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Rentería Téllez Pamela

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Perfilacion criminal
En un sentido amplio, un perfil criminológico se refiere a “la descripción, la
explicación y la predicción de las características sociodemográficas, criminológicas
y psicológicas de las personas que han cometido algún delito”. Dentro del perfil se
evalúan y analizan características psicológicas, como los rasgos impulsivos y
agresivos del delincuente, la posibilidad de reincidencia en el delito y el nivel de
“peligrosidad”, este último mejor entendido como riesgo de que se presente el
comportamiento violento o delictivo. Esta técnica tiene como objetivos reducir el
número de posibles sospechosos y filtrar autores del hecho, vincular diferentes
casos que tengan características similares y apoyar para el esclarecimiento de
casos no resueltos y agresores no identificados, que producen inoperancia judicial
y policial e impunidad.
Para lograr esto, el perfil debe abarcar:
a) una aproximación de las características descriptivas y de personalidad
hipotéticas del criminal
b) una estimación del sitio de residencia del criminal y el lugar de actuación
contra sus víctimas
c) una valoración de la probabilidad de reincidencia y bajo qué tiempo estimado
puede volver a cometer el delito
d) una vinculación del caso actual con otros archivados o no resueltos
e) una determinación de la forma de manejo de los medios de comunicación, y
si estos pueden facilitar o interferir con la resolución del caso.
Clasificación del FBI
La clasificación es una aproximación que hace una distinción entre delincuentes
organizados y desorganizados, de acuerdo con las evidencias dejadas en la escena
del crimen y la víctima.
En las escenas del crimen organizadas se evidencia planeación y deseo del autor
de esconder la evidencia, por lo que se relaciona con autores metódicos,
inteligentes, controlados y hábiles en sus relaciones sociales y sexuales; estas son
superficiales, pues el agresor no tiene la capacidad psicológica de tener relaciones
interpersonales profundas. En esta categoría generalmente se clasifican los
psicópatas, es decir, personas que premeditan y planean sus crímenes, controlan
al máximo el error, son cuidadosos con los detalles y perfeccionan sus crímenes a
medida que los cometen. Asimismo, se evidencia preferencia por determinado tipo
de víctima, que en general representa a otro significativo de la vida personal del
agresor, a quien acecha por largos períodos antes de atacar. Por otro lado, las
escenas desorganizadas se caracterizan por no evidenciar niveles de planificación.
Los agresores desorganizados no seleccionan a sus víctimas de manera consciente
ni por una razón específica. En muchas ocasiones el homicidio es producto de
episodios de su enfermedad mental, por lo que se demuestra impulsividad,
desorganización y descuido por ocultar el crimen y la evidencia que lo pueda
incriminar, ataques rápidos y por la espalda. Además, las escenas desorganizadas
se relacionan con perpetradores con media o baja autoestima, socialmente
inmaduros e incompetentes, en ocasiones con historia de maltrato en la infancia.
Esta clasificación dicotómica, aunque útil para encaminar la búsqueda de
información y los análisis, resultó ser problemática, puesto que muchos de los
crímenes presentaban características conjuntas de las dos categorías. Por esta
razón, el FBI decidió incluir una tercera categoría, denominada “escenas mixtas”,
donde se incluían los delitos que presentaban las dos clases de características,
teniendo en cuenta que a pesar de ello, siempre iba a predominar una categoría
sobre la otra. Esta categoría se refiere principalmente a un tipo de agresor que
exhibe conductas organizadas, pero que asimismo puede cometer errores en la
ejecución del delito, por lo que se evidencian aspectos desorganizados.
Clasificación estadística
Desde el enfoque estadístico el estudio de grandes muestras de delitos y
delincuentes lleva a identificar variables que permiten realizar perfiles; tal es el caso
de la violencia utilizada, el nivel de planeación y la relación agresor-víctima.
El hecho de que se tomen en cuenta datos de casos ya resueltos y que se realicen
análisis estadísticos para descubrir factores que se repiten en diversos casos,
permite predecir con mayor precisión las características de delincuentes
desconocidos. Los resultados de las investigaciones sobre homicidios con víctimas
desconocidas, permitieron diferenciar dos tipos de violencia: instrumental y
expresiva. La primera se refiere a un tipo de violencia que se ejerce con el fin de
satisfacer una necesidad del agresor, ya sea sexual, económica, de poder o de otro
tipo, mientras que la violencia expresiva se da como resultado de un estado
emocional en el que se produce esta conducta, como una respuesta a la ira o
frustración que producen ciertas situaciones; aquí hay clara intención de herir a la
víctima. De otra manera, los hallazgos plantean diferencias entre el nivel de
planeación, siendo impulsivo o preparado. La preparación se relaciona con autores
inteligentes, con autocontrol y probablemente personas exitosas en sus relaciones
sociales y laborales. La impulsividad tiene relación con individuos con poco
autocontrol, que no aprenden de sus experiencias y no perfeccionan su actuar
delincuencial. Por último, respecto a la relación víctima-agresor, se ha encontrado
que se da en tres niveles: cuando la víctima es tratada como objeto, como medio y
como persona. Cuando la víctima se trata como objeto, el agresor tiene escaso
contacto con ella, y se ha encontrado que se presenta mayor nivel de violencia, el
cual se evidencia en desmembramiento, actos sexuales y heridas o lesiones post
mortem. Cuando la víctima es tratada como medio, el agresor procura mantenerla
con vida hasta conseguir lo que quiere, generando gran control sobre ella, y cuando
la víctima se trata como persona, resulta importante para el agresor, por lo que
utiliza niveles bajos de violencia.
Contenido del perfil criminológico
Escena del crimen
El análisis de la escena del crimen se basa en el principio de transferencia
desarrollado por Locard, el cual plantea que cuando un criminal interactúa con la
víctima, algo de él se transfiere a esta y a la escena, así como de manera inversa,
algo de la víctima y el escenario se transfieren a él; para el caso de la perfilación
criminológica, se analiza la evidencia física y la psicológica, con el propósito de
conocer el comportamiento que tuvo el individuo en el momento de cometer el delito.
Dado que agresor y víctima han coincidido en un mismo lugar, es importante
preguntarse si este tenía relación o algún significado especial para alguno de ellos;
e. g., si era un sitio conocido o desconocido para ambos, si trabajaban o realizaban
alguna otra actividad cotidiana allí, etc., información relevante para el desarrollo de
los perfiles geográficos, que se abordará enseguida. Las características de las
escenas de los crímenes están relacionadas con las características de los
responsables. De acuerdo con la propuesta del FBI, los delincuentes organizados
son metódicos, inteligentes, controlados y competentes social y sexualmente. Estas
personas están motivadas por el deseo de control y de dominio, por esto buscan
humillar a sus víctimas al usar la violencia instrumental. Las escenas organizadas
indican que el autor del delito planea sus acciones y hace esfuerzos por ocultar la
evidencia. Además, parece elegir un tipo particular de víctimas, ya que tienen un
significado especial para él, y el trato con ellas suele ser personal. La escena
desorganizada caracteriza a personas impulsivas, incompetentes social y
sexualmente, poco inteligentes, que padecen alguna enfermedad mental y que
actúan, en general, por la búsqueda de gratificación sexual. Estos sujetos no
planean sus ataques ni se preocupan por los rastros que dejan en la escena del
crimen. Hay mayor probabilidad de agresión brutal y rápida. La selección de las
víctimas es aleatoria, y estas no parecen tener un significado especial para el
agresor; la interacción es mínima, y suele tratarlas como un objeto
(despersonalización).
Perfil geográfico
Es el segundo elemento para considerar en la perfilación criminológica; pretende
describir el lugar donde reside, actúa, transita y delinque el criminal. Las personas
conocemos y hacemos representaciones mentales de los lugares en los que
llevamos a cabo nuestras actividades cotidianas –el hogar, el trabajo, el sitio de
reunión con los amigos– y de las rutas que hacemos para desplazarnos –e. g., el
trayecto de la casa al trabajo (. El conocimiento de ciertas zonas y la representación
mental de estas permiten cierto grado de control y predicción; es decir, en los
lugares conocidos sabemos qué cosas buscar y cómo encontrarlas. En el caso de
los delincuentes, es más probable que cometan sus crímenes en zonas que
conocen, debido a que allí sabrán dónde buscar a sus víctimas y qué sitios pueden
ser más seguros para cometer sus delitos.
El perfil geográfico supone que el criminal ataca solo en sectores donde se siente
seguro, le es fácil escapar y su víctima tiene menos posibilidades de huir, por lo que
su zona de actuación es familiar para él, pues es donde se siente seguro y cómodo
para cometer los crímenes. La utilización del perfil geográfico permite reducir la lista
de sospechosos según el área de búsqueda arrojada, así como dirigir estrategias
de patrullaje específicas para la Policía.
Modus operandi (MO) y firma del criminal
En tercer lugar se encuentra el análisis del modus operandi (MO) y firma del criminal.
El MO se refiere al método que utilizó el asesino para llevar a cabo su crimen, las
acciones y conductas que componen, de inicio a fin, la comisión del delito. Conocer
el MO puede ofrecer información acerca de cómo realiza el crimen y qué
características psicológicas pueden estar presentes: planificación, inteligencia,
posible profesión, perfeccionismo, entre otras. El modus operandi contiene
conductas aprendidas, por lo que puede variar a lo largo del tiempo, ya sea
perfeccionándose o deteriorándose, en caso de que el criminal presente algún
trastorno mental que menoscabe su ejecución. Algunas características del MO,
como las estrategias para aproximarse a la víctima, el método usado para
controlarla, la evidencia de asalto sexual, el tipo de arma utilizado para causar la
muerte y las características de las víctimas seleccionadas, han demostrado ser
útiles para la elaboración de los perfiles, dado que se ha encontrado consistencia
en estas a través del tiempo y en diferentes delitos cometidos por el mismo sujeto.
La firma del delincuente constituye los rituales o conductas que revelan las fantasías
del delincuente. Se supone que están sujetas a menor variación que los elementos
del modus operandi. Actos como seleccionar una determinada víctima, el diálogo
establecido con ella, acciones violentas no necesarias para controlar a la víctima,
mutilaciones, formas de dejar un cadáver, actos post mórtem realizados en éste o
llevarse recuerdos o trofeos de la escena del crimen son ejemplos característicos
de la firma. Cuando analizamos esa conducta de firma, conjuntamente con el modus
operandi, podemos llegar a concluir qué es lo que motivó al delincuente a cometer
el crimen: venganza, ira, sadismo, sexo, lucro o mostrar lealtad a alguien (en el caso
de cómplices, generalmente mujeres de asesinos). Y como gran categoría
emocional central, que puede existir como móvil preferente pero que se encuentra
en todos los asesinos en serie (y otros criminales como violadores) está el control,
la necesidad de dominar, de ser alguien diferente mucho más poderoso, de querer
trascender la vida convencional que se lleva y aspirar a ser algo más que un ser
humano sometido a la moral y a las leyes
Victimología
Finalmente, la victimología es otro aspecto importante para tener en cuenta cuando
se realiza un perfil criminológico. La víctima es quien presencia y sufre en primera
persona el crimen, sobre ella se plasma el MO y la firma del criminal. Si sobrevive,
puede aportar información valiosa para la identificación y captura del criminal; si no,
se debe realizar una autopsia psicológica, donde se recojan los aspectos más
importantes en el ámbito personal, familiar, social, económico y laboral de la víctima.
De toda esta información se puede conocer la forma en que la víctima y el agresor
se relacionaban y la huella psicológica que el agresor plasmó. El asesino usa a la
víctima para contar su historia, satisfacer sus necesidades y fantasías, para mostrar
cuál es su conexión con el mundo, aspectos que se pueden llegar a evidenciar a
través de la víctima. En cuanto a las víctimas, la investigación sugiere que los
delincuentes seriales las eligen de acuerdo con unas ideas predeterminadas de
sexo, edad, apariencia, grupo étnico, actividad peculiar, etc. De manera general, las
víctimas de los asesinos en serie suelen ser vulnerables y fáciles de controlar, como
es el caso de mujeres jóvenes, niños, vagabundos y prostitutas.
Sangre
Una mancha es toda perturbación que modifica el color de una superficie o deposita
otra sustancia sobre ella. En el caso de las producidas por la sangre, técnicamente
una mancha sólo se produce sobre superficies absorbentes, aceptándose el término
“costra” para las que se forman en materiales no absorbentes. Las manchas pueden
ser color rojo negros, café, amarillos hasta trasparentes según el tiempo que tengan
y si han sido lavados.
La forma y la tonalidad de las manchas de sangre dependen del soporte. De
acuerdo con la forma, se pueden distinguir (clasificación de Simonin):
 Manchas de proyección: tienen forma de gotas o salpicaduras.
 Manchas de contacto: son huellas de dedos, manos, pies, glúteos, rodillas u
otras zonas corporales que previamente estaban manchadas con sangre.
 Manchas de escurrimiento: tienen forma de regueros o charcos; se presentan
generalmente en el lugar donde el cuerpo ha perdido mayor cantidad de
volumen sanguíneo.
 Manchas de impregnación: cuando impregnan diferentes tipos de telas u
otros elementos (colchones, tierra floja).
 Manchas de limpieza: generalmente verificadas en trozos de tela o paño en
el que el autor se ha limpiado las manos o ha limpiado el arma (por ej.: un
cuchillo).
La búsqueda debe hacerse revisando cuidadosamente sobre el cuerpo de la
víctima, en el presunto victimario (si se lo ha capturado), el piso del lugar (incluyendo
uniones entre mosaicos); paredes y muebles; en el arma (si es que hay una
involucrada); etc. En todos estos casos se debe tener la precaución de examinar
desde diferentes posiciones, variando el ángulo de visión y de iluminación (se
recomienda el uso de linternas y fuentes alternativas de luz), debido a que no
siempre son plenamente visibles al simple examen ocular, ya por quedar
enmascaradas por el contraste con la superficie que la contiene, ya por el intento
de remoción para encubrir un hecho delictivo.
Ni bien sean localizadas, debe efectuarse una toma fotográfica o fílmica de las
mismas, así como también una descripción por escrito consignando: color; forma;
posición relativa; dirección; cantidad aproximada; etc. Todos estos datos servirán
para hacer determinaciones acerca de cómo ocurrió el hecho, tal cual se va a
describir a continuación.
INVESTIGACIÓN IN SITU
Determinación de trayectoria. Esto es posible mediante el estudio morfológico de
las manchas de proyección. Estas se pueden dividir en: estáticas (cuando el cuerpo
está quieto), las que serían gotas propiamente dichas y dinámicas (cuando el cuerpo
está en movimiento), que reciben el nombre de salpicaduras.
Si éstas han caído en forma perpendicular (gota) desde corta altura (O a 15 cm.)
tendrá forma redonda con sus bordes netos; a medida que la altura de caída
aumenta (15 a 30 cm.) los bordes de la gota dejarán de ser netos para adquirir un
formato dentado; cuando la altura sobrepasa el metro notaremos que alrededor de
la gota grande hay pequeñas gotas porque al caer la gota grande, pega con más
fuerza y desprende gotas más chicas que se alojan alrededor de la circunferencia
de la gota madre. Esto, sin embargo, depende en gran medida de la superficie
donde caen: cuanto más burda la superficie, más posibilidades de que la gota “se
rompa” y se proyecte.
Las gotas producidas por un cuerpo en movimiento pierden ya su formato
redondeado para presentarse con la forma de un bate de béisbol, donde el punto
de impacto o lugar de procedencia es la parte más gruesa, en tanto que la parte
más fina y alargada indica la dirección de las mismas.
La determinación del punto de origen es útil de saber en la escena del hecho, en los
supuestos de grandes cantidades de manchas de sangre por proyección, para
determinar si tales indicios tienen un único origen o no. Nuevamente, el
procedimiento es sencillo un vez localizadas una cantidad apreciable de manchas
de proyección, y el mismo consiste en marcar el eje longitudinal del indicio. El punto
de convergencia de los ejes será el origen del patrón.
Referencias
Norza C., E.; Morales Q., L. A.; Merchán R., L. & Meléndez C., D. (2013). Perfilación
criminológica: una revisión de la literatura y su aplicación en la investigación criminal
en Colombia. Revista Criminalidad, 55 (3): 309-336.
Anastasia Lechtchenko
Anastasia Lechtchenko Masney, es de padres rusos que fueron cirqueros, nació en
San Luis Potosí, tiene 19 años.
El domingo 7 de junio, la gente vio a Yuliya viva por última vez; era el día de las
elecciones. Ese día, Valeria y ella vieron a Igor por última vez. El lunes 8, Anastasia
se decidió; se preparó mentalmente para lo que iba a realizar. Tomó un cuchillo de
cocina y acechó a su madre. En un descuido, la atacó. Yuliya estaba sentada en un
sillón y allí la ultimó. «Creo que mi mamá ya sabía que la iba a matar y no opuso
resistencia». Después caminó hasta el cuarto de su hermana Valeria. Con la niña
no tuvo mayor problema: se paró al borde de la cama y levantó su pequeño cuerpo
para ahorcarla con la misma soga que a su madre. «La voz de un hombre me decía
que acabara con ellas». Debido a su discapacidad, Valeria no pudo gritar. «Tardé
un poquito menos, veinte minutos. Pero su cuerpo seguía calientito». Luego se fue
porque había leído en Internet que para desmembrar un cuerpo tenía que esperar
a que se enfriara. Hora y media después regresó.
El único que escuchó los gritos de Yuliya fue un sastre que vivía justamente atrás
de la casa de las Lechtchenko. Desde las 21:00 horas se escucharon lamentos,
gritos, pero no llamó a la policía porque últimamente los gritos eran constantes y,
además, hablaban en ruso. «No entendí nada», dijo. Su inacción le costó la vida a
las víctimas.
En su confesión, explicaría que el asesinato fue en defensa propia: desde hace días
sentía piquetes en la espalda y pulsaciones en el cuerpo que no la dejaban dormir.
«Tenía tiempo que mi mamá se dedicaba a la brujería, y mi hermana era una
muñeca, su aliada, su títere. Y para que no continúen esos trabajos también hay
que matarla. Para matar a una bruja, a ese espíritu maligno, hay que cortarle partes
inferiores» y se aseguró de que su hermana también muriera, para terminar con ese
encanto negativo.
A ambos cadáveres les extrajo el corazón y a Valeria le sacó los ojos, arrojándolos
por el inodoro. A su hermana además la decapitó. «El cuello, la piel de atrás del
cuello, estaba calientita y eso que ya no tenía la cabeza», diría después.
Primero intentó sacarle los ojos con una cuchara, pero como no pudo, fue por un
cuchillo a la cocina. Luego descuartizó los cuerpos, poniendo los pedazos en bolsas
negras para basura. Sabía perfectamente dónde cortar. Tomó tres cuchillos con
diferentes grosores y filos. Los encajó hasta el fondo de la axila y en la unión de la
pelvis con las piernas. Con Yuliya tardó cuatro horas, relativamente poco tiempo
porque era muy delgada. Con Valeria tardó tres horas.
Al terminar de desmembrar los cuerpos, notó que las paredes y los muebles estaban
salpicados. Aunque lo había hecho con precaución, era imposible que no quedara
en el piso un charco de sangre. En el fregadero de la cocina seguían las cabezas
que había degollado seis horas antes. «Tuve que cortarles las extremidades para
que ya no viajaran los espíritus. Y a la títere, la muñeca; había que sacarle los ojos».
A las 23:00 horas salió a una farmacia cercana a comprar bolsas negras para
basura. Se sentía muy tranquila. Eligió una pequeña caja con diez bolsas de 70 por
90 centímetros que le pareció la más práctica. «Traía puras monedas; las bolsas
costaban $24.90, pero la muchachita no completaba, así que se fue corriendo», diría
la empleada de mostrador que le cobró aquella noche a la adolescente.
La noche del miércoles 10 de junio, las autoridades llegaron a la casa por dos
denuncias:
1.- Vecinos reportaron olores fétidos que salían de la casa en Jardines del Sol.
2.- Una denuncia anónima de una mujer, informando que la joven Anastasia le había
pedido ayuda para tirar las bolsas con los cuerpos, porque no tenía carro.
Las cerraduras de la casa no estaban forzadas. Al acudir al sitio, policías
municipales verificaron el contenido de varias bolsas de plástico negras, de las
utilizadas para la basura, y descubrieron que las mismas contenían restos humanos,
por lo que solicitaron la presencia del Ministerio Público del Fuero Común. Los
restos estaban putrefactos a causa del calor y llenos de moscas y gusanos
La madrugada del jueves 11 de junio de 2015, la Policía Ministerial adscrita a la
Subprocuraduría de la Zona Tijuana, la detuvo en calidad de indiciada. Unas horas
antes, los cuerpos de su madre, Yuliya Masney Safonchik y su hermana Valeria,
habían sido localizados en la casa materna ubicada en Avenida Ensenada número
22311, Sección Jardines del Sol en Playas de Tijuana. Las habían asesinado,
destazado y dejado sus restos en bolsas negras en el patio trasero del inmueble.
En su declaración ante agentes de la Unidad de Homicidios Dolosos de la
Procuraduría de Justicia del Estado, la joven de 19 años confesó que a su madre,
Yuliya Masney Safonchik, de 45 años de edad, la ultimó ahorcándola y
apuñalándola con un cuchillo de cocina. A su hermana menor, Valeria Lechtchenko
Masney, autista de nacimiento, la mató de igual forma y la decapitó.
«Eran brujas», aseguró, «por eso las maté. Intentaban embrujarme y alguien, una
voz, me pidió que las matara. Les saqué el corazón y las decapité porque ésta es la
única manera de acabar con las brujas». En el momento del crimen, Anastasia no
se encontraba bajo el influjo de las drogas.
Su padre, al reclamar los cadáveres de su ex esposa e hija, le dijo a los agentes del
Ministerio Público que tenía sentimientos encontrados y no le interesaba mucho el
caso.
El jueves 11, los agentes investigadores indicaron que Anastasia era la única
persona implicada en el doble asesinato, por lo que, debido a las evidencias
encontradas, el viernes 12 fue consignada. Tras ser girada la orden de aprehensión,
fue internada en la penitenciaría.
Del consumo de droga, Anastasia salió negativa en la prueba que le hicieron el 11
de junio, cuando dio su confesión. En la entrevista aseguró que nunca había
comprado droga, pero sí había consumido marihuana, cristal y éxtasis, aunque
aseguró que el día de los hechos «estaba limpia». Le preguntaron si había sufrido
algún tipo de agresión de parte de su padre y argumentó que no. Después de ofrecer
su versión de los hechos, continuó en libertad.
En un acto de extraña justicia a la mexicana, Anastasia quedó libre debido a que la
juez quinto de lo Penal, Ana Isabel Flores Plascencia, no otorgó la orden de
aprehensión en su contra. La asesina fue puesta en libertad, pese a que la
Procuraduría General de Justicia del Estado de Baja California solicitó orden de
aprehensión urgente. Al no otorgarla, el Ministerio Público quedó a la espera de que
el juez les otorgue la orden de aprehensión ordinaria porque, asienta el reporte, el
Código Penal de Baja California marca un plazo de hasta quince días hábiles, que
en la práctica son tres semanas.
Anastasia confiesa cómo mató a su madre y hermana durante el interrogatorio con
los policías ministeriales. Anastasia narró cómo, porqué y desde cuándo asesinó a
su mamá Yuliya Masney y su hermana Valeria.
La confesión en este vídeo es la primera que hizo a policías ministeriales cuando la
arrestaron tras descubrirse los cadáveres. Jamás incrimina a nadie más sobre los
hechos y en un principio define a su mamá como su madrastra, lo propio sobre su
hermana.
En noviembre de 2012, la misma jueza ordenó la liberación de Jaime Ochoa y
Erasmo Ramírez, también homicidas confesos, autores del asesinato del
comerciante Rafael Garibay; a la confesión de los criminales se había agregado la
identificación visual hecha por la esposa y la cuñada de la víctima, quienes también
fueron lesionadas en el ataque.
En aquella ocasión, la inepta jueza ordenó la liberación tras aplicar reformas al
Código Penal, hechas para el Nuevo Sistema de Justicia Penal, que aún no iniciaba
funciones en Tijuana, y consideró que «no se aplicaba la extensión de la flagrancia».
Diez días después del crimen, fue detenida otra vez. El viernes 19 de junio la
encontraron paseando en el Parque México. La arrestaron y la trasladaron al Centro
de Readaptación Social de Tijuana para que enfrentara el proceso penal.
El lunes 22 de junio, se celebró la misa de las víctimas en la iglesia Santa María
Estrella del Mar, ubicada sobre el Paseo Ensenada, del Fraccionamiento Playas de
Tijuana. Los asistentes llevaron globos blancos.
Los vecinos colocaron ramos de flores, veladoras y juguetes afuera de la casa.
También les preocupaba el gato de la familia. Desde los asesinatos, solo y
hambriento, el gato no paraba de llorar.
El viernes 26 de junio del 2015 se le dicto auto de formal prisión y le espera una
condena de hasta 80 años por sus crímenes.
Anastasia Lechtchenko seguirá presa en la penitenciaría de La Mesa en la ciudad
fronteriza de Tijuana en México, donde le espera una condena de hasta 80 años,
luego de que el Juzgado Quinto Penal ratificó el auto de formal prisión por el
homicidio agravado por parentesco.
La maestra en criminología, Martha Leticia Cruz Ramírez, ofrece un panorama
general del caso.
«Si ella presume que le quitó el corazón para matar el problema, pues estamos
hablando de sentimientos, si le quitó los ojos, podríamos estar hablando de algo
que no quería ver, o a lo mejor la niña la estaba viendo matar a la mamá».
Para la especialista, la forma en que Anastasia se deshizo de los restos, meterlos a
bolsas de basura, «tiene una simbolización como perfilando un “no sirves, te echo
a la basura”, entonces, estamos hablando de que denigra a su mamá y a su
hermanita».
Sin embargo, la característica central del caso que hace pensar a Cruz Ramírez en
un comportamiento psicópata, son sus declaraciones. «La conducta de “no siento
nada” tiene que ver con su historia personal, que nunca sintió, tuvo que aprender a
ser fuerte, tuvo que aprender a vivir sin esa emoción. Entonces, si en su mente
estaba resuelto el problema (con el crimen), tampoco manifestó alegría».
«El psicópata es serio pero sociable y amable, con un buen control de sus
emociones, difícilmente cabrá en él un sentimiento de culpa, es muy organizado y
exageradamente rutinario. Es pura premeditación, no actuará por impulso y, cuando
ejecuta un crimen, lo hace sabiendo que todo está listo».
«Ya estaba en su mente, porque ya estaba estudiando cómo cortar las partes, nos
está hablando de una tremenda soledad en la que estaba involucrada la muchacha,
de que le ganaron sus pensamientos», dice Cruz.
Desde el punto de vista de la entrevistada, Anastasia difícilmente cometería otro
crimen al haber desahogado su coraje, y si llega a tomar conciencia o a sentir
poquita culpa, la experiencia le dice que un camino que toma una psicópata es el
suicidio.

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