacía genital al estadio del complejo de Edipo,
y que se han organizado algunas defensas contra la angustia de castración.
Según la actitud que se adopte, la neurosis puede ser considera ya sea como un simple
síntoma o complejo de síntomas, sea como una fase del desarrollo, sea como un
proceso.
El valor de un signo llamado neurótico en el niño no puede ser valorado más que
refiriéndonos a su historia, al sentido que toma en la organización del conjunto de la
personalidad del niño, de su labilidad o a su rigidez y a sus capacidades generales de
superación. Esta facultad de superación depende de los medios de base con que cuenta
el niño, de las satisfacciones que podrá conseguir, de la utilización que va a hacer de
ello, todo esto aspecto a su familia en la cual el niño busca al mismo tiempo una
seguridad y una ternura tranquilizante.
ANSIEDAD EN EL NIÑO
En el niño las reacciones emocionales toman diversas formas, dese la forma motriz dela
reacción de sobresalto hasta las reacciones de tensión, consecuencia de insatisfacción
real o de perturbación frente a los objetos evocados por la elaboración fantasmático. El
objeto fuente de peligro puede ser tanto un objeto externo como un objeto interno.
Las fobias en el niño están ligadas al temor injustificado y no razonable ante objetos,
seres o situaciones del cual el sujeto reconoce lo ilógico pero le dominan repetidamente,
tienen como consecuencia una inhibición en el campo de la acción y a menudo, en el
de la representación.
Las fobias son muy frecuentes en el niño, hasta tal punto que Freud dijo que la fobia era
la neurosis normal de la infancia. Es cierto que el miedo a un objeto o a una situación
es frecuentes aun en temprana edad.
Estos temores hacia los objetos, personas, o situaciones peligrosas raramente vienen
solos. Los miedos forman parte de reacciones del organismo y siguen a situaciones
desordenadas o de vacío
Comportamiento del niño fóbico. Cuando el niño se encuentra con frecuencia frente
al objeto fobógeno, puede o bien presentar verdaderas reacciones de miedo con
componente neurovegetativo asociado al gasto tensional que esto lleva consigo, o bien,
utilizar mecanismos de evitación que limitan más o menos su campo de acción o
subterfugios de prevención que tienden a aniquilar el objeto. Cuando no puede evitarlo
el niño reacciona con una huida de pánico que no hace más que acrecentar su tensión
y que puede todavía aumentar su fijación fobógena y el temor a futuras situaciones
equivalentes, a veces se puede permitir afrontar el objeto, pero a expensas de una fuerte
angustia que podría traer consigo un sentimiento de debilidad o una depresión. La
búsqueda de un objeto anti fóbico tranquilizante (objeto, persona, situación) puede
aparecérsele como una solución pero se arriesga desde ese momento a encontrarse
frente a una nueva posición en la que la persona tranquilizadora se convierte en algo
molesto desde el momento en que se considera indispensable. En este instante el niño
está expuesto a sus propias contradicciones porque puede confrontarse con una
persona respecto a la cual es ambivalente el objeto fobógeno (padre por ej.) puede ser
a la vez la razón de la fobia y su antídoto.
La fóbica muy frecuentemente pasa inadvertida porque el niño, por una actitud de
presencia o de negación, oculta sus temores afirmando que él no es la víctima, o por
una desvaluación defensiva de objetos considerados como peligrosos.
OBSESIONES
El síntoma neurótico puede ser transitorio. Cierto número de niños pueden presentar
síntomas similares, en su forma y en su contenido, a los de la neurosis obsesiva, pero
que tienen lugar durante la fase anal del desarrollo. No son neuróticos ya que aparecen
en el trascurso del desarrollo progresivo y no son la consecuencia de una regresión,
sino que puede tratarse de una exageración de las formas normales de funcionamiento
de esta fase.
La evolución de las diversas formas obsesivas es variable. Como señala Anna Freud, el
gusto exagerado por el orden y la limpieza, los rituales, los ceremoniales al acostarse
que de forma lógica tendemos a asociar con la neurosis o con un carácter obsesivo
aparecen en la mayoría de los niños en el trascurso del estado anal, pero generalmente
las manifestaciones compulsivas desaparecen sin dejar huellas a partir del momento en
que las pulsiones y las posiciones del yo adheridas a ellas son superadas. De todas
formas, las manifestaciones obsesivas normales y transitorias constituyen una amenaza
de patología permanente cuando, por la razón que sea el investimento libidinal del
estadio sádico-anal ha sido tan excesivo que quedan gran cantidad de libido fijada en
él. En este caso el niño vuelve al sadismo anal en general tras algunas experiencias
amenazantes a nivel fálico.
HISTERIA EN EL NIÑO
1. Trastornos motores.
2. Trastornos sensitivos y sensoriales.
3. Trastornos somato viscerales.
4. Otros: dolores abdominales, cefaleas, trastornos del sueño.
Todos los autores insisten en la importancia del medio familiar. Las madres son
extremadamente sobreprotectoras y ansiosas, pero tienden a negar los síntomas de sus
hijos. Los padres, emotivos, no interfieren la sobreprotección de la madre, aunque
tampoco la apoyan. Ambos progenitores presentan sus propios problemas
interpersonales y utilizan los síntomas del hijo como defensa. La mayoría de los padres
son cc de los problemas del hijo sin embargo se resisten al cambio. En un momento
dado de la experiencia pasada del niño, una figura parental significativa alimento el
síntoma de conversión, sea como modelo de identificación, sea por su conducta.
El histérico no es el único que habla con su cuerpo, igual hace el paciente psicosomático.
Los dos resuelven los conflictos por vía corporal, los dos obtienen el beneficio
secundario de la enfermedad, pero el trastorno histérico es la expresión del conflicto y
el trastorno psicosomático es consecuencia somática de los afectos o de las pulsiones
reprimidas. “su cuerpo es para el histérico un instrumento, y para el enfermo
psicosomático es una víctima”.
E. Kraepelin y Bleuar admiten que algunos de sus enfermos lo son desde la infancia,
pero no individualizan una forma de psicosis particular de la infancia.
Kanner individualiza un síndrome particular que denomina “autismo precoz del niño”.
Este cuadro se diferencia de la esquizofrenia infantil por el intenso aislamiento del
sujeto, por su desapego del ambiente durante el primer año de vida; se diferencia de la
oligofrenia por su buena potencialidad intelectual. Kanner realiza este diagnóstico
cuando ni la historia del niño, ni el examen neurológico surgieren una lesión orgánica
del cerebro.
Este síndrome es más frecuente en niños que en las niñas. Aparece generalmente en
familias de nivel profesional elevado y de inteligencia superior. Según Kanner los padres
tendrían, por otra parte, características particulares de la personalidad.
Estos niños presentan una forma especial de conducta con las cosas y con las personas.
No les dirige ninguna mirada de interés, pasa por su lado sin intentar establecer una
comunicación; las relaciones que se pueden lograr establecer con fragmentarias. No
participa en ningún juego colectivo con otros niños.
Son niños buenos y dulces, dóciles y fáciles de dirigir, y solo salen de su pasividad
cuando se entorpece su actividad monótona y estereotipada, en algunos casos, pueden
ser rebeldes y agitados, y en otros estar en constante movimiento y tocándolo todo.
Desde una edad muy precoz se observan sus facilidades por las pruebas de ajustar
objetos, su capacidad de ordenación de los objetos o de las formas en tamaños
decrecientes, su posibilidad de agrupar los objetos por su forma y posteriormente,
determinadas capacidades constructivas, capacidades de retención mnesica,
generalmente especializada (retención de cifras, de idiomas) y capacidades musicales.
Estados prepsicoticos. Se describe con este término a una categoría de enfermosa
que presentan rasgos de tipo neurótico y psicopático, pero que desde el punto de vida
dinámico y evolutivo, son difíciles de clasificar.
En los prepsicoticos el estudio del yo muestra una debilidad que se evidencia entre otros
factores, en la elaboración particularmente pobre de los mecanismos de defensa y en la
importancia de los procesos primarios de descarga de los cuales el desequilibrio de la
conducta es una de las traducciones.