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POLITEIA
Índice:
PROBLEMÁTICA 15
5. ESTADO DE EXCEPCIÓN FRENTE A DEMOCRACIA: 11 DE
SEPTIEMBRE. EL FUNDAMENTALISMO EN EE.UU.:
MITO FUNDACIONAL Y PROCESO CONSTITUYENTE 19
7. LA DEMOCRACIA DE SCHUMPETER 30
FILOSOFÍA POLÍTICA. 43
En este ensayo trataré de abordar los problemas que asedian a la democracia. Porque
aunque sea el modelo de gobierno que más y mejores cosas aporta al gobierno, también
es cierto que no es una panacea que pretenda solucionar todos y cada uno de los
problemas de las sociedades y de los individuos. La democracia es una instancia viva y
abierta que tiene todavía muchas cosas que decir y que mejorar. La forma de hacerlo es
escudriñar en sus entrañas las problemáticas que la acucian. Si logramos saber cuáles
son los fallos de la democracia, podremos establecer los remedios que la hagan más
fuerte.
1º LA PARADOJA DE LA DEMOCRACIA.
¿Cómo hace el individuo para actuar de acuerdo con su propia voluntad y adaptarse a la
voluntad de la mayoría? Es la paradoja de la democracia: la tensión entre la libertad
individual y la autoridad bajo la forma democrática de gobierno. ¿Cómo solucionarla?:
- Para Wolheim, los individuos tienen principios morales directos y principios morales
de segundo orden, y que no hay contradicción entre estos dos tipos de principios puesto
que no son inmediatamente incompatibles.
2º LAS MINORIAS.
¿Qué ocurre con los grupos que por su raza, religión o situación geográfica o
económica, o debido a sus creencias morales están en minoría? A menudo estas
minorías piensan que la opinión mayoritaria no es la correcta.
En la práctica, la posición de las minorías varía con el sistema político. Y por lo visto,
cualquier solución teórica que se presente para este problema supone una amenaza a los
principios democráticos básicos: si se suprimen o desfavorecen, o si se favorecen o
privilegian. Lo único que puede hacerse es introducir salvaguardas constitucionales y
convencionales ad hoc, en cada caso, para la eventualidad en que se presenten estos
casos.
3º DEMOCRACIA Y LIBERALISMO.
Por lo que parece que son dos compañeros mal avenidos. Algunos ejemplos: Si se
piensa que el pueblo es algo homogéneo, por un lado, y por otro, que las personas son
irreductiblemente diferentes entre sí, parecen diferencias insalvables. Otro: Tampoco es
sostenible una privacidad individual absoluta.
En la lógica formal hay una ley, la ley de tercio excluso, que nos dice que una
proposición, o es V o es F. En el mundo real, este razonamiento impecable, es falso,
aunque todavía hay quien entiende la política desde una concepción dicotómica (por
ejemplo “o uno u otro”, o “a favor o en contra” y también el sistema bipartidista).
¿Existen realmente soluciones correctas a las cuestiones políticas, o por el contrario, lo
que existen son soluciones preferidas? Para empezar habría que llegar a un acuerdo
sobre la verdad, y eso es un problema.
Para Rousseau la solución correcta existe aunque los políticos no consigan descubrirla,
para un marxista también se puede encontrar la verdad y establecer la justicia. Por el
contrario un liberal puede considerar una solución óptima de segundo grado, ya que
como no existe un método racional para descubrir verdades, la opinión es la única vía
disponible; los políticos no descubren verdades, lo que hacen es tomar decisiones.
Finalmente, la política es prescribir estrategias para sacar el máximo partido.
5º CONCLUSIONES.
¿Qué es la democracia? ¿Una forma más, de entre otras muchas formas de gobierno? O
¿Es algo más, además de ser una forma de gobierno?
Bibliografía:
Goodwin, B., El uso de las ideas políticas, Península, 1997. [IX. Democracia, pp. 233-273]
ORTEGA Y GASSET
“es una saludable fuerza de que no podemos prescindir. Pero con condiciones.
Mientras tomemos lo útil como útil, nada hay que objetar. Pero si esta preocupación
por lo útil llega a constituir el hábito central de nuestra personalidad, cuando se trate
de buscar lo verdadero tenderemos a confundirlo con lo útil. Y esto, hacer de la utilidad
la verdad, es la definición de la mentira. El imperio de la política es, pues, el imperio
de la mentira”.
Como ya dije antes la política se ha extendido, hay política por todos lados. Y también
políticos, gentes a quien no interesa ver el mundo como él es, dispuestas sólo a usar de
las cosas como les conviene. Ortega ve el mundo que lo rodea lleno de política y de
políticos, de mentira y de mentirosos. Se ve en la obligación de buscar la verdad, más
bien, afirmarse de nuevo en la obligación de la verdad, en el derecho de la verdad.
Las ideas de Ortega sobre la democracia son muy críticas, como queda patente en el
fragmento citado. Pero son muy críticas porque la democracia (la llama saludable y
noble) imperante en la España (y en los políticos) de su época es, en su opinión,
perversa y ruin y provoca degeneración en los corazones, ya que se ha lanzado en
brazos del plebeyismo. La democracia nació pensando en la plebe, salvarla de su baja
condición, para que medrara. Y finalmente la plebe, no solo, no medra, sino que, es la
democracia la que acaba plebeya.
“No es lícito ser ante todo demócrata, porque el plano a que la idea
democrática se refiere no es un primer plano, no es un “ante todo”. La política es un
orden instrumental y adjetivo de la vida, una de las muchas cosas que necesitamos
atender y perfeccionar para que nuestra vida personal sufra menos fracasos y logre
más fácil expansión”.
Si se absolutiza llamando “todo” a la democracia, del mismo modo, llamar “lo único” a
la democracia, como si no hubiera nada más, es también absolutizar. Es aquí, donde la
democracia deviene plebeyismo.
Bibliografía:
NORBERTO BOBBIO
Norberto Bobbio por convicción y por formación es, sin duda, un liberal. Pero la forma
que tiene de expresarlo es, por decirlo de manera coloquial, ‘sui generis’. Junto a la
“doctrina de derechos cívicos y libertad individual” de pura cepa inglesa (John S. Mill)
encontramos elementos no liberales: el socialismo y “el realismo político italiano que
desciende de Maquiavelo” claramente conservador. Así que el liberalismo bobbiano se
deja empapar y penetrar por los dos extremos del espectro político.
No hay democracia fuera de la democracia. Esto es, existen áreas de la vida del hombre
(fábrica, escuela, familia, ejército e iglesia) cuya existencia es previa a la democracia,
donde ésta no ha existido nunca, es más, tampoco es posible que lleguen nunca a existir.
Pero no sólo es en estas instancias, también en los aparatos administrativos de todos los
Estados occidentales. Con esto resulta que dentro de la democracia, en las entrañas que
la hace funcionar, ¡tampoco hay democracia!
1. DEMOCRACIA
- Reglas de juego:
- Presupuestos:
c) Individualidad.
d) Pluralismo y tolerancia.
e) Hermandad.
- Nuevas caracterizaciones:
2. DEMOCRACIA REAL
- Límites valorativos:
c) de eficacia. ¿Podría la mayoría votar todas y cada una de las acciones políticas?
- Aporías técnicas:
b) Los no votantes.
- Promesas incumplidas:
- Obstáculos no previstos:
Bibliografía:
Anderson, P., La evolución política de Norberto Bobbio, en González, J.M., y Quesada, F., (Coords.),
Teorías de la Democracia, Anthropos, 1ª edición 1988, Barcelona (pp. 21-38)
Nadie vive aislado. Los Estados tampoco. Entre ellos se establecen relaciones de diversa
índole; es lo que ha venido a llamarse el Sistema Internacional. Si ya es difícil una
reflexión sobre el carácter interno de un Estado, esto es, si es o no democrático, o
incluso, la cantidad y calidad de democracia que hay dentro de la democracia (‘Las
promesas incumplidas de la democracia’ de Bobbio es referente en este aspecto); el
asunto se torna muy complicado cuando reflexionamos sobre las relaciones de los
Estados, democráticos o no, entre sí. El punto de partida de Bobbio es la clarificación de
varias relaciones. Creo que la cuestión quedará mejor expuesta en los siguientes
cuadros; y a partir de aquí, establecer varias líneas para la reflexión.
La primera cuestión es dirimir “si las democracias son más pacíficas que las
autocracias”5. Y seguramente esta cuestión sea, a priori, la más fácil de resolver, porque
desde hace siglos son muchos los filósofos que defienden la tesis de “la menor
belicosidad de las repúblicas”7. Bobbio cita a J. de Witt, Montesquieu, y el proyecto de
paz perpetua de I. Kant.
Para terminar una tercera cuestión ¿”es posible ser democráticos en un universo no
democrático”5? ¿Qué ocurre cuando un hombre justo y cabal se ve rodeado de otros
sujetos de una catadura moral opuesta? ¿Podrá mantenerse firme a sus principios? ¿Qué
ocurre si es amenazado, o atacado, incluso físicamente, por esos otros? ¿Es posible, y
Bibliografía:
Bobbio, N., Democracia y sistema Internacional, RIFP/4 (1994) Págs. 5-21 (Traducido
por A. Attili) [Los números que aparecen anotados a continuación de lo entrecomillado
son el número de la página donde aparece escrito]
Una vez pasados los terribles momentos del 11S (o 9/11) es momento de templarse y
establecer una perspectiva desde la que reflexionar sobre lo acontecido, y hacerlo en dos
vertientes. La primera tiene que ver con el antes, la segunda, claro está, con el después.
- Como hemos vista en otro tema, la Caída del Muro de Berlín supuso el fin de la
tradición ilustrada, de todo su imaginario político y de la búsqueda de innovaciones. Se
instaura un ‘realismo político’ marcado por la burocracia, el liderazgo soteriológico y
las ciudadanías encogidas.
- La Guerra Fría nos dejó una multitud de Estados sin legitimidad democrática interna,
aunque desde el punto de vista internacional sí se consideran legales, incluso forman
parte de sus instituciones. Son, como los llama el Prof. Quesada, un sinfín de “Estados
fracasados” en los que han persistido las élites del régimen anterior y no se ha
producido cambios democráticos. En estos estados suelen primar la corrupción
gubernamental promovida por las Multinacionales que quieren aprovechar su riqueza en
materias primas, también abundan las bandas criminales y mafiosas, los ‘señores de la
guerra’ e innumerables enfrentamientos étnicos no resueltos. El problema se agrava
cuando el orden internacional busca aliados políticos y económicos sin atender a las
estructuras de gobierno o a las formas de legitimización democráticas.
Ninguno de los tres argumentos que se aporta son alegatos que justifiquen los terribles
hechos. Pero sí explican el surgimiento, el desarrollo y la actuación de los nuevos
movimientos terroristas. No se puede negar que la Realpolitik, por un lado y la
Globalización por otro, han excluido de manera inmisericorde a muchas naciones, que
han sido segregadas y desacopladas, enviadas al olvido y a unos niveles de pobreza y
hambrunas subversivas. Y no se puede pretender que estas naciones acepten sin más ser
relegadas y que languidezcan en ese estado toda la eternidad. De algún modo pretenden
integrarse en la corriente y cuando no se les deja su respuesta es la violencia. Responde
con exclusión a la exclusión, sólo dan lo que reciben. Al añadirles el tercer punto
tenemos una cita con la peor de las tragedias, aquel grupo que fuera aliado, y por tanto
entrenado y pertrechado militarmente, y que luego es excluido, se convierte en el peor
de los enemigos.
El Mundo al revés.
vida como sus intervenciones de índole político-militar por todo el orbe tenían un valor
universal.
El pueblo americano tendrá que echar mano de los mitos para reconducir el sentido
perdido por los atentados. Serán dos tipos de narraciones míticas las que tratarán de
devolverles el orden arrebatado.
Este primer momento de defensa propia dura poco tiempo, al convertirse el ‘mito de
génesis’ en un ‘mito de soberanía’. Porque una vez encontrado ese ‘estado cero’ habrá
que hacer todo lo posible por volver a él, aunque sea por la fuerza. Así, se instituyen
como el máximo poder del globo y como organizadores del resto de Estados creando un
nuevo orden internacional.
nación, y cómo los padres fundadores dejaron en ese momento la insuperable impronta
del puritanismo (J. Aranzadi). Luego nos detendremos en reflexionar como ese mito
genético se materializa en la realidad: la llamada ‘Carta de América’.
Los Comienzos
- El contrato-alianza, de clara inspiración lockeana, con Dios. Es Dios el que marca las
leyes de la naturaleza y los derechos de los hombres no son sino dones del Creador.
- Los derechos políticos sólo pertenecen a unos pocos: la minoría de los propietarios, o
sea, los elegidos.
‘La cultura de las razones’, la discusión-diálogo entre los diferentes puntos de vista y la
constatación racional de la realidad queda relegadas por esta “religión civil”, que pasa a
ser el imaginario inconsciente de la sociedad norteamericana. Así que toda esta
monserga religiosa queda impregnada con fuerza en los posteriores desarrollos ético-
políticos del pueblo estadounidense, sus élites intelectuales y científicas y su clase
gobernante.
La Carta.
¿Qué hay detrás de estos dos documentos? Aunque nada será lo mismo en EUA, y en
el mundo, tras el 11S, la ‘Carta’ pretende ser un rearme ideológico que la élite
intelectual pretende imponer salvíficamente a su nación. Este documento trata de
reconstruir un nuevo imaginario ético-político partiendo de retales antiguos con una
marcada impronta religiosa. Veamos los rasgos más importantes que trata de proyectar.
La Carta, como hicieron en su día los padres fundadores, otorga al pueblo americano el
aura especial de pueblo elegido por dios. Al otorgarle ese linaje divino tratan de
contrarrestar la interpretación que hace los terroristas de sí mismos, ya que también
dicen ser creyentes y tener a dios de su parte. La sociedad americana dice ser la
sociedad más religiosa del mundo y por tanto, el dios verdadero e su dios y no es
neutral, dios se alinea con los estadounidenses. No es el sentimiento o la vivencia del
pueblo de dios. Va más allá, a un plano ontológico y trascendental: son el único pueblo
de dios y no hay nada más que discutir o argumentar. Esta profunda convicción acaba
de raíz con toda posible argumentación racional y convierte en enemigo de dios a todo
el que sí trata de buscarla.
Pero van más allá al afirmar que esos valores americanos son una herencia que tiene que
ser compartida, o impuesta si no se acepta de buen grado. El avance de la libertad y de
la justicia en el mundo depende de ellos en exclusiva. Como son los depositarios de las
verdades morales universales se constituyen en la medida de todos los hombres y
sociedades.
El mundo en guerra.
La guerra preventiva, nos dicen en la Carta, es justa porque supone la lucha que el
pueblo elegido mantiene contra el mal absoluto. El dato cierto del número masivo de
muertos en NY es ineludible pero es desproporcionado identificar a estos terroristas y
sus acciones como la quiebra total de la humanidad. EUA se considera como la única
autoridad legítima y responsable del orden mundial, única capaz de instituir una
comunidad basada en la justicia: por eso trata de imponer la ‘pax americana’.
Bibliografía:
Quesada Castro, F., Sendas de Democracia. Entre la violencia y la globalización, Homo Sapiens,
Rosario-Santa Fe, 2006.
El primer argumento que aporta el francés sale de la comparación entre el modo de vida
antiguo y el moderno. Mucho ha cambiado desde el pasado hasta la época moderna. En
la Antigüedad el individuo estaba completamente sumiso a la autoridad del conjunto. Lo
privado era severamente vigilado, la soberanía se ejercía de forma colectiva. “Las leyes
reglamentaban las costumbres, y como las costumbres afectaban a todo, no había nada
que no estuviera sujeto a la ley” afirma Constant sobre el modo de vida antiguo. Así, el
individuo antiguo que fue soberano en lo público era un esclavo en lo privado, esto es,
lo individual se diluía en lo colectivo. Entre los modernos, el individuo tiene plena
independencia en su vida privada; pero su soberanía está restringida y cuando puede
ejercerla está llena de complicaciones. Para los modernos lo más importante son los
derechos individuales: expresar opiniones, disponer de su propiedad, libertad de reunión
y de culto, son los más importantes. En otro orden de cosas, en el ámbito del gobierno,
la soberanía nacional en la Antigüedad no era un supuesto abstracto, era una realidad
cotidiana; y los antiguos hacían constantes sacrificios para conseguir su derecho político
y participar directamente de la gestión del Estado. Pero con el sacrificio parece que iba
solapada la felicidad: los antiguos encontraban gran satisfacción en el ejercicio de los
derechos políticos. Por el contrario, el individuo moderno se encuentra perdido entre
una multitud y no percibe en absoluto la influencia que ejerce. Además, el progreso de
la civilización ha aumentado los medios para encontrar la felicidad particular: el sujeto
moderno tiene un mayor apego a la independencia individual.
- Antigüedad:
- Modernidad:
1ª Los Estados son mucho más grandes y los pueblos que los habitan muy
diversos.
Hasta ahora podemos sacar la primera conclusión con Constant: los modernos no
disfrutan de la misma libertad que disfrutaron los antiguos, “que consistía en la
“El sistema representativo no es otra cosa que una organización que ayuda a una
nación a descargar en algunos individuos lo que no puede o no quiere hacer por sí
misma. (…) es un poder otorgado a un determinado número de personas por la masa
del pueblo, que quiere que sus intereses sean defendidos y que sin embargo no tiene
tiempo de defenderlos siempre por sí mismas”.
1 Es una magnífica curiosidad ver como este discurso de primeros del siglo XIX puede tener una
tremenda actualidad. Me refiero a los graves sucesos acontecidos tras el 11S y la posterior respuesta de la
administración norteamericana (La estrategia de seguridad nacional de los Estados Unidos) y gran parte
de la estructura de pensamiento y análisis neoliberal y neoconservadora anglosajona (Carta de América).
Al reducir a mínimos casi insoportables los derechos individuales en pos de una mayor seguridad del
colectivo, se está haciendo realidad el augurio de Constant. Al extrapolar en la actualidad estructuras
pretéritas que en su día funcionaron correctamente, no se consiguen los beneficios que se obtenían en el
pasado. Se consigue la antípoda de lo que se pretendía
Bibliografía:
Constant, B., De la libertad de los antiguos comparada con la de los modernos. En:
https://es.scribd.com/doc/50676631/B-Constant-De-la-libertad-de-los-antiguos-comparada-con-la-de-los-
modernos
LA DEMOCRACIA DE SCHUMPETER
Primero, resulta evidente que no existe ese tal bien común unívoco y con el que todo el
mundo está de acuerdo. Existen, por el contrario, irreconciliables cuestiones de
principio, esto es, valores últimos que están más allá de toda lógica. Segundo, aunque
individuo el nexo directo, esto es, la cercanía, pierde por completo el sentido de la
realidad y de la responsabilidad, y por tanto pierde la voluntad (aquí Schumpeter afirma
que no se puede confundir a la voluntad responsable y consciente con las preferencias y
aversiones): “sin la iniciativa que desarrolla la responsabilidad directa, persistirá la
ignorancia política, aun cuando el público disponga de la información más abundante y
completa. […] el ciudadano normal desciende a un nivel inferior de prestación mental
tan pronto como penetra en el campo de la política. Argumenta y analiza de una
manera que él mismo calificaría de infantil si estuviese dentro de la esfera de sus
intereses efectivos. Se hace de nuevo primitivo”.
Y esto sitúa al individuo delante de dos graves peligros. Primero, el ciudadano estaría
sometido a poderosos prejuicios irracionales que relajaran sus exigencias morales
habituales cediendo ante impulsos oscuros. Segundo, cuanto menor sea el elemento
lógico y la formación de la ciudadanía, mayores son las posibilidades de que ciertos
grupos que persiguen fines interesados la manipulen para obtenerlos. En este caso rigen
los mismos principios que apuntaba antes el autor: la propaganda política ataca
directamente al subconsciente de los individuos. Y Schumpeter en este punto es muy
contundente: toda información que se presenta como irrefutable está al servicio de una
intención política.
“¿Pero cómo es posible que una teoría tan patentemente contraria a los hechos haya
sobrevivido hasta nuestros días y continúe ocupando su lugar en el corazón del pueblo
y en el lenguaje oficial de los gobiernos?”, se pregunta Schumpeter (imagino que con
asombro e indignación a partes iguales). Schumpeter aduce la existencia de básicamente
tres razones para explicar esto: religión, asociación de ideas y aproximación a la
realidad. Primero, la teoría clásica ha terminado por ser una especie de fe religiosa,
similar a la cristiana, convirtiéndola en un ideal o en un credo que hay que seguir
fielmente, a pesar de sus fallos. Segundo, la doctrina clásica está asociada, en muchas
naciones, a acontecimientos determinantes de su historia. El ejemplo que pone
Schumpeter para explicar esto es muy revelador: la existencia de Estados Unidos como
democracia está asociada a la lucha que mantuvo en su génesis contra la muy
monárquica y aristocrática Inglaterra. Tercero, para algunas sociedades la teoría clásica
se adapta perfectamente. No es la teoría la que se amolda a la realidad, sino la realidad a
la teoría. Esto, nos dice Schumpeter, ocurre en sociedades pequeñas y primitivas,
sociedades sencillas en las que no hay grandes asuntos que tratar (Suiza).
2. Es irreal que el pueblo tenga un alto grado de iniciativa. Por tanto no se puede
ignorar que el caudillaje y los partidos políticos son el núcleo central de la democracia.
¿En qué clase régimen político funcionará mejor el método democrático, en uno
socialista o en otro capitalista? El socialismo defiende que sólo en su ideología se da
una auténtica democracia. Schumpeter no está muy de acuerdo con esta afirmación. Me
parece que en un primer momento se muestra indiferente y que le parecen absurdas
estas disquisiciones. No hay razones a favor ni en contra para que socialismo haga o no
funcionar mejor a la democracia. Pero luego se termina decantando por el capitalismo:
“la democracia moderna es un producto del proceso capitalista”, nos llega a decir. Pero
es que además “la sociedad capitalista, en su estado de madurez está bien calificada
para la tarea de hacer de la democracia un éxito”. Y es que el núcleo del capitalismo,
esto es, la burguesía, con su forma de vida y sus valores, es lo que hacen triunfar a la
Sea como fuere para que la democracia tenga éxito se tienen que cumplir cuatro
condiciones:
4ª Sin fricción no hay democracia. Sin intercambios, sin diferencias, sin lucha ni
competencia no existe la democracia. A esto debe acompañarle “un alto grado de
tolerancia para las diferencias de opinión”.
Bibliografía:
Schumpeter, J., Capitalismo, Socialismo y Democracia (Parte IV, Capítulos 21, 22,23). En:
http://www.fcp.uncu.edu.ar/upload/Schumpeter,_Joseph_Capitalismo,_socialismo_y_democracia%28cap.
_19-23%29_.pdf
1. EL PASADO DE LA CIUDADANÍA.
Las notas más destacadas del concepto de ciudadanía son participación, derechos y
pertenencia. Un ciudadano es alguien que pertenece plenamente a una comunidad, que
en virtud de ello tiene ciertos derechos y que de algún modo participa en la vida pública.
En la modernidad se entiende la ciudadanía como un status individual asociado sobre
todo a los derechos: un ciudadano es un sujeto de derechos. La ciudadanía moderna es
propia de una sociedad civil autónoma respecto a la esfera política donde se pone más
énfasis en lo legal que en lo público. Esto no siempre ha sido así. En sus orígenes
clásicos, la ciudadanía es ante todo una condición política: ciudadano es un sujeto
político que se autogobierna. La ciudadanía antigua correspondería a una sociedad de
pequeño tamaño, culturalmente homogénea, donde los individuos se conciben a sí
mismos como partes indisociables del todo al que pertenecen.
Se podía decir que existe una distinción tajante entre la ciudadanía moderna y la
antigua, pero la hipótesis de la discontinuidad radical es algo exagerada. Veámoslo.
se funda en la idea de una vinculación personal, al señor, más que territorial. Y segunda,
el cristianismo introduce una “ciudadanía” alternativa distanciada respecto a la
comunidad política. Con lo que la ciudadanía sólo pervivió en las ciudades: la
ciudadanía urbana suponía ser miembro de un burgo o urbe con ciertos privilegios por
la ordenación local. Sólo en las Repúblicas del norte de Italia pervivió la tradición de la
ciudadanía de corte romano. La ciudadanía es un tipo de contrato en el que se
intercambian servicios por beneficios: servicio militar e impuestos a cambio de la
capacidad legal y política. Esto hace aparecer una conciencia cívica, un vínculo entre
los ciudadanos y la ciudad. Es el llamado humanismo cívico, y la política se ha
convertido en el arte de gobernar con justicia y razón. La ciudadanía es un vehículo de
realización humana mediante la participación en el autogobierno de la ciudad. Sin
embargo, siendo realistas, también hay mucho de recompensa y de gloria cívica tras el
compromiso del ciudadano con la ciudad.
En este momento nace el iusnaturalismo liberal del contrato social (Hobbes y Locke): el
sujeto es previo al vínculo político, esto es, el individuo es anterior al ciudadano. La
vinculación de los individuos en una sociedad existe en función de su interés privado.
Lo importante es la relación contractual entre conciudadanos y no la dimensión cívico-
política de la vida humana.
Este es también el momento en el que el concepto de interés gira por completo. Si antes
se le asociaban las denostadas pasiones de la codicia y la avaricia, ahora aparece como
algo inocuo, incluso como una ‘pasión tranquila’ que se ejercita con cálculo y
racionalidad. Así el comercio, el crédito, las ganancias, el papel moneda, etc., esto es, el
derecho a adquirir de riqueza y el derecho a defenderla (de ahí el derecho a portar
armas), convierten al ciudadano en un burgués que entienden bien sus intereses. Será el
mercado el que resuelva el problema de la armonía social.
Frente a esto se encuentran los defensores del ‘Estado del Bienestar’. El Estado no
puede ser sólo el guardián de los intereses y las economías de los poderosos. Debe
intervenir en la vida económica para asegurar el bienestar de la gran mayoría: garantizar
el derecho a la salud, la educación, al trabajo, entre otros. Aquí prima la igualdad como
valor que permite realizar la libertad.
Estos son los modelos clásicos de entender el papel del Estado en la ciudadanía. Pero en
la actualidad es la Globalización, esto es, la mundialización económica, el status quo
dominante. Esta situación plantea serias dudas respecto a si la ciudadanía podrá
preservar sus derechos económico-sociales.
- Político: Es el derecho a participar en el ejercicio del poder político bien como elector
o bien como autoridad. La institución que lo garantiza es el Parlamento y las diferentes
Juntas de Gobierno.
Todos los ciudadanos son iguales, todos tienen este nutrido grupo de derechos en el
mismo momento que entran a formar parte de la comunidad. Es la llamada igualdad
básica. Pero a ésta se le enfrentan las desigualdades económicas, que tienen que ver no
con los derechos y sí con el lugar que se ocupa en el proceso socioeconómico. ¿Es
compatible la igualdad básica y la desigualdad de clase? Compatible o no, es evidente
que existen, y es a través de la educación la forma de superarlas. La educación, que no
deja de ser un proceso de selección, es el auténtico derecho a la igualdad de
oportunidades con el objeto de eliminar los privilegios por la herencia. La educación,
vinculada a la estructura ocupacional, es el instrumento de estratificación social
aceptado por la ciudadanía.
Pero es este punto, nos volvemos a encontrar con el mismo monstruo, las perversas y
devastadoras sombras que la Globalización arroja sobre las ciudadanías. El choque se
produce entre un aparato educativo que defiende la igualdad de oportunidades y la
tolerancia contra la inseguridad y la precariedad en el mercado de trabajo.
3. UN FUTURO CACOTÓPICO.
tienen, por tanto, cada vez más capacidades de decisión antes reservadas a la esfera
pública de los Parlamentos y los Gobiernos. La soberanía de los Estados está claramente
limitada por una soberanía privada, difusa y metaestatal: la voluntad estratégica de las
grandes multinacionales.
La cacotopía llega al ágora. Pero sí a hay algo que termina de rematar la faena en
contra de la ciudadanía es la transformación del ágora pública. El ágora es la institución
pública (el espacio donde se genera la opinión pública, el lugar donde se crea la cultura
popular) a donde acuden todas las instancias privadas individuales. Es un territorio sui
generis, especial, donde se encuentran los flujos contrarios, y donde de forma natural,
aunque imperfecta, se producían los intercambios y las modificaciones. Ahora en los
tiempos posmodernos que corren un dispositivo industrial de producción de contenidos
se ha apropiado de los espacios más relevantes de ella: la propaganda. El envite es tan
fuerte que la propaganda se ha convertido en algo distribuido indiscriminadamente, se
quiera o no, transformándose en algo sine qua non para la exigencia de una producción
masiva y un consumo también masivo y calculable de antemano.
A modo de conclusión. Para los seres humanos corrientes el manto de los derechos de la
ciudadanía es un bien precioso cuando carecen de él, pero resulta ineficiente cuando les
requiere su presencia, especialmente ante el control del poder privado. Esta debilidad de
la ciudadanía es también, por supuesto, la debilidad de la propia democracia, tanto en la
fragilidad como su limitación. Esta debilidad reside en la sobreposición de un poder,
que no aparece como tal, sobre el otro. El poder privado de las instituciones
empresariales multinacionales enajena por completo a la política, desmantela el alma de
la ciudadanía, ocasionando su deriva cacotópica.
Bibliografía:
1. DE LA VIOLENCIA A LA DEMOCRACIA.
Las películas del Oeste, los westerns, son el ejemplo idóneo para explicar el tránsito de
la violencia a la democracia, o lo que es lo mismo, de la barbarie a la civilización.
Dentro de este género tan cinematográfico los críticos de cine, destacan al director
norteamericano de ascendencia irlandesa John Ford. Por ejemplo, Marías dice de él que
es “considerado como uno de los grandes creadores de cine del Oeste” 3, o que es “el
cineasta que más ha contribuido al desarrollo del western” 4. Aldo Viganó va más lejos y
escribe que es el “más grande realizador de la historia del cine” 5.
Y dentro de la amplia filmografía de John Ford los críticos destacan la película que,
dentro de nuestras posibilidades, trataremos de analizar. La Revista de cine Dirigido
por, en 2008, realizó una votación entre un nutrido grupo de expertos, para determinar
cuál era la mejor cinta de John Ford. El hombre que mató a Liberty Valance quedó en
segundo lugar tras Centauros del Desierto 6. En la desaparecida revista cinematográfica
Nickel Odeon, en otoño de 1996, se preguntaba a los expertos por el mejor western de
2
Cfr. Días de cine: 50 aniversario de 'El hombre que mató a Liberty Valance'. Emitido el día 20 de abril
de 2012. Tomado de rtve.es, A la carta: http://www.rtve.es/alacarta/videos/dias-de-cine/dias-cine-50-
aniversario-hombre-mato-liberty-valance/1381255/
3
MARÍAS, Miguel, “John Ford. El espíritu de la frontera”, Nickel Odeon, nº4, otoño 1996, p. 102.
4
Ibíd., p. 106.
5
VIGANÓ, Aldo, “John Ford y la Historia de América. Individuo, cine y sociedad desde la Guerra de
Independencia hasta Pearl Harbour”, Dirigido por, nº 378, mayo 2008, p. 57.
6
Dirigido por, nº 378, mayo 2008.
todos los tiempos. El hombre que mató a Liberty Valance quedó en segundo lugar tras
La Diligencia7.
Un tren llega a la ciudad de Shinbone. Del mismo se bajan el senador Ransom Stoddard
y su esposa Hallie. Han venido a los funerales de un viejo amigo, el antiguo cowboy y
pistolero Tom Doniphon. Casi nadie en el pueblo sabía de la muerte del duro vaquero.
Durante el velatorio, el anciano senador departe con el dueño del periódico local al que
cuenta los sucesos acaecidos años atrás. En un larguísimo flashback, por tanto,
transcurre gran parte de la película.
Un joven e idealista abogado del Este civilizado, Stoddard (James Stewart), llega en
diligencia a una pequeña ciudad en expansión del Oeste. Antes de llegar, la diligencia es
abordada violentamente por un grupo de forajidos comandados por Valance (Lee
Marvin). Éste golpea salvajemente al abogado con un látigo. Es encontrado, maltrecho,
por Doniphon (John Wayne) y criado Pompey que lo llevan hasta el pueblo para que
pueda curarse. Acogido por el dueño del restaurante local, entabla amistad con su hija,
Hallie (Vera Miles), que se encargó de sanar al golpeado y magullado abogado. Como
contraprestación a los cuidados de la familia Ericson, Stoddard comienza a trabajar
como lavaplatos y camarero, y también enseña a leer a la muchacha.
7
Nickel Odeon, nº 4, otoño 1996.
8
Cfr. CASAS, Quim, John Ford. El arte y la leyenda, Dirigido por (Serie Mayor nº6), Barcelona, 1989,
pp. 397-406.
Que “los western de Ford sean algo más que películas del Oeste”, como nos explica
Marías9, nos parece evidente tras el visionado reflexivo de este film. Las películas de
John Ford, en general, manejan una amplia temática como pueden ser, entre otras, “los
conflictos entre minorías y mayorías, la soledad de los individualistas, la necesidad de
integrarse en una comunidad; la disolución de las familias; la solidaridad de los
proscritos”10.
Nos ceñiremos a valorar, de entre todo este rico entramado de temas y valores, el
carácter gratuito de la violencia y las relaciones del individuo y la comunidad 12.
Las relaciones del hombre y la sociedad que vemos aquí se producen en un estado de
ausencia de civilización, no en un escenario de equilibrio social y seguridad jurídica,
ocurre en el salvaje Oeste. Una región en la que todo están locos por matarse, tal y
como dice Stoddard en un momento de la película, ese en el que cae zancadilleado por
el forajido y a continuación, Valance y Doniphon se encaran como dos gallos de pelea.
Esta forma incivilizada de resolver los conflictos contrasta con la que llegarán después
en el bar del Saloon, mazo incluido, en la que los pueblerinos se reúnen para dirimir
quién será el representante del pueblo en la convención del Estado 13.
Cfr. FORD, John, El hombre que mató a Liberty Valance (The man who shot Liberty Valance), 1962,
Paramount Pictures.
9
MARÍAS, Miguel, op. cit., p. 102.
10
Ibíd., p. 104.
11
GÓMEZ-ANGULO, Juan Antonio, “El hombre que mató a Liberty Valance”, Nickel Odeon, nº 4,
otoño 1996, p. 134.
12
Esta película también abre la posibilidad de reflexionar sobre algo que nos coge muy cerca, el papel del
Periodismo y la Comunicación.
13
Cfr. FORD, John, El hombre que mató a Liberty Valance (The man who shot Liberty Valance), 1962,
Paramount Pictures. DVD-Video.
idealista, dotado de un fuerte sentido ético y social, y por esto llamado a fundar el
futuro”14.
Son dos clásicos cowboys, uno que no es capaz de controlar sus impulsos violentos, y el
otro que sí es capaz y logra ponerlos al servicio del bien común. Ambos con el mismo
nivel primitivo, pero el primero seducido por el sadismo y la podredumbre moral, y el
otro aceptando con lucidez su propio sacrificio 16. El abogado, que representa el progreso
necesario hacia un futuro mejor, y los pistoleros, que representan el pasado que ya no da
más de sí, son, asimismo, la representación del enfrentamiento entre la civilización y la
barbarie. Pero como dice Hernández, “el progreso no se mide desde la productividad o
el número de adelantos técnicos, sino en términos de civilización, de renuncia a la ley
del más fuerte, de sometimiento a normas justas que garanticen comunidades
sólidas”17.
Las ideas que defiende Ford son que el hombre es un “animal ‘naturalmente’ social”18
y “necesita de comunidades sólidas, solidarias y justas para poder desarrollarse
adecuadamente”19. Pero formar parte de una comunidad no significa la uniformidad de
todos sus miembros, implica que dentro de la convivencia en la comunidad que nos
acoge, existe un ámbito para la libertad personal y la expansión de cada cual 20.
Lo que tiene de peculiar el planteamiento fordiano es que sólo quien conoce el mal y la
violencia puede, al desprenderse de ella, conducir a una comunidad hacia la civilización
desde la barbarie. El que ha conocido la vida al margen de toda idea de bien y de moral
es el que puede defender los valores sociales, porque ha sido capaz de domeñar sus
14
VIGANÓ, Aldo, op. cit, p. 57.
15
Cfr. Ibíd., p.57.
16
Cfr. CASAS, Quim, op. cit, p. 402 y 404.
17
HERNÁNDEZ, Esteban, “Otros ‘Westerns’. Shakespeare, los Reyes Magos y la tierra prometida”,
Dirigido por, nº 379, junio 2008, p. 67.
18
VIGANO, Aldo, op.cit. p. 57.
19
HERNÁNDEZ, Esteban, op. cit. p. 68.
20
Cfr. Ibíd., p.68.
El hombre civilizado del Este que llega al salvaje Oeste, convencido de que la sola luz
de la razón y la ley serían suficientes para democratizar la barbarie, necesita de un
último acto de violencia que clausure toda violencia posterior. La muerte de Valance es
la caída de un “símbolo y de una sociedad”22. Matando a Valance, Doniphon se sacrifica
a sí mismo y, de paso, a un determinado modo de existencia, ruda, violenta e
incivilizada, que ambos representan. Doniphon hace lo que hace por amor, por Hallie,
con la que quiere formar su propia familia y entrar a formar parte de la comunidad
pacífica de Shinbone, dejando atrás los viejos tiempos y las tropelías. Por eso trabaja en
la ampliación de su hogar para, seguramente, tener hijos y que estos crezcan allí, en una
Shinbone próspera y civilizada.
Pero Doniphon termina convirtiéndose en el héroe sin premio, que sabe que ya no tiene
sitio en el nuevo orden democrático que se abre. Por amor logra canalizar
productivamente la violencia, haciendo posible el nuevo orden de Stoddard que termina
convirtiéndose en el líder de la comunidad: la legalidad, el diálogo, la representatividad,
la libertad de expresión y de publicación, las decisiones por mayorías, etc. 23.
2. DE LA DEMOCRACIA A LA VIOLENCIA.
Pero hay quienes no están conformes con estas garantías y justifican el uso de la
violencia dentro de la democracia para que esta cambie y vaya, supuestamente, a mejor.
Se trata de responder entonces a la pregunta de si está o no justificada la violencia
dentro de la democracia como modo de perfeccionarla. En los órdenes no democráticos,
como el caso del Far West ejemplificado en el film que analizamos, no existe ni el
21
Cfr. Ibíd., p.69.
22
CASAS, Quim, op. cit. p. 404.
23
Cfr. Ibíd., p.404-406.
24
WOLDENBERG, José, “Violencia y democracia”, Revista Internacional de Filosofía Política, nº 4,
noviembre 1994, p. 127.
25
Cfr. Ibíd., p.127-128.
toma nota de los asistentes, que vivan en la vecindad, que tengan una determinada
nacionalidad y edad, no se pueden beber ni portar armas, hay que dejar constancia
escrita de los debates, proponer mociones, hacer nombramientos de representación,
etc.26. Queda claro, tras el debate, que el látigo no hace democracia, y que el bar vuelve
a estar abierto.
Asimismo, expone Woldenberg que “la democracia, puesto que es pluralista, supone
canales de representación para que las diferentes agrupaciones puedan procesar
pacíficamente sus intereses y reclamos”27. La democracia entiende como algo positivo,
y que debe ser protegido, la confrontación de la pluralidad; ofreciéndole además, cauces
para su expresión. La existencia de estos cauces de expresión y representación, por
ejemplo la libertad de expresión, reunión y de creencias entre otras, invalida a la
violencia como forma de solucionar conflictos o la imposición de la uniformidad28.
Por último, para Woldenberg “la democracia, puesto que incorpora una dimensión
política electoral, supone que las minorías tiene una serie de derechos que hacen
innecesaria la utilización de la violencia como recurso político”29. En democracia es
válido el principio de la mayoría. Pero este principio acepta de buen grado los matices
para que no suponga la represión de las minorías, ni la pretensión de que éstas dejen de
serlo y se conviertan en mayorías. La democracia está bien lejos de anquilosarse en una
dualidad de mayorías inmutables y minorías perpetuas. Dispone, por tanto, de vías
legales e institucionales, tales como el sufragio universal y los procesos electorales,
entre otros, para dirimir estas contiendas de forma pacífica y civilizada30.
26
Cfr. FORD, John, El hombre que mató a Liberty Valance (The man who shot Liberty Valance), 1962,
Paramount Pictures.
27
Ibíd., p.127.
28
Cfr. Ibíd., p.129.
29
Ibíd., p.127.
30
Cfr. Ibíd., p.129.
pueblerinos entienden que el conjunto unido de la comunidad es más fuerte que las
amenazas del forajido, que termina perdiendo la votación contra Stoddard.
Como dice el rico refranero popular, que de algún modo recoge la sabiduría del pueblo,
del dicho al hecho hay un trecho, y no podemos terminar esta sección sin dejar un
apunte final. Estos son los rasgos formales o ideales que ha de tener toda democracia
para que la llamemos democracia. Pero sabemos que las “democracia realmente
existentes”31 no siempre respetan estos principios fundamentales. A lo largo de la
película también podemos ver algunas de las miserias de la política: cómo adulan
interesadamente a Stoddard, las argucias de la oratoria, cómo los ponentes retuercen el
lenguaje en sus discursos manejando la realidad a su antojo, etc. Y, especialmente, la
escena final, en el tren: la lejanía emocional entre Stoddard y Hallie después de todos
los años de carrera política del abogado. Pero el hecho de que la democracia no sea
completa, absoluta y perennemente perfecta no significa que haya que golpearla con el
desorden y la violencia.
Esto es lo que explica Woldenberg, cuando dice que “hay, sin embargo, nutrientes
ideológicos fuertes y arraigados que justifican la utilización de la violencia” entre
mucha gente en los estados democráticos modernos32. Podemos hacer aquí una parada y
observar, brevemente, la situación actual en nuestro propio país.
31
Ibíd., p.127.
32
Ibíd., p.130.
internet dan rienda suelta a su incivilización. No hace mucho, hemos podido ver cómo
las redes sociales ardían por una funesta interpretación de la libertad de expresión. Nos
referimos al asesinato en plena calle de un importante cargo político en la ciudad de
León. Fue un asesinato sin tintes ideológicos33, sin embargo las redes sociales fueron el
crisol donde apareció la barbarie y la incivilización más brutal34.
Son varias las justificaciones que hacen algunos de la violencia dentro del contexto
democrático como modo de cambiar, a mejor, la democracia. En realidad, son
variaciones de un mismo tema, ya que aparecen casi todos estos elementos juntos en los
discursos de los que hacen apología de la violencia como motor del cambio en
democracia.
Es cierto que la democracia no resuelve de facto todos y cada uno de los problemas que
surgen en las sociedades y las culturas, que no es un sistema perfecto. Pero sí ofrece,
como ningún otro orden político, las vías institucionales para intentar resolverlos. La
democracia no está cerrada, puede evolucionar y aprender de sus errores, y terminar
haciendo mejor lo que no hace del todo bien. Es más, los que pretenden erosionar la
democracia con violencia no están resolviendo las injusticias, las están agravando.
Porque, finalmente, los otros órdenes políticos no democráticos que existen en el ámbito
internacional a los que estos sujetos hacen caso y colocan como ejemplo, tampoco
eliminan las injusticias y las diferencias 35.
2.3.2. Alegan que la violencia realiza de forma rápida los cambios necesarios
que los mecanismos del Estado de derecho realiza lentamente.
33
JABOIS, Manuel, “Asesinato en la intimidad”, El Mundo, 14-05-2014.
En: http://www.elmundo.es/espana/2014/05/14/5372b3ee22601d84128b456b.html
34
“Interior investiga mensajes injuriosos en internet tras la muerte de Isabel Carrasco”, ABC, 13-05-2014.
En: http://www.abc.es/espana/20140513/abci-interior-carrasco-internet-201405131400.html
35
Cfr. WOLDENBERG, José, op. cit. p. 131.
3. CONCLUSIÓN.
A modo de conclusión, las ideas más importantes que hemos estado defendiendo en el
presente trabajo son:
1. La violencia formó parte del proceso civilizatorio. Pero toda vez que la democracia se
implanta, queda supeditada a los mecanismos que marca la legalidad y el Estado de
derecho.
36
Cfr. Ibíd., pp. 132-133.
37
Cfr. Ibíd., p. 134.
2. Hay razones de sobra para el enfado y la indignación, pero nunca para la violencia. O
que convertir la violencia en la respuesta a las imperfecciones de la democracia.
Bibliografía:
CASAS, Quim, John Ford. El arte y la leyenda, Dirigido por (Serie Mayor nº6), Barcelona, 1989.
GÓMEZ-ANGULO, Juan Antonio, “El hombre que mató a Liberty Valance”, Nickel Odeon, nº 4,
otoño 1996, pp. 133-134.
HERNÁNDEZ, Esteban, “Otros ‘Westerns’. Shakespeare, los Reyes Magos y la tierra prometida”,
Dirigido por, nº 379, junio 2008, pp. 66-69.
MARÍAS, Miguel, “John Ford. El espíritu de la frontera”, Nickel Odeon, nº4, otoño 1996, pp. 102-
106.
VIGANÓ, Aldo, “John Ford y la Historia de América. Individuo, cine y sociedad desde la Guerra de
Independencia hasta Pearl Harbour”, Dirigido por, nº 378, mayo 2008, pp. 56-61.
Otras fuentes
FORD, John, El hombre que mató a Liberty Valance (The man who shot Liberty Valance), 1962,
Paramount Pictures.
Días de cine: 50 aniversario de 'El hombre que mató a Liberty Valance'. Emitido el día 20 de abril de
2012. Tomado de rtve.es A la carta:
http://www.rtve.es/alacarta/videos/dias-de-cine/dias-cine-50-aniversario-hombre-mato-liberty-
valance/1381255/
Tertulias del programa "Qué grande es el cine", de José Luis Garci, 129-134, El hombre que
mató a Liberty Valance. Tomado de Youtube:
http://www.youtube.com/playlist?list=PLF509DCF393D367DF
Algeciras (Cádiz)