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PROGRAMA DE INTERVENCIÓN EN MUJERES MALTRATADAS

Pedro Antonio Solano García – Master en Psicología General Sanitaria

La violencia contra las mujeres es una lacra social, contra la cual se debe actuar desde la
base de la educación en el ambiente del hogar, el comunitario, el social y también desde
la responsabilidad que tienen los medios de comunicación para evitar discursos en los
que se revictimice a la víctima o en los cuales se utilice un lenguaje capcioso
entreviendo que parte de la responsabilidad del acto o la situación sea de la mujer de
forma directa o indirecta creando un clima de aceptación social (Gracia y Herrero, 2006;
en Matud, Forte y Medina, 2014). Sin embargo, a pesar de que hoy en día hay una
mayor conciencia social respecto a la problemática que supone este tipo de dinámicas,
aún podemos encontrar disfuncionalidades en las diferentes partes implicadas en el
problema de la violencia machista (tanto para la mujer víctima, como para el hombre
agresor que no entiende otro tipo de interacciones y modos de actuar, como de un
sistema educacional y cultural que aún hoy perpetúa estilos de relación alejados del
igualitarismo y el respeto).

A modo de breve resumen, se puede decir que la violencia contra la mujer abarca
diversas actitudes y conductas hacia ella como agresiones físicas y psicológicas,
maltrato verbal y coercitivo, relaciones y dinámicas sexuales forzadas, acoso o
aislamiento social, incluido todo ello dentro de una dinámica de dominación y control
asociada a la construcción social aún prevalente del género y la desigualdad de poder
entre hombres y mujeres (Matud et al, 2014). Todo esto, claro está, genera un gran
impacto negativo en la salud tanto física como psicológica de la mujer víctima, secuelas
que continúan en el tiempo aún cuando ya se le ha puesto fin a la relación, encontrando
sobre todo problemas relacionados con estrés postraumático, depresión, ansiedad,
sentimientos de culpa o aislamiento social o formas inadecuadas de afrontar los
problemas como el uso abusivo y descontrolado de fármacos (Echeburúa y Corral,
1998), así como disminución de la autoestima y sentimientos de autoeficacia de la
mujer (Orava, McLeod y Sharpe, 1996; en Matud et al, 2014). A esto hay que sumar los
sentimientos de indefensión aprendida y la dependencia emocional que es una tónica
básica dentro de este tipo de relaciones.

Por todo lo brevemente comentado sobre las interacciones, dinámicas y problemáticas


asociadas al sufrimiento multicausal que padece la víctima de maltrato, es necesario
proponer un programa de tratamiento multicomponente que esté orientado a aumentar
la seguridad de la usuaria, ayudar a recuperar el control de su vida y remediar el
impacto psicológico del abuso (Dutton, 1992; en Matud et al, 2014), enfatizando la
construcción propia de soluciones a los problemas, fomentar la independencia y dotar
de mayor capacidad de toma de decisiones a las usuarias del programa. De hecho, de
acuerdo con el Colegio Oficial de la Psicología de Guipuzkoa, el cual ha promovido la
creación de una guía de tratamiento de víctimas de violencia machista, se tomará como
premisa básica en el tratamiento y, específicamente, en su parte psicoeducativa, un
enfoque de género que postula que “La violencia de género procede de la desigualdad
entre hombres y mujeres, siendo el resultado de la creencia, alimentada por la mayoría
de las culturas, de que el hombre es superior a la mujer con quien vive, que es posesión
suya y que puede ser tratada como considere adecuado. Es el modo de afianzar ese
dominio, por lo que la violencia de género no es un fin en sí mismo, sino un instrumento
de dominación y control social.” (Álvarez García, Sanches Alias y Bojó Ballester,
2016).

El programa propuesto (realizado a través de la intervención desarrollada por Matud en


2005 y validada en 2014), consiste en intervenciones individualizadas de hora y media
de duración que se desarrollan en 10 sesiones semanales, aunque puede extenderse si las
necesidades específicas del caso así lo indican. Entre éstas pueden incluirse la
valoración de que sea más necesario incidir en la reestructuración cognitiva, fomentar
de manera más notable las habilidades sociales o casos en los que la separación sea
reciente y por ello haya una mayor experimentación de sintomatología traumática o
dependencia emocional. También se consideran de vital importancia para adaptar la
duración del tratamiento la relevancia que tienen los aspectos psicoeducativos sobre la
intervención además de las diferencias en el ritmo de asimilación y recuperación de
cada usuaria. Se trata de un programa eminentemente de corte cognitivo-conductual en
el que se incide sobre todo en el abordaje de la problemática sintomática asociada al
maltrato, la psicoeducación, el fomento de la autoestima o la potenciación de un estilo
de comunicación y habilidades sociales adecuado.

Es muy importante incidir en el necesario carácter práctico de todos los puntos


abordados en este programa. Al tratarse de un programa de intervención cognitivo-
conductual debe tener un carácter eminentemente práctico en el sentido de potenciar
todas las habilidades y estrategias que se desarrollen en las sesiones fuera de las
mismas. Por ello el compromiso y la motivación deben ser factores importantes para
que la eficacia del programa se vea maximizada, cuestiones que deben ser abordadas
desde la primera sesión.

La evaluación se realizará principalmente en dos momentos, al inicio y al final de la


implementación del programa, aunque en momentos intermedios también puede
realizarse alguna evaluación de proceso para comprobar si el programa está resultando
efectivo. Para la evaluación se utilizarán principalmente seis instrumentos de valoración
de diferentes aspectos de la problemática global que supone la experiencia de maltrato:
el inventario de evaluación del maltrato a la mujer por su pareja (Matud, 1999;
evalúa diferentes conductas de maltrato físico, psicológico o sexual mediante 57 ítems
tipo Likert), la escala de gravedad de síntomas del trastorno de estrés
postraumático (Echeburua, Corral, Amor, Zubizarreta y Sarasúa, 1997; evalúa de
forma categorial como de severidad la sintomatología de estrés postraumático con 17
ítems), el inventario de depresión de Beck (Beck, Steer y Brown, 1996; 21 ítems que
evalúan sintomatología depresiva), el inventario de ansiedad de Beck (Beck y Steer,
2011; evalúa la gravedad de la sintomatología ansiosa con 21 ítems), el inventario de
autoestima SEQ-MR (Rector y Roger, 1993), y el inventario de apoyo social AS
(Matud, 1998; evalúa la percepción de disponibilidad de apoyo en diferentes áreas).

Hablando concretamente de las partes del programa, se abordan los siguientes puntos en
este mismo orden, atendiendo y englobados en las fases principales del tratamiento con
mujeres víctimas de violencia de género (Seguridad, abordaje del recuerdo traumático y
recuperación y control del día a día).

a) Fase de Seguridad

- Psicoeducación en género y violencia de género: se pretende aumentar la


seguridad, la toma de conciencia de la problemática de la violencia de género y la
comprensión del proceso global. Para ello, mediante metodología inductiva (la cual
implica extraer conclusiones generales a partir de premisas particulares e
individualizadas), se trabajan temas como qué es la violencia de género, los tipos de
maltrato existentes, la tipología de maltratadores, el tipo de estrategias exculpatorias
utilizadas o diferentes medidas de seguridad a tomar en determinadas situaciones, todo
esto englobado dentro de un debate en torno a cómo los patrones sociales y culturales
tradicionales y los estereotipos de género establecidos ayudan a generar y perpetuar este
tipo de dinámicas violentas.

b) Fase de abordaje del recuerdo traumático y sintomatología asociada

- Reducción y/o eliminación de síntomas: se utilizan en esta fase diferentes


técnicas y estrategias terapéuticas, como la reestructuración cognitiva, la parada de
pensamiento, técnicas de manejo del estrés y entrenamiento en relajación (sobre todo
técnicas basadas en la respiración controlada diafragmática y relajación muscular
progresiva). Dentro de la reestructuración cognitiva se dedica especial atención a las
creencias irracionales y desadaptativas relacionadas con la culpa, también mediante
discursos socráticos e inductivos en los que la psicoeducación tiene un peso importante.
También es especialmente importante dentro de la reestructuración cognitiva ajustar a la
realidad el sistema de procesamiento de información de la usuaria así como resituar el
acontecimiento traumático dentro de términos justos, analizar con realismo las distintas
facetas asociadas a la problemática (como por ejemplo la situación de los hijos),
explicar reacciones normales ante este tipo de experiencias y fomentar, sobre todo,
discursiones racionales para eliminar en general los sesgos cognitivos asociados, sobre
todo, a los sentimientos de baja autoestima y culpabilidad (referenciar el libro de la
asignatura).

c) Fase de recuperación y control del día a día

- Estrategias y técnicas para aumentar autoestima y percepción de eficacia:


se utiliza psicoeducación y estrategias para que atiendan a sus propias necesidades,
defiendan sus derechos y realicen actividades gratificantes. Uno de los objetivos que se
persigue con este módulo es que puedan proyectarse hacia el futuro poniendo encima de
la mesa posibilidades realistas de rehacer la vida, centrándose en poner el énfasis en los
aspectos positivos existentes y tratando de que, en la medida de las posibilidades, sea la
usuaria la que realmente oriente los objetivos a conseguir para que sea ella la que forje
su destino a partir de ahora, aspecto fundamental en obtener una visión de sí misma
como de alguien competente y capaz de desarrollar su día a día como quiera.

Una parte especialmente importante dentro de este módulo es la relativa a la


implementación de actividades, en especial las gratificantes. Es vital que poco a poco se
recuperen niveles de gratificación dada, autonomía y actividad normales y apropiados a
su edad, gustos, aficiones y posibilidades, de forma individual o colectiva, pero siempre
bajo el criterio de que sea ella la que oriente las opciones y sea dueña de su día a día.

- Fomentar una comunicación y habilidades sociales adecuadas: se abordan


sobre todo los diferentes estilos de conducta interpersonal y un entrenamiento en
técnicas asertivas y de comunicación. Se ponen en marcha distintas actividades que le
permitan comunicarse de forma efectiva y defendiendo sus derechos de forma asertiva y
adecuando el estilo de conducta interpersonal a la situación y las necesidades que tenga.
Además de esto, volviendo a poner la psicoeducación como base del aprendizaje, se
expondrán de forma teórica los diferentes estilos de comunicación (asertiva, pasiva y
agresiva) y ejemplos asociados a cada uno, tratando también de contextualizarlos dentro
de sus dinámicas personales, así como sesiones de role-playing y ejercicios para realizar
entre sesiones terapeuticas.

- Entrenamiento en solución de problemas y toma de decisiones: esta parte


del tratamiento incluirá entrenamiento en solución de problemas utilizando el esquema
básico propuesto para diferentes problemáticas pero que ha mostrado su utilidad en
diferentes problemáticas como una forma unitaria de abordar los problemas como
situaciones a solucionar y no como problemas en sí mismo. Además, se potenciará el
proceso de toma de decisiones ensayándolo en clínica y teniendo que realizar éstos de
forma autónoma y progresiva fuera de la misma. Dentro de este fomento de la toma
autónoma de decisiones también se tratarán de potenciar procesos relacionados con el
empoderamiento, el fortalecimiento de su “yo” y su integridad y la autodeterminación
como condiciones fundamentales para retomar una vida satisfactoria y plena consigo
misma, con su círculo más próximo y con el ambiente que la rodea.

Independientemente del número de sesiones que sean necesarias realizar (dijimos


previamente que el programa está diseñado para realizarse en diez sesiones pero que se
desarrollará en cuantas sean necesarias, estando normalmente el número de las mismas
entre unas quince o veinte), la última sesión está dirigida a la reestructuración cognitiva
sobre el amor romántico y la prevención de recaídas. Además, con el fin de reforzar el
aprendizaje, se entregarán unas fichas a modo de resumen con el contenido que se haya
visto en las diferentes sesiones al finalizar las mismas para poder visualizar el material
en casa.
BIBLIOGRAFÍA

Alvarez García, M. A., Sanchez Alias, A. M., Bojó Ballester, P. (Coords.) (2016).
Manual de atención psicológica a víctimas de maltrato machista. Gipuzkoa: Colegio
Oficial de la Psicología de Gipuzkoa.

Beck, A. T. y Steer, R. A. (2011). Manual. BAI. Inventario de ansiedad de Beck


(Adaptación española de J. Sanz). Madrid: Pearson Educación.

Beck, A. T., Steer, R. A. y Brown, G. K. (1996). BDI-II. Beck Depression Inventory.


Manual. San Antonio, TX: The Psychological Corporation.

Echeburúa, E. y Corral, P. (1998). Manual de Violencia Familiar. Madrid: Siglo


Veintiuno Editores.

Echeburúa, E., Corral, P., Amor, P. J., Zubizarreta, I. y Sarasua, B. (1997). Escala de
gravedad de síntomas del trastorno de estrés postraumático: propiedades psicométricas.
Análisis y Modificación de Conducta, 23, 503-526.

Matud, M. P. (1998). Social Support Scale [Database record]. Obtenido desde


PsycTESTS. doi: 10.1037/t12441-000.

Matud, M. P. (1999). Impacto psicológico del maltrato a la mujer: un análisis empírico.


Informe de investigación. Las Palmas de Gran Canaria: Instituto Canario de la Mujer.

Matud, M. P., Fortes, D. y Medina, L. (2014). Eficacia de un programa de tratamiento


psicológico individual para mujeres maltratadas por su pareja. Psychosocial
Intervention, 23(3), 199-207.

Rector, N. A. y Roger, D. (1993). Self-concept and emotion-control. Presentado en el


3rd Annual Meeting of the European Congress of Psychology. Helsinki, Finland.

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