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EL CONTROL INDIRECTO EN EL TAWANTINSUYU

Durante un vasto periodo, el Imperio Inca mantuvo de manera progresiva y sólida un


auge expansionista articulando a distintos actores sociales a través de distintos mecanismos
–preexistentes y nuevos-, generando una eficiente hegemonía en el seno de Los Andes. En
este ensayo me propongo estudiar, a través de las transformaciones económicas, políticas y
administrativas que llevó adelante el Tawantinsuyu durante su proceso expansivo y de
conquista, las nuevas formas en que se invistieron las prestaciones de trabajo –en tanto
relaciones sociales- que tuvieron lugar tras el paso de la lógica productiva preincaica hacia
aquellos mecanismos emergentes durante la expansión; y de qué forma sirvieron de
herramienta para la reproducción de la dominación en el territorio circunscuzqueño. La
tenencia de la tierra, el tributo y, particularmente, una institución que adquirió preponderante
importancia denominada mitima1; serán los pivotes sobre los cuales se trabajará el desarrollo
de dichas formas.

Para las comunidades campesinas, en términos de tenencia, la tierra era cultivada para la
subsistencia y su propiedad y acceso estaban ligados a los vínculos de parentesco dentro del
Ayllu. Según la lógica administrativa de la época, en caso de necesitarse, la tenencia era
reasignada a través del curaca o jefe tradicional; también había continuidad en el control de
las tierras, y se ejercía a través de la familia o el linaje. Ya con la expansión cusqueña, el
panorama se presenta como una agricultura estatal2, ciertas tierras fueron atribuidas al Inca y
al Culto Solar, y puestas en producción a través de prestaciones rotativas –mita- que el
campesino debía cumplir. Esta “patrimonialización” de recursos por parte del Estado estaba
justificado por la ideología Inca, según los cronistas de la época, al tratarse de un cambio
“legal” en cual la tierra pasaba a ser una concesión real desde el Estado hacia la sociedad
campesina; solapando así la apropiación de recursos por sobre los derechos de la etnia
ligados a esa tierra. A pesar del amparo ofrecido por la tradición oral, asimismo se buscaba
mantener la forma autosuficiente de la unidad domestica como base económica del imperio.
De esta manera, esta agricultura estatal concentró sus energías en dos formas: por un lado,
en el cultivo por campesinos de plantas andinas, como parte de un sistema de representación
de tenencias étnicas, que prevaleció al dominio incaico y evitó socavar la autosuficiencia de
la unidad domestica; y, por el otro, en el establecimiento, durante la expansión cusqueña, de
unidades agrícolas productoras de rentas “atribuidas” al Inca o al Culto Solar. En la época
1 Nota del autor: no se abarcará una definición concreta, sino una función, en tanto que, sirva como herramienta analítica.
2 Murra, John. La organización económica en el imperio Inca. La tenencia de la tierra (México, 1989), p.65.
preincaica la etnia debía tiempo y esfuerzo pero no sus cosechas; luego, con la emergencia
expansiva, la narración oral dinástica según Betanzos3 plantea que el Inca sabía que
necesitaría recursos y por ello mandó a pedir, a través de los curacas, que los campesinos
llenaran los graneros de la capital “que los indios llaman colcas, en todas las provincias del
Perú, en que se encerraban y guardaban los tributos y hacienda del rey”.4 En la nueva matriz
imperial, tuvieron lugar actores preexistentes, como también nuevas y elocuentes
personificaciones, todas ellas imbricadas en el marco de un sistema de trabajo definido.
Entre las distintas prestaciones rotativas establecidas, estaban el labrado de tierras estatales y
del Culto; llevado a cabo por la comunidad étnica físicamente apta –los mittayoc-; el tejido
de prendas –con lanas del estado- estaba a cargo de las mujeres aclla; y el servicio militar;
como también la obra pública, caminos, fortalezas y la minería, rotaciones temporarias
atribuidas en menor medida. Cabe la mención aparte a los yanas quienes prestaban
dedicación completa a las labores y dependía de autoridades directas, a veces de los propios
curacas. Para todas ellas, fue aplicada la misma dinámica que establecía la obligación del
trabajo bajo la apariencia de reciprocidad de la etnia hacia el Estado, y a la cual este
proporcionaba de forma distributiva los medios y el alimento y la chicha. Esto da cuenta del
carácter ceremonial con que se enmascaraba el sistema de prestaciones, que eran dirigidas
por los señores “naturales” y se recibían como un festín. Todas estas prestaciones eran la
gran base económica y del sistema de rentas estatales, imbricadas en un sistema
administrativo y organizativo de carácter dual: esto es, por un lado la administración de
recursos por un grupo cercano a la realeza; y por el otro, de los señores locales o curacas, a
través de los cuales el Tawantinsuyu reforzaba el “gobierno indirecto”. A su vez, y en
concomitancia con esta estructura, se llevaba un registro censal de las rentas estatales,
cristalizado en los qhipu; los cuales se reunían a niveles regionales y eran enviados al Cusco,
junto con bienes y cosechas. De esto, podemos dar cuenta en la fuente pictórica de Huaman
Poma5.

Al analizar la conquista incaica, damos cuenta que la expansión estuvo basada en alianzas
personales entre el Inca y los jefes provinciales, reproduciendo un sistema de lazos
personales empleado por las sociedades campesinas previas a la conquista Inca. Este sistema

3 Murra, John. La organización económica en el imperio Inca. La prestación rotativa campesina y las rentas al estado
(México, 1989)
4 Cobo, Bernabé, Obras del P. Bernabé Cobo. Vol. II. Historia del nuevo mundo, (Madrid: Atlas, 1956), libro

decimocuarto, capítulo XXX "De los depósitos del Inca y de la religión, la hacienda que se recogía en ellos y cómo se
gastaba", p. 124.
5 Guaman Poma de Ayala, Felipe, Depocito del Inga, Collca. Nueva corónica y buen gobierno. Buenos Aires: Siglo XXI

Editores, 1980 [1615], p. 309.


de vínculos personales, fue un elemento vital en la organización política preincaica y fue
reproducida por los Incas, reforzando dichos lazos a través de una tradicional forma de
“obsequios” y reciprocidades que garantizó la mano de obra que sostendría la maquinaria
estatal6. Estos obsequios podrían ser bienes de prestigio como prendas tejidas por las ocllas;
o en si mismo mujeres, ya que se buscaba establecer uniones entre señores locales e Incas
gobernantes para crear lazos de parentesco, manifestándose así estructura de una
generosidad institucionalizada7, en la que la organización de parentesco de los Incas estaba
interconectada con la organización política circunscusqueña.

Nos faltaría analizar un cambio más que permitiría entender la estructura expansionista
incaica, respecto al papel de los mitimaes en el apogeo del Tawantinsuyu. Sabemos que los
mitimaes eran grupos étnicos de colonos que eran reasentados en diversos territorios dentro
del paisaje andino desde Cusco8. En este sentido, los territorios conquistados eran
parcialmente despoblados y luego en ellos se establecían colonias (a veces muy numerosas)
de colonos, quienes tenían diferentes funciones. Siguiendo el planteo de Parssinen, las había
primeramente económicas, por una necesidad de complementar el acceso de bienes en
diferentes territorios productivos, instalando trabajadores especializados con el fin de
producir lo que requiera el Estado (estos trabajadores podrían ser permanentes –yanas- o
temporarios –mittayoc-: la vital diferencia es que los yanas terminaban su vinculo étnico y
eran borrados de los qhipu, que registraba a los tributarios, en cambio los mittayoc
mantenían vivo el vinculo de parentesco debido a la rotación con la comunidad); también
con funciones militares, ya que a través de la instalación de guarniciones militares era la
forma más directa de controlar los territorios conquistados, especialmente los fronterizos
donde se construyeron fortalezas, los mitimaes eran provenientes de la realeza incaica y eran
las personas de mayor confianza, ya que sus objetivos dependían de tanta responsabilidad
como lo era el mantener “la Pax Incaica”. Otra función de esta institución era la que tenían
los mitimaes religiosos, trasladados hacia otras regiones con el fin de servir al Culto y a la
Iglesia. En un análisis más concreto, Nathan Wachtel destaca la importancia de la función
económica por sobre las demás. En su trabajo, advertimos la reasignación de catorce mil
indios que son movilizados al Valle, en estatus de mittayoc o mitima, pero lo importante

6 Pärssinen, Marti, Tawantinsuyu. El estado inca y su organización política. (Lima, IFEAPontificia Universidad Católica
del Perú, 2003), capítulo 4.
7 Murra, John. La organización económica en el imperio Inca. La prestación rotativa campesina y las rentas al estado

(México, 1989)
8 Wachtel, Nathan. Los mitimaes del valle e Cochabamba: la política de colonización de Wayna Capac, (Historia

Boliviana /1, 1980) pp. 21-57


aquí es que las tierras a las que fueron asignadas las prestaciones de estos actores, habían
sido estratégicamente distribuidas por Huayna Capac dando forma a un vasto
“archipiélago” dedicado a la complementariedad de recursos y luego, íntegramente al cultivo
de maíz para el abastecimiento; consecuentemente las producciones iban al Cusco a los
depósitos del Inca9. Algo más nos permite este estudio, y eso es cristalizar nuevamente las
premisas que se fueron desarrollando a lo largo del ensayo. Por un lado, se presenta un
cambio en los derechos de la tierra, ya no eran a título personal del Inca, sino que, por el
contrario, pasaron a ser Estatales, a las cuales se les implicaba las obligaciones en
prestaciones al Estado. Otro punto a tener en cuenta, es el carácter ritual que implicaban
estas prestaciones, dado que los sujetos que las trabajaban, recibían “generosidades” del
Inca, sobre todo maíz y chicha. Por último, ésta transformación de los derechos de la tierra,
dan cuenta de las transformaciones administrativas, políticas y económicas que estaban
teniendo lugar en la estructura estatal del Tawantinsuyu durante su expansión.

Se intenta en este breve análisis, reconocer las características administrativas, políticas y


económicas que mutaron o prevalecieron al momento de la expansión de la capital cusqueña.
El cambio de la tenencia de la tierra por parte de la comunidad étnica hacia la “atribución”
de los derechos por parte del estado; el desarrollo de distintas formas de prestaciones
rotativas y permanentes que tuvieron como actores principales a sujetos preincaicos, como
también dio lugar a la aparición de nuevos actores sociales; y por último, con el empleo y
reutilización, en varias funciones particulares y de modos distintos, de una institución
originaria del mundo andino; damos forma y nos permitimos entender el derrotero de los
procesos que llevó adelante el Tawantinsuyu. Apoyado siempre en un sistema de alianzas y
adhesiones a vínculos de parentesco, se reprodujeron las ancestrales prácticas de la
generosidad reciprocitaria, siempre bajo las investiduras rituales, como medio de extraer el
tributo requerido para fines estatales: desde la comunidad campesina hacia los jefes locales y
más profundamente, entre jefes locales y los representantes de la realeza Inca. Entonces,
siguiendo las líneas generales de los autores empleados para la realización de este ensayo,
podemos aseverar que la generosidad institucionalizada habíase vuelto en una herramienta
de “control indirecto” capaz de enlazar, relacionar, comerciar, distribuir y sobre todo,
administrar, en todo su largo y ancho, un territorio de más de dos millones de kilómetros
cuadrados.

9Bernabé Cobo, Obras del P. Bernabé Cobo. Vol. II. Historia del nuevo mundo, Madrid: Atlas, 1956, libro decimocuarto,
capítulo XXX "De los depósitos del Inca y de la religión, la hacienda que se recogía en ellos y cómo se gastaba"
Bibliografía

Cobo, Bernabé, Obras del P. Bernabé Cobo. Vol. II. Libro decimocuarto, capítulo XXX, "De los
depósitos del Inca y de la religión, la hacienda que se recogía en ellos y cómo se gastaba". En
Historia del nuevo mundo (Madrid, Atlas, 1956)

Guaman Poma de Ayala, Felipe, (1615) Depocito del Inga, Collca, Nueva corónica y buen gobierno.
(Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 1980).

Murra, John, La organización económica del estado inca. “Tenencia de la tierra” (México, Siglo XXI
Editores, 1989)

Murra, John, La organización económica del estado inca. “La prestación rotativa campesina y las
rentas del estado” (México, Siglo XXI Editores, 1989).

Pärssinen, Marti, Tawantinsuyu. El estado inca y su organización política. “Una excursión a algunos
principios generales de administración” (Lima, IFEAPontificia Universidad Católica del Perú, 2003)

Wachtel, Nathan Los mitimaes del valle e Cochabamba: la política de colonización de Wayna
Capac (Historia Boliviana /1, 1980).

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