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INTRODUCCIÓN

Hablar sobre la muerte hoy día, envuelve el abordaje de un hecho universal


irrebatible, ya que, si bien sea cual sea la edad en la que nos hallemos, la muerte es un hecho
seguro que sucederá de modo que, todo tiene su tiempo, y todo tiene su hora. Tiempo de
nacer, tiempo de vivir y hora de morir. Por lo tanto, todos debemos tener un claro
conocimiento acerca de nuestro desenlace fatal, la muerte. La actitud que ha tomado el
hombre respecto al enfrentamiento ante la muerte ha sido, es una conducta de evasión, de
rechazo, aunque ella se presente como un hecho social. Sabemos que vamos a morir, pero
muchas veces nos resignamos aceptar esta realidad.

La muerte puede definirse como el instante y el morir como el proceso último de


la vida. La conciencia de lo inevitable hace que la muerte se conciba como un acontecimiento
que se percibe en términos de la pérdida de otro, convirtiéndose en un asunto personal. Para
lograr una comprensión profunda acerca de este fenómeno, tenemos que estar consciente de
que nuestra vida; es frágil, finita, y temporal. De esta manera podemos tener una conciencia
más clara de este suceso que cada uno de nosotros de una u otra manera debemos de enfrentar.
De modo que, todos tenemos que tener claro que en esta vida crecemos, maduramos y
después desaparecemos.

La muerte es un parte natural de la vida, sin embargo, muchas personas se han aferrado
demasiado a esta última, por lo que hay que tener claro que morir es algo que nos llegará a
suceder eventualmente a toda la persona. Las personas que se han resignado aceptar este
hecho inevitable es decir la muerte, viven una vida sin esperanza, desilusionado triste, de
modo que han perdido el sentido de la vida porque son ignorante sobre este fenómeno.

Por esta razón debemos tener clara certeza de la muerte que se nos manifiesta de
múltiples maneras, y sobre todo saber como acompañar en la muerte, la contradicción de la
vida y la muerte, los criterios para el bien morir, y también cuales son el elemento más
necesario que nos ayuden a afrontar la muerte, como vemos la muerte hoy día y tantos otros
relacionado con ella. De modo que el objetivo de este escrito es reconocer la importancia
sobre la realidad de la muerte en nuestra vida.
La realidad de la muerte

En primer lugar, la contradicción de la vida y de la muerte viéndola desde un punto


de vista cronológico, la muerte yo la voy a ver en el otro desde lo que me proyecta otro
cuando se muere, por tanto, no podemos ver la muerte objetivamente nunca coinciden vida
y muerte, por eso va a decir Sartre, entiendo la muerte por los otros. Por tanto, la vida en
función de la muerte podríamos decir que somos seres para la muerte. Si no entiendo de que
soy ser para la muerte viene la angustia.

En segundo lugar, la muerte nos acompaña, nos persigue, nos angustia. Es sin lugar
a duda aquella que nos acompañará en nuestra vida. Por lo tanto, de esta realidad inexorable
no alcanzamos a escapar de ella. Por eso el sentido de la existencia solo lo hallamos cuando
nos acostumbramos con la idea de la muerte. Ahora bien, no requerimos que se piense
constantemente en ella todos los días ni a cada instante, sino simplemente mostrarse
conforme, es decir, que tenemos que morir, que en esta vida no somos eternos, que somos
seres limitados y finitos. Por eso, si aceptamos la muerte como parte de nuestra condición
humana aprenderemos a vivir. Puesto que, aunque solo aprendamos a afrontar la muerte,
habremos aprendido a darle significados a la vida, cómo mirarnos a nosotros mismos para
aceptarnos, sobre todo en el sentido más profundo posible, como seres humanos limitado.

En tercer lugar, nacemos para vivir, con la condición de que moriremos, por ello
cabe, imaginar el morir arraigado en el vivir. La muerte es la posibilidad vital absolutamente
ineludible es decir inevitable y absolutamente irrevisable, y, por consiguiente, el trance de
nuestra presencia a cuya consideración debe ajustarse la vida del hombre para ser esencial y
autentica. Por consiguiente, es posible pensar que la muerte del otro puede enseñar a vivir y
humanizarnos.
Por otro lado, el silencio puede ser muy saludable ante la solidaridad con aquel que
le ha tocado ver morir unos de sus seres queridos. No cabe duda, acompañar a quien narra su
vida, está cargado de contenido, supone un verdadero esfuerzo. Es distinguir lo esencial,
subrayar momentos más importantes, poner orden al desorden, es la vida misma.
En cuarto lugar, los elementos para afrontar la muerte constituyen las bases
fundamentales como la confianza que nace de sabernos integrados de algo mayor que
nosotros mismos. La proximidad de la muerte hace que algunas personas logren con madurez
en poco tiempo confrontarse con los fines que lleva a asumir nuevos valores, a integrar que
la vida es misterio de difícil esclarecimiento, y a madurar con el sufrimiento y los silencios.

Por supuesto, dejar de lado las ilusiones vanas las que llevan a la búsqueda de la
inmortalidad terrena, las que enajenan de vivir el presente, y buscan el no sufrir nunca. El
final de la vida confronta con la esperanza y el sentido el humor como elemento esencial para
seguir luchando. Que la vida tenga fin, no significa que tenga que ser un sin sentido.

En último término, morir hoy es un acontecimiento singular y relevante. De modo que


ante una enfermedad definitiva la muerte de esta forma se muestra, vulnerable y débil. Por lo
tanto, se nota la impotencia y angustia, pero desde lo exterior nos damos cuenta de esta
realidad. El morir y la muerte están insertados en un contexto cultural. Teniendo en cuenta
que el morir está rodeado de agonía y sobre todo de sufrimiento. Hay diversa causa
relacionada con el morir, tanto traumáticas física y emocionales es por eso por lo que la gente
anhela un morir breve, sin dolores y rodeado de los que ama.

Una de las cosas de que en el morir debe estar presente es de una u otra manera la
esperanza de un día haber vivido; y lamentar la pérdida del amor y la compasión de los otros.
Para muchos, actualmente, la muerte se vuelve una enfermedad, como una desgracia.
Todavía en la actualidad muchas personas le tienen miedo a al morir y cuando escuchan
hablar de la muerte se resisten.

Todos hemos de morir, ricos, pobres, blanco, negro, flaco, gordo feo, bonito, un día
llegará ese acontecimiento no esperado por muchos de nosotros, pero lamentablemente
vendrá y tendremos que aceptarla, aunque nos resignemos, aunque lloremos, aunque
queramos escaparnos, es una realidad que no podemos impedir, pero sobre todo es algo que
no vamos a entender en su totalidad. Hagamos de la muerte parte de nuestra vida para que le
podamos encontrar sentido a la vida humana.
CONCLUSIÓN

Reflexionar sobre la muerte como parte de nuestra condición humana, nos


ayuda entenderla y aceptarla o combatirla o simplemente responder de una manera impotente
frente a ella. Por consiguiente, desde que el hombre es hombre ha respondido a la muerte de
múltiples maneras, con miedo con respeto, con incertidumbre, con entrega o con resignación.

La muerte tiene un papel fundamental en toda la existencia humana, ya que la


impotencia y el límite que implica obligan al ser humano a reflexionar, a buscar respuesta.
Por supuesto que el hecho de que somos seres mortales es lo que hace que el hombre se
cuestione sobre su condición, su naturaleza, su relación con el mundo, sobre el hecho de
haber nacido y sobre su condición finita y mortal.

El tema de la muerte a repercutido de manera controversial en nuestra sociedad. Para


mucho significa el sin sentido de la vida mientras que para otros significa una provocación
para reflexionar en la vida acerca de nuestra existencia finita y limitada. Pensar y reflexionar
sobre el tema de la muerte nos ayuda a entender quienes somos. De manera en la medida en
que aprendemos a conocernos mejor lograremos también conocernos más.

Por lo tanto, es importante que cada uno reflexiones sobre este acontecimiento de la
muerte en nuestra existencia humana. Para que, de este modo, podamos encontrarle sentido
a la vida. De modo que, cada individuo que no logra reconocer su condición limitada no
encontrará sentido a la vida. Claro que somos seres para la muerte, pero eso no significa que
nos tiremos al abandono, que vivimos sin esperanza, que vivamos solitario, sino al contrario
vivir con alegría nuestra vida y de esta manera vamos a experimentar el verdadero sentido de
nuestra existencia y veremos la muerte no como signo de desgracia sino como parte
integrante de la vida humana.

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