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Una crisis epiléptica (CE) es la manifestación clínica de una descarga neuronal excesiva e
hipersincrónica que suele ser autolimitada. Dependiendo del área cerebral afectada la crisis
tiene manifestaciones diversas (motoras, sensitivas, psíquicas, etc.). Las crisis se originan por
muy diversos mecanismos que suelen producir un exceso de excitación neuronal o un defecto
de inhibición. La epilepsia es un trastorno del sistema nervioso central crónico caracterizado
por la repetición de dos o más crisis epilépticas no provocadas por una causa inmediatamente
identificable. La ocurrencia de una única crisis no permite el diagnóstico de epilepsia, a no ser
que haya factores predisponentes claros para tener una nueva crisis (por ejemplo una lesión
cerebral subyacente o un EEG claramente anormal). No todas las epilepsias se caracterizan por
presentar convulsiones ni todas las convulsiones son epilépticas. Las crisis epilépticas pueden
ser parciales o generalizadas: Las crisis parciales son aquellas que se originan en un lugar
concreto del cerebro (tienen un foco) y son, por tanto, de origen temporal, frontal, occipital o
parietal. Hay dos tipos de crisis parciales: simples, si no se asocian a pérdida de contacto con el
medio externo, o complejas, si hay una alteración de la conciencia con pérdida de la capacidad
de respuesta durante la crisis. Las crisis parciales simples consisten en sensaciones o
percepciones anormales de tipo visual, sensitivo, psíquico u olfatorio, o en una actividad
motora (movimientos clónicos, posturas tónicas). Las crisis parciales complejas se caracterizan
por mirada ausente y la realización de actos más o menos complejos (automatismos manuales
desorganizados u organizados, movimientos de deglución o chupeteo, etc.) y amnesia de lo
sucedido durante el período que dura la crisis y el inmediato período postcrítico. El 50% de los
pacientes con crisis parciales presentan generalización secundaria. Las crisis generalizadas son
aquellas cuyas manifestaciones clínicas responden a la activación de ambos hemisferios
cerebrales. Pueden ser convulsivas, es decir, presentan actividad motora (como son las crisis
tónico-clónicas, mioclónicas o tónicas) o no convulsivas (ausencias o atónicas). Las crisis tónico
clónicas son las más frecuentes y se caracterizan por la pérdida de conciencia, una fase tónica
de aproximadamente 10-20 segundos, una fase clónica de duración variable y estupor
postcrítico que puede durar desde varios minutos hasta horas. Generalmente se produce
amnesia del episodio, relajación de esfínteres y mordedura lateral de la lengua.
Las crisis convulsivas tiene una gran relevancia materno fetal y se han de considerar como una
urgencia vital durante la gestación y tratarlas siempre. Según la etiología, las epilepsias pueden
ser: - Idiopáticas: la base de la epilepsia es genética y no hay lesión evidente en la RM
(Ausencia infantil, Ausencia Juvenil, Epilepsia juvenil Mioclónica, Epilepsia con crisis de gran
mal). - Criptogéneticas: se supone que existe una lesión focal pero no es visible con las técnicas
de neuroimagen convencionales. - Sintomáticas: las crisis son secundarias a una etiología
conocida, en general con lesión acompañante (transtornos metabólicos, alteraciones de la
migración neuronal, tumores, ACVs…) El estatus epiléptico es una situación de convulsión
persistente en el tiempo, o bien cuando las crisis comiciales se repiten frecuentemente sin
permitir recuperar el nivel de conciencia o la normalidad intercrisis. Menos del 1% de las
pacientes epilépticas presentan un status epiléptico durante la gestación. La definición
estándar es de más de 30 minutos, pero probablemente es necesario el tratamiento en toda
crisis convulsiva que persista más de 5-10 minutos. La epilepsia es el segundo trastorno
neurológico más frecuente durante la gestación después de la migraña. Aproximadamente 1
de cada 200 gestantes presenta epilepsia (0.5%) y el 95% toman tratamiento antiepiléptico.
Durante la gestación la frecuencia de las convulsiones permanece sin cambios en el 60% de las
pacientes epilépticas, aumenta en el 20% y disminuye en el 20%. El agravamiento de las crisis
epilépticas se ha relacionado con la presencia de una elevada frecuencia de convulsiones
previamente a la concepción, al aumento de las concentraciones de hormonas esteroideas, al
estrés psíquico y físico, a la privación de sueño y, sobre todo, a la falta de cumplimiento
terapéutico y a la disminución de las concentraciones plasmáticas de fármacos antiepilépticos
(cambios en la farmacocinética). La gestación se considera de alto riesgo debido no sólo por el
riesgo de presentar crisis durante la misma sino por la mayor incidencia de resultados
obstétricos desfavorables.
FÁRMACOS ANTIEPILÉPTICOS:
El tratamiento utilizado dependerá del tipo de convulsión que presente la paciente. Los
antiepilépticos clásicos: ácido valproico, carbamazepina, fenitoína, fenobarbital, primidona,
etosuximida y clonazepam son capaces de controlar el 70-80% de casos de epilepsia cuando se
utilizan en monoterapia. Los fármacos antiepilépticos nuevos autorizados para su uso en
monoterapia (lamotrigina, oxcarbazepina, topiramato, levetiracetam…) probablemente
controlan a un porcentaje similar. El ácido valproico (Depakine ®) es la droga de elección para
los pacientes con convulsiones tónicoclónicas y descargas generalizadas en el EEG; también
para pacientes con otras formas de epilepsia generalizada, particularmente crisis de ausencia y
convulsiones mioclónicas y atónicas. Su mecanismo de acción es por medio del bloqueo de los
canales de sodio sensibles al voltaje, bloqueo de las corrientes de calcio de umbral bajo y por
aumento de la función GABAérgica (inhibitoria). Es ampliamente utilizado como agente
antiepiléptico de primera línea. Se ha asociado a una variedad de malformaciones importantes
y de menor importancia, incluyendo un aumento de defectos en el tubo neural (espina bífida y
anencefalia), fisura palatina y labio leporino, anormalidades cardiovasculares, defectos
genitourinarios, retraso en el desarrollo neuromotor, autismo y desórdenes endocrinológicos.
El riesgo de teratogénesis es, según los distintos registros de embarazo, superior a otros
fármacos antiepilépticos como la carbamazepina. Existe una relación establecida entre la dosis
de ácido valproico y el resultado perinatal adverso. Si no existen otras alternativas
terapéuticas, se debe utilizar la dosis efectiva más baja posible, en lo posible menor de 800-
1000 mg/día. La toxicidad neonatal asociada a la exposición intraútero a ácido valproico
incluye síntomas como irritabilidad, ictericia, hipotonía, dificultades para la ingesta y
convulsiones. Algunos estudios han comunicado a largo plazo alteraciones cognitivas en
comparación con niños nacidos de madres que tomaban otros antiepilépticos. La
carbamazepina (Tegretol®) es eficaz para el tratamiento de convulsiones tónico-clónicos
parciales y generalizadas, pero no es eficaz en pacientes con crisis de ausencia o convulsiones
mioclónicas (puede empeorar este tipo de crisis). Su mecanismo de acción es por medio del
bloqueo de los canales de sodio sensibles al voltaje.
- Anomalías esqueléticas
- Anomalías sistema nervioso: anencefalia, hidrocefalia, microcefalia, defectos del cierre del
tubo neural
El control de las convulsiones en mujeres embarazadas con epilepsia es vital, ya que las
convulsiones maternas pueden tener efectos deletéreos sobre el feto. Durante el embarazo el
principal objetivo del tratamiento será el control de las crisis epilépticas minimizando los
riesgos fetales. - El efecto de las crisis epilépticas no convulsivas en el feto no se conoce con
exactitud, excepto en el caso de traumatismo materno secundario. Las crisis parciales simples
no suponen un riesgo para la madre o el feto, y probablemente tampoco las crisis parciales
complejas, aunque no existe evidencia en este sentido. - Las convulsiones generalizadas
tónico-clónicas deben controlarse ya que pueden causar bradicardia fetal e hipoxia/acidosis
fetal y materna, y en ocasiones hemorragias fetales intracraneales, abortos y muerte fetal.
También pueden producir rotura prematura de membranas, desprendimiento de placenta y
amenaza de parto prematuro. - El estatus convulsivo, aunque infrecuente, puede asociarse a
mortalidad materna (3-7%). Sin embargo una reciente serie europea procedente de un registro
prospectivo no observó mortalidad materna en los casos de estatus epilepticus durante la
gestación.
Neurología y embarazo
embarazo conlleva una serie de cambios en la fisiología de la mujer, que pueden
ser fuente de enfermedades, ya sea activando patologías preexistentes,
favoreciendo cuadros intercurrentes o desarrollando patologías inherentes a su
estado. Las dolencias de tipo neurológico, están lejos de ser excepcionales, de
hecho el 50% de las pacientes embarazadas que se hospitalizan en unidades de
pacientes críticos, presentan algún síndrome de origen neurológico1.
Otro dilema dentro del quehacer clínico se relaciona con la elección de la terapia
que permita alcanzar un equilibrio entre el mejor control de la patología de la
madre con el menor riesgo para el feto, considerando que muchos fármacos usados
en neurología son potencialmente teratogénicos.
Esta revisión tiene por objeto dar a conocer las patologías neurológicas más
frecuentes asociadas al embarazo, incluyendo consideraciones sobre su manejo en
las mujeres gestantes. Con un fin práctico se agruparon en: Complicaciones
neurológicas del embarazo; epilepsia en la embarazada; accidentes
cerebrovasculares; enfermedades extra-piramidales; esclerosis múltiple; tumores
cerebrales y patología neuromuscular.
Infartos cerebrales
Otras causas de ictus son las embolias cardíacas y aproximadamente el 30% de los
pacientes jóvenes que presentan un ictus isquémico, tienen una fuente
cardioembólica identificable, posicionándose como la etiología más frecuente de
ataque cerebral en el joven. Las condiciones que las predisponen son
anormalidades estructurales como valvulopatías o miocardiopatía periparto,
trastornos de la conducción como la fibrilación auricular o la insuficiencia cardiaca
que puede ser secundaria a vasculopatía coronaria, disección e infarto agudo al
miocardio dado por los cambios hormonales que alteran la histología de los vasos.
Otras causas infrecuentes corresponden a las metástasis de coriocarcinoma y la
embolia de líquido amniótico.
Tratamiento
La IC en la MCPP puede aparecer muy rápidamente, y se aplican las guías para el tratamiento
de la IC aguda
Dispositivos y trasplante cardiaco,- Para las mujeres con síntomas y disfunción grave del VI 6
meses después de la primera presentación pese a recibir tratamiento médico óptimo y
duración del QRS > 120 ms, la mayoría de los clínicos aconsejan tratamiento de
resincronización cardiaca o tratamiento con desfibrilador automático implantable (DAI). El
trasplante cardiaco debe reservarse para pacientes en las que no sea posible o deseable
utilizar soporte circulatorio mecánico por razones individuales o que no se recuperan después
de 6-12 meses con soporte circulatorio mecánico.
Tratamiento médico,- aciente es importante. La mayoría de las pacientes con MCPP la
presentan en el periparto o el posparto. Las mujeres que presentan MCPP durante el
embarazo requieren cuidado cardiaco y obstétrico combinado. Al recetar los fármacos se debe
tener en cuenta los posibles efectos secundarios en el feto. Puede ser necesario un parto de
urgencia, independientemente de la gestación, en las mujeres en las que aparece o persiste
una IC avanzada con inestabilidad hemodinámica. Tan pronto nazca el bebé y la paciente esté
hemodinámicamente estable, se puede aplicar el tratamiento estándar para la IC (sección 7.4).
Se debe tener cuidado con el tratamiento de anticoagulación en la fase inmediata después del
parto, pero una vez detenido el sangrado, se debe considerar en pacientes con FE muy bajas
porque las embolias periféricas (embolia cerebral y trombos ventriculares) son frecuentes en
pacientes con MCPP168. Esto se debe en parte al aumento de la actividad procoagulante en la
fase de periparto177. La IC debe tratarse según las guías sobre IC aguda y crónica174. Durante
el embarazo, los IECA, los BRA y los inhibidores de la renina están contraindicados debido a su
fetotoxicidad178,179. Cuando los IECA son necesarios durante la lactancia materna, se
prefieren benazepril, captopril o enalapril. Se puede utilizar hidralazina o nitratos en lugar de
los IECA/BRA para reducir la poscarga. Se puede utilizar dopamina o levosimendán si se
necesitan fármacos inotrópicos. El tratamiento con bloqueadores beta está indicado para
todas las pacientes con IC que los toleren3. Se prefieren los fármacos selectivos β1
(metoprolol). No se debe utilizar el atenolol180. Los recién nacidos deben ser supervisados
durante 24-48 h después del parto para excluir hipoglucemia, bradicardia y depresión
respiratoria. Los diuréticos sólo se utilizan si hay congestión pulmonar, pues podrían disminuir
el flujo sanguíneo en la placenta169. La furosemida y la hidroclorotiazida son los más
utilizados. Se debe evitar los antagonistas de la aldosterona181. La espironolactona puede
asociarse a efectos antiandrogénicos en el primer trimestre. No hay datos sobre la eplerenona.
La actividad de la coagulación aumenta durante el embarazo (véase la sección 2.4)177. En el
contexto de la FE reducida en la MCPP, se debe considerar el tratamiento con HBPM o ACO. La
anticoagulación se recomienda en pacientes con trombo intracardiaco detectado mediante
imágenes o evidencia de embolia sistémica174, así como en pacientes con IC y FA paroxística o
persistente. Se recomienda la HBPM o los antagonistas de la vitamina K según la etapa del
embarazo para evitar los accidentes cerebrovasculares142,174,182. Cuando se utiliza HBPM,
se debe controlar la concentración de anti-Xa
El cáncer asociado al embarazo es toda neoplasia maligna que se diagnostica durante la gestación
o hasta un año después del parto. Algunos autores, no obstante, restringen la duración hasta 6
meses de puerperio (según la Organización Mundial de la Salud). La incidencia de cáncer se sitúa
en torno al 0,07%1 y oscila levemente en distintas series, lo que supone el 0,8% de las mujeres con
cáncer. El tipo más frecuente es el de cérvix, seguido del de mama (el más frecuente en pacientes
mayores de 30 años), tiroides, melanoma, ovario, Hodgkin y leucemia 2.
Por tanto hay una serie de cuestiones particulares de la enfermedad sobre las que debemos
aconsejar a la paciente:
Trataremos de responder a cada una de estas preguntas, así como a todas las dudas que pudieran
surgir entorno a éstas.
ESQUEMA TERAPÉUTICO
Nuestro objetivo último es la curación completa de la madre sin que afecte al feto; sin embargo,
como este ideal no siempre se puede alcanzar, debemos optar en muchas ocasiones por el mal
menor.
La filosofía básica es que debemos tratar el cáncer como si no existiera la gestación. Así, nuestro
objetivo, igual que en cualquier proceso neoplásico, tras tener el diagnóstico de certeza sería:
1. Erradicar el cáncer
En los casos diagnosticados durante el primer trimestre y principios del segundo, debe primar el
estado materno y no debe escatimarse tratamientos, aunque éstos puedan conllevar incluso la
muerte fetal. No hay en ello ningún tipo de objeción moral por parte del mundo científico, incluso
de la Iglesia.
Por último, hay un grupo de casos en los que se puede aconsejar demorar el tratamiento unas
semanas, sin que ello conlleve un efecto nocivo para la evolución del cáncer, pero que permita
mejorar la madurez fetal. Es conveniente resaltar la importancia de valorar el tipo de neoplasia, el
estadio, el tratamiento que hay que aplicar y el estado de la gestación en cada caso para orientar
a la paciente, y ofrecerle información detallada y clara para que en último término sea ella quien
pueda adoptar la decisión que considere mejor, de acuerdo con sus creencias y valores.
PROCEDIMIENTO DIAGNÓSTICO
Una mención especial merece el procedimiento diagnóstico, donde nos podemos ver limitados
ante determinadas estudios de extensión o la obtención de biopsias. No hay contraindicación a
partir del segundo trimestre para la realización de una tomografía computarizada (TC) o una
resonancia magnética (RM), pero puede incluso realizarse durante el primer trimestre ante la
sospecha fundada o el diagnóstico de una neoplasia.
Los aspectos relativos al efecto deletéreo de la radiación ionizante se describen con mayor
extensión en la parte dedicada al tratamiento radioterapéutico, pero baste adelantar que la dosis
perniciosa comienza alrededor de 1 Gray (100 rads), cuando la energía absorbida en una
radiografía simple de abdomen es menor de 1 cGy (1 rad).
Aunque aún hay opiniones divididas al respecto, cada vez la idea de que el embarazo no altera la
historia natural de la enfermedad tiene más relevancia. El mecanismo mediante el cual el
organismo materno permite el crecimiento de un cuerpo extraño puede inducir a pensar en cierta
permisividad del sistema inmunitario, y por tanto mayor facilidad para el desarrollo tumoral. No
obstante, parece que mientras sí tolera el crecimiento ordenado de la gestación, no parece existir
esta facilidad con un crecimiento desordenado como la neoplasia.
Cuando analizamos la incidencia de neoplasias en gestantes y no gestantes, no encontramos
diferencias para mujeres de la misma edad; por regla general se trata de mujeres jóvenes con su
sistema inmunitario en plenitud, y por tanto con mayor capacidad de defensa. La aparición de la
neoplasia estaría relacionada muy de cerca con el tiempo de exposición a los agentes
carcinogénos. Se puede observar como con el retraso de la gestación ha aumentado la incidencia
de los cánceres en el embarazo.
Por otro lado, al analizar las tasas de supervivencia a los 5 años, no hay diferencias significativas
entre gestantes y no gestantes en el linfoma de Hodgkin y parece incluso disminuir en otros
tumores como el cáncer de mama.
No parece que el tumor tenga un efecto importante en el feto o la evolución del embarazo; la tasa
de abortos y partos prematuros resulta similar en ambos casos, y sólo en algunos casos concretos,
como leucemia, cáncer de cérvix, etc., aumentan las complicaciones propias como infecciones,
hemorragias o dificultad para el parto vaginal.
El tratamiento se sustenta sobre cuatro pilares, los dos primeros se consideran tratamientos
locoregionales, mientras que los segundos, tratamientos sistémicos.
Cirugía
Radioterapia
Quimioterapia
Agentes biológicos
La radiación produce un efecto acumulado difícil de cuantificar, por lo que para describir un
tratamiento debemos hablar de dosis total, dosis fraccionada y número de sesiones. Así, por
ejemplo, el tratamiento tipo consistiría en una dosis total de aproximadamente 4.500 Gy en
fracciones 150-200 cGy en sesiones de 5 días/semana.
Quimioterapia. La quimioterapia debe evitarse durante el primer trimestre del embarazo, y debe
evitarse los fármacos que alteran el metabolismo de los folatos, como el metrotexato y la
aminoteptirina.
El tipo histológico más frecuente es el epidermoide, al igual que en la no gestante, por lo que al
ser un tumor no hormonodependiente, no está influido por el hiperestrogenismo del embarazo 6.
No obstante, no se encuentran diferencias en la supervivencia de las mujeres respecto al momento
del diagnóstico (1.er, 2.o o 3.er trimestre o posparto), y sí las hay dependiendo del estadio 7.
Diagnóstico
Aunque ocasionalmente se presente como una hemorragia anormal, generalmente cursa de
manera asintomática, por lo que, al igual que sucede en otros cánceres asociados al embarazo, el
diagnóstico suele ser ocasional y tardío. El diagnóstico, al igual que en la paciente no gestante, se
apoya en tres pilares fundamentales: a) citología y detección del virus del papiloma
human; b) colposcopia, y c) biopsia.
Para el diagnóstico será fundamental el papel del cribado mediante citología cervicovaginal. Esto
revela la importancia de la práctica sistemática de una citología a todas las gestantes en su primera
visita de control. Siempre que la citología sea patológica o atípica, deberá seguirse de la búsqueda
de lesiones macroscópicas mediante la observación directa o colposcopia, si bien hemos de tener
presentes que hasta un 10% de las citologías pueden dar un resultado alterado por efecto del
embarazo.
Sin embargo, a la hora de practicar una conización nos encontramos con posibles complicaciones
que pueden poner en peligro el embarazo, como son riesgo de aborto, hemorragia o posible
infección.
Como ante CIN III (cervical intraepithelial neoplasia grade III) la conducta puede ser expectante, y
si no hay cambios citológicos en los controles sucesivos que se realizarán cada 3 meses, el
tratamiento se pospondrá hasta después del parto 5,10. El CIN III no supone un impedimento para el
parto por vía vaginal.
En los casos de lesiones microinvasivas, se puede seguir la misma pauta que en caso de un CIN III
tras haber realizado una microrresección en los casos posibles 6, o incluso proceder a una
conización una vez aceptados sus riesgos, para reevaluar el caso tras finalizar el embarazo
Deberá evitarse el parto vaginal (salvo E IA1) dada la posibilidad de hemorragias en tumores
extensos o diseminación durante la dilatación.
Si el diagnóstico se produce durante el tercer trimestre, se aconseja esperar hasta la madurez fetal
Deberá evitarse el parto vaginal (salvo E IA1) dada la posibilidad de hemorragias en tumores
extensos o diseminación durante la dilatación.
Si el diagnóstico se produce durante el tercer trimestre, se aconseja esperar hasta la madurez fetal