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Agradecimientos
Al Staff Excomulgado: Mdf30y por la
Traducción, Taeva por la Corrección de la
Traducción, Leluli por la Corrección, AnaE por la
Diagramación, y Laavic por la Lectura Final de
este Libro para El Club De Las Excomulgadas…
Gracias!!!
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El Club de las Excomulgadas
Argumento
Melody es una tímida estudiante universitaria, aficionada a los libros y con un
amor secreto por la lencería fina. Mientras está de compras, se encuentra con un
carismático, hombre mayor, quién gradual y hábilmente la seduce, y culmina en un
ardiente encuentro en el vestuario de la tienda.
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El Club de las Excomulgadas
Una lectura muy vaporosa y sensual, con personajes atractivos y totalmente realizados. Si
alguna vez te preguntaste sobre la dinámica de la relación A/s1 o el estilo de vida BDSM2,
esta sería una buena introducción. Incluso si ya estás en ella, los personajes fascinantes y el
sexo caliente te mantendrán pasando las páginas.
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El Club de las Excomulgadas
Melody En Lencería
Melody siempre había sido una chica tímida, estudiosa. Más interesada en su
trabajo escolar que en su vida social, había sido una buena estudiante toda su vida.
Eso la había llevado a obtener una buena beca en una gran universidad, pero
siempre se había sentido fuera de lugar. En la escuela, nunca había sido
particularmente sociable. Mientras todas las muchachas guapas y populares, tenían
Pero, con todo eso, había una cosa que la hacía sentirse glamurosa y sexy. Un
pequeño secreto que le daba una sensación caliente por dentro y hacía que al
caminar se balanceara un poco.
Melody adoraba la ropa interior. Le encantaba sentir la seda sobre su piel, y saber
que por debajo de su ropa universitaria tenía unas escasas y escandalosamente
sexys piezas de encaje.
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El Club de las Excomulgadas
Esta tienda en particular era su favorita, ofrecía una amplia variedad de lencería de
alta gama, junto con zapatos de diseño y accesorios. Melody había pasado muchas
horas felices allí, y hoy no era la excepción. Estaba absorta felizmente en un estante
de cosas que realmente no podía pagar cuando oyó detrás suyo una educada voz
masculina.
El que hablaba era un hombre alto, impecablemente vestido con un traje elegante
con corbata. Era bastante mayor que ella, pero podría haber estado al final de sus
treinta o a principios de los cincuenta, por lo que Melody podía decir. Había algo
de gris en sus sienes, pero le hacía ver tanto distinguido como vigoroso cuando él
con paciencia esperó para que ella terminara de examinarlo.
—Sí, puedo ver por qué no podría funcionar, — contestó ella con una sonrisa. —
Claro, no me importa.
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El Club de las Excomulgadas
Parecía un tipo agradable, pensó, y obviamente estaba haciendo un esfuerzo por
hacer algo agradable para su esposa. Tengo tiempo para gastar, así que, ¿dónde está el
daño?
Durante la siguiente media hora más o menos, Melody charló amigablemente con
su nuevo amigo, y los dos recorrieron la tienda seleccionando artículo tras artículo.
Melody sostenía los pedazos de seda y encaje en su posición mientras que el
hombre inclinaba la cabeza a un lado al otro y la miraba de arriba a abajo.
Hablaron sobre los méritos de los sujetadores con aros, y los pros y contras de los
tangas mientras discutían de cada selección.
Pronto, el hombre tenía un montón de prendas entre las cuales elegir, lencería,
accesorios y pares de zapatos, artículos caros, por un solo par de aquellos zapatos
Melody tendría que ahorrar durante un mes para poder comprarlo, pero se
encontró divirtiéndose mucho. Casi era como ir de compras con una amiga, a
excepción de su mirada penetrante, sus ojos que vagaban lentamente arriba y abajo
de su cuerpo cada vez que ella sostenía algo para que él lo viera.
El saber que él se la imaginaba usando nada más que la lencería hizo que un rubor
subiera a sus mejillas. Se encontró preguntándose que se sentiría al estar casi
desnuda bajo esa mirada escrutadora. Tenerle examinando su cuerpo así. ¿La
encontraría deseable, si ella llevara estas cosas para él? Melody sintió que su
corazón comenzaba a latir más rápido, y sabía que estaba sonrojándose.
—Sabe, señorita, realmente ha sido muy amable, y muchas gracias por pasar el
tiempo ayudándome con esto, —Dijo él, por fin. — Es mucho mejor que verlas en
los estantes. Para ser honesto, sin embargo, realmente parecen un poco tontos
cuando los sostienes por encima de tu ropa, y adivino que no soy muy bueno para
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imaginar la forma en que se verán en realidad. Pero, usted me ha ayudado a reducir
las posibilidades a un número menor, así que creo que recogeré algunas de estas
cosas al azar, y espero conseguir algo que le guste.
Hubo una pausa, aturdida, mientras ambos se daban cuenta de lo que ella le había
ofrecido, posar para un extraño vestida sólo con escasa ropa interior.
— ¿Haría eso por mí? — respondió él, enarcando las cejas con sorpresa. — Bueno,
eso sería sin duda una gran ayuda. Pero realmente no querría imponerme o hacerla
sentirse incómoda. ¿Está segura?
La suerte estaba echada, y Melody decidió que no podía echarse atrás. Poniendo un
tono jovial, se rió entre dientes.
—Está bien. Creo que realmente es dulce que usted ponga tanto esfuerzo en
comprar algo bonito para su esposa, y no tengo ninguna prisa en particular.
—Bien, mientras usted esté segura. Muchas gracias, señorita. Es muy amable.
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El Club de las Excomulgadas
—Debería entrar al probador conmigo. No se supone que los hombres estén aquí.
Lo que ella no notó, cuando entró, fue la mirada de complicidad que él compartió
con la dependienta, que puntualmente colgó un “Cerrado para el almuerzo” contra
la puerta de la tienda.
Los probadores tenían puertas de verdad, y eran lo suficientemente grandes para los
dos. Melody sintió un escalofrío de emoción mientras él cerraba y echaba el cerrojo
sobre la puerta por detrás de ellos. Ahora que se encontraba a solas con él, a punto
de posar prácticamente desnuda para este total desconocido, se encontró
preguntándose cómo podía haberse metido en aquella situación.
Él había sido tan encantador y para nada amenazador fuera, en público. Ahora que
Con esto, ella recogió el primero de los artículos que habían elegido antes. Era un
conjunto bastante modesto que consistía en un corsé con la ropa interior a juego en
seda verde.
El se giró, cortésmente, y puso sus manos sobre su cara cuando Melody comenzó a
desnudarse, intentando esconder sus nervios con un poco de charla sobre el
diseñador, el tiempo, cualquier cosa excepto en la situación en la que se había
metido.
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Se dio la vuelta, y tal y como lo había imaginado antes, se encontró bajo esa mirada
intensa. No había duda también del hambre que había en sus ojos cuando la
examinó lentamente.
Poco a poco, Melody se giró, segura de que podía sentir el calor de su mirada sobre
su piel.
— ¿Le gusta?
El corazón de Melody latía con fuerza cuando se dio cuenta del conjunto de
lencería que le tocaba probarse ahora, un juego de tanga y sujetador diminuto, lo
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suficientemente escaso para que no escondiera absolutamente nada. Había parecido
una buena elección cuando vagaban por la tienda antes. Ahora, la idea de posar
con ello era tan emocionante como desalentadora, aunque mucho menos difícil que
la idea de negárselo.
Le pareció ver el fantasma de una sonrisa en sus labios mientras se apartaba, esta
vez todo fue demasiado rápido, ella estaba vestida, si esa palabra realmente se
podría aplicar a unos pequeños triángulos de tela transparente sostenidos por
delgados cordones.
Melody se vio en el espejo. Como había temido, la ropa interior no ocultaba nada
Sabía que sólo debía parar todo el asunto. Vístete de nuevo con tus vaqueros y tu
sudadera y sólo márchate. Sin embargo, sabía que no lo haría. Algo dentro de ella
estaba respondiendo a esa situación, mostrándose a sí misma a ese extraño, y
obedeciendo sus órdenes. Cada vez que él le dijo que hiciera algo en ese tono
perentorio, un estremecimiento eléctrico recorría su cuerpo, y se vestía (o desvestía)
para mostrarse para él, la hacía sentirse sexy y orgullosa, especialmente al ver ese
destello en sus ojos cuando la miraba de esa manera.
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El Club de las Excomulgadas
Tembló con una combinación de miedo, excitación y anticipación cuando dijo,
haciendo un esfuerzo consciente para no cubrirse con sus brazos:
—Estoy lista.
Esta vez, cuando él se dio la vuelta para mirarla, vio el inconfundible destello de
caliente lujuria en sus ojos. Despacio, su mirada viajó de arriba a abajo de su
cuerpo, devorando lentamente centímetro a centímetro.
— ¿Le gusta este? — Parecía un ciervo deslumbrado por los faros cuando él no dijo
Sin esperar una respuesta, sólo queriendo apartarse de ese intenso escrutinio,
Melody se dio la vuelta para mostrarle, en efecto, su culo desnudo. Casi podría
jurar que sintió sus ojos como láser en su piel, e imaginó su expresión que era tan
embarazosa como la de ella. Volviendo a enfrentarse a él, ella sonrió con timidez,
cuando sus ojos se encontraron por un momento. Quería cubrirse
desesperadamente con sus manos, pero sabía que esto lo enojaría. O, peor aún, lo
decepcionaría, y algo dentro de ella retrocedió al pensar en hacer eso.
—Ponte esto, querida, — dijo en un tono más suave, con una pequeña sonrisa de
aprobación en sus labios.
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Una ola caliente de alegría se extendió por Melody ante el pensamiento de haberlo
complacido. Cuando se inclinó hacia adelante para ponerse la primera media, fue
más evidente su aprobación, o, al menos su excitación, por el indudable bulto que
estaba formando una tienda de campaña en sus pantalones. Sonrió para sus
adentros, contenta de que hubiera tenido ese efecto en un hombre tan poderoso y
dominante. Poniéndose la segunda media, reflexionó que todo esto se sentía como
un acto íntimo, poniéndose ropa interior con él mirándola tan apreciativamente. Se
encontró disfrutando de la sensación, y casi actuándolo para él mientras se ajustaba
la parte superior de las medias para alinearlas perfectamente.
El siguiente artículo que le entregó era un par de tacones aguja de Louboutin con
los tacones más altos de lo que ella había usado nunca. Sorprendentemente, los
—Mejor. — Dijo él. — Una cosa más, creo. —Cogió un collar de bisutería grande,
se puso de pie directamente delante de ella alcanzando detrás de su cuello para
sujetarlo. Sus dedos se sintieron muy calientes contra su piel, y Melody inhaló el
olor de su colonia. Algo caliente, picante y muy masculino. Le hizo pensar en
sillones de cuero delante de una chimenea, en una habitación llena de libros raros.
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Él se coloco detrás de ella, poniendo su mano sobre su hombro para hacerla
volverse hacia el espejo. Ella se estremeció bajo su contacto, y luego se quedó
boquiabierta cuando vio su relejo en el espejo. En lugar de ver la habitual
muchacha estudiosa con la cara limpia, lavada, vistiendo sus prudentes ropas
universitarias, el espejo le mostró una zorra sensual usando maquillaje, su pelo
largo y negro caía por delante de sus hombros mientras ella posaba,
sorprendentemente vestida con solo una lencería sumamente provocativa.
—Pero…
—Él es alto, y muy bien vestido. Parece exitoso y poderoso. Un poco mayor, pero
todavía muy atractivo. Distinguido. Parece el jefe de una gran empresa, o algo así.
—Adulador. — Su aliento era caliente sobre su piel cuando se inclinó hacia abajo
para murmurar en su oído. — Dime algo sobre ella.
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—Ella parece muy nerviosa, un poco asustada, tal vez. Comparada con él, parece
pequeña y vulnerable.
—Sigue.
Una nota de amargura se arrastró en la voz de Melody cuando ella se dio una
evaluación crítica de ella.
—Está delgada, con el pelo oscuro y largo. No hay mucho en sus caderas o senos, y
sus piernas son demasiado delgadas.
Él siguió.
—Yo diría que sus caderas son las adecuadas, que es por eso por lo que ella tiene
un pequeño culo tan maravillosamente coqueto. —Su mano se deslizó sobre su
cadera y suavemente acaricio su culo mientras le decía eso, ahuecando y
apretándoselo. La boca de Melody formó una pequeña O y suspiró suavemente.
La habían tocado antes, por supuesto. Había tenido algunos encuentros sexuales
bastante insatisfactorios con muchachos de su propia edad. Sus torpezas
apresuradas la habían dejado preguntándose por qué se había molestado. Pero esto
no podía ser más diferente. Su toque era lento y seguro. Sin prisas, sin
nerviosismo... al menos, ninguno por su parte. Melody sintió que estaba siendo
tratada como un instrumento musical mientras su mano confiada se deslizaba
suavemente sobre su cuerpo, alrededor de su cintura y a lo largo de los planos lisos
de su estómago.
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—Yo diría que sus pechos son del tamaño justo, — dijo tomando uno en su mano.
Su duro pezón ubicado en la palma de su mano. —Con unos pezones hermosos,
perfectamente formados. — Suavemente agarró uno entre sus dedos, haciendo que
soltara un ahogado grito. — Y, a juzgar por lo duros que se ven, yo diría que está
completamente excitada en este momento. ¿No, querida?
Ella se esforzó por hacer que su voz funcionara, su garganta repentinamente seca.
— ¿Y la forma con que ella está vestida? — continuó él. — ¿Si él parece un exitoso
hombre de negocios, qué parece ella?
Él se rió suavemente.
— ¿Sí?
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La autora juega con las palabras whore: ramera, prostituta y slut (ver 4)
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Su voz cayó a un murmullo suave, rozando sus calientes labios en su oído cuando
despacio dijo la última palabra, haciéndola rodar en su boca como un rico y dulce
caramelo.
—…zorra4.
Melody se quedó sin aliento en estado de shock, una protesta instintiva llegó a sus
labios.
—Yo no soy una… — Su voz se apagó, con incertidumbre. Miró a la muchacha del
espejo. Después de todo, estaban hablando de la muchacha del espejo, ¿verdad? No
directamente de Melody, la estudiante. No de la Melody desaliñada, de la amante
de los libros. No, estaban hablando de la chica sensual del espejo, con sus caderas
Y, de la forma que él había dicho esa palabra. Antes sólo la había oído alguna vez
usándola como un insulto, pero de la forma que lo dijo lo hizo sonar como algo
especial. Algo precioso. Como si se tratara de un título al que debería aspirarse.
Melody se estremeció. Después de una pausa larga, con una voz apenas audible
susurró.
—Sí, —dijo él con un tono de aprobación, —Sí, realmente creo que ella lo es. Pero,
— él continúo, — míralos, con cuidado. Ella no es sólo la zorra de alguien,
¿verdad?
—No, — susurró Melody. —No, ella no es una zorra para nadie más. Ella es su
zorra. Ella es sólo una zorra para él.
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slut: zorra, puta, guarra. Como verán la diferencia es sutil pero grande a la vez, una lo es por el dinero, las
necesidades, etc, la otra lo es por gusto, por placer, por morbo.
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Su mente era un torbellino. No podía creerse que eso le estuviera pasando a ella.
Sólo hacía unas pocas horas, todo había sido normal. Simplemente otro día
ordinario. Ahora, todo era diferente. Esta situación. Él. Ella se sentía como si, más
que simplemente examinarse ante un espejo, como Alicia, ella había entrado en
otro mundo. Un mundo donde todas las cosas seguras y cómodas que pensaba que
conocía habían sido puestas del revés. Pero, al mismo tiempo, nunca se había
sentido tan viva, o por lo menos excitada. Todo se sentía increíblemente intenso, la
sensación de sus cálidas manos sobre su piel, el olor de él, y la sensación de su
fuerte cuerpo, apretado contra ella. Independientemente de lo que pasara, sabía que
no quería volver a ese otro mundo aburrido y monótono.
Ella sintió que sus dientes mordían suavemente el lóbulo de su oreja, antes de que
—Bien entonces, estoy seguro de que ella lo hará, —respondió. Podía sentir como
el tono de mando entrar en su voz, y sintió que eso movía algo profundo dentro de
ella. — Ahora, pon tus manos detrás de tu espalda… zorra.
Melody soltó un gemido ante la última palabra, era la primera vez que se había
referido a ella como su zorra. Rápidamente colocó sus brazos en su espalda, como
le indicó y miró en el espejo mientras él deslizaba sus manos sobre su cuerpo,
acariciando su suave piel mientras que tomaba sus pechos, frotando suavemente sus
pezones a través de la transparente tela del sujetador. Se sentía como si sus pezones
estuvieran conectados directamente con su coño, sacudidas eléctricas de placer la
recorrieron mientras sentía que sus labios inferiores se hinchaban. A su espalda,
sus manos estaban presionando sobre el duro bulto que había en sus pantalones, y
empezó a frotarlo lentamente arriba y abajo, acariciando su eje a través de su traje.
Él pellizcó ambos pezones más fuerte, enviando un rápido aumento de dolor por su
cuerpo, haciéndola jadear. Miró sus ojos en el espejo, y vio la satisfacción en ellos.
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Había disfrutado haciéndole daño, y ella supo, que en algún nivel también había
disfrutado dejándoselo hacer.
Él comenzó a deslizar una mano hacia abajo por su vientre, los dedos deslizándose
por debajo de la cinturilla de su tanga. De repente, desesperada por ser tocada allí,
gimió.
—No, —gimió ella. —Tócame allí. Toca mi… mi coño, por favor.
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deslizó su mano arriba y abajo del ardiente eje. Tan duro, pensó para sí misma,
contenta de haber afectado a ese hombre tan poderoso.
Melody mantuvo sus ojos en el espejo. Era difícil creer que ella fuera la misma
zorra desenfrenada que veía reflejada allí. Nunca antes había tenido tendencias de
sumisión, o ninguna de la que fuera consciente. Pero, algo sobre dejar a ese hombre
dominante utilizarla como su zorra tocó una potente y sensible fibra dentro de ella.
Se sentía correcto, de alguna manera. Dejar que él tomara el control hacía que se
sintiera segura, y, al mismo tiempo, más sexualmente excitada de lo que recordaba
haber estado en toda su vida.
—Oh, Señor. Por favor, por favor, Señor. Haz que me corra. Lo necesito
desesperadamente. Por favor.
Él se rió suavemente.
—Todavía no, mi pequeña y dulce zorra. Tienes que hacer algo antes de que te
permita hacerlo. —Melody gimió suavemente mientras seguía diciendo. — Ahora,
quítate esa bonita ropa interior.
Se dio prisa por obedecerle, impaciente por hacer cualquier cosa que le pidiera
mientras ella se metía más y más profundamente en el papel de su zorra. Pronto,
estuvo de pie ante él solamente con sus medias, los tacones y el collar.
Cuando Melody se hundió con gracia sobre sus rodillas, miró la imagen en el
espejo. Vio a una chica delgada, joven, desnuda y de rodillas a los pies de un
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hombre de negocios, su polla dura sobresaliendo agresivamente hacia su cara. La
cruda sexualidad y sumisión de la imagen eran casi chocantes.
Dios, pensó para sí misma, parece que estoy en una película porno o algo así. El
pensamiento la emocionó. Ella, la tímida y torpe, ahora era una zorra sexy, y
disoluta. Se sintió confiada y deseable. Poderosa, incluso cuando le había cedido
por completo el control a un extraño. Sabía que haría cualquier cosa que él le
ordenara. Sería la zorra perfecta, para él.
—Sí, Señor. — Ella asintió con la cabeza, dócilmente. Abrazando sus manos en su
espalda, esperó su siguiente orden.
—Abre tu boca, zorra. —Melody, hizo lo que le dijo, abriendo su boca mientras su
mano guiaba su boca hacia su polla. Se miró en el espejo y la imagen que vio allí
hizo que su coño latiera de satisfacción ante la sensación de su eje duro entrando en
su boca, llevándose todo pensamiento coherente de su mente.
Se esforzó por mantener su boca abierta lo bastantemente amplia para tomarle sin
que sus dientes tocaran su eje. La suave cabeza se empujó en su boca y la piel
sedosa de su polla se deslizó sobre su lengua. Sus dedos tiraban de su pelo mientras
la alimentaba cada vez más con su eje antes de retirarse. Su polla relucía con su
saliva cuando la sacó, sólo para empujarla hacia adelante una vez más.
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su placer era un brillo cálido en su interior. Su eje duro se deslizaba suavemente
dentro y fuera de su boca mientras ella lo succionaba, el sabor y el olor masculino
la rodeaba.
—Ahora, zorra, más profundo — refunfuñó él. — Quiero verte tragar mi polla
como una pequeña zorra buena.
Recogiendo una bufanda de seda negra del montón, se puso en cuclillas detrás de
ella.
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El Club de las Excomulgadas
Melody colocó ambas manos detrás de ella. Cuando él rápidamente y con
seguridad las ató, tuvo sentimientos encontrados. Una parte sabía que debería
sentirse ultrajada. ¿Estaba loca, dejando que un extraño la atara para poder forzar
su polla por su garganta? Pero, por otro lado disfrutaba de eso. Contra toda razón,
el estar atada hacía que se sintiera segura y protegida. Cuando dejó que sus
opciones se escabulleran, sintió una nueva claridad. Aunque no quisiera ser libre,
luchó, probando sus restricciones, sintiendo una profunda satisfacción cuando
sostuvieron sus manos firmemente en su lugar.
Sabía que él iba a usarla con fuerza, tomándola más allá de sus límites. Pero, se
había rendido a su control, y todo estaba bien. Ella era suya para usarla, y estaba
contenta por ello.
Melody hizo lo que le dijo, los músculos de su cuello se contrajeron mientras ella
trataba de imaginar que estaba tomando una píldora enorme. Sintió la cabeza de su
polla resbalar en su garganta.
Descubrió que podía tomar lentas y pequeñas aspiraciones por su nariz, e intentó
mantener su garganta relajada cuando sintió que su polla empujaba más profundo.
Despacio, sintió que entraba por su garganta, y luchó por no ahogarse. Finalmente,
Melody sintió que su cremallera arañaba sus labios cuando su cara fue presionada
contra su entrepierna, toda la longitud de su dura polla estaba empujada dentro de
su garganta. Tan despacio como él la había forzado, salió, su eje reluciendo cuando
despacio surgió de sus labios. Melody tosió y balbuceó cuando finalmente la retiro.
Su garganta se sentía en carne viva. Sin embargo, sus alabanzas y la mirada de
aprobación en sus ojos hicieron que mereciera la pena.
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—Bien hecho, zorrita. La primera vez siempre es la más difícil. Ahora, vamos a
follar esa boquita correctamente.
Las lágrimas corrían por las mejillas de Melody. No podía pensar, apenas podía
incluso respirar, apenas lograba arrebatar un poco de aire cada vez que su polla
— ¡Mírame, zorra! Déjame ver esos hermosos ojos verdes, mientras estoy follando
tu cara —Ella casi se corrió.
Melody sintió la punta de su polla rozar contra los labios de su coño, y sus ojos se
cerraron mientras suspiraba de placer. Lo deseaba desesperadamente. Pero todo lo
que sentía era su glande rozando contra ella, deslizándose, de modo
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exasperantemente lento, arriba y abajo de su hinchada hendidura mientras se
burlaba de ella. Él se echó a reír cuando Melody movió sus caderas, tratando de
empujar de hacia atrás para conseguir que su polla se deslizara dentro, pero fue en
vano.
—Por favor, no juegues conmigo, Señor. Dámelo, por favor, —ella gimió, con una
voz ronca por su reciente y brutal follada en su garganta.
—Por favor, Señor, jódeme. Folla el coño apretado, y mojado de tu pequeña zorra.
Lo necesito tan desesperadamente. Empuja tu polla en mí y fóllame con fuerza,
como la zorra mala que soy.
Ella sintió que sus manos agarraban las mejillas de su culo, sus dedos clavándose en
su suave carne mientras él tiraba sus caderas hacia atrás, su polla llenando su coño
mientras la penetraba, enterrando su eje dentro de ella en un largo impulso. Melody
gruñó mientras la llenaba, el aliento dejando su cuerpo. Todavía estaba muy
apretada, y la invasión repentina era casi dolorosa por su intensidad.
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la vista para encontrar sus ojos en el espejo, absorta en la expresión de su cara
cuando él saboreó las sensaciones del apretado coño que sujetaba su polla.
Sus manos se cerraron en puños cuando ella se forzó contra sus restricciones. La
sensación de ser atada y follada era tan extrema, tan alucinante, que Melody pronto
sintió que se aproximaba al clímax. Sin perder el ritmo, él deslizó una mano bajo la
longitud de su cuerpo, presionando las yemas de sus dedos contra su piel como si
estuviera pasando sus uñas por su espalda. Su mano se deslizó hacia abajo más y
más.
Sintió que su pulgar rozaba contra su ano. Un contacto íntimo, viniendo tan de
improviso, que lanzó a Melody sobre el borde. Su mente explotó en destellos
brillantes de color mientras gritaba, silenciosamente. Su cuerpo se estremeció y
Melody se dio cuenta con sorpresa que su pulgar lentamente estaba bombeando
dentro y fuera de su culo. En la agonía de su orgasmo, no se había dado cuenta
cuando lo había empujado dentro de ella. Era una sensación extraña. No
desagradable, exactamente. De hecho, mientras estaba en la silla, agradecida por la
sensación de bienestar, encontró que lo estaba disfrutando. Pero, era tan íntimo.
Incluso más que tener su polla en su coño.
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El Club de las Excomulgadas
Su pulgar despacio se retiró, y sintió que sus dedos acariciaban su coño cuando él
los untó con sus copiosos jugos antes de presionar las puntas de dos dedos en su
ano.
— ¿Señor?
—No tiene que hacerlo, querida. Mientras estés bien preparada no tiene que doler
en absoluto.
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El Club de las Excomulgadas
Él la miró a los ojos, y Melody se retorció mientras sus ojos parecían penetrar
profundamente en su corazón. Ardió por la humillación, incluso ahora, casi sin
poder creer lo que le acababa de pedir. Finalmente, él se inclinó sobre ella y colocó
un solo beso suave en su mejilla.
—Mi dulce zorra, —murmuró. —No tienes idea de lo mucho que me complace que
me pidas eso. —Su voz se endureció, tomando un tono de orden ahora familiar
cuando se arrodilló detrás de ella. Colocó sus manos sobre las suyas, poniéndole las
palmas hacia abajo, una en cada mejilla de su culo. —Ahora, extiende esas
encantadoras mejillas para mí. Muéstrame tu precioso y apretado culo, y pídeme
amablemente que te lo folle.
—Oh, Dios, sí. Por favor, folla mi culo, Señor. Quiero que empujes tu polla en mi
apretado culo y me hagas tu zorra. Folla con fuerza mi culo. Haz que tu pequeña
zorra mala grite para ti, Señor.
— ¡Oh, no, no, no, no, no! Oh, Dios, es demasiado grande. Señor, va a partirme en
dos.
—Sólo relájate, putita, relájate y deja que suceda. Sólo dolerá durante un momento,
te lo prometo.
Tomando consuelo de su tono más que en sus palabras, Melody trató de relajarse.
Le había pedido que hiciera que le doliera... en un momento de total locura,
pensaba ahora, y eso hizo. Su culo ardía cuando la cabeza de su polla finalmente
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El Club de las Excomulgadas
forzó su camino dentro de ella. Por suerte, esto alivió la presión un poco, y ella
jadeó sin aliento cuando él le permitió algo de tiempo para adaptarse.
—Lo peor ha terminado, zorra. Sólo un poco más de dolor, y luego será solamente
placer.
Gradualmente, aumentó su ritmo, dando golpes más largos dentro y fuera. Melody
se miró al espejo, como había dicho que lo haría. Su boca formaba una pequeña O,
mientras daba pequeños gritos ahogados con cada empuje.
Tenía sus manos sobre sus hombros ahora, tirando duro con cada empuje,
obligando a ir a su polla tan profunda en su culo como podía. A Melody le
encantaba sentir sus fuertes manos sobre su cuerpo mientras la follaba, duro y
profundo como ahora. Sus golpes llegando más y más rápidos hasta que con un
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grito fuerte, sintió que él se corría, empujando su polla profundamente en su culo,
mientras se estremecía y se sacudía, los chorros de esperma disparándose dentro de
ella.
—Límpiame, zorra.
—Así, —refunfuñó con una sonrisa. —Succiona toda mi polla, pequeña zorra
sucia.
—Vístete, zorrita.
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El Club de las Excomulgadas
— ¿Sí, querida?
Metió la mano en el bolsillo, y le entregó una tarjeta con nada más que una
dirección de un correo electrónico.
—Gracias, Señor.
—Voy a irme ahora, zorrita. No hay prisa para que te vistas. —Con un gesto casual
de su mano, indicó el montón de cara ropa interior, zapatos y accesorios. — ¿Por
qué no conservas todo esto? Me encargare de ello cuando salga. Nunca se sabe, —
él continúo, — si realmente decides ponerte en contacto conmigo otra vez, podrías
ponerte algo de todo esto.
Con eso y una sonrisa, salió del probador, cerrando la puerta detrás de él.
Si hubiera sido capaz, Melody podría haber estado muy interesada en la breve
conversación que se desarrollaba en el mostrador de la tienda.
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El Club de las Excomulgadas
— ¿Cómo le fue con ella? —preguntó la señora de la caja, con una sonrisa
cómplice.
Después de unos días, Melody se vistió con su ropa interior favorita, el conjunto
que había llevado para él, y sus nuevos zapatos de tacón alto, y se echó una larga e
intensa mirada en el espejo de su dormitorio. Pensando, ¿es esto lo que realmente
quiero? Sí, decidió. Se sentó ante su ordenador, y comenzó a escribir un correo
electrónico.
Hola, Señor…
Fin
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El Club de las Excomulgadas
Visítanos!!!
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